¡LA IGNORANCIA a veces no tiene límites!

Freddy Pacheco León

Para justificar la presentación de un proyecto de ley, heredado de la administración de Carlos Alvarado, con el cual crear un mecanismo legal que permitiera a pobladores, que una mala decisión del Instituto Geográfico Nacional (IGN) dejó dentro del Refugio de Vida Silvestre Corredor Fronterizo Norte, y que injustificadamente (como en México de Upala), ¡ubicó en territorio nicaragüense! parte de sus propiedades, el presidente Chaves dijo unas cosas que preocupan mucho y dan coraje. Y es así, porque a partir de su desconocimiento de cuán grande ha sido el esfuerzo por salvar de la destrucción, áreas de conservación vitales para los costarricenses, al contrario de presidentes de la República anteriores, como Oduber y Figueres Ferrer, especialmente, que comprendieron la trascendencia de salvar para las futuras generaciones, riqueza natural que estaba a punto de perderse por acciones depredadores de personas sin conciencia ambiental, Chaves se burla de esos magnos esfuerzos.

Al ignorar que, gracias a ese refugio fronterizo, se ha logrado proteger una rica variedad de especies vegetales, hábitat de importantes poblaciones de jaguares, venados, coyotes, zaínos, aves palmípedas y zancudas, tiburones toro, peces sierra, así como poblaciones de manatíes y peces gaspar, Chaves lanza una de sus amargas ironías, para, según él, impulsar, con esos «argumentos», el proyecto de ley que, según prometió en Upala, enviaría a la Asamblea Legislativa dentro de diez meses.

Dijo Chaves, que “Por ahí de los años noventa a alguien se le ocurrió la ocurrencia de ‘ay, qué bonito hacer una reserva natural en Caño Negro, qué bonito, desde algún escritorio ahí en Zapote le echan la firma a un decreto ejecutivo y, como decía Pancho Villa, ‘afusílenlos y pregunten después’. ¿Había escuelas ahí? ¿Había pueblos ahí? ¿Había iglesias ahí? Décadas de esa ocurrencia. Le pusieron la firma y les quitaron a ustedes cualquier derecho y acceso a los servicios públicos”.

Afirmación demagógica que permite vislumbrar que, efectivamente, nunca llegó a conocer el formidable trabajo realizado por el forjador más dedicado a la creación de áreas de conservación, en momentos en que, en Costa Rica, pocos habían oído hablar siquiera de un «parque nacional». Y es que gracias al entonces jovencito Christopher Vaugham, en el campo, y a la guía de grandes científicos del Centro Científico Tropical, como Joseph Tosi y Leslie Holdridge, en San José, para el muchacho del Cuerpo de Paz, no existieron barreras para que pudiese cumplir, con gran sacrificio, la monumental tarea de recorrer, soportando las condiciones más precarias y peligrosas, todos los rincones del país, desde ambas vertientes a las montañas más altas, observando, investigando, dialogando, tomando notas de las especies que habría que proteger, mientras trataba de ganarle la carrera, a las amenazas hijas de la mayor tasa de deforestación en el planeta, que sufría Costa Rica en los años 70.

Agregó Chaves: “Yo amo la naturaleza, yo creo en proteger el ambiente; pero antes uno se va a fijar. Yo no me quejo de las tortas de alguien más; mi trabajo es arreglarlas. Se acabó el humo, la hablada, el hay que hacer, porque ya estamos haciendo. Este es un Gobierno de gerentes; no de habladores. El plan señala cuántos predios están en disputa, cuánta tierra hay que declarar refugio, para compensarle a las ranitas, las culebras y los venados».

Pues han de saber los que escucharon y leyeron al presidente, que la creación de parques nacionales y otras áreas de conservación, no han sido ocurrencias sin fundamento, ni tampoco se puede disminuir al mínimo grotesco, la importancia de la flora y fauna que se ha logrado preservar. No es un asunto de unas «ranitas», sino de una riqueza natural invaluable, irreparable, que hoy se protege en más de un millón trescientas mil hectáreas del territorio nacional, aunque ello moleste a Chaves, quien se dice amante de la naturaleza.