Orlando Barrantes Cartín
Cuando los españoles ingresaron por primera vez a Costa Rica entrando por Nicaragua, después de 1544 año en que los indígenas del atlántico matan al primer conquistador de Costa Rica Diego Gutiérrez cerca del Rio Reventazón, encuentran una abundante y vigorosa población autóctona entre Nicoya y Santa Cruz.
En ese momento histórico ya los españoles habían empezado a explotar las minas de plata y cobre en Perú y Bolivia.
Como aún no existía la actividad económica que creó el sistema de compra y venta de personas africanas, los negros, los españoles despoblaron las costas del Pacífico. Miles de niños, mujeres y hombres fueron brutalmente extraídos de sus comunidades, en Guanacaste, embarcados en las naves españolas y trasladados a trabajar, sin paga, a las minas sudamericanas.
Como para los españoles los indígenas no eran humanos, certificado por los curas y la iglesia católica al tranquilizar a la Corona Española diciéndoles que los indígenas eran «criaturitas de Dios que NO tenían alma», los españoles nunca llevaron un censo de las personas indígenas deportadas, de manera que nunca sabremos quienes eran, cuántos eran, sus nombres, eran familiares entre sí, ¿amaban sus hijos?, ¿tenían ilusiones?
A mi entender, al imperio español no hay que darle rostro humano, porque no lo tenía.