Un abrazo a los funcionarios de salud

Freddy Pacheco León

Primeramente, la reafirmación de nuestra confianza hacia todo el personal de salud de San Pablo de Heredia (donde nos vacunaron) y hacia la inmensa mayoría de abnegados servidores que, a lo largo y ancho del país, han estado cumpliendo por más de 14 meses con la tarea sobrehumana que ha traído la pandemia. Así como una golondrina no hace verano, así también un extraño hecho irregular no ha de ser utilizado, para denigrar a quienes día y noche han estado presentes en «el frente de batalla» que nos protege, aún ante la amenaza de contagiarse y hasta morir. El ciudadano que aún frente a quien lo estaba filmando, no inyectó los 0,3 cc de la vacuna en el adulto mayor, fue suspendido y está siendo investigado. Por el daño provocado a la persona que confiadamente acudió al centro de salud, y la bien lograda imagen de CCSS, en medio de la suprema tarea por inmunizar a millones de personas, ha de ser sancionado según lo determinen los tribunales.

Lamentablemente, antes de iniciar la investigación para la eventual demanda penal, brotaron con no disimulada satisfacción, los antivacunas, los especuladores, los mensajeros anónimos, los creadores de teorías de conspiración. Personajes que desean denigrar el trabajo que, por razones egoístas, realiza esa gran institución estatal. El culpable fue el señor que cometió un grave delito ¡sin importarle el que estuviere siendo filmado!, y por ello muchas personas de las cerca de 800.000 vacunadas, ahora tienen dudas. Y principalmente los que no experimentaron ni los leves efectos secundarios que algunos tuvimos, como, por ejemplo, un incómodo dolor en el brazo. Dudas que provocan desazón en medio del peor momento de la pandemia, cuando la tensión y el estrés es algo común. Eso, aunque fuere solo eso, es imperdonable, porque, además, inmerecidamente, toca a todo el personal de la Caja que silenciosamente se ha sacrificado y se sacrifica por nosotros. A ellos hemos de darle nuestro apoyo, nuestro abrazo virtual de agradecimiento, nuestra voz de estímulo merecido para que no pierdan el ánimo, ante las «voces del odio» que les atacan con su afán de destruir y provocar el caos. La mayoría del pueblo de Costa Rica es un pueblo noble y agradecido, y les agradece el agobiante trabajo que ahora es precisamente más grande, por culpa de muchos irresponsables incapaces de obedecer las medidas sanitarias conocidas.