El PAC: Caballo de Troya del neoliberalismo

Luis Paulino Vargas Solís

Economista/ Director CICDE-UNED

El PAC se gesta a partir de las dos críticas fundamentales que su fundador, Ottón Solís, expresaba en relación con el PLN y el PUSC: la corrupción en la función pública y el sesgo neoliberal de sus políticas económicas. Y ello asimismo cinceló sus características distintivas: una reglamentación estricta y detallada sobre cuestiones éticas, y un programa de políticas que intentaba recuperar y remozar la vieja agenda socialdemócrata que, en otras épocas, guio la gestión del PLN.

El PAC logró cimentar, con considerable éxito, el prestigio de un partido alternativo al neoliberalismo. A su interior, y de cara a la ciudadanía, el discurso de Ottón Solís fue hegemónico hasta 2010, y todavía conservó influencia, declinante pero muy significativa, al menos hasta el ascenso de Luis Guillermo Solís como candidato presidencial para las elecciones de 2014. Los planteamientos de Ottón admitían algunas propuestas con cierto matiz de socialdemocracia de centro izquierda, mezcladas con fórmulas muy conservadoras en materia fiscal, y una pose moralizante que, como bien sabemos, a menudo adquiría tonos fundamentalistas. Con Luis Guillermo hubo un cierto bamboleo hacia la izquierda, con una propuesta más cercana a la socialdemocracia clásica. Recordemos que el leitmotiv de su campaña fue el “cambio”. Y su retórica y gestualidad al inicio de su gobierno intentó enfatizarlo, con su narrativa sobre la “casa de cristal” y algunas otras escenografías por el estilo.

Sin duda, la historia de que el PAC era un partido progresista tuvo mucha aceptación. No un partido de izquierda, tal vez más bien una suerte de “progresismo moderado”, si es que tal cosa tiene sentido. Pero, sobre todo, se le veía como alternativo al neoliberalismo.

El paso de los meses, al avanzar el gobierno de Luis Guillermo, dejó en claro que lo del “cambio” quedaba en agua de borrajas. Hubo algunas mejoras que agradecer en la gestión de la política social, y pare de contar. El primer gobierno PAC no logró establecer ninguna diferenciación significativa. Ya hacia el final de esa administración, la impresión de que estábamos ante una versión clonada del tradicional bipartidismo, se reforzó al destaparse algunos morrocotudos escándalos de corrupción.

Y, sin embargo, la idea de que el PAC representaba una opción progresista y alternativa al neoliberalismo, renació durante la campaña para las elecciones de 2018. La idea apenas sobrevivía –subterránea y vergonzante– durante gran parte del proceso, hasta que, después del 9 de enero de 2018, se dio el vertiginoso ascenso de Fabricio Alvarado y el neopentecostalismo político. Repentinamente el imaginario acerca del carácter presuntamente progresista del PAC renació como el Fénix: frente al agresivo conservadurismo fabricista, se levantaba el presunto progresismo PAC. Creo que poca gente prestó atención a las alianzas en el ámbito económico que Carlos Alvarado tejía durante esas semanas posteriores al 4 de febrero de 2018. La preocupación se enfocó en tratar de poner un dique que detuviese la marejada retrógrada en materia moral, de sexualidad y género lanzada por Fabricio. Algunos pocos advertimos que Carlos optaba por un programa económico de perfil neoliberal.

Sabíamos que simplemente era “el menos peor”. Acertamos en cuanto a la dirección hacia la que las aguas se movían, pero no acerca de la fuerza de la correntada. Si hubiese una escala que midiese el sesgo neoliberal del programa económico de los gobiernos, habría que reconocer que el de Alvarado supera con creces a sus antecesores del viejo bipartidismo. Y eso es mucho más de lo que nadie hubiese esperado de un gobierno PAC.

No es que el gobierno de Luis Guillermo fuese progresista. Claramente no lo fue: se limitó a mantener intacto el statu quo, con apenas pequeñísimos retoques. Pero Alvarado sí que se ha adentrado en territorios inexplorados. La cuestión tiene facetas interesantes, en especial porque coincide con un momento de maduración de la crisis del proyecto neoliberal. Es algo que puede rastrearse al menos a 2009, y que se expresa en todo un abanico de problemas y desequilibrios: la cuestión fiscal, la anemia crónica de la economía, los terribles problemas del empleo, el ahondamiento de la desigualdad y el estancamiento del poder adquisitivo de los ingresos, entre otras manifestaciones problemáticas. Transcurrido más de un decenio, no hay signo alguno de mejoría. Todo lo contrario, más bien. En rigor ha sido una década pérdida, y, sin embargo, no puede descartarse que las cosas empeoren. Muy probablemente lo harán.

Claramente es una crisis que desconcierta a las élites. El poder económico, los medios y la clase política, no tienen ninguna propuesta de signo positivo. Su programa es de tonalidad claramente regresiva: devaluación interna vía austeridad en el ámbito público y generalizada depresión salarial. Y todo contaminado de un inocultable tufo autoritario.

Es, claramente, un momento de radicalización de la agenda neoliberal: intentan llevarla donde antes no se logró. Y precisamente en el segundo gobierno de un partido que nació proclamando ser la alternativa, y que ganó llevando por delante esas mismas credenciales. Difícilmente podría haber algo más paradójico y absurdo.

Eso es, posiblemente, lo más interesante de todo: el PAC ha sido, a fin de cuentas, el caballo de Troya que el neoliberalismo tico logró colar al interior mismo de la ciudadela del progresismo. La derrota ha sido realmente terrible. Hoy el progresismo costarricense no es ni siquiera una sombra de sí mismo.

Que no se me malentienda: no hablo de conspiraciones y, la verdad, no creo que haya sido deliberado. El caso es que las cosas son simplemente así. Pero algo sí es claro: el PAC nunca fue nada más que un rejuntado de oportunistas, sin convicción y sin principios. Buscaban una escalera para subir, y el PAC se las proporcionó. La agenda neoliberal les colonizó totalmente, sin que se diera ni un solo gesto de resistencia o malestar. Recordemos que en el PLN, e incluso en el PUSC, sí los hubo.

En síntesis: el PAC fue construido con materiales extremadamente maleables.

 

Tomado del blog: https://sonarconlospiesenlatierra.blogspot.com

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