Skip to main content

Etiqueta: piña

Volcán de Buenos Aires: hogar de una subcuenca que clama protección en tiempos de crisis climática

Marión Briancesco Arias /  mbriancesco.a@gmail.com

A los 7 años de edad, Maritza Valverde llegó a vivir a Volcán de Buenos Aires. Ahora, a sus 34, rememora las visitas al río después de la escuela, cuando vivía a los 100 metros y sus vecinos la acompañaban.

“Ahora es totalmente diferente, el río no tiene la misma cantidad de agua, y todo ha cambiado tantísimo”, relata Valverde, quien agrega que antes “todo el mundo se conocía” en la comunidad.

Pero los grandes cambios vienen de años atrás, cuenta Marco Ugalde. El vecino de 51 años lleva toda la vida en Volcán, aunque dice que hubo un cambio “drástico” hace 40 años.

“Había muchas fincas ganaderas, pero en el momento en que la compañía llegó a cultivar piña hubo un cambio drástico. Todo mundo vino a vivir aquí y a hacer una vida de trabajo, tener casita y una rutina diaria”, comenta.

En Buenos Aires de Puntarenas la compañía (como usualmente le conocen) transnacional Fresh Del Monte expandió sus operaciones a finales de los años 70, a través de la subsidiaria Pineapple Development Corporation (PINDECO).

En el año 2018 Buenos Aires representó el 85% del área total dedicado a la producción de piña en la Región Brunca (7.056,38 hectáreas), según el Monitoreo del estado de la piña en Costa Rica para el año 2018 publicado en 2020 por el Centro Nacional de Alta Tecnología. En 1998 la cobertura correspondía apenas a 1.225 hectáreas.

El distrito más representativo es Volcán con 2.792,81 hectáreas de cultivo de piña, algunas localizadas a lo largo de la parte media y baja de la subcuenca. La subcuenca Volcán está comprendida en la gran cuenca del Río Grande de Térraba. La conforman los ríos Volcán, Ángel y Cañas, y atraviesa hasta 10 comunidades.

La parte alta de la cuenca es área protegida del Parque Nacional La Amistad, mientras que gran parte de las tierras en la parte media y baja son propiedad de PINDECO para la producción de piña, aunque conforme desciende también hay presencia de caña de azúcar, ganadería y un historial de deforestación.

Contexto geográfico.
En naranja se pueden observar los cultivos de piña en Volcán y zonas aledañas. Fuente: Sistema Nacional de Información Territorial.

Alfonso Beita vive en una propiedad que colinda con el río Volcán. Cada año Beita y su familia siembran más árboles en la zona, e incluso cedieron parte de su propiedad para un proyecto de reforestación propuesto por la Fundación Iván Noé para la Conservación para la recuperación de la cuenca del río Volcán.

Volcán ha sido el hogar de la familia Beita alrededor de tres o cuatro generaciones. Los primeros miembros en migrar hasta la zona provenían de Chiriquí y se dedicaron principalmente a la ganadería.

Ahora Alfonso es quien le ha dado seguimiento a los proyectos de su abuelo, y desde años atrás mantenía el interés (junto a otros miembros de su familia) por conformar una Comisión de Cuenca.

“El sueño era poder hacer la Comisión, y así llegarle a los productores de la parte alta que han deforestado para proponerles reforestar, incluso involucrar estudiantes para sembrar, conseguir fondos para cercar los árboles y darles un seguimiento. Pero es difícil convencer a otros propietarios de que cedan una parte”, comenta Beita. “A mí me da lástima ver y recordar cómo era el río”, reflexiona.

Pero los cambios en la comunidad y particularmente en el río Volcán no se escapan de la vista de los más jóvenes.

Jesse Padilla (25) y Dayana Castro (26) se han criado en Volcán, y aunque salieron del pueblo para estudiar, regresaron y ahora colaboran con la Fundación Iván Noé para la Conservación. Además, ambos coinciden en que han visto cambios en el río los últimos 10 años.

“Años atrás era un río muy limpio y había mucho caudal. La gente se iba a bañar ahí con frecuencia, se tiraban en neumáticos y llevaban comida”, recuerda Padilla. “Pero desde hace 10 años ha cambiado mucho, sobretodo porque en las partes altas se empezó a deforestar para hacer potreros”, agrega.

Castro también destaca los efectos de la deforestación. La joven vecina cuenta que la corta de árboles hacia la orilla de la cuenca ha afectado a la misma, y además han empeorado problemáticas como las inundaciones. “En invierno el río está a la intemperie, las orillas ya no tienen nada que le haga una barrera natural entonces sí se ha salido”, dice.

Pero Castro no es la única en utilizar “a la intemperie” para referirse al estado de la cuenca y la pérdida de barreras naturales. De acuerdo con Ugalde “ese río está como en un desierto. Al ritmo que vamos, si no se hace algo, se podría secar en un verano muy fuerte”.

En octubre de 2020 se realizó una asamblea de representantes para conformar una Comisión de Cuenca para la gobernanza participativa del recurso hídrico. Participaron asociaciones integrales de desarrollo, asociaciones administradoras de los sistemas de acueductos comunales, finqueros/ganaderos, empresas productivas como PINDECO y CoopeAgri, grupos ecologistas, consejos de distrito municipal, grupos de mujeres y jóvenes.

El pasado mes de enero fue juramentada oficialmente la Junta Directiva de la Comisión de Cuenca por el Consejo Municipal de Buenos Aires.

Proyecto de reforestación propuesto por la Fundación Iván Noé para la Conservación. Fotografía: Facebook Programa de Reciclaje Volcán.

Las concesiones

A la problemática de la deforestación se le suma la política actual sobre el otorgamiento de las concesiones de agua, percibida por el sector ecologista, organizaciones comunales y movimientos como Ríos Vivos como una mala gobernanza del recurso hídrico.

En Costa Rica la política vigente de la Dirección de Aguas (DA) del Ministerio de Ambiente y Energía (Minae) permite otorgar concesiones por un 90% del caudal medio anual de una fuente de agua superficial, es decir, personas y empresas pueden pagar un canon para el aprovechamiento del agua de un río.

Pero en tiempos de crisis climática, el llamado del sector ecologista y las comunidades se concentra en exigir una aplicación de metodologías integrales para determinar cuál es la verdadera capacidad de los ríos para otorgar las concesiones asegurando la sostenibilidad.

En 2010 a la Corporación de Desarrollo Agrícola Del Monte se le otorgó una concesión de aprovechamiento para riego por 425 litros por segundo en el río Volcán. Su vencimiento estaba previsto para enero 2020 pero producto de la pandemia se extendió un año más.

SURCOS consultó a Del Monte acerca de la renovación de la concesión expediente 8618A de 425 litros por segundo, canon, sitio de toma y uso. En la respuesta por escrito la compañía mencionó que presentó la renovación ante la DA para uso agroindustrial.

La compañía también cuenta con otra concesión en el río Volcán de 10.60 litros por segundo y destinada a riego (vence en 2023), una toma en el río Cañas de 514 litros por segundo destinada a riego y 10 litros para agropecuario (vence en 2024), y dos tomas en el río Ángel de 150 y 55 litros para riego (vence en 2023).

El último aforo sistemático realizado en el sitio de toma de la concesión corresponde a mayo de 1988. Lo anterior significa que desde ese año no se ha hecho una nueva medición del caudal en el sitio de toma, por ende no tiene en cuenta los cambios que ha traído consigo la crisis climática.

El término “caudal ambiental” se refiere a la cantidad, periodicidad y calidad del caudal de agua que se requiere para sostener los ecosistemas y el bienestar humano que depende de ellos.

En 2019 miembros del Movimiento Ríos Vivos enviaron una carta a la Dirección de Agua para solicitar la realización de nuevos aforos del río Volcán durante el período seco antes de renovar la concesión, para verificar el impacto que ha tenido en el sitio de toma y en el resto del trayecto del río.

Madeline Kiser y Óscar Beita, dos miembros del Movimiento Ríos Vivos que firmaron la carta enviada a la DA, vivían y trabajaban en los Estados Unidos hasta hace dos años, pero siempre se mantuvieron involucrados con las luchas ambientales de Volcán.

Kiser llegó a Volcán en 1984 como voluntaria del Cuerpo de Paz de los Estados Unidos. En ese momento había una problemática de agua en la comunidad e inició un proceso para hacer un acueducto, proyecto que la acercó a los líderes comunitarios del momento.

“Mientras estábamos allá (en los Estados Unidos) teníamos un programa en el cual traíamos estudiantes de la Universidad de Arizona a Longo Mai (en Buenos Aires), para aprender más sobre el Movimiento Ríos Vivos”, cuenta Óscar Beita.

Durante el tiempo que vivieron en el exterior continuaron buscando aliados, enviaron cartas, colaboraron con la Organización para Estudios Tropicales (OTS, por sus siglas en inglés) para traer personas expertas en caudales ambientales y fijar su atención sobre la cuenca del río Volcán.

Ambos creen en la necesidad de aplicar una metodología holística para el cálculo de caudales ambientales, incorporando un análisis de los efectos ambientales, sociales y económicos de extraer agua de los ecosistemas. Dicha necesidad también la han expuesto el sector ecologista y movimientos comunitarios.

Recientemente la DA dio a conocer una propuesta de decreto para el cálculo de caudales ambientales. La propuesta generó preocupación entre grupos, organizaciones y personas involucradas en la defensa del recurso hídrico, quienes incluso solicitaron al Minae suspender la aprobación del decreto y formar una mesa de diálogo con la sociedad civil.

Pese a que la DA expone que el decreto toma como referencia la Guía de selección de metodologías para la estimación del caudal ambiental en Costa Rica, elaborada por un equipo interinstitucional y valorada por distintos sectores, el decreto pierde de vista lineamientos de la guía.

“A la hora de pensar en darle una concesión a alguien, nadie considera los usos sociales que tiene un río, nadie considera que la gente va, se divierte y es salud mental, eso no se considera con ese decreto”, apunta Óscar Beita.

De acuerdo con Beita y Kiser, el decreto ve el agua como un recurso destinado al consumo humano y la producción, pero olvida otros usos sociales.

Vecinos y vecinas disfrutan del río en Semana Santa 2021. Fotografía: Jesse Padilla.

Hablar abiertamente de la piña

Pero los cuestionamientos hacia el manejo del recurso hídrico en la zona no son recientes. A finales de los años noventa el movimiento comunitario Frente de Lucha Contra la Contaminación de PINDECO mantuvo inquietudes al respecto y además denunció los efectos ambientales de la expansión piñera.

Pese a que la lucha del Frente cesó en cuanto PINDECO obtuvo la certificación ambiental ISO 14001 (la cual contempla estándares para el manejo de impactos ambientales) las personas en la comunidad continuaron notando cambios importantes como altos niveles de erosión en los suelos, sedimentación del cauce del río y la disminución de su caudal.

En opinión de Kiser, ha sido un largo proceso poder hablar abiertamente de la piña en la comunidad, aún cuarenta años después de la llegada de PINDECO.

“Hasta en reportes científicos, procesos o planes la palabra piña a veces no aparece, o aparece escondida detrás de ganadería y caña”, agrega.

Según dicen vecinos de Volcán, tratar el tema de la piña aún se considera un tabú, debido a que muchas personas en la comunidad trabajan con Del Monte y temen que algún cuestionamiento los lleve a perder su empleo.

En Volcán la principal fuente de trabajo se relaciona con la piña, por lo que algunas personas de la comunidad abogan por modelos económicos alternativos (un tema que vecinos han conversado en el Foro Confluencia Solidaria) aunque de momento las opciones de empleo fuera del esquema de la piña son escasas.

SURCOS también consultó a Del Monte sobre las represalias en el pasado y el silencio tácito en la actualidad, pero la compañía asegura que siempre ha velado por el bienestar de las comunidades donde operan, aunque las comunidades están en desacuerdo.

En los últimos años, Buenos Aires de Puntarenas se ha posicionado entre los cuatro cantones del país con menor índice de desarrollo humano, solo por encima de Matina, Talamanca y Los Chiles.

El acueducto: conquista comunal

En otras zonas piñeras del país se ha alertado sobre la contaminación de las fuentes que abastecen a las comunidades, aunque no es el caso de Volcán.

En 1986 PINDECO propuso la instalación de pozos para abastecer a la población con agua potable, aunque hubo dudas entre los vecinos por la inminente contaminación de los pozos con agroquímicos.

La decisión que tomó la comunidad junto a la compañía fue la creación de un acueducto comunal (ASADA) que hasta la actualidad se abastece de cinco nacientes y tomas provisionales en el río Ángel durante el verano.

“De momento donde tenemos las captaciones no se da el problema de la deforestación”, menciona Maritza Valverde, administradora de la ASADA.

De acuerdo con Valverde, actualmente no hay problemas de abastecimiento de agua en la comunidad, pero a largo plazo y si la población continúa creciendo, el acueducto podría requerir de nuevas formas para abastecerse.

A pesar de que gran parte de la población en Volcán tiene acceso a agua potable, los fenómenos atmosféricos potenciados por el cambio climático sí representan un desafío.

En época seca el acueducto hace dos conexiones para tomas provisionales. Conforme avanza la época y el caudal del río baja, hacen una segunda conexión para asegurar que nadie se quede sin agua.

Pero la época lluviosa es la que representa un mayor problema. Las tormentas y fuertes lluvias contaminan las nacientes y el agua se ensucia, entonces en el acueducto toman la decisión de cerrar la tubería y se suspende el servicio por unas horas hasta lograr la captación de agua potable.

“Todo está siendo muy radical. A mí personalmente me preocupa porque el cambio climático cada vez nos afecta más y eso es muy preocupante”, opina Valverde.

Algunos vecinos coinciden en que la amplia cobertura de agua potable en la comunidad ha generado que pocas personas piensen en la importancia de proteger el recurso hídrico.

Sentimientos por el río

Años atrás Alfonso Beita encontró un tractor a la par de su propiedad que colinda con el río. Según cuenta, era un T9 botando árboles para una represa de la compañía.

“Imagínese lo que sentí, era el bosque ribereño que mi abuelo había dejado a la orilla del río. Yo me crié ahí y hasta aprendí a nadar en él, en mí hay un gran sentimiento por ese río”, comenta.

En opinión de Alfonso Beita, la consolidación de la Comisión de Cuenca es un gran avance y un espacio para que todos se unan a salvar el río.

“La idea es que estas áreas no se toquen y queden como amortiguamiento. Se podrían sembrar árboles funcionales que le den una entrada a los productores”, dice.

El agrónomo señala la importancia de presentar alternativas, como organizarse para la siembra de árboles y plantas medicinales que puedan venderse, hacer senderos para atraer turismo e involucrar a los productores. “Tiene que haber un cambio de mentalidad en los productores”, expresa.

Para Jiri Spendlingwimmer, quien participó en la defensa del recurso hídrico en la Comisión de los Ríos Convento y Sonador ante la amenaza de proyectos hidroeléctricos, la creación de la Comisión de Cuenca en Volcán llega a dar la oportunidad de que la comunidad pueda incidir en situaciones que limitan su bienestar.

“El río Volcán es un río que tiene varias concesiones de riego y no fue algo que las comunidades eligieron. Es importante que sean movimientos de base comunitaria porque es la gente que ahí vive, y no debería ser que desde un escritorio un funcionario en San José decida cuanto dedicar para riego, y la gente ni cuenta se da”, dice Spendlingwimmer.

De acuerdo con Dayana Castro, quien forma parte de la Comisión, la aspiración es involucrar a toda la comunidad y educar a las personas acerca de la importancia de proteger la cuenca. En los próximos meses la Comisión avanzará en la formulación de sus objetivos y proyectos.

Todos los vecinos entrevistados tienen una aspiración común: salvar la cuenca. ¿Su consigna? “Estamos a tiempo”, pero reconocen que deben actuar ahora mismo.

Abril 2021. Fotografías: Jesse Padilla.

 

Serie de notas periodísticas que cuenta historias y proyectos en la comunidad de Buenos Aires, Puntarenas, quienes se están integrando al espacio colectivo Foro Confluencia Solidaria para aportar a propuestas cuyo objetivo sea la construcción de una sociedad justa, digna y solidaria, centrada en la búsqueda del bien común.

Para conocer acerca del Foro Confluencia Solidaria puede visitar el sitio web www.confluenciasolidaria.org

Diseño de portada: Joseph Ureña
Fotografías: Jesse Padilla

Piñas en la mira: el monocultivo que se coló dentro de las áreas protegidas de Costa Rica

Por Sebastián Rodríguez

  • Datos satelitales detectaron cultivos de piña en 1659 hectáreas de cuatro áreas protegidas del país. El gobierno otorgó permisos en solo dos de ellas y lo hizo únicamente para 358,5 hectáreas.

  • Algunos expertos piden que, para atacar este problema de invasión, los refugios de vida silvestre afectados sean elevados a parques nacionales, una categoría de protección estricta.

María Fernanda Chaves creció con el sol punzante de la zona norte de Costa Rica, las noches calurosas y el olor a agroquímicos. En la escuela, en la iglesia y hasta en los restaurantes, la sombra de la agroindustria siempre estuvo presente.

La joven de 21 años es oriunda de un pueblo llamado Veracruz de Pital, ubicado en el cantón norteño de San Carlos. Por cualquier entrada al pueblo, una plantación de piña recibe a los visitantes. Aunque no siempre fue así, cuando era niña solía escuchar el rugido de los monos congo (Alouatta palliata) desde su hogar, así como el aullido de los coyotes (Canis latrans) en la distancia. Pero, con el tiempo, estos sonidos se fueron apagando.

En los últimos 20 años, el cultivo comenzó a cambiar el paisaje de la zona, a tal punto que, a unos kilómetros de su hogar de infancia, la piña incluso “ingresó” dentro del Refugio Nacional de Vida Silvestre Mixto Maquenque, un importante santuario de humedales.

Maquenque es una de las cuatro áreas protegidas de Costa Rica que albergan cultivo de piña dentro de sus límites, según un análisis que Mongabay Latam pudo hacer con asesoría técnica del programa Monitoreo de Cambio de Uso en Paisajes Productivos (Moccup). El Moccup es un programa de investigación que monitorea el uso del suelo y es financiado por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). Para el análisis se usaron datos satelitales del Sistema Nacional de Información Territorial (SNIT).

Una plantación de piña cerca del humedal Refugio Nacional de Vida Silvestre Caño Negro en 2017. Fotografía: Lenin Corrales.

Las otras tres áreas protegidas que presentaron cultivo de piña son el Refugio Nacional de Vida Silvestre Corredor Fronterizo, el Refugio Nacional de Vida Silvestre Barra del Colorado y el Refugio Nacional de Vida Silvestre Caño Negro. Todas en la zona norte del país.

Algunas plantaciones ingresaron a las áreas protegidas con licencia del Ministerio de Ambiente pues no son zonas de conservación estricta sino que permiten actividades sostenibles dentro de ellas. Sin embargo, la mayoría del área identificada satelitalmente no cuenta con registro de la Secretaría Técnica Nacional Ambiental (Setena), el ente encargado de otorgar permisos de construcción y siembra.

Piña intrusa

De las 1659 hectáreas de piña identificadas en áreas protegidas en 2018 —el dato más reciente—, la Setena solo tenía conocimiento de 358,5 hectáreas en sus registros. Es decir, el 74 % de la piña dentro de áreas protegidas no estaría avalada por la institución.

Esto no necesariamente significa que sea piña ilegal, pero sí significa que esas plantaciones no pasaron por una evaluación de impacto ambiental, según indicó la secretaria de Setena, Cynthia Barzuna. “Hay muchos proyectos de siembra de piña que han venido operando incluso antes de la existencia de la Ley Orgánica del Ambiente (1995), de manera que para su operación no requerían de la viabilidad ambiental”, dijo Barzuna.

En naranja se observan los cultivos de piña en Costa Rica. Información del Sistema Nacional de Información Territorial (SNIT).

Lo cierto es que los humedales que hoy están bajo presión agrícola tienen un importante valor ecológico, ya que son únicos en el país y forman un corredor biológico para especies migratorias, según indicó Lenin Corrales, biólogo e investigador del Centro Agronómico Tropical de Investigación y Enseñanza (Catie).

“Una cosa es que destruyas un humedal y tengas copia de ese humedal en otras partes del país [es decir, otros ecosistemas con características similares]. Pero otra cosa es destruir un humedal que solo existe ahí. Esa es su importancia”, dice el científico experto en cambio de uso del suelo.

La piña ciertamente contribuyó a la degradación del ecosistema, explica Corrales. Este cultivo se disparó en Costa Rica durante los últimos 20 años, tanto que actualmente dos de cada tres piñas vendidas internacionalmente provienen de este país centroamericano. Pero la piña no llegó sola, en comunidades como Veracruz, donde creció María Fernanda Chaves, los días se hicieron más calientes, los coyotes se callaron y el aire comenzó a oler a agroquímicos.

Las imágenes satelitales revelan que el cultivo de esta fruta, para 2018, ya había entrado en cuatro áreas protegidas de Costa Rica. Sin embargo, el Ministerio de Ambiente no tiene registros de la mayoría de esas plantaciones. Al comparar la información de los satélites con los registros de Setena, hay 1300 hectáreas “perdidas”. De ellas no hay expedientes abiertos.

Pese a que los satélites detectaron presencia de piña en cuatro áreas protegidas, el Ministerio de Ambiente no tiene registros de ninguna plantación de piña en las reservas de Barra del Colorado y Caño Negro.

Cultivos de piña alrededor y dentro del Refugio de Vida Silvestre Caño Negro en 2019. Información del Sistema Nacional de Información Territorial (SNIT).

La información satelital se recopila con dos sensores distintos: Landsat de la NASA y Sentinel de la Agencia Espacial Europea. El equipo técnico del Moccup revisa los datos, hace un mapeo anual y luego los publica para su uso libre. Las imágenes más recientes son de 2019, y en ellas se puede apreciar el cultivo de piña dentro de las cuatro áreas protegidas, los científicos aún están en proceso de calcular la cantidad de hectáreas que representan.

Al comparar estos datos con los registros públicos de Setena solo se encontraron tres permisos: los dos primeros dentro del refugio Maquenque, uno aprobado por 146 hectáreas (2014) y otro que figura “bajo análisis”, el tercero de 202 hectáreas está dentro del Corredor Fronterizo (2015).

Las empresas dueñas de estas plantaciones son Oscar Álvarez Rojas, Productos Agropecuarios Visa S.A. y Trinaca de Alajuela S.A., respectivamente. Según pudo constatar Mongabay Latam, las tres recibieron un permiso de viabilidad ambiental para operar dentro de las áreas protegidas. Sin embargo, las otras 1300 hectáreas no pasaron por este proceso y, por lo tanto, no cuentan con un permiso.

Cuando este medio le consultó a Setena por los propietarios de esas 1300 hectáreas plantadas con piña, la entidad se limitó a indicar que algunas podrían no ser necesariamente ilegales, sino que probablemente existen desde antes de la creación de la institución (1996).

No obstante, las imágenes satelitales del 2015 muestran un área reducida de piña dentro del Refugio Nacional de Vida Silvestre Corredor Fronterizo y en el refugio Caño Negro ni siquiera había plantaciones dentro de sus límites. El biólogo Lenin Corrales aseguró que esto habla del abandono de Costa Rica a los ecosistemas de manglares, ya que las autoridades de gobierno tienen poco control sobre lo que sucede en las zonas rurales.

Cultivos de piña dentro del Refugio de Vida Silvestre Corredor Fronterizo en 2019. Información del Sistema Nacional de Información Territorial (SNIT).
Piña dentro del Refugio de Vida Silvestre Corredor Fronterizo en 2015. Información del Sistema Nacional de Información Territorial (SNIT).

Pese a que los ecosistemas de humedal están bajo presión y tienen un importante valor biológico, Caño Negro, Barra del Colorado, Corredor Fronterizo y Maquenque son solo “refugios de vida silvestre”, una categoría de manejo menos estricta que los parques nacionales.

En este tipo de áreas, los dueños de fincas privadas pueden solicitar permisos para “explotación de los recursos naturales” pero con criterios de “estricta sostenibilidad”, según la Ley de Conservación de la Vida Silvestre. Hasta hace poco, estos permisos se otorgaban a cualquier cultivo pero, a mediados de 2020, el Ministerio de Ambiente emitió una directriz que ordenó detener los permisos a monocultivos dentro de áreas silvestres protegidas.

Presiones al ecosistema

En noviembre del 2016, el huracán Otto tocó tierra en la zona norte de Costa Rica. El pueblo fronterizo de Los Chiles parecía ser uno de los más vulnerables, pero —por el contrario— los daños al final fueron leves. A sus alrededores, el humedal del refugio Caño Negro estaba hinchado de agua.

Este ecosistema terrestre-acuático es crucial para resistir los impactos del cambio climático, explica el biólogo Lenin Corrales del Catie. “Los humedales son como esponjas: absorben el agua y la liberan lentamente”, dice, e indica que la expansión piñera no solo amenaza a los humedales, sino también a las comunidades cercanas.

Una plantación de monocultivo de piña cerca del Refugio Caño Negro en 2017, con caminos para el paso de maquinaria. Fotografía: Lenin Corrales.

Una plantación de piña requiere del dragado del suelo, comenta el científico. “Donde ves piña es porque antes se secó el humedal y se hicieron canales”.

El drenaje de humedales ha tenido otro efecto inesperado: el incremento de incendios forestales en la zona. Por ejemplo, un informe del Catie encontró un aumento en las hectáreas quemadas en el humedal Caño Negro entre 2007 y 2016.

El suelo alberga una capa de metano y material orgánico bajo tierra, el cual es altamente inflamable. Al drenar este ecosistema, las llamas tocan el gas, el suelo comienza a explotar y se dificulta la entrada de los bomberos forestales.

Pero la siembra de piña trajo también otras complicaciones: la contaminación de fuentes de agua cercanas a áreas protegidas con agroquímicos.

Un estudio del 2017 —elaborado por la Universidad Nacional de Costa Rica (UNA)— encontró pesticidas en tres de diez sitios muestreados en el Refugio Caño Negro.

Cultivos de piña alrededor y dentro del Refugio de Vida Silvestre Barra del Colorado en 2019. Información del Sistema Nacional de Información Territorial (SNIT).

Para frenar estos impactos, Corrales asegura que el Estado debe comenzar a “consolidar” las áreas protegidas del norte y elevar su categoría de manejo a una protección más estricta.

“Todas esas áreas protegidas de la zona norte son refugios de vida silvestre. Convive la propiedad privada con la pública. El privado puede hacer con la finca lo que la norma le permite y así comienzan a drenar”, asegura.

Mongabay Latam contactó a la Cámara Nacional de Productores y Exportadores de Piña (Canapep) pero no respondieron las preguntas enviadas con relación a los cultivos de piña que están dentro de áreas protegidas.

Mercado ‘tico’

En Costa Rica, la exportación de piña genera un lucrativo mercado de 1000 millones de dólares cada año. Pero su explosión fue reciente: en cuestión de dos décadas la actividad creció en un 700 %, según datos del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).

El cultivo existe en el país desde finales de la década de los setenta, pero vino a ser un producto importante para la economía costarricense hacia el año 2001. En ese año, la transnacional Del Monte introdujo una variedad llamada piña Golden o MD-2, la cual tuvo un éxito rotundo en el mercado europeo y estadounidense.

Cultivos de piña dentro del Refugio de Vida Silvestre Maquenque en 2019. Información del Sistema Nacional de Información Territorial (SNIT).

Ante la actividad emergente, el Ministerio de Agricultura de Costa Rica también dio un empujón a las empresas, principalmente con asesoría técnica. Una de las recomendaciones de ese momento fue utilizar el bromacil como herbicida, un químico altamente tóxico. Hoy en día, la Universidad Nacional de Costa Rica, en su Manual de Plaguicidas de Centroamérica, cataloga a este químico con “toxicidad aguda” para humanos. Es más, desde 2017 la importación de este químico está prohibida en el país, pero sigue apareciendo esporádicamente en análisis toxicológicos de la zona norte costarricense.

Las exportaciones comenzaron a fluir hacia Estados Unidos y Europa y, de la misma forma, se fue ampliando el cultivo en el país. En 1995, apenas existían 5500 hectáreas sembradas y hoy el área ya supera las 60 mil hectáreas.

De igual forma creció su importancia económica. Actualmente, la piña es el principal cultivo de Costa Rica, generando un 5 % del PIB nacional y alrededor de 32 mil empleos directos. Con el crecimiento, no obstante, también vinieron efectos colaterales.

Comunidades en conflicto

El suelo en Veracruz de Pital parece una alfombra de pequeñas coronas verdes. Luego de un tiempo, parece “como un desierto verde”, dice María Fernanda Chaves, una activista que vivió en este pueblo durante 17 años. Según dice, aquí no es nuevo que la piña ingrese en áreas protegidas, “ya se sabe que no se respetan los límites naturales. Tampoco se respetaron los límites para proteger quebradas y ríos”, asegura.

Sin embargo, este no es un tema que se discuta frecuentemente en la región. Según dice Chaves, la piña cambió el paisaje pero también a las personas, quienes tienen temor de alzar la voz por temor a represalias por parte de las empresas.

Una plantación de piña cerca del humedal Refugio Nacional de Vida Silvestre Caño Negro en 2017. Fotografía: Lenin Corrales.

A kilómetros de distancia, en el pueblo caribeño de Guácimo, la exalcaldesa de esta municipalidad, Erlinda Quesada, también comenzó a notar cierto temor entre las comunidades piñeras, quienes preferían no hablar pese a que, por ejemplo, sufrían impactos en sus fuentes de agua.

“La gente está consciente. Pero si usted dice muchas cosas y vive en un sector en donde el único empleo que hay es la piña, nunca más le vuelven a dar trabajo ni a usted ni a sus parientes”, asegura Quesada.

A pesar de esta política tácita de silencio, existen algunas denuncias. En 2013, los vecinos de Guácimo denunciaron a la piñera Tico Verde S.A. por sembrar este cultivo dentro de los límites del Área de Conservación Tortuguero. La actividad terminó contaminando con agroquímicos algunas fuentes de agua de la reserva y de comunidades aledañas. Aun así, los jueces solo le ordenaron a la piñera la remoción de las hectáreas sembradas. Quesada asegura que debido a las sanciones débiles y al temor por quedarse sin empleo, las denuncias al final son escasas.

En Veracruz de Pital, un grupo de vecinos trató de denunciar la destrucción de una naciente de agua como consecuencia de la actividad piñera entre 2011 y 2012. Sin embargo, María fernanda Chaves recuerda que la acción no prosperó, principalmente porque la gente temía represalias.

Mongabay Latam también quiso preguntarle a la Cámara Nacional de Productores y Exportadores de Piña (Canapep) por estos reclamos, pero no obtuvo respuesta.

Lo cierto es que, con el paso del tiempo, las puestas del sol se hicieron diferentes en Veracruz y Guácimo. Ahora, las noches son más calientes y los coyotes ya no se escuchan durante la noche. El cultivo que enamoró a Costa Rica los silenció.

*El autor de este reportaje participó en el Speed Pitching del NoForo organizado por Factual/Distintas Latitudes, un espacio para conectar historias con medios de toda la región.

 

Imagen principal: Una plantación de piña cerca del humedal Refugio Nacional de Vida Silvestre Caño Negro en 2017. Foto: Lenin Corrales.

Fuente: https://es.mongabay.com/

La República Piñatera

SURCOS comparte la nota publicada en la Regional Latinoamericana de la UITA, del autor Carlos Amorín:

  • Cuando personas elegidas por el pueblo para dirigir y gestionar las instituciones del Estado renuncian a sus deberes y responsabilidades más elementales como proteger la vida humana, y lo hacen para resguardar y apadrinar los intereses económicos de una elite cipaya y de corporaciones transnacionales, habilitan el derecho a llamarles “homicidas sociales seriales”.

Esto ocurre seguramente en muchos países del mundo, pero en este momento nos ocupa lo que está sucediendo en las fincas piñeras de Dole en Costa Rica. Un territorio que parece haber sido exonerado por las autoridades políticas y de contralor locales de todo deber y responsabilidad empresarial, además de pagar sueldos de pobreza y someter a sus empleados y empleadas a condiciones laborales extremas y de total abuso de poder.

Por un puñado de dólares…

A este tétrico panorama se debe agregar la deforestación permanente en procura de nuevas fronteras agrícolas para sus cultivos de piña, la utilización masiva y sin control real de agrotóxicos de todo tipo, algunos de ellos incluso denunciados como prohibidos, la fumigación directa sobre los trabajadores y trabajadoras en los plantíos, la contaminación del medio ambiente, incluyendo las fuentes de agua de muchas comunidades locales, algunas de las cuales vienen luchando desde hace años contra estas prácticas, y que hasta deben ser abastecidas de agua mediante camiones cisterna ya que sus tomas naturales han sido envenenadas por Dole y otras empresas.

Y no es que no se conozcan estos extremos de crueldad empresarial y humana. Las denuncias abundan. Los sindicatos que logran resistir heroicamente a la feroz e implacable persecución de Dole, y los propios trabajadores afectados se han presentado en innúmeras ocasiones a los tribunales de Trabajo, a la prensa, y han intentado dialogar de manera permanente con la compañía transnacional, pero prácticamente de nada ha valido. Por una situación que se soluciona, decenas quedan pendientes, perdidas en el limbo perverso del que son víctimas los trabajadores de la piña en Dole.

Dos casos actuales y prototípicos. “Es todo lo que pido”

Mariano trabaja para Dole desde hace varios años. Tuvo que someterse a una cirugía bastante banal, pero su caso se complicó ya que fue víctima de una mala praxis nunca reconocida por el sistema de salud. Él se enteró de su situación cuando, un par de años después, comenzó a tener problemas para trabajar: dolores, imposibilidad de sostener varias de las posiciones físicas necesarias para cumplir con sus tareas, entre otras cosas.

Al recurrir al médico se le detectó la mala praxis, pero, dicen, se trata de algo que “no es operable”. Así que el médico recomendó a la empresa que lo quitara del trabajo de campo y se le diera una tarea que él pudiese cumplir. Apenas unos pocos meses después de haber recibido otra asignación, Mariano fue restituido a sus antiguas labores, las mismas desaconsejadas por el galeno.

No tuvo más remedio que acatar, porque de lo contrario perdería su trabajo, único sustento de su numerosa familia. Intentó plantearlo en Recursos Humanos de Dole, pero le respondieron que si lo que tenía no era operable ellos no pueden hacer nada tampoco, y que la recomendación del médico que presentó no es obligatoria para la empresa.

Así que allá regresó Mariano a los cultivos con su dolor a cuestas, sintiéndose humillado, casi un esclavo. Hasta que hace cuatro meses sufrió un accidente cerebro vascular que le paralizó parcialmente el rostro, como consecuencia, según los cirujanos que lo atendieron, del daño provocado por aquella mala praxis y por el esfuerzo físico que debe realizar cada día a pleno sol.

Los cirujanos le aseguraron que hablarían con la empresa para procurar su traslado, pero después de varios meses Mariano no ha recibido noticias.

Acosado por el dolor, se presentó ante el médico de la empresa, pero éste le respondió que nada puede hacer ya que no tiene potestad para solicitar intervenciones o exámenes en la salud pública, que en la finca sólo atiende consultas y urgencias, pero que no tiene autorización para enviarlo a la Caja de Seguridad Social, y que no puede recomendar ningún cambio de su posición laboral a Dole.

Como la película: “Atrapado sin salida”. Mariano expresa que “solo quiero que me den una tarea que pueda cumplir de pie para poder seguir sosteniendo a mi familia. Es todo lo que pido”.

Demasiado buen trabajador

Cándido Amador tiene una enfermedad cardíaca desde que fue fumigado con agrotóxicos mientras trabajaba en los cultivos de piña de Dole. Tuvo que ser internado en varias oportunidades, y su diagnóstico fue establecido por cardiólogos del hospital público de la zona. El episodio fue traumático, porque Cándido perdió el conocimiento en el piñal y tuvo que ser trasladado en un vehículo en emergencia.

Como a Mariano, los médicos recomendaron que no desempeñara ninguna tarea que lo expusiera nuevamente a los agrotóxicos, pero la empresa hace oídos sordos a ese mandato y lo mantiene laborando en los cultivos.

Cándido ha intentado dialogar con el jefe de Recursos Humanos de Dole, pero la respuesta que le han dado es que “soy un buen peón, y por eso me mantienen allí”. Inclusive aceptando ese destrato que pone en riesgo su salud y su vida, Cándido pidió que, por lo menos, no fumigaran los lotes donde él se encuentre trabajando, cosa que prometieron.

Pero de nada valen las promesas de Dole. En diciembre 2020 y en enero 2021, las máquinas fumigadoras se acercaron a escasos 30 metros de donde Cándido se encontraba trabajando, y en una de esas ocasiones, el fumigador entró dispersando agrotóxicos en el propio sector donde él estaba laborando. Cuando estuvo a unos 20 metros de Cándido, cortó los chorros de producto químico, pasó sobre él, y entonces reanudó la fumigación 20 metros más adelante.

Cada vez que fumigan en su cercanía Cándido siente dolor en el pecho, se le seca la garganta y se le cierran los bronquios. Casi siempre sufre irritaciones en la piel y en sus ojos, pero debe seguir trabajando para mantener esa alta productividad que lo convierte en “un buen peón” y así conservar su empleo.

Afirma con desesperación que ya no sabe qué hacer, a quién recurrir, ya que al Sindicato tampoco lo respetan. Los inspectores de Trabajo, cuando llega alguno, no se interesan en lo que ocurre en los plantíos y solo hablan con la empresa.

El sistema perverso de Dole

La burocracia local de Dole expide órdenes de atención médica con errores voluntarios y los trabajadores afectados son rechazados en los consultorios médicos por razones burocráticas. A nadie le importa si para llegar a los puestos de salud deben perder una jornada de trabajo que no les es reembolsada. Y eso lo hacen una y otra vez de manera permanente, hasta que los trabajadores se cansan, abandonan y retoman su trabajo enfermos o lesionados. De esta forma Dole se ahorra tener que pagarles jornadas por licencia médica.

Es difícil de imaginar esta realidad fuera de esa burbuja de terrorismo empresarial que ha montado Dole en Costa Rica, con la complicidad de las más altas autoridades locales y nacionales. En Costa Rica es un secreto a voces que la situación de los trabajadores agrícolas en las piñeras es deplorable, inhumana, y que sus vidas están, literalmente, en manos de pésimos empresarios y peores funcionarios, ambos humanamente deleznables.

Es una forma de apartheid, una negación tan cruel de derechos que linda con el trabajo esclavo. Esta República Piñatera de Costa Rica trae al recuerdo los ecos tristes, indignos, vergonzosos, de las Repúblicas Bananeras de antaño.

Cándido y Mariano continúan dejando cada día retazos de su salud y sus vidas entre las plantas de piña, cuyos frutos proporcionan placer en las mesas estadounidenses y europeas, adonde es exportada casi la totalidad de la producción de Dole en Costa Rica.

Cuando este artículo estaba siendo preparado para su publicación, se nos informa desde Costa Rica que Cándido Amador fue nuevamente víctima de fumigaciones en su entorno, por lo que de regreso a su casa debió trasladarse urgentemente al hospital donde quedó internado 48 horas. Los médicos que lo atendieron reiteraron que la empresa debe transferirlo a otra tarea donde no esté en contacto con químicos.

Notas:

1- La Real Academia Española define el término como “secuaz a sueldo”.

2- El nombre de quien han brindado este testimonio fue cambiado para evitar represalias de la empresa.

Los monocultivos están acabando con el río Guacimal

Compartimos la siguiente información de FECON, la cual fue publicada en la página de Facebook de la Alianza de Comunidades por la Defensa del Agua – Puntarenas.

  • Piña, algodón, sorgo, palma y caña hacen uso excesivo del agua y han llegado a secar el río.

  • Extraen 1850 litros por segundo en concesiones de agua del puente de la interamericana hacia abajo

Sistemas de riego por aspersión en sorgo, Chomes.

Alianza de Comunidades por la Defensa del Agua en Puntarenas (11/2020). El proyecto Diagnóstico hidrocomunitario para la protección del ambiente en las cuencas bajas de los ríos Guacimal, Lagarto y Abangares, cantón Central de Puntarenas, que ha desarrollado el Centro de Investigaciones en Cultura y Desarrollo (CICDE) de la UNED, ha analizado mediante el desarrollo de cartografías, el estado actual de los monocultivos circundantes a la comunidad de Chomes.

Entre las principales amenazas para el ambiente percibidas por miembros de las organizaciones comunales del distrito de Chomes en el 2019, se encontraron los monocultivos de piña, caña y palma, especialmente impactantes en cuanto al uso intensivo de agroquímicos.

Las piñeras

Entre los ríos Guacimal y Sardinal se cartografió una extensión de 583 hectáreas de cultivo de piña. La mayor área del sembradío tiene su vertiente hacia el río Guacimal, que desemboca en el estero de Chomes. Este cultivo se empezó a establecer desde el año 2008 (Brenes, 2008).

Cartografía por CICDE-UNED.

Palma africana

Hacia el sector de Orocú de Chomes se señaló el uso de fumigaciones aéreas en los cultivos de palma africana. Este sembradío reciente apareció en la zona hace unos siete años, abarcando 130 hectáreas actualmente, según muestra el estudio del CICDE.

Según los estudios agronómicos, la palma africana se caracteriza por necesitar suficiente consumo de agua para poder desarrollar una adecuada sexualidad para producir los racimos que se derivan en producción aceitera (Mejía, 2000).

Cartografía por CICDE-UNED.

El sorgo y el algodón

Ubicado entre Chomes y San Agustín, el área de sorgo se determinó en 492 hectáreas, sustituyendo al cultivo de piña, que fue abandonado por la Standard Fruit Company hace seis años en Chomes, según los testimonios locales. Cabe resaltar que el área de sorgo ha sido utilizada también para cultivo de algodón, en una especie de uso experimental por parte de la empresa D&PL-Monsanto.

Cartografía por CICDE-UNED.

Los cañales

Son el monocultivo más tradicional. El área cartografiada en las periferias del poblado de Chomes abarcó 1 128 hectáreas. Sin embargo, su presencia se extiende hasta Barranca por toda la Hacienda El Palmar. La comunidad de Chomes señaló en 2019 el impacto de las quemas de caña como una problemática para la salud pública y el bienestar local.

Consumo de agroquímicos

Si bien se carece de estudios públicos que expongan datos de consumo de agroquímicos en estos monocultivos establecidos en la zona, se puede extrapolar el dato suministrado por World Resources, que señaló a Costa Rica como el primer consumidor de plaguicidas en el mundo, con 51 kg por hectárea (FAO, 2011).

En el área mapeada alrededor de Chomes hay un total de 2 333 hectáreas de monocultivos. Todo el volumen de estos agroquímicos que se utilizan en estas actividades discurre hacia el acuífero de Chomes o en los caudales superficiales que van a dar al manglar de Chomes, donde se reproduce la gran mayoría de especies habitantes del golfo de Nicoya. La afectación sobre los ecosistemas acuáticos y costeros es aún incalculada.

Sobre-explotación de agua

Todos los cultivos son abastecidos principalmente mediante de concesiones de agua superficial del río Guacimal. Según consta en la base de datos de la Dirección de Aguas (2020), al río Guacimal se le extraen 1850 litros por segundo (l/s) aguas abajo del puente sobre la carretera interamericana.

Dos concesiones de 350 l/s son directamente bombeadas al área de la piñera. Mientras que 800 l/s son trasvasados hacia las haciendas en la parte baja. En el sector de San Agustín, la Compañía Ganadera de Guacimal LTDA capta otros 350 l/s, en lo que corresponde ya a un sector de cultivos de sorgo y caña.

La concesión de 800 l/s abastece el sistema de canales para el cultivo de sorgo (y algodón), Además, con ese gran caudal concesionado se beneficia el área cultivada de palma africana.

Cabe destacar también, que el río Guacimal presentó su mínimo aforo histórico, 700 m aguas arriba del puente de Guacimal con 1010 litros por segundo en 2009, un año en que se registró el fenómeno del Niño, habiendo sido por mucho menor a los 1500 l/s concesionados poco más de un km aguas abajo del sitio.

En 2016, el río fue reportado seco a la altura de San Agustín (Villalobos, 2017), demostrándose que el volumen de las concesiones de agua sobre el río Guacimal es ambientalmente insostenible, pues cada año lo reducen al mínimo o lo llegan a secar, como se observa cada estación seca.

Referencias

Brenes, Lourdes (2008) Dulce piña, dulces ganancias. Revista Ambientico, UNA. N° 177, junio 2008. Revisado en línea: http://www.ambientico.una.ac.cr/pdfs/ambientico/177.pdf

Dirección de Aguas (2020) Sistema Nacional de Información para la Gestión Integrada de los Recursos Hídricos SINIGIRH. Revisado en línea, octubre del 2020.

FAO (2011). Costa Rica: Número uno del mundo en uso de agroquímicos. Revisado en Mejía, Julián. (2000). Consumo de agua por la palma de aceite y efectos del riego sobre la producción de racimos, una revisión de literatura. Federación Nacional de Cultivadores de Palma de Aceite (Fedepalma). Revisado en línea: https://publicaciones.fedepalma.org/index.php/palmas/article/download/726/726

Villalobos, Dany. (2017). Experiencias comunitarias en defensa del agua en distritos rurales de Puntarenas. Revista Rupturas 8 (Universidad Estatal a Distancia, Costa Rica. ISSN 2215-2466.

UCR, Piña: la novedosa fuente de fibras textiles

En Costa Rica, se generan unos 4.28 millones de toneladas de desechos de piña al año y los costos asociados a su manejo oscilan entre USD 1 000 y USD 2 500 por hectárea, dependiendo del tipo de manejo, según datos del 2017

Los residuos de la industria piñera representan una gran amenaza para el ambiente. Sin embargo, una novedosa forma de contribuir a reducir sus efectos es elaborar fibras a partir de sus desechos. Foto: Karla Richmond.

Mundialmente, Costa Rica es líder en la exportación de piña fresca. Esto se traduce en una ganancia anual de USD 900 millones, de acuerdo con cifras del año 2017 de la Cámara Nacional de Productores y Exportadores de Piña de Costa Rica (Canapep). Esa producción, aparte de representar una fuente de empleo e ingresos económicos para el país, también significa un gran reto en cuanto al manejo de desechos orgánicos y el impacto que tienen en el ambiente.

El rastrojo (desecho orgánico que surge como resultado de su cultivo) se genera luego de la primera cosecha, la cual se da de los 14 a 16 meses, en caso de que hubiese influencia de efectos climáticos o enfermedades.

Igualmente, puede surgir después de la segunda siembra, que comprende un período entre los 27 y 29 meses, y en muy pocos escenarios se llega a un ciclo que cumpla tres cosechas. Al año, se generan cerca de 4.28 millones de toneladas de este desecho en Costa Rica.

Los restos de la piña son conocidos por producir un gran impacto negativo en el ambiente y el tratamiento inadecuado de estos equivale a malos olores, proliferación de plagas e, incluso, enfermedades.

El manejo del rastrojo es muy variado, tanto por parte de las empresas agroalimentarias como en los laboratorios científicos. Dos de las técnicas llevadas a cabo en Costa Rica y que pretenden tener un efecto positivo en el ambiente, ante la crisis climática actual, son la producción de biocombustibles y la creación de fibras textiles a partir de este desecho.

El Laboratorio de la Unidad de Recursos Forestales (Reforesta) del Instituto de Investigaciones en Ingeniería (INII), de la Universidad de Costa Rica (UCR), se adentró en el estudio y uso del rastrojo de piña como materia prima para confeccionar un textil no tejido, reforzado con biopolímeros (macromoléculas presentes en los seres vivos).

El objetivo consiste en que dicho material sea funcional y ecológico con características específicas de resistencia, textura y apariencia para ser utilizado en la elaboración de piezas artesanales.

De la tierra al laboratorio

Existen varios métodos de formación de los tejidos, incluso es una técnica que se ha puesto en práctica en varios lugares del mundo y de la que es posible obtener distintos resultados. Por ejemplo, el cuero textil hecho a base de las fibras de las hojas de piña, conocido en el mercado como Piñatex.

Actualmente, esta técnica se desarrolla en la UCR de forma manual, sin requerir del uso excesivo de dispositivos.

“El rastrojo recolectado tiene que estar conformado por hojas largas y verdes, sin partes secas. Después, se le aplica un proceso de decorticado y extracción para remover las ceras y demás, y se pone a secar a temperatura ambiente. Luego, la fibra se peina para quitarle las impurezas más grandes”, explicó el estudiante de ingeniería química, Eddy Jirón García, quien participa en el proyecto.

Jirón agregó que una vez peinada la fibra, se le aplican los tratamientos en húmedo o en seco. En húmedo, las fibras se cortan con un máximo de 4 mm de longitud y se hidratan con agua y almidón, con ellas se forma una hoja de fibras como si se estuviese haciendo papel. En seco, las fibras se cortan en pedazos de hasta 4 cm y se empieza a cardar; es decir, a formar el tejido en seco.

Como resultado de lo anterior se obtiene una lámina esponjosa y gruesa (con el método en seco) o una hoja delgada y uniforme (con el método en húmedo), a las cuales se les puede agregar o no el biopolímero. En Reforesta incorporan el polímero de ácido poliláctico (PLA, por sus siglas en inglés) en forma de polvo, para dar mayor resistencia y rigidez al producto. En caso de que se deseen características diferentes, es posible prescindir de esta sustancia.

En la parte final del proceso, se prensa la lámina a alta temperatura y a una elevada presión, con el objetivo de que sea más resistente y compacta. Más adelante, se saca el tejido y se deja enfriar.

El laboratorio de la UCR contó con la colaboración del Instituto Tecnológico de Costa Rica (TEC), el cual le facilitó la decorticadora para el proceso de obtención de la fibra. Asimismo, usó el rastrojo de la segunda cosecha de piñas orgánicas cultivadas en San Carlos, Alajuela, gracias a la ayuda de la Universidad Técnica Nacional (UTN).

“La idea con la UTN es generar algún tipo de producto. Podríamos coordinar con la misma comunidad y artesanos, para que si se logra sacar un material, ellos mismos tengan la capacidad de poder crearlo y comercializarlo”, mencionó la investigadora del proyecto, la M. Sc. Karina Rodríguez Mora, también profesora de la carrera de Ingeniería Química en la Sede del Caribe de la UCR.

“El Dr. Pedro Casanova Treto, miembro de esta iniciativa, se encargó de hacer el equipo que nosotros ocupábamos para que la fibra pudiera contar con fuerza y resistencia. También en el laboratorio se ha trabajado con tintes y pigmentos. Los primeros son sintéticos de cuatro tipos diferentes y permiten que la fibra pueda ser verde o amarilla, por ejemplo”, agregó la investigadora.

Este proyecto ganó el concurso #ConexionHumboldt, el cual se realizó en octubre del 2019 en Alemania, como parte de la conmemoración del 250 aniversario del natalicio del científico alemán Alexander von Humboldt. El estudiante Eddy Jirón fue el único costarricense en recibir el reconocimiento y es uno de los 15 jóvenes latinoamericanos que viajó hasta el país europeo, para representar al equipo que participa en dicha investigación. Este proyecto destacó por su gran aporte al ambiente.

Costo ambiental de la industria textil

La industria de la moda acapara la atención de los ambientalistas por las alarmantes cifras sobre su negativo impacto en el planeta, según han revelado diversos estudios. De acuerdo con la Conferencia de la Organización de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (Unctad), dicha industria es la segunda más contaminante en el mundo.

Este sector produce más emisiones de carbono que todos los vuelos y envíos marítimos internacionales juntos. Además, cada año utiliza 93 000 millones de metros cúbicos de agua para la producción de prendas, volumen suficiente para satisfacer necesidades de cinco millones de personas.

Confeccionar unos jeans equivale al uso de 7 500 litros de agua, cantidad que bebe en promedio una persona durante siete años. La producción de ropa y calzado es responsable del 8 % de la emisión de gases de efecto invernadero y del 20 % del desperdicio de agua a nivel global. Aunado a ello, cada segundo se entierra o quema una cantidad de textiles semejante a un camión de basura.

Una de las alternativas para disminuir el costo ambiental de esta industria es promover cambios en las formas de producción y consumo, mediante programas de reciclaje, devolución de prendas y un mejor cuidado de la ropa, así como renunciar al modelo de “comprar, usar y desechar”.

En el marco de producción textil, el proyecto de Reforesta representa una novedosa apuesta con respecto a la incorporación de desechos orgánicos y el desplazamiento de materiales contaminantes en la creación de ropa, calzado y accesorios.

 

Bianca Alina Villalobos Solis

Asistente de Prensa, Oficina de Divulgación e Información

Información tomada de: http://www.ucr.ac.cr/

Sea parte de SURCOS:

https://surcosdigital.com/suscribirse/

La UCR y organizaciones sociales exigen que se detenga la viabilidad al proyecto piñero que perjudicaría al Humedal Nacional Térraba Sierpe

Manifiesto

  • «Debe revocarse la resolución de la Setena, la cual habilita la actividad piñera en perjuicio del Humedal Nacional Térraba Sierpe y del patrimonio arqueológico nacional», solicitan los firmantes

La Universidad de Costa Rica, representada por la Unidad de Gestión Ambiental (UGA) de la Vicerrectoría de Administración, suscribió este 26 de noviembre, junto con las organizaciones sociales que conforman la Alianza Nacional para la Defensa del Agua, una misiva que solicita al Ministerio de Ambiente la revocatoria de la resolución de la Setena, documento que habilita la actividad piñera a escasos kilómetros del Humedal Nacional Térraba Sierpe.

A continuación, se reproduce íntegramente el escrito:

26 de noviembre de 2019

Las suscritas organizaciones y personas, constituyentes de la Alianza Nacional para la Defensa del Agua, el Frente Nacional por la Protección de los Humedales y de la Red Centroamericana de Acción del Agua (FANCA), conscientes de la situación que se desenvuelve con motivo de la resolución N° 3374-SETENA dentro del expediente PROYECTO CENTRO DE CULTIVO E INSTALACIÓN, AJUSTE O ACONDICIONAMIENTO DE LAS OBRAS UNIDAD PRODUCTIVA PALMAR SUR. EXPEDIENTE ADMINISTRATIVO N° D1-18758-2016-SETENA a la luz de la normativa ambiental y del patrimonio arqueológico del país y de los compromisos adquiridos por el país ante el cambio climático, manifestamos considerando que:

  1. El Humedal de Térraba-Sierpe es un área silvestre protegida del sistema nacional de Áreas de Conservación de alta y estratégica importancia social y ecológica. Desde el año 1995 fue declarado sitio RAMSAR. Es el mayor humedal estuarino de nuestro país conteniendo ecosistemas de manglares y otros tipos de humedales asociados. Es por ello uno de los sumideros de carbono azul más  importantes  en  la  zona  costera.  Asimismo,  este ecosistema  costero  alberga  una  amplia  biodiversidad,  es  hábitat  de diversas especies de alto valor ecológico y de 9 especies de fauna amenazadas o en peligro. Es también una barrera natural a eventos hidrometereológicos como tormentas y huracanes.
  2. El humedal forma parte del paisaje cultural Delta del Diquis sitio de patrimonio mundial que reconoce la singularidad del proceso de desarrollo llevado ahí desde tiempos precolombinos. Gracias a los esfuerzos y trabajo para su protección se ha logrado determinar que es uno de los centros de ocupación precolombina más importantes de América Latina con una cultura distintiva. Contiene el megasitio de Palmar Sur-Sierpe por la gran extensión del yacimiento arqueológico, caracterizado por la presencia de grandes montículos con muros de piedra, basamentos habitacionales, caminos empedrados, cementerios con ricas ofrendas y densos depósitos cerámicos y líticos distribuidos a lo largo de casi 900 has. Posee también campos abiertos o plazas donde se ubicaban esculturas de gran tamaño en forma de esferas casi perfectas colocadas en grupos, así como estatuas antropo y zoomorfas de base de espiga
  3. Hoy día al menos 44 comunidades vulnerables socialmente dependen de sus servicios ecosistémicos en los sectores de Sierpe, Cortés, Coronado y el Humedal propiamente dicho. El CINPE-UNA estimó en el año 2017 el valor monetario de los servicios ecosistémicos del humedal en un promedio de $17.084 por hectárea por año para un valor promedio superior a los $380 millones por año en beneficio de esas comunidades y de todo el país.
  4. La Política Nacional de Humedales 2017-2030 definió la cuenca y al Humedal Térraba-Sierpe como una de las áreas en condiciones de mayor vulnerabilidad y, por lo tanto, de prioridad alta de intervención (valor 3) para la aplicación de la política buscando la gestión de la conservación y uso sostenible de los ecosistemas de humedal.
  5. La Política Nacional de Biodiversidad 2015-2030 contempla como principios de implementación que la biodiversidad es patrimonio del Estado y, por lo tanto, debe existir una distribución justa y equitativa de los beneficios derivados de su uso y sus servicios ecosistémicos. Asimismo, la gestión de la biodiversidad es una responsabilidad compartida, aunque diferenciada de toda la sociedad buscando alcanzar la sostenibilidad y el bien común.
  6. La Política Nacional  de  Adaptación  al  Cambio  Climático  2018-2030 reconoce el mandato legal de Costa Rica, dado el papel de los humedales de importancia internacional como importantes sumideros de Gases de Efecto Invernadero, para su manejo eficiente evitando asimismo impactos en materia de recarga de acuíferos y protección costera. Así, establece como meta país para el año 2030 la contribución a la adaptación mediante los esfuerzos país en materia de conservación in situ de los humedales.
  7. El Plan Nacional de Descarbonización 2018-2050 en su eje 10 busca la consolidación de un modelo de gestión de territorios rurales, urbanos y costeros que facilite la protección de la biodiversidad, el incremento y aumento de la cobertura forestal y servicios ecosistémicos a partir de soluciones basadas en la naturaleza.
  8. Hoy en día, el país ha adquirido compromisos sustanciales específicos con la cooperación internacional respecto a la conservación y uso sostenible tanto del Patrimonio Cultural del delta del Diquís como del Humedal Nacional Térraba Sierpe con aportes económicos sustanciales de naciones amigas como Francia y Alemania.
  9. Según el reciente Informe del Estado de la Nación: “La expansión piñera en el país, que ha convertido esa actividad en una de las más dinámicas del sector exportador, ha estado relacionada, en ciertas zonas, con invasión de riberas de ríos, zonas protegidas y ecosistemas sensibles.” Según el mismo informe, Costa Rica ha perdido espacios de humedales que son esenciales en el ciclo hidrológico e hidrosocial.
  10. Que no hay claridad de que, para este proceso, la institucionalidad del Ministerio de Salud y de Agricultura hayan sido tomadas en cuenta para los procesos de monitoreo y control del uso de plaguicidas en estas zonas de alta vulnerabilidad.
  11. Que en la resolución recurrida se ha presentado por parte de SETENA la inobservancia del artículo 175 de la Ley General de la Administración Pública al declarar extemporáneo el recurso de revocatoria con apelación subsidiaria e incidente de nulidad absoluta, evidente y manifiesta contra la Res. 2331-2016, en tanto la viabilidad de la licencia ambiental se categoriza como un acto de efectos continuados.
  12. Que la resolución asimismo viola el principio de legalidad y de debido proceso por incumplimiento de los artículos 158 y 173 de la Ley General de la Administración Pública y, asimismo, el principio precautorio de pleno reconocimiento en nuestra legislación y jurisprudencia ambiental. SETENA reconoce no tener los criterios técnicos suficientes para determinar si lo procedente es iniciar un proceso de lesividad o sanear el acto en cuestión, reconociendo que algunas instituciones se encuentran pendientes de emitir su criterio sobre dos aspectos medulares: a) la compatibilidad o no de la actividad piñera de monocultivo con la conservación de un ecosistema de humedal y b) la relevancia de los hallazgos arqueológicos dentro del área en la que se desarrollaría el monocultivo.

Por tanto, solicitamos firme y respetuosamente:

  1. Con vista del recurso de apelación planteado ante esta resolución, nos unimos al llamado de que la instancia de alzada haga una revisión minuciosa del criterio otorgado al proyecto de la Hacienda doña Victoria, con 600 hectáreas desde Palmar Sur hasta Olla Cero, poniendo en la balanza los criterios expresados y el interés público que está en juego.
  2. En igual sentido, solicitamos al Ministro de Ambiente, Carlos Manuel Rodríguez, que, en apego a la tradición de la política ambiental nacional de respeto y protección de nuestros recursos naturales, declare con lugar el recurso de apelación planteado.
  3. Con plena conciencia de la necesidad de oportunidades de trabajo en estos territorios, solicitamos a las autoridades de gobierno correspondientes y a los gobiernos locales incrementar decididamente sus esfuerzos por lograr garantizar empleos en  el  marco  de  la  producción  ambientalmente sostenible y socialmente inclusiva, reduciendo los riesgos a la salud de las personas y de los ecosistemas.

Suscriben:

Bernardo Aguilar González, Fundación Neotrópica. Eva Carazo Vargas, Frente Nacional por la Protección de los Humedales. Rocío Carranza Maxera, Frente Nacional por la Protección de los Humedales. Vanessa Dubois Cisneros, FANCA. Jorge Mora Portuguez, ARCA. Cynthia Hernández Gómez, Representante Unidad de Gestión Ambiental, Vicerrectoría de Administración UCR. Irene Murillo Ruin, CEDARENA. Catalina Vargas, Observatorio de Agua y Saneamiento, Universidad Estatal a Distancia (UNED).

La UCR analizó las consecuencias de la actividad piñera

 En el 2018, mediante un pronunciamiento del Consejo Universitario, la Universidad de Costa Rica (UCR) alertó nuevamente sobre las consecuencias de la producción y la agroindustria piñera. La Institución consideró que es pertinente apoyar los principios preventivos y precautorios para evitar las consecuencias negativas que la producción piñera pueda ocasionar, pues pese a la solicitud de moratoria hecha hace 10 años, a la fecha persisten interrogantes y vacíos evidentes sobre estas afectaciones. LEA EL PRONUNCIAMIENTO EN http://ucr.cr/r/p5Ss.

Los humedales son los ecosistemas más amenazados en todo el mundo, incluso en Costa Rica. El uso excesivo de agroquímicos; la expansión de cultivos de piña, arroz y banano; las quemas e incendios forestales; los drenajes y rellenos; la construcción hotelera y el cambio climático son las principales amenazas.

 

Katzy O`neal Coto

Periodista, Oficina de Divulgación e Información

Información tomada de: http://www.ucr.ac.cr/

Sea parte de SURCOS:

https://surcosdigital.com/suscribirse/

Aumentan en 300% las invasiones de Piñeras en Áreas Silvestres Protegidas y Humedales

  • 824 hectáreas de cultivo de piña dentro de ASP

  • 385 hectáreas piñeras en humedales

(FECON, 13/11/2019) En el marco de la presentación del Informe del Estado de la Nación 2019 resalta entre sus resultados la invasión del agro-negocio de la piña dentro de Áreas Silvestres Protegidas y de humedales, también protegidos por ley (1).

El Programa del Estado de la Nación revela que existen 3.824 hectáreas sembradas con piña dentro del Corredor Fronterizo Norte, Refugios de Vida Silvestre Maquenque y Barra del Colorado. Estos datos revela un aumento de más del 50% reportada hace un año cuando FECON denunció que existían cerca de 1300 Ha de piña en las mismas ASP (2).

Además esta edición del Estado de la Nación revela que las piñeras han invadido 16.324 hectáreas de humedales. Espacios de vida claves para la conservación de la naturaleza y evitar situaciones de emergencia como pueden ser inundaciones.

Existe un conflicto importante entre la vocación de conservación de la naturaleza del país y la dinámica productiva de expansión de monocultivos destructivos como lo es la piña en Costa Rica. El aumento de piñeras metidas en ASP en un 300% es una muestra de que la expansión piñera es una de las emergencias ambientales más importantes que afrontamos en al país.

En promedio en la Secretaría Técnica Ambiental se aprueban tres mil hectáreas anuales de piñeras de forma legal, pero la mayoría de esta expansión se da de manera ilegal, como las que se dan dentro de Áreas Silvestres Protegidas y Humedales.

Al mismo tiempo que se expande descontroladamente la piña, el gobierno mira para otro lado y hasta niega que sea un problema importante la expansión piñera.

Contacto: 8760 9800

Nota:

1. https://estadonacion.or.cr/informes/

2. https://semanariouniversidad.com/bloque1/pais-esta-desarmado-para-enfrentar-la-degradacion-de-sus-bosques/

 

Enviado por FECON.

Sea parte de SURCOS:

https://surcosdigital.com/suscribirse/

Los grandes desafíos del desarrollo en la región Huetar Norte

German Masís

En los últimos años los monocultivos han adquirido una presencia determinante en la economía de la región Huetar Norte desplazando otras actividades.

En el mes de abril el Instituto Tecnológico efectuó la apertura de la Agencia para el Desarrollo Región Huetar Norte, una iniciativa que promueve el desarrollo de esta zona mejorando la competitividad e infraestructura, la atracción de inversión y la generación de más empleo.

Esta iniciativa que tuvo como antecedente el impulso hace algunos años de la zona Económica Especial de la zona Norte, pone en evidencia el compromiso de esa Institución universitaria con el desarrollo de la región Huetar Norte, desde su sede Regional ubicada en Santa Clara.

Dicha iniciativa coincide con el lanzamiento reciente por parte de la Administración Alvarado, del programa Franja de Desarrollo que incluye una lista de 79 proyectos para la reactivación económica en los cantones fronterizos.

Entre las iniciativas están la construcción de un centro de valor agregado, la construcción de la sede de la Universidad Técnica en San Carlos, la inauguración del Parque Solar Cooperativo de Coopelesca, 23 proyectos de agua potable, además de la realización de estudios de factibilidad para el aeropuerto de Altamira de San Carlos y la conclusión de estudios del tren de carga Pacífico-Norcaribe. Asimismo, se efectuó el lanzamiento del Plan Nacional de Cacao, el emprendimiento China Verde y la entrega de la II etapa de la Ruta Maleku entre Guatuso y Upala.

No obstante, como se mencionó en un artículo anterior la propuesta es un conjunto de proyectos específicos e iniciativas puntuales, con poca conexión entre ellos, sin un enfoque articulador de desarrollo territorial y lo que es más importante sin una valoración correcta de la dinámica territorial y de los grandes desafíos del desarrollo de esa región.

El desarrollo de la región Huetar Norte, presenta una dinámica económico-productiva que expresa territorialmente la implementación del modelo de apertura comercial que se ha venido gestando desde los años noventa y que se ha intensificado a partir del 2000. Algunas actividades productivas han incremento sus áreas tal es el caso de la piña, cítricos, raíces y tubérculos, ornamentales, mientras otras se han reducido, como es el caso de ganadería, granos básicos y palmito.

La diversificación de la economía local incluye también el surgimiento de novedosas actividades en expansión como el turismo ecológico, la reforestación y los proyectos hidroeléctricos.

Como lo apuntara, el investigador Barrientos del programa Estado de la Nación (2008) si bien la Región Huetar Norte ha logrado transformar su dinámica productiva para adecuar su desarrollo a las nuevas condiciones del contexto nacional e internacional, este desarrollo alcanzado no se ha traducido en beneficios equivalentes para las familias de la región.

En este marco, señala como dinámicas o cambios territoriales los siguientes: una estructura bipolar, donde se ubican por un lado las empresas comercializadoras, agroindustriales y agroexportadoras y por el otro, los productores familiares, los cuales implementan diversas actividades; un incremento de actividades rurales no agrícolas; la degradación de la biodiversidad; nn debilitamiento del sistema institucional público. (Barrientos, 2008:24-25)

En tanto un estudio de SEPSA-PROCOMER del mismo año, indica que a pesar de las potencialidades de la RHN (invaluables recursos naturales, para la producción para el mercado nacional y para la exportación), contradictoriamente, presenta bajos índices de desarrollo social y humano (Upala, Los Chiles y Guatuso, poseen las posiciones más bajas entre los últimos diez cantones más pobres del País); concentración de la actividad productiva, de la exportación y de los servicios básicos en los principales cantones, aspectos que se expresan grandes disparidades a lo interno de la Región.

En las últimas décadas, de un patrón de desarrollo ligado a la producción ganadera extensiva y de granos, se pasó a otro caracterizado por la industria extractiva forestal, plantaciones forestales mono-cultivos, la producción de naranja, piña y raíces y tubérculos a gran escala. A causa de este actual patrón de desarrollo, se presenta una creciente degradación y pérdida de su rica base de recursos naturales. (Cudeca,2011)

Frente a esa dinámica económica, social y ambiental de la región se plantean grandes desafíos al desarrollo regional, primero la dinámica productiva en especial agroexportadora no está generando el empleo necesario para sostener a la población de la zona, lo que junto al ingreso de mano de obra nicaragüense es un factor importante en esta dinámica.

El segundo desafío, está referido al negativo impacto ambiental que el modelo productivo ligado a la agro-exportación, el cual está produciendo una importante degradación a la base de recursos naturales. El balance realizado sobre el uso de los recursos naturales deja claro que el modelo de desarrollo en estos cantones tiende a generar impactos ambientales críticos, que requieren ser atendido con un enfoque de mayor armonía entre desarrollo productivo, protección de los recursos y calidad ambiental.

Por otra parte, el tercer desafío remite a las unidades productivas campesinas, que aún son significativas en la zona deben lograr una mayor participación en la industrialización y comercialización de sus productos, en el mercado nacional e internacional y potenciar las articulaciones con el de las modernas empresas agrícolas, mejorar los servicios de información y asistencia técnica, en lo que se requiere un rol central del estado costarricense.

Como atenuante frente a los desafíos regionales, como lo expresara el XIII Informe del Estado de la Nación “la respuesta de las instituciones públicas a los desafíos y oportunidades que presenta la Región Huetar Norte se caracteriza por la dispersión, los agotados esquemas de coordinación regional de las instituciones públicas, no coinciden unos con otros, lo que dificulta emprender programas integrales de alcance regional”.

 

Enviado por el autor.

Sea parte de SURCOS:

https://surcosdigital.com/suscribirse/

Empresarios piñeros esconden datos al INEC

  • Encuesta agropecuaria del INEC no refleja el área sembrada de piña;

  • Expansión piñera sigue sin control ni mesura;

(FECON, 12-09-2019). La Encuesta Nacional Agropecuaria recién publicada esta semana por parte del Instituto Nacional de Encuestas y Censos (INEC) omite ofrecer datos sobre la cantidad de piña sembrada en el país (1), la razón de esto es que las empresas piñeras, sobre todo las más grandes se niegan a dar información a los encuestadores desde al año 2017.

Según el INEC la Encuesta Nacional Agropecuaria tiene el “objetivo de obtener información estadística básica de la producción de las especies agrícolas, pecuarias, forestales y flores que apoyen la generación de indicadores económicos y de desarrollo actualizados, para fortalecer el sistema de información agropecuaria y la toma de decisiones vinculadas con la planificación del Sector agropecuario costarricense”.

Uno de sus resultados más importantes es que el 87% del área sembrada está ocupada por monocultivos café, palma aceitera, caña de azúcar y banano, pero no se incluyen los datos sobre la agroindustria piñera. Datos que si fueron publicados por el INEC mencionan que el monocultivo de palma alcanzó 84.000 hectáreas, la industria de la caña de azúcar poco más de 67.000; el cultivo del café 86.000 y el banano unas 53.000 hectáreas (2).

Al respecto la FECON consultó con el departamento de información del INEC sobre el faltante de información en la encuesta, la cual se atribuye a baja calidad de información brindada por el sector piñero. Según se dijo los datos recabados son insuficientes o del todo el sector se negó a dar información sobre cantidad de hectáreas sembradas y volúmenes de producción.

El año pasado el proyecto Monitoreo de Cambio de Uso de la Tierra en Paisajes Productivos (MOCUPP), elaborado con imágenes satelitales por el Laboratorio PRIAS del Centro Nacional de Alta Tecnología (CENAT) del CONARE, a 2017 existen 66.266 hectáreas de piña sembradas en el país (3).

La industria productora de piña ha venido siendo señalada por casos de deforestación, contaminación de agua con agroquímicos, fumigaciones de casas, Ebais, y escuelas. Recientemente la compañía piñera Cítricos Bellavista fue centro de la polémica por ser la responsable de la intoxicación de 21 estudiantes de la Escuela de San Juan de Florencia, en San Carlos (4).

Esta expansión descontrolada de la industria piñera ha tenido repercusiones muy graves en comunidades en la Zona Norte, Zona Sur y Caribe de Costa Rica, expansión que se encuentra envuelta en un contexto de muy poca transparencia.

Notas:

  1. La Encuesta Nacional Agropecuaria http://inec.cr/sites/default/files/documetos-biblioteca-virtual/reena-cultivos2018.pdf
  2. Cuatro cultivos permanentes abarcan 87 % de su área sembrada http://inec.cr/sites/default/files/documetos-biblioteca-virtual/coena2018-10092019.pdf
  3. http://www.mocupp.org/
  4. Comunidad denuncia intoxicación de niños por fumigación https://semanariouniversidad.com/pais/comunidad-denuncia-intoxicacion-de-ninos-por-fumigacion/

Foto: https://semanariouniversidad.com/pais/expansion-pinera-continua-sin-freno/

Sea parte de SURCOS:

https://surcosdigital.com/suscribirse/