¿Qué pasa con las personas con discapacidad en Gaza?

Luis Fernando Astorga Gatjens

El mundo ha presenciado estupefacto y pasivo el genocidio que desarrolla Israel en Gaza. Ya más de 35 mil palestinos han muerto como consecuencia de las balas y bombas de las Fuerzas Armadas israelíes. La gran mayoría de los palestinos muertos son mujeres y niños. Sin embargo, quién se pregunta: ¿Cuántas personas con discapacidad han muerto o han sido heridas como consecuencia de esos ataques indiscriminados contra la población civil?

Se imaginan a una persona ciega ante el sonido estruendoso de las bombas, de los proyectiles de los cañones, de las balas, sin saber dónde huir. Se imaginan también la zozobra y confusión de una persona sorda ante tan amenazante destrucción que lo rodea. Y ¿Qué sucede con los palestinos con discapacidad física? ¿Cómo escapar entre los escombros de la muerte en silla de ruedas o usando muletas? Y ¿Cómo explicarle a una persona con discapacidad intelectual lo que está sucediendo?

Según los datos que aporta la Asociación Nacional para la Rehabilitación de los Discapacitados de Palestina, en Gaza, la población con discapacidad es de 47 096 personas. Tales datos son de antes del inicio de esta guerra que Israel dice que es contra Hamás pero que tiene como principales víctimas a todo el pueblo gazatí. ¿Cuántas de esas personas con discapacidad han fallecido o están heridas, en una situación de desesperante desamparo?

Si el estado de indefensión es terrible e injusto para toda la población civil, sin duda que se hace mayúsculo para las personas con discapacidad. Sin embargo, la ofensiva israelí no se contiene y cualquier oposición a su desproporcionada acción destructiva, de inmediato es calificada, desde Tel Aviv, por el régimen de Netanyahu de antisemita.

Como seres humanos debemos de rechazar cualquier tipo de genocidio. Empero para el Netanyahu, su gobierno y sus generales, el único genocidio que ha existido es el que practicaron los nazis contra el pueblo judío en la Segunda Guerra Mundial. 

Esta era una masacre que podría haberse evitado si desde Washington se lo hubieran propuesto y el gobierno de Joe Biden, habría presionado mucho antes al primer ministro, Benjamin Netanyahu, cortándole el apoyo político y la ayuda económica y militar traducida en armas y proyectiles que han devastado Gaza hasta sus cimientos, y también han afectado severamente a Cisjordania.

El pueblo palestino debía contar con un Estado desde 1949 pero las potencias coloniales de Europa y Estados Unidos, lo han impedido durante los últimos 75 años. Así aunque proclaman que es necesario que Israel y Palestina cuente cada uno con su propio Estado, para convivir en paz, de múltiples maneras se ha evitado que tal solución se haya concretado. Es tal la hipocresía y el doble discurso que aún en las circunstancias actuales, donde se ven los alcances genocidas del régimen de Netanyahu y que el único camino justo es que Palestina cuente con un Estado propio, Estados Unidos sigue vetando ese reconocimiento y que Palestina se coloque como miembro pleno de las Naciones Unidas.

Está claro que lo que sigue gobernando al mundo son las armas. Así las cosas cuando se promueven y alargan conflictos fratricidas en Gaza y Ucrania, quienes se ven beneficiados son los acciones de las empresas de los complejos industriales militares. Estos no se fijan en los muertos, ni en los terribles sufrimientos de los pueblos. Lo que es importante son las ganancias y los números favorables en Wall Street.

Por eso a quienes todavía nos queda consciencia y humanidad, tenemos que concluir que ante cada gazatí inocente que muere en Gaza sin que nos pronunciemos, que es herido, que es desplazado, que se le condena al hambre sin que lo repudiemos ante este genocidio televisado, nos hace perder esa humanidad que todavía nos queda.

(13 de mayo, 2024)