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Etiqueta: dictadura mediática

Palabras gastadas

Manuel Delgado

En el mundo feliz de Huxley, la palabra “padre” se había convertido en “obscena”. Bastaba con escucharla para que los muchachos se pusieran colorados. En ese mundo de reproducción artificial, donde el sexo era solo una diversión de los recreos del colegio, quien dijera tener un padre (situación inusitada) era víctima de un “bullying” tan macabro que podía conducir incluso al suicidio.

Hay un grupo de conceptos con los que ocurre aquello que mencionaba Maiakovski de su pasaporte soviético. La roja libretilla era “como una bomba, como a un erizo, como una navaja afilada, como una víbora de cascabel de veinte aguijones.” Habrán ustedes adivinado ya que estoy hablando de conceptos tales como imperialismo, lucha de clases, internacionalismo proletario y otros por el estilo.

Y no me refiero solo a exactamente a las palabras. Las palabras, como dice el dicho, se las lleva el viento. Hablo del concepto como de una unidad del pensamiento que es capaz de reflejar un ente externo y que nos conduce al conocimiento de la realidad. Cuando digo casa o árbol, hablo de cosas más o menos estáticas. Los conceptos son más que eso, son expresiones de unidades de un proceso, reflejos de fenómenos externos, sociales en este caso, que nos permiten entender el pasado y el presente de una realidad, su movimiento, su devenir, que en definitiva es lo verdadero.

Esos conceptos, como todos los demás, no son imposiciones de la mente, no son caprichos. Son el resultado del movimiento exterior de la realidad. La mente lo que hace es captarlos, darles una expresión verbal y ponerlos en conexión con todo el conjunto del conocimiento humano. Eso es lo que se llama ciencia.

Esta dictadura mediática que nos domina es la que presiona todos los días para que abandonemos conceptos fundamentales de la ciencia social y de la acción política. Esos mismos agentes han sido exitosos en muchos aspectos, pero sobre todo en este de hacer enrojecer el rostro de muchos dirigentes sociales honestos que temen ser incluidos en el rosario de los motes descalificadores y ser llamado “dogmáticos”, para repetir solo uno. Entonces se habla de una llamada nueva izquierda, que hace esfuerzos por convencer de que es diferente y que, en esencia, pretende impulsar un cambio dentro de los límites de la decencia.

El proceso de transformaciones revolucionarias que vive la América Latina y que ya lleva veinte años, contiene rasgos específicos para cada país, pero comparte movimientos comunes, características continentales e incluso mundiales. Ellos no provienen de la voluntad o el capricho de los dirigentes, sino de procesos reales, de estructuras sociales existentes en el exterior de nuestras mentes. Son exigencias sociales que se imponen por encima del discurso.

La primera de esas características, y que conlleva una de esas palabras “obscenas”, es la lucha contra el imperialismo. La revolución latinoamericana sigue siendo antiimperialista o no sería una revolución. Es la presencia extranjera dominante, ese estatus de dependencia, la que ha determinado desde hace más de un siglo y sigue determinando los rasgos esenciales de la economía y, en general, toda la vida de los países de la región. Gusten a no los términos, América Latina es un conjunto de países dependientes en lo económico, en lo financiero, en el comercio exterior, en lo cultural, en lo político, en lo militar, de una potencia extranjera. Sin una ruptura de esa dominación no será posible pensar siquiera en desarrollo, justicia social, paz y democracia.

Ahora hay una corriente que afirma que el imperialismo o ya no existe o ha cambiado de esencia, y que Estado Unidos, bien porque ya no es tan fuerte como antes, bien porque haya perdido interés en el continente o bien porque es un mal menor frente a “otros imperios”, ya no representa un peligro ni económico ni militar o que, en todo caso, se pueden negociar mejores condiciones de esclavitud y permitir avances en medio de las mismas relaciones de antes, solo que un poco modernizadas. (Esa misma visión tampoco es nueva. Reaparece en la historia cada cierto tiempo. Después de la Segunda Guerra Mundial surgió el llamado “browderismo”, impulsado por el Partido Comunista de Estados Unidos. Este afirmaba que el imperialismo había cambiado de esencia, y que se había convertido en una fuerza de paz y progreso mundial. Muy pronto la vida les mostró su error.)

Hay que decir, en primer lugar, que el imperialismo no ha cambiado su esencia creada a comienzos del siglo XX. Pueda que a algunos no les guste usar la palabra “imperialismo”. Le suena a antigua Roma o algo parecido. Pero el concepto de ese fenómeno histórico sigue presente y dominante. Otras formulaciones como globalización, economía global, internacionalización de la economía o de los capitales, etc., no logran expresar la esencia de ese fenómeno, que no solo tiene que ver con el comercio mundial y con el movimiento internacional de los capitales y las mercancías, sino que envuelve la vida entera, precisamente por su carácter universal. Hoy el capital financiero juega un papel mucho más relevante de cuando se acuñó el término (hace poco más de un siglo) pero el capitalismo sigue siendo igualmente el poder monopólico de las grandes compañías, agresivo, antidemocrático y expansionista.

La presencia del capital extranjero en las economías de los países periféricos no ha disminuido ni estas han logrado crear sistemas económicos capaces de aspirar a su independencia. Al revés, pese a muchas décadas de inversión directa, ha crecido la brecha entre nuestros países y las economías metropolitanas y ha crecido la brecha de mercado mundial, es decir, la diferencia, negativa para nosotros, entre importaciones y exportaciones no solo de mercancía sino también de capitales. Este fenómeno se ha acentuado en el presente siglo, en que la inversión extranjera se ha multiplicado con creces al tiempo que aumenta la dependencia financiera de todos los países tercermundistas y, en particular, de América Latina.

Además, el imperialismo no es solo un fenómeno económico y comercial. Es un entramado que cubre toda la vida social. Desde siempre fue una fuerza retardataria del avance social y político de la zona y es padre directo del fascismo y de las dictaduras. Como decía el filósofo Nicos Poulantzas, en su libro “Fascismo y dictadura”, “el que no quiera hablar de imperialismo también debería callar en lo que al fascismo se refiere».

Estados Unidos no ha perdido su interés en la región. Presiona por todos los medios contra las fuerzas progresistas y recurre a las oligarquías corruptas y sus grandes medios de prensa, como siempre ha hecho, para alentar la subversión, el desorden, las rupturas del orden legal y constitucional de los países, y al chantaje del comercio internacional, especial por sus cercos económicos con los que ha mantenido por muchos años contra Cuba y contra Venezuela.

Las relaciones de dependencia con Estados Unidos no solo afectan la economía. Mientras esas relaciones se mantengan, nuestros países no podrán avanzar en ninguno de los demás aspectos, pues esta es la fuerza retardataria fundamental de nuestras relaciones sociales y económicas. Jamás podremos salir de manera efectiva y duradera ni del subdesarrollo, ni de la pobreza, ni de la desigualdad, si antes o al mismo tiempo no liberamos a nuestras naciones de esa dominación global. Predicar lo contrario es engañar a los electores, para no decir que a los pueblos.

Algunos teóricos predican acercamientos en vez de confrontaciones, como si las confrontaciones vinieran de nuestro lado. Las negociaciones y los acercamientos son siempre plausibles en cualquier ámbito de la vida, incluida la política, pero resulta demasiado ingenuo pensar que podemos superar la dominación imperialista mediante negociación con el mismo imperialismo.

Aquí yo siempre recuerdo el chiste del perrito de Pávlov que me contó un amigo. Pávlov fue el científico ruso que estudió las conductas reflejas. Trabajaba con perros y les enseñó que cuando ellos hacían sonar una campana de su jaula, recibían alimento. Un día llegó un perrito nuevo y el otro ya veterano, refiriéndose a su amo, le dijo: “Vea como lo tengo bien condicionado: yo toco la campana y él me da comida”. Aclaro que en la historia real las investigaciones del científico eran diferentes, pero el chiste ayuda a comprender que muchas veces pretendemos manejar las riendas, cuando en la realidad estamos siendo manejados por otros que sostienen los aperos con que nos atan. Pretenden algunos que haciendo concesiones en algunas cosas pueden obtener ventajas. Pero las concesiones, por lo general, son un camino sin regreso.

En las circunstancias actuales, aún más que antes, Estados Unidos y sus aliados europeos buscan dividir a los pueblos y a los gobiernos progresistas. La única respuesta valedera frente a eso es la solidaridad. La lucha antiimperialista es la lucha por la independencia nacional por una mano, y es a la vez la solidaridad internacional por la otra. Cada golpe que se le da a un gobierno progresista es un golpe contra todos y, sin pretender ser adivino, estoy convencido que la revolución latinoamericana alcanzará la victoria si la logra un grupo de naciones y sus gobiernos conjunta y solidariamente. Ningún país podrá superar el pasado por su cuenta, aislado de los demás. No lo hicieron hace 200 años, cuando la pelea independentista exhibía esa característica internacional, transfronteriza, menos se lograría hoy, cuando nos enfrentamos a una estructura imperial mucho más poderosa.

El segundo rasgo esencial de nuestras revoluciones es su carácter democrático. En todas las naciones del continente ese es no solo un punto pendiente, sino además un clamor popular. Los países latinoamericanos buscan superar las dictaduras de tantas décadas así como sus secuelas, darle a las sociedades seguridad jurídica para elegir a sus gobernantes y brindarle a sus pueblos regímenes de garantías de convivencia social, de derechos humanos y de paz.

Eso se ha hecho más evidente en naciones de grandes tradiciones represivas: Chile, Colombia, Honduras. Pero también en Brasil, Argentina y Uruguay, en donde los gobiernos de izquierda nacen de largo periodo de la dictadura. Lo mismo ocurre en todos los demás países y no hace falta recordarlo.

Decía Gustavo Petro que su movimiento no pretendía instaurar el socialismo, sino el capitalismo. Esa frase tan paradójica muestra en gran parte el sentido de la lucha latinoamericana. En este aspecto, se trata de crear regímenes de garantías constituciones y de libertades públicas garantizadas semejantes a las instauradas por las revoluciones burguesas europeas, y, por otro lado, establecer relaciones de respeto e impulso a la producción que siempre ha estado atada a las carlancas del pasado: salarios miserables, relaciones no justas, mercados manejados por las oligarquías locales.

Es el mismo sentido que encierra el concepto de “revolución democrática”: un cambio social que elimine las ataduras del pasado y que permita relaciones económicas capitalistas modernas.

Pero aquí como en todo el análisis no puede ser plano, unilateral. Tiene necesariamente que ser dialéctico. Lo cierto es que esta era de revolución, que ya lleva casi un cuarto de siglo, se ha visto obligada a trabajar dentro de los cánones constitucionales heredados del pasado. Los cambios se hacen utilizando las viejas instituciones, siempre dentro de la dinámica de esa institucionalidad creada en la época de la independencia y después de las guerras civiles que la siguieron, una democracia representativa y de división de poderes que hoy es insuficiente para crear una auténtica democracia del pueblo. Siempre me he preguntado cómo fue posible que después de quince años de revolución el ejército boliviano se aliara con los golpistas contrarrevolucionarios. ¿No se plantearon los dirigentes de la revolución un cambio en esas instituciones?

En noviembre de 1971, Fidel hizo una visita de 23 días a Chile. Presidía el gobierno chileno Salvador Allende. Durante su larga visita, el líder cubano expresó diferencias respecto a la decisión chilena de la “defensa del régimen democrático” de Allende y la “necesidad de ir a unas formas de acción más insurreccionales” de Fidel.

Uno de los hechos más recordados de esa visita fue el regalo que Fidel le hizo a Allende de un fusil AK-47. El regalo no fue público, posiblemente por solicitud de los chilenos, pero fue ampliamente divulgado. Era evidentemente una entrega simbólica, que manifestaba una lectura de los que estaba sucediendo en el país suramericano. El líder cubano no se proponía en su visita crear un ejército revolucionario, como acusaba la derecha. Lo que sí quedó claro es que era una ingenuidad pretender que los militares iban a respetar el voto popular. ¿Se puede hacer una revolución en el marco de esa “democracia burguesa” (palabras usadas entonces por Fidel)? Nosotros respondíamos que sí, de la manera más acrítica, simplemente porque el partido decía que sí y nadie podía levantar su voz contra su mandato. Y el partido, por su parte, de una manera igualmente acrítica, respondía afirmativamente siguiendo de manera fiel a su partido hermano de Chile.

La respuesta la dio la historia. ¿Esa respuesta nos sirve de algo ahora, cincuenta años después? Las cosas por supuesto han cambiado mucho y nadie se atreve a recomendar un alzamiento armado. Más aún, los pueblos han demostrado que pueden hacer frente a intentonas subversivas de las oligarquías y aun con sufrimientos atroces han podido revertir los golpes en Bolivia, Brasil, Honduras y levantar cabeza después de las derrotas de Argentina y Ecuador.

Las comparaciones son odiosas, pero debe mencionarse que el caso de Cuba fue muy diferente y mucho más fácil, por la razón de que la revolución arrasó con el pasado no solo económico sino también político y le quebró la columna vertebral a la oligarquía, que prefirió huir a Miami. Quedó, por supuesto, la amenaza externa de Estados Unidos; pero dentro de las fronteras, un pueblo unido y listo para defender su revolución y su patria. Las revoluciones latinoamericanas se han visto precisadas a remodelar la casa con todos los inquilinos dentro, incluidas las oligarquías, dentro. Estas han lucrado don los avances en todos los campos, al mismo tiempo que conspiran, día a día, contra los poderes instituidos, contra la paz y la coexistencia democrática.

Sí no es aventurado pensar que las estructuras estatales heredadas del pasado, sus parlamentos, su prensa, sus tribunales de justicia, sus ejércitos, terminarán entrando en conflicto con las necesidades de cambios y con las transformaciones revolucionarias mismas. Se pondrá a la orden del día entonces la contradicción entre la revolución democrática y ese régimen que Fidel llamó, hace cincuenta años, la “democracia burguesa”. La forma de ese enfrentamiento no puede predecirse, pero los pueblos deben comprender que se producirá irremediablemente.

La tercera característica de nuestras revoluciones es su carácter popular. Eso quiere decir que la lucha por el bienestar popular es su tercer eje fundamental. América Latina se cansó de ser eternamente pobre. Y lo hace, curiosamente, en que las desigualdades sociales se agudizan.

En este contexto, los pueblos se unen en torno a la consigna de acabar con el neoliberalismo, es decir, de revertir las reformas hambreadoras que nos vienen azotando desde hace décadas. Los avances que han recibido las sociedades en este sentido son enormes. Los regímenes progresistas han sacado a muchos millones de la pobreza, sobre todo de la pobreza extrema, y han impulsado con éxito mejoras en todos los aspectos. Pero aun así, los avances no son definitivos ni seguros. Más aun, parecen frágiles y sencillamente reversibles. Pero tampoco son lo suficientemente profundos para convencer a las masas populares, que en una gran parte siguen atadas a los carros de los partidos políticos de la derecha.

Pese a los avances sociales, todos los países han sido escenario de luchas de la población por mejoras que los gobiernos no pueden conceder. Cada revolución y cada partido tiene un programa que aplica o pretende aplicar de manera segura y responsable. Pero en cada país, junto al apoyo consciente a las medidas aplicadas y las transformaciones prometidas, crece también el descontento. Las reformas necesarias parecen chocar con barreras infranqueables: el mercado internacional manipulado por las grandes corporaciones trasnacionales y sus gobiernos, es decir, por el imperialismo, y la rapacidad de oligarquías firmemente sentadas en el poder que se niegan a ver reducidos sus privilegios.

Ese avance contradictorio, de dar mucho pero no lo suficiente, los reflejaba el exvicepresidente de Bolivia Álvaro García Linera cuando afirmaba que los partidos progresistas en el gobierno cometieron el error de convertirse de partidos contestatario en administradores, de fuerzas del desorden a partidos del orden, y eso lo cobran las masas.

A los gobiernos les queda el asistencialismo que tiene grandes limitaciones: es muy costoso y poco sostenible, genera mucha corrupción y que no crea desarrollo. Para avanzar pareciera que tarde o temprano hay que ir más allá, hay que modificar la estructura económica. En otras palabras, no existe posibilidad de acabar con la pobreza y la desigualdad en los límites del capitalismo y las sociedades tendrán que proponer, en algún momento, posiblemente pronto, la necesidad de avanzar hacia un nuevo régimen, hacia el socialismo.

El sistema neoliberal se impuso por la fuerza, amparado en los regímenes dictatoriales. Eran, de otra manera, inviables. Por eso parece evidente que el neoliberalismo ya no tiene más aire, aunque teóricamente haya todavía espacio donde aplicar sus recetas. La pregunta es si existe una alternativa antineoliberal dentro del régimen capitalista. Esa contradicción entre los posible y lo deseable tiende a crecer, y terminará por hacer crisis.

Hace ochenta años José Figueres Ferrer publicó un folletito titulado “Palabras gastadas”. En él hace comentarios acerca de tres conceptos: libertad, democracia y socialismo. Interesa aquí este último. Allí hace severas críticas al capitalismo, un régimen “cuyo fruto es la pobreza”, que “derrocha energías despiadadamente al duplicar servicios sin necesidad, al destruir mercancías por especulación”, a cuyos subalternos “denigra, y cuyos esfuerzos trata de obtener por la menor compensación posible” y, “lo peor de todo, enarbola con fiereza la bandera milenaria del antagonismo”.

Como solución a este mundo carente de sentido humano, propone un nuevo estado de cosas que él llama socialismo, un régimen donde “los hombres competentes de la industria y el comercio, los poseedores de la riqueza (se den cuenta) de que su actividad es realmente social y no privada”.

Un mundo de capitalismo humano, basado en la cooperación que nace de la convicción subjetiva de los hombres, en particular, de los poseedores del capital, y apoyado por una izquierda revolucionaria que él llama a la refundación sobre postulados “racionales”.

Con esta filosofía aparentemente primitiva se montó un régimen social exitoso, que dirigió al país durante tres décadas, desde 1952 hasta comienzos de los ochentas. Es el socialismo democrático o socialdemócrata, que dio origen al estado social de derecho que se nos ha ido como resultado de las políticas neoliberales y que muchos sueñan con hacer retoñar. Es la nostalgia del viejo terruño, que sirve en los discursos para hacer ver cuán traidores han sido los viejos dirigentes que otrora promovieron ese estado, pero que no puede ser base de un programa de transformaciones políticas hoy día. La vieja sociedad del socialismo democrático ya no volverá. No lo permiten ni las condiciones internacionales ni las realidades económicas y sociales actuales. Ellas tuvieron como centro un proyecto desarrollista de una burguesía nacionalista y proteccionista que ya no existe, un campesinado que ya ha desaparecido y un proletariado que ya dejó de creer en esas promesas. Estaba, además, inspirado en un clima internacional promovido también por Estados Unidos, primero con el ejemplo del New Deal y luego por los programas de la Alianza para el Progreso a la AID. Ese viejo régimen se inspiró en un clima internacional que favorecía el proteccionismo y el desarrollismo, tendencias que hicieron crisis al enfrentarse con la globalización surgida a partir de los ochentas.

En resumen, el estado social de derecho solo puede rescatarse y desarrollarse sobre nuevas bases sociales, económicas y de relaciones internacionales. Esas bases exigen un régimen económico socialista y una redoblada lucha por la independencia nacional y contra el imperialismo.

Pero todo esto se oculta. Vivimos la época de las posverdades y las posmentiras, del lenguaje suave, medio en clave, cribado de palabras obscenas, admisible en las mesas decentes y en los medios de comunicación socialmente admisibles.

Algunos se conforman con pensar que sí, el socialismo vendrá, pero falta tanto para eso que lo mejor es ocultarlo mientras tanto, como si el problema fuera de fechas, como si no fuéramos capaces de entender que las batallas de mañana se pelean todos los días. El carácter inmediato de esa revolución que hará surgir el socialismo no se resume a un problema de fechas. La flor y el fruto no son entidades distintas, pero aunque falten días para que se nos aparezca como fruto, la flor es ya fruto, lo es inmediatamente, porque encierra en sí toda la constitución del fruto, constitución que está en movimiento desde el momento cero, desde antes de que exista incluso la flor misma. Esa es la dialéctica del desarrollo. Solo que en política las cosas no ocurren de una manera natural, como en patio de nuestra casa, porque ella engloba también la acción humana consciente. Cultivar esa acción consciente es una obligación. Es un problema de autenticidad personal, un problema ético. Pero sobre todo es una necesidad política, la necesidad de preparar el ejército para los combates actuales teniendo en la mira los combates futuros.

El discurso es un factor actuante, transformador. Las palabras no se convierten en acción, ellas son directamente acción política. Emplear el discurso en forma adecuada es una forma de lucha. Hablar es actuar. Callar es renunciar a la lucha. El discurso es, en sí mismo, un acto revolucionario.

Corresponde distinguir

Por Carlos Meneses Reyes

La propuesta presidencial de un cese al fuego multilateral corresponde asumirlo dentro del contexto de la realidad del conflicto armado y social en Colombia. Se debe partir del presupuesto de que existen fuerzas insurgentes rebeldes motivados por aspiraciones políticas que los llevan a pretender destruir las estructuras e infraestructuras del modelo capitalista y por ende se enfrentan al orden constitucional y legal imperante. Pretender descalificarlos aduciendo que son narcotraficantes, terroristas, etcétera, hace parte del capítulo de desinformación orquestado por la dictadura mediática. Es preciso dimensionar el conflicto social al que corresponde calificar como insuperable en cualquier sociedad pero en el que es factible la superación de las expresiones de crueldad contra la población, conforme a los niveles de barbarie inhumana a que se ha llegado en el país nacional.

Objetivamente partamos de que estamos ante una insurgencia que aduce principios para explicar que no está incursa directamente en el narcotráfico. No son estructuras narcotraficantes. No poseen infraestructuras, laboratorios, ni realizan tareas dedicadas al narcotráfico. No comercian con insumos dedicados a esa actividad. No poseen rutas exclusivas para ese negocio. Coinciden (el EPL, las FARC-ep y ELN) en calificar al narcotráfico como fenómeno del capitalismo, ratificando que incide en el escenario político, social y militar en el que actúan y que, en principio, no pueden calificarlos como tales. Como fuerzas irregulares, buscan fuentes de financiación para sostener sus unidades armadas, pero no para el enriquecimiento personal. En busca de ese funcionamiento violan toda la normativa penal de la institucionalidad colombiana, a la cual atacan y desconocen. Al contar con un programa e ideario políticos acuden a las acciones de hecho. Como factores objetivos para su existencia argumentan -entre otras razones- la inexistencia de una democracia directa participativa, signando a la existente (representativa) como una falsa democracia, que bajo una “enredadera jurídica” imposibilita el ejercicio democrático de las comunidades y la sociedad civil organizada.

Ya por la experiencia reciente el pueblo colombiano ha asimilado qué es una fuerza insurgente y rebelde alzada en armas y por qué existen como tales. No obstante, la intoxicación mediática, distorsionadora de la realidad, no cesa en su campaña de confundir a la opinión pública, retomando bajo calificativo inocuos que se trata simplemente de delincuentes, bandoleros, etc. Ello anida por ser fuerzas irregulares carentes de medios de información masiva y por lo cual acuden a instrumentos publicitarios limitados a su alcance para transmitir sus mensajes revolucionarios.

Las insurgencias en Colombia no son progresistas, ni reformistas, son revolucionarias con un objetivo socialista. Han demostrado que contienen un elemento de praxis funcional como organizaciones armadas -seguramente conscientes del momento histórico en el cual no lograrán el poder por ese medio- enrutando la búsqueda de salidas o soluciones políticas, como objetivo al cual tampoco han renunciado. Esto posibilita colocar en el orden del día la finalización del conflicto armado interno en Colombia. Conlleva un singular y particular proceso que la fatal experiencia de otros intentos han hecho difusa la tan anhelada paz, que en forma demagógica ha sido utilizada por los intereses en el poder, desnaturalizando las aspiraciones del pueblo colombiano.

Al parecer, las fuerzas insurgentes en Colombia expresan una disposición de sentarse a conversar con el gobierno alternativo del presidente Petro para lograr transformaciones, modificaciones y reformas de fondo al y dentro del establecimiento (tanto el gubernamental como el del poder oligárquico y pro imperio) al cual no están matriculados y que ellos, de por sí, desconocen.

Por el lado de la contraparte gubernamental no existen duda al respecto con la novedosa propuesta de la Paz Total. El reto está en la consecuencia de los llamados grupos de presión que detentan el poder económico (industriales, empresarios, banca, economía subterránea del narcotráfico). Indiscutiblemente, el fin del conflicto armado interno requiere de ingentes recursos y la reacción contra ello comienza a manifestarse en torno a la propuesta de reforma tributaria. En esto, la opinión nacional no está dispuesta a admitir equívocos.

Setenta años de agudo conflicto armado han transitado por las exigencias, cual camisas de fuerza inamovibles y líneas rojas inmodificables, impuestas a las insurgencias desde antes de sentarse a conversar. Se hizo costumbre aplicar una metodología que desconoce el espíritu y actitud universal de escuchar a los contrarios y buscar fórmulas altruistas y conciliadoras que llevan, en el caso colombiano, al fracaso del fin del conflicto armado interno con las organizaciones rebeldes e insurgentes alzadas en armas.

Cual lastre, en esta nueva etapa de conversaciones pesa el incumplimiento del Estado colombiano como parte plenipotenciaria en la falta de implementación de lo acordado y en el incumplimiento de actos de convenio regidos por el derecho internacional.

Esto lo escribo con el ánimo de ilustrar para que situaciones pasadas no se repitan durante el nuevo proceso que está por comenzar.

DE LA DEFENSORÍA DEL PUEBLO

En un vídeo difundido, un frente insurgente de las FARC-ep denuncia anomalías sobre la efectividad práctica del Sistema de Alertas Tempranas (SAT) de la Defensoría del Pueblo, denunciando que se han convertido “en una táctica más de guerra”. Estas alertas se adelantan como un ejercicio técnico e independiente que valora los riesgos a los que están expuestas las comunidades y, de manera particular, sus líderes sociales y personas defensoras de los derechos humanos. Exponen que, por omisión, la Defensoría del Pueblo emite alertas tempranas relativas a movimientos de fuerzas insurgentes, pero calla ante la actividad de las fuerzas narco-paramilitares bajo influencia contrainsurgente de las fuerzas armadas estatales. Qué no decir de la carencia de eficacia ante la impunidad por los crímenes contra líderes, lideresas sociales y exguerrilleros desarmados de las FARC.

El hecho político de ser el actual defensor del pueblo, Carlos Camargo, un funcionario del anterior gobierno narco-paramilitar acusado de múltiples crímenes de lesa humanidad y acciones terroristas de Estado lo descalifica, pues más parece un defensor del puesto que un ecuánime funcionario que, por dignidad, ha debido renunciar en el momento de la posesión del nuevo gobierno. Ya el nuevo gobierno ha dictado medidas de emergencia para la protección de los líderes en las comunidades y para prevención de masacres.

Se debe aplicar un trípode de inteligencia que comprenda al Ministro de la Defensa, al Alto Comisionado para la Paz y al Director de Inteligencia Nacional para auscultar este fenómeno de crímenes de Estado; en labor conjunta a la cual debe estar integrado el Defensor del Pueblo. La cualificación política del movimiento popular y sus organizaciones de masas contribuirán, muy segura y certeramente, en aportes de inteligencia popular para poner fin a tal flagelo, que por ningún motivo se puede asomar como heredado, sino que, por el contrario, corresponde extirparlo de inmediato.

Para no incurrir en los yerros del pasado, tal aspecto debe tomarse como una denuncia seria y no terciar en anticiparse, aduciendo que colocan a los servidores de la Defensoría del Pueblo como un objetivo militar. Eso significa terciar en la discusión anticipada antes de definirse un entorno de diálogo y conversaciones que solo ha de darse con las mesas instaladas y no en expresiones motivadas de manera extemporánea.

ASÍ, OTRAS SITUACIONES…

De otro lado, el ELN, por ejemplo, en vocería oficial sostiene que no admite la acusación de que reclutan en sus filas a menores de edad, reafirmando que a su organización llegan y se vinculan jóvenes por decisión voluntaria. Admiten que la edad de incorporación no es la legal colombiana de 18 años, sino una inferior que va en los 16 años y que para ellos se acogen en consideraciones del derecho internacional que admite la edad de 16 años como capacidad de ejercicio. Se puede explicar que la mediática dictatorial asuma la objeción y despotrique contra esa decisión; pero en modo alguno resultaría aceptable que el ministro del interior, por ejemplo, optara por iniciar el debate anticipado al respecto.

En torno a estas situaciones planteadas es como se distinguirá el desarrollo de las conversaciones de cómo fueron durante la función “santista” y otro el motivo determinante del actual gobierno en búsqueda de la solución definitiva del conflicto armado interno.

MANEJO DEL MULTICRIMEN

De igual manera, el análisis sociopolítico del momento ubica la existencia del multicrimen organizado que azota a la sociedad colombiana, no dentro del espectro de comportamiento político, sino como elemento integrante del conflicto social colombiano. Permite resaltar el acertado llamado presidencial a un “cese al fuego multilateral”. Lo cual obedece a una búsqueda definitiva del fin del uso de las armas en esas dos precisas manifestaciones, de por si diferentes, del conflicto armado interno y del conflicto social, dentro de la categoría de conflictos que aquejan a la nación colombiana. Todo en el entendido de que no caben en un mismo recipiente el conflicto armado interno y el conflicto social.

Es con esa perspectiva con la que corresponde analizar la iniciativa altruista y de estadista del presidente Gustavo Petro al anunciar la “Paz Total”.

Nuevamente el análisis político (no solo académico) resalta la solución definitiva de las otras expresiones del conflicto colombiano: el conflicto político, el conflicto económico y el conflicto ambiental-ecológico. Superadas esas categorías de conflictos se construye la Paz Total.

Es por esto que corresponde asumir la distinción entre el proceso del fin del conflicto armado interno en forma definitiva con todas las insurgencias, sin circunscribirlo a un demagogo utilitarismo de “proceso de paz”.

Este proceso del fin del conflicto armado que ya comienza con las acertadas medidas gubernamentales desde el día siguiente de su posesión, llama a la participación y a la organización de toda la sociedad civil. En ese torrente, la izquierda legal, así expresada, en la participación popular de ejercicio de la democracia directa (la democracia de las calles), en la minga, como gobierno y no como oposición, en la movilización popular, campesina, de afrodescendientes, de género y LGBT, acorde con el impulso presidencial a la organización popular, asimila el llamado al pedido de cese al fuego multilateral.

Así distinguidos los escenarios, corresponde el sometimiento a la justicia y al orden constitucional a esas organizaciones multi crimen, en buena medida aliadas de un narco estado que aún permanece e insistimos en sepultar.

En el escenario de la lucha armada, el fin del conflicto armado interno, bajo la metodología de la salida política acordada y no militar, se obtendrá el ejercicio político civilizado y el imperio de un Estado con monopolio de las armas en la República de Colombia.

A manera de epilogo, un fin del conflicto armado implica elevadas inversiones. La clase empresarial, industrial y parasitaria financiera, no quieren meterse la mano al bolsillo. Un impedimento difícil de sortear. Su holgura económica no les permite desmejorar su ritmo de explotación y de consumo, acumulando riqueza e iniquidad. Debido a ello, asistiremos a históricas movilizaciones populares conforme al signo de los tiempos.

El asesinato de la verdad ¿y también de la democracia?

El mundo teme que la humanidad esté al borde de un conflicto militar de grandes dimensiones: ¿terminal? Hoy no solo asistimos a una extrema ideologización y parcialidad en la cobertura de los sucesos en Ucrania, sino que las mentiras y la manipulación del imaginario colectivo se ven potenciados en las redes sociales y llevan a la hipertrofia de una masa informativa fuera de todo control y verificación.

Por Aram Aharonian

Una vez más, los medios de comunicación –incluyendo las redes sociales en mano de escasas corporaciones trasnacionales- actuaron de forma alevosa para generar un conflicto que sólo puede beneficiar a los vendedores de armas, las petroleras trasnacionales, que son los que han atizado el conflicto. La verdad es la primera víctima de la guerra, decía el griego Esquilo hace más de 2.500 años. Hoy sabemos que la mentira es un arma de guerra.

Los medios hegemónicos instalaron la guerra en el imaginario colectivo, cuando lo más sensato sería lamentar el conflicto por lo que éste implica en términos de sufrimiento humano y destrucción material e insistir no en la competencia por demostrar quién es el más fuerte, sino en la necesidad de una solución mediante el diálogo. Es lo que llaman la guerra híbrida, la mentira como arma y la verdad como víctima.

La frase que dice: “Gracias a internet te puedes enterar de lo que pasa en la otra parte del mundo”, queda cada vez más en evidencia que no es más que un slogan de propaganda, porque son los conflictos los que demuestran que las redes están muy lejos de ser neutrales y que pueden tomar partido a favor de quien le convenga, censurando, por ejemplo, las cuentas provenientes de Rusia.

Como siempre, la primera víctima de la guerra es la verdad. Uno de los primeros objetivos del periodismo de guerra es la llamada fatiga de la simpatía, que puede nacer fácilmente con una abundancia de malas noticias. Los medios son usados como arma de combate en la nueva guerra ideológica. El discurso hegemónico se contrapone a un sistema democrático donde la pluralidad de información y de opiniones permite a la opinión pública a tomar sus propias decisiones.

La mayoría de la información y/o publicidad dirigida al gran público utiliza discursos, argumentos, personajes y entonación particularmente infantiles, como si el espectador fuera un niño o un deficitario mental. Pero el uso del registro emocional permite abrir la puerta de acceso al inconsciente para implantar, sembrar ideas, deseos, miedos y temores, o inducir comportamientos.

De eso se trata esta nueva guerra de cuarta o quinta generación, de manipulación sicológica, primero por los estados y ahora por las corporaciones, en la que estamos insertos, pero para la que no nos preparamos.

Se debe tener en claro que el tema de los medios de comunicación social tiene relación directa con el futuro de nuestras democracias, porque la dictadura mediática ha suplantado a las dictaduras militares. Son los grandes grupos económicos quienes son dueños o usan a los medios y deciden quién tiene o no la palabra, quien es el protagonista y quién el antagonista. Y plantean una realidad virtual, invisibilizando cualquier realidad adversa a sus intereses.

Gracias a sus poderosos algoritmos que pueden segmentar lo que vemos las redes construyen opinión constantemente. Son territorios cuyos dueños responden a los intereses de Estados Unidos. En la nota que Multiviral le hizo a Esteban Magnani, el periodista deja en claro que desde su concepción todas las plataformas digitales fueron parte de un plan geopolítico estadounidense que fue iniciado en plena Guerra Fría.

Facebook tomó la decisión de censurar cuentas de noticias provenientes de Rusia como lo son Sputnik o RT, dejando en claro que condenan el accionar militar encabezado por el presidente Vladimir Putin. Pero en sus cuentas hizo caso omiso a cómo durante muchos años se financió el grupo neonazi paramilitar “Batallon Azov”.

Así lo deja en claro el documento realizado por la ONG “Centro para la Lucha contra el Odio Digital”: «Los fascistas modernos radicalizan, reclutan a sus miembros en estas redes sociales en las cuales se sientan cómodos usando las plataformas para vender productos con sus símbolos, como si fueran marcas convencionales… se le informó a Facebook sobre este problema específico hace dos años, pero no tomó ninguna medida.»

Twitter, siguiendo la misma lógica que Facebook, también tomó partido en esta disputa y decidió añadirle una etiqueta –“medios afiliados al gobierno”-a las cuentas de periodistas que están cubriendo el conflicto. Sólo etiqueta así a algunos medios de algunos gobiernos del mundo, no a todos (ni a la mayoría) de los medios estatales no gubernamentales, tampoco a los que reciben la mayor parte de sus recursos de gobiernos para funcionar.

Martín Becerra señala que hay un obvio encuadre peyorativo en esa selección por conveniencia política. Con ello, Twitter muestra, tal vez sin quererlo, su propia «línea editorial» en la gestión de contenidos, tarea a la que alude como «moderación de contenidos”.

La pos-verdad y la no-verdad

La política de la “postverdad” se adueñó de América Latina, donde está proliferando una política sistemática de desinformación y de propaganda propia de los conflictos de baja intensidad), las guerras irregulares) o híbridas, en las que el desarrollo no es solo militar sino también económico, psicológico y propagandístico.

La manipulación informativa ha llegado a Internet y las redes sociales –que se convirtieron en escenarios de disputa y lucha ideológica donde el rumor, el bulo, la mentira y la falsedad se están convirtiendo en un ingrediente esencial – y los ciberataques son parte de la lógica de confrontación.

En el sistema de dominio imperial que rige en Latinoamérica, el discurso informativo es, al tiempo que espectacular, un discurso con frecuencia “terrorista”, legitimando y amplificando -mediante estrategias de propaganda- procesos golpistas o de intervención regional o local.

La noción “golpe mediático» hace referencia –por ejemplo- a la guerra sucia contra Nicaragua, la represión contra movimientos populares en Colombia, el golpe en Honduras, el golpe parlamentario contra Fernando Lugo en Paraguay, la persecución judicial contra Luiz Inácio Lula da Silva en Brasil, de Cristina Fernández de Kirchner en Argentina o el proceso judicial espurio contra Rafael Correa en Ecuador, el impeachment contra Dilma Roussef en Brasil o la manipulación informativa contra los gobiernos electos en Bolivia y Venezuela.

Estos golpes orquestados por la derecha –con financiamiento externo- buscan “domesticar a gobiernos y recolonizar América Latina”, como señala el Nobel de Paz Adolfo Pérez Esquivel. Si la derecha no lo consigue mediante las urnas, apoyada por Estados Unidos, lo logrará mediante la destitución ilegal de presidentes, la privatización de empresas del Estado o la entrega de recursos naturales

Hoy en día, el valor de la información está más que nunca en cuestión. Los algoritmos o filter bubbles creados por Facebook dan a los usuarios lo que desean y, así, terminan generándoles mayor confianza que los contenidos publicados en los medios convencionales. Todo ello apunta a que el sistema mediático tradicional está cambiando… y no para mejor.

Fakes y la democracia latinoamericana

Sin dudas las noticias falsas y la desinformación –de las que hicieron gala Donald Trump y su alumno Jair Bolsonaro- suponen serias amenazas para las democracias de las Américas. Tanto si se trata de memes que alegan falsamente un fraude electoral, como de la promoción de los plátanos como cura milagrosa contra el COVID-19 en México, el bombardeo ha acelerado la tendencia que lleva una década de disminución de la confianza en las instituciones democráticas, al tiempo que ha causado innumerables muertes durante la pandemia.

El dominio estadounidense sobre las comunicaciones y la cultura de masas, junto con el liderazgo tecnológico en el ámbito de las telecomunicaciones y la industria militar, mantiene concentrado el poder global en manos de unos pocos. Esta dinámica permite, a su vez, bloquear o revertir procesos como la integración latinoamericano-caribeña, la ascensión de la izquierda o el movimiento indígena, obviamente desfavorables a los intereses de Washington.

Las elecciones en Colombia en mayo y, particularmente en octubre en Brasil, serán una prueba importante. Bolsonaro y otros líderes parecen decididos a proteger su “libertad de expresión” en internet, provocando un ola de mentiras (fake news) que pueden llevar a enfrentamientos en tribunales con las empresas tecnológicas.

Hechos como estos representan una buena oportunidad para volver a poner sobre la mesa la necesidad de conocer las reglas de juego de cada uno de los territorios donde se construye la comunicación. Entender que podemos usarlos, pero siempre siendo conscientes que son bajo las condiciones de quienes construyeron las plataformas.

El mundo cambia, la tecnología avanza –hoy hablamos de metaverso, por ejemplo- y nos arrinconan para pelear en campos de batalla equivocados o ya perimidos, mientras las corporaciones mediáticas hegemónicas desarrollan sus tácticas y estrategias, en nuevos campos de batalla…y nosotros seguimos reclamando la democratización de la comunicación y la información.

¿Comenzará otra colonización cultural? Lo cierto es que los estados, tras el parate de la epidemia, carecerán de recursos y deberán decidir entre pagar deudas o alimentar a sus ciudadanos.

*Creador y fundador de Telesur, es comunicólogo y mágister en Integración, autor de varios libros sobre Comunicación (Vernos con nuestros propios ojos, La internacional del terror mediático, El asesinato de la verdad), y director del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE).

 

Nota realizada por Aram Aharonian y extraída de pressenza.

Derecho a la verdad y democracia

Arnoldo Mora

Entre 1642 y 1672, es decir, en los inicios mismos de la edad moderna, tuvo verificativo en Holanda la primera gran revolución democrático-liberal; esa revolución es conocida en la historia como “La República de los Hermanos De Witt” por haber sido Jan De WITT su máximo líder; su asesinato en las calles de La Haya significó el término de esa especie de “primavera” de las luchas por la democracia dentro del marco de una ideología liberal. Su ideólogo más connotado fue Baruc Spinoza, filósofo holandés de origen sefardita; en su última e inconclusa obra, TRATADO POLÍTICO, Spinoza intentó darnos una definición de lo que hoy entendemos por democracia; allí afirmó que la defensa de las libertades públicas constituye la esencia misma de lo que se debe entender por “democracia”. Esas libertades públicas son para Spinoza tres: la libertad de conciencia (fundamental en una época como la suya, que ya llevaba un siglo de guerras de religión posteriores a las Reforma Protestante, que dividió la cristiandad occidental), la libertad de expresión (muy novedosa para una época en que en se acababan de crear los periódicos) y la libertad de organización como expresión social y política de las otras dos. Hoy solemos hablar más ampliamente de “derechos humanos”, cuya carta plasma la razón de ser de las Naciones Unidas, por lo que ésta constituye el fundamento ético y jurídico del derecho internacional, pues no pueden darse relaciones civilizadas entre naciones si no se inspiran en esos principios doctrinales.

Es dentro de esa concepción filosófica que debemos entender la libertad de prensa como un derecho humano. La libertad de prensa es legítima jurídica y éticamente tan sólo si expresa la soberanía del pueblo, entendiendo por “soberanía” el ejercicio de las libertades colectivas como condición indispensable para que un pueblo sea dueño de su destino y pueda escribir la historia con su puño y letra. La libertad de prensa es legítima tan sólo si expresa la soberanía del pueblo y el derecho del pueblo a saber la verdad. Quienes convierten ese derecho sagrado en un poder fáctico, lo tergiversan al reducirlo a un instrumento de manipulación de conciencias y en un monopolio de facto que da origen a una dictadura mediática. Su más brutal expresión es el manejo descarado de las llamadas “redes sociales”, que han sustituido en la práctica a los partidos políticos como expresión del pluralismo ideológico y la confrontación de ideas. Ab(usando) de esos poderosísimos recursos tecnológicos, han llegado al poder figuras espernibles, como Trump en Estados Unidos, Bolsonaro en Brasil y, más cerca de nosotros, Bukele en El Salvador. Todo lo cual es consecuencia en el ámbito político de la revolución tecnológica actual, pues las comunicaciones han sido monopolizadas por las grandes empresas de la comunicación, quienes las financian. Al autocalificarse como “paladines de la libertad”, no hacen sino defender los intereses de esos monopolios mediáticos, convirtiendo así el derecho constitucional a la información en una mercancía. Quienes están a su servicio, subordinan los valores democráticos a los intereses de sus patronos; los periodistas a su servicio no son más que empleados.

Lo que sucede en el ámbito nacional no es más que un reflejo de lo que acaece en la esfera internacional. La campaña de difamación y de medias verdades en contra de las universidades públicas, emprendida por los empleados de la familia Jiménez Borbón, acostumbrada a tratar a la Patria de Juanito Mora y García Monge como si fuera un feudo azucarero, constituye un ejemplo de lo dicho. Se les cobra a nuestras beneméritas instituciones el estar formando ciudadanos con conciencia patriótica, como nos enseñaron a hacerlo nuestros grandes maestros humanistas, como Omar Dengo y Rodrigo Facio, a fin de inspirarse en el ejercicio del poder en la práctica de los derechos humanos, entendiendo “derechos” en el sentido kantiano de la palabra, a saber, como condición de posibilidad de la libertad como ejercicio de la razón práctica. Esos valores son tres, porque señalan la finalidad de las tres facultades superiores o dimensiones que definen al ser humano como “espíritu absoluto” (Hegel). La razón teórica (“pura” para Kant) aspira a la verdad, la voluntad (“razón práctica” para Kant) procura el bien ético, y la sensibilidad busca la belleza. Las libertades públicas deben ubicarse en la segunda dimensión, dado que son, insisto, la expresión social de la libertad como ejercicio de la racionalidad.

En filosofía política y derecho constitucional se habla del “pueblo” con el calificativo de “soberano”; este calificativo es altamente honroso, pues en los regímenes regidos por democracias absolutistas era un atributo tan sólo del rey , debido a que la monarquía era concebida como investida de atributos divinos (Bossuet). Debemos al más influyente ideólogo de la Revolución Francesa (1789), Juan Jacobo Rousseau, el haber conferido dicho atributo al pueblo llano que, desde entonces, se convierte en un principio fundamental de lo que entendemos por “democracia”. Es el pueblo-soberano la única matriz o fuente de las libertades públicas. Éstas se desarrollarán en consonancia con la conciencia que de sus derechos adquieren los pueblos, al calor de las luchas libertarias que despliegan; lo cual hace que debamos concebir los derechos humanos no como una especie de entelequia metafísica, sino como un proceso dialéctico, es decir, dentro de un marco de dimensiones históricas, movido por la dinámica de las fuerzas sociales.

La campaña en contra de las universidades públicas, como muy bien lo señala el actual Rector de la UCR, Doctor Gustavo Gutiérrez Espeleta, constituye un atentado en contra de los valores y principios democráticos, cimientos de nuestro sistema de vida republicana. Las universidades públicas, al luchar por sus derechos constitucionales, lo hacen igualmente por la soberanía de nuestro pueblo, por la dignidad de nuestra república. De esta manera honran con hechos y no con altisonantes y demagógicas declaraciones, el Bicentenario de Nuestra Independencia.

Realidades alternas, poder mediático, y pensiones magisteriales

Dr. Jorge D. García, Ph.D.

Inventando realidades

En los últimos años, se ha usado el término “realidad alterna” para denotar el recurso de políticos y medios de “comunicación” al sesgo, la descontextualización, a las verdades a medias, y a falsedades flagrantes, para crear una realidad ajena a la verdadera, la de hecho, la verificable, con el fin de promover su visión e imponer sus ideologías a audiencias desinformadas y manipulables. Destaca al efecto el ex presidente norteamericano Trump, cuyo éxito fenomenal al inventar una realidad (promovida también por algunas cadenas noticiosas), en la que no perdió las elecciones presidenciales en noviembre pasado, se traduce en decenas de millones de ciudadanos que se la creen a pie juntillas.

Nuestra sociedad no ha escapado a los efectos nefastos de la manipulación de la información con fines ideológicos y políticos. El estimado Dr. Oscar Aguilar Bulgarelli, historiador y ex diputado, ha documentado tales efectos en su libro “Costa Rica: Dictadura mediática o tiranía en democracia?”, en el cual, de manera detallada y contundente, expone los orígenes, mecanismos y consecuencias de dicha manipulación. Transcribimos de la Introducción a su libro:

“Los grandes intereses se han convertido en los manipuladores mediáticos. Los medios, a su vez, han perdido su verdadera independencia, pues son simples instrumentos de quienes controlan el poder económico del país, y con ello se convierten, también, en el verdadero poder político… Tal vez no nos hemos dado cuenta…que ya no se percibe la nueva realidad que se nos ha impuesto.”

Los grandes medios que constituyen el poder mediático en nuestro país han mantenido, desde hace décadas, una ofensiva feroz y a mansalva en contra de los pensionados y jubilados del Magisterio Nacional, ofensiva que ha recrudecido a niveles paroxísticos a partir del año 2014, de la mano con iniciativas legislativas y del Ejecutivo, y con apoyo multipartidista, para socavar los derechos jubilatorios del Magisterio. Para ello, no repara en inventar realidades, que no solo son fabricadas a propósito de sus fines, sino que, construidas a base de elementos marcadamente difamatorios, han creado en la población inquina y animadversión en contra de los jubilados del Magisterio.

Las realidades alternas mediáticas vs. las realidades verdaderas

Señalamos a continuación algunas de las “realidades alternas” creadas mediante la repetición incesante de sesgos, ausencia de contexto, medias verdades y falsedades, por parte de los medios de “comunicación” respecto de las jubilaciones y pensiones del Magisterio, y las contrastamos con las realidades de hecho, las verdaderas, verificables y documentables.

Realidad alterna mediática: los regímenes especiales como el Transitorio de Reparto del Magisterio Nacional (RTR) son inequitativos porque conceden beneficios superiores a los del régimen de IVM de la CCSS. Su misma existencia es cuestionable porque la Constitución Política establece un régimen universal administrado por la CCSS.

Realidad de hecho: El antecedente legislativo del régimen de pensiones magisterial data de 1886 con la Ley General de Educación Común. Aunque los docentes fueron adscritos al régimen de IVM- CCSS en 1943, el régimen magisterial se reinstauró mediante ley 2248 del 7/9/1958 y pasó el tamiz constitucional en el año 1992 (Voto de Sala Constitucional 846-92 en el cual se expresa que el constituyente pretendió un mínimo de protección con el IVM-CCSS, por lo que no hay razón para cuestionar la pluralidad de regímenes jubilatorios). La pretendida inequidad por disparidad de beneficios se explica porque la cotización en el régimen magisterial fue, desde 1958, muy superior a la del IVM-CCSS. El hecho es que el IVM-CCSS tiene previsto aumentar la cotización del trabajador a 4.5% ¡en el año 2029! En contraste, desde 1958 los docentes empezaron a cotizar un 5%, y el día de hoy lo hacen entre 8.75% y 16%. Es de lógica elemental que a mayor contribución deben corresponder mayores beneficios, cosa que el poder mediático se resiste a admitir. Antes bien, ha mantenido que, aunque las cotizaciones en el RTR hayan sido muy superiores, los montos jubilatorios deben bajarse al nivel de los del IVM-CCSS.

Realidad alterna mediática: No se justifican pensiones “de lujo” como las que se encuentran en los regímenes especiales, particularmente dentro del magisterial, porque deben pagarse mediante el presupuesto nacional, con dinero que es de todos, ya que siempre fueron deficitarios, o quebraron. Si bien el término “pensión de lujo” es impreciso, deben considerarse como tales todas las que se conceden mediante los regímenes especiales, porque las cotizaciones individuales nunca podrían cubrir pensiones tan altas, algunas de hasta 14 millones.

Realidad de hecho: Más que falta de objetividad, es falta de ética y de decencia que el poder mediático oculte a la opinión pública que el Estado Costarricense desvió las cotizaciones magisteriales desde 1958 a gasto ordinario, llevándose también las cuotas que le correspondían como patrono y como Estado. Por eso las jubilaciones y pensiones del RTR, que comprenden la mayoría de las erogaciones por regímenes especiales, han de cargarse al presupuesto nacional, ya que el Estado tuvo que hacer frente a su irresponsabilidad por la no conformación del fondo de pensiones asumiendo esos pagos mediante la ley 7531, de 1995. Entiéndase: el mismo Estado dispuso ese pago, con garantía incluida en el artículo 115 de dicha ley (aunque hay que apuntar que, como garantía, dicho artículo no ha valido ni la tinta con que se escribió).

Y para coronar la desinformación, aun cuando el poder mediático reconoció hace poco que el término “pensión de lujo” es impreciso, ¿cómo “arregla” la situación? pues etiquetando a todas las jubilaciones de los regímenes especiales como “de lujo”, usando el falaz argumento de que no se cotizó lo suficiente. Oculta también que el RTR fue diseñado como régimen solidario, no de cuentas individuales. Con ello valida el engaño y manipula a la opinión pública. El mentís más rotundo a ese engaño mediático de cotizaciones insuficientes en los regímenes especiales lo da el otro subrégimen del Magisterio, el de Capitalización Colectiva (RCC). Este es también un régimen solidario, que no corre por cuenta del presupuesto nacional (en razón de la misma ley 7531 que fracturó al régimen magisterial en dos y dejó al RCC a cargo de JUPEMA), que cuenta en la actualidad con poco más de 100 000 adscritos, y en razón de las altas cotizaciones y los rendimientos por capitalización, ya sobrepasó los 3 BILLONES (millones de millones) de reserva, superando con mucho las reservas del IVM-CCSS. El dato que hemos brindado varias veces en entregas previas es que la estimación actuarial para el RTR, si se hubiera conformado su fondo previsional y no se hubiera efectuado la partición del régimen magisterial en 1995, es de 5 BILLONES al 2012. Esa es la magnitud de lo que el Estado le birló al Magisterio. Y en lugar de hablar de reparaciones, como a derecho correspondería, la “troika” constituida por ejecutivo, legislativo y gran prensa, han emprendido una cruzada que lleva más de 30 años, para minar los derechos jubilatorios del magisterio usando como estandarte la apelación difamatoria de “pensionados de lujo”. O sea, las pavas tirándole a las escopetas, el estafador cobrándole a los estafados.

Y el colmo de la manipulación: la repetición constante del estribillo “algunas pensiones son de 13 o 14 millones”, cual mantra para agitar y mantener el odio en contra de los jubilados. Sin embargo, la realidad es que las contadas jubilaciones del RTR que alcanzan esos montos, usualmente por sucesiones a herederos, estuvieron sujetas desde 1995 a deducciones totales que llegaron, según el caso, hasta 69% del monto bruto. Y eso es lo que los medios de “comunicación” no tienen la honradez de aclarar. Pareciera que carecen de la fibra moral para hacerlo.

Pero en una gestión legislativa francamente cantinflesca, esa deducción se modificó a la baja (mediante ley 9796 vigente en el laño 2020), pero de manera tal que se aumentó la deducción total a las jubilaciones medias y bajas, al tiempo que se atenuó el efecto, o se concedieron montos adicionales, en algunos casos millonarios, a las jubilaciones más elevadas. Y eso que la legislatura actual ha recibido elogios por su “productividad”: para muestra un botón.

¿Por qué inventar realidades?

Solo podemos hipotetizar acerca de los motivos por los cuales los grandes medios, aliados al poder económico y político de este país, se han ensañado en contra del Magisterio y del empleo público en general y las universidades públicas): ¿ideología? ¿inquina contra los servidores públicos? ¿avanzar en la contrarrevolución neoliberal que persigue no dejar piedra sobre piedra de los pilares de la Segunda República que surgió luego de la guerra civil de 1948? ¿O tendrá algo que ver, como se hizo público hace meses, el que una empresa de “comunicación” haya obtenido sumas multimillonarias por la compra de sus títulos valores, con dineros provenientes de los fondos de pensiones? Siendo ese el caso, resulta obvio que el conflicto de interés resultante no podría ser resuelto más que por información transparente y objetiva al respecto. Lamentablemente, esos valores parecen estar más ausentes que nunca del discurso mediático en el país.

 

Imagen ilustrativa.

Enviado por el autor.

Las FARC entre el infundio o lo cierto

Por, Carlos Meneses Reyes

Entre dimes y diretes, y entre dares y tomares,
si por dónde empiece ignoro,
mal sabré por dónde acabe.

Luis de Samaniego

Puede que el país esté de por medio en la averiguación o búsqueda de la Verdad en torno al asesinato del líder conservador Álvaro Gómez Hurtado (Álvaro Álvaro); pero que el asunto del debate de si fueron o no las antiguas Farc las causantes del hecho, sitúa en si ese hecho delictivo fue causado directa o indirectamente ligado con el conflicto armado. A diferencia de la justicia ordinaria, en la JEP no se reciben denuncias individuales. A su conocimiento llegan informes. Estos los pueden presentar cualquier persona o entidad, sin que medie personería jurídica de por medio y contendrá toda la relación detallada, con la información relevante sobre el hecho denunciado, sin que se trate de un análisis jurídico. Importa el relato del hecho victimizante con marcos de referencia concretos en el orden geográfico, económico, político y social, en el cual, se cometió el delito o delitos; esforzándose en la identificación de los presuntos responsables, con liberalidad en los datos aportados. Ubicar a los actores armados en ese momento en Colombia, que en modo alguno descarta al ejercito Made in Usa. La ubicación territorial de esos actores y sus relaciones, su uso, control, ocupación.

La dictadura mediática ha hecho de las suyas, sobre el infundio que las antiguas Farc están reconociendo, “confesando” la autoría de tal delito.

Violando toda reserva sumarial, dos sobrevivientes del Secretariado, Lozada y Timochenko hicieron eco de lo mediático sobre un informe presentado por ellos a la JEP en el que desean aportar conocimiento y verdad acerca del asesinato del dirigente conservador. No medio el texto de un comunicado de las antiguas farc, por el partido de La Rosa, al respecto. Obviamente el texto de la carta o informe dirigida a la JEP no se conoce; lo cual no ha sido óbice para que esos dos incrustados en el seno de las antiguas farc para manipularlas; o incrustados para derribarlas, se atribuyan que fueron (las) los autores y uno de ellos el perpetrador responsable de las milicias urbanas Antonio Nariño de las antiguas Farc y en tal sentido, atribuyéndose el “hecho de verdad” en el informe o declaración a la JEP

 El tal Comunicado de la JEP, en el cual se dice que las antiguas Farc hacen un “reconocimiento anticipado” es apócrifo: no contiene firma autorizada de la JEP y al mismo no alude la Dra. Patricia, como presidente de la JEP. Ella menciona que la Carta está firmada por unos del antiguo Secretariado. De manera que sobre el asunto hasta el mismo padre Vicente de la Roux, especula al dar por hecho que lo conocido al respecto del dicho de las Farc y la existencia de unas fotocopias de “correspondencia” de Manuel Marulanda al Mono Jojoy, que aporta el ejército (de por sí involucrado en el delito), sean Verdad y darlas por creídas. En perdida de objetividad periodística, incurre Ariel Ávila en la difundida entrevista al expresidente Samper y a Horacio Serpa. Todo obedece a un montaje mediático, para lavar caras. A ese juego sombrío también se han prestado los Directivos del Partido Farc.

Los medios reseñaron que la farc, en una carta a la JEP cuyo texto no se conoce, citan y afirman que contribuirá a esclarecer el crimen de ese político de la derecha colombiana y que “La orden del asesinato se dio, según consta en carta enviada a la JEP, porque Gómez era “un objetivo militar y un enemigo de clase que representaba a quienes habían declarado la guerra a las nacientes Farc-Ep”.

De manera que remontar a la causa del asesinato a lo de la creación contra insurgente de las “repúblicas independientes” contra Marquetalia, en 1964; es reducirlo a un acto justicialista, que no ajusta al comportamiento de las insurgencias durante el prolongado conflicto armado, de no aplicar la Ley del Talión, de “diente por diente”, durante todo el comportamiento genocida del Estado terrorista colombiano de ayer y hasta hoy

Para agencias internacionales como EFE, los jefes de la antigua guerrilla de las FARC se atribuyeron el asesinato del excandidato presidencial colombiano Álvaro Gómez Hurtado, a quien consideraban «un objetivo militar» y «enemigo de clase», el 2 de noviembre de 1995. Citan: «Hoy, a pocos días de cumplirse 25 años de este asesinato, los miembros del antiguo secretariado de las extintas FARC-EP reconocemos ante la familia de Gómez Hurtado, el país y el mundo que somos responsables de este hecho», informaron en un comunicado. Que… “Tras muchas horas de reflexiones individuales y colectivas, honrando nuestro compromiso con la construcción de una sociedad más justa fundada sobre los cimientos de la verdad más amplia y completa posible, hemos decidido esclarecer los hechos y las razones del homicidio de Álvaro Gómez Hurtado», agregó la información…. «Ante la JEP y la Comisión de la Verdad explicaremos por qué Álvaro Gómez Hurtado era considerado por nuestra organización un objetivo militar y un enemigo de clase que representaba a quienes habían declarado la guerra a las nacientes FARC-EP y por qué decidimos callar este hecho todos estos años», detallaron los jefes de la desarmada guerrilla. Lo gravitante está en que, siendo un informe reservado para la JEP, locuaz mente reveló su contenido anticipado a la opinión; pero a todas luces el texto de la carta no se conoce; no es público.

En forma por demás tardía, en un comunicado hecho público, esa antigua organización armada desmovilizada, en cabeza del hoy partido político, manifestaron “que fue un error haber asesinado a un político de la talla de Álvaro Gómez”.

LAS DISTINTAS ARISTAS O VERSIONES.

La versión más conocida es que Álvaro Álvaro fue asesinado por la inteligencia del ejército involucrada en una conspiración contra el gobierno de Samper (periodo 1994-1998), como consecuencia del escándalo del proceso 8.000, por injerencia del dinero del narcotráfico en las elecciones presidenciales; en la que Horacio Serpa era el Ministro del interior, y que al no aceptar Álvaro Álvaro, el cambio de gobierno mediante el golpe militar, lo asesinaron los milicos. Al respecto la versión del finado embajador de USA, Frechet, es única. Esa hipótesis llevó incluso a que fuera llamado a juicio el coronel (r) Bernardo Ruíz Silva, comandante de la Brigada de Inteligencia del Ejército, quien fue señalado por un testigo con reserva de identidad conocido como Emilio, de haber participado en una reunión en Bucaramanga con los sicarios que cometieron el crimen… Luego absuelto por inconsistencia del testigo…

La otras fue la versión de Rasguño que fue el cartel del Norte del Valle y así…hasta a Rito Alejo del Río lo involucran…

Dable es concluir que las diferentes aristas de autorías de ese homicidio, también llamado magnicidio, permanece vigente en este país de candela. El que haya sido un delito de Terrorismo de Estado, armado por el Ejecutivo y el ministro del Interior del momento, es la más débil. El que hayan sido las antiguas Farc, está por verse, conforme a lo analizado de momento. Aplica lo sostenido por los litigantes en derecho: “recibido, pero con beneficio de inventario”. La versión más solida es la del producto del pretendido golpe Estado, instaurado; que mantiene soto voces al expresidente Santos, conocido como el “conspi”. Otros aluden a los “conspis”. A la inteligencia militar, sobre el entramado de un golpe de estado, en el que el finado Frechet, ex embajador de USA, aportó a la Verdad y sentó que Álvaro Álvaro, si bien quería la destitución del gobierno involucrado en el escándalo del 8000, no se prestó para un golpe de facto y ello produjo su ajusticiamiento. Resulta irrefutable lo argumentado por el analista Jorge Gómez, en su libro al respecto y el que el “Ruido de Sables” se dio, fue un suceso histórico irrefutable. “Hijo: hay ruido de sables” le avisó, esa noche, el Dr. Eduardo Umaña Luna, al sacrificado por la inteligencia militar, Eduardo Umaña Mendoza, cuando vio el paso de tanquetas desde la ventana de su casa.

Al conocerse la atribución de las Farc, el sub-presidente Duque puso en duda ese reconocimiento. El expresidente y ex senador Innombrable también lo hace. Los del uribismo siempre difundieron noticias de crímenes contra las farc; como (auto) atentados, o el del collar bomba y ahora no aceptan la “confesión” de las farc…; como también corresponde registrar que la familia del asesinado tampoco cree en la autoría de las Farc; pues todos a una claman que fue un crimen de Estado. Al así posesionarse, el actor material del asesinato lo fueron las fuerzas armadas y el motivante intelectual, la existencia de una conspiración que conllevaba el derrocamiento del gobierno de Samper.

En valoración política cabe considerar que la atribución del crimen a las farc beneficia al Establecimiento y al militarismo de derecha oligárquico.

De manera que como la derecha hegemónica oligárquica, contra insurgente, aun hoy en el poder, no aceptan la atribución de las Farc; ¿no es dable a un desconocido analista de Provincia disentir de la puesta en escena por parte de las antiguas Farc y que todo lo dicho y afirmado sea, sin exigibilidad de otra conducta la Verdad oronda que requiere el país?

Durante 25 años de investigación del crimen tratado, se verifica que pasaron varios fiscales, como Mario Iguaran, renombrado súbdito de bolsillo del gobierno de Uribe Vélez, entre 2005 a 2009. Alfonso Valdivieso, quien ejerció durante la presidencia de Samper (1994-1997). Alfonso Gómez Méndez (1997-2001). Ni el obsesionado anti farc Humberto Martínez Salcedo. Ninguno investigó una sola hipótesis; ni un solo indicio que vinculara a las Farc. Pese a que fueron manipulados los computadores atribuidos al fallecido comandante Raúl Reyes, en ninguno de ellos se insinuó evidencia, o hallazgo de prueba alguna o información que asomara la actuación de las farc en ese asesinato. Para resultar ahora que un sospechoso volumen de hojas mimeografiadas, que pesan sobre el prurito que son falsos, recopilados, en el año 2012, por el siniestro José Obdulio Gaviria, sobre cartas cruzadas entre Manuel Marulanda y el Mono Jojoy y en el que en fuera de contexto hacen suyas, alusiones o referencias de Marulanda atribuidas al hecho del asesinato; se erija como una prueba, dizque para demostrar la autoría de las Farc. A todas luces eso es producto de la infiltración constante de militares y agentes de inteligencia del Estado en esa guerrilla, que no obstante no demostraron la eficacia de derrotarlas.

Al parecer todo este berenjenal, embrollo o jaleo, comenzó con la declaración de la exsenadora liberal Piedad Córdoba quien informo, que a última hora había tenido conocimiento de los autores del crimen de Álvaro Álvaro. Esta citada para escucharla en versión en la Fiscalía el próximo 23 de octubre. Agrega que acudirá a la Comisión de La Verdad, que no tiene efecto punitivo.

El periodista Jorge Gómez Pinilla, quien escribió un libro sobre el tema: “Los Secretos del Asesinato de Álvaro Gómez Hurtado” ha calificado esa carta de las Farc como una falsedad articulada para que sea reconocida como verdad.

LA UNICA OPCION. LA DETERMINACION DE LA VERDAD

Las conductas relacionadas con el conflicto que asume conocer la JEP son aquellas vinculadas con crímenes de guerra y de lesa humanidad, con la violación a los Derechos Humanos o infracciones al Derecho Internacional Humanitario. Eso de delito de lesa humanidad el homicidio de Álvaro Álvaro, no está calificado. Juega un papel determinante el que se haya cometido por la existencia de un conflicto armado, en relación directa o indirecta con el mismo, causa esencial en la determinante para cometer ese delito. De lo contrario no se hubiera realizado. Tal asesinato, no califica como crimen de guerra y de lesa humanidad (única competencia de la JEP) y no fue producto directo o indirecto de dos bandos en conflicto armado; siendo solo la JEP, la única juez natural para definirlo.

El escenario de la ¿quid juris?: ¿qué solución da el derecho? resulta compleja; no solo para el equipo de 51 asesores que tienen las desmovilizadas Farc, sino para el foro jurídico nacional; además de prueba de fuego para la consistencia de la JEP, como justicia alterna.

SE REQUIERE UN ALTO NIVEL DE COMPRENSIÓN O DEL SABER

Al explorar la Verdad corresponde distinguir:

Verdad demostrativa, alude a la verificación de un hecho. Aplica a la efectividad de todos los medios de prueba. La verdad demostrativa y la verdad de los escritos o afirmado no pueden estar en conflicto. Opera en el administrador de justicia que influye más, si lo deductivo o lo inductivo.

La Verdad retórica, utiliza los sofismas para la obtención del convencimiento y por imposición del argumento y en esto sacrifica hasta el mismo argumento para lograr el convencimiento. Dice probar; pero se ocultan o ignoran aquellas evidencias que resultan evidentes; pero invalidan. Resulta una falacia conocida como la verdad a medias.

La falacia de la verdad a medias o medias verdades. Conlleva lo engañoso o falso, para hacerlo creíble. Aportando argumentos confluyen a una conclusión; pero ocultan o ignoran evidencias que al salir a flote resultan negativas o invalidan lo alegado o presuntamente probado.

La Parresia griega, que aparece con Eurípides, consistente en que se puede decir todo; hablar con atrevimiento, libremente. Inclusive so perjuicio de sacrificar la autonomía individual. Alude a franqueza, valentía, Llbertad confiada. Semeja a lo locuaz, audaz.

QUE SIGUE A CONTINUACIÓN

El asunto está en determinar si todo esto se toma como un elemento de verdad para la paz; sino como una salida de última hora de los exmiembros directivos de la guerrilla farc, presionados por las revelaciones publicas hechas por la defensora de la Paz y los derechos humanos Piedad Córdoba, quien informó que había tenido conocimiento de última hora sobre los autores del crimen del jefe conservador Álvaro Gómez Hurtado. Pero no se trata solo de afirmar, o aceptar, deben demostrarlo.

Ahora bien, que sigue ya radicado el Informe en la JEP. Pues el Sistema Integral de Verdad, Reparación y No Repetición – SRVR- faculta para ampliar el Informe. Convoca a aportar la Verdad y para ello podrá reconocer, parcial o totalmente el informe o rechazarlo. El SRVR, hará un trabajo de contraste entre lo recibido en el Informe y el cumulo de lo conocido por ella (JEP). Ampliar las pruebas. Pedir una audiencia pública con presencia de organizaciones e interesados citados por la Sala.

Luego de eso, podrá emitir una Resolución de Conclusiones; que es el acto, como documento judicial, por medio de cual el SRVR recoge los ofrecimientos de Verdad y la aceptación de responsabilidades de las personas que se acogieron a ese procedimiento.

Si la JEP rechaza el tal informe, queda el tufo de impunidad. Lo único que no ha sido “hecho trizas”, es el Sistema de Justicia, Verdad, Reparación y No Repetición (SVRNR). La afectada ha sido la JEP, por ese inusitado afán publicitario, que busca lavar caras del entramado corrupto oligárquico en decadencia. Pero con el cuento de la “cooperación armónica” violan los Acuerdos, en lo de disposición absoluta de la guerrillerada desmovilizada y agentes del Estado, bajo competencia exclusiva de la JEP. Como dicen los campesinos en El Catatumbo: “se les puso el café a $0.80” a los del antiguo Secretariado. Los empapelaran como hicieron con J. Santrich.

Han golpeado a la Verdad, al no acudir a la Comisión de la Verdad.

Desafortunadamente, hoy esa Verdad solo puede asumirse y tratarse a través del arte y la literatura. Aquí entraría a imperar la función en el género de la Novela Negra. Y ese género permitiría plantearse: ¿sería que las farc participaron en ese tal complot conspirativo contra el gobierno de Samper?

De la pandemia a la partenogénesis

Arnoldo Mora Rodríguez

Como si estuviéramos ante una nueva versión del dios Jano, un fantasma de doble rostro recorre el mundo; se trata de un solo fantasma pero con dos rostros: el uno que mira hacia atrás, el otro hacia adelante. Ambos ya son conocidos por la humanidad; el uno nos da una visión del pasado, el otro atisba el futuro; el uno es una pesadilla, el otro un sueño; ambos constituyen una muestra indeleble de lo que es la cultura occidental. La pesadilla fue anunciada por el fantasma como el anuncio de la tragedia que envuelve el trono de Dinamarca, según el célebre drama de Shakespeare; el otro rostro lanza la primera frase del no menos célebre Manifiesto de 1848 en que Carlos Marx y Federico Engels proclaman que un nuevo salvador ha venido al mundo: el proletariado (“los pobres de la tierra” diría hoy la teología de la liberación, en una frase que evoca a José Martí, tanto como al Sermón de la Montaña).

En mi reclusión de estas semanas en mi casa, se han dado cita en mi mente estos dos fantasmas, mientras veo a la humanidad sumida en los dolores de un parto, que anuncia que el terror apocalíptico de las pestes debe convertirse en grito de esperanza ante el advenimiento de una nueva época, tal como, a inicios del segundo milenio lo proclamara el monje calabrese Joaquín de Fiori. La evocación de ese teólogo medieval no es gratuita, ni casual. Hoy vivimos el fin del segundo milenio de la cristiandad y el inicio del tercero; el año 2000 no fue sólo el comienzo del nuevo siglo, el XXI, sino igualmente el inicio de un nuevo milenio, el tercero. Pero, para saber hacia dónde vamos, debemos primero conocer de dónde venimos. En vísperas del primer milenio Julio César crea el modelo de Estado que le permitirá a Occidente dominar el mundo, al convertir la República de Roma en el Imperio Romano; seis años antes del año con que comenzó nuestra era nace, según hay consenso entre los historiadores actuales, el personaje histórico más influyente de la historia hasta el momento actual: el judío Yeoshua de Nazareth, llamado Jesucristo, según la terminología del griego coiné imperante como lengua franca de la Cuenca del Mediterráneo en esa época. En el año mil en la Edad Media cristiana, se vive como cosmovisión la versión milenarista de la teología, según la cual, con la llegada del año mil, retornaría Cristo a juzgar a los pueblos y, con ello, la humanidad tal como la conocemos, habría llegado a su fin, sólo habría el cielo y el infierno, el primero para los justos y el segundo para los perversos; la profecía del Apocalipsis se habría cumplido, por lo que la historia de la humanidad y la humanidad misma no sería nunca más la misma, se acababa un mundo y se daba inicio a otro, radicalmente nuevo, calificado por Fiori como la era del Espíritu Santo, en que la iglesia jerárquica desaparecería y daría inicio la era de la libertad de los hijos de Dios…Pero resultó que Cristo no regresó ni se acabó el mundo; todo lo contrario, el papado, que como centro de poder absoluto se venía paulatina pero inexorablemente confirmando, llenando así el vacío provocado por la decadencia del Imperio creado por Carlo Magno y el nacimiento de lo que se llamará Europa; el papado lanzaría Las Cruzadas, con lo que se iniciaba la conquista del Mediterráneo y la expansión planetaria del Occidente Cristiano como potencia dominante…hasta el presente. Desde entonces Occidente ha emprendido una cruzada que abarca el planeta entero, que se inicia con el “descubrimiento” de todo un Nuevo Mundo más allá de “la Mar Océano”, como llamaban los conquistadores españoles al actual Océano Atlántico; el pequeño pero poderoso militarmente reino de Castilla lograba la proeza histórica de forjar el primer imperio en el cual “no se ponía el sol”. Se requerirán cuatro siglos para que surja otro imperio absolutamente planetario, el británico, que será amo del universo durante todo un siglo: desde la Batalla de Waterloo (1815) hasta la 1ra. Guerra Mundial (1914). El último imperio de Occidente, el Norteamericano, hegemónico después de la 2da.Guerra Mundial (1940) llega, con el nuevo siglo y con el nuevo milenio, a su fin; con ello, como decía el último primer ministro laborista Gordon Brown en la Cumbre de Dabos del 2008:”West is over”.

La actual pandemia, la más planetaria que conoce la historia, ha puesto dramáticamente en evidencia que estamos siendo testigos de la más grande revolución política, social y cultural que pone fin a dos mil años de hegemonía mundial de la Cristiandad Occidental. Pero no por ello la humanidad o la historia se acaban; un nuevo orden mundial se gesta construido por un nuevo sujeto histórico: un ser humano con conciencia o identidad planetaria, dado que los actuales desafíos a los que afronta la especie ya no son regionales sino planetarios; por eso, en cada decisión que tomemos, se pone en juego la sobrevivencia misma de la especie. Nunca como ahora que el homo sapiens ha acumulado la mayor cantidad de poder que especie viviente alguna haya logrado en la evolución, el espectro de la muerte nos acompañará tanto como la euforia provocada por la conciencia de disfrutar de un poder cuasi infinito; viviremos entre la pesadilla y el ensueño. Como lo vislumbró Shakespeare poniendo al fantasma del padre de Hamlet a denunciar la podredumbre oculta tras los oropeles de un trono real, que haría que los tiempos de gloria de la corona danesa se convertirían en una sangrienta pesadilla. Pero también estos tiempos de cambio anuncian el advenimiento de lo que Nietzsche denominó “aurora” de un nuevo día, que se convirtió en el motor que ha movido todas las revueltas de los movimientos populares, cuyo programa de acción fue redactado en 1848 por Marx y Engels; recurriendo a la terminología de Teilhard de Chardin, para ello debemos transitar “de la divergencia a la convergencia”. Hasta el momento actual, la especie ha sobrevivido; ahora debe aprender, so pena de extinción, a convivir; debemos pasar de la sociedad (instinto gregario propio de casi todas las especias de mamíferos) a la comunidad conformada por personas solidarias; lo cual sólo se logra cambiando de escala de valores. La concepción antropológica que identifica ser humano con individuo debe ceder el paso a lo que la doctrina social de la Iglesia, inspirada en la filosofía de Aristóteles, denomina “ser social”. Ante este reto no somos libres, si por tal entendemos el ejercicio de lo que San Agustín denominaba “libre albedrío”.

La humanidad afronta el fantasma del suicidio colectivo en cuatro desafíos. A partir de Agosto de 1945 (Hiroshima y Nagasaki) vivimos bajo la sombra ominosa del hongo nuclear; luego en 1968 el Club de Roma anuncia que la destrucción de las especies vivientes desenmascara el mito de una sociedad del despilfarro, basada en una industrialización llevada a cabo a contrapelo de una ética ecológica; ya en este siglo, un diminuto virus le ha quitado la corona al homo sapiens y se ha convertido en el apocalíptico ángel de la muerte, desenmascarando la destrucción de los más elementales valores humanos perpetrado por el capitalismo salvaje, que se nutre de la nefasta ideología neoliberal. Sólo nos resta acabar con el cuarto ángel exterminador, cual es la dictadura mediática, propulsora de las falsas noticias. Cuatro guerras mundiales: la nuclear, la ecológica, las pandemias y el imperio mediático de la infamia y la mentira. Sólo venciendo esas amenazas de destrucción masiva, que pondrían fin a la especie humana, podremos construir una paz auténtica como espacio de convivencia digna de seres humanos, tal como sería la era mesiánica proclamada por la esperanza escatológica de la teología de la historia de inspiración judeocristiana. Habríamos así pasado del horror de la pesadilla al embeleso del ensueño; de la tragedia de Hamlet a la edad de oro anunciada en el Manifiesto de 1848. De la pandemia a la partenogénesis.

Foto: UCR

La peor peste: la pobreza

Álvaro Vega Sánchez, sociólogo

         El principal y gran desafío que enfrentamos como país es aplanar las curvas en ascenso de la desigualdad y el desempleo, generadoras de la peor peste: la pobreza.

         Según el economista Leiner Vargas, la tasa de desempleo del 12.4% podría duplicarse después de la pandemia, alcanzando a más de 650. 0000 desempleados, y si a eso se le suma el subempleo del creciente sector informal la pobreza aumentará dramáticamente. En desigualdad estamos entre los mejores: ocupamos el octavo lugar a nivel mundial y el sexto lugar entre los países de América Latina.

         El país logró avances significativos en contener la desigualdad y el empobrecimiento con el pacto social y político de los años 1940, que nos heredó la Costa Rica de los niños calzados y una robusta institucionalidad social, con la Caja Costarricense del Seguro Social (CCSS) a la cabeza.

         Gracias a esa institución y sus visionarios fundadores, estamos logrando aplanar la curva del COVID-19. Seguimos viviendo de las glorias pasadas, porque para contener la peste de la pobreza, aplanando las curvas de la desigualdad y el desempleo, no tenemos una clase política visionaria y a la altura de los tiempos que vive el país.   

         Fue en la década de 1980 cuando se inició el camino escabroso hacia la ruptura de este pacto, con la aplicación de los Programas de Ajuste Estructural (PAES), por parte del bipartidismo: Partido Liberación Nacional y Partido Unidad Social Cristiana (PLUSC), atendiendo a las recetas neoliberales del Fondo Monetario Internacional (FMI) y del Banco Mundial (BM). Estas políticas empobrecieron al país, incrementaron la desigualdad y bajaron su perfil de clase media. Hoy, el FMI vuelve a sus recetas con su añejo telele de recomendar al país vender activos.

         Esa ruptura alcanza su punto culminante en el actual gobierno del Partido Acción Ciudadana (PAC), del señor Carlos Alvarado, que ha venido a profundizar los índices de desempleo y subempleo, protegiendo a los ricos y sus empresas y desprotegiendo a los trabajadores; precarizando a la clase media y profundizando la pobreza. Y en un contexto de pandemia, se castiga el ingreso de los trabajadores y pensionados del sector público, para ofrecer dadivas a los pobres que no alcanzan a satisfacer sus necesidades básicas.

         Una vez más se evade la responsabilidad histórica, ética y política, de hacer que los ricos, de una vez por todas, paguen los impuestos como ricos. Es lamentable que se prefiera quebrar la Caja y hasta el país, con tal de no tocar las arcas llenas de los nuevos ricos.

         Estamos ante una nueva clase política multipartidista que cogobierna para una oligarquía neoliberal frívola y egoísta, hoy representada en el país por la Unión Costarricense de Cámaras y Asociaciones de la Empresa Privada (UCCAEP) y defendida por la “dictadura mediática”.

         Para ocultar esta complicidad, se inventan y promueven planes salvadores –“pan y circo”, para el pueblo–, tales como el Plan Escudo y el Plan Avancemos en el gobierno del señor Oscar Arias (2006-2010), cuya modalidad se vuelve a reciclar con el Plan Fiscal de Fortalecimiento de las Finanzas Públicas y el Plan Proteger en el gobierno actual.

         Este juego de aparentar gobernar a favor de los pobres cuando realmente se “Protege” a los ricos, es la estrategia propagandística utilizada para obtener dividendos político-electorales, por parte de una nueva clase política parasitaria que busca prebendas salariales o vínculos con el mundo de los grandes negocios: comerciantes de la política o “políticos empresarios”. 

         La realidad es que este cogobierno multipartidista, aliado incondicional de esta oligarquía empresarial, financiera y mediática, está contribuyendo a que cada día la peste de la pobreza cobre más víctimas.

         Sin embargo, “no hay mal que dure cien años ni cuerpo (pueblo) que lo resista”. El cogobierno de unidad nacional, para salvar a los ricos y hundir a los pobres y a la clase media, tiene sus días contados, aunque las encuestas coyunturalmente lo favorezcan.

         Estamos a las puertas del nuevo pacto social y político anti-oligárquico para la revitalización del Estado Social de Derecho. La única opción para aplanar la curva de la desigualdad y del desempleo y eliminar la peor peste: la pobreza.

Foto: Semanario Universidad