Freddy Pacheco León
Si nos rigen reglamentos que no prohíben la emisión de DIOXINAS Y FURANOS provenientes de plásticos incinerados a temperaturas menores a 800°C, altamente contaminantes con químicos de carácter orgánicos persistentes que provocan cáncer, patologías inmunológicas y endocrinas, diabetes y malformaciones congénitas, las comunidades amenazadas, como en la formidable zona de Los Santos, constitucionalmente SÍ pueden hacerlo. El ambiente sano es un derecho constitucional, efectivo, que no se queda en el papel, y que hay que hacer cumplir, aún en contra del Ministerio de Ambiente.
Ha de recordarse que el Convenio de Estocolmo sobre Contaminantes Orgánicos Persistentes (COPs) reúne a más de 150 países en su lucha global contra la contaminación de DIOXINAS Y FURANOS. Por eso, los incineradores convencionales aeróbicos, que actúan como ¡fábricas tóxicas! a partir del muy usado PVC presente en la basura, están prohibidos en países celosos de la salud de sus habitantes, y Costa Rica no debe ser la excepción, como lo habría de plantear el Ministerio de Salud, y todos los proveedores de agua potable.
Es preciso aclarar que un incinerador NO es lo mismo que un gasificador; que la diferencia no es solo de nombre. El incinerador puede producir combustión incompleta, si se alimenta con materiales densos o de difícil combustión, por lo que, inevitablemente, produce gases de combustión contaminantes, muy tóxicos, letales, para la salud humana.
Para que un GASIFICADOR pudiese ser llamado como tal, ha de funcionar en ¡AUSENCIA TOTAL DE OXÍGENO! De cumplir ese requisito fundamental, y muy costoso de lograr, su combustión podría ser completa, hasta liberar CO2 y H2O como productos finales. E incluso, puede adaptarse para producir gas de síntesis (CO y H2) que se utiliza en el conocido proceso de Fisher-Tropsh para producir combustibles sintéticos. Mientras que LOS INCINERADORES, aunque, como en Tarrazú y otros lugares, los presenten engañosamente como «GASIFICADORES», funcionan a temperaturas y calor medios, por lo que, sólo se pueden utilizar turbinas de vapor para generar la electricidad, mientras liberan otros gases nocivos. LOS GASIFICADORES sí generan alto calor y temperatura por lo que, pueden utilizarse turbinas de gas (más eficientes) y turbinas de vapor para la generación de energía eléctrica, aumentando considerablemente la eficiencia.
Pues bien, hasta hoy, en Costa Rica ninguna empresa pública o privada ha mostrado la capacidad de proponer proyectos de destrucción de la basura EN AUSENCIA DE OXÍGENO. Y así, aunque hay quienes, en el ámbito de organizaciones municipales, con alcaldes promotores, están hablando de “gasificadores”, ha quedado en evidencia que se trata de tecnologías altamente contaminantes para la salud humana, pues esos incineradores funcionarían en presencia de oxígeno, y por tanto, serían productores de los altamente tóxicos DIOXINAS Y FURANOS, además de metales pesados.
Sobre esta vital diferencia ha de alertarse a los habitantes que ya se han percatado de la amenaza de construir en sus comunidades, quemadores de basura altamente contaminantes, con el cuento de que se trata de «GASIFICADORES». Además del agua superficial y de su subsuelo, lo que se contaminaría más sensiblemente, e inevitablemente, es el aire que respirarían, incluso a kilómetros de distancia de la planta incineradora. Plantas que, además, requerirán de un botadero gigantesco de basura, proveniente quién sabe de dónde, que les provea el combustible… para el macabro negocio.
Cabe recordar que hace unos años, el alcalde Araya, de San José, convenció a un grupo de sus colegas reunidos en una federación, de propiciar la construcción de INCINERADORES de basura en varios cantones. Así lo propuso también en su programa electoral de gobierno, cuando fue candidato presidencial. O sea, la idea no es nueva ni inocente. Ya fue rechazada por algunas municipalidades, que en principio se interesaron.
Sea en Dota o en otras comunidades, es el pueblo, los hijos del cantón, y todos los costarricenses que valoran vivir en un ambiente sano, los que tenemos la palabra y las armas cívicas capaces de luchar por la salud de sus seres queridos. La responsabilidad es compartida.