La infección por VIH fue la principal pandemia del siglo XX y se mantiene aún como un problema significativo de salud pública en la mayoría de los países del mundo, con grandes implicaciones sociales, económicas y en los sistemas de salud. A pesar de 41 años de grandes esfuerzos e inversión en investigación aún no contamos con una vacuna preventiva o una cura eficaz para la enfermedad, aunque se han obtenido logros importantes.
En 1981 se comenzaron a detectar y reportar casos de enfermedades poco frecuentes que afectan sólo a personas con inmunodeficiencias severas en diferentes lugares del mundo en un grupo específico de individuos: hombres que tenían sexo con hombres; esto llevó a sospechar la aparición de una nueva enfermedad de transmisión sexual que producía un daño severo del sistema inmunológico hasta prácticamente destruirlo. A la vez, esto causó una gran estigmatización de la enfermedad que ha sido imposible de eliminar. Como no se conocía el agente etiológico, la enfermedad se categorizó clínicamente y en 1982 se le denominó síndrome de inmunodeficiencia adquirida. Fue sólo hasta 1983 que los investigadores franceses Luc Montagnier y Francoise Barré-Sinoussi descubrieron el agente causante, al que denominaron virus de inmunodeficiencia humana (VIH), hallazgo por el que recibieron el Premio Nobel de Medicina en el 2008. Tomó 2 años más contar con la primera prueba para el diagnóstico y el tamizaje de los productos sanguíneos, la cual fue aprobada en 1985, y no fue sino hasta 1987 que se tuvo el primer medicamento de utilidad para el manejo de la enfermedad.
Hoy sabemos que esta enfermedad de transmisión predominantemente sexual se originó en el África central. Los estudios científicos calculan el origen del VIH en humanos aproximadamente alrededor de 1930 y se considera que la enfermedad llegó inicialmente a los seres humanos a través de chimpancés salvajes, siendo la teoría más aceptada que el salto de especie se dio a partir de personas que cazaron y comieron chimpancés infectados.
Aunque la enfermedad, que se puede adquirir por transmisión sexual, por compartir agujas contaminadas, por accidentes ocupacionales y en forma perinatal, tiene una distribución global, es muy heterogénea en muchos aspectos. Afecta desde niños recién nacidos que la adquieren por transmisión perinatal de sus madres hasta adultos mayores. La forma de transmisión varía significativamente en diferentes partes del mundo, siendo predominante la transmisión heterosexual en el África subsahariana, entre hombres que tienen sexo con hombres en Europa y América, entre usuarios de drogas intravenosas en Europa oriental y entre trabajadores del sexo y sus clientes en Asia suroriental. Las tasas de prevalencia varían en las diferentes regiones del mundo desde menos de 0.1% (en Australia, por ejemplo) hasta 30 % de la población (Suazilandia).
Desde que inició la pandemia por VIH, se estima que se han infectado 84,2 millones de personas con el VIH y han muerto cerca de 40,1 millones por enfermedades relacionadas con el sida en el mundo. La región del mundo más afectada es el África subsahariana, allí se registran 2/3 de todos los casos de VIH y más del 75% de las muertes por la enfermedad avanzada. Afortunadamente, el número de nuevas infecciones en el mundo ha tenido una disminución significativa (54%) desde su pico más alto registrado en 1996 (3,2 millones de casos nuevos). Estas disminuciones significativas se han debido al acceso a mejores y más económicas pruebas diagnósticas y al desarrollo de terapias antirretrovirales más efectivas y fáciles de cumplir por parte de los pacientes.
Hasta 1996 la infección por VIH fue una enfermedad invariablemente mortal para todos los que la adquirían. Ese año, con la aparición de una nueva familia de medicamentos, los inhibidores de proteasa, y el desarrollo de terapias combinadas, se inició la terapia antirretroviral altamente activa (HAART por sus siglas en inglés, highly active antiretroviral treatment) que convirtió la infección por VIH en una enfermedad crónica tratable con medicamentos. Durante los primeros años se tuvieron medicamentos parcialmente efectivos y que requerían una altísima adherencia por parte de los pacientes, lo que además se dificultaba por sus múltiples efectos secundarios. En nuestro país tuvimos en esa época muchos pacientes, incluso mujeres embarazadas, que tenían que tomar hasta 18 pastillas al día como parte de su combinación terapéutica para garantizar el control de la enfermedad.
A partir de ese momento, la evolución en tratamiento ha sido vertiginosa. En el 2006 se tuvo la primera terapia altamente efectiva de una sola tableta al día. Se han desarrollado más de 30 medicamentos antirretrovirales que actúan en 6 puntos diferentes del ciclo de replicación viral. Hoy contamos con 8 alternativas terapéuticas de una sola tableta al día y ya están en ensayos clínicos las terapias de larga duración con las cuales los pacientes pueden recibir todo su tratamiento con una inyección al mes o aún más distanciada.
En este momento lo mejor que podemos hacer en cuanto a infección por VIH, en beneficio de las personas infectadas desde el punto de vista individual, pero también desde el punto de vista comunitario y de prevención, es un diagnóstico temprano. Esto sólo se logra promoviendo la realización de pruebas de VIH sin grandes dificultades y con resultados rápidos transmitidos oportunamente a las personas. Debemos ser insistentes en promover que todas las personas en riesgo de infección por VIH, y esto es toda persona con vida sexual activa, se realice periódicamente una prueba de VIH con intervalos de 1 a 5 años según sus factores de riesgo, como parte de un chequeo general de vida saludable, igual que les realizamos pruebas de colesterol y glicemias.
Les invito a promover la realización de pruebas de VIH como parte del control médico general de los adultos. Ud, ¿ya se la ha realizado?
Dra. María Paz León Bratti
Especialista en Inmunología
y Medicina Interna
Miembro de Número de ACANAMED