José Luis Pacheco Murillo
La medida que tomó el Ministerio de Salud y que arrastró al Ministerio de Educación para suspender las clases durante una semana no fue la más feliz. La razón de esta medida, el aumento de casos de enfermedades respiratorias en niños y el faltante de camas en el Hospital de Niños, si bien es cierto que es preocupante, también lo es que dicha medida no vino a resolver nada, pues dejar de ir a la escuela y colegio, sin ninguna otra medida adicional como mascarilla o restricción de salir de casa, no tuvo sentido. Tras de que el tema del apagón educativo vivido por la pandemia aún no se ha podido superar, una medida como la tomada y que denominaron “receso lluvioso”, vino a agravar aún más la situación y con gran afectación para los estudiantes de escuelas y colegios. ¿Cómo serán repuestas las clases y materia dejadas de ver durante ese “receso”? Ya sindicatos de educadores han reclamado que no están dispuestos a hacerlo, ni siquiera en horas extras pagadas, porque a los educadores se les obligó a presentarse todos los días del “receso”.
Fue una medida precipitada, mal planeada, mal comunicada, mal aplicada y lo que es peor, mala para quienes requieren de mucho tiempo para tratar de avanzar en estudios para recuperarse de esa brecha abismal producida por la pandemia, por un lado, pero también por la pésima acción de los gobiernos anteriores en materia de educación pública y que suponíamos esperanzados que este gobierno iba a rectificar, sin embargo, medidas como la tomada nos dicen que vamos por el mismo camino.
Una semana perdida. Una semana irrecuperable en materia de educación. Una pésima decisión que hasta la libertad de comercio vino a violentar al determinarse que los centros educativos privados tenían que correr la misma suerte.
Dios quiera que las autoridades de salud y de educación pública actúen en el futuro con mayor sapiencia a la hora de tomar decisiones y que cuando las tomen sean para bien de la educación y la salud y no que las afecte como sucedió con el “receso educativo”.