Los efectos socioeconómicos de la pandemia: hechos y realidades

German Masís Morales

Se han cumplido 4 meses del inicio de la pandemia del covid-19, y a lo largo de este período es posible identificar algunos de sus efectos sociales, económicos y políticos, así como las acciones que el Gobierno ha impulsado para enfrentarla, los cuales han quedado expresados en hechos y realidades que conforman un escenario particular de este difícil período.

En aquel momento, se mencionaba la necesidad de valorar cuál sería el impacto de la pandemia sobre los diferentes sectores y sobre la economía en su conjunto y cuáles serían las prioridades de las políticas estatales en esta coyuntura, pero fundamentalmente exhortaba a estar atentos para determinar sobre cuáles sectores recaerán en definitiva los costos económicos, así como identificar los eventuales ganadores y perdedores de la emergencia. (Alterdescr,19-4-2020).

La Realidad Económica: Crisis y Estabilización dirigida por el FMI

La realidad económica revela que el país ha ingresado en un escenario de crisis económica y fiscal en el que tanto organismos internacionales, economistas independientes y las propias autoridades del sector económico coinciden en un decrecimiento de la economía del 3.6%, un elevado déficit fiscal que será de 8.7% y una deuda pública creciente que podría rondar el 70% del PIB, (ElPaís.cr, 12-7-2020).

Frente a esta difícil situación económica, la Administración Alvarado ha propuesto una fórmula de reducción del gasto por varias vías y la obtención de recursos externos con los organismos financieros internacionales. Al respecto el Presidente afirmó en su discurso el pasado domingo 12, que en materia económica nos corresponde tomar medidas extraordinarias para garantizar la estabilidad económica del país, entre ellas:

– Presentación del II presupuesto extraordinario que incluye una reducción del gasto público en alrededor de 355 mil millones que equivale al 1% de la producción nacional

– Un apoyo financiero de los organismos internacionales para refinanciar la deuda, primero con un crédito especial por $ 504 millones con el FMI y luego con un acuerdo de stand by (Comunicado Presidencial 12-7-2020) con un monto que podría alcanzar los $ 2.000 millones.

“Con la reducción del gasto indicada y con el refinanciamiento de la deuda estaría garantizada la estabilidad para el 2020”, dijo el Presidente en su conferencia de prensa, dejando establecido que el principal objetivo de su Administración será alcanzar la estabilidad económica luego de la pandemia, para lo que recurrirá invariablemente al financiamiento externo, pese a la recomendación de otras alternativas por parte de algunos economistas y políticos, dirigidas a involucrar al Banco Central en la disponibilidad de recursos para atender la pandemia, con la adquisición de bonos de deuda en un período definido.

Con la prioridad de la estabilización en el período 20/21, la posibilidad de la reactivación económica en algún momento mencionada quedaría eventualmente postergada aunque no descartada, por lo que la recuperación económica podría durar varios años.

El objetivo del proceso de estabilización como lo reconoció el Presidente será “recuperar 1,2 billones de colones o el 3.3% del PIB que la pandemia le quitará al país”, mediante la reducción del gasto y la concreción del acuerdo con el FMI, que debe implicar según éste, “que se convengan metas económicas que debe alcanzar el país, que serían una mezcla de medidas de reducción del gasto, generar mayores ingresos y de eficiencia de la gestión pública” (Comunicado Presidencial12-7-20).

En esa misma perspectiva se inscribe, la pretensión anunciada por el exministro Chávez, relativa a bajar el gasto en un 2.2% del PIB y que un 1.4% de la reducción del gasto provenga de la venta de activos como FANAL y BICSA.

Mientras que medidas como el plan PAGAR que pretendía recuperar 226.145 millones de superávits de instituciones autónomas (dos instituciones, el ICT y FONATEL se han opuesto) y destinarlos con prioridad a la atención de la pandemia, aún no han sido ejecutadas.

La realidad social: el bono Proteger para algunos, los costos económicos para todos

Desde el inicio de la pandemia la estimación del Ministerio de Trabajo señalaba, que alrededor de 400 mil a 450 mil trabajadores se verán afectados por despidos, suspensiones de trabajo o recorte de jornadas, por su parte en el mes de mayo el Presidente en su informe mencionaba “que hemos identificado más de 320 mil personas entre cuenta propia y trabajadores informales y que nuestra prioridad han sido las medidas de mitigación del impacto social en las familias, que hemos resuelto con la rápida creación del bono Proteger”.(Informe Presidencial 1-5-2020)

En el mes de junio, la Ministra de Trabajo señalaba que 535 mil personas están recibiendo el bono Proteger y hay otras 400 mil personas lo han solicitado, las que debemos cubrir con el II presupuesto extraordinario, por lo que en definitiva el número de trabajadores afectados podría superar las 900 mil personas. (CRHoy,16-6-2020)

Sin embargo, hasta este mes de julio apenas se haría la segunda y tercera entrega del bono a los primeros 500 mil personas, quedando pendiente la entrega del bono a los restantes solicitantes, cuyos recursos han quedado supeditados a la aprobación de algunos proyectos incluidos en el II presupuesto extraordinario el cual fue rechazado en su primera versión, pero que incluye por ejemplo los75 mil millones transferidos por el INS para financiar la entrega de 200 mil bonos proteger.

Por su parte, la medida para congelar el precio de las gasolinas que iba a aportar inicialmente 20.000 millones mensuales para financiar los bonos, podría ver reducido su alcance debido al menor consumo de combustible.

En consecuencia, pese a que la Administración Alvarado afirma haber tomado medidas extraordinarias en lo social para atender la población con acciones como la distribución de diarios a los hogares por medio de las Escuelas y la entrega del bono proteger, lo cierto es que la cobertura del bono estaría garantizada sólo para cerca de la mitad de la población y el financiamiento del resto de la población podría complicarse y no ser sostenible.

La obtención de mayores recursos tanto para financiar la totalidad de los bonos, como para financiar el gasto de la pandemia, está ligado a la aprobación de proyectos para extraer fondos del sector de los trabajadores públicos, tales como el proyecto de ley para eliminar el pago de anualidades a los funcionarios públicos en los años 2020-21 y 2021-22, el proyecto para rebajar en un 15% las jornadas de los empleados públicos con salarios mayores a 1,5 millones e incluso la aprobación de un proyecto para eliminar al salario escolar la exención del impuesto sobre la renta. Estos proyectos imprescindibles para el Gobierno irán incuestionablemente a reducir los ingresos y beneficios a los trabajadores públicos, sobre los que caerían en definitiva los costos económicos de la pandemia.

La Realidad Política: el escaso capital político del Gobierno y la presión empresarial

Como se ha podido determinar, la mayoría de los recursos que espera disponer el Gobierno dependerá de la Asamblea legislativa y de la aprobación de diversos proyectos que se encuentran o llegarán a la corriente, sin embargo, esa situación coincide con el hecho que a la Administración actual parece habérsele acabado el capital político de que dispuso en los dos primeros años, el que le permitió mediante una alianza con algunos partidos opositores como PLN, PUSC y Renovación, aprobar proyectos como el plan fiscal, la ley para limitar las huelgas y el recorte de las pensiones, entre otros.

Ahora con el ingreso de los partidos opositores en campaña política, a la reducida fracción del PAC se le hará difícil conseguir el apoyo de estos partidos para aprobar los proyectos para atender la pandemia, obtener oportunamente los recursos necesarios y lograr la estabilización económica pretendida.

Por otra parte, pese a que el Presidente ha reiterado que se encuentra al frente de un Gobierno de unidad nacional, “que no fue llamado a Gobernar para un sector en particular, que lanzaremos un proceso para la construcción participativa de la política pública y de que la clave de las decisiones está en repartir las cargas” (Informe del Presidente,1-5-2220), parece evidente que entre los actores sociales el sector empresarial ha tenido preeminencia en las decisiones para atender la pandemia y enfrentar sus costos económicos, logrando que éstos sean asumidos por los trabajadores y no por las empresas.

Al margen han quedado las propuestas de profesionales, organizaciones sociales y grupos de la sociedad civil que no sólo han efectuado planteamientos y recomendaciones de medidas de política económica y social que distribuyan los costos de la pandemia, generen recursos frescos y propicien la reconstrucción de sectores y actividades afectadas, si no que han solicitado la apertura de un diálogo abierto y multisectorial para construir soluciones, pero unas y otras propuestas han quedado en los archivos del Ministerio de la Presidencia, confirmando la vigencia de una democracia representativa.