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Etiqueta: escuela quimica

UCR: La juanilama da pistas de ser una posible aliada contra el cáncer

La Lippia alba, conocida en nuestro país como juanilama, se adapta a su ambiente. Esto produce cambios genéticos en la planta. Foto: Anel Kenjekeeva, UCR.

Octubre: Mes Mundial contra el Cáncer

Un equipo científico de la UCR comprueba la existencia de un compuesto en esta planta que podría contrarrestar algunas células cancerosas. Pero aún falta más indagación científica.

Su nombre científico es Lippia alba, una planta de la popular familia Verbenaceae, cuyas hojas desde hace bastante tiempo se destacan por sus cualidades medicinales. Probablemente, usted la conozca como juanilama, el nombre común que tiene en Costa Rica.

Pero, ¿es posible que la juanilama también esconda un compuesto con la posibilidad de debilitar el cáncer gástrico y de mama?

La respuesta es sí. Lo encontraron cinco investigadores de la Universidad de Costa Rica (UCR). Sus hallazgos fueron publicados a inicios de setiembre en la revista Journal of Essential Oil Research.

Los científicos son la M. Sc. Natalia Ortiz Chaves y la Dra. Cecilia Díaz Oreiro, de la Escuela de Medicina; el M. Sc. Carlos Chaverri Chaverri y el M. Sc. José F. Cicció Alberti, de la Escuela de Química y del Centro de Investigación en Productos Naturales (Ciprona); y María Fernanda Jiménez, estudiante de Farmacia.

“Nosotros lo que hicimos fue estudiar el efecto de los aceites esenciales de la Lippia alba en líneas de células tumorales. En ella observamos que, de cuatro aceites esenciales de la planta, en uno de ellos existía un compuesto que podría resultar muy eficaz contra el cáncer gástrico e, incluso, el de mama: el geraniol”, comentó Ortiz.

Ojo químico

La caracterización de los aceites esenciales se dio gracias al trabajo de los dos químicos de la UCR.

Los profesionales determinaron cuatro quimiotipos de juanilama basados en las moléculas presentes en cada uno de los aceites estudiados. Uno era rico en carvona, el segundo en piperitona, el tercero en tagetenona y el cuarto en citral.

Esos quimiotipos, a su vez, se forman de distintos compuestos, los cuales también pueden variar según sea el origen de la planta. Justo por esta razón la caracterización es relevante.

“La Lippia alba se adapta a su ambiente. Por ejemplo, si la planta está en algún sitio del Cono Sur, como Argentina, tendrá compuestos específicos que le dan ventaja en el medio donde se desarrolla, distintos a los de una juanilama que crece en Guatemala”, expuso Cicció.

A lo largo del tiempo, ese tipo de adaptaciones producen cambios genéticos en la planta, los cuales inciden en la producción de sus compuestos.

“Los aceites esenciales son una mezcla de compuestos y estos tienden a variar. La caracterización química posibilita saber dicha composición y a qué atribuir un efecto dado del aceite. Si suponemos que el aceite afecta a las células cancerosas, entonces, ¿qué compuesto en particular le da esa facultad? ¿O serán varios compuestos? Esto es lo que nos permite la caracterización: conocer la identidad de los constituyentes de los aceites”, declaró el investigador.

Dicha información sería vital en las próximas etapas. Las investigadoras de Medicina y del Instituto Clodomiro Picado (ICP-UCR) probaron los aceites en distintas células tumorales y analizaron cuál era el más eficaz para afrontar las células cancerosas.

“Hicimos un sondeo general mediante ensayos de viabilidad en líneas celulares de distintos tumores. Vimos cuáles aceites eran tóxicos y que podían servir para contrarrestar las células dañinas. Lo segundo fue ver cuán tóxicos eran los aceites, porque queríamos que el compuesto debilitara las células tumorales y no a las células sanas”, amplió Ortiz.

Así es como se llega al aceite esencial rico en citral, el cual mostró requerir de una concentración muy baja para evitar la proliferación de las células cancerígenas. ¿Por qué es posible este resultado?

La pista ya estaba en la caracterización química. Ahí se determinó la identidad de 54 compuestos. De estos, el geraniol fue uno de los más abundantes en el aceite de la juanilama rico en citral y el que muy posiblemente les hacía frente a las células tumorales.

La investigadoraNatalia Ortiz explicó que el estudio contempló varias líneas de células tumorales de estómago, pulmón, hígado, colon y glioblastoma (tumor en el cerebro).
Foto: Anel Kenjekeeva, UCR.

Lo anterior se indicaba en la literatura científica internacional y, luego, los análisis revelaron que estaba en lo correcto.

Pero los hallazgos no se detuvieron. El geraniol también exhibió una alta especificidad para debilitar las células cancerosas de cultivo, mientras, al mismo tiempo, les permitía a las células sanas continuar multiplicándose.

“En los ensayos probamos los aceites en células sanas y tumorales a fin de saber cuánto se necesita para eliminarlas. Notamos que para contrarrestar las células tumorales se requería cinco veces menos de la sustancia en comparación con las células sanas. Esto es muy bueno porque quiere decir que con una pequeña cantidad de geraniol se podría neutralizar a las células tumorales sin afectar las sanas”, dijo Ortiz.

Más opciones

En la actualidad, solo cerca del 10 % de la biodiversidad vegetal se ha caracterizado con base en sus propiedades químicas y farmacológicas, aun cuando varios de los tratamientos contra el cáncer se basan en compuestos de productos naturales o en sus imitaciones.

Por lo tanto, el estudio del equipo científico de la UCR genera una contribución para encontrar nuevos fármacos a partir de plantas, que desde ya se muestran importantes en el tratamiento de distintas enfermedades. En este caso particular, el cáncer gástrico y de mama, padecimientos que cada año, en promedio, arrebatan la vida de 779 y 561 costarricenses, respectivamente, según el Observatorio Global de Cáncer (GGO).

“En los ensayos de laboratorio vimos que el geraniol estaba funcionando muy bien contra las células cancerosas de estómago y mama. De ahí, escogimos más la parte de estómago, por mi tesis de doctorado. Entonces, probamos más en cáncer de estómago, en tumores primarios, así como en células metastásicas, y nos dimos cuenta de que se podía suprimir su crecimiento de manera similar. Algo llamativo porque las células metastásicas son muy difíciles de erradicar y a veces son hasta más fuertes que el tumor original”, ahondó Ortiz.

De manera complementaria, también se apreció en el geraniol una capacidad para frenar la migración de células cancerígenas a otras partes; es decir, para evitar la metástasis.

El primer paso

El estudio debe entenderse como una investigación básica, que abre la puerta a más exploraciones. Los resultados obtenidos no se pueden extrapolar a un tratamiento inmediato contra el cáncer.

No obstante, sí da pistas para que el geraniol empiece a ser considerado en más estudios y pueda saberse con mayor exactitud si será un aliado ideal de las quimioterapias.

Ahora, el siguiente paso de la investigación será enfocarse en el cáncer gástrico, para conocer más el mecanismo de acción de la sustancia.

Por el momento, se sabe que el geraniol merma la capacidad reproductiva de las células malignas, que es específico (ataca al tumor) y que inhibe la migración de células dañinas. Aunque todavía no se conoce con detalle cómo lo hace.

“Queremos conocer más el efecto del geraniol dentro de las células metastásicas. En mi proyecto de doctorado me he enfocado más en el cáncer gástrico, porque es un tumor que cuando hace metástasis ya no hay cura. La mortalidad en esta etapa es muy alta y, por eso, sería ideal generar una alternativa”, manifestó Ortiz.

Otro aspecto del estudio es el rol del colesterol, una de las materias primas que necesitan las células de cáncer para multiplicarse.

Se ha observado que el geraniol puede tener un efecto antitumoral al inhibir la síntesis de colesterol. Pero este no parece ser el caso para el cáncer gástrico, por lo cual es crucial seguir indagando el porqué.

Si los resultados son prometedores, el objetivo es pasar a un modelo animal y, luego, al ser humano. Esto podría llevar varios años más y con un costo económico muy elevado.

 

Jenniffer Jiménez Córdoba
Periodista, Oficina de Divulgación e Información, UCR

UCR: La química y la inteligencia artificial aplicadas al diseño de fármacos

Conozca mi tesis

El pensamiento y el conocimiento científico se renuevan con los trabajos de doctorado de docentes e investigadores becados por la UCR en el extranjero, que se incorporaron a la actividad académica en el 2020 y 2021.

William Zamora Ramírez

Escuela de Química

Doctorado en Biotecnología Molecular

Universidad de Barcelona, España

Desde muy pequeño, siempre tuve la curiosidad de entender cuál es la razón por la cual el agua y el aceite no se mezclan. Ese interés me llevó a analizar hechos cotidianos relacionados con este fenómeno. Por ejemplo, en el fútbol, las personas de diferentes equipos se agrupan en bandos, pues sienten mayor afinidad por un grupo y por los colores que los representan.

Continuando con esta analogía, el tema de mi tesis doctoral se basó en investigar qué hace a una persona elegir entre uno u otro equipo, solo que, en lugar de personas, estudié pequeñas biomoléculas y, en lugar de dos equipos de fútbol, estudié disolventes, entre ellos el agua y el octanol.

Esta área de estudio se conoce como lipofilicidad, es decir, la afinidad de una biomolécula por ambientes grasos, como la grasa o aceites.

De esta manera, trabajé cinco años, al cabo de los cuales me gradué con máximos honores (suma cum laude) como doctor en Biotecnología Molecular. Luego realicé un año de posdoctorado en Barcelona.

Durante el posdoctorado estudié y predije, por una combinación de técnicas computacionales y experimentales, cómo las biomoléculas tienden a repartirse entre diferentes ambientes. Este reparto molecular entre fases se expresa por medio de descriptores lipofílicos.

Al ser un tema de ciencia básica, su importancia subyace en el entendimiento del fenómeno fisicoquímico que dicta la preferencia de las moléculas por mantenerse en los fluidos biológicos o pasar a través de una membrana biológica, o bien, unirse a lugares específicos de otras biomoléculas conocidas como proteínas. En todo esto utilicé la lipofilicidad, tanto de los ambientes como de las biomoléculas.

Lo anterior puede comprenderse a través de modelos matemáticos de lipofilicidad, los cuales simulan la realidad que se observa a nivel experimental. Como resultado de mis investigaciones, logramos validar diversos modelos teóricos para obtener descriptores lipofílicos y proponer enfoques novedosos para una descripción más adecuada del comportamiento de reparto de las biomoléculas entre interfaces.

Con la validación y la propuesta de nuevos formalismos fisicoquímicos, se logró aplicarlos a temas relacionados con el desarrollo de nuevos fármacos, apoyo a estudios ambientales y aportes para el entendimiento, a nivel molecular, de enfermedades que amenazan la salud mundial.

El impacto de mi investigación en la sociedad se basa primeramente en el fortalecimiento y valoración de problemas científicos que pueden solo resolverse mediante la ciencia básica. Con este conocimiento sólido, se establecen los cimientos para aplicaciones de interés general.

Es por ello que nuestro trabajo se encuentra en uno de los programas más populares en química computacional: el Gaussian (https://gaussian.com/). Y los resultados han sido publicados en prestigiosas revistas internacionales, como las pertenecientes a la American Chemical Society, en Estados Unidos, y las del grupo Springer Nature, en Europa. Asimismo, el estudio forma parte de capítulos de libros especializados.

Con los conocimientos de mi tesis doctoral, hemos logrado metodologías in silico (mediante simulación computacional) para determinar las propiedades de fármacos y sustancias contaminantes antes de ser diseñadas, y con esto ahorrar recursos en pruebas de laboratorio.

La fiabilidad de nuestros protocolos computacionales ha sido reconocida por el Drug Design Data Resource, con base en la Universidad de San Diego en California, como uno de los mejores modelos que usa algoritmos de química cuántica.

Recientemente, con el establecimiento de mi grupo de investigación llamado CBIO3 en la Universidad de Costa Rica (UCR), el cual se dedica a las áreas de biología, biofísica computacional y bioinformática, hemos logrado —mediante modelos de inteligencia artificial— ganar un reto mundial en diseño de fármacos, pues tenemos el método más confiable para determinar la lipofilicidad de pequeñas moléculas (https://vinv.ucr.ac.cr/es/noticias/grupo-de-investigacion-de-la-ucr-gana-reto-mundial-en-diseno-de-medicamentos).

Por otro lado, he expandido los estudios teóricos y experimentales de mi tesis doctoral a problemas de salud globales. Por ejemplo, en colaboración con el profesor Kasper Kepp, de la Universidad Técnica de Dinamarca, he utilizado la lipofilicidad de aminoácidos (pequeños bloques de construcción de las proteínas), que son biomoléculas que desempeñan un papel fundamental en el organismo, para estudiar la toxicidad en mutantes de péptidos Aβ42 implicados en la enfermedad de Alzheimer (https://www.youtube.com/watch?v=ujSuMMjjcBA).

También he implementado la lipofilicidad de aminoácidos para estudiar péptidos antimicrobianos (AMPs), en colaboración con la Dra. Frances Separovic, de la Universidad de Melbourne, en Australia, con el objetivo de mejorar la búsqueda estancada de nuevos agentes antimicrobianos. Esta propuesta innovadora me hizo ser galardonado en el 2020 con un premio por la Sociedad Biofísica, de Estados Unidos (https://www.biophysics.org/blog/tag/travel-awards). Dicho proyecto es financiado por el Programa Fondo Semilla 2021-2023 de la Vicerrectoría de Investigación de la UCR.

Igualmente, fui invitado a presentar el estudio en el Instituto Pasteur, en París, Francia, en la sétima AMP meeting. Debido a la pandemia, tal actividad fue pospuesta para el 2022.

 

Imagen: Dr. William Zamora Ramírez. Fotografía remitida por: William Zamora Ramírez.

William Zamora Ramírez
Doctor en Biotecnología Molecular

UCR: La energía del futuro viene con forma de batería

En Costa Rica hay más de un millón y medio de vehículos automotores en circulación

El mecanismo de la celda basada en aluminio consiste en dejar pasar el oxígeno, este reacciona con el aluminio y empieza a consumirlo para generar energía. Foto: Laura Rodríguez Rodríguez.

La crisis climática que vive el planeta empezó a cambiar, desde múltiples frentes, la manera en la que se investiga y se desarrollan nuevas tecnologías. La revolución energética que acontece actualmente impulsó a distintos investigadores de la Universidad de Costa Rica (UCR) a darse cuenta que existe la necesidad, en el país, de trabajar en el área de las baterías.

El Centro de Investigación en Electroquímica y Energía Química (Celeq) de la UCR desarrolla algunos prototipos de baterías con la participación de un equipo interdisciplinario, liderado por el profesor de la Escuela de Química e investigador del Celeq, Diego González Flores.

González hizo su doctorado en la Universidad Libre de Berlín, Alemania, con un proyecto sobre producción de hidrógeno a partir de agua. Su maestría la realizó en la UCR, en electroquímica.

“Es un hecho que nos encontramos en una etapa de transición en el uso de la energía. Cada vez es más importante cómo usamos la energía para movilidad, en nuestros hogares y en la industria, de una forma más amigable con el ambiente. A nivel internacional, se ha visto que la manera en la que se pueden alcanzar estas metas es con el empleo de baterías”, afirmó el investigador.

Para orientar su estudio, González y su equipo pensaron en los problemas que se observan en el Valle Central -donde existe mayor concentración de habitantes- y llegaron a la conclusión de que la movilidad urbana es un asunto prioritario para atender.

Esta perspectiva los llevó a concursar y ganar los fondos semilla para la investigación de la UCR, lo que les permitió iniciar con el proyecto.

Decidieron, entonces, enfocarse en las bicicletas eléctricas, en vez de los automóviles, pues pese a que los autos eléctricos solventan los problemas relacionados con la emisión de gases, existe un problema de espacio en las carreteras.

Litio versus aluminio

Lo más común es que las baterías que usamos hoy en nuestra vida cotidiana funcionen a base de litio, un elemento que no es tan abundante y que se está reduciendo cada vez más rápido.

Diego González Flores se incorporó hace tres años a la UCR como profesor de la Escuela de Química e investigador del Celeq, luego de hacer su doctorado en Alemania. Foto: Laura Rodríguez Rodríguez.

“El hecho de que en el mundo las baterías de litio sean las más utilizadas es bastante circunstancial. En algún momento se empezó a investigar el litio y se vio una solución muy práctica, esto sumado a que en décadas anteriores la explotación de recursos y el manejo de desechos amigables con el ambiente no eran tan importantes”, dijo el científico.

El proyecto del Celeq tiene como objetivo desarrollar baterías que trabajen con aluminio en vez de litio, debido a que el primero es un material menos contaminante, es uno de los elementos más abundantes de la corteza terrestre, su distribución no se concentra en lugares específicos (lo que evita el monopolio), su explotación es relativamente amigable con el ambiente y es cerca de 20 veces más barato que el litio.

El investigador resaltó que “las tecnologías poslitio son sumamente importantes para la búsqueda de baterías más amigables con el ambiente, que se puedan reciclar y, en general, mejorar también la capacidad de almacenamiento”.

¿Cómo aterrizar las ideas?

El proceso de investigación para crear una batería abarca diversos aspectos y en muchas ocasiones inicia con el estudio de la parte teórica, para luego desembocar en la creación de un prototipo. Para el proyecto, los científicos decidieron hacerlo de una forma distinta.

González y el equipo que dirige fabricaron un prototipo y, a partir de este, se han dedicado a ir “construyendo hacia atrás”, basándose en los factores más importantes. Tras realizar los experimentos correspondientes, seleccionan el aluminio, el material de los electrodos y el electrolito que mejor se adecua al modelo.

Con esta metodología pueden ir construyendo prototipos, mientras que estudian los fundamentos de ciencia básica para mejorar los diferentes componentes del prototipo.

Energía a base de oxígeno

Las baterías están formadas por dos electrodos: positivo y negativo. Entre estos dos está el electrolito, una sustancia que evita que la energía salga de un solo golpe y, que a la vez, permite que exista conducción eléctrica.

En el modelo que plantean los investigadores para impulsar la bicicleta eléctrica, el electrodo positivo es un electrodo de aire y el negativo es el aluminio.

Los investigadores de la UCR desarrollan un prototipo de batería a base de aluminio para impulsar las bicicletas eléctricas. Foto: Laura Rodríguez Rodríguez.

El mecanismo deja pasar el oxígeno, este reacciona con el aluminio y empieza a consumirlo. Básicamente, la batería respira oxígeno y lo utiliza para producir energía.

“Se estima que, si se pudiera hacer una batería de aluminio que se acerque a su funcionamiento teórico, podría tener mucho mayor cantidad de energía que una de litio”, afirmó González.

LabVolta

Gracias al avance del proyecto y con el apoyo del Celeq, se decidió comenzar las gestiones para establecer un laboratorio de investigación, control de calidad y desarrollo de baterías, el LabVolta.

Este espacio se encuentra en proceso de creación. Al respecto, González indicó que “la idea es que exista un espacio físico interdisciplinario”. Actualmente, están trabajando con investigadores e investigadoras de las escuelas de Física y Química, de la Universidad Nacional (UNA); de Ingeniería en Materiales y Diseño Industrial, del Instituto Tecnológico de Costa Rica (TEC); y de Ingeniería Eléctrica e Ingeniería Química, de la UCR.

Se espera que en los próximos dos años, el LabVolta comience a trabajar en otras áreas, como en un tipo de batería recargable a base de aluminio, por ejemplo. Sin embargo, todo dependerá del financiamiento y del acceso a recursos económicos.

A largo plazo, se valora la posibilidad de crear una batería eléctrica que sea recargable, debido a que en el modelo actual las piezas de aluminio funcionan como un tipo de combustible que se desgasta.

Para González, “lo más relevante sería que pudiéramos construir una batería que funcione como una marca comercial, cuyo desarrollo tecnológico surja en la UCR”.

 

David Esteban Chacón León

Asistente de Prensa, Oficina de Divulgación e Información

Información tomada de: http://www.ucr.ac.cr/

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UCR: Soluciones sobre salud, ambiente y alimentos sobresalen en innovaciones de estudiantes de Química

  • Plástico biodegradable y galletas que calman a los perros ante la pólvora son algunas de las propuestas

Cada año los estudiantes de la Escuela de Química desarrollan y exponen una diversidad de productos y soluciones novedosas. Foto: Laura Rodríguez Rodríguez.

Una opción ecológica en vez del plástico, hecha con almidón de yuca y plastificantes extraídos de la planta Renealmia alpinia, un tipo de platanilla que en quechua se llama misk’i p’anga.

Esa es la propuesta presentada por las estudiantes Marian Vargas Guerrero, Paola Agüero Gamboa, Priscila Castro Blanco y Silvia Jiménez Solera, en la Feria de Emprendimiento, Desarrollo e Innovación (FEDI) 2019, de la Escuela de Química de la Universidad de Costa Rica (UCR).

Esta actividad es organizada por el profesor Darío Chinchilla Chinchilla. Este año se realizó el 4 de diciembre con la participación de ocho proyectos en los campos ambiental, salud y alimentación, elaborados por alumnos y alumnas de último año de la carrera de Química.

Con el proyecto Misk´i, sus proponentes buscan ofrecer una alternativa frente al plástico. Por un lado, el almidón de yuca proporciona resistencia y elasticidad al producto, mientras que la R. alpinia es un polímero natural. La ventaja del nuevo material es que es extruible; es decir, se puede derretir, moldear y se sella con calor, lo cual permite múltiples aplicaciones.

Las estudiantes explicaron que estas características le confieren a este producto un gran potencial desde el punto de vista químico, razón por la cual desean continuar con el proceso de emprendimiento.

Las estudiantes Marian Vargas Guerrero, Paola Agüero Gamboa, Priscila Castro Blanco y Silvia Jiménez Solera crearon un plástico biodegradable que tiene la particularidad de que se puede derretir, moldear y se sella con calor, lo cual permite múltiples aplicaciones. Foto: Laura Rodríguez Rodríguez.

Para esto pueden contar con el apoyo de la Agencia Universitaria para la Gestión del Emprendimiento (Auge), de la UCR, en donde se inscribe el proyecto y se tiene acceso a fondos de capital semilla, explicó Keiler Jiménez, funcionario de esta entidad y quien visitó la Feria.

Soluciones en el área alimentaria

Otra innovación expuesta en la FEDI se denomina Huellitas y propone una solución para que los perros ya no sufran más con las bombetas y juegos pirotécnicos, gracias a las galletas relajantes Doggobites, hechas con avena, pollo y con extracto de tilo (Justicia pectoralis).

Este proyecto fue creado por las estudiantes Elizabeth Rodríguez Chavarría, Stephanie Retana Molina y Amanda Corrales Ugalde.

Corrales aseguró que luego de hacer pruebas con varios perros, comprobaron que el extracto de tilo los tranquiliza. “No los ceda, sino que ya no jadean ni lloran”, aseveró.

La presentación del producto consiste en dos galletas adheridas con una gelatina en el centro, donde se encuentra el tilo.

Otra propuesta presentada en la Feria de Emprendimiento, Desarrollo e Innovación (FEDI) 2019, de la Escuela de Química, es la bebida artesanal Spice Tonic. Está hecha con limón mandarina, fibra soluble de linaza y extractos de cúrcuma y hierbabuena. Foto: Laura Rodríguez Rodríguez.

Las estudiantes desean comercializar las galletas, para lo cual están en busca de inversores.

Otra propuesta en el área de la gastronomía es la bebida artesanal Spice Tonic, que de acuerdo con sus creadoras reúne dos propiedades: es un producto natural saludable y tiene buen sabor.

María Isabel Quirós Fallas y María Laura Ramírez Jaén tomaron como base para la formulación limón mandarina, fibra soluble de linaza y extractos de cúrcuma y hierbabuena.

Las estudiantes resaltaron que la innovación principal consiste en unas esferas de alginato de calcio (proveniente de las algas), técnica que se utiliza en la gastronomía nuclear para potenciar los sabores y ayuda a conservar las propiedades de lo que encapsula.

Siempre en el área de los alimentos, también se presentó en la FEDI 2019 una tecnología denominada Color Sense. Se trata de un sensor para evitar el desperdicio de alimentos empacados, de gran beneficio para los comercios y los consumidores.

Las galletas hechas con el extracto de tilo (Justicia pectoralis), pollo y avena ayudan a tranquilizar a los perros durante los juegos pirotécnicos. Foto: Laura Rodríguez Rodríguez.

El sensor capta la reacción química que se produce cuando los alimentos se descomponen y entonces cambia de color.

Esta idea fue presentada por los estudiantes Mónica Monge, Felipe Vásquez y Gabriel Jiménez.

Chi-clean es también una innovación que se expuso en la Feria y consiste en una goma de mascar con propiedades para la limpieza de los dientes, indicaron Jorge Hernández Tasara y Luis Vargas Rodríguez. Contiene agentes abrasivos y anticaries.

Mientras que la gama de mascar disponible en el mercado es sintética, esta propuesta usa como materia prima el caucho natural y se endulza con estevia, un edulcurante natural que no aporta calorías. Hay en dos sabores: mentol-sandía y mentol-fresa.

En la salud también se innova

En el área de la salud fueron creados tres proyectos. El primero es Quito Sana, un apósito en hidrogel que acelera la cicatrización de las heridas y evita las infecciones. Está hecho con extractos de romero, menta, albahaca y juanilama y posee quitosano, un polímero natural presente en las cáscaras de los crustáceos, como los camarones.

Hemo, el jabón elaborado con semillas de la planta Cannabis sativa. El aceite de estas semillas ayuda a suavizar la piel y tiene efectos curativos en casos de alergias y acné. Foto: Laura Rodríguez Rodríguez.

unciona de la siguiente manera: la persona se coloca el apósito seco sobre la herida, luego lo hidrata y así se convierte en gel.

En esta invención participaron Julie Lam Chen, Allan Mora Abarca, María Gabriela Fernández Scott y Andrés Hidalgo Núñez.

El segundo proyecto es Indicateeth, un gel revelador de la placa dental hecho a base de remolacha. Al aplicarse el producto, este tiñe la zona donde hay concentración de bacterias y se requiere mayor cepillado.

Josué Valladares Álvarez y Natalia Aguilar Chinchilla, creadores del producto, dijeron que este es muy necesario porque ayuda a mantener una higiene dental adecuada y a prevenir enfermedades.

El tercer proyecto es Hempo, un jabón elaborado con semillas de la planta Cannabis sativa, conocida como cáñamo, ya que las variedades con bajo contenido en THC (propiedades psicoactivas) son usadas para extraer sus fibras.

El aceite de las semillas de esta planta tiene propiedades antiinflamatorias, ayuda a curar las alergias y el acné.

Hempo fue concebido por los estudiantes Paula Castro Castro, Douglas Venegas González, Kenneth Alvarado Porras y Fernando Aragón Mata.

 

Patricia Blanco Picado

Periodista, Oficina de Divulgación e Información

Información tomada de: http://www.ucr.ac.cr/

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