Skip to main content

Etiqueta: Academia Morista Costarricense

Obra artística de Manuel Carranza Vargas destaca sobre todo el escenario artístico nacional y marca un parteaguas en el tratamiento de los eventos históricos

La obra artística, de Manuel Carranza Vargas, destaca sobre todo el escenario artístico nacional como gran pintor, impulsor de la Pintura Histórica, y marca un parteaguas en el tratamiento de los eventos históricos.

Vladimir de la Cruz

(Intervención en el acto de la Academia Morista Costarricense, el 2 de octubre del 2024, en el Museo Rafael Ángel Calderón Guardia, con motivo de la entrega del libro, “Manuel Carranza y la pintura histórica”, por Suscripción de Honor, publicado por la Academia Morista Costarricense)

El pasado 30 de setiembre del 2023 en el Museo Histórico Cultural Juan Santamaría, en Alajuela, se inauguró la exposición “Manuel Carranza Vargas. Legado a la pintura histórica”, con una muestra pictórica del trabajo artístico de quien fuera el Presidente de la Academia Morista Costarricense, nuestro querido amigo, compañero, Manuel Carranza Vargas, quizá el mejor pintor nacional motivado en los escenarios de la epopeya y de la Historia de la Campaña Nacional contra los filibusteros norteamericanos, durante los años de 1856 y 1857.

Resultado de esa exposición, por el aprecio y cariño, hacia Manuel Carranza, la Academia tomó el acuerdo de hacer y de publicar, un libro, que no es para la venta, es para un grupo de ciudadanos, a modo de Suscriptores de Honor, que contribuyeron con su aporte económico, para su publicación y distribución en Bibliotecas públicas, que hoy entregamos, que contiene una muestra pictórica de la obra de Manuel, incluida parte de la obra exhibida en el Museo Juan Santamaría, como un testimonio de su trabajo artístico, pero también para exaltar, con su obra, el vivo recuerdo de aquella patriótica lucha y de sus principales dirigentes y conductores, el Presidente Juan Rafael Mora Porras, el General José Joaquín Mora Porras y el General José María Cañas Escamilla, así como de otros personajes destacados o relevantes de aquellos aciagos días de combate, presentes en estos óleos, y también pare recordar, esta noche, al gran pintor histórico que fue Manuel Carranza Vargas.

Manuel Carranza, en su condición de pintor de estos acontecimientos, fue un estudioso meticuloso de toda la Guerra Nacional contra los filibusteros, de sus personajes, de los eventos destacados de los enfrentamientos contra los filibusteros. Como pintor no solo detalló situaciones, recogió, en su creación artística, momentos estelares o significativos de ese bienio, de 1856-1857, así con una pulcritud artística pintó los personajes, destacándose como un gran retratista en la pintura, una modalidad muy particular, y quizá difícil de plasmar.

Cuando abordó otros temas de la Historia Nacional, también los estudió como si fuera un cirujano en su trabajo, con cuidado, con esmero, con detenimiento en los datos que le permitirían plasmar su obra, con precisión, lo más ajustada a los datos históricos que él estudiaba, pero, al mismo tiempo, con la mayor imaginación del evento, como si él lo estuviera viviendo, lo estuviera viendo, como testigo de honor de su obra artística.

Cuando estudió la Guerra Nacional, para comprenderla, como si fuera un actor testimonial de la misma en vivo, hizo estudios detallados de la época, sus costumbres, sus vestimentas, de la arquitectura de los edificios de aquellos años y de los escenarios geográficos en que se dieron los acontecimientos. Así fue con todo lo que abordó artísticamente.

Sus pinturas, en este sentido son un relato histórico, completo, de ambientes, de personajes y del momento histórico en que sucedieron.

En sus lienzos, en su pintura, hace de los personajes arte, generalmente expresado en los rostros, caras, en los cuerpos y sus trajes o vestidos, ambientados a la época, y a los cargos sobresalientes que tenían en el Ejército Nacional Libertador.

Los retratos en la pintura generalmente muestran personas en pose, quietas, con su estado de ánimo sereno para el momento del retrato. En los personajes de la Campaña Nacional, Manuel nos da al personaje vivo, actuando, relacionándose, se puede apreciar al personaje casi conversando cuando está con otros personajes, trazando y tomando decisiones.

Nos da ambientes vividos en las situaciones de guerra, en los hospitales que se tuvieron que hacer para atender los heridos, con sus médicos y asistentes, así como la descripción de los establecimientos en que operaban.

Del mismo modo, nos da una visión de grupos sociales, de cómo fueron recibidos los soldados y el Ejército victorioso en San José, lo que pudo ser parecido en los distintos pueblos cuando nuestras tropas regresaban del frente de guerra, donde se aprecia a la gente alegre, feliz, más que en la pose quieta o fría de un retrato.

Nos describe ambientes y personajes, en grupo, como los que hay en combates, en el asesinato de Pabru Presbere, en la exportación de café y la caravana que acompaña a esos exportadores, en la primera imprenta que tuvo el país, en que estaba comprometido su tatarabuelo Miguel de Jesús Carranza, quien trajo la primera imprenta a Costa Rica, sugerida petición que le hiciera su primo, el primer Jefe de Estado, Juan Mora Fernández,

La pintura de Manuel en este sentido nos da la idea, yo diría, casi perfecta del momento que quiso inmortalizar con su destreza, sensibilidad y habilidad artística, lo que se plasma en la figura de los personajes pintados, en los objetos que les rodean, en sus ropas. Si los retratistas, como artistas, concentran su arte en el rostro, en la cabeza hasta la altura de los hombros, en Manuel su capacidad retratista nos lleva a todo el cuerpo, a su volumen, absolutamente equilibrado.

También, nos da los retratos en la tradicional técnica pictórica de los mismos, con las expresiones faciales, con el lenguaje corporal de los personajes, que se enriquecen con las vestimentas y la ambientación en que los coloca, como es el caso de la pintura de Marcus Garvey, que presentamos hoy.

Sus pinturas así nos trasmiten, nos dan Historia, nos dan rasgos de las personalidades de los personajes, detallan aspectos de sus identidades especialmente sus rasgos distintivos.

La intención artística de Manuel fue dejarnos su vivo testimonio de aquellos hechos y personajes, así como dejar en sus lienzos una descripción pictórica que pudiera servir para evocar y recordar ese fragmento de la Historia Nacional, con sus actores, como uno de los más relevantes en la afirmación de la nacionalidad, de la Independencia, de la Soberanía afirmada, en esa lucha, para exaltar la Libertad del pueblo costarricense y de los centroamericanos, que estaban amenazados de ser sometidos al esclavismo por William Walker.

Así, con su obra pictórica, artística, Manuel nos deja para hoy, pero para el futuro, a los héroes de aquella Guerra como los personajes que se impusieron a su propia muerte. Con su pintura siguen latiendo en el corazón de la Patria y de los costarricenses.

La pintura de Manuel, asociada a la gran Gesta Nacional, destaca el lugar importante que tiene la lucha contra filibusteros norteamericanos en 1856 y 1857, un parteaguas en la Historia Nacional y centroamericana.

En nuestro mundo artístico no es muy usual este tipo de arte histórico, en parte porque los conflictos internos, que hemos tenido, incluso de carácter militar no adquieren, en esta conciencia cultural artística, la relevancia nacional para plasmarlos como hitos del acontecer histórico costarricense, que se deban recordar de esta manera.

Quizá un momento similar, desde el punto de vista bélico, que conmovió los cimientos de las bases del Estado y la sociedad costarricense, fueron los sucesos relacionados con la Guerra Civil de marzo y abril de 1948, del cual solo una obra importante se ha realizado en este campo artístico con aquel acontecimiento, fundador de la Segunda República, etapa histórica que lleva 74 años de forjar la Costa Rica moderna que hoy disfrutamos. Ni siquiera el período de la Segunda República se destaca, como se hace con la Guerra Nacional y Centroamericana contra los filibusteros, en los textos de historia tradicional de nuestros ciclos escolares y colegiales. Por supuesto que también se ha escrito sobre este conflicto armado de 1948, pero no ha tenido la trascendencia, en el arte, en la pintura, aun con limitaciones, que tiene la Guerra contra los filibusteros.

Por ello, la obra artística de Manuel Carranza Vargas destaca sobre todo el escenario artístico, sumándose a los esfuerzos, también muy ricos de otros artísticas nacionales que nos dejaron su impronta artística sobre algunos de los personajes destacados de la Guerra Nacional, como se tienen, especialmente, en el Museo Histórico Cultural Juan Santamaría. Pero, a diferencia de ellos, más retratistas de algunos personajes, Manuel nos deja una obra más completa, más de visión de la Guerra Nacional, de distintos escenarios y momentos, de esa epopeya, como de los escenarios que también rescatamos para esta publicación. Esta es su riqueza.

La Academia Morista Costarricense hoy hace un homenaje a Manuel Carranza Vargas, nuestro gran artista, nuestro gran pintor, impulsor de la Pintura Histórica.

El librito que entregamos es el resultado de muchos años de labor y de investigación de Manuel, que se refleja en esta edición. Son dieciséis obras las que presentamos con diferentes escenarios y personajes históricos.

Como pintura histórica, por temas y personajes, que se tratan, es realista. Por ello a la par de los grandes personajes, también se recogen otras personas, como participantes del acto que se plasma en la pintura, así como personajes presentes en el ambiente y en el contexto histórico que se recogen. Por esto, sus pinturas nos cuentan historias, son narrativas.

Los retratistas históricos más notables en nuestro medio, generalmente, son los que se han escogido, o contratado, para hacer los óleos de los Jefes de Estado y Presidentes de la República, así como para pintar a los Presidentes de los otros Poderes Públicos, Ministros o Directores de algunas instituciones, Obispos de la Iglesia Católica, cuando así se contratan y se conservan. Pocos han recogido escenas o acontecimientos de la vida nacional.

Así, la pintura histórica se ha concentrado en los grandes personajes, lo que ha sido muy propio de los enfoques que han abordado el desarrollo o el análisis histórico.

Algunos de los pintores que en nuestro medio han dejado su huella, en el campo de la pintura histórica, de carácter retratista, nacionales y extranjeros, son Toribio Jerez, Aleardo Villa, Tomás Povedano, Enrique Echandi, Lucio Ranucci, que hizo una obra relacionada con la “Segunda República”, el escultor Fernando Calvo quien ha producido obras de gran formato en óleo y xilografías.

Otros pintores, a modo de grandes retratistas, que recogieron imágenes de los Jefes de Estado y Presidentes de la República, fueron Lorenzo Fortino, Aquiles Bigot Marie, Nicolás Jaury, José Claro Azcarreta, Juan Andrés Bonilla Mata, Gonzalo Morales Alvarado, Fabio Fournier, Dinorah Bolandi Fernández.

A mi manera de ver, es Manuel Carranza el que destaca con la pintura histórica, en sus obras de pequeño y gran formato, por su belleza artística, por el uso de los colores, por la claridad de su obras cuando se trata de estas escenas, del buen uso de los colores oscuros, por la fineza de la descripción de rasgos físicos de sus personajes, siempre basados y justificados en sus propias investigaciones.

Manuel es también un gran retratista, paisajista, costumbrista, lo que le contribuyó a desarrollar su especialidad en la pintura histórica.

Hace tres años nos dejó, ese día, 11 de octubre del 2021, estábamos en sesión de la Academia Morista, cuando unos minutos después de finalizada nos avisaron de tan sorpresiva y dolorosa noticia, sucedida en su casa. Para nosotros sigue presente, vivo en sus obras, en el trato que de él recibimos, en su bondad, buen ánimo, espíritu siempre positivo, en sus preocupaciones por la educación cívica, ciudadana, por los valores que se estaban perdiendo. Su preocupación, también, por mejorar la calidad educativa en estos temas históricos y en el conocimiento de la Historia Nacional. En su obra artística nos pasó de la memoria escrita a la memoria visual.

Manuel Carranza Vargas en la sociedad pictórica nacional sin lugar a dudas marcará un parteaguas, en el tratamiento de los eventos históricos. Veremos algunas de sus Obras, en el orden que ha sido recogidas en el Libro. Haré algunos comentarios de cada una.

1.- Un auto retrato de Manuel Carranza Vargas.

Podemos ver el buen uso de la luz y los rasgos muy distinguidos, finos y precisos de su rosto, que plasma en su obra.

2.- Juan Rafael Mora Porras, el Benemérito de la Patria, el Héroe y Libertador Nacional, gran conductor, estratega y táctico, de la Guerra Nacional contra los filibusteros norteamericanos, en 1856 -1857, tres veces Presidente de la República, el Capitán General Juan Rafael Mora Porras.

En esta pintura, Juan Rafael Mora Porras, está con su traje de gala, en pose de pie, formal, expresando seriedad. Por su traje podemos concluir que es durante el período de la Campaña Nacional contra los filibusteros. Al fondo, en la pared, destaca el Escudo Nacional, que se acababa de aprobar, el 29 de setiembre de 1848, también, en el gobierno anterior al suyo, del Dr. José Castro Madriz.

El Presidente, descrito por Armando Vargas era de una “estatura de escaso metro con sesenta. Grueso de contextura, relleno el rostro y el cuello corto. Cabello negro peinado hacia atrás y espesa sotabarba. Piel aceituna, ligeramente morena. Frente despejada, de clara inteligencia. Cejas largas, mirada penetrante. Labio superior delgado, nariz romana. Camina firme, lleva bastón con empuñadura de marfil…”

El antiguo Reglamento de las Milicias de la República, decretado en diciembre de 1850, le permitió a Manuel la reconstrucción del uniforme: “pantalón encarnado con franja de oro, casaca azul turquí con cuello, solapas, botamangas y barras encarnadas, bordadas de oro, charreteras de canelón grueso con dos estrellas de plata en cada pala, sombrero apuntado con garzota blanca…en el bordado figurarán ramas de laurel y oliva entretejidas…el general en Jefe llevará además el bastón de mando…Los jefes y Oficiales del estado Mayor …usarán faja de los colores del pabellón nacional y espada corta…”

Todavía le debemos el Funeral de Estado, que no se le ha querido realizar.

3.- José Joaquín Mora Porras, el Gran General del Ejército Nacional y conductor del Estado Mayor militar centroamericano, especialmente en el período final de la lucha, en 1857, contra los filibusteros.

4.- El General José María Cañas Escamilla, uno de los más brillantes conductores de la guerra contra los filibusteros. José Ma. Cañas fue empresario, exportador e importador, agricultor, funcionario público ejemplar, Ministro de Hacienda y Guerra, General en Jefe del Ejército de Costa Rica en 1856-57. Nació en Suchitoto, pueblo de El Salvador.

Cuando se produjo el Golpe de Estado, el 14 de agosto de 1859, contra el Presidente, fue obligado a salir del país, acompañándolo a su forzado exilio en El Salvador. Al llegar a El Salvador, el General Cañas fue recibido con todos los honores militares y se le reconocieron sus cargos militares.

Un día como hoy, 2 de octubre de 1860, fue fusilado en el mismo sitio que habían asesinado a Juan Rafael Mora Porras y al General chileno Ignacio Arancibia, que lo fusilaron junto a Mora, el 30 de setiembre de 1860. Con las muertes de ellos, en opinión del historiador Rafael Obregón Loría, se escribió “la página más triste y sangrienta de la historia de Costa Rica”.

El fusilamiento del General Cañas, particularmente, fue determinante para que el Presidente, y General Tomás Guardia Gutiérrez, en 1882, aboliera la pena de muerte. El Presidente Guardia Gutiérrez había combatido contra los filibusteros bajo las órdenes del General Cañas a quien admiraba y quería mucho. Su asesinato lo impulsó a tomar esa medida.

El Consejo Militar, que actuó como Consejo de Guerra, y Consejo de Asesinos uniformados, que fusilaron al Presidente Juan Rafael Mora y al General Ignacio Arancibia, tres horas después de su entrega, estuvo integrado por el General Máximo Blanco, el General Florentino Alfaro, el Coronel Pedro García, Francisco Montealegre Fernández, que era el Primer Designado a la Presidencia de la República y el Ministro de Relaciones Exteriores, Francisco María Iglesias. Su fusilamiento, se comunicó al Presidente Montealegre, señalando que lo había asumido “con gran valor y dignidad”.

El fusilamiento de Juan Rafael Mora se había pactado con el compromiso de que solo a él se le fusilaría, eximiendo de ese acto a quienes le acompañaron en su intento de recuperar el poder, el Gobierno, del golpe de Estado que le habían dado el 14 de agosto de 1859.

El fusilamiento del General Cañas fue acordado por el Consejo de Gobierno, encabezado por el presidente José María Montealegre. No se le sometió a Consejo Militar porque se pensó que los militares no lo fusilarían, por el respeto y admiración que se le tenía.

5.- Una escena de un hospital de campaña, considerado un hospital de “sangre”, un centro médico provisional, a la par del escenario de la guerra, en 1856, instalado en el mesón de Indalecio Maliaño, ubicado cuadra y media al noroeste de la Plaza Principal de Rivas de Nicaragua, tras la derrota de Walker el 11 de abril de 1856.

Allí destaca en la pintura el Dr. Karl Hoffman, Cirujano Mayor del Ejército, así como una mujer, asistiendo con los colores patrios, que representa a la heroína nacional Pancha Carrasco, que se mantuvo en todos los escenarios de guerra, acompañando como vivandera al Estado mayor, asistiendo heridos cuando podía y tomando las armas cuando fue necesario. La sobresaliente figura de la mujer, no es solo para destacar a la Pancha Carrasco. Con los colores patrios en ella Manuel nos simboliza a todas las mujeres de Costa Rica que participaron en la guerra, desde la retaguardia, sustituyendo en sus trabajos agrícolas a los hombres que se vieron forzados a dejar el campo, porque había que seguir trabajando para mantener la economía de guerra que obligaba el conflicto, y porque había que producir alimentos para los soldados y combatientes. Hay que reconocer que la Administración de Presidente Mora en estas circunstancias, en materia hacendaria fue bastante buena para ese momento.

Los colores y la luz dentro del establecimiento hospitalario, de nuevo destacan en la obra. Por la ventana podemos apreciar un carretón esperando, probablemente, fallecidos para trasladarlos a sus sitios de enterramiento, o para traer heridos del combate. En carretón se recogían los fallecidos de la muerte del cólera en San José.

Esta obra Manuel la llamó la “La soldadera”, inspirándose en Pancha Carrasco, quien destacó por su valentía y espíritu de servicio, desempeñándose como enfermera, lo que destaca Manuel, al lado del D. Hoffmann en el improvisado hospital instalado en la casa del D. Indalecio Maliaño en Rivas, como, repito, homenaje a las heroicas mujeres que en Santa Rosa, Rivas y a lo largo del río San Juan se entregaron a la lucha por los ideales de nuestro heroico pueblo costarricense.

6.- Escena de la entrada triunfal de la tropa a San José. El Edificio es el Palacio Nacional, que había sido construido entre 1853 y 1855, por encargo del Presidente Mora, al arquitecto alemán Franz Kurtze, edificio originalmente ubicado en la plaza de la Villa Nueva de San José de la Boca del Monte, en lo que hoy es la intersección entre la Avenida Central y la Calle Segunda, el cual fue demolido en 1958, al finalizar el primer gobierno constitucional de José Figueres, para construir el actual edificio de Banco Central.

Se puede apreciar en la pintura la actual bandera de Costa Rica, también aprobada por José María Castro Madriz el 29 de setiembre de 1848. Los colores de la Bandera son los de la Bandera de los revolucionarios de 1789, de la Revolución Francesa, que se llevaron a la Bandera de Francia. En el ambiente centroamericano la Bandera dominante, en la hechura de las Banderas de cada uno de los países de Centroamérica, en aquellos primeros días y primeros pasos de la Independencia, fue la de los revolucionarios independentistas de la Revolución de Mayo de 1810 en Argentina, de allí los colores azul, blanco azul o celeste blanco celeste, que siguen usando.

En la pintura se puede apreciar la presencia de mujeres y niños en el recibimiento de la tropa, encabezada por el General José Joaquín Mora Porras, montado a caballo. Al fondo se pueden notar los cafetales que rodeaban la ciudad, cuya extensión se comprendía entre el Hospital San Juan de Dios y la actual calle 21; y entre la Iglesia de La Dolorosa y la Iglesia de El Carmen.

En la pintura también se puede distinguir “la construcción de arcos en las calles, las guirnaldas de flores lanzadas desde los balcones”, así como una guirnalda que un ciudadano trata de darle al General José Joaquín Mora Porras.

7.- Una escena del Estado Mayor Militar centroamericano de los Ejércitos Aliados, que se constituyó en la segunda mitad de 1856, que estuvo presidido en 1857 por el General José Joaquín Mora Porras. Al fondo destacan las banderas de los cuatro países centroamericanos, representados por el Estado Mayor, Costa Rica, Guatemala, Honduras y el Salvador, con un buen uso protocolario, la Bandera de Costa Rica al frente, de primera y la que más grande. En el Monumento Nacional, podemos apreciar, un uso similar con las mujeres que representan los países centroamericanos, encabezándolas Costa Rica, haciendo huir al filibusteros, seguida con escudos y armas las mujeres que representan a los otros países, excepto la de Nicaragua, que en el Monumento se representa con los ojos vendados, por la humillación de su Patria ocupada por los filibusteros.

Entre los jefes militares centroamericanos estaban Florencio Xatruch Villagra, hondureño y José Víctor Zavala, guatemalteco.

8.- Una escena de la Batalla de la Trinidad, donde destacó el Capitán Nicolás Aguilar y Murillo, de quien por una Información ad Perpetuam se le reconoce como Héroe de esta Batalla.

9.- Una escena de las caravanas que se hacían llevando café a Puntarenas, para su exportación a Europa. Al fondo de la pintura se ve el buque y las carretas en fila, con su sacos de café, unos en las carretas, otros ya en el suelo; se ven peones cargando sacos y mujeres con sus vestidos tradicionales, algunas de ellas con productos para la venta y con canastas. Allí están Juan Rafael Mora Porras, el General José María Cañas y Willliam Le Lacheur.

Esta pintura Manuel la recreó en la década de 1840, del siglo XIX. Su adelanto comercial coincidió con el auge de la exportación de café a través de Puntarenas.

Así nos describe Manuel esa época: “Mora y Cañas marcarían el derrotero del puerto (…) En abril de 1840 arribó al fondeadero de Puntarenas la goleta Izalco de Francisco Morazán, último presidente de la República Federal de Centroamérica. Lo acompañaban treinta seguidores suyos, de los cuales solamente tres se afincaron aquí. El capitán Cañas –joyero de oficio–fue el más importante y exitoso. Tenía 31 años de edad, cinco más que Mora. La Administración Carrillo pronto lo nombró comandante de Moín, cuya aduana del Norte fue trasladada luego a Cartago, adonde llegó a residir Cañas. Cortejó a Guadalupe Mora Porras, con quien contrajo matrimonio en diciembre de 1843 y entró a formar parte del clan Mora. El nexo familiar se fortaleció a los seis años cuando su hermano Manuel Cañas Escamilla casó con Eleodora Mora Porras.

Dos hermanos Cañas unidos con dos hermanas Mora. (…) El comercio exterior se multiplicó en los tiempos de Mora y Cañas, así como creció la importancia económica de Puntarenas. Hubo relaciones comerciales desde aquí con Chile, Ecuador, Estados Unidos, Francia, Inglaterra, Nueva Granada, el Perú y Prusia (ahora Alemania). En el puerto de Puntarenas tuvieron consulado Chile, Francia, Inglaterra y la Nueva Granada (hoy Colombia). Durante el cuatrienio inicial de la Administración”.

En la Administración Mora, el General Cañas también había sido destacado a Guanacaste, ya constituida Provincia desde 1848. Su estancia en Guanacaste se hizo evidente cuando en la concentración de tropas en Liberia, antes de la Batalla de Santa Rosa, el 20 de marzo de 1856, llaneros y sabaneros se hicieron presentes a caballo, sumándose de esa forma a la Guerra Nacional.

10.- Juan Rafael Mora, sin traje militar, posiblemente en su Despacho. Destaca en la pintura el bastón de mando con puño de marfil tallado.

11.- Fiesta o Baile conmemorativa, en el edificio del Palacio Nacional, después del triunfo de la Guerra contra los filibusteros, en 1857. Destaca en el centro la figura del Presidente Juan Rafael Mora. Al lado derecho de la pintura altas personalidades del gobierno y de costado el Obispo Anselmo Llorente y la Fuente, primer Obispo de Costa Rica, que se había sumado al llamamiento de Mora, a finales d 1855, a convocar a los costarricense para prepararse en ir a combatir a Nicaragua a los filibusteros. El baile o fiesta de esta pintura había sido ofrecida por el Presidente Mora. Manuel Carranza nos dice: “Entre otros interesantes hechos, Meagher narra un baile ofrecido por el Presidente Mora a Monsieur Félix Belly, enviado de Napoleón III para conversar asuntos referentes a un posible canal interoceánico a través del río San Juan.”

Artísticamente, Manuel le puso una lámpara y faroles aparentemente, eléctricos, para darle luz a la pintura, pero en esa época no se había desarrollado la electricidad en Costa Rica. El irlandés Thomas Meguer, cronista de esa época, quien estuvo allí, narra este baile.

Allí estuvo también Máximo Jérez, con capa española. Del centro a la derecha de la pintura se aprecia al coronel Barrillier, a don Félix Belly, al coronel Cauty, y el Dr. José María Castro (de perfil), entre otros personajes de la época.

12.- Esta pintura nos recuerda el asesinato, la “ejecución de Pabru Presbere” en 1710. La ficha de esta pintura hecha por Manuel dice: “Su cabeza fue cortada y expuesta en una pica para escarmiento de los indómitos pueblos indígenas que se refugiaban de los desarraigos forzosos en las montañas de Talamanca. Un año antes, los guerreros talamanqueños habían asaltado y ajusticiado a los Frailes Recoletos Pablo de Rebullida y Antonio de Andrade, junto a una decena de soldados y quemado 14 templos católicos. La Corona había recurrido a los frailes ante la imposibilidad de reducirlos militarmente.

Pabru Presbere, cuyo nombre significa «el rey de las lapas» lideró la resistencia de los indígenas y así lo reconoció la Asamblea Legislativa al declararle «Defensor de los Pueblos Originarios» en 1996. En la enorme ofensiva, Presbere fue capturado junto a sus Usékares y unos 700 indígenas. Cerca de 200 indígenas perecieron en el camino a Cartago.” En el juicio que se le siguió a Presbere, él asumió toda la responsabilidad del levantamiento, eximiendo de culpa y evitando el fusilamiento y muerte de los jefes indígenas que le acompañaron en su lucha.

Para los indígenas, probablemente, los frailes y religiosos que acompañaban a los soldados conquistadores y colonizadores eran lo mismo; representaban la misma dominación y violencia que se ejercía contra ellos. Por eso, también los enfrentaban, y mataban, cuando tuvieron que enfrentarlos.

13.- Nos presenta Manuel una escena de la vida cotidiana. Una batea para recoger agua, ambientada en 1751, con las mujeres encargadas de esa tarea, con una Iglesia de techo de paja, un sacerdote y una autoridad colonial, acompañada de tres milicianos. Las mujeres con trenzas en sus cabellos. Aquí presenta, “en 1751, el Alcalde D. Tomás López del Corral quien conversa con el Padre Juan Pomar y Burgos en las afueras de la Ermita de techo pajizo que se había erigido desde 1736 en La Villita en honor del Señor San José”, nos dice Manuel Carranza en su ficha de la pintura.

Destaca también Manuel, tras el Alcalde, a soldados de la Corona que debieron recorrer los campos conminando a sus habitantes a formar casa en La Villita de San José. La carreta a lo lejos transporta algún vecino que se afincará en la naciente población. El Padre Pomar y Burgos, quien también ejercía como médico, asumió el encargo de conducir el agua a La Villita a través de acequias. Completan la escena, españoles, criollos e indígenas, usando ya impuestas sus costumbres de vestido. Al fondo se ven Las Tres Marías. La escena pretende situarse en la manzana del actual Banco Central, viendo hacia el norte del Valle Central.

Según Manuel “La ciudad de San José nunca fue formalmente fundada. Su nacimiento estuvo determinado por un hecho puntual: la traída del agua a través de acequias hasta el sitio de La Villita en la Boca del Monte. La tarea fue emprendida por el Padre Juan Pomar y Burgos, en el año 1751, siendo entonces Alcalde Ordinario de Cartago D. Tomás López del Corral. La ermita de culto del señor San José, había sido construida 14 años antes. Se ubicaba al costado Este del Banco Central, en el sitio que ocupa hoy la Tienda Scaglietti. Soldados de la Corona fueron encargados de anunciar, a golpe de tambor, el bando oficial que compelía a los vecinos dispersos en valles cercanos a edificar casa «bajo la campana de la Ayuda de Parroquia».”

14.- Este es una pintura muy especial para Manuel, porque involucra a su tatarabuelo, Miguel de Jesús Carranza, quien había tenido el encargo de su otro familiar, Juan Mora Fernández, para importar la primer imprenta, en 1830. “Dos empleados de su casa, los señores Abarca, conocidos como Pantaleón grande y Pantaleón chiquito aprendieron el oficio de tipógrafos. Ese mismo año su hija Froilana contrajo matrimonio con Braulio Carrillo y su hijo Bruno, que también ocuparía la Presidencia de la República, era un niño de 8 años.” La imprenta de la pintura es la que está hoy en resguardo en el Museo Nacional.

15.- Una típica casa de Escazú, de la Familia Chaves. Una pintura nocturna, con los cerros de La Cruz y de Pico Blanco al fondo. Corredor externo de la casa, con buena iluminación de lámpara. Nótese que no hay iluminación pública y el camino es de piedra, con desagües de calle y de aceras, aspectos que se empezaron a introducir en la construcción a partir de la década de 1830 como parte de la higiene pública que se trataba de impulsar.

16.- Esta pintura es especial. Manuel la llamó “La limpiada del pargo”. “Limpiada” era el término que usaban los pescadores para justamente quitarle las entrañas a los peces pescados. En la pesca artesanal y profesional se sigue haciendo esto: quitarle las entrañas a los peces para comercializarlos y transportarlos de mejor manera. Nótese la luz del cuadro en el mar y en el horizonte, así como en la figura del pescador, en su piel y rostro, que destacan fuertemente. Botes o pangas, embarcaciones pequeñas, de remo para la pesca es lo que se aprecia. En esa época no había aquí motores de ninguna clase.

17.- Una pintura del gran líder de los afrodescendientes de todo el Caribe, Marcus Garvey, a quien Manuel consideraba “un hombre excepcional”, emigrante de Jamaica, quien trabajó un tiempo en Puerto Limón.

En la ficha de la pintura Manuel escribió: Garvey “fundó la Asociación Universal para la Mejora del Hombre Negro. Su influencia se hizo sentir en todo el Caribe y los Estados Unidos. Con el sueño de que todos los que lo desearen pudieran volver a África, fundó la naviera BLACK STAR LINE. Su edificio en Limón, con su célebre «Liberty Hall» se edificó un año después de su última visita en 1920. En Estados Unidos fue encarcelado y perseguido por el Ku Klux Klan. Fue proclamado el primer héroe nacional de Jamaica.”

De nuevo, en la pintura destaca la luz sobre el fondo y el rostro para engrandecerlo, donde demuestra Manuel su gran capacidad creadora como retratista.

18.- “Un día cuando ya no esté, seré lo que he pintado”, nos dejó escrito como su legado Manuel Carranza Vargas. Sabias sus palabras.

Esperamos con lo anterior, y con el librito que entregamos, rendir, una vez más, un justo y merecido homenaje, un reconocimiento público a quien fuera nuestro Presidente de la Academia Morista Costarricense, pero sobre todo al gran amigo, compañero y a la buena persona que fue Manuel Carranza Vargas.

Realicemos el Funeral de Estado que le debemos al Presidente y Benemérito de la Patria, Juan Rafael Mora Porras y las Honras fúnebre de Honor a los Generales Ignacio Arancibia y José María Cañas

Vladimir de la Cruz
Secretario de la Academia Morista Costarricense

Un día como hoy, 30 de setiembre, hace 164 años se escribió “la página más triste y sangriente de la historia de Costa Rica”, como lo expresara el gran historiador Rafael Obregón Loría, quien tuvo a su cargo, con motivo de la celebración del centenario de la derrota de los filibusteros norteamericanos en Costa Rica y en Centroamérica, el escribir el mejor libro y relato de aquella epopeya nacional y centroamericana, “La Campaña del Tránsito, 1856-1857” y ”Costa Rica y la guerra contra los filibusteros”, títulos con que se ha publicado su investigación histórica.

“La página más triste y sangriente de la historia de Costa Rica”, haciendo relación al crimen de Estado que se cometió aquel 30 de setiembre, de 1860, cuando se acabó con la vida del Prócer, del Benemérito de la Patria, del gran Capitán General, del Libertador de Costa Rica y Nicaragua, ante las amenazas de extender e imponer la esclavitud en nuestros países, como parte de las intenciones de William Walker, de apropiarse de los territorios centroamericanos, incorporarlos a la Unión Americana, acabar con la Independencia y Soberanía de nuestros países, y acabar con la Libertad convirtiéndonos en pueblos esclavos, de conformidad a los intereses sureños de los Estados Unidos.

Dos días después del fusilamiento de Juan Rafael Mora, el 2 de octubre, también acabaron con la vida del General José María Cañas Escamilla, por una orden del Consejo de Gobierno, habida cuenta que un Tribunal Militar, como falsamente se montó contra el Presidente Mora, no hubiera tomado una decisión de ese tipo, además de que se había tomado un acuerdo, con el Presidente Mora, de acabar con su vida, respetando la de sus compañeros, que habían venido con él desde El Salvador con el propósito de retomar el poder, que le había sido arrebato el 14 de agosto de 1859, por un golpe de Estado.

El tres veces Presidente de Costa Rica fue derrocado, de su tercer gobierno, por quien le sucedió a la presidencia, José María Montealegre, quien había estado casado con una hermana del Presidente Mora, por los militares, que se habían distinguido en la Campaña contra los filibusteros, el Mayor Máximo Blanco y el Coronel Lorenzo Salazar, a quienes Montealegre había ascendido a Generales, y quienes formaron parte del Tribunal Militar que acordó su ejecución.

El Presidente Mora había tomado la decisión de regresar al país de su exilio en El Salvador a retomar el poder arrebatado. El 17 de setiembre de 1860 llegó a Puntarenas. Traicionado, que fue, y por una falsa información que había recibido, fue derrotado en la llamada Batalla de la Angostura por fuerzas leales al gobierno de José María Montealegre Fernández. Terminó siendo capturado y sometido a un juicio militar sumario, condenándosele a la muerte. Su muerte, informó el Ministro de Relaciones Exteriores, Francisco María Iglesias Llorente, al Presidente José María Montealegre, “fue con dignidad y valor”.

En la negociación de su fusilamiento se había eximido de igual desenlace al General José María Cañas.

Junto al Presidente Mora fue fusilado el General Ignacio Arancibia, de origen chileno, distinguido militar que también había participado en la Guerra Nacional contra los filibusteros y acompañaba al Presidente Mora.

El acto traidor e infame del fusilamiento se llevó a cabo el 30 de setiembre de 1860, a las 3 de la tarde, en el sitio conocido como Los Jobos, en Puntarenas. Allí mismo, luego fusilaron el General Cañas.

El Consejo Militar, que actuó como Consejo de Guerra, y Consejo de Asesinos uniformados, que lo fusilaron tres horas después de su entrega, estuvo integrado por el General Máximo Blanco, el General Florentino Alfaro, el Coronel Pedro García, Francisco Montealegre Fernández, que era el Primer Designado a la Presidencia de la República y el Ministro de Relaciones Exteriores, Francisco María Iglesias.

El trato que le dieron a los cuerpos fusilados del Presidente y del General Arancibia fue de desprecio total. Los dejaron expuestos, a la intemperie, con el ánimo de que las aguas del estero se los llevaran, y los animales hicieran de las suyas.

Gracias a un grupo de entrañables amigos, y parientes, del Presidente, entre ellos los Cónsules de Gran Bretaña y de Francia, los señores Richard Farrer y Jean Jacques Bonnefil, junto con los yernos de Bonnefil, Santiago Constantine y Julio Rosat, y el Capitán Francisco Roger, se impidió que los cuerpos acabaran en el estero.

Una vez que recuperaron los cuerpos procedieron a enterrarlos en el cementerio del estero, en una fosa cavada por ellos mismos, donde depositaron también el cuerpo de General José María Cañas, y resguardada por los siguientes seis años.

El 20 de mayo de 1866 el Cónsul francés Jean Jacques Bonnefil, con cuatro personas, marineros, Carlos Leonara, Enrique Ligoneff, Francisco Hervé y Guillermo Noubée, exhumaron los cadáveres, los recogieron y mantuvieron durante un breve período de tiempo en la residencia del Cónsul, en Puntarenas, de donde los trasladaron después a San José, a la residencia del Cónsul, que estaba frente al Hospital San Juan de Dios.

En su casa se guardaron los restos de los Héroes hasta que el 13 de mayo de 1885 fueron depositados en el Cementerio General de la ciudad de San José, sin que se hubiera hecho nunca, a partir de esta fecha, ningún ceremonial oficial de Entierro de Estado, de Funeral de Estado, al Presidente de la República, Benemérito y Héroe de la Campaña Nacional de 1856 y 1857

La sociedad costarricense, el mundo político nacional, tiene una gran deuda histórica con el Benemérito de la Patria, con el Héroe y Libertador Nacional, con el gran conductor, gran estratega y táctico, de la Guerra Nacional contra los filibusteros norteamericanos, en 1856 -1857, el tres veces Presidente de la República, el Capitán General Juan Rafael Mora Porras. Es hora de saldar esa deuda.

Está pendiente desde aquel Asesinato de Estado es un gran acto nacional, que debe realizarse con un Gran Funeral de Estado, donde se cumpla, con el reconocimiento oficial, a la figura del Presidente Juan Rafael Mora Porras, y que se realice con toda la pompa, ceremonia y desfile que merezca, y donde resultado de este Funeral de Estado, se celebren las Honras Fúnebres Oficiales, y se reivindique, de esa manera, su memoria depositándolo oficialmente en su sepultura, en el Cementerio General, o en el Mausoleo, que con ese motivo se podría erigir de manera distinguida en el mismo Cementerio.

El Funeral de Estado comprende el acto, en este caso, el acto de exhumación, de exequias o del cortejo fúnebre que debe realizarse acompañando los restos, los actos oficiales que se realicen en su Memoria en la Asamblea Legislativa, bajo capilla ardiente, u otros sitios que se dispongan a este efecto, incluyendo un acto ceremonial religioso, católico, que también se le podría tributar, por razones de su credo y de la tradición de mediados del siglo XIX, y el de nuevo depósito de sus restos en el Cementerio General.

La exhumación de los restos del Presidente Juan Rafael Mora, a los efectos del Funeral de Estado, deben sacarse del Cementerio General en un acto absolutamente privado, y llevado al sitio donde se le rendirá el Funeral de Estado.

El Funeral de Estado es la ceremonia pública que en Honor de la figura política del Presidente Juan Rafael Mora Porras debe realizarse.

Un Funeral de Estado no es un funeral religioso. Con el Funeral de Estado se decretan por lo menos tres días de Duelo Nacional, con el Pabellón Nacional y la Bandera Nacional a media asta, en todos los edificios e instituciones de la administración pública, de las Escuelas y Colegios, en que se exhiban banderas en el exterior. A esas banderas no se les deben poner crespones o lazos negros

Las fuerzas de escolta que acompañen el féretro deben ir a pie, no a caballo, de manera que nadie esté por encima del féretro.

En el Funeral de Estado que se organice para el Presidente Juan Rafael Mora Porras se puede contemplar la realización de una Vela Pública, de uno a tres días, con Guardia de Honor, de la Fuerza Pública y de civiles que quieran participar de ella, donde los costarricenses, escolares, estudiantes, ciudadanos, sean invitados, a acompañar los restos del Héroe, antes del ceremonial oficial y de su entierro definitivo, resultado de este Funeral de Estado.

La Guardia de Honor, debe estar en absoluto silencio, durante unos minutos alrededor del féretro. Su silencio es para manifestar el respeto y el afecto hacia la persona a la que se le está rindiendo el Homenaje. La Guardia de Honor se hace por turnos de varias personas, dos, cuatro o seis.

La Vela Pública es para que el Pueblo de manera directa pueda despedirse del Presidente Juan Rafael Mora Porras, el Presidente más amado, más querido, más admirado de la Historia Patria.

Un Funeral de Estado, para el Presidente Juan Rafael Mora Porras, servirá no solo para reivindicar el acto de su muerte, sino para fortalecer su Memoria, el culto y el respeto al Héroe, para fortalecer la identidad nacional en lo que el Presidente Mora evoca y significa, para enriquecer la conciencia histórica, pero sobre todo para hacer Justicia Histórica con el Héroe Nacional, que no tuvo su Funeral de Estado, su Funeral Oficial, con el que estamos en deuda nacional, quien le aseguró la Soberanía y la Independencia nacional al País, a la Patria, al Pueblo costarricense y centroamericano.

Este Funeral de Estado no será de despedida, es de bienvenida y de inserción oficial a la Memoria Histórica nacional.

El féretro del Presidente debe cubrirse con el Pabellón Nacional, para indicar en este caso, además, que el Estado se hace responsable de lo que ocasionó su muerte.

El Funeral de Estado es el máximo respeto a su memoria, el que no se le tuvo en el acto vil de su fusilamiento.

De igual modo, para esta ocasión del Funeral de Estado, debe tenerse presente la obra musical el “Duelo de la Patria”, un Himno que evoca la tristeza, la pena y el dolor nacional, de todo el pueblo, del Maestro Rafael Chávez Torres, discípulo de Manuel María Gutiérrez, y sucesor de él en la Dirección de Bandas Militares, Himno que por primera vez se entonó en el Funeral del Presidente Tomás Guardia Gutiérrez, quien también se había distinguido en la Campaña Nacional, bajo las órdenes del General José María Cañas Escamilla.

El fusilamiento de los Héroes de 1856 y 1857, especialmente el del General Cañas, fue el acto que impulsó al Presidente Tomás Guardia Gutiérrez a abolir la pena de muerte en el país.

Conferencia «La participación de Gran Bretaña en la Guerra Centroamericana de 1856-1857»

La Academia Morista Costarricense y la Benemérita Biblioteca Nacional, se complacen en invitarle a la conferencia La participación de Gran Bretaña en la Guerra Centroamericana de 1856-1857 por la  MSc. Carolina Mora Chinchilla.

La conferencia será virtual el jueves 6 de junio a las 4:00 p.m. y se transmitirá por los Facebook Biblioteca Nacional Costa Rica https://www.facebook.com/bibliotecanacional.mcj.cr/ y Facebook Academia Morista Costarricense https://academiarorista.org/

Conferencia «La rendición de William Walker, 1 de mayo de 1857» por Matilde Amalia Cerdas Alvarado

La Academia Morista Costarricense y la Benemérita Biblioteca Nacional, se complacen en invitarle a la conferencia La rendición de William Walker, 1 de mayo de 1857, por la historiadora Matilde Amalia Cerdas Alvarado

La conferencia será virtual el jueves 2 de mayo a las 4:00 p.m. y se transmitirá por los facebook Biblioteca Nacional Costa Rica 

https://www.facebook.com/bibliotecanacional.mcj.cr/ y facebook Academia Morista Costarricense https://academiarorista.org/

Conferencia Tras las huellas de Juan Santamaría, por el MSc. Rafael Ángel Méndez Alfaro

La Academia Morista Costarricense y la Benemérita Biblioteca Nacional, se complacen en invitarle a la conferencia Tras las huellas de Juan Santamaría, por el MSc. Rafael Ángel Méndez Alfaro

La conferencia será virtual el miércoles 10 de abril a las 4:00 p.m. y se transmitirá por los Facebook Biblioteca Nacional Costa Rica https://www.facebook.com/bibliotecanacional.mcj.cr/ y Facebook Academia Morista Costarricense https://academiarorista.org/

Salve, oh tierra gentil

Vladimir de la Cruz

El título de este artículo corresponde al primer verso de la tercera estrofa, de la hermosa letra de nuestro Himno Nacional. Mi buen amigo, miembro de la Academia Morista Costarricense, Fraser Pirie, un estudioso de nuestra Historia Nacional, lo ha puesto de título para su último libro recién editado.

Suma este libro uno más a su ya importante colección de publicaciones que abordan temas nacionales. Sus trabajos son serios, hechos con un amor sin discusión, con pasión desbordada, con esmero y cuidado.

Sus libros son, en cierta forma, pequeñas obras de arte, por la diagramación, el uso extenso de fotografías y rescate de ellas, como de elementos gráficos que logra aglutinar alrededor del tema central de sus escritos; por su diagramación, que él mismo propone, y hace, para los capítulos de sus obras, por los colores y detalles que busca para exaltar, provocar y mantener la lectura; por la calidad que le pone en su edición; por la sencillez de la narración, al alcance de todo público, docto y profano.

El diseño primero provoca verlo página por página, deteniéndose uno, como lector, en los detalles de lo que va descubriendo. Si de la lectura se trata es corrida, sin cansancio, buena letra, buen interlineado, combinando con muy buen uso espacios blancos, con textos originales reproducidos, fotos antiguas y recientes, viñetas, descripciones sencillas pero precisas en estos apoyos editoriales.

Este libro, que me hizo llegar generosamente a la casa, unos días antes de Semana Mayor, a las 7 p.m., bien empaquetado, lo puse a la par de la computadora mientras terminaba de escribir un artículo. A las 9 de la noche lo abrí y quedé atrapado en revisarlo, verlo, leerlo, en ese momento a medias y por fragmentos. A las 12 de la noche había terminado de “pasar”, de esa forma, sus 462 páginas. Todo lo que estaba haciendo se interrumpió. Estaba totalmente emocionado y embebido, fascinado del libro que en los siguientes días fui saboreando poco a poco.

Este libro recoge sus inquietudes intelectuales, provocadas, entre otras cosas, por su vínculo con el trabajo de la Academia Morista Costarricense, de sus actividades divulgativas sobre la Obra de Juan Rafael Mora Porras, de los Héroes de la Campaña Nacional y del rescate que hacemos, desde esa trinchera patriótica, de la gran Gesta Nacional contra los filibusteros norteamericanos en Costa Rica y en Centroamérica.

El verso “Salve, oh tierra gentil” le da la base y la unidad a todo el libro, le da el ritmo y la medida, como si todo fuera un gran poema, donde cada capítulo se presenta como si fueran estrofas de ese poema, que con gran libertad literaria ordenó para guiar la lectura desde los días anteriores a la llegada de los filibusteros, desde la visión que se empezaba a tener de Centroamérica hasta la rendición de William Walker.

En cinco capítulos nos presenta esa situación. El primero de ellos, sin proponérselo, nos ubica el escenario geográfico político y su valor estratégico, geopolítico, en la época. ¿Cómo llegar desde la costa este de los Estados Unidos a la costa oeste de ese país, cuando todavía no estaba construido el ferrocarril de costa a costa, ni se había acabado la expansión hacia el oeste, por el llamado de las explotaciones mineras en California?

El segundo capítulo nos lleva de la mano con las andanzas de William Walker desde California hasta Nicaragua, donde llega a convertirse en un activo agente político en el interior de la política nicaragüense, y en un grave peligro para la Soberanía, la Independencia y la Libertad de las de los pueblos y las nacientes repúblicas centroamericanas, amenazadas por la anexión de estos territorios a los Estados sureños, de los Estados Unidos, y por la imposición de la esclavitud en Centroamérica. En este capítulo nos presenta a William Walker y su gavilla de filibusteros.

El capítulo tercero se lo dedica a nuestro Gran Prócer, Benemérito de la Patria, Héroe máximo de toda la Campaña Nacional. Describe brevemente los gobiernos del Presidente Mora Porras, la situación económica ante la guerra que se avecina y la preparación del Ejército Nacional, con elementos culturales de la época.

El cuarto capítulo nos introduce y nos lleva, palmo a palmo, por el camino transitado de la Guerra Nacional, donde brillan distintos héroes, desde la Primera Proclama el 20 de noviembre de 1855 hasta los principales combates de 1857.

Aquí exalta el triunfo contra los filibusteros haciendo un repaso desde la derrota en Rivas, el 11 de abril de 1856, pasando por el impacto de la peste del cólera hasta la rendición de Walker, el 1 de mayo de 1857.

El último capítulo nos recuerda el regreso de la tropa a Costa Rica, ya vencidos los filibusteros, con la narración del viaje del gran escritor norteamericano Mark Twain, en 1867, por del río San Juan, con datos biográficos, al final, de la Familia del Presidente Juan Rafael Mora, con su esposa Inés Antonia de Jesús Aguilar, y de sus hijos Mora Aguilar.

Una deliciosa lectura, un gran paseo por uno de los capítulos más importantes de la Historia Patria, nos ha regalado con esta publicación Fraser Pirie. Los invito a adquirirlo y disfrutarlo. Estoy seguro que la lectura nos llevará a hacer honor del verso, de nuestro Himno Nacional, “Salve, oh tierra gentil”.

Enviado a SURCOS por el autor.

Conferencia «El Destino Manifiesto en la Batalla de Santa Rosa, 20 de marzo de 1856»

La Academia Morista Costarricense y la Benemérita Biblioteca Nacional, se complacen en invitarle a la conferencia El Destino Manifiesto en la Batalla de Santa Rosa, 20 de marzo de 1856, por el Dr. Raúl Arias Sánchez.

La conferencia será virtual el miércoles 20 de noviembre a las 4:00 p.m. y se transmitirá por los Facebook Biblioteca Nacional Costa Rica  https://www.facebook.com/bibliotecanacional.mcj.cr/ y Facebook Academia Morista Costarricense https://academiarorista.org/

Conferencia La brigada cubana del expansionismo esclavista y Nicaragua, por Armando Vargas Araya

La Academia Morista Costarricense y la Benemérita Biblioteca Nacional, se complacen en invitarle a la conferencia La brigada cubana del expansionismo esclavista y Nicaragua, por Armando Vargas Araya.

La conferencia será virtual el miércoles 22 de febrero a las 4:00 p.m. y se transmitirá por:

Facebook Biblioteca Nacional Costa Rica https://www.facebook.com/bibliotecanacional.mcj.cr/

Academia Morista Costarricense https://academiarorista.org/

Conferencia El asesinato de la reputación de Juan Rafael Mora

La Academia Morista Costarricense y la Benemérita Biblioteca Nacional, se complacen en invitarlo(a) a la conferencia El asesinato de la reputación de Juan Rafael Mora, por Armando Vargas Araya.

La conferencia será virtual el miércoles 29 de noviembre a las 4:00 p.m. y se transmitirá por los Facebook 

Biblioteca Nacional Costa Rica: https://www.facebook.com/bibliotecanacional.mcj.cr/ 

Academia Morista Costarricense: https://academiarorista.org/

Conferencia El presidente Juan Rafael Mora visto por los liberales, con la Dra. Ana María Botey

La Academia Morista Costarricense y la Benemérita Biblioteca Nacional, se complacen en invitarlo(a) a la conferencia El presidente Juan Rafael Mora visto por los liberales, por la Dra. Ana María Botey Sobrado.

La conferencia será virtual el miércoles 25 de octubre a las 4:00 p.m. y se transmitirá por los Facebook

Biblioteca Nacional Costa Rica
https://www.facebook.com/bibliotecanacional.mcj.cr/

Academia Morista Costarricense https://academiarorista.org/