Yakuchaski Warmikuna “Mujeres Mensajeras de los Ríos” es una producción realizada en el territorio indígena Shiwiar, amazonía ecuatoriana, cuyo contenido expone la realidad y resistencia de los pueblos ante el extractivismo de bienes comunes; enfatizando la lucha de las mujeres, como gestoras de la vida y defensoras de la tierra y aguas, y que además son las más perjudicadas por el modelo patriarcal y violador de sus derechos humanos.
El Yakuchaski Warmikuna, en esta ocasión realizó su recorrido por la selva amazónica del Ecuador, reafirmando su lucha e incorporando a otras mujeres para una agenda común en los territorios de Panitza, Kambantsa, Kurintsa y Tunguintsa, cuya iniciativa es impulsada por la Asociación Saramanta Warmikuna, que tiene como objetivo concienciar a las comunidades sobre los conflictos extractivistas e impactos, trabajar por la defensa del territorio desde las mujeres y promover la estrategia de dejar el petróleo bajo tierra como la verdadera solución al cambio climático.
Dirección y producción:
Olmedo Carrasquilla Aguila
Ivonne Ramos
Créditos:
Asociación Saramanta Warmikuna
Guión:
Olmedo Carrasquilla Aguila
Narración:
Elena Gálvez
Traducción shiwier:
Ena Santí
Asistencia:
Ena Santí
Margot Escobar
Rosa Gualinga
Edy Villamil
Música:
Achote por Félix Flext (Tsayandar – flauta)
Canto Nocturno por Alicia Choji
Agradecimiento:
Pueblo indígena Shiwiar de Panitza, Kambantsa, Kurintsa y Tunguintsa
Anoche tuve un sueño, en el que viajé al futuro y pude observar el país en el año 2060. Vi grandes extensiones de ciudades compactas, con sistemas modernos y eficientes de transporte público, donde tranvías y trenes eléctricos de extrañas formas recorrían las ciudades y sus alrededores. Bulevares con zonas verdes daban vida y movilidad peatonal a las ciudades y miles de autos eléctricos, la mayoría autónomos, se movían por calles que los cargaban automáticamente a su paso. Los techos y paredes de casas y edificios eran paneles fotovoltaicos de muy alta eficiencia y sistemas de redes inteligentes comunicaban a personas y artefactos. Pude observar mucha gente caminando con celulares en sus manos que proyectaban curiosas imágenes holográficas y robots o androides compartiendo la vida en sociedad con las personas. Me complació mucho ver ciudades limpias, altamente tecnológicas y modernas, aunque noté demasiado concreto o metal y poca vegetación. Percibí además, que a pesar de tanta tecnología, la gente no era sinceramente feliz y había muchos corazones vacíos y faltos de valores.
Decidí entonces viajar hacia las zonas rurales, en busca de los Parques Nacionales, esperando encontrar la extensa y diversa naturaleza que hoy poseen. Conforme recorría zonas me iba dando cuenta cómo muchos parques habían perdido territorio, producto de la expansión de la frontera urbanística y agropecuaria, lo que quedaba con naturaleza inalterada eran si acaso las zonas centrales de dichas áreas protegidas.
Sobrevolé el Parque Nacional Rincón de la Vieja, en Guanacaste, y observé que estaba saturado de proyectos geotérmicos. Tuberías, pozos, caminos de penetración, tomas de agua, casas de máquinas, lagunas de residuos y otras estructuras se extendían por todo el parque y aunque había remanentes de los ecosistemas originales, el concepto y naturaleza del Parque Nacional como zona para la conservación se había perdido, y por el contrario, el desarrollo electro-energético era ahora la prioridad. Lo mismo hice con el Parque Internacional La Amistad y su vecino el Parque Nacional Chirripó y lo que descubrí me heló la sangre: decenas de proyectos hidroeléctricos habían sido construidos en las partes altas y medias de las cuencas, con represas, embalses, caminos de penetración, tuberías y casas de máquinas. Además, se había abierto el Parque al desarrollo turístico masivo, y muchos hoteles y cabinas de montaña, se instalaban en sitios estratégicos. El Valle de los Lagos y los Crestones, sitios icónicos del Parque Nacional Chirripó, eran lugares inundados de turistas, teleféricos, tranvías eléctricos y modernos cuadra-ciclos recorrían el parque de un lado a otro. Sentí mucha tristeza, porque de la magia, el misterio, la tranquilidad y la naturalidad que poseía el sitio, no quedaba más que el recuerdo.
Horrorizado por lo que observé, decidí huir más al sur, buscando el Parque Nacional Corcovado, otrora paraíso ecológico, pero el panorama no resultó muy diferente, el cambio en el parque era radical. Se permitía la explotación forestal por medio de modernos equipos aéreos, similares a helicópteros, que cortaban y levantaban los inmensos árboles y los trasladaban a los sitios de almacenamiento. Pozos de extracción de gas natural y petróleo se habían perforado en diversos puntos del parque y la minería de pequeña escala había obligado a otorgar territorios a los oreros, que finalmente le habían ganado la partida al Estado. Además, la cacería deportiva seguía siendo un serio problema en esa época, a pesar de los controles policiales. Ante tanto desarrollo y actividad humana, de los ecosistemas y la fauna silvestre original que tenía el parque no quedaba casi nada.
Decidí hablar con uno de los guarda-parques, en busca de explicaciones. Me indicó que en los inicios del siglo se habían promulgado leyes para abrir los parques nacionales a proyectos geotérmicos y de acueductos, y que este cambio radical en el paradigma de los parques como zonas para la conservación, dio origen a una cadena progresiva de posteriores desarrollos, entre ellos, el turismo masivo, supuestamente “sostenible”, las hidroeléctricas y el gas natural, argumentando conveniencia nacional y autonomía energética, primero con proyectos de carácter estatal y luego privados. El alto crecimiento poblacional obligó también a destinar algunas áreas protegidas para desarrollos urbanísticos y para actividades agrícolas y pecuarias.
Me contó que en esos años, a los que intentaron oponerse a esas aperturas los llamaron retrógrados y radicales y los acusaron de oponerse a lo conceptos supuestamente modernos en esa época, como el desarrollo sostenible y el eco-manejo, que se veían en esos años como la gran panacea que todo lo podía resolver y al final, por no fijar límites, solo constituyeron excusas para impulsar más explotaciones y aprovechamientos humanos de los Parques Nacionales. Me indicó que los líderes políticos y la sociedad se arrepentían profundamente de no haber protegido como debían esa enorme riqueza y de no haber mantenido al menos un porcentaje del país inalterado para el futuro, lo que hizo que se perdieran paisajes, biodiversidad, especies y material genético, para siempre. Con pesar señaló que los parques nacionales se habían convertido en zonas inundadas de proyectos de infraestructura comercial e industrial, con solo algunos pequeños bosques remanentes, totalmente fragmentados y aislados. La naturaleza prístina y los paisajes inalterados, ya no existían en nuestro país. Por un afán desmedido de beneficio económico o producción energética, se habían destruido los Parques Nacionales.
Me desperté sobresaltado, pero contento de darme cuenta que todo no fue más que un mal sueño, una terrible pesadilla. No pude dormir el resto de la noche, divagando en reflexiones filosóficas sobre si era posible cambiar el futuro con nuestras acciones o si el mismo ya estaba predeterminado. Me inclino por lo primero, y por creer que aún estamos a tiempo de mantener estas áreas protegidas como zonas para la conservación, libres de proyectos de infraestructura de gran escala, me aferro a la idea de poder salvaguardar su rica naturaleza y los servicios eco-sistémicos que nos brindan: agua, aire, suelo, biodiversidad, ecoturismo, belleza escénica, crecimiento mental y espiritual, como el legado natural fundamental que podamos heredar a las futuras generaciones.
Costarricenses, luchemos porque ese futuro que visualicé en mi sueño nunca llegue a ser realidad y que las pretensiones de algunas personas, instituciones, diputados o partidos políticos, que actualmente buscan desesperadamente como abrir estas áreas a explotaciones comerciales o industriales, no tengan nunca éxito. Aún estamos a tiempo. “Parques Nacionales para la conservación”, debería ser la consigna que nos una como país, por la defensa y protección a perpetuidad de estos importantes sitios.
(*)Ingeniero Civil. MSc en Manejo de Recursos Naturales y Cuencas Hidrográficas. Correo electrónico:rportilla23@yahoo.com.mx
Un convenio de cooperación entre el Instituto Nacional de Fomento Cooperativo (INFOCOOP) y la Universidad de Costa Rica (UCR) ayuda a capacitar a las cooperativas del sector agropecuario para que utilicen modernas tecnologías en su producción agrícola.
El Centro de Investigaciones Agronómicas (CIA) de la UCR lleva a cabo un proyecto queofrece a las cooperativas del sector agropecuario alternativas modernas para mejorar las buenas prácticas agrícolas y de sostenibilidad, lo que a la vez las vuelve más competitivas en el mercado nacional.
El director del CIA, Dr. Carlos Henríquez Henríquez, plantea que “el aporte que nos puede dar este proyecto a un mediano y largo plazo es volver al sector cooperativo más competitivo utilizando tecnologías de punta, que permitan ser más eficientes en la producción agrícola nacional”.
Georeferenciación
Uno de los principales objetivos del proyecto es utilizar la técnica moderna de la georeferenciación para estudiar los terrenos de cultivo de estas cooperativas agropecuarias. La georeferenciación consiste en ubicar un objeto de manera tridimensional con respecto a la tierra utilizando un sistema de coordenadas y datum específicos.
Permite determinar el lugar en el espacio de un objeto geográfico y la posición de una fotografía aérea en un mapa, así como la exacta ubicación de un punto en una fotografía o imagen. Utilizando esta técnica, el CIA recopila información sobre fincas de las cooperativas.
Por ejemplo mi de los terrenos de las fincas para obtener el tamaño de las áreas productivas y las áreas totales de cultivo. Posteriormente realiza el análisis para contabilizar nutrientes del suelo y compararlos.
Todo el proceso de estudio de una finca puede tardar hasta tres años, pero finalmente se obtiene un análisis integral con recomendaciones a las cooperativas para optimizar la productividad de sus terrenos cultivados.
Tanto la información de laboratorio, como la recopilada en el campo mediante el Sistema de Posicionamiento Global (GPS por sus siglas en inglés), es ingresada en programas computacionales de información geográfica,los cuales permiten elaborar mapas con datos reales de la fertilidad de los suelos, el área delimitada y la cantidad de lotes de la finca, entre otros.