ADN liguista y morado

José Luis Valverde Morales.

José Luis Valverde Morales

Algunos le hablan a la gente del ADN del Deportivo Saprissa, como si los aficionados al fútbol (algunos con baja escolaridad) supieran de qué se trata.

El ADN, o ácido desoxirribonucleico, es el material que contiene la información hereditaria en los humanos, en otras palabras, aquello que nos hace diferentes, distingue, los rasgos propios de la personalidad.

Moda

Los saprissistas pusieron de moda hablar de su ADN, algunos rasgos particulares diferenciadores del resto, la saprihora, por ejemplo, ganan partidos en el último minuto.

También los distingue (según ellos) la fidelidad de la afición.

Además, se dicen conquistadores de campeonatos por excelencia.

Como si fuera poco, se manifiestan el equipo del pueblo, con aficionados en todo el país, el de más seguidores.

Los códigos del camerino están establecidos, quien llega a vestir la camisa morada, lo hace, en sentido figurado para dar la vida por ella.

A la vista

Los resultados están a la vista, ya le lleva más de 10 títulos a su archirrival, Liga Deportiva Alajuelense.

En la acera del frente, el camino ha sido diferente, el fútbol como negocio, los marcadores distintivos del liguismo tomaron otro rumbo desde la era exitosa de Oscar “El Machillo” Ramírez.

Figuras emblemáticas desaparecieron de las ligas menores. Mientras Saprissa mantenía en sus divisiones inferiores a Vladimir Quesada y otros, en Alajuela le daban las gracias a los Montero, Oviedo, Miso, Delgado, Izaguirre.

En tanto Horizonte Morado rescataba la idea (luego de la era mexicana de Jorge Vergara), de devolverle el equipo a sus legítimos dueños, ¡los ticos!, en la Liga apostaban por gente con pergaminos académicos, visión de negocio, pocas raíces del pasado.

¿Espejismo?

En ese espacio surge el Centro de Alto Rendimiento (CAR), esa suerte de “Masia” criolla, donde el Barcelona de España incuba sus futuras joyas, estilo Lio Messi y tantos otros.

Es peligroso el espejismo de hacerle creer a jóvenes adolescentes, ahora de ambos sexos, que están ahí como los elegidos, por medio del fútbol resolverán sus carencias, en equipos de primer nivel en el mundo.

Para reforzarles la idea, posiblemente sin proponérselo, devolvieron como espejos a quienes con el sacrificio de juventud lograron éxito: Bryan Ruiz, Junior Díaz, Celso Borges, Joel Campbell, Michael Barrantes.

Los jugadores en formación inconscientemente no están pensando quedarse en la Liga, ellos miran los goces de Europa, ese pareciera ser el nuevo ADN manudo.

De seguir así el asunto, en el patio casero, el saprissismo seguirá mandando por un buen rato.

El ADN morado existe, otros equipos lo andan buscando, el balón se resiste a entrar al marco.