La urgente lucha por los derechos laborales

Luis Ángel Salazar Oses

 

«Y ganarás el pan con el sudor de tu frente»

Le faltó agregar al autor de este mandato: «Aplican excepciones para los dueños de los Medios de Producción» que vivirán comiendo mucho pan, vino y lo que les dé la gana, con el sudor, el llanto, la sangre y muerte de sus explotados trabajadores. Posiblemente el mortal creador de esta ley, ya estaba enrolado en la corte de los que, en su época, habían despojado, con malas artes, a sus prójimos de tierras, herramientas, ganados y demás componentes de estos Medios, como ha sido desde ese tiempo la tradición. Por dicha los despojados y oprimidos no han aceptado pasivamente ese rol que perversamente le han asignado sus expoliadores y la lucha de clases -esclavos versus amos, siervos versus feudales, proletarios versus burgueses- ha sido la constante «partera de la historia» como bien lo señalara el profético Max. Desgraciadamente hoy, en nuestra Patria, la lucha la van ganando los burgueses capitalistas neoliberales.

Diversas son las causas que han provocado esta parcial derrota -parcial porque se han perdido batallas, no la guerra- y que podrían entenderse a partir de una fundamental: la metódica y muy bien ejecutada manipulación ideológica que, con sus diversas formas que van desde la domesticación «educativa» formal e informal al reformismo político y económico, pasando por los separatistas y distractores fanatismos religioso y futbolero, nos han separado en grupos antagónicos, inconscientes, algunas veces cómplices de nuestra autodestrucción y siempre mansos y mensos ovejunos listos para seguir siendo pacíficamente esquilmados al antojo y conveniencia de nuestros «pastores» económicos, políticos sociales y religiosos.

En estos días, la arremetida en contra de los más elementales derechos laborales, se ha vuelto una constante en nuestro país, la prensa, la radio, la televisión, al menos seis o siete fracciones de los partidos políticos presentes en nuestra Asamblea Legislativa -el PLN, el PL, los pseudo cristianos, el PASE, el Demócrata Cristiano del cartaginés M. Redondo P.- y el sempiterno neoliberal y arista Otón Solís, se han orquestado en contra de la clase trabajadora y de sus instituciones para, bajo la excusa del equilibrio fiscal, receta fallida del FMI y del Banco Mundial que ha arruinado a muchos países del mundo, reconvertir a nuestro pueblo trabajador en siervos de la Gleba medievales. Lo que más espanta de toda esta plaga es la inconsciencia y consecuente pasividad con que nuestro pueblo la ha empezado a recibir y a padecer. Y qué decir de sus organizaciones sindicales y políticas que, salvo timoratas manifestaciones de protesta planteadas en esporádicas y débiles salidas a la prensa, parecieran dispuestas a intentar capear esta embestida brutal a base de defender tibias reformas propuestas por el FA y los sectores «progre» -¿existirán?- del PAC y del PUSC.

El ataque está siendo brutal: contra los salarios, las anualidades, las horas extras, los reajustes salariales -recordar que bajo el capitalismo que nos explota no hay aumentos sino reajustes conforme a la tasa de inflación oficial, no la real, lo que sumado a una especulación libre con los precios ha hecho que, durante los últimos cuarenta años, el poder adquisitivo de nuestros salarios se haya disminuido, al menos, en un mil por ciento, nuestras pensiones, nuestras convenciones colectivas, nuestro Código de Trabajo y sus reformas, la CCSS, Garantias Sociales -legado de nuestros y nuestras abuelas que si tenían dignidad para concebirlas y concretarlas en nuestra Legislación, y en fin, contra nuestros elementales derechos humanos y todo lo que signifique arrancarle una migaja al queque de las ganancias que cotidianamente produce nuestra clase trabajadora e impune y descaradamente le roba la parasitaria argolla capitalista nacional y transnacional.

Hasta aquí nos hemos referido al salvaje ataque que hoy sufren los derechos laborales de las y los empleados públicos que ha sido el sector más organizado en la defensa y fortalecimiento de esas legítimas prerrogativas, el panorama es mil veces más grave en el sector laboral privado donde la patronal, con la complacencia de su cómplice argolla gobernante, se ha dado gusto violando y degradando impunemente la legislación laboral vigente y las garantías y la seguridad social de sus trabajadores. Aunque las leyes laborales permiten y estimulan la formación de sindicatos y el establecimiento y mejoramiento de las convenciones colectivas, la patronal privada, descaradamente, ha convertido en causal de despido e inclusión en «listas negras» de quienes lo pretendan, tanto la formación de sindicatos como el menor intento de plantar una convención laboral colectiva o cualquier mejora para las y los trabajadores. A cambio, se ha dedicado la patronal, con el apoyo de la prensa, la radio, la televisión y los nuevos cultos religiosos, en particular los neo pentecostales -«made in USA»- Sociedad Anónima, a envenenar a sus trabajadores en contra del sector laboral público y sus reivindicaciones, siendo tan exitosa esa macabra maniobra que constantemente se escuchan a muchos trabajadores privados culpando de sus desgracias a las y los trabajadores públicos, ignorando por completo que estos males provienen del enemigo común de ambos sectores: los voraces dueños ilegítimos de los medios de producción a los que libremente se les permite especular ilimitadamente con los precios, evadir y eludir impuestos, todo tráfico de influencias en busca de todo tipo de concesiones, la criminal especulación financiera, envenenar y destruir el ambiente en busca de ganancias, embobar al pueblo a través de las mentiras difundidas por sus medios de comunicación y protegidos además por un sistema jurídico hecho a su antojo y que, como las serpientes, sólo muerde a los y las descalzas.

En vista de todo lo anterior hoy, más que nunca, se hace urgente la unidad, libre de todo sectarismo e inteligentemente realizada de todas y todos los trabajadores del país, para que desarrolle de inmediato el proceso de plena comprensión de esta brutal avalancha de despojo de sus derechos laborales y humanos en general, que se nos viene encima y, con la unidad monolítica, movilización y lucha, revertir este nefasto proceso, sacar a los mercaderes del templo de la Patria y convertir su gobierno en una real y auténtica democracia participativa. A esta unidad deben integrarse inmediatamente las federaciones estudiantiles de las universidades estatales y sus gremios de trabajadores pues la barbarie neoliberal, bajo el fascista lema de «muera la inteligencia», también pretende eliminar el financiamiento que, mediante el Estado, nuestra clase trabajadora le da a estas instituciones de educación superior, para que preparen a los profesionales que le servirán a nuestro Soberano Pueblo; en fin, toda persona honesta, consciente y solidaria debe integrarse a esta fundamental gesta fundadora de la nueva Costa Rica para todas y todos aquellos que creemos que una sociedad de justicia, solidaridad y bienestar integral debe imperar en nuestro terruño y el mundo, como única manera de que nuestra especie humana sobreviva y prospere plenamente en total armonía con la Madre Naturaleza. Esta lucha final es aquí y ahora ineludiblemente.

Para ella debemos reconstituirnos como individuos y como especie: en el primer caso debemos cambiar nuestro egoísmo artificialmente impuesto, por la solidaridad natural a que nuestra condición de no autosuficientes, de dependientes del prójimo y de la Naturaleza, nos obliga y, en el segundo, como lógico producto del primer cambio, debemos de dejar de ser la horda depredadora en que, entre otros factores, el estúpido consumismo nos ha convertido, para convertirnos en la hermandad protectora de sus miembros y del original Medio Ambiente del cual estamos esencialmente constituidos. Valga aquí reflexionar brevemente respecto a lo que debe ser el nuevo empresario con mentalidad fraterna que, ante todo debe entender que una idea o iniciativa genial que se le ocurra no es su producto intelectual individual sino que, el análisis correcto nos demuestra que es un producto histórico de muchos otros seres humanos que, hasta el idioma en que la está planteando le han cedido por lo que, las eventuales ganancias que su concreción -hecha además con el esfuerzo de sus trabajadores- genere, deben ser justamente compartidas. Finalmente, debemos liberarnos de los malintencionados complejos que nos han inculcado respecto que somos un país pobre, constituido por seres humanos inferiores en talento y cultura por lo que estamos condenados a ser eternamente esclavos de las transnacionales explotadoras y de la misericordia de los gobiernos que ellas manipulan en el mundo. Todo lo contrario, nuestro país posee una naturaleza extraordinariamente pródiga e integralmente fértil en tierra y mares y su población es dueña de un enorme potencial intelectual y cultural, factores todos que nos garantizan el mejor de los futuros posibles si dejamos de ser siervos menguados y nos decidimos, como ya lo hacen otros pueblos del mundo, a desarrollarnos plena, libre y dignamente hasta alcanzar, reitero, nuestro bienestar integral.

«El trabajo es la esencia del hombre», nos enseñó el sabio Marx y, consecuentes con su línea de pensamiento, agregamos:»siempre y cuando lo realicemos para alcanzar nuestra metas y no las de quienes se han apoderado de los medios de producción». Ojalá que entendamos y actuemos consecuentemente pues, si seguimos tan dormidos como hasta ahora, la gavilla maldita neoliberal, nos seguirá explotando y humillando más y más hasta envilecernos y convertirnos en degradadas e inconscientes bestias de carga.

 

Enviado a SURCOS Digital por el autor.

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