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Etiqueta: José León Sánchez

Momentos inolvidables al lado del Maestro José León Sánchez

Escribir es fácil, escriben los niños de la escuela, escribir bien es difícil, pero escribir bien y llegar al arte es casi imposible, pocos escritores logran una obra de arte
José León Sánchez.

Maynor Sánchez Alvarado*

Ahora que la vida se me está pareciendo a el beso del colibrí en el puro centro del girasol, ahora que ya matamos enero y febrero empieza a oler a abril, ahora que el sol está saliendo con la luna como novios de la mano de una nube de algodón y hasta los siguen algunas estrellas, me aterra la nostalgia cuando recuerdo a mis padres que ya se fueron para el cielo y también a mi querido Maestro José León.

Fue conmigo como un segundo padre, un amigo de esos verdaderos, un maestro que me enseñó con dedicación, fue mi primo y también ese genio que observé de largo, algunas veces de cerca, otras veces en silencio, a veces en libros o en televisión, otras muchas veces en persona, en su casa sentados en la sala dos horas en silencio observando un disco completo de Andrea Bocelli al lado de mis hijos también y al final nos dijo: recuerden, ese hombre lo único que quería tener en la vida era un caballo y vean todo lo que logró.

Durante más de treinta años una amistad muy sincera con mi maestro José León Sánchez, me contó cosas que no son para decir ni mucho menos publicar, secretos que se irán conmigo hasta la tumba.

Me dio consejos que guardo en mi mente y corazón como un tesoro, como aquello que él llamaba: leyes universales de la literatura, José León me enseñó además buenos modales, modales de escritor, como obsequiar libros autografiados o ponerme de pie para saludar, manejar un tema en la mesa después de la cena y hablar en público sin papelito de guía.

Me regaló decenas de libros, máquinas de escribir, computadora, relojes, discos de música, ropa, zapatos y el arte de soñar sin límites con su frase: hay que tener fe, siempre hay que tener fe.

José León fue un genio de fe y de perdón, un hombre que renació de sus fracasos, un hombre leyenda, el escritor que rompió con todo lo establecido.

Lo vi siempre ser cortés con todos y a pesar de su basto conocimiento en muchas áreas, sabía escuchar.

Un día me dijo: “mijito un día estarás en la Biblioteca Nacional” y en otra ocasión en el Paseo de las Flores en Heredia habló de la presencia de mi libro “La Universitaria que no quería vivir” en tierras mexicanas, con una absoluta seguridad como lo hacen los profetas, aun cuando mi libro no había sido publicado por una Editorial.

También me animó a subir mis libros a Amazon y así estar disponibles en cualquier parte del mundo, él también lo estaba haciendo con sus obras magistrales.

Me decía así: “ahora con la tecnología solo aprietas un botón y ya estás en todo el mundo.”

José León Sánchez al igual que todos en esta vida tuvo ángeles en el camino que le dieron una mano para surgir.

En primer lugar su esposa y también filóloga personal Doña Ahiza Vega Montero, una de las filólogas más destacadas de América Latina.

Él me hablaba también de un periodista llamado Joaquín Vargas Gené, siempre lo recordaba con agradecimiento porque le ayudó a llevar su libro “La isla de los hombres solos” a México. También me narraba sus momentos inolvidables al lado del gran productor de cine Don Pedro Almodóvar y como en Barcelona una tarde le propuso el gran proyecto de escribir Tenochtitlan, el libro que hoy todo mexicano debe leer, escrito por José León Sánchez.

También me hablaba del editor Cristóbal Pera de la majestuosa Editorial Juan Grijalbo Mondadori, y su amistad con Carlos Sling y algunos presidentes de países como México y España, los cuales al visitar otro país llevaban su libro Tenochtitlan para entregarlo como detalle de su visita, tenía en su biblioteca una foto con Anthony Quinn y otra con Don Francisco de Sábado Gigante, entre otras.

Además, su gran admiración por Juan Rulfo, lo llamaba: su Maestro, con Rulfo José León tuvo una amistad muy bonita.

También me narró un día como García Márquez el gran escritor de Colombia le había dicho: ¿cuéntame, como le hiciste para escribir La isla de los hombres solos?

Jamás le dije nunca en esos treinta y tantos años de amistad cercana, que me presentara con ninguna de esas personas ni que les hablara de mí o de mi libro.

En la vida se debe de tener mesura y respeto, saber hasta dónde acercarse, yo sabía muy bien que esas personas formaban parte de su círculo social por méritos propios, porque él se lo había ganado. En esta vida nadie ayuda al malo, porque pobrecito, pero si eres bueno en lo que haces las puertas se abren si o si y así me lo dijo él cuando me hizo el gran honor de escribir la presentación de mi libro: “lo hago porque tu libro es buenísimo si no fuese así no pondría mi firma ahí”.

Yo también se lo dije muchas veces: has trascendido y pasado fronteras porque eres bueno Maestro no por ninguna otra cosa.

Un día me llevó a un supermercado en Heredia me dijo que deseaba comprarme algo que era “riquísimo” caminó por todos los pasillos con su mirada atenta hasta que dio con lo buscado, se trataba de una lata de melocotón en conserva, tomó la lata y me la dio diciéndome: “es tuya para que la comas con tus hijos, luego sonrió y agrego: buenísimo.

Era del tamaño de un galón de pintura y después cuando comía con mis hijos pensé, ¿por qué si me la describió con tanto apetito, no llevó una para él?

Bueno tal vez en su casa ya tenía, pensé.

Hay una historia muy linda de José León que me la narra un gran ser humano que la vida me ha permitido conocer, me invitó a su casa a tomarme un café y hablar de mi libro “La Universitaria que no quería vivir” el cual le gustó mucho, su nombre es Don Duane Nisly.

Don Duane es líder de una Colonia Menonita que hay aquí en mi Cantón Rio Cuarto, la tierra que vio nacer a José León Sánchez.

Además, Don Duane Nisly es tío de Bryan el esposo de mi hija Adrianelly y bueno esta es la historia que me contó Don Duane:

Una tarde estábamos toda la familia en donde el río Cuarto desemboca y también llega ahí el rio Toro Amarillo y se forma como una isla, nosotros estábamos a este lado del río y nos llamó la atención ver a un hombre adentro de esa isla sentado en un tronco observando las garzas que volaban y se posaban en un lugar y otro. El hombre estaba ahí solo en medio de la isla y atento por mucho rato, luego cuando las garzas se fueron se puso de pie y empezó a salir, caminó despacio y cruzó el río y llegó donde estábamos, la sorpresa para nosotros fue cuando nos dimos cuenta de que ese hombre era el gran Escritor José León Sánchez, ya en ese tiempo muy famoso por su libro “La isla de los hombres solos” y ahí compartió muy amablemente con nosotros”.

Cuando Don Duane me narró esto yo recordé que ese sitio lo describe José León en su libro “Cuando nos alcanza el ayer”

¿Qué podría estar haciendo semejante genio ahí sentado a solas con la naturaleza? Recordando un pasado tal vez, nutriendo su mente para su próximo libro.

Un día muy triste para mí fue cuando le llame y me dijo así: “aquí vamos como los camarones del río Sarapiquí, en mitad de la corriente” me narró que se sentía muy mal de salud, por primera vez y ahora a sus noventa y cuatro años me dijo eso y agregó algo que hasta el día de hoy me duele como una espina por debajo de la uña, me dijo así: “llámame con más frecuencia por favor”

Y un día le llamé y ya no contestó y no ha contestado más desde hace más de dos años.

Tampoco contesta mi padre ni mi madre, yo no sé por qué se fueron si todavía me podían enseñar muchísimo, no sé por qué no están aquí, ahora que la vida es, como el beso de un colibrí.

*Reconocimiento Escritor del Año por la Prensa Internacional.

La Universitaria Que No Quería Vivir

Maynor Sánchez Alvarado.

De todo lo escrito yo amo solo aquello
que alguien escribe con su sangre

Federico Nietzsche

Álvaro Vega Sánchez. Sociólogo

Es el título de la novela testimonial, recientemente publicada por HC Editores de Grecia, que narra la historia de dos jóvenes de zona rural, una estudiante universitaria de familia rica y un pobre pistero de gasolinera, ambos seducidos por el amor y atrapados por la droga. La universitaria sucumbe y muere. El pistero sobrevive para contar esta historia, todo un drama que estila tristeza, dolor y lágrimas; en palabras de Kembly, la protagonista de la novela, “Es la triste hora del asesinato del sol”, cuando su esplendor soberbio y esperanzador cierra los horizontes y da paso a la oscuridad de la dolorosa muerte, por cruel y prematura.

El Premio Magón, José León Sánchez, destaca en el epílogo de la obra: “La Universidad posee dos caminos en donde se gesta la incertidumbre. Uno de ellos puede ser el principal, en donde germina la esperanza a los campos de la historia, el conocimiento, el futuro de la nación. El segundo es más bien una calle, que le llaman La Calle de la Amargura. Maynor Sánchez Alvarado, en las páginas de este libro nos muestra una faceta de un instante tenebroso en la esquina más turbia del desaliento nacional”.

¡Qué oportuna esta obra!, precisamente, porque su autor está retratando, desde la trágica experiencia vivida por dos jóvenes drogadictos, esa “faceta de un instante tenebroso en la esquina más turbia del desaliento nacional”. En efecto, este pequeño país viene opacando su brillo, que ofrecía signos esperanzadores para la construcción de una sociedad más igualitaria, pacífica y amigable. Hoy, transita, precipitadamente, por los caminos de la inequidad, la insensibilidad y la insolidaridad. Una perversa combinación de desigualdad socio-económica y violencia social nos está desfigurando el rostro, haciéndolo irreconocible, como triste y dramáticamente sucedió con Kembly, una bella joven universitaria, que ni sus mismos progenitores alcanzaron a identificarla en el lecho de su muerte trágica, consumada por la droga.  “Un saco de huesos, una calavera sobre un latón de aluminio era imposible de reconocer”, destaca el narrador.

Sí, esta novela, escrita por un novel escritor autodidacta, originario de Río Cuarto, que logró vencer al flagelo de la droga, se convierte en un espejo que proyecta en sus personajes, y en toda su trama, el rostro de esa Costa Rica que ya hace rato se viene desfigurando. Por lo tanto, celebramos su aparición, pues nos convoca, desde lo más profundo del sufrimiento humano –un nicho de cementerio se convierte en casa y refugio de dos jóvenes sumidos en el tenebroso inframundo de las drogas–, a meditar y a reconocer con humildad que hay que dar un viraje radical en este país, si es que queremos brindarles un mejor futuro a las generaciones venideras.  

El mensaje de esta novela es que el mejor antídoto para la droga, y prevenir para que nuestra juventud no continúe siendo arrasada por este flagelo es, sin duda, la educación afectiva, que debería cultivarse desde el hogar, la escuela, el colegio, la Universidad hasta todos los ámbitos del quehacer y la convivencia humana. Una educación que contribuya al cultivo de los buenos sentimientos y emociones, para una convivencia humana digna, por lo justa y solidaria. Para ello, se requiere una sociedad que ofrezca condiciones socioeconómicas básicas que eviten que nuestros niños no puedan asistir a la escuela, tal es el caso del personaje José. Sin embargo, contar con esos recursos no es suficiente; para Kembly su carencia fundamental es de orden afectivo. Ambos son víctimas de una sociedad con una profunda crisis de sentido de humanidad, atrapada en un materialismo frívolo, cuyos efectos son tan letales como los de las drogas, que están victimizando a nuestros jóvenes.

Estamos ante una obra testimonial de gran valor literario y pedagógico. Por su valor literario conmueve las fibras emocionales y corporales más profundas y sensibles; una narración cálida por lo dramática, con algunos jirones casi surrealistas, atrapa al lector para una lectura fluida que se degusta. Como recurso pedagógico, desafía a impulsar un modelo educativo que propicie el fortalecimiento de los vínculos afectivos y la convivencia fraterna y solidaria. Asimismo, preparar mejor a nuestros jóvenes para comprender y sopesar las consecuencias dolorosas y destructivas a que induce el consumo de las drogas. Ojalá, esta obra sea recomendada por el Ministerio de Educación Pública para su lectura, en todos los colegios del país.

Reiteramos que es de celebrar su publicación, casi como un acontecimiento providencial y, sin duda, esperanzador, para un país en donde no podemos seguir perdiendo las nuevas generaciones, por falta de oportunidades. Asimismo, el reconocimiento a su autor, Maynor Sánchez Alvarado, por su osadía de emprender y concluir con éxito la creación de esta novela, en condiciones que le exigieron más que voluntad: sangre, sudor y lágrimas.

La presentación de esta novela se llevará a cabo en la Benemérita Biblioteca Nacional el día 9 de mayo a las 2 p.m.

¡Hasta que al fin murió!

Marianela Coto Vega.

Marianela Coto Vega

Sí, eso deben de haber dicho los que negaron su compensación económica -que debió recibir- por todas las injusticias cometidas contra Él y por los 30 años que le robaron de vida. Cuando Costa Rica perdió a uno de sus grandes escritores y el mundo a un excepcional ser humano.

Y, es que posterior a una lucha de casi toda su existencia para que se le hiciera justicia, don José León Sánchez, fue declarado inocente por cinco jueces de la República; sin embargo, el veredicto no vino acompañado de una compensación por todos los daños psicológicos y físicos creados a este joven, siendo en esa época un menor de edad, el cual fue juzgado como adulto y encerrado después de ser torturado.

Por lo que Él, persona incansable y lleno de sueños, empezó su disputa junto con un grupo de abogado amigos para que se le compensara lo correspondiente, luego de haber sido declarado inocente.

Pero entre una y otra, el Estado y el sistema de justicia le fue dando largas, a sabiendas que este Señorón era un hombre mayor con la esperanza de que muriera antes de tener que pagarle un cinco.

Es que, así fue su vida, se le negó un hogar desde su nacimiento, se le arrebató su juventud y, cuando finalmente le dieron el premio Magón en este su país que tanto le debía, justamente ese mismo año, habían eliminado la remuneración económica correspondiente.

Igualmente, con su obra, de la cual muchos han lucrado, obras de teatro y películas se han realizado, pero siendo una persona bonachona apenas si recibió dinero por esto.

Sí, le quedamos debiendo mucho a José León, un hombre querido por el pueblo, con el que festejaba hablar, tomarse una foto cada vez que se lo pedían, dar charlas por todo el país.  Él amaba a su pueblo. Pero le quedamos debiendo, todos aquellos que no luchamos por su persona, los que no levantamos la voz ante la injusticia que se cometió.

A sabiendas de que las palabras se dicen en vida, no quiero dejar pasar ni un minuto más sin decir, ¡perdón, José León, perdón!

Premio Iberoamericano José León Sánchez

En la imagen José León Sánchez, Premio Nelson Mandela 2018.

Álvaro Vega Sánchez, sociólogo.

Mi oficio es amar a México
José León Sánchez

Este 19 de abril del 2024, coincidiendo con el día de nacimiento del escritor y Premio Magón, José León Sánchez, el 19 de abril de 1929, será la entrega de la Primera Edición del Premio Iberoamericano José León Sánchez, en la Ciudad de México; evento al que ha sido invitada su esposa, la filóloga Aiza Vega Montero, para la respectiva entrega del premio.

En la convocatoria al premio, realizada por la Barra Interamericana de Abogados, se consigna que se “conferirá a las personas y/o asociaciones que se hayan distinguido por su actividad en grado inminente, en la difusión, promoción y defensa de los Derechos Humanos”. José León Sánchez dedicó su vida, desde muy joven en la prisión de la Isla San Lucas, a través de su obra literaria y todo su trajinar –en alguna circunstancia como diplomático y en su larga vida como un ciudadano costarricense más– a promover y defender los derechos humanos de los niños, mujeres, presos, campesinos e indígenas. Termina sus días, denunciando el injusto castigo a las mujeres que han sido inducidas al mundo del tráfico de drogas, y propiciando una nueva legislación que las proteja.

Se trata de un reconocimiento más de los muchos que recibió en vida por parte de ese hermano y generoso pueblo, México; su otra patria, donde el novel escritor de la Isla de los Hombres Solos fue acogido como un mexicano más, para llegar a ser reconocido como uno de sus más grandes y consagrados escritores. Fue distinguido como Doctor Honoris Causa por la Universidad Autónoma de México (UNAM), recibió el Premio Interamericano al Mérito Jurídico otorgado por la Barra Interamericana de Abogados y el Premio Nelson Mandela, que otorga la Comisión de Derechos Humanos de México.

José León Sánchez incursionó en profundidad en la historia y la cultura mexicana, para recuperarla con gran creatividad literaria, destacando hechos históricos y personajes ilustres que dieron vida e identidad a ese pueblo. Un trabajo de muchos años, que asumió con la pasión y versatilidad del poeta y la disciplina e imaginación del investigador social. Entre otros aportes literarios, que son abundantes y en diversos géneros, cabe destacar cuatro grandes novelas: Campanas para llamar el viento, que se adentra –recogiendo la memoria de un personaje paradigmático: Fray Junípero– en el mundo político y religioso del México de la devastadora conquista española; Mujer… Aún la Noche es Joven, una obra literaria sobre la vida y obra del gran compositor musical mexicano Agustín Lara, escrita con un estilo no convencional; Al florecer las Rosas Madrugaron, que narra la trágica pero fructífera vida de la querida cantante Chavela Vargas, donde se evidencia su amplio conocimiento de la cultura y el lenguaje del pueblo mexicano; y la gran novela decolonial Tenochtitlán, en la que se narra la gesta gloriosa de resistencia y dignidad de los indómitos aztecas. Esta última novela, con múltiples traducciones, se ha convertido en un ícono en la vida política y cultural del pueblo mexicano.

México ha sido terreno fértil para que fructifique el trabajo de artistas y escritores costarricenses, que hicieron de ese país su otra patria. Nuestro pequeño país, arrastrado por prejuicios y una dosis desproporcionada de mezquindad, no alcanzó a valorar en su justa dimensión a muchos de sus grandes cultores del arte y la literatura, como fueron Yolanda Oreamuno, Eunice Odio, Francisco Zúñiga, José León Sánchez, entre otros, que sí alzaron vuelo en ese “México lindo y querido”.

No es gratuito, entonces, que un José León Sánchez que amaba entrañablemente a su Cucaracho de Río Cuarto, donde había nacido, y con él a toda Costa Rica, y que supo perdonar para poder extender el abrazo presto y sincero, aprovechara cualquier oportunidad para expresar, con un dejo de nostalgia, su amor y gratitud por México. En una entrevista realizada por Víctor Hugo Fernández, a propósito de la publicación de su novela Campanas para Llamar el Viento, expresa: “Durante muchos años he tenido como oficio –un oficio interior– el amar a México y eso está antes del oficio de escritor. Nunca, nunca, nunca, –perdona la redundancia– dejaré de bendecir el día en que mi vida se cruzó con la historia de ese pueblo hermano”.

A contrapelo de quienes todavía no alcanzan la estatura moral para el perdón y de otros quienes tampoco alcanzan a valorar la grandeza humana de un escritor autodidacta que se abrió camino en otra patria, sin renegar de la suya, gesto que lo enaltece, a José León Sánchez se le otorgó el máximo galardón cultural de este país, el Premio Magón. Hoy en el hermano pueblo de México se le rinde un homenaje póstumo, con este premio iberoamericano que llevará su nombre, en reconocimiento a su encomiable labor en la promoción y defensa de los derechos humanos.

José León Sánchez no solo fue el escritor costarricense-mexicano que engrandeció las letras del continente, sino el escritor que supo articular a su obra, con gran maestría, su lucha por la defensa de los derechos humanos, recogiendo su experiencia de negación radical de los mismos como preso torturado e injustamente condenado a 30 años de prisión, y traduciéndola a una novela testimonial que trascendió fronteras; asimismo, dedicándose con empeño a defender la causa de los privados de libertad en los foros nacionales e internacionales. Hizo de toda su producción literaria una obra de denuncia al servicio de la reivindicación de los derechos humanos, sociales y culturales de los sectores más vulnerables, marginados y desprotegidos.

Sí, México y su intelectualidad han sabido ponderar ese legado portentoso y hoy lo reafirman con este homenaje, que eternizará el nombre de José León Sánchez junto con su obra. Nuestro país, en este aspecto, debería emular a México. Cierto que somos hospitalarios, y hemos sabido acoger a hermanos latinoamericanos perseguidos injustamente por razones políticas; en algunos casos, con desprendimiento y generosidad. Sin embargo, ha habido grandes profesionales, artistas, escritores que han pasado desapercibidos por este país, “sin pena ni gloria”. Quedamos debiendo.

Ahí están las ruinas de la prisión de San Lucas, el Alcatraz costarricense, para que algún día se levante un Museo de los Derechos Humanos y de la Naturaleza, que recoja y proyecte el invaluable y generoso legado de uno de los más ilustres pensadores y cultores de las letras y el espíritu de la solidaridad humana, que floreció como los rosales de llano Grande de Cartago, irradiando una luz que abrió senderos de libertad y dignidad para nuestras gentes y pueblos.

Celebramos y agradecemos la iniciativa de la Barra Interamericana de Abogados por este reconocimiento a nuestro querido compatriota escritor de La Isla de los Hombres Solos y Tenochtitlán, dos novelas que nos hermanan cultural y literariamente, como pueblos. Es un gesto que también nos hermana y compromete en la inclaudicable y persistente lucha por la defensa de los derechos humanos, en tiempos donde estos se ven amenazados, más que diezmados y hasta negados, por fuerzas políticas que se resisten al devenir de un nuevo orden geopolítico multilateral para la convivencia planetaria digna, justa, pacífica y afectiva, y buscan destruir los Estados Sociales de Derechos, favoreciendo a pequeños grupos de poder económico e induciendo a niveles de desigualdad, violencia y pobreza insostenibles.

Gracias México por celebrar de esta manera el natalicio de nuestro insigne escritor, maestro, amigo y hermano José León Sánchez.