Natalia Zamora*
Silvia Chacón Barrantes**
Los sismos en Centroamérica son muy frecuentes, y por tanto son un fenómeno conocido por la población. Los tsunamis, afortunadamente, han sido menos frecuentes en esta región del planeta, aunque Centroamérica tiene varios registros de tsunamis originados en sus costas y también fuera de la región.
El 2 de setiembre de 1992 en horas de la tarde, un sismo de magnitud momento Mw 7.6 afectó a Nicaragua, con epicentro localizado afuera de su costa Pacífica. Ese año se cumplían veinte años del sismo de magnitud Mw 7.2 que había dejado gran destrucción en Managua en 1972. El sismo de 1992 fue percibido con menor intensidad por la población nicaragüense en comparación del evento de 1972, debido en parte a la mayor distancia del epicentro. Sin embargo, el tsunami que causó el sismo de 1992 afectó minutos después la costa convirtiéndose en el tsunami más grande que ha golpeado a Centroamérica.
El tsunami de 1992 tuvo hasta casi 10 m de altura o runup, lo que se considera algo anómalo para el tamaño del sismo que lo causó. Masachapa fue la región que sufrió los mayores efectos de este tsunami que dejó un saldo de más de 300 víctimas y destrucción a lo largo de la costa nicaragüense. Sus efectos también se sintieron en la costa costarricense: el tsunami tuvo alturas de 4.5 m en Playas del Coco y 3.6 m en Playa Hermosa y dañó embarcaciones en la entonces Marina Flamingo, en Bahía Potrero. Afortunadamente en Costa Rica no dejó víctimas humanas.
Previo al tsunami de 1992 era difícil creer que un sismo de una magnitud moderada como este pudiera causar alturas de tsunami de casi 10 m. Este evento reveló a la ciencia un fenómeno poco conocido, además de hacer un llamado entorno al manejo de riesgo por este tipo particular de tsunami. Actualmente entendemos que los sismos moderados pueden generar tsunamis grandes, y el porqué de sus posibles causas.
Una de las razones por las que este tsunami tuvo alturas tan grandes y causó tantas víctimas se ha relacionado a las características del sismo, considerado como un sismo lento. El tsunami de Nicaragua de 1992 fue el primer tsunami generado por un sismo lento que fue registrado por estaciones sísmicas. Estos tsunamis también son conocidos como «tsunami earthquake», y en Centroamérica volvió a ocurrir otro de menor magnitud en el año 2012 frente a las costas de El Salvador, que afortunadamente afectó áreas despobladas o poco pobladas, pero que tuvo una altura de inundación máxima de 6 m. Las causas de estos eventos han sido motivo de estudio durante varias décadas, y su entendimiento ha contribuido a cambiar paradigmas sobre los procesos físicos y la caracterización de la zona de subducción, así como la incorporación de nuevas tecnologías en los sistemas de alertas tempranas que consideren estos eventos.
En Costa Rica desde el 2014 contamos con el Sistema Nacional de Monitoreo de Tsunamis (SINAMOT) una iniciativa del Programa Red de Observación del Nivel del Mar en Costa Rica (RONMAC) de la Universidad Nacional (UNA) y el Laboratorio IMARES de la Universidad de Costa Rica. SINAMOT le ofrece asesoría a la Comisión Nacional de Prevención de Riesgos y Atención de Emergencias (CNE) en el tema de alerta de tsunamis. Esto implica que cuando hay un sismo que podría ocasionar un tsunami, SINAMOT analiza la información técnico-científica y brinda un reporte a la CNE para que ésta tome decisiones. Sin embargo, debemos recordar que si estamos en la costa y sentimos un sismo fuerte debemos dirigirnos inmediatamente a zonas altas, que superan al menos los 10 m de altura sobre el nivel del mar, ya que un tsunami local podría afectar la costa en pocos minutos.
El mejor escudo contra los tsunamis es una población preparada para reaccionar correctamente y con la rapidez suficiente. Esta preparación es una tarea conjunta entre el sector científico, los manejadores de emergencias y la población. En Costa Rica, el Programa RONMAC en coordinación con la CNE, se encuentra elaborando mapas de evacuación por tsunami como parte de un proyecto que en su primera etapa cubre 20 comunidades del Pacífico Norte y Central de nuestro país. En una segunda etapa a iniciar en el 2019 se cubrirá el Pacífico Sur y el Caribe. Los mapas de evacuación por tsunami contienen información importante como el área que se debe evacuar, las rutas que se deben utilizar y los sitios donde se debe reunir la población. Sin embargo, es imperativo elaborar planes de evacuación por tsunami para que las comunidades estén mejor preparadas ante estos eventos. Estos planes deben incluir quién y cómo recibe la información de una alerta (en caso de que se trate de un tsunami lejano). Es fundamental crear protocolos de diseminación de la información de la alerta entre la población, y designar a los responsables para brindar apoyo a personas vulnerables de la comunidad, como por ejemplo personas adultas mayores, niños pequeños, personas con discapacidad, entre otros.
La Comisión Oceanográfica Internacional de la UNESCO (IOC/UNESCO) en coordinación con los sistemas de alerta de tsunamis del Pacífico y del Caribe ofrece un reconocimiento a las comunidades que cumplan ciertos requisitos de preparación ante tsunamis como los mencionados anteriormente. Este reconocimiento está pensado para funcionar de forma similar a la Bandera Azul, y al igual que ésta debe renovarse periódicamente. Aunque el programa de reconocimientoTsunami Ready está recién iniciándose en la cuenca Pacífica, ya lleva varios años en la cuenca Caribe, y se espera que pronto se convierta en algo ampliamente reconocido y que motive a los turistas a escoger las localidades que lo posean. Centroamérica cuenta con las dos primeras comunidades Tsunami Ready de toda la cuenca del Pacífico: Cedeño en Honduras y Ostional en Costa Rica. En la costa Caribeña centroamericana actualmente la comunidad de Omoa en Honduras y Corn Island en Nicaragua están tramitando el reconocimiento, que ya poseen los territorios caribeños de los Estados Unidos de América, el Reino Unido y las Islas de San Kitts y Nevis.
Entender los fenómenos naturales es necesario para responder ante ellos y salvar vidas, pero debe ir acompañado de un proceso de educación y concientización. Gradualmente se está logrando que la población reconozca que es necesario estar preparados para enfrentar los tsunamis. Sin embargo, no podemos olvidar que es un trabajo de todos y que cada uno de nosotros está a cargo de su propia seguridad y de la de su familia.
*FunTropos Costa Rica y Centro de Investigación para la Gestión Integrada del Riesgo de Desastres (CIGIDEN), Chile.
** Programa RONMAC y SINAMOT de la Universidad Nacional (UNA), Costa Rica.
***Más detalles: Oficina de Comunicación. Tel 2237-5929 / 2277-3067***
Imagen tomada de web-geofisica.ineter.gob.ni
Enviado por UNA Comunicación.
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