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UCR: “Calladita ¿más bonita?”

Gabriela Arguedas Ramírez, docente de la Escuela de Filosofía, tuvo a cargo la conferencia de clausura del primer ciclo lectivo del 2024 en el marco de la celebración del quincuagésimo aniversario de la Facultad de Letras. Foto: Laura Rodríguez Rodríguez, UCR.

Lección de clausura del primer ciclo lectivo de la Facultad de Letras impartida por filósofa Gabriela Arguedas

El intento de anular el pensamiento crítico de la universidad pública

¡No! La Universidad nunca será más bonita quedándose callada ante la problemática social. Jamás será más bonita guardando silencio ante los abusos de poder del Gobierno de turno. Y, si por levantar su voz contra las injusticias y la desigualdad, pierde belleza para algunos, ¡enhorabuena!, porque ¿a quién le interesa una estética sin ética?

Sin embargo, para Gabriela Arguedas Ramírez, docente de la Escuela de Filosofía, la Universidad de Costa Rica viene padeciendo de una modorra desde hace muchos años y ha guardado silencio en torno a los recortes sistemáticos en inversión social que ha hecho el país para que grupos específicos sigan maximizando sus beneficios sin ningún tipo de límite.

Para la académica, la crisis educativa que atraviesa el país no es casualidad ni el efecto adverso no previsto de decisiones anteriores, sino que obedece a decisiones políticas perfectamente conscientes que apuntan a un tipo de sociedad, a un tipo de modelo de desarrollo y a un tipo de Estado.

“Creo que todas las universidades públicas están llamadas a tomar la decisión de si van a doblar la rodilla frente a los mandatos de la lógica neoliberal, que implica pactar con el neoconservadurismo, o si van a resistir esa fuerza”, manifestó Arguedas durante su conferencia titulada “El pensamiento crítico bajo ataque: narrativas extremistas y el giro discursivo de las derechas”, reflexión que presentó en la lección de clausura del primer ciclo lectivo en el marco del quincuagésimo aniversario de la Facultad de Letras.

“Extraño la Universidad que le seguía el pulso a los problemas nacionales, extraño la Universidad que por lo menos trataba de generar grupos de trabajo y grupos de discusión para analizar problemas particulares. Esa Universidad yo no la veo, parece que desapareció, que está consumida por pleitos internos, que está consumida por el cortoplacismo. Entonces abandonó una de sus obligaciones que están en el Estatuto Orgánico, pero además es una obligación que tenemos con la sociedad porque la sociedad nos financia”.

Gabriela Arguedas Ramírez, docente de la Escuela de Filosofía

El deterioro en la calidad educativa que apunta Arguedas lo han percibido las universidades públicas en los últimos años entre la población de nuevo ingreso, la cual reporta serias deficiencias en su formación en matemática y en su dominio de un segundo idioma. Pero lo más grave son las dificultades que manifiestan a la hora de comprender un texto, escribir de manera coherente y expresarse oralmente.

Si esa es la realidad educativa de la juventud que logró aprobar el examen de admisión, ¿en qué situación estará la inmensa mayoría que no pasó la prueba de ingreso a las universidades o de quienes no han concluido su educación secundaria?, cuestionó la expositora.

Para la docente e investigadora, el menoscabo planificado de la educación pública tiene el objetivo de cercenar el pensamiento crítico en la población para convertirla en una masa fácilmente manipulable de acuerdo con los intereses de sectores políticos y económicos neoliberales aliados con grupos neoconservadores.

“Sectores neoconservadores hablan de una guerra cultural en la cual las universidades constituyen un campo de batalla. Lo que buscan de modo incesante es anular el legado destacable de la modernidad, terminar de destruir lo que queda de confianza en la democracia, quieren anular el sistema político de pesos y contrapesos, de transparencia y rendición de cuentas y, para ello, necesitan anular las condiciones de posibilidad para el pensamiento político”, señaló Arguedas.

De acuerdo con la expositora, un individuo que no tenga la capacidad para lidiar con la incertidumbre, con la complejidad, con la contradicción y con el disenso caerá fácilmente en las narrativas absolutistas neoconservadoras que dividen al mundo en buenos y malos y que encuentran chivos expiatorios a quien culpar de todas las desgracias de sus líderes. En este sentido, recalcó que “la ignorancia arrogante es una de las más graves amenazas que enfrentamos en este siglo”.

A lo largo de su disertación, Arguedas recapituló acontecimientos en la historia reciente del país que han consolidado el discurso neoconservador y la yunta que ha hecho con el sector neoliberal para hacerse del poder político e imponer su agenda, lo cual representa un retroceso en todos los ámbitos, desde los derechos humanos y la protección ambiental, hasta el acceso a la salud y a la educación.

Uno de esos acontecimientos ocurrió la noche del 8 de marzo del 2024 frente a la Facultad de Ciencias Sociales de la UCR, cuando un nutrido grupo de manifestantes ingresó al campus con antorchas encendidas y se colocó frente al edificio de la Facultad para orar en dirección a que Dios volviera a tomar control de la Universidad.

Un mes después, un profesor de Humanidades de la Sede de Guanacaste de la UCR organizó la presentación de un libro antivacunas escrito por una médica que fue suspendida del ejercicio profesional por el Colegio de Médicos y Cirujanos de Costa Rica justamente por promover información falsa que atenta contra la salud.

“Ambos eventos pasaron sin pena ni gloria, sin que se generara ninguna reacción por parte de la administración de esta Universidad. Podría alguien argumentar que solamente se permitió el ejercicio de la libertad de expresión, cátedra y conciencia, pero yo no estoy de acuerdo, comenzando porque no creo que esa haya sido la razón por la que no hubo ninguna reacción. No hubo ninguna reacción porque vivimos en este momento en una especie de modorra, de indiferencia generalizada. Los primeros en padecer ese desinterés son los miembros de la comunidad universitaria y nuestras autoridades”, aseveró Arguedas.

“El avance de estos movimientos ha sido exitoso porque se están cosechando los frutos de lo que han sembrado en las últimas décadas y se están cosechando también los frutos de lo que los otros grupos no han hecho. Me refiero a la indiferencia y a la complacencia de quienes han observado estos procesos durante las últimas dos o tres décadas y no han hecho absolutamente nada al respecto. Dicen ser defensores de la democracia, dicen estar en contra de regímenes opresivos, dicen estar en contra de la violencia y la discriminación, pero ¿cuáles son sus actuaciones concretas? Y también estoy hablando aquí de la Universidad de Costa Rica”.

Gabriela Arguedas Ramírez, docente de la Escuela de Filosofía

Arguedas fue clara en que, si bien la Universidad debe ser un espacio de circulación y debate de ideas con apertura, no significa que se deba permitir la legitimación de abusos, tergiversaciones, falsedades y desinformación con propósitos políticos antidemocráticos.

La académica explicó que los movimientos neoconservadores de los que forma parte la manifestación con antorchas que se realizó frente a la Facultad de Ciencias Sociales comenzaron a articularse en la década de los setenta del siglo pasado en Estados Unidos y se han extendido y complejizado durante las últimas dos décadas.

“La articulación estratégica del neointegrismo católico y el fundamentalismo neopentecostal con sectores de extrema derecha e, incluso, con organizaciones criminales, les ha permitido conquistar impresionantes éxitos electorales en todo el mundo. Sí, también tienen alianzas con grupos criminales en diferentes países, en donde las comunidades están controladas por el narco y por la iglesia evangélica del barrio”, reveló Arguedas.

Entre los éxitos de esta articulación neoconservadora, la docente destacó la victoria electoral de Donald Trump en los Estados Unidos en el 2016 y la “buena salud” de la que goza su movimiento, el triunfo de Jair Bolsonaro en Brasil y el de Nayib Bukele en El Salvador, así como el del régimen de Viktor Orbán, en Hungría y el de Vladímir Putin, en Rusia.

“Todos estos líderes, aunque tengan diferencias políticas e ideológicas entre sí, se caracterizan por un estilo profundamente conservador en asuntos sociales y todos, de un modo u otro, han pactado acuerdos de alianza político-religiosa”, subrayó.

La investigadora complementó este escenario con el crecimiento y consolidación de la derecha extrema en los países europeos, apoyada por movimientos neofascistas de jóvenes que realizan saludos nazis y atacan a migrantes sin distingo de nacionalidad o credo.

Tres características, estrategias y narrativas que comparten los grupos y líderes neoconservadores:

  1. La complacencia populista antiintelectual y anticientífica, como la negación de la pandemia de Covid-19, la narrativa antivacunas, los discursos que descalifican la gravedad del cambio climático y múltiples formas de teorías de la conspiración.
  2. El impulso antisecular o reconfesional del ámbito público y de las instituciones del Estado.
  3. La gestión política del odio. El odio ha sido la punta de lanza en sus campañas electorales a través de estrategias retóricas misóginas, antifeministas y homofóbicas.

“Se intensificó así una estrategia discursiva conservadora que asocia el hecho de ser feminista, estar a favor de la legalización del aborto o de la igualdad de derechos para personas no heterosexuales o el apoyo a políticas de justicia migratoria o reconocer que el cambio climático es algo que realmente está sucediendo, con haber pasado por un proceso de adoctrinamiento durante la educación superior. Entonces, se proyecta la idea de que son las universidades los centros adoctrinamiento y no las iglesias fundamentalistas neopentecostales o neointegristas católicas”, apuntó Arguedas.

Según la expositora, estos son algunos hechos que reflejan el refortalecimiento conservador en Costa Rica y el impacto que ha tenido en la educación y en el ejercicio del pensamiento crítico:

  1. La declaración de inconstitucionalidad de la práctica de la fecundación in vitro en el año 2001. Ese caso le valió al país una sentencia en contra de la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
  2. En el 2007 se generó una intensa oposición a la reforma constitucional para eliminar de la Constitución de la República el carácter confesional del Estado. La defensa de la educación religiosa fue liderada por la Conferencia Episcopal de la Iglesia Católica y apoyada por sectores evangélicos que se aliaron con la Iglesia Católica en contra de la secularización del Estado y sus instituciones. Es decir, los protestantes no estuvieron opuestos en ese momento a que el Estado fuera confesional católico mientras pudieran ir ganando algo de los privilegios que tiene la Iglesia Católica.
  3. En el año 2012, cuando el Ministerio de Educación Pública aprobó un nuevo programa de educación sexual, varias asociaciones evangélicas, asociaciones católicas y de padres de familia se opusieron a que fuera obligatorio que sus hijos recibieran ese nuevo plan de educación sexual en el colegio o en la escuela.
  4. A partir del año 2016 surge una nueva estrategia neoconservadora coordinada por Joseph Ratzinger, quien fue Papa Benedicto XVI: la narrativa de la ideología de género, la cual ha servido en toda América Latina y en algunos países europeos para que partidos políticos populistas de derecha aliados con organizaciones religiosas conservadoras acumulen un enorme apoyo popular. Esta narrativa se basa en falacias, inexactitudes, prejuicios y estereotipos que buscan, por ejemplo, volver a normalizar la maternidad y lo doméstico como único destino femenino.
  5. En el año 2020, el mundo entró a una fase hasta entonces desconocida, aunque haya habido pandemias anteriores. En Costa Rica, y en casi todo el mundo, explotó la desconfianza en la ciencia, en la educación superior y en la institucionalidad del Estado y en la democracia. Este es el resultado de un proceso de larga data y largo alcance de desmantelamiento de las instituciones del Estado, de debilitamiento de la confianza, de arrogancia epistémica, de cerrarnos en el mundo universitario y académico, cerrarnos al diálogo con los que están fuera. En todo caso, lo que vimos fue una reacción tremendamente ágil y oportuna de estos grupos religioso-políticos que se aliaron también con grupos neoliberales y con actores antidemocráticos.
  6. Durante la negociación de la Ley de Empleo Público, la fracción parlamentaria del Partido Acción Ciudadana (PAC) aceptó la moción del sector neoconservador, presentada a través del partido Nueva República, de incluir en la Ley de Empleo Público un artículo sobre objeción de conciencia dentro de los servicios públicos.

“El giro hacia la extrema derecha ha estado precedido de un incansable trabajo de base fundamentado en la cohesión social mediante la misoginia, la homofobia, el racismo y la xenofobia. Es decir, esta es la gestión política del odio. Es a través de esa gestión política que logran amasar cantidad de gente que se encuentra huérfana políticamente, que está harta del estado de situación, que no tiene cómo identificarse con otros grupos. Al final, son atrapados a través de estas narrativas que ofrecen un chivo expiatorio”, subrayó Arguedas.

Para Arguedas, este recuento de hechos que ilustran el avance del neoconservadurismo y sus narrativas estratégicas debe interpretarse a la luz de otros datos desalentadores, como el hecho de que la tasa de cobertura de cuarto y quinto año de secundaria es menor al 50 %, o que la mitad de la población entre los 25 y los 34 años no ha terminado la educación secundaria.

“Entonces, la supuesta apuesta por STEM es mentira, esa es una narrativa absolutamente manipuladora y falaz. Si fuese cierto que el Gobierno actual está preocupado por apoyar STEM, debería estar haciendo algo por la enseñanza de la matemática en la escuela y en el colegio. Si esta gente no termina el colegio, la universidad no puede hacer absolutamente nada para que entre a las carreras STEM. Nos están pidiendo que solucionemos un problema que no hemos creado y que, además, tampoco podemos solucionar.

“Entonces, esto es solo un espejismo, una cortina de humo para debilitar las Humanidades, las Ciencias Sociales y el pensamiento crítico, porque las áreas que fomentan el pensamiento crítico son un obstáculo en esta avanzada antidemocrática, neoconservadora y refeudalizadora.

“El giro neoconservador global que va tomando un carácter extremista requiere que las grandes mayorías no tengan habilidades mínimas para pensar y cuestionar, necesitan individuos preparados únicamente para recibir instrucciones, para recibir órdenes. Recordemos a líderes fascistas como Mussolini. Él lo tenía clarísimo: hay que uniformizar el pensamiento para construir masas de personas que sean fácilmente lideradas en la defensa de un proyecto nacional, ordenado, disciplinado, efectivo, que es el Estado-nación fascista, que luego debe seguir en un proceso de conquista de resto del mundo. Esas ideas están más vivas hoy que hace 50 años y eso lo estamos viendo en este momento en Europa, en Estados Unidos, en Argentina, en El Salvador y, cuidado si no, las semillas también las estamos viendo en Costa Rica”, advirtió Arguedas.

Fernando Montero Bolaños
Periodista, Oficina de Comunicación Institucional, UCR

Trump vs Biden: todo indica que se volverán a enfrentar

Ciertamente en política nada está escrito, pero si por la víspera de saca el día, Joe Biden, actual presidente de Estados Unidos y Donald Trump, exmandatario en el periodo 2017-2021, volverían a encontrarse frente a frente en las elecciones del 5 de noviembre próximo.

Así ocurrió en las votaciones del 2020 cuando en aquella ocasión Biden, del partido Demócrata, se impuso a Trump, del partido Republicano. La historia puede repetirse y así lo vaticinan expertos de la Universidad Nacional (UNA), a pesar de un primer semestre del 2024 en el que Donald Trump deberá alternar su participación electoral con una serie de juicios y acusaciones que lo sentarán en el banquillo de los acusados.

Los fuegos electorales ya se abrieron en el estado de Iowa, cuando este lunes se realizó el caucus que determinó el triunfo de Trump. Le sigue ahora las primarias en New Hampshire el próximo 23 de enero, aunque sin duda, el evento que tiene todos los focos de atención es el supermartes del 5 de marzo, cuando 15 estados votarán por su candidato republicano.

La expectativa es aún mayor, pues apenas un día antes del supermartes arrancará, en Washington, el juicio donde el magnate está acusado de subversión por los acontecimientos del 6 de enero del 2021 en el Capitolio, cuando partidarios de Trump irrumpieron violentamente en la sede del Congreso por no reconocer el triunfo de Joe Biden.

El equipo legal de Trump trata, a toda costa, que el juicio se traslade al 2026, en un intento claro por postergar el proceso y que de esta manera no entorpezca sus aspiraciones presidenciales.

Mientras esto ocurre, está por verse qué decide la Corte Suprema de EE.UU., luego de que las cortes de los estados de Colorado y Maine emitieran un fallo donde determinaron la improcedencia de la nominación de Trump, justamente por la insurrección del 6 de enero del 2021.

“La defensa de Trump alega que él es inmune a cualquier demanda penal o civil porque los actos los hizo siendo él presidente y eso está ventilándose en una Corte de Apelaciones en Washington, donde es probable que termine escalando a la Corte Suprema, en la que tres de sus miembros han sido nombrados por el expresidente republicano”, explicó el analista internacional, Carlos Cascante.

Tanto Cascante como el analista Gerald Solano, de la Escuela de Relaciones Internacionales de la UNA, ven poco probable que las gestiones judiciales saquen a Trump de la nominación presidencial. “Se ha manejado con mucha cautela por parte de las propias autoridades. Los jueces saben que la decisión que se tome puede tener connotaciones distintas y en un escenario donde a él se le prohíba la candidatura, puede cuestionar al propio sistema judicial, apoyado por movimientos que le dan el apoyo”, detalló Solano.

Además del juicio por la subversión en el Capitolio, la agenda del exmandatario está plagada de procesos judiciales, unos civiles y otros penales: presunto fraude por parte de sus empresas en el estado de Nueva York, incriminación por manifestaciones difamatorias contra una escritora, pagos a una estrella porno a cambio de guardar silencio por una relación extramarital y retención de material clasificado luego de que abandonara la Casa Blanca. Todos tiene previsto iniciarse en el primer semestre.

Lo anterior hará que el nombre de Trump resuene mediáticamente en este periodo de primarias republicanas. Junto con él, el nombre de Nikky Haley se ha posicionado con más fuerza como una contendiente en el bando republicano, situación a la que deberá prestársele atención.

Por el lado demócrata, Joe Biden parece tener el camino más claro de cara a la nominación que se oficializará entre el 19 y el 22 de agosto.

¿Por qué Trump y Biden?

Se hace llamativo el hecho de que Trump (77 años) y Biden (80 años) puedan repetir el enfrentamiento electoral. Para Carlos Cascante, desde la década de los setenta EE.UU. ha sufrido un proceso de fragmentación política en temas económicos y culturales por temas como el aborto, derechos civiles en el ámbito de las migraciones, así como en la educación, lo que ha conllevado a los partidos políticos a formar coaliciones electorales.

“El republicano fue tendiendo a ser nativista, conservador, se acercó a una ideología de derecha evangélica propia del medio oeste de EE.UU. y es ahí donde sobresale la figura de Trump. Él tiene la capacidad de hacer una conexión con el electorado a partir de su discurso, además de que es una figura conocida”, manifestó Cascante.

En el caso de Joe Biden, el experto asegura que ha sabido granjearse la posición de un político más moderado, que tiene la capacidad de liderar y alcanzar acuerdos y ser una figura ecuánime para enfrentar a Trump. En ese sentido—asegura Cascante—“ha creado una campaña de vote por mí y no por Trump, porque él es peor que yo y en esa lógica el aspirante más moderado para conjuntar las diversas facciones es Biden”.

Los temas

En el listón sobresalen algunos temas que parecieran ser los que van a predominar el debate entre los dos eventuales candidatos.

Para el analista Gerald Solano, el tema de la migración será capital en la próxima contienda. Solo en el mes de diciembre pasado intentaron cruzar la frontera hacia Estados Unidos, provenientes de México, 235.000 personas entre mujeres, hombres y niños; un promedio de 7.580 diarios, de acuerdo con datos de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza.

“Aunque Biden no ha hecho nada radicalmente distinto a Trump en materia migratoria, la cantidad de personas que tratan de ingresar a diario es un tema complicado para Biden, que tratará de aprovechar su contendiente. Tanto fue así que recientemente el secretario de Estado, Anthony Blinken, visitó México para llegar a acuerdos”, manifestó Solano.

En segundo orden de prioridades, Gerald Solano ubica el tema de la seguridad y el desempeño de la economía. “Los números en cuanto a empleo e inflación parecen favorecer a Biden, pero Trump puede que se refiera al tipo de trabajos que se están generando y a la dificultad de algunos sectores para encontrarlo”.

Por su parte, Cascante coincide en que el tema de la migración será central, aunque no tanto los conflictos en Ucrania y en Oriente Próximo. “En EE.UU. lo internacional no pesa tanto como lo local. Veo más probable que el debate se centre en el manejo de la economía, los asuntos vinculados con derechos humanos, principalmente el aborto”.

Para Solano, el tema de los conflictos geopolíticos sí tendrá un peso relevante, principalmente porque del bando republicano han sido más proclives a la ayuda militar. Lo mismo considera que ocurrirá con el tema de China, donde las desavenencias han sido notorias.

Ambos expertos también dan crédito al hecho de que el tema de la edad sea debatido, principalmente de parte de Trump contra Biden. “Trump siempre ha sido un showman y no es descartable que, al igual que en ocasiones anteriores, se refiera a las capacidades físicas de su oponente”, indicó Solano.

Carlos Cascante añade otro argumento al respecto: “La idea de la presidencia en Estados Unidos, como comandante en jefe, siempre ha estado vinculada con la figura de un presidente fuerte y eso es parte del imaginario entre el elector norteamericano, y a Biden ya se le nota su edad. Trump, aunque se le acerca, luce, en definitiva, más vital”.

Las fichas del juego electoral están sobre la mesa. Lo que ocurra hacia adelante centrará la atención del mundo entero en un 2024, donde los estadounidenses decidirán entre el continuismo de las políticas demócratas u optarán por el regreso al poder de los republicanos, en apariencia, de la mano con la controvertida figura que representa Donald Trump.

Oficina de Comunicación
Universidad Nacional, Costa Rica

Boric (Boboric): los bandazos y vaivenes del «merluzo»

Mg. José A. Amesty Rivera

Gabriel Boric Font, presidente de la República de Chile, desde el 11 de marzo de 2022, del partido Apruebo Dignidad, ganó la presidencia con el 83,03% de los votos escrutados, obteniendo el 55,52%.

Este hecho tuvo signos de alegría, triunfo e incertidumbre por parte del pueblo chileno; primero, por derrotar a su oponente de ultraderecha pinochetista, José Antonio Kast. Pero de dudas, porque los candidatos de centro izquierda en Chile, han dado cambios, un ejemplo inobjetable fue la actitud de la presidenta Bachelet, en su gestión de gobierno, aparentemente de izquierda o socialista. Segundo, porque Boric, dio unas declaraciones ambiguas en relación al presidente Nicolás Maduro, diciendo que en Venezuela se violan los Derechos Humanos. Entonces habría que esperar el desarrollo de los acontecimientos, luego de sus primeros días de gobierno supuesto de izquierda.

Parece ser cierto, que aquel triunfo de Gabriel Boric, dio un portazo a la continuidad de los gobiernos de derecha en el país, aunque esto habría que refrendarse en los primeros años de gestion política, y cerró el ciclo del pinochetismo, con un duro golpe al fascismo.

La historia nos devela hechos inconcebibles para el pueblo chileno, ante un vaivén, unos bandazos del presidente Boric, que nos recuerda sus actitudes durante su campaña electoral, post electoral, y durante su gestion, veamos:

Desde su triunfo en Chile, se vienen especulando, por lo menos tres suposiciones en torno a su gestión del gobierno venidero.

La primera, es de esperanza, deseando un gobierno de ayuda para los sectores más necesitados; segundo, es de los que están esperando que iniciara su gobierno para «ver»; tercero, los que no veían en Boric, nada de lo prometido por él, sino más bien, una especie de gestión socialdemócrata, y cuarto, otros, vieron en él los rasgos de un disfrazado fascismo pinochetista.

También, algunos señalaron que, al menos perdió la derecha neoliberal en Chile, expresada en el gobierno de Sebastián Piñera, reivindicándose la larga lucha de años en Chile buscando bienestar para todos los sectores de la sociedad, y el legado de Salvador Allende; y otros tuvieron dudas sobre la destrucción de la Constitución de Pinochet y una posible instauración de una Constituyente.

En este mar de supuestos, dudas y argumentaciones, deseamos presentar algunas consideraciones. En este sentido, primero, veamos que ha sido Chile en estos últimos años.

No es cierto que Chile siempre haya sido una especie de barómetro para Latinoamérica, catalogándola como la panacea en el logro de reivindicaciones económicas, cuando la realidad ha sido la implementación de políticas neoliberales.

Y así, según el escritor Omar Rafael García Lazo, el neoliberalismo llegó a América Latina de la mano de Pinochet. Desde entonces, Chile se consolidó como un gran aliado de Estados Unidos y el mejor ejemplo de democracia y crecimiento económico sostenido, obviamente, sin mirar los efectos sociales «colaterales».

Durante décadas, Chile fue acumulando una deuda social, que amenazó con estallar en varias ocasiones, desde la revuelta de octubre 2018, y en el 2019, se produjo una masiva protesta que estremeció los cimientos neoliberales del país.

En los últimos años, se dirime un pulso entre las fuerzas progresistas y la derecha, que tuvo su primera señal de cambio en las grandes protestas sociales que derivaron en la elección e instalación de una Asamblea Constituyente, comicios en los que la derecha tradicional, no obtuvo un buen resultado, mientras que sectores independientes, progresistas y de izquierda lograron la mayoría de constituyentes.

Sin embargo, nada aún está definido. La dictadura, el terror consustancial y la exclusión provocada por el neoliberalismo, profundizaron la enajenación y el hastío en una sociedad cada vez más fragmentada.

El plebiscito que resultó de la crisis social con vistas a aprobar la Constituyente, solo movilizó al 50 % del electorado, a pesar del movimiento que generó la crisis social e institucional que atraviesa ese país. Aunque fue una participación y una votación históricas, en lo adelante la indiferencia podría favorecer los esfuerzos de la derecha radical.

Segundo, veamos quién es Gabriel Boric, según su actuar y decir.

Afirmamos que Gabriel Boric, no es un bastión de la izquierda latinoamericana. Veamos algunos datos.

  • Boric firmó, durante la «Concertación» hacia la Constituyente, las condiciones de la misma, denominada Constituyente amarrada, ya que hubo y hay muchos condicionamientos para que se establezca en el país.
  • Boric, desde los tiempos como diputado, fue acusado de tener doble moral, ya que acusaba a Colombia de violación de Derechos Humanos, y no volvía a ver a su propio país.
  • También, se le ha criticado por estar alineado a las políticas de USA, incluso utilizando el mismo discurso de Trump.
  • En algún momento Boric, se atrevió a hablar de la «dictadura en Cuba», cuando algunos de sus predecesores presidentes como Lagos, Bachelet (supuestos de izquierda), ninguno lo hizo.
  • En algún momento se definió como socialdemócrata.
  • En su primer discurso como ganador de las elecciones, habló de ir «poco a poco» en su gestión de gobierno y posibles cambios, como para no incomodar a la oligarquía chilena.
  • Cuando ocurrió el Golpe en Bolivia, enmudeció y no dijo nada al respecto.
  • Su programa de gobierno, en nada se parece al de Allende, cuando algunos se atreven a verlo como un Allende.
  • Lo fuerte de Chile es la minería, y en ningún momento se ha mencionado la nacionalización, por parte del presidente electo Boric.
  • Una de sus últimas perlas, es que se ha conocido que el espacio político de la «Concertación», quien Boric firmo, apoyo y estuvo al frente de ella, fue financiada por la NED estadounidense, y que la organización «espacio público» también recibió fondos de ella, estando allí un familiar cercano de Boric.

Hay dudas y vacilaciones sobre las posturas de Boric, en la primera y segunda vuelta electoral, en aquel momento:

En la primera vuelta, Boric se alió con un grupo heterogéneo formado por el Partido Comunista, el Frente Amplio (compuesto por diversos partidos y movimientos de izquierda con excepción del Partido Socialista) y una variedad de grupos ambientalistas, feministas y LGBTQ.

Pero en la segunda vuelta, Boric amplió todavía más esta coalición con el agregado de los socialistas, el centroizquierdista Partido por la Democracia, los democristianos y algunas organizaciones centristas. Cabe pues hacerse la misma pregunta que el politólogo chileno Patricio Navia: ¿cuál de las dos alianzas gobernará, y en qué plataforma se basará el gobierno de Boric?

Boric moderó (juega a la moderación) sus posturas en la segunda vuelta, cuando pasó de culpar a la coalición política que gobernó el milagro económico de Chile, la «Concertación», a buscar el apoyo de sus expresidentes Ricardo Lagos y Michelle Bachelet. La plataforma de la segunda vuelta todavía era muy reformista e incluía muchas de las promesas originales modificadas, pero ya no era tan radical.

Ante aquellos y estos datos reveladores, tanto los chilenos/as, como los latinoamericanos/as de izquierda, nos estamos llevando una decepción con Boric. Hemos dicho, que ojalá no ocurra así, pero los datos son abrumadores y cuantiosos.

Además, es significativo que los sectores de la derecha latinoamericana y global, piensan que Gabriel Boric, gobernaría no como un típico gobierno de izquierda latinoamericano, sino más bien como un socialdemócrata europeo, a la manera de Felipe González, el primer presidente socialista español, tras el retorno de la democracia a su país en los setenta. Y desean que Ojalá no así sea; por el bien de Chile y por el de Latinoamérica.

Recientemente, durante la realización de la Cumbre de presidentes de América del Sur, celebrada en Brasil, el presidente chileno señalo: «que dar la bienvenida al venezolano (Nicolas Maduro Moros, presidente de la república bolivariana de Venezuela) no significa un cheque en blanco ni olvidar. Nos alegra que Venezuela retorne a las instancias multilaterales, eso, sin embargo, no puede significar meter debajo de la alfombra principios importantes para nosotros». Boric ha contado a la prensa que respetuosamente ha expresado su discrepancia con algunas de las palabras pronunciadas la víspera por Lula. «La situación de los derechos humanos no es una construcción narrativa, es una realidad seria», ha recalcado. Mientras, para Boric el respeto a los derechos humanos, es innegociable sea del color que sea el gobernante que los viola.

Boric, luego de señalar que hay una crisis de DD. HH en Venezuela, vista por el mismo en los miles de migrantes venezolanos en su país, inmediatamente reconoce que, si existe y es real, el bloqueo de EEUU hacia Venezuela. Evidenciamos el vaivén del que hemos escrito antes, demasiada moderación y querer estar bien con ambos bandos.

Así mismo, Boric parece no conocer u olvidar que, los migrantes, por un lado, fueron y son todavía pagados por ONGS de derecha para proyectarlos hacia afuera y demostrar una crisis en Venezuela. Por otro lado, la crisis es alimentada por el bloqueo que él reconoce existe.  

Por supuesto, si existe una crisis reflejada en escases de alimentos, medicinas y otros rubros esenciales para el pueblo venezolano, pero, producto de más de 900 medidas coercitivas unilaterales contra la nación venezolana. En fin, sobre esto hay mucha tinta que corre, pero se olvida, se desconoce y se obvia, como es el caso de Boric.

Finalmente, deseamos hacer mención de las palabras del primer vice presidente del Partido Socialista Unido de Venezuela PSUV, Diosdado Cabello Rondón, quien, ante las declaraciones del presidente chileno en Brasilia, señala que:

  • Diosdado Cabello afirma que Boric «es un bobo» y actúa como el «borracho impertinente» de la fiesta.
  • El político venezolano dijo que el mandatario chileno «trabaja para el imperialismo», que tiene «malas intenciones» y que «traicionó» a su pueblo.
  • Indicó que el presidente de Chile, Gabriel Boric «es un bobo» y que es igual al «borracho impertinente» que aparece en las fiestas para llamar la atención y dañarlas.
  • «Boboric, el bobo mayor. En las fiestas siempre hay un borracho impertinente, Boboric es el borracho impertinente, es un bobo con malas intenciones, es un bobo que fue a faltarle el respeto, primero al presidente Lula y al pueblo brasileño.
  • «Ya no es necesario que la gente diga que él trabaja para los gringos, ya es evidente que trabaja para los gringos, es un presidente disfrazado, que los grupos económicos financieros pusieron para que el pueblo no dijera nada. Hoy gobierna para las élites, y se atribuye ser de izquierda, es el disfraz que tiene puesto».
  • Cabello comentó que a Boric «se le olvidó cómo llegó a la Presidencia» de Chile y que los chilenos confiaron en él para lograr un cambio en el país. Cuando estaba el expresidente Sebastián Piñera comenzaron los disturbios por las tarifas del metro, Boric «acompañó» las protestas, agregó.
  • Sin embargo, tras asumir la jefatura de Estado, dijo Cabello, Boric «traicionó» a esa misma gente que acompañó en las manifestaciones y sobre el exmandatario no dice nada. «Ahora ni con el pétalo de una rosa toca a Piñera», dijo.
  • «Bobo eres y bobo te quedaste, y serás el bobo de la partida, el bobo de la fiesta. En Chile le dicen ‘merluzo’ (un coloquialismo que según la RAE significa «hombre bobo o tonto»), el pueblo lo define así, el gafo gobernando para las élites y se olvida del pueblo», agregó el dirigente revolucionario venezolano.
  • Con su declaración en Brasilia, comentó Cabello, Boric «quedó en evidencia que es un bobo, alguien que no le importa para nada la unidad de los pueblos del Sur, que trabaja para el imperialismo, es funcionario del imperialismo y todo lo que hace es para que lo evalúen allá en el Norte, porque no le importa ese pueblo que lo eligió».

Reiteramos, es un presidente blandengue, dando bandazos en su gestion política interna y externa, con tambaleos en su actuar y decir, por eso es el hombre tonto o bobo, el merluzo de América Latina.

¿Preparan los globalistas un complot contra Trump?

Germán Gorraiz- Analista

Wright Millsen su libro “The Power Elite” (1.956), indica que la clave para entender la inquietud norteamericana se encontraría en la sobre-organización de su sociedad. Así, establishment sería “el grupo élite formado por la unión de las sub-élites política, militar, económica, universitaria y mass media de EEUU”.

Dichos lobbys de presión estarían interconectadas mediante “una alianza inquieta basada en su comunidad de intereses y dirigidas por la metafísica militar”, concepto que se apoya en una definición militar de la realidad y que habría transformado la economía en una guerra económica permanente.

Doctrina de la Coexistencia Pacífica de Trump

En un discurso pronunciado en la Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC), Trump afirmó «Soy el único candidato que puede hacer esta promesa: evitaré la Tercera Guerra Mundial». Asimismo, Donald Trump denunció la «excesiva cantidad de armamento que circula actualmente en el mundo» lo que supondría la asunción de la Doctrina del Aislacionismo de EEUU en el plano militar y la entronización del G-3 (EEUU, Rusia y China) como «primus inter pares» en la gobernanza mundial quedando de paso la UE, Japón, India y Brasil como convidados de piedra en el nuevo escenario geopolítico.

Ello sería un misil en la línea de flotación de los intereses geopolíticos del conocido como «Club de las Islas» con activos cercanos a los 10 trillones € y cuya cabeza visible según el espía ruso Daniel Estulin, sería el financiero y experto diseñador de «revoluciones de colores», George Soros y que tiene perfilada la implementación del Nuevo Orden Mundial (NWO) que implicaría la recuperación del papel de EEUU como gendarme mundial siguiendo la Doctrina Brzezinski.

Brzezinski, en su libro «Entre dos edades: El papel de Estados Unidos en la era tecnotrónica»(1.971) explica que «ha llegado la era de reequilibrar el poder mundial, poder que debe pasar a manos de un nuevo orden político global basado en un vínculo económico trilateral entre Japón, Europa y Estados Unidos», doctrina que implicaría el sometimiento de Rusia y China y que incluiría la posibilidad de un ataque nuclear preventivo por parte de EEUU utilizando misiles Trident II contra objetivos vitales rusos y chinos en el supuesto de declararse la Tercera Guerra Mundial.

El ex presidente de EEUU Donald Trump (2017-2021) aseguró en sus redes que «nunca hemos estado tan cerca de la III Guerra Mundial» y que debe haber un «compromiso total para desmantelar el grupo de poder neoconservador globalista», responsable de arrastrar al mundo a «guerras interminables».

En el plano geopolítico, la victoria de Trump en el 2024 representaría el ocaso de la estrategia atlantista de Biden y Soros empecinados en defenestrar a Putin del poder, la firma de un acuerdo de Paz en Ucrania y el retorno a la Doctrina de la Coexistencia Pacífica con Rusia, lo que supondría la entronización del G-3 (EEUU, Rusia y China) como «primus inter pares» en la gobernanza mundial.

Asimismo, la doctrina de Trump de Coexistencia pacífica «con Rusia, chocaría frontalmente con el sueño obsesivo de Soros y de la Open Society Foundation (OSF) de conseguir el sometimiento de Rusia, pues Rusia sería para George Soros la “ballena blanca que lleva décadas intentando cazar”.

Asimismo, el pacifismo trumpiano sería un misil en la línea de flotación del complejo militar-industrial que tiene perfilado para el próximo quinquenio la recuperación del papel de EEUU como gendarme mundial mediante la quinta fase del despliegue del escudo antimisiles en Europa (Euro DAM) y un incremento extraordinario de las intervenciones militares estadounidenses en el exterior (léase Nueva Guerra en Oriente Medio).

Soros y la trama anti-Trump

En la actualidad, la CIA se habría transmutado en el llamado Departamento de Seguridad Nacional ( Homeland Security) y de la hidra-CIA habrían nacido 17 nuevas cabezas en forma de agencias de inteligencia que integrarían la Comunidad de Inteligencia de EEUU ( la Cuarta Rama del Gobierno según Tom Engelhardt) , agentes patógenos de naturaleza totalitaria y devenidos en Estado paralelo, verdadero poder en la sombra fagocitado por el “Club de las Islas” de George Soros y que se habría conjurado contra un Trump partidario de la Geopolítica Primus InterPares o G3.

Así, el aislacionismo geopolítico propugnado por Trump sería un misil en la línea de flotación de los intereses geopolíticos del conocido como “Club de las Islas” con activos cercanos a los 10 trillones € y cuya cabeza visible según el espía ruso Daniel Estulin,sería el financiero y experto diseñador de “revoluciones de colores”, George Soros y que procederá a gestar una trama contra Trump.

La paternidad de dicha trama sería atribuible a la llamada Alianza Democracia (DA), mega organización fundada por George Soros en el 2.005 y constaría de una primera fase mediante una ofensiva judicial contra Trump al estar involucrado en 4 procesos judiciales que buscarían su inhabilitación política para dejar paso al actual Gobernador de Florida, Ron DeSantis como candidato republicano a las Presidenciales del 2024 y que contaría con las bendiciones de los globalistas y en el supuesto de no lograr su objetivo, Soros pasaría a la segunda fase de la trama consistente en el Magnicidio de Trump, tras lo que EEUU retornaría a la senda de las seudodemocracias tuteladas por el verdadero Poder en la sombra (Cuarta Rama del Gobierno).

El avance del fascismo en Estados Unidos, ¿Se ha interrumpido con la derrota electoral de Trump?

Vladimir de la Cruz

El fascismo, el nazismo y el nazi fascismo se desarrolla y ubica en tiempo histórico, en términos generales, a partir del inicio de la década de 1920, con el ascenso de Benito Mussolini al Poder en Italia, y luego con el ascenso, desde finales de esa misma década, de Adolfo Hitler en la Alemania.

Su etapa de fortalecimiento, y visión expansionista sobre el mundo, fue la década de 1930 y de avance sobre Europa, proyectado a acabar con la Unión Soviética, entonces la única región que construía un modelo político y económico alterno al capitalismo.

El surgimiento de este modelo político, de este ideario político ideológico, repercutió organizacionalmente, y por simpatías e identificaciones con esos movimientos políticos, especialmente en Alemania, y en Italia, en otros países, continentes y regiones. En Costa Rica, proyectado a Centroamérica, a finales de la década de 1920 se constituyó el Comité Fascista de Costa Rica y de Centro América, bajo el impulso de la Embajada de Italia.

La década del 30, con el desarrollo de la República Española, y la situación causada por las elecciones de 1936, que originan la Guerra Civil Española, con brigadas internacionales en defensa de la República Española, su derrota en 1939, y el ascenso de Francisco Franco al poder, quien fuese aliado estratégico de Hitler y Mussolini, en el desarrollo de la II Guerra Mundial, fortalecieron esos movimientos fascistas en diversas partes del mundo.

Las relaciones diplomáticas entonces existentes con Italia como con Alemania, hacían que sus Delegaciones tuvieran influencia activa en los gobiernos y en los gobernantes, sobre todo cuando con motivo de las relaciones económicas, especialmente con Alemania, habían lazos fuertes, como en el caso de Costa Rica, que Alemania ocupaba el tercer lugar en esas relaciones, y repercutía para que el Gobierno de León Cortés, 1936-1940, fuera en la práctica un aliado, simpatizando con Hitler, y con la Alemania Nazi.

Aparte de estos movimientos fascistas o nazistas, desde 1917, con motivo del triunfo de la Revolución Rusa y luego de la constitución de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, en 1922, surgieron a escala planetaria movimientos y organizaciones anticomunistas, que a los efectos prácticos, se convertían en aliados estratégicos del movimiento ascendente del fascismo y el nazismo cuando sus objetivos se clarificaron en avanzar hacia la Unión Soviética y acabar con su sistema económico político.

Estados Unidos no fue la excepción a este tipo de movimientos y organizaciones, amparados a una tradición de organizaciones racistas que venían desde el siglo XIX, como la sociedad terrorista Ku-Klux-Klan.

En vísperas de la II Guerra Mundial ya actuaban en Estados Unidos las organizaciones fascistas Camisas Plateadas, el Bund Germano Norteamericano, el Frente Cristiano, que dirigía el pastor Cougling, y la organización America First, que dirigía Gerald Smith, éste muy similar al movimiento que impulsó Donald Trump.

Al iniciar la II Guerra Mundial hubo en Estados Unidos quienes plantearon la posibilidad de establecer una “dictadura fascista disfrazada”.

Este fascismo estadounidense tendría sus propias características y particularidades.

En 1962 el periodista norteamericano Mike Newberry enfatizaba que eso había surgido con el fortalecimiento de los militares en la política norteamericana, con “guerras de guerrillas racistas”, avaladas por el Gobierno y la CIA, por el fortalecimiento del Poder Ejecutivo de poder declarar la guerra de manera unilateral, por la eliminación, en ese momento, de ciertas prerrogativas del Congreso, las medidas que se tomaron de restricción de libertades públicas, como la de expresión, y de las libertades civiles, como las establecidas en las leyes Smith y McCarran, la famosa Comisión de Actividades Antinorteamericanas, del Senador McCarthy, que originó la persecución más grande de ciudadanos norteamericanos, en la década de 1950, llevándolos incluso a la pena de muerte, estableciendo de esa manera un régimen dictatorial vestido de democracia, lo que sigue siendo una clave para entender mucho de lo que sucedió bajo el gobierno de Donald Trump, con el apoyo tácito que daba a organizaciones racistas y a actuaciones policiales altamente represivas en ese sentido, estimulando las acciones salvajes y desmedidas de sus seguidores, de calificar negativamente y como delincuentes a quienes se le oponían o criticaban.

En la década de 1930 hubo tendencias en Estados Unidos de interrumpir las relaciones internacionales, y las de tipo cultural, así como Trump tendió a sacar a Estados Unidos de instituciones internacionales, y de romper su presencia en la globalización económica que también habían impulsado a construir.

Como en la década del 30, Trump concentró su interés en fortalecerse en los Estados más atrasados políticamente de los Estados Unidos, con población bastante analfabeta en lo político, conservadora por su militancia en el Partido republicano y por la influencia de las corrientes religiosas no católicas, especialmente las pentecostales.

Trump a diferencia de Hitler ya tenía un Estado, el de la Unión, unificado en todo sentido, en cierta forma un Estado Autoritario, militarizado, policialmente fuerte, con mecanismos aptos para desarrollar formas terroristas y despóticas del ejercicio de Gobierno. Desde 1961, cuando el Presidente Eisenhower, dejó el Gobierno, advirtió del surgimiento del llamado complejo industrial militar, advirtiendo en cierta forma el peligro que eso podía contener para el Estado norteamericano, en cuanto a la alianza de los sectores productivos para el Ejército y las guerras con los grupos o camarillas gobernantes en Estados Unidos. El Senador Ralph Flanders, en esa época, llamó la atención sobre el sacrificio que se estaba haciendo de “perder” la libertad y de convertir el modo de vida norteamericano en un “modo de vida de un Estado cuartel”.

A los radicales políticos de la derecha en Europa y en otras partes del mundo les llaman fascistas, mientras en Estados Unidos, tan solo radicales de derecha, o la derecha. Lo vimos en las últimas campañas electorales, desde Hillary Clinton, usando el término de derecha para acusar a Trump o al Partido Republicano, mientras Trump acusaba fuertemente al Partido Demócrata de Socialistas y a los demócratas hasta de “comunistas”, procurando construir ese escenario de guerra fría interno y de revivir esas tradiciones fascistas en los Estados Unidos.

Para Trump socialista o comunista, en esta campaña electoral, fueron aquellos que se oponían a su ideal de americanismo, de Estados Unidos Primero, de los que podían amenazar la integración y la inviolabilidad de la Suprema Corte, de allí su urgencia de nombrar la última magistrada electa, de los que cuestionaban la salida que había hecho de organismos internacionales de la ONU, de los que se oponían a las formas despectivas y racistas de referirse a comunidades de personas, de trabajadores, de inmigrantes, de los que se oponían a la construcción de Muro en la frontera, de los que se oponían a la forma de denigrar a quienes no eran norteamericanos blancos, a los que defendían los programas sociales, especialmente el de salud, que se había tratado de impulsar desde la Administración Obama, o los que reclamaban la mala política seguida por el gobierno Trump para atender la pandemia del COVID 19, que de alguna manera su desinterés era a la vez una forma de llevar una limpieza étnica, en el interior de los Estados Unidos, por la afectación hacia los grupos más vulnerables para contraer el virus, latinos, negros, afrodescendientes, inmigrantes, pobres, personas excluidas en la realidad de sistemas y asistencias de salud.

Quienes así actuaban, desde el pasado hasta Trump, habían copado también las estructuras de la economía y de los negocios en Estados Unidos, lo que les daba presencia, legitimidad y hasta respetabilidad. Por ello la presencia de Trump, y su continuismo, era no solo un grave peligro sino una gran amenaza a la propia dinámica de la vida democrática en Estados Unidos.

Con Trump el extremismo racista cobró fuerza, se avivó. El odio y la intolerancia se izaron con fuerza, se metieron en toda la sociedad norteamericana, en todos los Estados, con distintos grados de intensidad, resquebrajando la estructura del edificio político e institucional de los Estados Unidos. Por ello no son tan casuales los discursos, desde la toma de posesión, que ha hecho y ha venido haciendo el Presidente Biden, para enfrentar esta tendencia y estos movimientos fascistas y racistas en la sociedad norteamericana.

Con la decisión del Senado norteamericano, negándose a enjuiciar a Trump, le envalentonó, lo fortaleció en su liderazgo personal sobre la masa de 70 millones de personas que votaron por él, más que por el Partido Republicano, convirtiéndolo en un líder, que no ha dejado de valorar la posibilidad de seguir actuando en política para volver a luchar la Presidencia en el 2024, salvo que los juicios, al margen de los escenarios políticos del Congreso y del Senado, le puedan causar algún grado de inhabilitación política.

El extremismo político trumpista es la nueva forma del neonazismo y del neofascismo en Estados Unidos. Las repercusiones de su movimiento tendrán sus alcances en otras latitudes y países. Este no es un movimiento exclusivo de los Estados Unidos, mientras Donald Trump lo aliente. La amenaza fascista sobre Estados Unidos nos amenaza a todos, especialmente a los que estamos más cerca, como países, de los Estados Unidos. Ya en Europa hay movimientos fascistas bien desarrollados, en distintos países. La tendencia peligrosa en este sentido es la constitución de una Organización Internacional neofascista que impulse esos movimientos a nivel mundial, cuando las fuerzas democráticas mundiales, y sus partidos políticos principalmente, están dispersas y desunidas en ese mismo sentido.

Si el fascismo acarrea la guerra el neofascismo en Estados Unidos es igualmente una grave amenaza para estimular las guerras. El retorno al hegemonismo mundial militar de los Estados Unidos por Biden podría ser una peligrosa manifestación de esos intereses neofascistas incrustados en el aparato militar norteamericano, y el complejo industrial militar que sigue teniendo una gran fuerza y presencia en Estados Unidos. El fortalecimiento de la OTAN y su retorno a ese organismo, por parte de Estados Unidos, presagia posibilidades de conflictos en la disputa por áreas de influencia en Europa, como las disputas con la República Popular China, por su presencia en las relaciones económicas internacionales, por la proyección de su nueva ruta de la seda, por su cada vez mayor proyección en Asia, y en el Mar de China, o las disputas con Rusia que se tratan de estimular, poniendo tensión en las relaciones internacionales. De esa forma el trumpismo tiene sus vasos comunicantes con la actual Administración Biden.

Los bloques militares, las bases militares, las provocaciones militares para crear conflictos artificiales, que favorezcan la industria de la guerra, la presencia militar norteamericana allí donde están, Afganistán, Siria, Irak o Guantánamo, las agresiones de diversa manera a los puntos sensibles existentes como, Corea del Norte, Cuba, Venezuela o Nicaragua, dentro de la óptica de las relaciones de Estados Unidos, seguirán. El rearme nuclear del actual gobierno norteamericano ha obligado a Rusia a mantener la producción de misiles de largo alcance.

Lo más importante es el desplazamiento de los Estados Unidos del escenario internacional, y de las relaciones económicas, que va a ser la clave en la definición de este panorama que empieza a perfilarse hacia los próximos cuatro años.

Con Trump presionando en el interior de los Estados Unidos, se alimentarán estas tendencias fascistas, de derecha y conservadoras, como también gustan llamarlas, en Estados Unidos. Dentro del Partido Republicano la lucha interna de Pro Trump y Anti Trump se agudizará. Por ahora Trump tiene su presencia bien ganada.

Con Biden no se ha acabado el peligro de la existencia de movimientos fascistas importantes en Estados Unidos. Está empeñado en derrotarlos, en golpearlos, en limitarlos, en reducir su influencia. ¿Cuánto? Ya veremos.

Si a Kennedy lo mataron los fascistas y ultraderechistas de su época, su asesinato mostró la forma, en ese momento, de dar un cambio de timón en el Gobierno, de dar un golpe de estado a lo gringo. Algo así quiso hacer Trump con su Marcha sobre Washington, al estilo fascista de la de Mussolini, el pasado 6 de enero.

Ese golpe de estado a lo Trump sigue vigente mientras él mantenga que su triunfo electoral le fue robado y que el gobierno de Biden es ilegítimo por su origen fraudulento. Desde la finalización de la II Guerra Mundial el fascismo en Estados Unidos empezó a desarrollarse y a crecer.

Trump, como un Frankenstein actual, encarna esta figura monstruosa del nuevo líder fascista de los Estados Unidos.

La Falsa y Loca “Democracia” en EEUU

Lic. José A. Amesty R.

A propósito de los sucesos, donde los partidarios del presidente Donald Trump se dirigieron contra el Capitolio estadounidense, irrumpieron y tomaron algunos recintos del mismo, en el que se desarrollaba la ceremonia de certificación de la victoria del candidato Joe Biden; se suscitaron enfrentamientos entre civiles y la policía del exterior del edificio de gobierno, donde resultó muerta una mujer de un disparo, finalmente fue cerrado el Capitolio, todo a raíz del discurso de Trump afirmando que “nunca” concederá la derrota ante Biden.

Las turbas utilizaron la violencia para subvertir el proceso usual y legal mediante el cual se elige a los presidentes.

El diario Washington Post, habla de un golpe de Estado en el Capitolio, el cual fue incitado por un Presidente sin ley que intenta desesperadamente aferrarse al poder y alentado por sus cínicos facilitadores republicanos en el Congreso.

Realmente es una situación inédita, en un país donde se precian de ser el “modelo de democracia” en el mundo. El tema de la democracia en USA, es amplio, muy comentado por especialistas, políticos y muy extenso para tratar en un artículo, por lo que nos limitaremos a trazar unas líneas-notas en torno al mismo.

Lo básico del término es, Democracia = demos + cracia, el gobierno de (o por) el pueblo; y en relación a EEUU, gracias a una intensa y sostenida campaña propagandística, colmada de alabanzas y rastreras adulaciones, aparece como la tierra de la libertad y la democracia. Es más, como un país al cual Dios le habría encomendado la misión de recorrer el mundo sembrando libertad, justicia, derechos humanos y democracia por doquier. Sin duda es una visión mesiánica.

No obstante, lo cierto es que, además, la academia, la intelectualidad y los políticos, son insuficientes para ocultar un hecho decisivo: en la propia Constitución de Estados Unidos, con sus correspondientes enmiendas, la palabra “democracia” no aparece ni una sola vez.

Esto contrasta con afirmaciones como: “El sistema de gobierno estadounidense ha mostrado, durante sus 240 años, su ejemplaridad, despertando la envidia de todo el mundo”, Joseph Robinette Biden Jr.

Estas afirmaciones son más bien un mito, que son compartidas por una nada despreciable masa de la población occidental: basado en la fábula que la norteamericana es la democracia por antonomasia y, en consecuencia, digna de ser imitada. La historia, la Constitución y el régimen electoral estadounidenses desmienten tales creencias. En todo caso, no es recomendable hacerse ilusiones respecto del país, que cumple el rol de imperio dominante y que ha marginado históricamente a su pueblo, y a muchos otros del orbe.

Ya conocemos de las múltiples y mayores barbaridades, fraudes, golpes de Estado y genocidios de los últimos 200 años se han realizado en nombre de la sacrosanta democracia, y de algunos principios “democráticos” (como libertad de circulación, diálogo, consenso, elecciones libres, entre otros), que pareciera ser el escudo protector de los intereses de las grandes empresas trasnacionales y su cohorte de políticos y gobernantes de nuestro mundo tan poco occidental como cristiano.

Lo indudable, es que EEUU ha olvidado algo que señala el académico Bruce Barton: “la democracia estadounidense, le debe su sello distintivo a los principios y la estructura de los Gobiernos civiles de los indios norteamericanos”. Tema apasionante e ilustrativo a abordar en otro momento.

En términos electorales, que parece ser la única premisa fundamental de la democracia estadounidense, reconocida como tal, en este país contiene un solo proyecto, el imperialista con dos variantes: el Partido Demócrata y el Republicano.

En términos económicos, según la obra “Capitalismo Progresista” de Joseph E. Stiglitz, la situación del país es devastadora ya que el crecimiento del PIB no acompañó necesariamente al mejoramiento social y que se alteró desde 1980: la economía se ralentizó, el nivel de vida decayó, la desigualdad se volvió creciente, incluyendo las desigualdades de raza, condición étnica, género y oportunidades, la desigualdad en sanidad y, desde luego, en riqueza, pues el 1% de la cima dispone de más del 40% de la riqueza total del país.

En síntesis, la igualdad ya no es el rasgo característico de la gran nación, otrora admirada en Europa y en el propio continente.

El sociólogo portugués Boaventura de Sousa Santos, señala que EEUU es “un país disfuncional en términos democráticos” y “una democracia fallida”, habla de una “degradación total” al subrayar que “las casas se protegen el día de las elecciones por las milicias armadas en las calles”. “Es el único país del mundo donde eso ocurre”.

En general, la democracia de EEUU, hace muchísimo tiempo, viene demostrando que están bastante de espalda a los intereses de las mayorías populares. Este es un problema serio. Y las formas de resolver las crisis pasan por líderes autoritarios como Trump.

Históricamente, para recalcar e ir concluyendo, los Estados Unidos se autoproclaman un pueblo pacífico, destinado por la providencia a expandir el ideal de la libertad y la democracia por el planeta. Su relato se complementó más adelante con la doctrina Monroe de 1821, cuyo eslogan «América para los americanos» fue la excusa para imponer su voluntad a los nacientes Estados de América Latina. Doctrina Monroe y «destino manifiesto» han tenido diferentes interpretaciones y actualizaciones, según gobiernen demócratas o republicanos. Desde la política del garrote y la zanahoria, pasando por la del «buen vecino», el panamericanismo y la Alianza para el Progreso hasta las políticas militares y geoestratégicas. Guerras de baja intensidad, lucha contra el narcotráfico, el terrorismo internacional, reversión de procesos revolucionarios, otros.

Bajo dicho paraguas proclaman su condición de gendarme no sólo en América Latina, sino en el mundo occidental. Según argumentan sus ideólogos y think tanks, no se trata de una situación buscada, sino de una especie de fatalidad con la cual deben convivir, impuesta por Dios, como pueblo elegido para garantizar la democracia. Así, educados en la paz, tendrán que hacer la guerra. Defensores de los derechos humanos, tendrán que violarlos. Bajo la promesa de defender la justicia y la libertad, se ven abocados a transgredir dichos principios en pro de lograr el objetivo final, que no es otro que imponer por la fuerza y a su pesar el Estado de Derecho. Para ello no escatiman esfuerzos, promueven golpes de Estado, derrocan gobiernos y, si es necesario, invaden países en nombre de la pax americana.

Concluimos que la “Democracia” de USA, es una democracia simulada, ya que tanto demócratas como republicanos han sostenido el infame bloqueo a Cuba, atacan a pueblos como Venezuela, se han entrometido en la política de los gobiernos de la región, han organizado golpes de Estado militares con el fin de que sus empresas exploten al máximo nuestras riquezas naturales.

Por décadas se presentó a Estados Unidos como ejemplo de democracia avanzada. Todos los medios propagandísticos y comunicacionales sirvieron para ello y se reforzaba por la idea de elecciones libres y la inexistencia de golpes de Estado liderados por fuerzas militares, lo que en América Latina servía para explicar que “allá no hay golpes porque no hay embajada norteamericana”, recordaba el ecuatoriano Egard Isch.

Ese “espíritu democrático” de las élites hace que EE.UU, apoye siempre las peores dictaduras, los golpes más sangrientos, las guerras de dominación simuladas como guerras civiles, siempre que fueran útiles a sus intereses nacionales y los de sus empresas expoliadores.

Aquella promesa de igualdad, libertad y fraternidad quedó anegada en los cimientos de la estatua de la Libertad, ya que colocaron la libertad individual (a expresarse, a votar) como el único rasgo, desechando oficialmente la igualdad y la fraternidad. No se puede olvidar que se trata de un régimen teocrático en el que en actos públicos se jura ante la Biblia, en el que en siete estados se prohíbe a los ateos ser profesores o funcionarios públicos, y sufren discriminación en el ejército, si es que logran ingresar.

Todavía hoy, el servicio de inmigración establece en su guía de políticas que un miembro de un partido comunista no puede ser admitido en el país. Pero el mismo criterio se aplica a los ciudadanos en una serie de empleos si se los identifica como comunistas (o terroristas, calificación que puede alcanzar a cualquiera que no sea blanco).

Esta crisis del sistema político de EEUU, y por ende, de su identidad, no sabiendo a ciencia cierta dónde van, que no sea su mera ambición de poder, ojala, los confunda y disuade a no imponer por la fuerza su pésimo sistema político.

Imagen tomada de New York Times.

Donald Trump: Palabras; Joe Biden: Acciones Bélicas

Lic. José A. Amesty R.

  • A pesar de su fama de terrorífico y belicoso, Trump ha sido el único presidente en varias décadas que no ha iniciado una guerra.

Biden tiene una larga carrera política, de apoyo a las guerras de los Estados Unidos, desde la invasión de Irak en 2003, a la prolongada ocupación de Afganistán.

  • Trump, vociferó la creación de un muro en la frontera mexicana, para erradicar la migración.

Biden, durante su campaña política, no hizo ninguna propuesta política concreta, para poner fin a las guerras interminables.

  • Donald, cree que se pueden deportar a 11 millones de inmigrantes. “Están trayendo sus drogas, están trayendo su crimen. Son violadores y algunos, asumo, son buenas personas”.

Biden, apoyó la guerra en Yemen, durante la administración de Obama.

  • Trump, cree que el cambio climático es una mentira.

Biden cuando fue Senador, votó para autorizar la invasión a Irak y propuso dividir Irak en tres regiones separadas, basadas en la identidad étnica y sectaria.

  • Trump, se burla de los inmigrantes y las personas gordas. “Un muro en la frontera con México, nos ahorraría muchísimo dinero”.

Biden está recurriendo a los halcones favorables a las guerras, de la era de Obama para conformar su gabinete actual.

  • Donald, cree que nunca se equivoca.

Joe, actualmente más de un tercio, de su equipo de transición en el Pentágono, tiene como el empleo más reciente, a compañías que son financiadas por la industria armamentística o son directamente parte de esa industria bélica.

  • Trump, cree que le ganaría a China, “¿Cuándo fue la última vez que alguien vio ganarle, digamos, a China, en un acuerdo comercial? Nos matan. Yo le gano a China todo el tiempo. Todo el tiempo”.

Biden, las compañías de las que se nutre, tienen antecedentes comprobados de haber impulsado guerras y nuevos sistemas de armas, como los drones asesinos.

  • Trump, “¿Si Hillary Clinton no puede satisfacer a su esposo, qué la hace pensar que satisfará a EEUU?”.

Biden, con Obama a su lado, intervino en Libia, impulsó la criminal guerra del Yemen, continuó la ocupación de Afganistán, apoyó al golpe de Estado en Honduras.

  • Donald, “Mis dedos son largos y bellos, como se ha documentado muy bien sobre otras partes de mi cuerpo”.

Joe, ahora, se está rodeando del mismo equipo de asesores y consultores, que ayudaron a embarcar a Estados Unidos en guerras sin destino.

  • Trump, “Lo bello de mí es que soy muy rico”.

Biden, fue uno de los cerebros de las políticas que se impusieron en Colombia, como fue el Plan Colombia, y toda la visión contrainsurgente ligada en ese plan.

  • Donald, “Nueva York está congelada y llena de nieve, necesitamos calentamiento global”. “El concepto de calentamiento global, fue creado por y para los chinos, para volver a la industria manufacturera estadounidense no competitiva”.

Joe, durante su gobierno con Obama, proclamó la paz y la democracia, pero detrás de ese mensaje de paz, detrás de ese mensaje de democracia, se impulsaron confrontaciones militares abiertas; a pesar de su mensaje de paz, de su premio de paz, desarrolló confrontaciones militares en todo el mundo.

En resumen, ex funcionarios militares y operativos políticos, señalan que las palabras de Trump, no coinciden con sus acciones, como una de las principales razones por las que los militares acudieron en masa al candidato demócrata; y en sus palabras hay en muchas ocasiones: desconocimiento, racismo, xenofobia, burla, ingenuidad, orgullo, prepotencia, entre otras.

Y en relación a Joe Biden, quien todavía no asume la presidencia, pero sabe de los entretelones (y las cloacas) del imperio, declaró recientemente que, con él al frente, Estados Unidos está “listo para liderar al mundo y no retirarse, para volver a sentarse a la cabeza de la mesa, listo para desafiar a nuestros adversarios…”.

Biden, quizás quiera enmendar su impronta guerrera, anunciando recientemente colocar el combate contra el cambio climático en su agenda de prioridades.

Por esto, quisimos hacer mucho énfasis en el carácter guerrerista de Joe Biden y sin querer justificar a Trump. En lenguaje popular, Trump: bocón, jetón, Biden: de armas tomar.

 

Imagen tomada de la BBC.

“Populismo, es el término que utilizan las élites, cuando no entienden lo que está pasando”

Lic. José A. Amesty R.

Usualmente, los opositores a los gobiernos de izquierda, catalogan a sus líderes y gobiernos, como de populistas. Las palabras se ponen de moda, antes los populistas les llamaban demagogos o electoreros, como sinónimo.

Así, por ejemplo, Juan Domingo Perón de Argentina, Getulio Vargas de Brasil, según Jean François Prud’homme, investigador de El Colegio de México, fueron considerados populistas. Más adelante, Lázaro Cárdenas de México, Jorge Eliécer Gaitán (Colombia), Victor Paz Estenssoro (Bolivia), Víctor Raúl Haya de la Torre (Perú), Rómulo Betancourt (Venezuela), Carlos Ibáñez (Chile), Juan José Arévalo, Jacobo Arbenz (Guatemala), e incluso José María Velasco Ibarra, en Ecuador, entre otros.

A su vez, se comenzó a hablar de populismo con ciertos movimientos de campesinos en Rusia, al igual que de un partido populista en Estados Unidos: “era un partido que defendía los intereses de los pequeños granjeros en contra del capital bancario y financiero”.

También, Prud’homme explica que algunos califican al Cardenismo como populista, porque “el tipo peculiar de corporativismo que se instauró en México, donde la creación del Partido de la Revolución Mexicana, para algunos era un tipo específico de régimen populista de incluir a las masas a la vida política nacional: la CNC, la CTM”. La CNC era la Confederación Nacional Campesina y la CTM era la Confederación de Trabajadores de México.

El Cardenismo se usa como nombre de la corriente ideológica inaugurada por Lázaro Cárdenas; también se le llama así a la etapa en la que gobernó México de 1934 a 1940.

Cárdenas impulsó una organización mexicana de ejidatarios, comuneros, solicitantes de tierras, asalariados y productores agrícolas fundada en agosto de 1938 en Guadalajara, e igualmente promovió, una reforma agraria que pretendía a la vez, promover un mercado interno de bienes y servicios, asegurar la paz social y facilitar la industrialización. El sector urbano tenía que beneficiarse de la productividad barata de la numerosa mano de obra en el campo.

Ahora, en todas las democracias, de este siglo, sean de izquierda o de derecha, siempre hay una cierta dosis de populismo. Por ejemplo, el populista de derecha, Donald Trump, quien tuvo un discurso anti inmigrante, trató de reducir el campo de intervención del Estado, así como limitó los derechos a la libertad de expresión.

Otros líderes populistas de derecha son: Viktor Orbán, primer ministro de Hungría; Jair Bolsonaro, mandatario de Brasil, Nayib Bukele, presidente de El Salvador, entre otros. Aunque hay una discusión en relación a esto.

El populismo de izquierda, que busca tener políticas económicas más distributivas, trata de incluir a sectores de la población en la esfera pública, trata de otorgar ciertos derechos a esos grupos.

Como ejemplo, de líderes de izquierda populista, podemos mencionar a Hugo Chávez y Nicolás Maduro, de Venezuela, Evo Morales, de Bolivia, Rafael Correa en Ecuador, Ernesto y Cristina Kirchner en Argentina, Daniel Ortega de Nicaragua, en su momento Salvador Sánchez Cerén, de El Salvador, Lula da Silva en Brasil, entre otros. Aunque hay una discusión en relación a esto.

El presidente Andrés Manuel Lopez Obrador de México, responde a esta categoría-terminó así: si “ayudar a los pobres, apoyar a los adultos mayores, apoyar a los jóvenes, es ser populista que me apunten en la lista”.

Antes de definir qué es el populismo, veamos su posible origen: se cree que el origen del término populismo, surgió en Rusia en el siglo XIX, aproximadamente en la década de 1870, cuando se alzó un movimiento político bajo el nombre de Naródnichestvo, de cuya traducción derivó la palabra ‘populismo’. Dicho movimiento político ruso, se apoyó en la creencia de que, quienes se consideraban socialistas, debían aprender del pueblo antes de tomar el poder. Además, estaban en contra de los intelectuales.

Ahora, precisemos qué es el populismo, la definición clásica es: la tendencia política que dice defender los intereses y aspiraciones del pueblo. Entendiendo que el término, es mucho más amplio y difícil de definir.

Otros lo entienden como la postura política que busca, a través de diversas estrategias, el apoyo y consentimiento de las clases populares.

Otros lo denominan, como aquellos fenómenos que atentan en contra de la democracia liberal.

Prud’homme, a quien ya mencionamos, la define como una manera de hacer política, donde se plantea una relación directa entre el líder y el pueblo, en la que frecuentemente el tipo de movilización, significa la inclusión en la vida política de sectores de la población, que habían sido marginados, y frecuentemente esa relación entre el líder y bases, el líder define quién es el pueblo y en un discurso antagónico define quiénes son los enemigos de ese pueblo.

Hoy en América Latina, como intuimos al inicio, no es más que un concepto de ataque a todo proyecto político, con raigambre social, con intenciones de reivindicación popular y cambio social, y se le llama así, como una forma de combatirlo, es usado específicamente contra los gobiernos democráticos, progresistas o de nueva izquierda en la región.

En resumen, el populismo es un término para descalificar a toda política o líder, que pretenda dar respuestas a los intereses de la sociedad, y particularmente a pobladores/as, trabajadores/as, indígenas, clases medias, contrariando los intereses particulares de élites empresariales o políticas.

Pero también, es una palabra engañadora, que trata de apartar a las “masas” de los liderazgos, que sí responden por ellas; que busca desvalorizar las políticas sociales de los gobiernos progresistas; que trata de acanallar el ciclo histórico que abrió la nueva izquierda en América Latina.

Como ejemplo de lo mencionado, deseamos mostrar cómo reflexiona el Papa Francisco en su tercera encíclica “Fratelli Tutti” (Hermanos Todos), el término populismo, habiendo dicho que es muy difícil definir y es muy amplio su abanico de comprensión.

El líder de la iglesia católica, se distancia de los populismos (y liberalismos), acusándolos ya que el “desprecio de los débiles, puede esconderse en formas populistas, que los utiliza demagógicamente para sus fines, o en formas liberales al servicio de los intereses económicos de los poderosos”.

Igualmente, desde su perspectiva, ambas ideologías dificultan la posibilidad de pensar un mundo abierto en donde todos tengan cabida. Asimismo, considera que el uso indiscriminado de términos como ‘populista’ ha servido para dividir a las sociedades modernas, donde ya no es posible emitir opinión alguna sin ser considerado como populista o no populista.

Para el papa, el sustantivo pueblo y el adjetivo popular, hacen referencia a fenómenos sociales que pretenden articular a las mayorías. No obstante, atribuyó que en muchos casos esa capacidad ha servido a ciertos líderes populares, “para cautivar en orden a instrumentalizar políticamente la cultura del pueblo, con cualquier signo ideológico, al servicio de su proyecto personal y de su perpetuación en el poder”.

Como síntoma de la degradación de los liderazgos populares, Francisco destaca la aparición del inmediatismo, donde se “responde a exigencias populares en orden a garantizar votos o aprobación, pero sin avanzar en una tarea ardua y constante que genere a las personas los recursos para su propio desarrollo”.

Para finalizar, deseamos contraponer la visión populista del escritor Luis Antonio Espino, consultor en comunicación en México, quien señala que el triunfo de Joe Biden en EEUU, puede leerse como un dique de contención, para frenar el avance de los populismos en América Latina, proponiendo “lecciones” para enfrentarlo. Solo las mencionaremos brevemente, para propiciar el estudio y la lectura en torno al tema:

  • El populismo, no tiene el Monopolio de la Emoción, en la política.

Con frecuencia se piensa que los populistas poseen un don único, para activar las emociones de sus seguidores a través de narrativas efectivas. Esa claridad de propósito le ayudó al candidato a estructurar un mensaje central de alto poder emocional: la “batalla por el alma de Estados Unidos”.

  • La polarización no se derrota, con más polarización.

Durante las elecciones primarias, muchas voces decían que la única forma de ganarle a Trump era con un candidato que encendiera las pasiones de las bases duras del partido, tal como el presidente hace con los suyos. Su triunfo en estados tradicionalmente republicanos, como Georgia y Arizona, su desempeño competitivo en Texas y Florida, así como su capacidad para recuperar Pensilvania, Wisconsin y Michigan sugieren que, si los demócratas hubieran postulado a un candidato polarizador, se hubiera puesto en riesgo el voto moderado. Apostaron al centro y ganaron.

  • El carisma, no lo es todo.

El populismo es una forma personalista de hacer política que necesita de un líder carismático que encabece la lucha del “pueblo” contra las élites y que, al antagonizar con el establishment, genera sólidos vínculos afectivos con sus seguidores. Biden no es precisamente una explosión de carisma. Pero aún así logró imponerse al hechizo que Trump todavía mantiene sobre millones de estadounidenses. El carisma siempre ayuda, sin duda, pero no es sustituto para un mensaje claro, una organización eficaz para movilizar el voto y una buena compañera de fórmula, como lo es la hoy vicepresidenta electa, Kamala Harris.

  • Es la hora de las mujeres.

El contraste no podía ser más evidente: hombre viejo, blanco, enojado, primario, rudo y abusivo contra mujer joven, de ascendencia negra e india, inteligente y preparada, con carácter firme y que no se deja intimidar. El mensaje que se envió a millones de mujeres en Estados Unidos es que su hora de romper el techo de cristal ha llegado de la mano de una mujer fuerte que representa a las minorías.

  • Nunca es buen negocio pelearse con la prensa.

Día a día, documentaron la realidad del gobierno: abuso de poder, conflictos de interés, incompetencia, falsedades. gracias al trabajo diario de los medios, los votantes de Biden y los indecisos sí tuvieron toda la información y la evidencia que necesitaban para activarse y salir a votar. El costo de enemistarse tan profundamente con la prensa quedó claro cuando, el día que más las necesitó, las principales cadenas televisivas suspendieron la transmisión del mensaje del presidente denunciando un inexistente fraude electoral.

  • Las redes sociales ya son simplemente redes sociales.

En 2020, hubo menos drama en torno a las redes sociales, que poco a poco se van normalizando y convirtiendo en un medio más para transmitir el mensaje de las campañas a audiencias segmentadas. Hay una creciente y saludable toma de conciencia respecto a las redes que debe acelerarse con más educación digital.

  • El discurso de la decencia es poderoso.

Biden centró su discurso de campaña en una idea: no podemos permitir que nuestras pasiones políticas nos hagan abandonar nuestros valores básicos. No podemos permitir que, por “tener la razón”, no nos duelan los miles de muertos de la pandemia o las familias que han perdido sus ingresos. Hizo lo correcto, porque el populismo anestesia la empatía, apela a los peores impulsos tribales y nos hace ciegos al dolor ajeno, porque necesita que veamos a nuestros conciudadanos como enemigos para imponer su narrativa demagógica de “ellos” contra “nosotros”.

Sin duda alguna, parafraseando a Correa: Cuando los sectores poderosos, no entienden lo que está pasando, (en lenguaje venezolano: cuando lo maravilloso se hace cotidiano), lo llamamos populismo.

*Rafael Correa.

Ilustración de Joseph Ureña Rodríguez.

¿Qué está pasando en las elecciones de Estados Unidos?

El sistema electoral en los EEUU y el poderío de Trump en el Partido Republicano.

Vladimir de la Cruz

El resultado de las elecciones en Estados Unidos no ha acabado formalmente, no se ha terminado de cerrar el proceso en toda su dimensión. Aún no ha terminado el conteo de votos y su verificación correspondiente en algunos Estados, de los 50 que forman la Unión Americana, junto al Distrito Capital. Todavía en enero se eligen dos senadores, que puede ser la diferencia para tener la mayoría de ese órgano político.

Aunque se conozcan los resultados generales, de la votación del pasado 3 de noviembre, no ha habido aún una declaratoria definitiva del ganador. Por ello es que los medios de comunicación, la prensa en general es la que termina señalando, y dando por ganador, a aquel candidato que se sabe por los resultados provisionales que ganó la mayoría de los miembros del Colegio Electoral, que es el grupo de ciudadano, 538 en total, encargado y designado para emitir finalmente los votos, en nombre del resto de los ciudadanos, para proclamar al Presidente y al Vicepresidente de los Estados Unidos.

Los votantes o miembros del Colegio Electoral resultan electos del mismo proceso de votación general y de carácter popular de cada Estado. Así se da el voto popular general y el voto de los miembros del Colegio Electoral.

No necesariamente la mayoría de los votos populares asegura la mayoría de los votos del Colegio Electoral porque ello depende de cada Estado, en el número de sus votantes. Así puede darse, a favor de un candidato, una mayoría de votos populares y una minoría de votos en el Colegio Electoral, como le resultó a Hillary Clinton en el 2016 contra Donald Trump. Del mismo modo, en las actuales elecciones Joe Biden ha ganado abrumadoramente el voto popular y, de igual manera, el voto mayoritario de los miembros del Colegio Electoral, situación que no acepta, en este caso, Donald Trump, quien ha perdido las elecciones.

48 de los 50 Estados tienen un sistema eliminatorio de voto, por el cual el candidato que obtiene la mayoría de los votos populares se lleva todos los Votos Electorales, los del Colegio Electoral, a su favor.

Los miembros del Colegio Electoral, una vez que se certifiquen los resultados de votación por cada Estado, se reúnen en la capital de cada uno de los Estados, para emitir sus votos, en la primera quincena de diciembre. Realizada esta votación, estos votos se envían a Washington, para que, en sesión conjunta del Congreso y el Senado, se cuenten y se haga la proclamación oficial del ganador a la Presidencia de los Estados Unidos, en los primeros días de enero, quien asume unos días más tarde ya oficialmente. Así, es el Colegio Electoral y no los votos populares los que eligen al Presidente y Vicepresidente de los Estados Unidos.

En las elecciones que acaban de pasar Joe Biden y Kamala Harris han ganado ambos procesos, votos populares y votos electorales. Queda en los próximos días por confirmar estos resultados de acuerdo con los procedimientos de cada Estado, lo que debe hacerse antes del 14 de diciembre.

De todos los procesos electorales que ha habido en Estados Unidos para elegir Presidente y Vicepresidente, en 18 ocasiones, incluida la de Trump, el ganador no ha obtenido la mayoría de los votos populares. La primera vez que ocurrió fue en 1824 con John Quincy Adams y en las dos últimas fue con George W. Bush en el 2000 y Donald Trump en el 2016.

Como en todo proceso electoral se pueden impugnar sus resultados. En el caso de los Estados Unidos eso procede hacerlo en cada Estado, y al interior de cada Estado. Por esta razón es que se aprecia a Donald Trump impugnando casi 50 procesos electorales en los distintos Estados, con ánimo de recortar o eliminar votos del candidato ganador, para cambiar, de serle posible, los votos electorales a su favor, situación que ya no es posible hacer. Los resultados son contundentes a favor de Joe Biden y Kamala Harris.

El sistema electoral de los Estados Unidos es propio de ese gran país, del mismo modo como hay sistemas electorales en otros países de manera particular.

De acuerdo con la Constitución de los Estados Unidos los Estados son los que tienen ciertas facultades de manera propia y exclusiva, entre ellas aspectos de educación, de salud y de carácter electoral, mientras que el Gobierno Nacional o Federal, atiende la política exterior y los asuntos de defensa y seguridad nacional, por ejemplo. Por ello se han producido, junto con el Distrito Capital, 51 elecciones estatales para elegir al Presidente y Vicepresidente, con el doble de resultados de votos populares y votos electorales.

El sufragio en los Estados Unidos, como Derecho, se desarrolló históricamente, como en la mayoría de los países, para alcanzar a la totalidad de la población mayor de 18 años. La primera vez que hubo una elección, en 1789, de la que resultó electo George Washington, solo participó el 6% de la población mayor de 21 años, de 13 Estados, en esa época, que podían votar. Hoy pueden hacerlo todos los mayores de 18 años.

Otras instancias de votación son el Congreso, de 435 miembros, y el Senado con 100 miembros.

Las elecciones para cargos federales se deben realizar en años pares, las de los diputados cada dos años, para períodos de 4 años. Los senadores duran en sus puestos seis años, cambiándose por tercios, 33 senadores, cada dos años.

Al Presidente solo se le permite, por reforma constitucional realizada en 1951, solo una reelección consecutiva o alterna. Los demás puestos de elección popular pueden reelegirse. Joe Biden tiene 47 años de ser Senador.

El Senado se compone de 100 miembros a razón de dos por cada Estado, mientras que en el Congreso se elige un miembro por cada Estado y el resto por resultado proporcional de votos según la población votante.

Desde 1852 todos los Presidentes de Estados Unidos han pertenecido a los partidos Republicano o Demócrata. Del mismo modo ejercen un control similar de las Gobernaciones estatales.

El sistema electoral de los Estados Unidos está hecho para que los partidos pequeños tengan muy poca capacidad de elegir representantes populares al Congreso o al Senado, por la forma del sistema mayoritario uninominal, por distrito, que existe de candidaturas.

Junto a esto, el sistema del Colegio Electoral afirma y consolida y refuerza, el poder bipartidista de los Estados Unidos.

Las encuestas electorales en Estados Unidos juegan un papel muy importante. En esta campaña electoral y en la anterior del 2016, respecto a los votos populares fueron muy acertadas, no así en los votos electorales. Del 2016 al 2020 se hicieron correcciones para la medición de los datos de encuestas, que aún no satisficieron en sus resultados, lo que llevará a nuevos procesos de ajuste y de formulación regional de las encuestas, en todas las dimensiones que lo hacen en Estados Unidos, para lograr mayor precisión y certeza en sus resultados, para futuras evaluaciones.

Las elecciones en Estados Unidos, las nacionales o federales, se realizan desde las bases de las comunidades. No existen normas generales para todos los Estados, que pueden tener sus particularidades de organización y conteo de votos. Hoy se obliga a que haya papeletas de votación de varios idiomas para asegurar los votantes que no tienen el inglés como primer idioma, por lo que puede haber distintos tipos de papeletas y de votación.

En la mayoría de los países hay un órgano institucional, director, organizador con capacidad de declarar el resultado electoral de manera definitiva. No es así en Estados Unidos.

El resultado de la reciente elección ha desnudado a la sociedad norteamericana, exhibiéndola altamente dividida en el campo político, entre las dos fuerzas que se expresan en los partidos Republicano y Demócrata, representando cada uno de ellos tendencias conservadoras y liberales, donde los conservadores son extremistas, y a los liberales, que calzan más con postulados socialdemócratas, los acusan de socialistas y casi comunistas.

Las elecciones han hecho surgir caudillismos políticos que no eran evidentes en la sociedad norteamericana, de tipo populista, siendo Trump su mejor representante, que se ha impuesto como líder de masas, con su propia fuerza, de carácter conservador, derechista, populista, de cierto estilo fascista. No casualmente le apoyan los movimientos nacionalistas, anticomunistas y antisocialistas en general, profascistas, religiosos conservadores, supremacistas, armamentistas, antimigracionistas.

Trump perdió las elecciones ganando en lo personal. También se impuso como líder, hasta hoy, en el poderoso Partido Republicano. Ha generado un terror y un miedo a los propios dirigentes nacionales de este Partido, que no lo han podido frenar, ni imponérsele como Partido para que reconozca el resultado de las elecciones, ni el Partido como tal lo ha hecho. Logró aumentar el número de congresistas sin haber obtenido la mayoría, mantiene la mayoría del Senado, salvo que la elección de los últimos dos senadores el 5 de enero, los pierda. Si los mantiene ejercerá un control poderoso sobre el próximo Gobierno de Biden y Harris. Ha anunciado que seguirá en política, en caso de aceptar su derrota, para volverse a postular en el 2024, con lo cual está desplazando a cualquier candidato que quiera hacerlo dentro del Partido Republicano. Ha fortalecido su presencia en dos medios televisivos con ese propósito. Desarrolló un estilo de comunicación por Twitter que no va a dejar de lado con sus fanáticos seguidores. Ha enseñado a sus seguidores a movilizarse como milicias ciudadanas, incluso armadas. Ha sostenido, discurso que mantendrá, que las elecciones le fueron robadas, que el triunfo de Biden es resultado de un fraude, lo que tiene que reivindicarse. Ha fomentado un discurso divisor de contenido antisocialista, casi al nivel del macartismo de los años cincuenta.

Trump está forzando el sistema institucional, peligrosamente, a no reconocer el triunfo de Biden, y a forzar que sea el Senado y la Corte Suprema de Justicia, con mayoría de jueces conservadores, nombrados por el Partido Republicano y por el mismo Trump, para que se desconozca ese resultado electoral y se afirme su continuidad en el Poder del Gobierno Federal, lo que parece ser una fórmula jurídica en posibilidad de llegarse a aplicar, sin considerar el peligro que eso entraña para la propia democracia norteamericana, su sistema político y para el escenario de una guerra civil de incalculables consecuencias, con un gobierno autoritario, que surgido de esa manera, no sería más que una dictadura y una tiranía.

La salida de Trump y la llegada de Biden es también otro reto para el Partido Demócrata, de desarrollarse más como un partido de masas, con clara y fuerte presencia nacional del Presidente Biden y su Vicepresidenta, Harris, de desarrollar una acción de gobierno fuerte, vigorosa, trascendente a toda la sociedad norteamericana, con posibilidad real de unir a la nación y de derrotar las tendencias populistas de Trump.

Al menos hasta ahora la llegada de Biden a la Presidencia de los Estados Unidos se ha visto a escala universal como un nuevo amanecer, como un fortalecimiento de las relaciones internacionales que se habían alcanzado alrededor de metas comunes en muchos campos, a la no desglobalización y debilitamiento de los organismos internacionales que hoy de muchas maneras influyen, con sus limitaciones, en la paz mundial, en el comercio internacional y en el desarrollo y fortalecimiento de los Derechos Humanos en todas sus expresiones.

Artículo publicado en Wall Street International Magazyne el lunes 23 de noviembre del 2020 y enviado a SURCOS por el autor.

Donald Trump, Evangélicos: Reseteo Económico y Nuevo Orden Mundial

Lic. José A. Amesty R.

Sin duda alguna, los evangélicos/as de EEUU y de muchos países del mundo occidental cristiano, deseaban (todavía lo desean) que Trump hubiese ganado las elecciones presidenciales.

Recordemos que el 44 por ciento de los votantes registrados en EEUU, son cristianos evangélicos blancos, por lo que tienen importante peso en las elecciones.

Según expresiones de los evangélicos/as, la victoria de Joe Biden fue adelantada por algunos medios de comunicación, inicialmente de EEUU, y replicada por medios del mundo, tras conocer los resultados electorales en Estados Claves norteamericanos, pero que esta supuesta victoria será revisada por los tribunales.

Luego que Trump haya calificado los comicios de fraude, comenzará a procesar su caso en los tribunales para asegurar que las leyes electorales se respeten, y que se establezca al ganador legítimo. Algo que, probablemente, obligue el recuento de los votos escrutados en más de un Estado.

Ahora, ¿Por qué los evangélicos/as protestantes de EEUU (y no evangélicos/as en general), estaban seguros del Triunfo de Trump y de allí su apoyo?

Los siguientes elementos, explicaciones y afirmaciones, dan respuesta a la pregunta anterior:

  • Más que en ningún otro país occidental, las posiciones de los políticos en Estados Unidos sobre la legalización del aborto, alinean los apoyos electorales. Uno de los principios fundamentales del movimiento evangélico estadounidense, es el compromiso con la vida. Es la idea de que cada ser humano dentro del vientre, y fuera de él también, lleva la imagen de Dios.
  • Los evangélicos/as, están convencidos que Donald Trump es un dique contra la debacle moral del país, a pesar de que el político/empresario éticamente, está, muy alejado de lo que consideran modelo de vida.
  • El evangelicalismo blanco considera a Trump el único capaz de restaurar el paraíso perdido en la Unión Americana.
  • Trump se presenta como el Salvador, que luego de una edad oscura, ahora debe brillar la irradiante luz de otras épocas. La retórica de Trump coincide con el imaginario evangélico blanco, sobre el pasado del país y los nubarrones del futuro, al dejar atrás la herencia de haber sido fundada como nación cristiana.
  • Igualmente, Donald Trump continúa presentándose como el único que puede salvar a los Estados Unidos de las amenazas políticas, económicas y culturales que se ciernen sobre la nación.
  • El profesor de Historia en la Universidad Messiah de Pennsylvania, autor del libro “Créeme: el camino evangélico a Donald Trump”, John Fea, afirma: “Por mucho tiempo los cristianos evangélicos blancos, se han comprometido en la vida pública, mediante una estrategia definida por la política del miedo; la búsqueda de poder político (al que llama wordly power, poder mundano), y anhelo nostálgico por un pasado nacional que, en primer lugar, tal vez nunca ha existido”.
  • Según los evangélicos/as, a Trump lo salva, consideran, que es defensor de la vida y hombre de fe.
  • Así mismo, los evangélicos/as afirman que la victoria electoral es de quien obtenga más votos electorales, y no necesariamente a quien coseche la mayor cantidad de votos populares. Así sucedió en 2016, cuando Hillary Clinton, obtuvo casi tres millones de votos más que Trump, pero la peculiar forma de dirimir la elección presidencial en Estados Unidos hizo posible que ganara Trump. En este sentido, lo cierto es que el ex vicepresidente aún no ha ganado nada. Al menos, de manera legal.

Explicándolo, de la siguiente manera: En primera instancia, tal y como está constituido el sistema electoral estadounidense (sufragio indirecto), el ganador de los comicios no es ratificado, sino hasta el mes de diciembre. En realidad, a quienes eligen los votantes, el día de las elecciones, es a un grupo de 538 ciudadanos llamados “los electores” del denominado Colegio Electoral. Esos 538 constituyen lo que se conoce como los “votos electorales”.

El presidente de los Estados Unidos, se elige de manera oficial en el mes de diciembre, en una asamblea formada por estos 538 electores. El día de las elecciones, en las papeletas, cada candidato a Presidente lleva adjunto el nombre de su vicepresidente y el partido político al que pertenece. Pero estos votos no eligen de momento al Presidente, sino que eligen en bloque a esos compromisarios que irán después al Colegio Electoral en diciembre.

Como hay 538 electores en total, un candidato necesita al menos 270, para ser elegido. Lo que se traduce en la mitad de esos 538, o sea 269 + 1 = 270 electores para ser elegido Presidente de los Estados Unidos.

Finalmente, es el día 6 de enero, cuando el Congreso se reúne para contar los votos electorales, y certificar al ganador de la elección. Oficialmente, es ese el momento de la verdad.

Serán, en última instancia, la Corte Suprema de Justicia y el Congreso los que determinarán si realmente el Señor Biden, ha sido electo el 46 presidente de los Estados Unidos o no.

  • Según opiniones de altas personalidades del mundo evangélico: “Trump ha hecho más por el movimiento evangélico que cualquier otro presidente, desde la época de Ronald Reagan”.
  • Pese a tantas polémicas en torno al Presidente Trump (incluidas acusaciones de infidelidades matrimoniales y conductas sexuales inapropiadas, que él niega), cerca de tres de cada cuatro evangélicos blancos en EE.UU. aprueban su gestión, según un sondeo del Centro de Investigación Pew.
  • A su vez, en el año 2018 Trump, firmó una orden ejecutiva, para facilitar la participación de grupos religiosos, en campañas políticas, sin perder sus beneficios impositivos y hace unos días emitió otra, para aumentar la influencia de estos grupos dentro del gobierno.
  • Los evangélicos/as afirman que un compromiso de Donald Trump con ellos, es ayudarnos a ponerle un fin a la persecución mundial contra los cristianos, y proteger la libre expresión religiosa.
  • Por otro lado, el evangélico es uno de los movimientos más pro reforma migratoria. Tenemos que buscar una forma para legalizar, a aquellos que están aquí que no están involucrados en actividades negativas, y según ellos Trump, los ayudará en esto.
  • Hay un dato interesante, es conocida la cercanía de los evangélicos en general, con el gobierno de Israel, en este sentido, se entiende que, legisladores israelíes de derecha, llegados a la ciudad, en 2017,se dirigieron a reunirse con prominentes evangélicos estadounidenses en la Gran Iglesia Bautista Nueva Esperanza en el centro de Washington, DC, y dieron una conferencia sobre la importancia de trasladar la embajada de Estados Unidos a Jerusalén, y se mostraron esperanzados de que, el presidente electo Donald Trump cumpliría su promesa de hacer el traslado.

Hasta aquí, respondemos un poco a la pregunta planteada: ¿Por qué los evangélicos/as protestantes de EEUU (y no evangélicos/as en general), estaban seguros del Triunfo de Trump y de allí su apoyo?

Ahora, hay un elemento poco conocido, que raya en lo económico, que responde a esta pregunta, y es el Reseteo Económico y el Nuevo Orden Mundial, veamos:

Qué es el Reseteo Económico Mundial?

El Foro Económico Mundial, define el “Gran Reinicio” como: “un compromiso para crear de manera conjunta y urgente, las bases de nuestro sistema económico y social para un futuro más justo, más sostenible y resilente”. Se invitará a líderes mundiales de gobiernos, las empresas y la sociedad civil.

En otras palabras, no es más que las grandes élites económicas consideran que es el momento, para la gran reingeniería social, resetear la economía mundial post-COVID, y darle sentido la expresión “la nueva Normalidad”, que nos lleva a un Nuevo Orden Mundial (N.O.M) con nuevo dinero digital, eliminando el actual sistema monetario, y anunciando el fin de dinero en efectivo que utilizamos en la actualidad.

Es un tiempo, donde se van a perdonar las deudas de los ciudadanos, se van a implementar nuevos planes, y otros.

¿Qué es Resetear la Economía?

Bautizada The Great Reset (el Gran Reseteo), esta iniciativa intentará “reconstruir” el sistema económico y social global, para hacerlo más sostenible. Este cambio total es presentado como necesario a causa del derrumbe de la economía mundial, consecuencia a su vez del confinamiento general.

¿Qué es el Reseteo del Dólar?

El “Reseteo” del dólar de Trump, sería el décimo mayor reajuste de los últimos 100 años. Una y otra vez a lo largo de la historia estadounidense, un orden económico se estanca y necesita ser reseteado.

Hasta ahora entonces, Trump está detrás de este Reseteo y los evangélicos/as lo ven, como el anunciado “nuevos cielos y nueva tierra”. Claro, para los hermanos/as evangélicos/as, esto tiene su carga bíblica y profética. En cierta forma son ingenuos, algunos, y/o hay una gran cantidad de ellos, que buscan beneficiarse de este nuevo sistema, entendido como un Nuevo Orden Mundial.

Estamos en ese punto ahora, el Fondo Económico Mundial (WEF) ha previsto una cumbre para enero de 2021 en Davos, Suiza, con el tema el gran reinicio, donde debía (debe) estar Donald Trump.

Ahora, ¿de dónde provendrá el dinero para iniciar este Nuevo Orden Mundial y poder Resetear la Economía/Dólar ? ¿y Cuál es su base jurídica?

Hay un acuerdo llamado el Acuerdo de Nesara/Gesara:

El acuerdo mundial de Gesara (Ley de Seguridad Económica Global) fue firmado por 209 de 253 países del planeta. Los fondos de prosperidad de Nesara/Gesara tienen su origen durante los gobiernos del mítico presidente Kennedy en EE. UU. y Sukarno, presidente de Indonesia, años 60.

Nesara, es consecuencia de largos procesos judiciales, contra la banca, promovidos por militares jubilados y granjeros estadounidenses, por embargos fraudulentos, la Corte Suprema de EEUU (1993) falló a su favor reconociendo que había evidencia de fraudes y dictaminó que se requerían reformas sustanciales.

De ahí surge, la Ley Nacional de Reforma y Seguridad Económica (Nesara), que fue aprobada en el año 2000, en sesión secreta del Congreso de EEUU, y firmada por Bill Clinton antes de dejar su cargo; contendría medidas como: eliminación de la Reserva Federal de EEUU, abolición del Impuesto sobre la Renta, perdón de deudas, liberación de más de 6.000 patentes ocultas, entre otras.

Por su impacto mundial, se optó por globalizar Nesara, así que en 2014, coincidiendo con el Acuerdo Climático de París, 209 naciones firmaron el acuerdo Ley de Reforma y Seguridad Económica Global (Gesara), que debía implantarse en tres años. El acuerdo contempla: erradicar la fijación de precios, por las élites financieras de los valores de respaldo, que las monedas se basen en el verdadero valor del oro, más otros 40 minerales económicos críticos, así como el petróleo y reservas de gas natural licuado.

Cuando señalamos que Donald Trump está detrás del inicio de esta trama económica mundial, lo hacemos con estos señalamientos:

El pasado miércoles 22 de enero 2019, el presidente Trump y el Tesoro estadounidense firmaron el reinicio financiero mundial, y los bancos suizos recibieron autorización para introducir los códigos necesarios para la liberación de fondos. Además, un contacto en Europa, afirma haber intercambiado con total liquidez, y tenían plena liquidez con acceso a los fondos.

El presidente Trump regresó de Davos el miércoles 22 de enero, y se comunicó por teléfono con cinco países diferentes. El nuevo Tesoro de los Estados Unidos firmó el reseteo a las 4:30 de la tarde del miércoles 22 de enero y el presidente Trump firmó el reinicio financiero mundial a las 7 de la tarde del miércoles 22 de enero. Los Ancianos Chinos querían que esto pasara el viernes 24 de enero, porque querían volar de regreso el sábado para sus fiestas de año nuevo.

Igualmente trascendió que en esa misma fecha:

El presidente Trump celebró una cumbre monetaria internacional en su Casa Blanca de Invierno en Florida, situada en el histórico centro turístico de Mar-a-Lago.

Utilizando su poder, reunió a los líderes financieros más importantes del planeta.

Esto incluiría representantes de Estados Unidos, China, Japón, Alemania, Italia, Francia, Reino Unido y del Fondo Monetario Internacional.

Todos están de acuerdo en revalorizar de forma conjunta, todas sus monedas contra el oro, hasta que el precio de esta materia prima alcance los US$ 10.000 la onza. El Consejo de la Reserva Federal convocará entonces una reunión especial de su junta y votará una nueva política y anunciará al mundo que el precio de la onza oro será de US$ 10.000.

El Sistema de Reserva Federal, hará que la onza de oro valga US$ 10.000, utilizando las reservas que el Tesoro tiene de este material en Fort Knox, y los principales comerciantes de esta materia prima realizarán operaciones de mercado abierto en oro.

En resumen, ya sabemos los intereses tanto “espirituales” como materiales, porque los hermanos/as evangélicos/as, y no evangélicos/as, deseaban (desean) tanto que Trump ganara las elecciones, de allí su apoyo incondicional, que olvida, no importa quién sea ni que represente, lo importante son los resultados. “El fin justifica los medios”, premisa nada cristiana ni mucho menos evangélica.

Imagen ilustrativa: https://www.infobae.com/