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Etiqueta: Partido Socialista Obrero Español

La investidura de Pedro Sánchez como presidente de España

Alberto Salom Echeverría

Breve reseña de Pedro Sánchez.

Pedro Sánchez Pérez-Castejón es en este momento el principal dirigente del histórico Partido Socialista Obrero Español (PSOE), no solamente porque funge como secretario general de dicho partido, sino por sus reconocidas dotes intelectuales y políticas.

Sánchez se licenció primero en economía en 1995, en ciencias económicas y empresariales por el Real Colegio Universitario María Cristina, adscrito a la Universidad Complutense de Madrid. Seguidamente cursó dos posgrados, en el primero de ellos alcanzó el título de Máster en Economía por la Universidad Libre de Bruselas y en segundo lugar consiguió un Diplomado en Estudios Avanzados en Integración Económica y Monetaria Europea, del Instituto Universitario Ortega y Gasset. Pedro Sánchez continúa seguidamente con esta rigurosa ruta académica, llegando a su culmen académico al doctorarse en el año 2012 en Economía, esta vez estudiando en la Universidad Camilo José Cela, donde posteriormente sirvió como profesor en dicha especialidad. Antes de su desempeño como profesor universitario fue asesor en el Parlamento Europeo y miembro del gabinete del Alto Representante de Naciones Unidas en Bosnia Herzegovina.

En el terreno político, Sánchez se afilia en 1993 al PSOE convirtiéndose en su secretario general, líder de la oposición y candidato a la Presidencia del Gobierno entre el 2014 y 2016. Antes de estos acontecimientos había servido como diputado en el Congreso por la Circunscripción de Madrid y concejal en el Ayuntamiento de la misma ciudad. Por fin alcanza la presidencia del gobierno en el 2018 hasta el año 2022 y recientemente el Congreso le renueva el nombramiento, logrando tres votos más de los necesario para alcanzar la mayoría. Esta última vez, Pedro Sánchez obtuvo en una disputada elección, 179 votos encabezando una coalición progresista, frente a los 171 votos de su opositor Alberto Núñez Feijóo, líder del centro derechista Partido Popular y apoyado también por el partido de la extrema derecha denominado VOX, cuyo dirigente es Santiago Abascal.

El difícil contexto de la elección.

El Estado español es una Monarquía Constitucional de carácter parlamentario, bicameral. El sistema electoral de acuerdo con la Constitución establece que: “…el presidente del Gobierno, antes de su nombramiento como tal, debe recibir de forma expresa la confianza del Congreso de los Diputados.” La confianza se concede cuando el aspirante obtiene mayoría absoluta en primera votación o por mayoría simple en segunda votación. (Cfr. agendapublica.elpais.com)

En las elecciones de este 2023, ningún partido obtuvo la mayoría absoluta de los diputados para formar gobierno en la ronda de las elecciones populares. En estas condiciones de acuerdo con el artículo 99 de la Constitución española, se debe iniciar un procedimiento denominado de investidura, en el que el Rey adquiere cierto protagonismo, que consiste en incoar consultas con los representantes parlamentarios para indagar el “estado de situación” y poder elaborar la propuesta de un candidato a la Presidencia del Gobierno. Según el procedimiento se comienza de mayor a menor, o sea indagando primero el apoyo del candidato más votado en las elecciones generales y así sucesivamente.

Se presentaron alternativamente ante el Rey como opciones mayoritarias la de Alberto Núñez Feijóo por el Partido Popular, por haber sido la formación política más votada en las elecciones populares. Sin embargo, Núñez Feijóo no alcanzó los votos en el Congreso de los Diputados requeridos para ser “investido” como presidente del Gobierno. Los catalanes no lo apoyaron, no contaba con los votos de los diputados de SUMAR, ni Podemos tampoco le concedió su respaldo. Por esa razón, seguidamente le correspondió el turno a la candidatura de Pedro Sánchez Pérez-Castejón por el Partido Socialista Obrero Español, como la segunda formación más votada en las elecciones generales.

Haciendo un recuento, para mayor comprensión, la situación en el Congreso recién electo fue la siguiente: se conformaron dos coaliciones, por una parte, la expresión política de la derecha que aglutinó al Partido Popular (de centro derecha) y a Vox, la tendencia ultra radical y liberal de la extrema derecha española que junto a la Coalición Canaria respaldaron la nominación de Núñez Feijóo. La otra fue la Coalición Progresista que se logró constituir con el PSOE, SUMAR y la izquierda aglutinada en Podemos, todos los cuales optaron por apoyar a Pedro Sánchez a la presidencia. Sin embargo, era evidente que, para ganar la mayoría absoluta en el Congreso, se requería el apoyo de los diputados de los partidos independentistas de Cataluña, sin cuyo apoyo Sánchez tampoco obtendría la mayoría absoluta.

De modo que, el PSOE conquistó los votos de PNV, Bildu, BNG, así como también obtuvo el apoyo de la misma Coalición Canaria que esta vez se comprometió con la investidura de Pedro Sánchez. Aun así, con todo y esos apoyos no llegaban a sumar los 176 votos requeridos para formar esa mayoría. Tenían 172. Pedro Sánchez sabía que era indispensable negociar en particular el apoyo de Junts, cuyo líder es el dirigente de los catalanes, Carles Puigdemont, quien reside en Bélgica. Hasta allí se trasladaron las difíciles negociaciones, debiendo además sostener un intenso debate de “investidura” en el Congreso, donde el centro de este debate giró en torno a la cuestión de la Amnistía que, Pedro Sánchez impulsó como única vía para conseguir el apoyo de Puigdemont y por ende de su partido político Junts de Cataluña, el cual le aportó siete diputados más, llegando a traspasar los 176 votos indispensables para ganar la investidura y poder asumir nuevamente el Gobierno de la Moncloa. La Coalición Progresista alcanzó 179 votos.

Por otra parte, Carles Puigdemont adhirió a la causa de la independencia de Cataluña y en tal virtud, llegó a ser presidente de la “Generalitat de Catalunya” del 2016 al 2017. Siendo presidente de la “Generalitat” logró convocar a un referéndum a la sociedad catalana, para decidir sobre la independencia con respecto a España. Dicho referéndum fue catalogado de ilegal, por lo que Puigdemont fue destituido de su cargo y acusado de rebelión, sedición, y del delito de malversación de caudales públicos. El juicio no ha llegado a efectuarse debido a que Puigdemont logró escapar y refugiarse en Bruselas, donde reside y no se pudo extraditar. Más recientemente, el 23 de marzo del año 2018, un juez de instrucción anunció un nuevo procesamiento contra Puigdemont por los delitos de rebelión y malversación. A causa de ello se giró una orden de detención, esta vez europea e internacional. Dos días después fue detenido en Alemania. El 5 de abril, la justicia alemana lo dejó en libertad bajo fianza, mientras se decidía su extradición a España. El tribunal alemán de Schleswig-Holstein, desestimó el delito de rebelión y consideró que no se había consumado el delito de “alta traición”, de acuerdo con la legislación alemana. Se mantiene vigente el delito de “malversación de caudales o fondos públicos”. Sin embargo, aunque este mismo tribunal tomó la decisión de extraditarlo a España, el Tribunal Supremo alemán rechazó dicha extradición, por considerar que no se había consumado el delito de rebelión.

El líder catalán en el mes de abril del 2019 encabezó una lista de candidatura como eurodiputado, en España, por la coalición “Lliures per-Europa” resultando electo. Aunque inicialmente su inclusión en las listas fue vetada por la Junta Electoral Central a causa de unos recursos presentados por el PP y Ciudadanos, finalmente el Tribunal de lo Contencioso Administrativo de Madrid, revocó en alzada aquella decisión de la Junta Electoral, que fue ratificada por el Tribunal Constitucional, frente a nuevos recursos presentados por el mismo PP y Ciudadanos. Por estas razones, este puesto de eurodiputado lo desempeña actualmente en el parlamento europeo con sede en Bruselas, Bélgica.

El debate por la investidura.

El debate en el Congreso de los diputados en España, a propósito de la investidura presidencial en mi criterio fue intenso, formidable, esplendoroso. Ya lo expresé, en el centro de la polémica estaba la discusión sobre la amnistía. Se trata de un sujeto de raíz griega, de acuerdo con la Real Academia; amnéstia que en sentido estricto significa un olvido del pasado, o amnesia. En la ciencia del derecho implica un olvido legal de delitos, que extingue la responsabilidad de sus autores. Pero es diferente a la figura jurídica del indulto, porque mientras este suprime la ejecución de la pena, pero deja subsistir los efectos de la condena, la amnistía perdona el castigo y la razón que lo provocó.

Desde el punto de vista politológico, se trata de un “olvido voluntario” en aras de un interés superior de un pueblo o de una nación. Algunas personas lo parangonan con el perdón, pero eso Puigdemont y sus correligionarios no lo toleran. Los independentistas parecen decir: “No tenemos que ser perdonados por la sociedad, porque no hemos cometido delito alguno; nuestro accionar ha sido en aras de la convivencia y del bienestar del pueblo catalán.”

Los conservadores, la derecha en general no aceptan amnistiar a los que han infringido alevosamente para ellos la ley, ni a los que se han levantado en rebeldía contra el Estado Español y han enlutado a familias enteras de ciudadanos españoles, como los “terroristas” de la ETA, por ejemplo. Entre ellos, se aminoran los costos ocasionados por el centralismo contra las minorías de la periferia, sometidas algunas veces a “sangre y fuego” en aras de la supuesta unidad de los españoles.

Los argumentos del PSOE, de Sumar y de Podemos propenden a abrirle paso a la convivencia de lo diverso y plural; los del PP y Vox con mayor ahínco enfatizan en la similitud alrededor de la monarquía y el Estado Español. España es un buen lugar para vivir argumentó Sánchez poniendo el énfasis en la misma dignidad entre las etnias, culturas y lenguas de diferente origen. Para Núñez Feijóo la identidad es entorno a la cultura dominante; para Pedro Sánchez la identidad de los españoles debe estar caracterizada por la pluralidad de lenguas, de costumbres; el Estado debe entenderse como un Estado plurinacional, donde no haya lugar para la discriminación, la dignidad es una sola con múltiples rostros.

No obstante, el discurso en el que prevalece la unicidad en lugar de la pluralidad parece estar más enraizado en el conjunto social, como una suerte de ideología dominante. Por eso es por lo que la calle la hegemonizó la derecha, aunque la Investidura estará por ahora, en manos de una conducción de un mundo que se abre camino de ‘abajo’ hacia ‘arriba’, de la pobreza a la opulencia, de la liberación frente a la violencia institucionalizada.

Luis Jiménez de Asúa: penalista y presidente de la Segunda República Española

Gabe Abrahams

Luis Jiménez de Asúa (Madrid, 1889-Buenos Aires, 1970) fue un destacado catedrático de Derecho Penal que ejerció de presidente de la Segunda República Española en el exilio.

Jiménez de Asúa nació en el seno de una familia humilde, en el número 84 de la madrileña calle de Hortaleza. Su padre, natural de Toledo, era procurador de los tribunales y gestor. Su madre era una vasca natural de Bilbao.

Tras cursar el bachillerato en el Instituto Cardenal Cisneros, Jiménez de Asúa alcanzó la licenciatura y el doctorado en la Facultad de Derecho de la Universidad Central de Madrid. Gracias a una beca de estudios de la Junta de Ampliación de Estudios, viajó después por varios países de Europa como Suiza, Francia y Alemania, antes y durante la Primera Guerra Mundial.

En 1923, inició su estrecha relación con Iberoamérica. Viajó a Argentina y Uruguay para impartir conferencias y cursos.

Siendo ya profesor de Derecho Penal en la Facultad de Derecho de la Universidad Central de Madrid, en 1926, Luis Jiménez de Asúa inició también su actividad política. Participó en la protesta contra las vejaciones sufridas por Miguel de Unamuno por parte de la dictadura de Primo de Rivera, lo que le costó ser suspendido de su cátedra y confinado en las islas Chafarinas. En julio de ese año, se opuso al nombramiento gubernativo de una nueva junta en el Ateneo madrileño, por lo cual padeció una breve estancia en prisión.

Un año después, Jiménez de Asúa negó a Alfonso XIII el doctorado honoris causa y fue separado de su cátedra. Al poco tiempo, renunció a seguir al frente de la misma.

En esos años de lucha, Jiménez de Asúa cultivó su pasión por Iberoamérica. Al viaje de 1923 que le condujo a Argentina y Uruguay, se añadieron otros a Perú, Chile, Brasil, Cuba…

Una vez proclamada la Segunda República Española en 1931, Luis Jiménez de Asúa ingresó en el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), tras un breve paso por la Alianza Republicana. Elegido diputado a las Cortes Constituyentes, presidió la comisión parlamentaria encargada de elaborar la Constitución de la Segunda República Española.

En 1932, como director del Instituto de Estudios Penales, participó en la redacción de un nuevo Código Penal, un código para un nuevo tiempo republicano y democrático en España.

Jiménez de Asúa repitió como diputado en las elecciones de 1933 y 1936. Tras las últimas, alcanzó el cargo de vicepresidente de las Cortes.

Unos meses antes del Golpe de Estado del 18 de julio de 1936 que condujo a la Guerra Civil Española (1936-1939), concretamente el 12 de marzo, sufrió un atentado por parte de falangistas. Su escolta falleció.

Durante la Guerra Civil, Luis Jiménez de Asúa ocupó cargos diplomáticos en Polonia y Checoslovaquia, además de representar a España ante la Sociedad de Naciones.

Al finalizar la guerra, la dictadura de Franco lo expulsó de su cátedra y en aplicación de la Ley de Responsabilidades Políticas le expropió sus bienes. La dictadura franquista lo depuró como catedrático en febrero de 1939, con una Orden Ministerial que decía:

“… se separa definitivamente por ser pública y notoria la desafección de los catedráticos universitarios que se mencionarán al nuevo régimen implantado en España, no solamente por sus actuaciones en las zonas que han sufrido y en las que sufren la dominación marxista, sino también por su pertinaz política antinacionalista y antiespañola en los tiempos precedentes al Glorioso Movimiento Nacional. La evidencia de sus conductas perniciosas para el país hace totalmente inútiles las garantías procesales que, en otro caso constituyen la condición fundamental en todo enjuiciamiento, y por ello, este Ministerio ha resuelto separar definitivamente del servicio y dar de baja en sus respectivos escalafones a los señores: Luis Jiménez de Asúa, Fernando de los Ríos Urruti, Felipe Sánchez Román y José Castillejo Duarte, catedráticos de Derecho; José Giral Pereira, catedrático de Farmacia…”.

Aunque invitado por México, Luis Jiménez de Asúa se exilió en Argentina, donde continuó su labor en la Universidad Nacional de La Plata y en la Universidad Nacional del Litoral. Fue director del Instituto de Derecho Penal y Criminología de la Universidad Nacional de La Plata, hasta que, en 1946, renunció a su cargo en protesta contra el régimen peronista. Esa renuncia le permitió tener tiempo para la redacción del Tratado, su obra magna, de siete mil páginas de erudición científica y legislativa, editada entre 1950 y 1970.

Desde 1955, Jiménez de Asúa fue director del Instituto de Ciencias Penales y Criminología de la Universidad Nacional del Litoral, entre otros cargos en diferentes universidades argentinas. Renunció a ellos otra vez en 1966 tras el golpe de Estado de Juan Carlos Onganía.

Luis Jiménez de Asúa compaginó su actividad académica en el exilio con su actividad política. En 1945, presidió en México la última reunión de las Cortes de la Segunda República Española. Y, tras la muerte en París de Diego Martínez Barrio en 1962, se convirtió en presidente de la Segunda República en el exilio, acompañado por Claudio Sánchez-Albornoz en la presidencia del gobierno y por otros conocidos republicanos en los diferentes ministerios.

Luis Jiménez de Asúa ocupó la presidencia de la Segunda República hasta su fallecimiento, ocurrido en Buenos Aires el 16 de noviembre de 1970. Pasó sus últimos años envuelto en sus trabajos académicos y en su labor política, peleando en todo momento por el final de la dictadura de Franco y el restablecimiento de una república en España.

Al igual que el presidente Diego Martínez Barrio y tantos otros ilustres republicanos, Luis Jiménez de Asúa falleció lejos de España, en el doloroso exilio, sin ver cumplidas sus aspiraciones, aunque no desfalleciendo en ningún momento. Fue, en definitiva, otro hombre ilustre que murió lejos de su país, forzado por la dictadura de Franco.

Acabada la dictadura, en los años ochenta del pasado siglo, Jiménez de Asúa recibió diversos homenajes en España por parte de la Universidad Complutense, el ministro de Justicia socialista Enrique Múgica y el propio Estado, con la concesión de la Orden del Mérito Constitucional.

Julián Zugazagoitia: periodista, escritor y ministro republicano

Gabe Abrahams

Julián Zugazagoitia Mendieta nació en Bilbao el 5 de febrero de 1899.

Su padre, Fermín Zugazagoitia Aranguren, fue director de la Cooperativa Socialista de la Casa del Pueblo de Bilbao, ejerciendo de concejal de la ciudad desde 1905 hasta 1909.

En 1914, Julián Zugazagoitia se afilió a las Juventudes Socialistas del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) de Bilbao, por el influjo paterno. En 1917, participó en la Huelga General y, por ese motivo, pasó una breve estancia en la cárcel de Larrinaga.

En 1920, Zugazagoitia fue elegido presidente de las Juventudes Socialistas de Bilbao e inició su actividad como periodista en El liberal, La Lucha de Clases y El Socialista, entre otros medios, siendo condenado a un destierro en Santoña en 1923 por un artículo en el semanario La Lucha de Clases.

En su destierro de Santoña, Zugazagoitia inició también su carrera literaria. De esos años, son sus obras Una vida heroica: Pablo Iglesias (1925), Una vida humilde: Tomás Meabe (1925), Una vida anónima (1927), El botín (1929) y El asalto (1930).

En las elecciones municipales de 1931, que acabaron con la monarquía en España, Julián Zugazagoitia fue elegido concejal del Ayuntamiento de Bilbao. En las elecciones constituyentes del mismo año, obtuvo el acta de diputado.

En 1933, Zugazagoitia fue cofundador de la Asociación de Amigos de la Unión Soviética, una asociación dedicada a presentar a la URSS en la sociedad española. Un año después, tuvo un papel destacado en la Revolución de Octubre, desarrollada principalmente en Asturias y Cataluña. Por su participación, cumplió condena de prisión en la cárcel Modelo madrileña.

En esos años republicanos, Zugazagoitia estuvo centrado en su actividad política, aunque mantuvo viva su faceta de periodista y escritor de la década anterior. En esa etapa de su vida, fue director de El Socialista y escribió Rusia al día (1932). Durante su estancia en prisión por la Revolución de Octubre del 34, escribió también Trabajos clandestinos, obra inédita hasta el año 2005, entonces publicada con prólogo de su nieto José María Villarías Zugazagoitia.

En las elecciones de febrero de 1936, Julián Zugazagoitia consiguió el acta de diputado por Vizcaya. Tras producirse el Golpe de Estado del 18 de julio de ese año y el inicio de la Guerra Civil Española (1936-1939), permaneció en Madrid, siendo nombrado ministro de la Gobernación en 1937 por el presidente Juan Negrín.

En junio de ese año, desde su nuevo cargo, Zugazagoitia diseñó y creó el Departamento Especial de Información del Estado (DEDIDE), un servicio de inteligencia supervisado por él, que tenía como principal objetivo el espionaje de franquistas y anarquistas contrarios al gobierno republicano. En marzo de 1938, el DEDIDE fue absorbido por el Servicio de Información Militar (SIM), es decir por el servicio de inteligencia de la Segunda República Española, el cual mantuvo su labor.

En 1937, Zugazagoitia, además, fue ministro interino de Hacienda y promovió a la navarra Julia Álvarez Resano para el cargo de gobernadora civil en la provincia de Ciudad Real, convirtiéndose ésta en la primera mujer en desempeñar el cargo en España. Desde esa fecha hasta el final de la guerra, estuvo al frente de la Secretaría General de Defensa Nacional.

Finalizada la Guerra Civil, Julián Zugazagoitia se exilió y fijó su residencia en París. En la capital francesa, dirigió la revista Norte y colaboró con el diario La Vanguardia de Buenos Aires, escribiendo artículos sobre la guerra de España. En Norte, publicó su libro Madrid. Carranza 20. Los artículos publicados en La Vanguardia fueron reunidos en 1940 en un libro importante titulado Historia de la guerra de España.

En el prólogo que le dedicó Santos Juliá a una edición moderna del libro, comentó que el autor no quiso ejercer como historiador en la obra. El propio Zugazagoitia lo escribió así: “Yo no soy, ni puedo ser, un historiador. Soy un periodista que descubre sus observaciones y sus notas, por si tienen alguna utilidad para quienes hagan, serena y fríamente, la historia de la guerra». Con su libro dedicado a la Guerra Civil Española, Zugazagoitia dejó para la posteridad y las futuras generaciones una aportación única, llena de datos y juicios serenos desde su propia y directa experiencia.

Tras la ocupación alemana de Francia, fue detenido el 27 de julio de 1940 por la Gestapo. Pocos días después, el 31 de julio fue entregado a las autoridades franquistas.

Ya en España, sufrió una parodia de juicio. Fue juzgado por militares golpistas culpables del delito de Rebelión contra la Segunda República Española, siendo condenado a muerte paradójicamente por ese delito.

De poco le sirvió en el juicio haber sido ecuánime en su famoso libro dedicado a la guerra de España, incluso a la hora de valorar el juicio y el fusilamiento de José Antonio Primo de Rivera, fundador de Falange Española. “¿Por qué se ejecutó a Primo de Rivera? Nunca supo nadie contestarme satisfactoriamente… Se le condenó no por lo que había hecho, sino más bien por lo que se suponía que habría hecho de encontrarse en libertad…”, escribió.

Tampoco le sirvió en el juicio el hecho de que durante su mandato intentase evitar la muerte de varios personajes del bando sublevado, como el periodista y escritor Wenceslao Fernández Flórez o el también escritor Rafael Sánchez Mazas, uno de los fundadores de Falange Española y famoso protagonista de la novela Soldados de Salamina de Javier Cercas, que relata su fallido fusilamiento en el santuario de Santa María del Collell de Girona y su huida por los bosques de Palol de Revardit hasta Cornellà del Terri.

Julián Zugazagoitia fue fusilado el 9 de noviembre de 1940, en las tapias del Cementerio del Este de Madrid; fue uno de los 14 fusilados en ese día, uno de los 953 fusilados en ese año, uno de los 2.663 ejecutados desde mayo de 1939 hasta febrero de 1944 en ese mismo lugar. Inmediatamente después, su mujer y sus hijos se marcharon de Francia rumbo a México, país de acogida de un buen número de republicanos ilustres.

Tras el final de la dictadura franquista, los ayuntamientos de Bilbao y Madrid le dedicaron una calle. Poca cosa para tan ilustre socialista vasco; para tan ilustre periodista, escritor y político republicano. Para tan ilustre personaje. Muy poca.