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Etiqueta: crisis ambiental

Espectacularización del activismo ambiental: una reproducción del problema

Por Ana María López Ulate, Marget Martínez y Matthías Pelz Seyfarth
Estudiantes de Geografía, Universidad de Costa Rica
01 octubre, 2022

La cuenca del río Grande de Tárcoles drena una parte importante del agua del Gran Área Metropolitana (GAM) que fluye en dirección suroeste hasta desembocar en el océano Pacífico, junto con una parte importante de los desechos que ahí se producen. El volumen de estos desechos drenados en esta cuenca le ganaron el título de la más contaminada de Centroamérica.

Una parte de estos desechos terminan depositados en la playa Guacalillo, al norte de la desembocadura del río Grande de Tárcoles. Esto ha convertido a esta playa en un escenario de repetidas jornadas de recolección de basura que llevan a cabo organizaciones no-gubernamentales (ONG) ambientalistas y empresas privadas en el marco de sus actividades de “responsabilidad social corporativa”, entre otras organizaciones y actores.

Dichas jornadas son siempre documentadas y publicadas en forma de fotografías, videos e historias en redes sociales por las mismas organizaciones mencionadas y las personas asistentes en sus perfiles personales. Cualquiera que haya asistido a actividades de este tipo puede confirmar, de alguna manera u otra, la posición central que ocupa el espectáculo en estas.

Este carácter de espectáculo impregna el resto del activismo ambientalista en Costa Rica y el mundo, y tiene sus orígenes en la conceptualización y abordaje reduccionistas de la crisis ambiental, en tanto se reducen sus causas a un exceso de emisiones de gases de efecto invernadero; el más emblemático y espectacular de todos siendo el dióxido de carbono (CO2). Así, el deseo de un futuro ambientalmente estable se articula en torno al deseo de reducir las emisiones de CO2.

Como vemos, Costa Rica no escapa de este activismo ambientalista institucionalizado. Actualmente vemos la organización de cumbres para hablar sobre el cambio climático, donde el tema principal sigue siendo la emisión de gases. Lo cual es de importancia, pero puede reflejar lo poco que se abarca el carácter geopolítico de la crisis. Dejando de lado la incidencia que ha tenido la modernidad capitalista en la estructura de las relaciones sociales y la contribución que este factor ha hecho respecto a la crisis.

Por otro lado, también han surgido diversos grupos organizados que se dedican a concienciar a la población civil acerca de: gestión de residuos, producción y consumo de manera responsable, protección de ecosistemas, entre otros. Pero nos ha sido imposible ignorar el hecho de que muchos de ellos son dirigidos por organizaciones no gubernamentales más grandes, las cuales cuentan con una agenda ya establecida enfocada en los puntos mencionados anteriormente. Lo cual intenta contribuir de manera positiva a la mitigación de la crisis; pero si sumamos el hecho referente al espectáculo mencionado al inicio de este artículo, nos hace preguntarnos si de verdad contribuye a un cambio o sigue siendo similar a lo que se ha visto por años.

Ese deseo colectivo de un presente y un futuro sin calentamiento global se vuelca también a un accionar individual neurótico respecto a crisis. Mediante todo tipo de injerencias, se busca obsesivamente reducir estos gases de efecto invernadero. La gobernanza climática incentiva estos comportamientos, cuyo abordaje se basa en la adaptación y mitigación del cambio climático, con soluciones meramente técnicas, sin que se problematicen las relaciones desiguales de poder producidas por la antes mencionada estructuración moderna capitalista de la sociedad.

La presión por hacer y repetir lo que se consideran actos loables, se vuelve demandante e incómoda. Se cae en cuenta de que en realidad, estos accionares individuales no están resolviendo la magnitud planetaria del problema. Esto contribuye a un sentimiento de futilidad y pérdida de confianza frente a la validez de esas respuestas que se están dando de manera individual, y se desvía toda la atención del problema a los tomadores de decisiones y la comunidad científica.

Cabe entonces reflexionar sobre esta manera de actuar, y qué tanto se está aportando para sobrellevar un problema de tipo estructural. El activismo climático dentro del paradigma del desarrollo, para funcionar, tiene que deshacerse de todo aquello que resulta ambivalente y ambiguo, por lo que su metodología se ha basado en limitar y sistematizar la crisis. Esto no funciona porque la realidad está en constante cambio y movimiento, e incluso se ocultan realidades que son difíciles de discernir, así como límites que no resultan evidentes.

En contraposición a este paradigma, recordamos la importancia del pensamiento ecológico así como los movimientos ecologistas (no ambientalistas) como una alternativa sin pretensiones de dominar o controlar. Estos reconocen que la crisis se debe al carácter inherentemente extractivo y desigual del capitalismo y no la reducen a una crisis climática o de emisiones de carbono. Dichos movimientos resisten y apoyan luchas en defensa de los bienes comunes de toda la vida y por otras formas posibles de ser, saber y estar en el mundo, un mundo en el que esta vida no sea explotada en función de la acumulación sin fin.

Desde la Geografía comprendemos la importancia de reflexionar sobre las causas que subyacen a la crisis ecológica. Nos encontramos ante modos de producción que han moldeado la realidad como la conocemos y la forma en que entendemos el espacio, y que principalmente han agravado la degradación social y ambiental. Somos conscientes de que es necesario el cuestionamiento de lo ya establecido y que esto amerita transformación, empezando desde la propia disciplina. Nuevas geografías que trasciendan la objetivización técnico-científica y el dualismo ser humano-naturaleza son necesarias para atender las nuevas realidades propias de la era posmoderna.

Imagen: https://www.tec.ac.cr

Un retroceso ambiental inimaginable

Freddy Pacheco León, PhD

Al escuchar al señor presidente una presentación y leer luego el proyecto de ley que busca una reforma profunda de la Ley Orgánica del Ambiente (Nº 7554), percibimos que quienes elaboraron dicho proyecto desconocen mucho de las instituciones a las que desean erosionar sus funciones. Y lo hacen, según lo dijera Chaves, para que la comisión legislativa encargada de una “reforma del Estado” cumpla una tarea que, evidentemente, más bien corresponde conocer a la “Comisión Permanente Especial de Ambiente” de la Asamblea Legislativa, donde razonablemente se habrá de conocer los alcances de un proyecto que, entre otras cosas, traslada a un funcionario político dependiente directo del ministro de Ambiente, con “desconcentración mínima”, funciones y resoluciones técnico-científicas que hoy cumplen, colegiadamente, profesionales designados por la legislación que hace 27 años fuere aprobada como un esfuerzo por ubicar a Costa Rica en el camino del DESARROLLO SOSTENIBLE. Ello, como parte de la tarea que los 178 líderes políticos mundiales ratificaron en la cumbre de jefes de Estado de Eco-92 en Río de Janeiro, Brasil, que como uno de sus 27 principios estableció que “Para alcanzar el desarrollo sostenible, la protección del medio ambiente debe ser parte del proceso de desarrollo y no puede considerarse por separado”.

Con esta Ley Orgánica del Ambiente se crearon simultáneamente, el Ministerio de Ambiente y Energía (Minae), la Secretaría Técnica Nacional Ambiental (Setena), el Consejo Nacional Ambiental, el Tribunal Ambiental Administrativo, la Comisión Nacional para la Gestión de la Biodiversidad (Conagebio), el Fondo de Financiamiento Forestal (Fonafifo), y el Sistema Nacional de Áreas de Conservación (Sinac), especialmente.

En cuanto al Minae, éste fue resultado de la evolución que se diera del entonces Ministerio de Recursos Naturales, Energía y Minas (Mirenem) antes precedido por el Ministerio de Industria, Energía y Minas (MIEM) hasta 1990, cuando la cumbre de Eco-92 apenas estaba en etapa de planificación. Frente a la crisis ambiental planetaria, ya para entonces Costa Rica daba un gran paso adelante con la “Estrategia de conservación para el desarrollo sostenible” (Ecodes) concluida en 1990, producto de una gran participación de profesionales de diversos campos del desarrollo, de singular utilidad en esa década.

Con la creación del Minae en 1995, al nuevo ministerio se le asignaron funciones de gran trascendencia, para el país, como fueron el formular, planificar y ejecutar las políticas de recursos naturales, energéticas, mineras y de protección ambiental, así como la dirección, el control, la fiscalización, promoción y el desarrollo en esos campos. Tareas vitales a cumplir por lo que se le encarga fomentar el desarrollo de los recursos naturales, energéticos y mineros, y promover y administrar la legislación sobre conservación y uso racional de los recursos naturales, en el marco del DESARROLLO SOSTENIBLE, además de velar por su cumplimiento. No son tareas menores y por ello el ministro de Ambiente, como jerarca, tiene la potestad de dictar, mediante decretos ejecutivos, las normas y regulaciones obligatorias relativas al uso racional y a la protección de los recursos naturales, la energía y las minas. Por eso llama la atención que el señor presidente haya afirmado que “se le han quitado sus funciones que habrán de ser recuperadas”, en la presentación del proyecto de ley, pues, al contrario, se trata de un Ministerio de gran trascendencia, donde el jerarca cumple funciones ante la crisis del cambio climático, que son de vital importancia para Costa Rica y el planeta. Solo alguien muy ajeno al ámbito en que se mueve el Minae, podría afirmar tal cosa.

Dentro de dichas funciones, el ministro de Ambiente goza de una amplia gama de funciones determinativas, que ejecuta necesariamente para una buena administración, en coordinación con entes con desconcentración máxima, por ejemplo, la Secretaría Técnica Nacional Ambiental (Setena), a la que nos referiremos específicamente. Y lo hacemos así, pues no es exagerado afirmar, que constituye la columna vertebral del cuerpo institucional permeado por el concepto de desarrollo sostenible. Ese modelo de desarrollo que enlaza el desarrollo con la protección del medio ambiente. Que nos dice que para alcanzar el desarrollo humano se ha de tener presente la tarea de preservar la capacidad de los ecosistemas, resguardando que los recursos naturales y los servicios del ecosistema no se vayan a agotar, pues de ellos depende la economía, una sociedad justa y el futuro de las generaciones que apenas se levantan y que merecen una herencia ambiental que sustente una mejor calidad de vida.

Cabe anotar, principalmente para los más jóvenes y los desinformados, que antes de que iniciara la ejecución de la Ley Orgánica del Ambiente en 1995, no existía en Costa Rica un organismo con importancia similar a la Setena. No había nada que propiciara un efectivo desarrollo sostenible, que tuviera como guía alcanzar los objetivos de desarrollo humano. Ello mientras se sostiene la capacidad de uso racional de los recursos naturales con el fin de satisfacer las necesidades del presente, sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras. Por ello no se debe, como se hacía en el pasado, hablar de que existe un falso antagonismo entre economía y ecología cuando se trata del desarrollo sostenible, pues ambos han de ir de la mano.

Aunque la Setena tiene otras funciones, la escasez de recursos financieros, humanos y materiales que crónicamente padece, hace que casi exclusivamente se circunscriba su accionar a lo relacionado con las evaluaciones de impacto ambiental. A ese procedimiento internacional que se aplica a “las actividades humanas que alteren o destruyan elementos del ambiente o generen residuos, materiales tóxicos o peligrosos”, según dicta el artículo 17 de la Ley que nos ocupa. Evaluaciones que buscan mitigar, evitar e incluso compensar, el impacto que pudieren tener sobre el ambiente y sus recursos ciertas actividades de desarrollo. Y si existiera la decisión política por dotarla de recursos, proponemos que se le asigne el 1% del impuesto único a los combustibles, pues con aproximadamente 5.000 millones de colones, mucho mejoraría su gestión, pues los atrasos que se le achacan en ciertas resoluciones (cuando no se trata de errores de los asesores ambientales y desarrolladores) se deben a la insuficiencia de recursos financieros.

Es pertinente anotar cuán grande era el vacío en relación con las evaluaciones de impacto ambiental de innegable utilidad para proyectos que así lo requerían, como son los turísticos. Cuando se iniciaron las primeras construcciones del Proyecto Turístico Golfo de Papagayo (ley de 1982) durante la administración Calderón Fournier, luego de las necesarias expropiaciones en la zona de bahía Culebra en Guanacaste ejecutado en terrenos del Estado administrados por el Instituto Costarricense de Turismo (ICT), dentro de los requisitos promovidos por el arquitecto Javier Bolaños, gestor y primer director de ese trascendental Polo Turístico, estaba la obligación de que todo desarrollo turístico en el área del proyecto, tuviera que presentar al ICT, un “Estudio de Impacto Ambiental”. Pues resulta que las buenas intenciones se encontraron con una barrera. Al presentarse los primeros documentos, se encontró con que no existía en el gobierno un ente que pudiese recibirlos, analizarlos, tramitarlos y resolverlos, como lo hace hoy la Setena. Equivocadamente se acudió a la llamada Comisión Nacional de Estudios de Impacto Ambiental (Coneia) en el ámbito del Mirenem, que al rechazar ad portas los documentos que se presentaban a su consideración, explicaron que su deber se circunscribía a desarrollos mineros, como los tajos del Virilla, por ejemplo. Hubo entonces que acudir a la Universidad de Costa Rica para que profesionales de la misma, de manera especialísima, cumplieran con esa labor pionera tan importante.

Pero eventualmente, para satisfacción de los costarricenses y en pleno cumplimiento de convenios internacionales, leyes, decretos, directrices y jurisprudencia del Poder Judicial, se logró avanzar en un área de tanta responsabilidad ambiental. Es la Setena un organismo estatal del Minae, donde la desconcentración máxima busca garantizar que aspectos de tanta importancia como son las evaluaciones de impacto ambiental, sean resueltos por una secretaría técnica multidisciplinaria, donde las resoluciones se sustentan en criterios de carácter técnico y científico, y muy relevante, independientes del poder político. Su autoridad superior la conforma una comisión técnica donde el ministro de Ambiente es representado por un funcionario que ejerce el alto cargo de secretario general, quien preside las sesiones del órgano colegiado y ejecuta los múltiples acuerdos. Los otros miembros, nombrados por seis años y con dedicación exclusiva, son un especialista en ingeniería sanitaria (representante del Ministerio de Salud), un hidrólogo (del AyA), un agrónomo (del MAG), un ingeniero civil (del MOPT), un especialista en desarrollo energético (del ICE) y un representante de las universidades estatales. Por otro lado, la instancia de apelación de sus resoluciones es la persona del ministro de Ambiente como máximo jerarca.

En virtud de que una resolución de dicha Secretaría Técnica es determinante para otorgar o no, la viabilidad ambiental que requiere todo proyecto de más de mil metros cuadrados (no para “una casita de 150 metros cuadrados”), con las consecuencias previsibles de carácter económico, social, ambiental, sanitaria, etcétera, los costarricenses y extranjeros acuden a la Setena para cumplir con la legislación ambiental derivada de la Constitución Política, la Ley Orgánica del Ambiente, decretos sobre procedimientos que se han ido emitiendo conforme se ha desarrollado la experiencia dentro de la Setena, y legislación conexa. Y lo hacen, con la confianza de que los acuerdos del órgano colegiado se sustentan en criterios objetivos, científicos, técnicos, independientes del sentimiento político circunstancial que pudiere privar en ciertos momentos. Aunque lamentablemente ha sucedido, en ciertos momentos la “contaminación política” se ha hecho presente, y ejemplo de ello es una acción ilegal de un secretario general, como sucediera con la construcción del nuevo edificio de la Asamblea Legislativa, ejecutada insólitamente, sin gestionar siquiera la correspondiente viabilidad ambiental.

De arrebatarse a la Secretaría Técnica (“Comisión Plenaria”) esa función colegiada para trasladarla a un funcionario dependiente directo del ministro de Ambiente, que difícilmente va estar libre de criterios políticos a favor o en contra de una viabilidad ambiental, se estaría retrocediendo muchos años en el campo de las viabilidades ambientales; sería un evidente caso de regresión ambiental que no merece Costa Rica, un paso atrás devastador. No se trata de una “reforma del Estado” propiamente dicha, sino de algo muy diferente, que contamina fibras sensibles de la estructura ambiental, cimiento del desarrollo sostenible.

Más de medio centenar de proyectos de significativo impacto ingresan anualmente a la Setena, de áreas como infraestructura de servicios, industrias, edificios residenciales, plantaciones agroindustriales, extracción de materiales en ríos y tajos. Al desconocerse lo anotado en este prejuiciado proyecto contra la Setena, un “Superman» sería el único responsable, de resolver según su “sabio entender”, lo que le aconseje una comisión que nacería con un reglamento que habría de publicarse unos nueve meses después del ejecútese a la ley.

Por espacio no podemos analizar otros aspectos que, igualmente no tienen relación alguna con la “reforma” estructural del Estado, sino más bien con la imposición de directrices sobre la gestión del campo ambiental, formuladas sin sustento científico-técnico. Una de ellas tiene que ver con la gestión de las aguas subterráneas, ¡nuestra riqueza más valiosa!, que hoy es bien resguardada por el Servicio Nacional de Aguas Subterráneas, Riego y Avenamiento (Senara). Pues resulta que en el ocurrente proyecto se le arrebata al Senara, donde las resoluciones obedecen criterios objetivos de profesionales especializados, y muy importante, actuando colegiadamente, la tarea de “administrar” las aguas subterráneas. Función que recaería en la muy incompetente Dirección de Aguas del Minae, que funciona casi en forma unipersonal. O sea, a esa misma Dirección que no se enteró de la perforación de más de 40 mil pozos ilegales, se le encargaría como premio a su incompetencia, el ordenamiento, disposición y organización de las aguas subterráneas, gracias a una reforma que se le haría a la Ley de Aguas. ¡Nada menos!

En fin, el proyecto, pese a lo dicho por el señor presidente Chaves, no debería ser dictaminado en la comisión de “Reforma del Estado”, sino obligatoriamente, en la “Comisión Permanente Especial de Ambiente” de la Asamblea Legislativa, presidida por el diputado liberacionista Gilberth Jiménez Siles pues, como hemos visto, afecta muy sensiblemente la gestión ambiental de Costa Rica. Confiamos que esa será la decisión del Directorio Legislativo, para así tener oportunidad de que los sectores conocedores del tema, puedan exponer ante los señores diputados sus observaciones pertinentes, y se desarrolle un diálogo fructífero entre quienes sí conocen del tema, antes de que se fuere a recomendar al Plenario Legislativo una resolución que podría significar una señal muy distante del prestigio de Costa Rica en el campo ambiental.

Desobediencia de sentencia de Sala IV sobre Crucitas tendría consecuencias judiciales para la administración de Rodrigo Chaves

Comunicado de prensa

  • Ecologistas denuncian ante la Sala Constitucional incumplimiento de sentencia en caso de minería ilegal en Crucitas

(FECON, 10/07/2022) La Sala Constitucional ha notificado este pasado viernes a los jerarcas de MINAE y MINSA para concederles tres días hábiles para presentar información de las acciones desarrolladas en materia de seguridad y para que se defina un plan de contención para la minería ilegal en la zona Crucitas, así como las acciones que se ejecutan en la actualidad para hacer una valoración de la magnitud e intensidad del daño ambiental, el levantamiento topográfico de los cuerpos de agua, la valoración y muestreos de los niveles de mercurio en agua, suelo y sedimentos, se establezca una línea base de seguimiento y se tomen las medidas técnicas que correspondan para remediar los daños ambientales.

Estas obligaciones están contenidas en la resolución n.°2021-020047. El abogado especialista en materia ambiental Álvaro Sagot y la Federación Costarricense Para la Conservación de la Naturaleza han denunciado al Poder Ejecutivo por desobediencia a lo ordenado por la Sala IV en dicha resolución bajo el expediente N° 19-011277-0007-CO. Este recurso de amparo, declarado parcialmente con lugar, fue presentado ante la grave crisis ambiental provocada por la minería ilegal en Crucitas y sustentado en las responsabilidades que tiene tanto el Ministerio de Ambiente como el Ministerio de Salud en materia de salud pública y salud ambiental.

Según Álvaro Sagot “uno se los aspectos más importantes por los que hemos acudido a reclamar desde el sector ecologista a Sala Constitucional sobre los daños ambientales en Crucitas, es que no existen medidas de mitigación, ni de restauración. Precisamente detrás de ello es lo que andamos. Por eso hemos hecho un aviso de desobediencia en tanto la parte institucional, entiéndase MINAE y MINSA no nos han contestado nuestros escritos de denuncia, tal cual lo había ordenado la Sala Constitucional. Dentro de estos escritos está el cronograma del Plan de Restauración y Mitigación de daños ambientales en la Zona Norte».

En la resolución los magistrados y magistradas expresaron que “queda evidenciado que, a la fecha de resolución de este recurso de amparo, las autoridades recurridas no habían planificado la elaboración de ningún plan de mitigación, compensación o restauración de los daños ambientales constatados”. A la fecha no existe evidencia de que estos planes de mitigación fueran realizados por parte de las autoridades, mucho menos se han desarrollado acciones como las exigidas por el alto tribunal de justicia.

El poder ejecutivo tiene hasta el próximo jueves para demostrar el cumplimiento de la sentencia judicial, de lo contrario estaría la administración de Rodrigo Chaves a las puerta de “la apertura de un procedimiento administrativo contra el funcionario remiso a cumplir con lo resuelto por esta Sala y, además, que se ordene testimoniar piezas ante el Ministerio Público por la eventual comisión del delito de desobediencia.” según dice la comunicación enviada este viernes por la magistrada Ana Cristina Fernández Acuña a los jerarcas de MINAE y de MINSA.

La destrucción provocada por la minería ilegal se da después de que la compañía canadiense Infinito Gold abandonara las operaciones en el país luego de que el Tribunal Contencioso Administrativo anulara la concesión otorgada bajo el gobierno de Oscar Arias Sánchez luego de ser demostradas diversas irregularidades en su tramitación. 

2021-2022: Después de la duda ¿podría renacer la esperanza?

Luis Paulino Vargas Solís

El 2021 ha dejado sembrada la duda, que se resume en una enorme pregunta ¿podrá la humanidad salvarse de sí misma?

La pandemia del Covid-19.

Se ha demostrado que tenemos el potencial, pero no necesariamente la voluntad. Muchísimas muertes pudieron evitarse, si tan solo hubiésemos sido capaces de reconocer que la pobreza y la marginalidad potencian el contagio y si, entonces, hubiésemos actuado con el grado de solidaridad, empatía y compasión que ello demandaba. Y si la ciencia, financiada con fondos públicos, hizo posible el temprano desarrollo de las vacunas ¿por qué estas han terminado siendo un negociazo en manos de las grandes farmacéuticas y por qué son acaparadas por los países ricos? Más allá de la restricción injustificada de las patentes, y de los criminales bulos antivacunas, deberían estarse produciendo a escala masiva y distribuyendo equitativamente, para convertirlas en un derecho universal.

El cambio climático y la crisis ambiental.

Hacer cumbres mundiales de las que salen acuerdos “voluntarios” de alcance simbólico. Más que ridículo, resulta suicida. Los lobbies de las petroleras, como los de las farmacéuticas, siguen hipnotizando, con sus fajos de billetes, a las élites políticas del mundo, cuando aquí mismo, en Costa Rica, sigue circulando la taradez de no entender que el único lugar correcto donde el petróleo pueda estar, es debajo de la tierra. Llegados a este punto, ya nada podrá salvarnos de las consecuencias del calentamiento global. Pero todavía podríamos evitar la catástrofe total. También en este caso, tenemos el potencial, que la ciencia nos proporciona, pero no la voluntad. Mezquinos intereses económicos y políticos nos paralizan.

La desigualdad y la pobreza.

No se ha entendido el enorme potencial agravante que tienen estos factores, en relación con el Covid-19, ni tampoco parece entenderse que el abordaje de la crisis climática, debe obligatoriamente basarse en una elemental, pero ineludible, noción de justicia climática. El mundo debe obligatoriamente cambiar, pero el cambio no puede ser ni de la misma dimensión ni de la misma calidad, en los países ricos que en los pobres; para el 1% de los súper-ricos que para el resto. Y especialmente debe proteger a quienes son más pobres y vulnerables.

Para todos y todas: un venturoso 2022. Nos toca hacer renacer la esperanza y construir un mundo mejor ¡hagámoslo, por favor!

Compartido con SURCOS por el autor, publicado además en su página de Facebook.

Extensión, vinculación y acción social ante el cambio climático y la crisis ambiental

Del 26 al 29 de octubre del 2021 se desarrolló el XVI Congreso Latinoamericano y Caribeño de Extensión y Acción Social Universitaria, bajo la modalidad virtual.

En el marco de esta actividad, el pasado miércoles 27 de octubre del 2021 se llevó a cabo el segundo eje, en el cual se contó con un panel internacional que desarrolló el tema: Extensión, vinculación y acción social ante el cambio climático y la crisis ambiental. Se contó con la participación de:

  • Dr. Osvaldo Durán-Castro, Instituto tecnológico de Costa Rica
  • Msc. Elizabeth Cristina Valenzuela Camacho, Directora técnica fondo Acción Colombiana
  • Dr. José Manuel Silvero, Universidad Nacional de Asunción
  • Moema Viezzer, Observatorio Ambiental, Universidad Latinoamericana 

En el enlace adjunto se podrá ver el video de la jornada inaugural, el cual contiene además información general del Congreso, así como el Panel I: Perspectivas teóricas y metodológicas en la praxis de la extensión, vinculación y acción social ante el cambio climático y la crisis ambiental.

https://youtube.com/playlist?list=PL1m2kNAEJqbcnWRNxhc5zDEqMqfLHadzf

Compartido con SURCOS por Osvaldo Durán Castro.

DE LO HUMANO E INHUMANO EN LA PANDEMIA

COLUMNA LIBERTARIOS Y LIBERTICIDAS (11)
Tercera época

Rogelio Cedeño Castro, sociólogo y escritor costarricense

Contra toda opinión, presuntamente racional e incluso emotiva, alguna gente (no mucha, probablemente) habría pensado que, ante un peligro tan inminente y cierto de aniquilación para la humanidad entera, o al menos como una amenaza potencial de muerte para los individuos de la especie, como es lo que viene sucediendo en el caso de la presente pandemia del covid 19, lo que hace entrar en pánico a algunos sectores de la población, tendríamos una actitud generalizada ante los desafíos de la lucha cotidiana por la existencia entre los propios seres humanos que implicaría un importante cambio: la posibilidad de que en vez de adoptar, de una manera reiterada, la consabida tonalidad de la feroz lucha por sobrevivir, e ir mucho más allá, acumulando poder y riquezas, se daría algún tipo de impasse que abriría las puertas a la cooperación, la solidaridad y la protección hacia los más desfavorecidos de la fortuna. La verdad es que nada de esto ha ocurrido, y el sólo hecho de mencionar esa posibilidad haría sonreír a muchos, corriendo el riesgo quien así piense de ser tratado cuando menos de ingenuo e inocente, por no mencionar los innumerables epítetos a que tal enunciación podría dar lugar. En síntesis, los límites entre lo racional y lo meramente instintivo no han sido transpuestos, dado que seguimos aferrados a una racionalidad meramente instrumental, aunque acentuada con un importante componente instintivo. El utilitarismo mercantilista viene a ser más poderoso que cualquier otro tipo de consideración, a lo que se añade el llamado altruismo genético que lleva al individuo a proteger únicamente a aquellos que tienen sus mismos genes.

Por otra parte, cabe afirmar que la convivencia entre la especie humana, individual y colectivamente considerada, y el resto de la naturaleza, si damos una mirada ligera al horizonte histórico de nuestro tiempo, se encuentra en muy malos términos. Estamos ante un fatal desencuentro que la mayor parte de las gentes se rehúsan a mirar, o a considerar siquiera.

Buena parte de esta actitud tan generalizada, la de continuar en nuestra cotidianidad cómo si nada estuviera pasando, podría responder a mecanismos de defensa inherentes al ser humano y relativos a la propia estabilidad emocional, pero también a innumerables prejuicios, los que van desde motivaciones “religiosas” o políticas de las más variadas que conducen a rehusar un tratamiento determinado, aunque en otros casos a negar la existencia de una crisis ambiental como la que enfrentamos a escala planetaria, algo que podría estar implicando la lenta consumación de un suicidio colectivo, claro que como un acto del que no se tiene conciencia.

El priorizar el crecimiento económico y el aumento de la producción de bienes y servicios, sin entrar en otro tipo de consideraciones podrían estar llevándonos al abismo, de una manera mucho más acelerada de lo que pudiéramos imaginar. Tal es el caso del llamado calentamiento global y su relación con la intensa deforestación de las décadas más recientes (Bolsonaro y sus amigos en Brasil), la contaminación de los mantos freáticos y del agua de los ríos que amenazan las reservas de este líquido destinadas para el consumo humano presente y futuro. Los tiempos decimonónicos del novelista francés Julio Verne (1828-1905), quien en sus “Veinte mil leguas de viaje submarino”, a través de su personaje el Capitán Nemo, nos hablaba de los inagotables recursos de los mares, son sólo ya un lejano recuerdo.

Las imposibles discusiones entre las más diversas gentes y los encrespamientos de la atmósfera social, cada vez más frecuentes y revestidos de una complejidad creciente a medida que se prolongan la llamada pandemia y sus efectos se tornan más visibles, pero sobre todo porque da la impresión de ser un fenómeno de naturaleza patológica que al parecer llegó para quedarse, con el agravante de que el virus registra numerosas mutaciones lo que hace más complejo producir inmunidad, precisamente por esa condición del tantas veces mencionado agente patógeno.

Convendría recordar al respecto, y a propósito de las discusiones sobre los alcances y posibilidades de la llamada “vacunación”, como un evento que podría no serlo en estricto sentido, algunas consideraciones al respecto del doctor Juan Jaramillo Antillón ( LOS CUATRO JINETES DEL APOCALIPSIS MODERNO Editorial Universidad de Costa Rica San José CR 2000), cuando nos recuerda que “Con el descubrimiento del antibiótico penicilina, el mundo médico se llenó de un optimismo desbordante y llegó a opinar que la era de las infecciones se había acabado y, poco a poco, todas las bacterias patógenas serían destruidas por los nuevos descubrimientos. Olvidaban que las bacterias son los seres vivos más viejos existentes y que conviven con el hombre en su intestino, alimentándose ahí y, a su vez, ayudan a este ser a sobrevivir. Ellas participan en la producción de diferentes elementos esenciales como la vitamina B 12, otras vitaminas y enzimas digestivas para metabolizar alimentos; aparte de combatir bacterias extrañas cuando son ingeridas, colaboran los mecanismos inmunológicos defensivos a nivel linfático de la pared intestinal. Hoy no solo las bacterias no han desaparecido, sino que estas y los virus no responden en muchos casos a los antibióticos. Por otro lado, las bacterias anteriormente susceptibles de destrucción por antibióticos simples se han hecho resistentes como es el caso de los estafilococos, el enterococo, las neisserias, el haemophilus influenzae y otros más; con ello, están provocando gran morbilidad y mortalidad en personas y niños infectados. Posiblemente, la causa fundamental de esto sea el uso abusivo y descuidado de antibióticos, que se emplean para combatir gripes e infecciones simples y, como resultado ello, aparecen las resistencias. Los antibióticos están siendo dados a los animales como los pollos y el ganado de engorde para aumentar su crecimiento, pero, a la vez, al ser ingeridos por las personas están sustancias les crean resistencia o contribuyen a producir alergias” (op.cit p 55). Es decir que la ciencia por un lado ha puesto límites o ha amenazado a los agentes patógenos más diversos, por el otro ha creado resistencia a nuevos tipos de virus, muchos de ellos resultado de las constantes mutaciones que se producen en la naturaleza, razón por la que: “Como corolario de este problema entre seres humanos y bacterias, debemos tener en cuenta que a menos que nos ataquen produciendo enfermedades, debemos tratar de convivir con ellas en nuestro interior y en el ambiente. En este caso, nos usufructúan y nosotros las necesitamos para diversos procesos necesarios para sobrevivir. Lo anterior es un fiel ejemplo de cómo el hombre descubre y crea sustancias salvadoras y a la vez en poco tiempo estas se convierten en un arma de doble filo. De acuerdo con el Centro de Control de Enfermedades de Atlanta en Estados Unidos, 50 millones, de las 150 millones de recetas hechas para antibióticos en ese país, eran innecesarias y contribuyeron a la aparición de resistencias” (Jaramillo Antillón, op.cit).

Es probable que la solución a la presente crisis sanitaria pase por la vacunación voluntaria, asumida en el sentido de la naturaleza experimental de un procedimiento al que hubo que acudir para evitar mayores males en lo inmediato, dejando de lado las posturas o teorías de la conspiración que no hacen más que agravarla. Seguirá existiendo el problema del acceso de los “no vacunados” a ciertos espacios públicos, y la interminable discusión entre la ética utilitarista de algunos, en este caso los que rechazan ese procedimiento y una que busque ocasionar el menor mal posible, siempre en el entendido de que existe un potencial riesgo de ser afectado por el agente patógeno causante de esta crisis, la primera en la historia de la humanidad con estas dimensiones tan aterradoras.

La ilusión del “oro negro”

Dr. Luis Paulino Vargas Solís
Economista
Director a.i. CICDE-UNED

Este lunes 16 de agosto de 2021, en la sección de comentarios de opinión de CANARA, escuché algunas cosas que me dejaron perplejo. El autor, de nombre Carlos Roldán, afirmaba básicamente dos cosas: permitir la explotación de petróleo en Costa Rica resolverá nuestros problemas fiscales y, además, permitirá reducir las emisiones de gases de efecto invernadero a nivel mundial. O sea: Roldán nos dice que, para reducir los gases generados por los combustibles fósiles, hay que extraer, refinar y usar combustibles fósiles. De entrada, suena paradójico, pero, en todo caso, la cuestión amerita un examen más detenido.

La propuesta encuentra sustento en dos tesis. Primero, el transporte del combustible que importamos, realizado por vía marítima, conlleva una importante emisión de gases de efecto invernadero, que se dejaría de hacer al producirse localmente esos combustibles. Segundo, en Costa Rica el petróleo sería extraído y refinado utilizando electricidad “100% renovable” (hidroelectricidad), mientras que en Estados Unidos se obtiene con base en electricidad generada “quemando combustibles fósiles”.

Ambas ideas son correctas. Efectivamente, arriba del 80% y, según el año, incluso más del 90%, de nuestras importaciones de combustibles, provienen de Estados Unidos, cuyo abastecimiento energético se basa, en alrededor de un 80%, en combustibles fósiles (petróleo, gas y carbón). Y, sin embargo, es incorrecta la dicotomía que se plantea. La opción no es entre importar combustibles fósiles o producirlos localmente, sino entre los combustibles fósiles frente a otras fuentes energéticas alternativas, que no generen gases de efecto invernadero, y que tengan los mínimos impactos posibles sobre los ambientes naturales y el legado sociocultural de las poblaciones.

La migración hacia esas fuentes energéticas realmente limpias, resume el dilema realmente importante. Se trata de una decisión impostergable, no como opción ideológica, y sí, en cambio, como exigencia de la realidad. La crisis ambiental planetaria no autoriza ninguna otra posibilidad ¿Será posible que haya personas que aún no se dieron cuenta?

Y en cuanto a resolver el problema fiscal, me parece que ahí la cuestión naufraga. El señor Roldán habla de una riqueza que, a valor actual, equivaldría a $350 mil millones, equivalente al valor total de la producción nacional (el PIB) generada durante casi seis años, lo cual presuntamente le daría al gobierno, ingresos anuales por un monto de $3.900 millones (cerca del 6,5% del PIB). Pero para que esa riqueza se monetice, habrá no solo que extraer y refinar el petróleo, sino, además, exportarlo, puesto que, como es obvio, el mercado costarricense no podría, ni absorber y consumir internamente tan enorme oferta petrolera ni aportar las fabulosas cifras en dólares de que se nos habla, puesto que no generamos dólares por nuestra cuenta y pagamos los combustibles en colones. Para estimar la capacidad de consumo del mercado nacional, baste recordar que nuestras importaciones de combustibles y lubricantes, sumaron $1.625 millones en 2019 y cayeron a poco más de $900 millones en 2020 ¿De dónde saldrían los $3.900 millones que el gobierno presuntamente recaudaría, como no sea de muy significativos volúmenes de exportación? De modo que los gases de efecto invernadero que no se emitan al dejar de importar, se emitirán al exportar, pero en mucha mayor cuantía, ya que implícitamente se está hablando de exportaciones por un monto sustancialmente mayor a lo que hoy día importamos.

Pero, además, ¿cuántos años tardaremos para tener a punto la producción y exportación petrolera? ¿Qué hacemos entretanto con nuestros problemas fiscales? Y, además, ¿cerraremos los ojos ante el desastre climático para resignarnos a depender perpetuamente de transporte movido por combustibles fósiles?

NOTA: el comentario de CANARA al que hago referencia, puede escucharse aquí: https://www.panoramadigital.co.cr/prohibir-la-extraccion-de-petroleo-una-accion-contra-el-ambiente/

 

Compartido con SURCOS por el autor y publicado en su blog: https://sonarconlospiesenlatierra.blogspot.com/

Crisis ambiental: Cambio Climático y pérdida de biodiversidad

Por: Observatorio BC

El pasado mes de junio (2021), se publicó por parte de IPBES-IPCC el documento de trabajo titulado «Biodiversidad y Cambio Climático», nos presenta algunos datos importantes con respecto a la crítica situación ambiental que atravesamos, así como plantearnos algunos desafíos en torno al impacto de las políticas sobre adaptación al cambio climático, centradas en la captación de carbono, que según este documento no están abordando de manera integral la situación ambiental, por ejemplo, no contemplan las condiciones de vulnerabilidad de la biodiversidad de nuestro plantea.

El enlace de la nota es el siguiente: https://bit.ly/3eGHSID

Adjunto se encuentra la infografía del tema:

 

Compartido con SURCOS por Luis Sanabria Zaniboni.

El ambientalismo del gobierno profundiza las crisis

COECOCeiba – Amigos de la Tierra CR

Este es un primer artículo de tres que analiza la actual coyuntura. En este primer artículo, daremos nuestra visión de qué tipo de gestión ambiental plantea el actual gobierno. En un segundo artículo, analizaremos algunas de las propuestas y políticas que el gobierno ha seguido o puesto en práctica. Finalmente, el tercer artículo hablará de soluciones reales a las crisis.

Costa Rica está viviendo una crisis profunda en la actualidad. El COVID 19 aceleró condiciones para que esa crisis se manifieste con la gravedad con que hoy la vivimos: una cuarta parte del país en condiciones de pobreza, las tasas de desempleo más altas de las últimas décadas, la situación fiscal, una violencia estructural cada vez más fuerte, son solo ejemplos que muestran que es necesario un cambio de sistema.

Lo ambiental no es ajeno a esta crisis: invasión de monocultivos en áreas protegidas, debilitamiento de la legislación y políticas ambientales, grave erosión y retroceso de espacios de participación ciudadana, criminalización de quienes defienden el ambiente, grave retroceso en derechos (de Pueblos Indígenas, de comunidades locales, del público en general) y el aumento de recetas que son presentadas como soluciones a las crisis, pero más bien profundizan sus causas. El cambio de sistema es más que necesario, de lo contrario la realidad que nos tocará enfrentar será más dura de la que estamos empezando a vivir hoy.

El COVID 19 a su vez, ha permitido que distintos actores, se refieran a dos realidades: la vieja que ha creado pobreza, grandes desigualdades, una enorme inequidad y un gran deterioro y destrucción ambiental. Y una nueva, que a todas luces debe ser distinta. Eso sí, en Costa Rica no se ha promovido un debate con amplia participación de todos los sectores, con relación a cuál debe ser esa nueva realidad.

El presidente Carlos Alvarado ha dicho que hay que “incorporar la protección de la naturaleza como centro de las decisiones comerciales y financieras para enfrentar la crisis que ha generado en el mundo el COVID-19 (…) En ese contexto, sostiene que la pandemia es una oportunidad para cambiar la forma en que comemos, vivimos, crecemos, construimos y potenciamos nuestras vidas para lograr una economía sana y resiliente, baja en emisiones de carbono y «positiva para la naturaleza» y detener así la crisis que se generará por la pérdida de biodiversidad para el año 2030.” (1)

La intención puede parecernos positiva: si el sistema de desarrollo dominante ha destruido la naturaleza y ha provocado la enorme crisis que vivimos, nada es más necesario que adoptar enfoques distintos que superen ese modelo y nos lleve a construir mejores condiciones de vida dejando de lado la destrucción y deterioro de la naturaleza. Es necesario un cambio de sistema. Sin embargo, debemos preguntarnos ¿será esa nueva realidad distinta a la vieja realidad?, ¿en qué lo será?, es cierto que hay que proteger la naturaleza, pero ¿para qué?, ¿quién lo hará y cómo tomará las decisiones?, ¿estaremos frente a un cambio de sistema promovido desde el gobierno?

Las declaraciones citadas líneas arriba del Presidente Alvarado nos da pistas de hacia donde él, su gobierno y sus socios nacionales e internacionales se dirigen. El Presidente Alvarado, dijo lo que señalamos líneas arriba en su condición de co-presidente de la comunidad Champions for Nature. Lo dijo además, durante la conferencia virtual del Foro Económico Mundial (que lanzó en esa misma reunión, el Nuevo Informe de Economía, el cual plantea Soluciones Basadas en la Naturaleza como motor de reactivación económica en el mundo) (2).

Para entender el carácter de esa intervención es importante recordar que el Foro Económico Mundial es lo que se conoce como el Foro de Davos. Este, es una reunión anual que se celebra en Suiza donde asisten las más grandes corporaciones, algunos presidentes y otros actores afines. Este Foro inició como reacción al Foro Social Mundial que se organizaba en Porto Alegre, Brasil como un encuentro anual de movimientos sociales a nivel global que se reunían para compartir, discutir y construir propuestas comunes en distintos niveles. Además, el Presidente Alvarado dio ese discurso no como un invitado más de ese foro corporativo, sino como presidente de Champions for Nature (3), una instancia del mismo Foro Económico Mundial donde Alvarado está en su presidencia (junto al presidente de Unilever y la subsecretaria del Programa Ambiental de Naciones Unidas). Es decir, Alvarado le estaba hablando a los de su casa que son quienes tienen una enorme responsabilidad en la creación de las causas que provocan la crisis que actualmente estamos viviendo.

Durante toda esta crisis, hemos visto cómo actúan los distintos actores. Las grandes corporaciones transnacionales -las mismas que van todos los años a la reunión del Foro Económico Mundial o Foro de Davos- siguen adueñándose de enormes cantidades de territorio para expandir el monocultivo, no han modificado en nada su forma de producción y más bien, utilizan falsas soluciones y promesas para expandir sus negocios (4). En Costa Rica hemos visto que el agronegocio sigue funcionando igual: en el monocultivo de piña, por ejemplo, en toda su cadena de producción, no solo se violentan derechos laborales, sino que se han convertido en foco de diseminación del COVID 19. Fomentan también la contaminación de acuíferos, invaden áreas de protección, fomentan el uso intensivo de plaguicidas, entre otros. Las amenazas al ambiente van más allá, se busca abrir legislación para volver a actividades altamente contaminantes como la minería de oro, la pesca de arrastre, la exploración y explotación petrolera mientras otra es debilitada. Y desde el gobierno, se continúa con la promoción de medidas y políticas neoliberales que impactan negativamente al país. Por lo tanto, esperar que las palabras del Presidente Alvarado, que inicialmente pueden sonar bien, conlleven un cambio de sistema o al menos, un inicio para construir cambios estructurales, es una ilusión irreal. Es claro que los discursos que desde el gobierno costarricense dicen que es necesaria una nueva realidad, lo que vienen a hacer es profundizar aún más el modelo de desarrollo vigente. Así, la crisis ambiental, se convierte en una oportunidad para que políticas oficiales, brinden mayores oportunidades y beneficios a quienes han venido destruyendo el ambiente.

[1]El País, 15 de julio del 2020: http://www.elpais.cr/2020/07/15/costa-rica-propone-incluir-a-la-naturaleza-como-eje-de-decisiones-economicas-frente-a-la-pandemia/

[2]En el segundo artículo de esta serie, analizaremos las soluciones basadas en la naturaleza.

[3]https://www.weforum.org/communities/champions-for-nature

[4]En el segundo artículo de esta serie, nos referiremos a las mismas.