Tras las Huellas de Ochomogo 2.0
Mauricio Ramírez Núñez
Académico
En la pasada campaña política de 2022 en Costa Rica el país perdió mucho más de lo que imaginamos, superando incluso toda expectativa. Como miembro del equipo de campaña que respaldó al expresidente José María Figueres, atestiguo el arduo trabajo, la dedicación sincera y las propuestas elaboradas por un amplio grupo de personas expertas en diversas ramas con el objetivo de forjar un nuevo amanecer para el país.
Entre los eventos menos conocidos destaca el trascendental acuerdo país, denominado «Ochomogo 2.0». Similar al histórico acontecimiento de hace más de 70 años que puso fin a la guerra civil en Costa Rica, en esta ocasión fueron Manuel Mora hijo y José María Figueres hijo, junto a los candidatos a la vicepresidencia, la señora Laura Arguedas Mejía y el señor Álvaro Ramírez Bogantes, quienes suscribieron con mi presencia como testigo de honor, un nuevo pacto por la nación. Este compromiso se centraba en la defensa del Estado Social de Derecho y nuestra soberanía nacional, reflejando el espíritu tanto de aquella época como del presente; especialmente, ante los desafíos globales, ambientales y políticos que enfrentamos en la actualidad.
En este nuevo contexto, las propuestas del acuerdo se segmentaban en cuatro áreas fundamentales: el combate a la pobreza y la desigualdad estructural, un firme compromiso con la preservación del planeta, la defensa de los derechos humanos y un cuarto eje orientado hacia la paz y la soberanía. Estos pilares no solo buscaban abordar las necesidades internas del país, sino que también reflejaban la determinación de enfrentar los desafíos globales contemporáneos, estableciendo así una base integral para la construcción de un futuro más próspero y equitativo para Costa Rica.
Es esencial destacar que el acuerdo mencionado no surgió de manera improvisada ni como resultado de oportunismo político por parte de las partes involucradas. Muy por el contrario, fue el producto de un proceso de aproximadamente 11 años que se inició en 2011 con el establecimiento de Vía Costarricense, Proyecto País. Esta plataforma ciudadana, diseñada para el encuentro, diálogo y construcción de propuestas comunes, nació bajo el liderazgo del expresidente Figueres y contó con un equipo de trabajo que trascendió las barreras ideológicas y partidarias del país.
La junta directiva de esta iniciativa estaba compuesta por personas destacadas como el señor John Keith, Manuel Mora Salas, Stefano Arias, Jorge Oller, Mario Quirós, la señora Eleonora Badilla Saxe, Veracruz Barrantes e Irene Suárez. El proyecto tuvo dos directores ejecutivos, el primero fue Álvaro Ramírez Bogantes, y posteriormente, Guillermo Villalobos Solé. Además, había un Consejo Consultivo amplio y respetado, con un vasto número de personas con gran trayectoria profesional tanto a nivel nacional como internacional respaldando la iniciativa.
Este proceso abierto y participativo donde también la sociedad civil y la juventud jugó un rol protagónico reflejaba el compromiso sostenido de los diversos actores hacia la construcción de un proyecto país sólido y consensuado, que trascendía las coyunturas políticas y se erigió como un testimonio del esfuerzo colectivo sincero por el bienestar de Costa Rica. Por múltiples razones, el proyecto país finalizó sus labores en el año 2015 tras la publicación exitosa de dos informes con propuestas realmente innovadoras en las áreas de energía, cambio climático, deporte, educación, cultura, economía e incluso, se podían encontrar propuestas para desentrabar políticamente al país. Algo que, hasta hoy, ningún gobierno ha logrado a pesar de sus promesas.
Así que, en el espíritu de aquel largo proceso de diálogo, consulta y negociación, en la pasada campaña de 2022, muchos quienes estuvimos desde los inicios de Vía Costarricense continuamos el camino y el trabajo de construcción en conjunto para poder concretar algunas de aquellas propuestas, así como adjuntar unas nuevas que fuesen parte de los compromisos políticos y del plan de gobierno del expresidente Figueres, quien siempre tuvo y mantiene la convicción de que aquellas ideas son las adecuadas para nuestra patria y su futuro.
A este proceso y durante la campaña, se acercaron otros colectivos y organizaciones ciudadanas no partidarias, pero con gran compromiso y espíritu patriótico, quienes vieron con muy buenos ojos algunas de nuestras ideas, en especial las relacionadas con la protección de aquellos grandes logros sociales de épocas pasadas que se encuentran en grave peligro hoy. Uno de esos grupos fue el colectivo Encuentro Democrático, con los cuales yo personalmente estuve conversando y trabajando en el proceso para generar los acercamientos y diálogo entre el candidato, el equipo del plan de gobierno y la búsqueda de puntos en común. Esto se logró y fue un paso relevante en la dirección correcta para llegar a la firma del Ochomogo 2.0.
Este proceso de construcción de consensos a partir de las diferencias, en un contexto caracterizado por la polarización, el odio y la mala fe, fue verdaderamente un hecho revolucionario para la época. En un momento donde la manipulación mediática, el descontento social y el deterioro democrático aceleran la incapacidad de dialogar y buscar soluciones compartidas, resulta un acto de valentía adentrarse en iniciativas de esta índole.
¿Cuáles fueron las propuestas del acuerdo Ochomogo 2.0? Les comparto algunas de las más trascendentes a continuación:
- Impulsar la seguridad alimentaria, apoyando la producción interna y combatiendo políticas oligopólicas.
- Construir una política de Estado para estimular al sector agropecuario, incluyendo la agricultura regenerativa.
- Apoyar el mejoramiento de la salud pública y la CCSS.
- Garantizar la sostenibilidad de los fondos de pensiones.
- Combatir la evasión y la elusión fiscal, promoviendo políticas tributarias más progresivas.
- Modernizar y actualizar el sistema educativo, atendiendo con carácter de urgencia las consecuencias del apagón educativo y la brecha digital.
- Tomar en cuenta que el salario no es solo un costo de producción, sino también un dinamizador del consumo y el mercado interno.
- Implementar la renta mínima familiar.
- Llevar a cabo un programa nacional de vivienda digna, desarrollando 160 mil soluciones de vivienda en cuatro años.
- Descartar la venta de empresas o activos públicos estratégicos.
- Convertir la lucha contra el cambio climático en política de Estado.
- Impulsar el desarrollo de energías renovables, promover la economía circular y desarrollar un amplio programa de descarbonización (lo cual, desde luego, se oponía radicalmente a cualquier tipo de exploración o explotación de hidrocarburos en territorio nacional).
- Ratificar el compromiso con los derechos humanos de todas las personas, particularmente de las poblaciones históricamente discriminadas.
- Reforzar nuestra Neutralidad Permanente, en la búsqueda de un mundo multilateral. Es también estratégica la defensa de nuestra integridad territorial, incluidos nuestros mares y nuestros recursos naturales.
- Luchar frontalmente contra la corrupción, apoyando firmemente la Comisión de Transparencia y Ética, y abriéndola a la denuncia ciudadana.
En un escenario político y social donde las posturas extremas suelen prevalecer, el hecho de superar las barreras ideológicas y partidarias para encontrar puntos de encuentro es un testimonio de la determinación de todas las personas involucradas en este proceso. En medio de un clima desafiante, donde el diálogo constructivo a menudo se ve eclipsado por la retórica divisiva, este enfoque colaborativo y orientado hacia la solución de problemas destacó como un faro de esperanza y una vía para la construcción de un futuro común más inclusivo y sostenible para Costa Rica. Por esta razón afirmo que el país perdió más de lo que imagina.
Como lo ha demostrado la historia reciente, la gestación del Proyecto País y su evolución hacia «Ochomogo 2.0», no solo representa un hito político sino un ejemplo inspirador de cómo la colaboración y la búsqueda de consensos pueden prevalecer incluso en contextos de polarización y desconfianza. Este proceso, arraigado en más de una década de trabajo incansable desde la creación de Vía Costarricense Proyecto País, con sus altos y bajos, revela la valentía de aquellos dispuestos a desafiar las dinámicas adversas de los tiempos. En un periodo donde la discordia a menudo eclipsa la posibilidad de diálogo, este esfuerzo colectivo emergió como un faro de esperanza, apuntando hacia un futuro donde la construcción de soluciones compartidas y la defensa de los principios fundamentales del país siguieran siendo, y así deben serlo hoy, pilares indestructibles para Costa Rica.