Desde hace 60 años… Canal 7. Algunas remembranzas
Vladimir de la Cruz
Costa Rica tiene el reconocimiento, entre los muchos que se le hacen a nuestro país, de haber sido uno de los pioneros de la radio en el continente americano.
Entre los primeros intentos de la radio están los del profesor José Fidel Tristán, en la década de 1910 cuando realizó transmisiones de señal de radio, donde vinculó, de colegio a colegio, a jóvenes estudiantes, que no se conocían, y que en la Historia Nacional, llegarían a tener un inmenso papel, a Manuel Mora Valverde y a José Figueres Ferrer.
Luego fue, sin lugar a dudas, la primera transmisión, radiodifusión, en 1920, realizada por Amando Céspedes Marín, que con onda corta y onda larga, en la década de 1920-1930, dio inicio a la radiofonía, con “La Voz de Costa Rica” en el país, mérito que se le ha reconocido con el Benemeritazgo Nacional.
La Televisión ni se pensaba en esos años. Yo nací en 1946 cuando tampoco la televisión se había desarrollado aunque ya se hacían los primeros esfuerzos mundiales por impulsarla, como se hacía también con las computadoras en esos años, primero con fines militares, luego con fines civiles y comerciales.
En mi casa, por este motivo, y era lo usual en Costa Rica, todo mundo se pegaba de la Radio, desde las primeras emisoras “Radio Tibás”, “Alma Tica” antes, “Radio Athenea”, “La Voz del Trópico”, “Radio Faro del Caribe”, la emisora de los religiosos protestantes, que condujo a la “Radio Fides”, de la Iglesia Católica, “Radio Columbia”, la Radio de la Universidad de Costa Rica, a partir de 1950, “Radios Reloj”. En la década del 40 en mi casa se oía “Ecos del 56”, del Partido Vanguardia Popular, y así un sinnúmero de radioemisoras que fueron constituyendo todo el sistema de radioemisoras que hoy funciona en el país, más de 100 emisoras en todo el territorio, con sus radios regionales.
Para la vida política nacional desde mediados de la década del 30 ya se usaba la radio para discursos y debates políticos, como en 1942 cuando José Figueres realizó un discurso radial contra el Gobierno, que le interrumpió su intervención radiofónica, le detuvo y le expulsaron del país, convirtiéndolo en uno de los líderes opositores de esos años finales hasta 1948.
A principios de la década de 1930 se empezó a impulsar el radioteatro, con obras nacionales y en la década de 1940 se desarrollaron los radio noticieros. Recuerdo que en uno de ellos, matutino, que terminaba alrededor de las 8 a.m., a finales de la década del 50 e inicios de la del 60, se leía prácticamente toda la información del periódico La Nación, que se compraba en mi casa, y yo me daba cuenta, que lo que se hacía era leer literalmente el periódico.
También recuerdo radio teatro y radio novelas que se pasaban por la radio…”Los fantasmas de las Cuevas de Virilla”, cuevas que existían dando la vuelta, en la curva, yendo hacia Heredia, después de cruzar en La Pozuelo, antes de llegar al puente del Virilla, o los “Fantasmas del Teatro Nacional”. Eran en mucho, actos de enorme entretención y de reunión familiar. Allí empecé a conocer a Adolfo Herrera García que se decía era uno de los escritores de estas narraciones, que lo hacía para sobrevivir después de la Guerra Civil de 1948.
Toda mi infancia y adolescencia me desarrollé con esta Radio, con esos radio-noticieros, teatros radiales nacionales.
En la década del 60, y parte de la del 70, me hice aficionado a las tardes de Opera, de los sábados, de la Radio Universitaria, y de los programas de zarzuela, y también de su música. En esto quizá había influido una familia que vivía contiguo a nosotros, donde José Antonio Zavaleta, periodista, y su esposa maestra Azihiadé Estrada, cultivaban esas pasiones, junto a sus hijos e hijas, todos ellos estudiosos y muy cultos.
En la década de 1950 se empezaron a realizar los primeros esfuerzos por introducir la televisión en el país, desde el gobierno de Mario Echandi Jiménez. Hubo hasta una discusión política sobre el carácter de esa televisión, si debía ser, como era en Francia, en aquellos años, estatal, o abierta. En el Partido Liberación Nacional había sectores que propiciaban un proyecto nacional cultural de televisión estatal.
En el gobierno de Echandi se estableció finalmente la televisión pública. Allí iniciaron los empresarios René Picado Esquivel y Carlos Manuel Reyes, con quienes se impulsó Teletica, que tenía la frecuencia 7 solo para la capital, después para las 7 Provincias. El 9 de mayo de 1960, se inauguró con emisiones Televisora de Costa Rica Ltda, proyectándose en las 7 provincias de Costa Rica.
La venta de televisores era escasa, escogida y de lujo para quienes podían adquirirlos en esos años. Recuerdo que en el Barrio Luján, donde vivía, al final de la calle 21, una calle ciega en esos años, no se había construido la Clínica Carlos Durán, del Seguro Social, y lo que había era potreros que llegaban hasta Zapote. Tampoco estaban los núcleos habitacionales de Barrio Córdoba, sí estaba la Ciudadela Calderón Muñoz, a un potrero de por medio con mi barrio, con mi calle 21.
En esa calle hubo un Televisor en la sala de una casa, con ventana a la calle. De manera que en la ventana se agolpaba todo el barrio, toda la muchachada. Recuerdo de esas primeras exhibiciones a “Betty Boo”, que fue por mucho tiempo una serie de entretenimiento infantil. Recuerdo de otro barrio cercano, donde visitaba una amiga, en que en una casa había televisor, y se cobraba simbólicamente, un “cinco”, o un “diez”, por ver desde afuera, desde la ventana, los programas.
En 1967 mi madre, con gran sacrificio, pudo comprar una casa en Barrio Córdoba que ya se estaba desarrollando como barriada. Allí terminé viviendo hasta 1973 cuando recién casado emigré.
En mi caso concreto mi madre no pudo comprar televisor hasta principios de 1970. Teníamos otras necesidades económicas. Éramos de la radio y de la lectura en casa. Tenía yo 23 años.
Las Olimpiadas de Roma, en julio de 1970, que coincidieron con las vacaciones universitarias, las pude ver en todo lo que se exhibieron. A partir de allí Canal 7, cuyas instalaciones estaban casi contiguas, al oeste, con la Estación del Ferrocarril al Pacífico, se hizo presente con sus programas en la vida hogareña…hasta hoy.
En esos años estudiaba yo Derecho e Historia. Como estudiante de Derecho litigaba y llegué a tener una Oficina grande, al frente del costado norte del actual Edificio de los Tribunales de Justicia, donde está la Plaza de la Justicia. Allí estábamos entre otros Otto Castro, Nelson Picado, que llegó a ser mi cuñado, y otros, todos estudiantes de Derecho.
Mis abogados padrinos, quienes autenticaban mis escritos, eran Jaime Cerdas Mora y Rodolfo Cerdas Cruz, que tenían sus oficinas en los altos de la Soda la Esmeralda, frente al costado norte de la Catedral. A Jaime también le asistía muchas veces como ayudante de Oficina, como su asistente, donde aprendí muchas cosas de él y de su ejercicio jurídico de la profesión, especialmente del trato con las personas y los clientes.
Como litigante, un día mi amigo, Miguel Sobrado Chaves, militante comunista y en esos años, metido en las luchas campesinas, me pidió que le ayudara a resolver jurídicamente un caso de un campesino de la zona de San Carlos. Le resolví el asunto. Me dijo que el campesino quería saber cuánto costaba el trabajo. Le dije que no, que era una colaboración solidaria con su lucha y además porque él, Miguel, me lo había pedido. Se me ocurrió preguntarle a Miguel que a qué se dedicaba esa persona. Me respondió, que entre sus trabajos recogía animales venenosos para la Universidad de Costa Rica, para el Instituto Clodomiro Picado. Entonces le dije, más en broma que en serio, que como pago, si quería pagarme, me enviara una culebra Boa pequeñita. Sorpresa mía…me llegó la encomienda con la culebrita… chiquita pero brava… arisca. Poco a poco la fui dominando, y nos fuimos haciendo amigos, hasta de lecho, se podía dormir con ella. Una primita mía, Yma Yara, así lo hacía también.
Era yo dirigente estudiantil desde 1967 hasta 1972, del Frente de Acción Universitaria, la organización comunista estudiantil de la Universidad, lo que me daba mucha presencia en la Universidad, en esos días y también fuera de la Universidad. Por esta circunstancia acudí a la Facultad de Medicina, donde tenían, en esos años, un criadero de ratones blancos, grises y negros para experimentación. Eduardo, un biólogo que allí trabajaba, tenía también una Boa. El me facilitó por mucho tiempo la alimentación de mi culebra, que llamé “Anto”, así que Anto creció casi hasta dos metros de largo.
Anto vivía plácidamente en las maceteras de un patiecito interior que teníamos en la casa, de unos 2 x 2 metros, y cuando yo estaba en la casa, pasaba en mi Biblioteca, entre los estanteros de los libros. Tenía un cuarto acondicionado como Biblioteca que recogía los libros de mi madre, gran y extraordinaria lectora, más los que yo iba devorando de adolescente y de estudiante.
Canal 7 había desarrollado sus programas. Algunos con gran impacto público. Carlos Alberto Patiño, había impulsado el programa “El Club Millonario Phillips”, a tempranas horas de la noche. Como parte del Programa retaba al público a que le llevaran cosas y el que llevara la más grande se ganaba un premio.
Así, un día justo en el momento en que mi madre regresaba del trabajo, yo no estaba en ese momento en la casa, prendió el televisor cuando oyó que Patiño solicitaba que llevaran “la culebra más grande”.
Mi madre nunca había tocado la culebra. La respetaba y me dejaba tenerla en la casa. Tal el impacto de la televisión y del programa de Patiño, que mi madre llamó a una vecina, amiga de la familia desde la década del 40, Dina Díez, le dijo lo del Programa y le propuso que llevaran la culebra. A oscuras se metió al patiecito interior, sin haber tocado nunca la culebra, pero “embrujada”, por el llamamiento de Patiño, metió sus manos en la macetera. Encontró a Anto tranquila, la cogió, la metió en una bolsa y se fue con Dina a la televisora en un taxi. Allí la midió, tomándola con las dos manos y estirando la culebra, y comparándola justo con otra que había llevado Eduardo, el biólogo de la Universidad. Y mamá ganó por el tamaño. El premio: un viaje a 8 ciudades de Colombia, con pasaje aéreo, todo pago. Regresó a la casa en taxi. Entró con Dina, justo en el momento en que yo llegaba a la casa unos minutos después, y me las encuentro “gritando” del susto que tenían de haber cogido la culebra y de haberla llevado en ese paseo. Hasta ese momento racionalizaron todo lo que habían hecho. No pasó a más.
El viaje no lo hizo mi madre ni yo. Vendimos el premio del viaje a Colombia y con la plata me compraron un escritorio, que ya necesitaba, de un remate que hacía la Embajada Americana, como lo hacían con frecuencia. Ese escritorio todavía lo tengo… gracias al tamaño de Anto y a Canal 7.
Años después, enero de 1998, estaba yo en mi primera campaña presidencial, candidato del Partido Fuerza Democrática, y ante un debate anunciado, por Canal 7 y La Nación, entre Miguel Ángel Rodríguez y José Miguel Corrales, interpuse un Recurso de Amparo, reclamando mi derecho de participación, a pocos días de las elecciones, debate en el que Canal 7 y La Nación habían hecho una inversión millonaria en la preparación de ese evento. La Sala IV, en un voto redactado por el Magistrado Rodolfo Piza Escalante, me dio la razón. Paró el debate y obligó a que se tomara en cuenta a los otros candidatos. Aquello fue una bomba. El debate no se hizo entre esos candidatos. Tampoco lo hicieron con todos los candidatos. Me llevaron a mí, con ánimo de despedazarme, a un interrogatorio en Televisión, del cual me parece salí bien parado. Resultado de ello, unos días más tarde, el periodista Armando González, que participó en esa entrevista, que dirigía el periódico Al Día, de la empresa de La Nación, me invitó a escribir semanalmente en ese diario, lo que hice prácticamente hasta el año 2008. Desde entonces me desarrollé como articulista semanal de periódicos, en esos días en Al Día, después de mi regreso de Embajador en Venezuela, en La República, hasta hoy, y en otros medios electrónicos, nacionales y extranjeros, donde también colaboro hasta hoy, “La Revistacr.com”, “surcosdigital.com”, “Wall Street International Magazine”…
De aquel debate del 98, de la campaña electoral de 1997-1998, y las siguientes del 2001-2002 y del 2005-2006, puedo decir que don René Picado, con quien había que negociar la pauta publicitaria, que aunque no era mucha para él y su empresa, era mucha y muy cara para nosotros, como Partido, se portó como un gran caballero y ciudadano. Pagábamos con bonos que eran a todas luces un riesgo de cobro y de recuperación económica, excepto en la del 98, que obtuvimos derecho de pago de la llamada deuda electoral porque elegimos tres diputados, José Manuel Núñez, José Merino y Célimo Guido. Incluso me dijo que si no había finalmente plata para honrar los bonos lo tomara como una colaboración de su parte al proceso electoral y democrático nacional.
Cuando en una ocasión llegué al Canal 7, para una entrevista, pasando por uno de los pasillos, vi colgada, en una pared, una foto en la que aparecía mi madre con la culebra Anto en sus manos, en el Programa de Patiño, lo que me emocionó mucho. No se me ocurrió acudir después a pedirla prestada para sacar una copia, y probablemente la deben tener traspapelada o perdida…
Con Canal 7 en estos últimos 10 años he colaborado ocasionalmente en programas, especialmente los que giran alrededor del Noticiero, como “Telenoticias”, “7 Días”, “Buen Día”, invitado como comentarista, analista, a veces en polémicas, o por una pequeña opinión o comentario, sobre diversos temas políticos, internacionales y culturales. Colaboro con todos sus periodistas cuando demandan alguna ayuda informativa o aclarativa de temas históricos. Y seguiré colaborando en ello si eso sirve para una mejor información y formación de los costarricenses que siguen fanática y familiarmente a Canal 7.
Este Canal es parte importante hoy de la vida nacional, en medio de las otras televisoras que compiten con el Canal por la teleaudiencia, con sus diversas programaciones, especialmente con los programas de Noticias.
En mi caso sigo amigo de la Radio, donde participo en inmensa cantidad de programas, urbanos y rurales, gracias muchas veces a exalumnos hoy periodistas, y a las necesidades informativas que me solicitan.
En Radio con la Cámara Nacional de Radio casi tres años colaboré en una nota informativa diaria “Un día como hoy”, en Radio Monumental en el Programa “Así es la cosa”, diariamente, y semanalmente, en “Un viaje por la historia”, ya suspendidos estos programas, en parte, estos últimos, por la Pandemia.
En televisión colaboré con un programa similar, un año completo, de las 7 a las 8 a.m., en Canal 42, de la Extra, con un grupo muy distinguido de colegas universitarios, Argentina Artavia, Rotsay Rosales, Sergio Araya, Gustavo Araya y Daniel Calvo, con la periodista Isabel Espinoza, analizando la política electoral durante el año 2017 hasta las elecciones de febrero de 2018.
Mis felicitaciones a los cumpleañeros de Canal 7, y a la Familia Picado Cozza, especialmente en ese esfuerzo del que han hecho una causa familiar y costarricense… ¡Ah!, y gracias por el escritorio que todavía conservo…