Skip to main content

Etiqueta: desigualdades

El gobierno de Biden: más allá de la multiculturalidad

El desajuste no es de raza, sino entre tener y no tener. La diferencia entre el 1% más rico y el otro 99% es terrible.
Jesse Jackson

Álvaro Vega Sánchez, sociólogo.

Después de la tragicomedia de Donald Trump en la casa blanca cualquier cambio merece ser celebrado, dirían algunos. Para otros, el optimismo alza vuelo con los cambios y rectificaciones anunciados por Joe Biden, como si se tratara de un presidente sin rostro imperial.

Recuerdo haberme acercado a un profesor para comentarle cómo el líder de los derechos de los negros, Jesse Jackson, celebraba con lágrimas el ascenso del primer presidente negro a la casa blanca, Barack Obama. Su comentario fue contundente: “Ninguna garantía, un negro con chofer en Estados Unidos se emblanquece”. Y una profesora de secundaria me compartía que un estudiante le comentó: “Profesora, qué bueno un presidente negro en Estados Unidos”, a lo que le respondió: “Ojalá que no tenga el hueso muy blanco”.

Por más que valoremos la multiculturalidad y la interculturalidad, con todo lo que significa de reivindicativo en el orden de los derechos humanos y culturales, el problema fundamental de los negros en Estados Unidos sigue siendo el acceso justo y equitativo a los recursos para una vida digna. Así lo constata el articulista David López quien, a propósito de una entrevista a Jesse Jackson, señaló: “La muerte de Floyd desató la tormenta, pero ha sido la crisis del coronavirus la que mejor ha expuesto la realidad en Estados Unidos. A pesar de ser solo el 13% de la población, los negros suponen el 30% de las muertes por COVID-19. Su falta de acceso al sistema de salud, su estilo de vida —las mujeres negras son las personas más obesas del país—, la mayor exposición por sus trabajos y su alarmante diferencia de recursos —una familia blanca tiene una riqueza media de 150.000 euros frente a los 15.000, 10 veces menos, de una negra— los convierte en los más vulnerables. “Hoy luchamos por la justicia económica, por la igualdad y por la paz”, me dice Jackson”[1].

En este aspecto, lleva razón el sociólogo Zygmunt Bauman al apuntar que el multiculturalismo, en el marco de la “tolerancia liberal” y a pesar del reconocimiento a la afirmación de las identidades diversas, “actúa como una refundición de desigualdades […] La fealdad moral de la privación de recursos se reencarna milagrosamente como la belleza estética de la variación cultural. Lo que se ha perdido de vista a lo largo del proceso es que la demanda de reconocimiento es impotente a no ser que la sostenga la praxis de la distribución, y que la afirmación comunal de la distintividad cultural aporta poco consuelo a aquellos cuyas elecciones toman otros, por cortesía de la división creciente desigual de recursos[2].

Atilio Barón, por su parte, destaca que la diversidad étnica del gabinete de Biden no es ninguna garantía de cambios sustantivos, pues la mayoría están “íntimamente ligados al gran capital”[3]. Por consiguiente, lo más probable es que seguirán prevaleciendo los intereses de los poderosos sobre las razones y argumentos a favor de un nuevo orden mundial más igualitario y menos depredador y guerrerista. Al parecer, la cuarta revolución de la inteligencia artificial y la robotización no significará la caída de la hegemonía del complejo científico-tecnológico y militar sobre el que se asienta el poder imperial de los Estados Unidos.

Y es que “cuando hablan las armas, callan las leyes”. También los intereses de los poderosos prevalecen hoy sobre los derechos, las razones y los argumentos. Para muestra un botón: la negociación actual del gobierno costarricense con el Fondo Monetario Internacional (FMI) donde ha quedado en evidencia que las razones no importan, los intereses sí.

El bipartidismo en Estados Unidos se asemeja mucho al costarricense de los últimos 40 años: dos caras de una misma moneda. Aunque en Costa Rica perdió legitimidad, entre otras razones por los múltiples escándalos de corrupción (CAJA-FISCHEL e ICE-ALCATEL, para referir los más publicitados), ha buscado reciclarse aliándose con el Partido Acción Ciudadana (PAC) que enarboló la bandera de la ética y la anticorrupción, pero que sigue gobernando al mismo estilo bipartidista neoliberal.

Volvemos sobre el viejo dicho popular: “Por más que la mona se vista de seda, mona se queda” (con perdón de la mona cuyas monadas resultan tan inocentes como artísticas y lúdicas). Ya tuvo Estados Unidos en el pasado un presidente demócrata que se vistió de defensor de los derechos humanos, Jimmy Carter, pero que fue tan solo un maquillaje de su rostro imperial.

Hoy, cuando estamos siendo sacudidos por una pandemia que azota sin clemencia a los pobres de la tierra y la prepotencia imperial de los grandes poderes fácticos de la globalización neoliberal que azota sin clemencia a la tierra de los pobres, no queda otra salida que apostar por otro mundo posible: dignidad y justicia para el 99% y salud y descanso para la tierra. Que prevalezca la fuerza de la razón y los buenos afectos sobre el imperio de las armas, el egoísmo humano y el desamor.

[1] https://www.revistavanityfair.es/poder/articulos/jesse-jackson-reverendo-entrevista-martin-luther-king-racismo-trump/46273

[2] Bauman, Zygmunt (2009) Comunidad. En busca de seguridad en un mundo hostil. Madrid; Siglo XXI p.103 (la cursiva es nuestra).

[3] https://www.pagina12.com.ar/318499-joe-biden-en-la-casa-blanca-ninguna-ilusion

 

*Imagen tomada de France24.

COVID-19: Proteger a los trabajadores en el lugar de trabajo

El COVID-19 revela con crudeza las desigualdades; y podría agravarlas
Por: Patrick Belser, Economista de la OIT

La pandemia del COVID-19 está exacerbando las desigualdades ya existentes: desde enfermar del virus, hasta mantenerse vivo o padecer las dramáticas consecuencias económicas. Las respuestas políticas deben
garantizar que el apoyo llegue a los trabajadores y a las empresas que más lo necesitan.

Opinión | 30 de marzo de 2020
Publicado en OIT Noticias

Desde los años 1980, la desigualdad de los ingresos se ha disparado en muchos países, lo que ha tenido graves repercusiones sociales y económicas. Hoy, la pandemia del COVID-19 pone crudamente de manifiesto esas desigualdades, tanto a la hora de contraer el virus, como de mantenerse en vida o de enfrentarse a las dramáticas consecuencias económicas. Algunos grupos, como los trabajadores migrantes y los trabajadores de la economía informal, se ven particularmente afectados por las consecuencias económicas del virus. Y las mujeres, que predominan en el sector público, están especialmente en riesgo.

El alto nivel de pobreza e informalidad, y la desprotección de algunos puestos de trabajo dificultan más la contención del virus.

Las respuestas deben asegurarse de que la ayuda llegue a los trabajadores y a las empresas que más lo necesitan, incluso a los trabajadores cuyo salario es bajo, las pequeñas y medianas empresas, los trabajadores autónomos y las numerosas personas en situación de vulnerabilidad.

Todos en situación de riesgo

Si bien hay trabajadores que pueden reducir el riesgo de contagio trabajando a distancia o beneficiándose de medidas de prevención, muchos otros no tienen esa ventaja pues ya están en situación de desigualdad.

A nivel mundial, 2.000 millones de trabajadores y trabajadoras (el 61,2 por ciento de la población mundial en el empleo) trabajan en el sector informal. Tienen más probabilidades de estar expuestos a riesgos de seguridad y salud al carecer de la protección apropiada, como mascarillas y desinfectante de manos. Muchas de estas personas viven en viviendas abarrotadas y en ocasiones carecen de suministro público de agua.

Ello no solo pone en peligro su salud, también reduce la eficacia de las medidas de prevención destinadas a la población en general.

La enfermedad como factor de mayor pobreza

Las desigualdades también se manifiestan de forma dramática si se contrae el virus. Para algunas personas, caer enfermo equivale a pedir una licencia por enfermedad, acceder a los servicios de salud y continuar percibiendo el salario, pero para quienes están en el extremo inferior de la cadena salarial, la situación es catastrófica. Muchos carecen de la cobertura de un seguro de salud y quedan expuestos al riesgo de morir. Es posible que ni siquiera tengan acceso a servicios de salud.

Incluso si en última instancia se recuperan, la ausencia de prestaciones de sustitución de los ingresos los expone a una situación de mayor pobreza. Se estima que, cada año, 100 millones de personas caen en la pobreza a consecuencia de gastos de salud desmesurados.

El dilema de “trabajar o perder los ingresos”

Los gobiernos y los bancos centrales han adoptado medidas de envergadura para preservar los puestos de trabajo y las empresas, y a proporcionar a los trabajadores ayuda a los ingresos. Desafortunadamente, no todos los trabajadores o las empresas se benefician de estas medidas. Para los trabajadores de la economía informal, la reducción de las horas de trabajo impuestas por la pandemia es sinónimo de pérdida de ingresos sin la posibilidad de percibir una prestación de desempleo.

Las microempresas y las pequeñas empresas informales, que constituyen el 80 por ciento de las empresas del mundo, suelen quedar fuera del alcance de las políticas públicas. Los trabajadores a tiempo parcial, muchos de los cuales son mujeres, los trabajadores temporales, o los trabajadores con un contrato de trabajo de corta duración y en la economía digital de ocupaciones transitorias, no suelen tener derecho a una prestación de desempleo o de ayuda a los ingresos.

Como trabajadores de la economía informal, muchas de estas personas afrontan el mismo dilema de “trabajar o perder sus ingresos”. Para pagar los alimentos y otros gastos básicos, siguen trabajando hasta que las medidas para limitar el contagio del virus los obligan a dejar de hacerlo. Ello agrava la inseguridad económica en la que ya se encuentran.

Se necesitan respuestas de política justas e inclusivas

La adopción de medidas a corto plazo ante la crisis no debe perder de vista la protección de las familias de bajos ingresos. Así, las medidas de ayuda a los ingresos deberían ser suficientemente amplias para cubrir a los trabajadores vulnerables y a las empresas que los emplean. Valga el ejemplo de Italia, que hizo extensiva la ayuda a los ingresos (80 por ciento del salario bruto) a los trabajadores de empresas con dificultades financieras, a todos los sectores de la economía y a las empresas con menos de 15 empleados, que normalmente no tienen derecho a ella. Además, se está pagando una compensación única a los trabajadores independientes y a los colabores externos.

España está proporcionando ayuda a los ingresos a los trabajadores autónomos, los socios de cooperativas y los trabajadores cuyo empleo ha quedado suspendido temporalmente, incluso si no les correspondía percibir una prestación de desempleo.

En los países en desarrollo, la informalidad y el espacio fiscal limitado se añaden a las dificultades. Sin embargo, la ayuda a los ingresos podría ampliarse mediante un plan de seguridad social no contributivo o con los programas de ayudas de efectivo vigentes. También podría prestarse asistencia temporal a las empresas informales.

https://www.ilo.org/global/about-the-ilo/newsroom/news/WCMS_740184/lang–es/index.htm

 

Sea parte de SURCOS:

https://surcosdigital.com/suscribirse/

UNA: Persisten desigualdades entre hombres y mujeres en el mercado laboral

Programa Martes Económicos

Diego Zárate Montero*

 

La Encuesta Continua de Empleo (ECE) del primer trimestre de 2017, publicada hace pocos días, revela una importante mejora en la dinámica de creación de empleos. Pese a esto, las desigualdades entre hombres y mujeres, en términos de empleo, se mantienen.

La encuesta del INEC estima que la tasa de desempleo abierto del primer trimestre se ubicó en 9,1%, ligeramente por debajo del valor observado en el mismo periodo de 2016. Este resultado es destacable, principalmente, porque correspondió con una disminución de la población desempleada en cerca de 2 mil personas, así como de la población fuera de la fuerza de trabajo aproximadamente en 8 mil personas. Esto quiere decir que más personas se incorporaron a la fuerza de trabajo y menos se quedaron sin empleo. Sin embargo, esto difiere de lo que venía sucediendo en nuestro país.

Durante cuatro trimestres consecutivos (desde el tercer trimestre de 2015 y hasta el tercer trimestre de 2016) la población fuera de la fuerza de trabajo iba en ascenso. Es decir, en los últimos años hubo un claro comportamiento de salida de trabajadores y trabajadoras del mercado laboral. Personas que al no encontrar un empleo dejaron de buscarlo o que por obligaciones familiares (mujeres principalmente), se vieron obligadas a abandonar su empleo o la búsqueda activa del mismo. Por ello, la ECE revelaba que la cantidad de personas desocupadas disminuía, pero no porque encontraran empleo, sino porque dejaban de buscarlo y por tanto dejaban de ser contabilizadas como desempleadas.

De ahí que entre el cuarto trimestre de 2016 y el primero de 2017, hubo un fortalecimiento en la creación de puestos de trabajo que permitió a más costarricenses sumarse al mercado laboral y encontrar un empleo. Esta mejora también benefició a las personas que se encontraban trabajando menos de 40 horas a la semana pero querían trabajar más horas, es decir, a las subempleadas, ya que la tasa de subempleo disminuyó al 6,8%, la más baja desde que se realiza la ECE (2010).

Sin embargo no todas son buenas noticias. Al desagregar, entre hombres y mujeres, las tasas de desempleo y subempleo mencionadas, se observan las profundas desigualdades de género una vez más, sin que las mejoras en el mercado laboral tiendan a reducir esas brechas. La tasa de desempleo entre las mujeres fue de 11%, mientras que entre los hombres fue de 7,8%.

En términos absolutos, en el último año, el total de hombres desempleados disminuyó en casi cuatro mil, mientras que las mujeres desempleadas aumentaron en cerca de mil quinientas en el mismo periodo. Más aún, la cantidad de hombres fuera de la fuerza de trabajo disminuyó en catorce mil, mientras que la cantidad de mujeres en esta misma condición aumentó en seis mil. Esto quiere decir que la dinámica de creación de empleos está beneficiando principalmente a hombres, ya que sigue habiendo una salida sistemática de mujeres del mercado laboral.

Hay que reconocer, pese a este lamentable hecho, que en el primer trimestre de 2017 hubo una contención en la salida de mujeres de la fuerza de trabajo, ya que un año atrás, el resultado fue más dramático (cuando alrededor de 30 mil mujeres se salieron del mercado laboral).

Otro dato importante que revela la ECE es que si bien el subempleo disminuyó, al desagregarlo entre hombres y mujeres se observa esta misma asimetría: la tasa en hombres es de 5,4%, mientras en mujeres fue 9,1%. Esta desigualdad tiene una estrecha relación con que el ingreso promedio mensual de los hombres ronda los 478 mil colones, y el de las mujeres, 435 mil colones.

Lo anterior puede explicarse por el hecho de que son principalmente las mujeres quienes realizan los trabajos no remunerados, como el cuidado de niños, niñas, adultos mayores y personas con discapacidad, motivo por el cual suelen desarrollar actividades a tiempo parcial y de baja remuneración, lo que afecta directamente su nivel de ingresos.

Es muy importante desagregar la información económica a la hora de diseñar e implementar políticas públicas, ya que como se observó, detrás de un indicador general se esconden importantes desigualdades, en este caso se analizaron las de género, sin embargo, también muchas otras se hacen visibles si se desagregan los datos por grupos de edad, por zona y por región de planificación. Las realidades que viven los diferentes grupos de personas muchas veces distan de la que muestra un indicador general.

*Observatorio de la Coyuntura Económica y Social, Escuela de Economía UNA.

 

Imagen con fines ilustrativos tomada de www.infonews.com

Enviado por UNA Comunicación.

Suscríbase a SURCOS Digital:

https://surcosdigital.com/suscribirse/

Medición de inequidades sociales en salud

Experto de OPS/OMS aboga por eliminar desigualdad para mejorar calidad de vida

 

Kátheryn Salazar Zeledón, Periodista, Oficina de Divulgación e Información

Otto Salas Murillo, Periodista de Divulgación e Información

Medición de inequidades sociales en salud
El Dr. Oscar Mujica advirtió durante su presentación que si el gobierno busca trabajar a favor de la inclusión social, las autoridades estatales deben iniciar eliminando las barreras que sustentan la desigualdad (Montaje fotográfico con fines ilustrativos Rafael Léon).

La forma de promover la justicia social es promoviendo la equidad en salud, así lo considera el Dr. Oscar Mujica, representante del Programa Especial de Equidad en Salud y Desarrollo Sostenible de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) y de la Organización Mundial de la Salud (OMS), quien ofreció la conferencia de cierre de la celebración del 20 aniversario de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Costa Rica (UCR).

El experto comentó que Costa Rica y Cuba son un ejemplo para el resto de países de América en materia de salud pública, y agregó que aunque surgió una súbita preocupación por el tema de inequidades en salud en diferentes organizaciones y partes del mundo, desafortunadamente no es por el interés de que germine la justicia social, sino por la ingobernabilidad producto de la desigualdad.

Medición de inequidades sociales en salud2
El Dr. Oscar Mujica advirtió durante su presentación que si el gobierno busca trabajar a favor de la inclusión social, las autoridades estatales deben iniciar eliminando las barreras que sustentan la desigualdad (Archivo ODI).

Mujica agregó que “la equidad como objetivo político es crear oportunidades iguales para la salud; si la preocupación es legítima, entonces se tiene que trabajar en la acción sobre los determinantes sociales de salud. Por tanto, si lo que se quiere es actuar sobre los determinantes sociales de salud hay que priorizar su universalización”.

“La salud es una condición intrínseca para el desarrollo, la equidad es condición intrínseca para la justicia social, por lo tanto es intrínseca para la sostenibilidad del desarrollo”, señaló Mujica, quien asimismo mencionó que si la inclusión social es una de las más importantes políticas del gobierno, entonces se debe empezar con la eliminación de las barreras que sustentan la desigualdad.

Determinantes sociales

El especialista explicó brevemente que para trabajar con determinantes sociales primero hay que crear una jerarquía social; puede ser por posición social, raza, residencia, ingresos, riquezas, género u otra categoría, ya que así se logra observar cómo se distribuye la variable de salud de interés.

Posteriormente se acomoda la población en quintiles y se observan los extremos que es donde se ubican los que poseen la mejor o peor condición de acuerdo a la variable de estudio. En el caso de la mortalidad materna y de la población en general se han detectado inequidades de acuerdo a la jerarquía social, donde la mayoría de las muertes se dan en la población más pobre.

Mujica explicó que existen diferentes patrones de desigualdad y exclusión para los que se necesitan intervenciones diferenciadas. Además, señaló que conforme la posición social mejora la situación en salud también lo hace.

Por ejemplo, el 20% de las personas más pobres se llevan el 50% de los casos incidentes de tuberculosis en América, lo cual también es parte de las desigualdades transicionales epidemiológicas.

“Una lección aprendida es que las desigualdades estructurales y la exclusión social no necesariamente van a aparecer con el crecimiento económico” declaró el experto.

Mujica habló del trabajo del economista Branko Milanovic, quien tomó todas las encuestas realizadas por el Banco Mundial sobre hogares alrededor del mundo y creó una muestra mundial de ingresos de acuerdo con el dinero acumulado de un país durante un año.

Entre los datos obtenidos de relevancia para Latinoamérica se determinó que el 20% de la población de Argentina y Costa Rica es más pobre que el 1% de la población de menos ingresos en Canadá, lo que representa por ejemplo a la mitad de la población colombiana. Esta investigación es una forma de visibilizar las profundas desigualdades que se viven en el continente.

Por otro lado, Mujica indicó que en los últimos 40 años el escenario de la salud pública se convirtió en una inspiración global con la consigna de equidad para todos, sin embargo, pronto se transformó en una carrera para cumplir indicadores.

Medición de inequidades sociales en salud3
La Escuela de Salud Pública invitó al Dr. Oscar Mujica, funcionario de OPS/OMS, para que participara en las actividades de celebración de su 20 aniversario (foto tomada de www.paho.org).

Esta situación se agravó luego de la época de los 90, cuando se empiezan a dar una serie de reformas económicas que junto con la globalización aplicaron de forma sistemática la exclusión social.

Nacimiento de la Escuela de Salud Pública

“Esta Escuela nació aparejada con las reformas y los procesos de desarrollo del país”, comentó el Dr. Mauricio Vargas Fuentes, director de la Escuela de Salud Pública, quien mencionó que el presente y el futuro de la salud pública en el mundo es la promoción de la salud, entendida como la acción sobre los determinantes sociales de la salud.

“Hoy estamos cumpliendo 20 años, se ha hecho una gran cantidad de cosas en acción social, proyectos de investigación y formación de recursos humanos que culminó hace ocho años con el nacimiento del Bachillerato en Promoción de la Salud” agregó Vargas Fuentes.

Por su parte, el Dr. Henning Jensen Pennington, rector de la UCR, manifestó que la salud es uno de los principales indicadores, si no el más importante, que tienen los países para medir su desarrollo y para poder hacer esto una realidad, el abordaje de la salud debe virar desde la atención de la enfermedad, hacia su prevención.

“El acceso a la atención médica fue un derecho ganado por nuestro pueblo en la década de 1940. Con esta visión solidaria se instauraron en aquellos años las garantías sociales, que permitieron la creación de la UCR, la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) y, proporcionalmente a los esfuerzos que el país ha hecho en el área de la salud, se ha requerido de profesionales que velen por su administración y por su buen funcionamiento”, acotó Jensen Pennington.

Asimismo, el Rector recordó que en el reciente Foro Económico América Latina y Caribe se expuso que aunque América Latina quizá no es la región más pobre, sí es la más desigual, lo que no solo se percibe desde la situación económica, sino también desde el acceso a los servicios básicos de salud.

Finalmente, Jensen Pennington felicitó a todas las personas quienes hicieron posible que la Escuela de Salud Pública creciera en estas dos décadas y le envió un saludo a lo próximos graduados para que sean grandes agentes de cambio en el sector salud de nuestro país.

Breve reseña histórica: Escuela de Salud Pública

– La historia de la Escuela de Salud Pública está vinculada al establecimiento de las instituciones dedicadas a este sector en Costa Rica.

– En 1927 nace el Ministerio de Salud, posterior al surgimiento del Instituto Nacional de Seguros.

– En 1961 se aprueba la Ley de Universalización del Seguro Social y en ese mismo año se crea la Cátedra de Medicina Preventiva, que vendrá a ser el origen de la Escuela de Salud Pública.

– En 1987 el Consejo Universitario de la UCR crea el Departamento de Salud Pública.

– En 1989 se elabora un Programa de Especialización en Salud Pública, debido a la demanda concreta de instituciones como la CCSS, Instituto Nacional de Acueductos y Alcantarillados (AyA) y el Ministerio de Salud.

– En 1993 se impulsa la última gran reforma del sector salud en país, la cual se centra en el tema de la rectoría y el fortalecimiento de la CCSS. Producto de esa reforma la UCR responde y se firmaron los primeros convenios que le dieron origen a dos énfasis: la Maestría en Injerencia de la Salud y el énfasis de Políticas de Salud.

– En 1995 nace la Escuela de Salud Pública.


Información tomada de: http://www.ucr.ac.cr/

Suscríbase a SURCOS Digital:

https://surcosdigital.com/suscribirse/