Entre el 26 de febrero y el 3 de marzo, se llevará a cabo la Semana Global de Acción, un llamado a la industria de seguros globales para dejar de asegurar los combustibles fósiles. Como parte de esta campaña, el Movimiento Ríos Vivos, la Federación Costarricense para la Conservación del Ambiente (FECON), y la Comisión de Seguridad Hídrica del Frente Nacional de Lucha comparten esta carta abierta al sector de los seguros.
27 de marzo de 2024
A los directivos de empresas aseguradoras de la producción de combustibles fósiles y otros proyectos extractivos:
Sumándonos a la Semana de Acción Global, los miembros de los movimientos por la justicia climática y del agua con sede en Costa Rica destacamos la fragilidad del sector asegurador en este momento en el que cada día el planeta vive más desastres naturales. Ante los incendios, inundaciones, sequías y la destrucción total de la biodiversidad que nos azota a todos, nos sumamos al llamado de esta campaña a su sector para que deje de asegurar nuevos proyectos de producción de combustibles fósiles, responsables de los desastres que estamos viviendo.
Como personas y grupos enfocados en el agua, también aprovechamos de escribir para compartir estas preguntas, a continuación, que enviaremos a los medios de comunicación enfocados en el sector asegurador para ayudar a iniciar una conversación importante:
¿Han analizado si los proyectos de agua, que están considerando asegurar, contribuirán a la disminución del caudal de ríos y el volumen de acuíferos, o dañarán los ecosistemas, personas y comunidades dependientes del agua?
¿Están observando si, en alguna cuenca, inadvertidamente, están iniciando múltiples proyectos (de combustibles fósiles, presas, minas, agricultura a gran escala u otros), que en conjunto podrían diezmar ríos, acuíferos y la vida que sostienen?
En un mundo que se calienta rápidamente, donde la escasez de agua se está convirtiendo en una piedra angular de la formulación de políticas climáticas y de biodiversidad, este es el tipo de cuestionamiento holístico (y moral) que exige el momento.
Al igual que ustedes, sin duda, somos personas que amamos los ríos y nos preocupamos por su rápido deterioro. En Costa Rica, somos testigos de cómo el apoyo –de compañías de seguros, bancos, ministerios, gobiernos locales y agencias de ayuda internacional– a las industrias extractivas está saqueando y secando nuestros ríos, acuíferos y ecosistemas.
También nos preocupa que hasta hace muy poco el agua no formaba parte del diálogo internacional ni de los tratados centrados en la protección del clima y la biodiversidad. Esta sorprendente omisión subraya el hecho de que todos los tratados y acuerdos relacionados con el clima y la biodiversidad son, por tanto, incompletos y vulnerables.
Cualquier análisis realizado por su sector que no incluya y revele de manera transparente los costos-beneficios de asegurar múltiples proyectos extractivos a nivel de cuenca es incompleto y peligroso.
Clima, biodiversidad, agua: como líderes del sector asegurador, ustedes, quizás más que cualquier otro sector, saben que no estamos preparados para los escenarios climáticos que se desarrollan actualmente y que el agua está en el centro de todos ellos. Lo más importante y conmovedor es que ustedes desempeñan un papel único a la hora de abordar la emergencia climática a escala y a tiempo. Las decisiones tomadas para ir más allá de los combustibles fósiles, como un primer paso para alejarnos de la economía extractiva actual y avanzar hacia un mundo más justo, seguro y saludable, tienen profundas implicaciones para las vidas de nuestros hijos y seres queridos.
Por eso, en esta semana de acción para frenar la expansión de los combustibles fósiles, les pedimos que:
Acepten el papel único que tienen a la hora de abordar las emergencias climáticas, empezando por poner fin a su apoyo a la peligrosa expansión de los combustibles fósiles, y asuman el liderazgo moral que este papel implica.
Pongan el agua en el centro de los análisis integrales y transparentes al evaluar la viabilidad de múltiples industrias extractivas en cuencas que se están secando rápidamente en todo el mundo.
Incluyan una gama mucho más amplia de escenarios extremos en todos sus análisis e informen de sus resultados de forma transparente.
Les agradecemos de antemano su apoyo para promover esta conversación existencial.
Federación Costarricense para la Conservación del Ambiente – FECON Movimiento Ríos Vivos Comisión del Agua del Frente Nacional de Lucha
Cada 28 de enero, se celebra el Día Mundial de la Acción Frente al Calentamiento Terrestre, también llamado Día Mundial por la Reducción de las Emisiones de CO2.
La idea, es crear mayor conciencia entre todos los ciudadanos del grave peligro que representa el cambio climático para el medio ambiente y todos los seres humanos.
El calentamiento global o terrestre, es un aumento de la temperatura de manera exacerbada sobre toda la superficie de la Tierra que se ha producido a través de los años y que ha traído como consecuencia cambios climáticos, que en la mayoría de los casos ocurren por las distintas actividades humanas y que siguen afectando al medio ambiente.
Ha habido múltiples reuniones de los países industrializados en donde hay propuestas para reducir las emisiones de CO2. El acuerdo de Paris del 2005 es en el que se comprometen los países a esa reducción, sin embargo 20 países no lo han firmado y otros que lo firmaron no han hecho lo suficiente para lograr el propósito de esa reducción de las emisiones de efecto invernadero.
Muchos de esos países son los productores de petróleo y es que si algo es contaminante y afecta el cambio climático son los combustibles fósiles como todos los que se derivan del petróleo. Y se siguen fabricando millones de vehículos que utilizan dichos combustibles por lo que el lograr esas reducciones de emisiones contaminantes está lejos.
Si bien es cierto ha venido en aumento la fabricación de vehículos eléctricos sin los gobiernos o hacen lo necesario para que su adquisición sea más sencilla y menos onerosa.
Por más que los ciudadanos queramos hacer algo por evitar el calentamiento global, son los gobiernos de todos los países los llamados a impulsar las acciones determinantes para lograrlo.
Dios quiera que tomen conciencia de lo importante y necesario que es lograr disminuir el calentamiento global y dejarles a las nuevas generaciones un mundo mejor.
1.Lo primero que nos tenemos que plantear para lograr un desarrollo justo y equitativo.
Ningún país de la Tierra en la actualidad puede aspirar a un auténtico desarrollo económico y social equitativo y perdurable, sin plantearse con seriedad una política de desarrollo sostenible y sustentable con la Naturaleza; algunos se refieren a ella como una que sea ambientalmente sostenible.
La razón es muy sencilla, el cambio climático y el calentamiento del Planeta, se han convertido probablemente en las únicas manifestaciones globales indiscutibles. Ni siquiera estamos en capacidad de afirmar que ocurre lo mismo tras el desarrollo de la informática a causa del portentoso crecimiento de la ciencia y la tecnología; este último no abarca en realidad a todas las naciones de la Tierra, ni dentro de cada una de ellas a todos los sectores sociales. En este sentido se afirma que la “globalización” de la información y de las comunicaciones (uno de los efectos más abarcadores del progreso tecnocientífico), ha resultado inmensamente desigual e injusto: la brecha que separa a las naciones ricas de las pobres es hoy inmensamente mayor que nunca; la distancia entre las clases opulentas y los sectores sociales vulnerables al interior de cada país posee igualmente, dimensiones más grandes y colosales que en cualquier otra época de la historia humana.
O sea que, antes de haber logrado alcanzar un desarrollo más justo y equitativo, sostenible y sustentable, merced al sistema productivo propiciado por el ser humano, vivimos la globalización de la contaminación del medio ambiente a causa principalmente de la producción de hidrocarburos, y con ello nos tenemos que enfrentar a la desaparición de muchas especies marinas y terrestres, la grave afectación de los ecosistemas y un largo etcétera. Como ha dicho Roberto Aramayo, especialista en ecología social: “Los datos alarmantes van acumulándose desde hace mucho tiempo. Algunas especies van desapareciendo al modificar su entorno. Pavorosos incendios arrasan terrenos que arden como la yesca por una pertinaz sequía. Tifones y vientos huracanados arrancan todo cuanto encuentran a su paso […] Las inercias de nuestras costumbres, aliadas con los intereses económicos de grandes corporaciones, nos impiden afrontar una emergencia climática que no admite más demoras. No escuchamos a los movimientos que intentan sensibilizarnos y lo pagaremos muy caro.” (Cfr. Aramayo, Roberto R. “Por qué negamos las evidencias del cambio climático y la desigualdad social?”. Nueva Tribuna, 31 de agosto, 2022.)
2. El Petróleo en México.
El petróleo ha sido un combustible que le ha servido a México desde hace mucho tiempo, para impulsar un pujante desarrollo económico, sin poder evitar por eso, la enorme polución y contaminación ambiental que es observable en algunas de las principales ciudades de México.
El 18 de marzo de 1938 el presidente de México, General Lázaro Cárdenas del Río, expidió el decreto de la Expropiación Petrolera, el cual consistió en la apropiación legal del petróleo, por parte del Estado mexicano que explotaban 17 compañías extranjeras que tenían el control de la industria.
A partir de ese momento, el modelo de explotación del hidrocarburo estuvo sustentado sobre los hombros de una gran empresa estatal, cuyo decreto de creación ocurre el 7 de julio del mismo año y fue publicado el 20 de julio; la empresa desde sus orígenes llevó el nombre de Petróleos Mexicanos, mejor conocida como PEMEX.
Con el tiempo la empresa creció exorbitantemente, lo que trajo como consecuencia un enorme gasto público para su sostenimiento, tanto en lo que atañe a la inversión en el recurso humano, como para sufragar el costo de la infraestructura necesaria para toda la logística y operación de la empresa estatal. Adicionalmente, hay que decir que fruto de la concentración del poder político en el Partido Revolucionaria Institucional (PRI), se produjo una enorme corrupción en la amplia cúpula de la empresa y en políticos empresarios que provenían o eran afines al PRI; todos los cuales no dejaron de fagocitarse (o tragarse) la misma para beneficio particular por medios ilegales que, generalmente quedaron impunes. Este hecho impidió que los rendimientos de la empresa pudiesen cumplir cabalmente con la misión para la que había sido creada, a saber, financiar la política social de manera que contribuyera a un desarrollo equitativo de la sociedad mexicana.
3. Los aires neoliberales de la política privatizadora de Peña Nieto.
En el 2004 la producción de petróleo en México alcanza su pico más alto, dentro del mismo esquema de estatismo y burocracia corrupta. A partir de entonces, tanto por estas razones estructurales de la matriz productiva como por las oscilaciones de los precios del crudo en el mercado internacional, la producción de petróleo tendió a decrecer; mientras tanto, los rendimientos continuaron concentrándose en la cúpula del poder y de los políticos empresarios y la corrupción carcomió cada vez más los cimientos de PEMEX.
Cuando asciende al poder el empresario y político Enrique Peña Nieto en el 2012 (no sin serios cuestionamientos de fraude electoral), se aboca a implementar una reforma aperturista para nuevas exploraciones y producción de petróleo, concitando el apoyo de los tres partidos mayoritarios tradicionales, el PRI, el PAN y el PRD.
Tal conformación política le confiere a Peña Nieto inicialmente la mayoría necesaria en el congreso y en el senado, para impulsar una reforma significativa a La Constitución encaminada a abrirle las puertas al capital extranjero y nacional, sin los cuales juzgaba Peña Nieto y la cúpula de políticos empresarios que lo acompañaban, el petróleo mexicano no tenía futuro.
Después de haber alcanzado México una producción de 3.4 millones de barriles diarios en el 2004 (según datos de Pemex), la producción del crudo comienza a descender continuamente hasta llegar en el 2015 a 2.26 millones de barriles diarios. Vale la pena consignar que la producción del 2004 constituía el 33% de los ingresos del Estado.
La argumentación de Peña Nieto en el 2012, cuando alcanza la presidencia de la República, se basó en los siguientes supuestos:
1.México sin el “Know How” (experiencia y conocimiento) y sin poseer las tecnologías apropiadas, la producción inexorablemente continuaría declinando.
2. Lo anterior se amparaba, además en que las nuevas y jugosas reservas de hidrocarburos se encuentran en aguas profundas, o bien en formaciones no convencionales poco accesibles.
3. Era menester de acuerdo con su criterio, por lo tanto, contar con una nueva inyección de capital extranjero y nacional privados, en vista de que el Estado Mexicano se encontraba seriamente limitado para realizarla debido a una cuantiosa deuda externa e interna.
En tales condiciones y contando Peña Nieto con mayoría parlamentaria, puso a caminar la reforma Constitucional desde el 2013, la cual quedó aprobada en agosto del 2014. Fue entonces que comenzaron nuevas adjudicaciones para la exploración y producción de nuevos campos petroleros.
Los resultados fueron decepcionantes. Los números son los siguientes: el gobierno esperaba llegar a producir alrededor de 3.0 millones de barrilles diarios para el 2018, lo que le permitiría a México en el 2025 alcanzar nuevamente los 3.5 millones. Las ambiciosas metas estuvieron lejos de lograse, ya que, en el 2020 se alcanzó apenas la cifra de 1.7 millones de barriles.
El gobierno de Peña quiso sacudirse de la responsabilidad argumentando que, en 2014 se había producido un gran desplome de los precios del crudo a nivel internacional y, en segundo lugar, después de la llegada al poder de Andrés Manuel López Obrador, se le culpó de la debacle, supuestamente porque el nuevo presidente había propuesto volver al esquema anterior, con algunas variantes como la inversión en el litio para abrir espacio a las tecnologías limpias. Peña Nieto por su parte, quiso ocultar el “festín de Baltazar” con los recursos públicos de su gobierno; las encuestas mostraron en la población un enorme crecimiento de la percepción de que estaba ocurriendo un recrudecimiento de la corrupción. (Cfr. Casar, María Amparo. “México: Anatomía de la Corrupción.” Instituto Mexicano para la Competitividad. CIDE, mayo, 2015). Por añadidura, la apertura propuesta no fue popular, porque fue percibida como un atentado contra las políticas tradicionales de soberanía de la nación mexicana para reservar los recursos del subsuelo y así financiar las políticas sociales. Desde 1938, el entonces presidente Lázaro Cárdenas nacionalizó la industria petrolera y creó PEMEX.
4. La perspectiva de política energética de López Obrador.
El presidente López Obrador, desde la campaña electoral había fustigado fuertemente la contra reforma del gobierno de Peña Nieto. Llegó a considerar que dichos cambios de la gestión anterior, que conllevaban hasta reformas constitucionales representaban un auténtico acto de “traición a la Patria.” Por esa razón entre otras, se propuso iniciar una reversión de esa política neoliberal, que no daba señales de una dinamización de la economía, tampoco de un rescate de la economía basada en la exploración y producción del crudo y ahora del gas natural.
Al efecto López Obrador, prepara las condiciones e inicia una nueva reforma a la Constitución que, al principio tomó en cuenta al sector eléctrico de la economía, principalmente planteando la explotación del litio, pero sobre todo se propuso rescatar para el Estado nuevamente la exploración y explotación de los hidrocarburos (incluyendo al carbón, al petróleo y al gas natural). No obstante, un artículo reciente de la Universidad de Navarra postula que, tanto el estatismo como las nuevas políticas iniciales en pro de las energías renovables enfriaron el interés de los inversionistas privados en relación con el negocio de los hidrocarburos. (Cfr. Rodríguez Garagarza, Eduardo. “La Coyuntura y el Estatismo de López Obrador lastran la apertura petrolera de México.” Universidad de Navarra. 15.02.22).
Una gran parte del sector privado y los tres partidos tradicionales (PRI, PAN y PRD), con mayoría en la cámara baja y en el senado, se opusieron al proyecto de ley presentado por López Obrador este mismo año, dando al traste con la reforma propuesta por el presidente López Obrador.
El plan de López Obrador era más amplio que la reforma a la Constitución. El proyecto contemplaba también construir una gran refinería en Dos Bocas, Tabasco. Adicionalmente, en diciembre del 2021 había iniciado la compra por el Estado mexicano del total de las acciones de la refinería “Deer Park” en Texas. Con la compra exclusivamente de la refinería de “Deer Park” en el 2021, no se terminaba de cerrar la ecuación que buscaba equilibrar el déficit entre el consumo de gasolina en México y la producción nacional de Petróleo. Con la planta de Texas, la producción total de petróleo llegaría hasta 1.2 millones de barriles por día, manteniéndose siempre por debajo del consumo de combustible que demanda 1.4 millones de barriles diarios del crudo. Para cerrar esa brecha fue que decidió construir la refinería de Dos Bocas en el estado de Tabasco, para sumar otros 340.000 barriles diarios que le permitiría superar la meta establecida para eliminar o al menos reducir la importación de gasolina.
La crítica mas importante desde el punto de vista de un desarrollo ambientalmente sostenible y sustentable radica en que, como el costo de construir esa refinería de “Dos Bocas”, representa una inversión de $9.000 millones (de dólares), quedaría descartada, al menos por ahora la inversión tan ansiada en energías limpias y renovables. El problema central aquí radica como lo ha dicho Green Peace en que, sin una cuantiosa inversión en energías renovables, es imposible que México cumpla con las metas de reducción de las emisiones de los gases de efecto invernadero; México en efecto, adquirió ambiciosos compromisos al firmar el acuerdo de París en el 2015, tampoco podrá cumplir con las propias leyes internas que auspician la producción de energías limpias.
El tema no es menor, porque México se había convertido en un ejemplo para el resto de Latinoamérica, tras pasar a ser uno de los principales líderes mundiales en la lucha contra el cambio climático. En 2017, se unió a una coalición de países a escala mundial, que se proponen eliminar gradualmente la electricidad a carbón para terminar con ella por completo en el 2030. Después de la postergación de las metas para invertir en energías limpias y renovables, no se observa en el horizonte un plan, al menos para el corto y mediano plazo, que permita acometer de nuevo el reemplazo de la producción de contaminantes como son los hidrocarburos, por energías limpias y renovables, con el agravante de que aumentará de forma significativa el costo de la producción de energía, toda vez que la factura de la producción del carbón y del gas representa un costo de más del doble de lo que cuesta la energía solar y eólica. Esta es, por lo pronto la compleja encrucijada en la que se encuentra el gobierno de AMLO. Esperamos mejores perspectivas.
Montándose, cual jinete apocalíptico, en la propuesta de Natalia Díaz y Otto Guevara, y aprovechándose de las consecuencias planetarias que provoca la guerra en Ucrania, el prematuro candidato presidencial Eliécer Feinzaig, propone una «entrega total» de Recope a empresarios privados.
Cual si los costarricenses no hubiésemos invertido miles de millones de dólares en la infraestructura de esa empresa de energía del Estado, que se evidencian en el muelle petrolero, gigantescos tanques de procesamiento y almacenamiento de búnker, gas, diésel, diferentes gasolinas, asfalto, estructuras de bombeo, facilidades de distribución, cientos de kilómetros de poliductos, terminales en Ochomogo, Limón, La Garita, Turrialba, Barranca, estación Siquirres, y abastecimiento de aeronaves en los aeropuertos internacionales y de vuelos locales, personal especializado en los diferentes procesos de eficaz funcionamiento en el edificio Hernán Garrón, como el departamento financiero, centro de planificación estratégica, departamento presupuestario, mercadeo internacional y fletes marítimos, auditorías internas, control de calidad, así como personal de mantenimiento y seguridad las 24 horas diarias, entre muchas otras funciones. Recursos humanos muy calificados y recursos materiales que ha tomado años poner a disposición de los usuarios, que hemos de valorar en lo que realmente valen, pero que lamentablemente son desdeñados por Feinzaig y sus socios en Zapote y otras oficinas, pues para él y los del «movimiento» que ahora lidera, lo importante es «cerrar Recope», o más bien, ALQUILAR RECOPE, bajo el pretexto de querer deshacerse de la sociedad anónima del Estado. «Bronca» donde los testaferros ticos ya hacen números y algunas movidas de presión, como son los piquetes con una decena de personas, obviamente «acordados» y promocionados como «bloqueos, que necesito para poder ayudarlos», les habrían prometido.
Ahora bien, para lograrlo habrá que dar facilidades a las empresas transnacionales que, según ellos, vendrían a hacerse cargo del abastecimiento de energía a partir de los combustibles fósiles que «mueven a Costa Rica» y que insólitamente (para los conspiradores neoliberales) realiza Recope SIN LUCRAR.
La idea que proponen es sencilla: para que las empresas foráneas (con testaferros ticos) lucren con las funciones que cumple Recope, sin tener que invertir ni un dólar en los bienes materiales requeridos, esos políticos proponen ALQUILAR «a precios módicos» toda la infraestructura de Recope, a los que quieran usufructuar de la riqueza de la empresa más grande y eficiente del istmo centroamericano, la de todos los costarricenses, incluyendo por derecho propio como costarricenses a los seis diputados de Feinzaig y al presidente Chaves, también dueños de esa sociedad anónima del Estado que tiene como accionista al Consejo de Gobierno.
Lo anterior, aunque no les importe que el seguro y oportuno abastecimiento de los combustibles fuesen a quedar peligrosamente bajo el dominio y control de empresas transnacionales, y que nos vaya a resultar más caro el caldo que los huevos. Pero eso no le importa a Feinzaig, Natalia, Otto, Chaves y otros. No. Lo que les importa es, dicen para que les oigan, «cerrar Recope», aunque eventualmente no se pueda garantizar un suministro eficiente de combustibles en todo el territorio nacional, a un mismo precio, y de la mejor calidad. Eso «se resolverá» en el camino, aseguran, en momentos en que, asimismo, se logre de paso, obligar al ICE a comprar energía eléctrica a empresarios privados, aun cuando no se necesite y su precio sea mayor, como ha sucedido. Y es así porque a los liberales-libertarios les es insoportable ver al Estado costarricense cumpliendo eficientemente su labor y sin lucrar con ello. Por eso hacen todo lo posible por comprar o alquilar (como en este caso) las empresas del Estado, como parte de un negocio que muchos beneficios financieros quizá les podría generar a partir de una mínima inversión o un pequeño alquiler.
En fin, como las viles mentiras son su arma exclusiva, es prudente que al pueblo costarricense se le brinde la Información que merece, para que no sea utilizado como el «tonto útil» que baila al ritmo que le imponen.
Mauricio Gutiérrez. Foro Confluencia Solidaria / Escuela de Química UCR
La descarbonización de las actividades humanas
La lucha contra el cambio climático causado por la emisión excesiva de gases de efecto invernadero (CO2, metano, etc.) es uno de los principales retos de la sociedad humana contemporánea. La principal fuente antropogénica de gases de efecto invernadero es el CO2 que se emite del uso de combustibles fósiles (gas natural, derivados del petróleo y carbón mineral) en diversas actividades humanas, como el transporte, procesos industriales, calefacción, generación de electricidad, etc. Por lo tanto, para evitar los peores efectos del cambio climático (que ya está ocurriendo) es necesario reemplazar, en todas estas actividades humanas, los combustibles fósiles por alternativas que no resulten en emisiones netas de gases de efecto invernadero. A esto se le conoce como descarbonización.
Hidrógeno gris vs. hidrógeno verde
El hidrógeno (H2) es un gas que se puede usar como combustible. La ventaja con respecto a los combustibles fósiles es que el producto de su combustión no es CO2, sino agua. El hidrógeno no solo es un gran combustible, sino que también es esencial en varios procesos industriales de importancia global, notablemente la producción de amoniaco, materia prima de los fertilizantes sintéticos y otros materiales.
¿De dónde sacamos el hidrógeno? Por ser tan reactivo, la concentración de hidrógeno en la atmósfera es bajísima, por lo que es necesario sintetizarlo de alguna forma. Actualmente, la mayoría del hidrógeno (alrededor del 95%) se produce a partir de combustibles fósiles, en particular gas natural (metano) por medio de un proceso llamado reformado con vapor, en el que se mezcla el gas con vapor de agua a altas temperaturas [1]. Esta es la opción más barata, pero tiene una huella de carbono alta, puesto que no solo se produce hidrógeno, sino también CO2. Al hidrógeno producido a partir de fuentes fósiles se le conoce como hidrógeno gris. En este caso el “gris” tiene una connotación de sucio o contaminante.
Otra alternativa (actualmente más cara) para producir hidrógeno es a partir de la llamada electrólisis del agua. En este proceso se usa electricidad para separar el agua en sus dos componentes: oxígeno e hidrógeno [2]. La clave es que si la electricidad que se aplica al agua proviene de fuentes con una baja huella de carbono (energía solar, eólica, etc.), entonces habremos logrado reducir drásticamente la huella de carbono de la producción de hidrógeno. A esto se le conoce como hidrógeno verde. En este caso el “verde” tiene una connotación de limpio y ecológico.
De esta forma, los colores se usan como indicadores cualitativos de la huella de carbono asociada a la producción del hidrógeno. En un extremo del espectro está el hidrógeno gris, con la huella de carbono más alta, mientras que en el extremo opuesto está el hidrógeno verde. En el medio hay otros colores, como el azul, que denota un hidrógeno con una huella de carbono intermedia, en el que se utiliza el proceso de reformado con vapor, pero luego el CO2 resultante se atrapa y se almacena para que no salga a la atmosfera. Para una explicación más completa de los diferentes “colores” del hidrógeno, se puede revisar [3].
Hacia la economía del hidrógeno
La visión que tienen en mente varios grupos importantes a nivel mundial es que en una sociedad futura descarbonizada el hidrógeno verde tomará el papel que tienen actualmente los combustibles fósiles. Se usará este hidrógeno con baja huella de carbono en el transporte, procesos industriales, calefacción, almacenamiento de energía, etc. A esto se le conoce como la economía del hidrógeno [4]. También se podría usar otra sustancia derivada del hidrógeno que sea más fácilmente transportable. Por ejemplo, también se ha estado hablando de una posible economía del amoniaco [5]. Lo importante es que el material que se utilice para almacenar y transportar la energía tenga una huella de carbono baja.
Si en la sociedad actual los países “bendecidos” con yacimientos de combustibles fósiles gozan de enormes privilegios, en el futuro serán los países “bendecidos” con amplias fuentes de energía renovable barata los privilegiados. Bajo esta visión, en la futura economía del hidrógeno verde, un país como Costa Rica podría aprovechar su constante sol, generosos vientos, poderosos ríos y fuerte calor subterráneo para convertirse en una potencia exportadora de la nueva gran commodity: el hidrógeno verde. Países como Chile, con gran potencial solar y eólico, incluso ya han desarrollado estrategias nacionales para convertirse en futuras potencias exportadoras de hidrógeno verde [6]. En Costa Rica, recientemente una empresa internacional anunció su interés de instalar una planta de hidrógeno verde y ya firmó una carta de entendimiento con el ICE [7, 8].
¿Quiénes están promoviendo el hidrógeno verde y por qué?
La visión de la economía del hidrógeno verde se está discutiendo cada vez más en diversos sectores internacionales, incluidos gobiernos, agencias supranacionales, empresas privadas y think-tanks. Está siendo promovida apasionadamente de forma abierta y a veces encubierta por grandes compañías (particularmente petroleras) y organizaciones internacionales afines a los intereses de estas compañías como el World Economic Forum (WEF). Basta con hacer una búsqueda rápida en Google con las palabras clave “green hydrogen world economic forum” para ver las numerosas publicaciones que esta organización ha hecho con respecto a este tema solo en el último año. Las grandes compañías petroleras finalmente han reconocido abiertamente (aunque lo sabían desde un principio) que el cambio climático es un problema grave para la humanidad. También reconocen que los gobiernos del mundo se están moviendo (lentamente, pero a fin de cuentas moviendo) hacia la descarbonización. Lo que las grandes compañías quieren es lograr mantener, en el futuro descarbonizado, el poder económico que actualmente gozan. Para esto es necesario que la transformación energética no sea demasiado rápida (para que les dé tiempo de adaptarse sin sufrir muchas pérdidas) y, sobre todo, que no sea demasiado revolucionaria, en el sentido de que no se alteren las relaciones de poder actualmente existentes en el mercado. En particular, las grandes compañías no quieren perder sus millonarios activos de capital y pretenden reconvertir toda la infraestructura usada para el almacenamiento y transporte de petróleo para ser usada con hidrógeno. Para esto, están promoviendo una transición primero a hidrógeno azul (para que no sea demasiado rápida) y eventualmente a hidrógeno verde, siempre con la mira en utilizar la infraestructura existente [9].
Todo esto no quiere decir que el hidrógeno verde sea malo, irremediablemente perpetuador de las relaciones actuales de poder o que no sea una idea que Costa Rica deba considerar. Sin embargo, sí es crucial entender quienes lo están promoviendo y cuáles son sus intereses. La pregunta que debemos tratar de responder como sociedad es si, en este contexto, los intereses del pueblo de Costa Rica y, en general, los pueblos del Sur Global tienen espacio en esta visión de la economía del hidrógeno. La respuesta no es obvia a priori. Yo personalmente no tengo una respuesta final, pero sí algunas consideraciones.
¿Tiene sentido producir hidrógeno verde a gran escala en Costa Rica?
El hidrógeno verde que se produciría en Costa Rica podría consumirse en el mercado nacional o podría exportarse. A nivel nacional la prioridad es descarbonizar el transporte. Como bien lo ha apuntado el Plan Nacional de Descarbonización [10] y otros reportes, el sector transporte es el que produce mayores emisiones en Costa Rica. Por lo tanto, es imperativo sustituir los combustibles fósiles en este sector.
Resulta útil clasificar el transporte en dos grandes grupos: terrestre y de otro tipo (marítimo, aéreo). Para el transporte terrestre, ya ha sido ampliamente documentado que el hidrógeno (incluso el verde) está lejos de ser la mejor opción [11]. Es más efectivo electrificar el transporte; es decir, usar la electricidad para movilizar el vehículo directamente (en el caso de un tren eléctrico, por ejemplo) o para cargar una batería que luego va a ser usada para proveer la electricidad para movilizar el vehículo (en el caso de buses, carros, motos eléctricas, por ejemplo). Resulta sumamente ineficiente utilizar esta electricidad para generar hidrógeno, almacenarlo, transportarlo y luego quemarlo en un vehículo en vez de usar la electricidad directamente para impulsar el vehículo. En el pasado algunas personas en el país han sugerido producir hidrógeno verde para descarbonizar la flotilla vehicular. Esto sería extremadamente ineficiente e innecesariamente costoso.
Por otro lado, a diferencia del transporte terrestre, el transporte marítimo y aéreo, es sumamente difícil de electrificar. Se pueden electrificar pequeñas embarcaciones y aeronaves usando las mismas baterías que usaría un carro eléctrico [12]. Sin embargo, no es viable electrificar grandes buques transoceánicos o grandes jets porque las baterías necesarias serían prohibitivamente grandes [13]. Lo mismo ocurre con vehículos pesados para transporte terrestre, como algunos camiones. En este caso sí tiene sentido considerar el hidrógeno verde como una opción. También tiene sentido considerar el hidrógeno verde como sustituto de combustibles fósiles en procesos industriales. El papel de este tipo de industria en la economía costarricense es muy pequeño, por lo que este sería hidrógeno que probablemente se exportaría. Sin embargo, también es posible que el acceso a hidrógeno verde barato sirva para impulsar este tipo de industria en el país. En todo caso, lo cierto es que en un mundo post-fósil probablemente habrá mucha demanda internacional por hidrógeno verde para ser exportado desde un país con amplias fuentes de energía renovable como Costa Rica.
El siguiente paso sería cuantificar de forma precisa y completa cuál será el impacto ecológico y social de los posibles grandes proyectos de producción de hidrógeno verde. Incluso el hidrógeno verde tiene una huella de carbono y una huella material asociadas. Es imprescindible responder: ¿Cuál será la huella de carbono de los materiales necesarios para producir los equipos? Por ahora, en términos de electricidad, Costa Rica se encuentra en una posición privilegiada dado que la demanda eléctrica es considerablemente inferior a la capacidad de generación. En este escenario es fácil imaginar esta capacidad extra siendo aprovechada para producir hidrógeno verde. Pero cuando la demanda alcance la capacidad instalada, ¿se aumentará la capacidad instalada? ¿Cuáles serán las fuentes de electricidad para producir el hidrógeno? ¿Serán sobre todo fuentes hídricas? Está bien documentado que la hidroelectricidad no es limpia en un sentido amplio, aunque sea renovable y su huella de carbono no sea tan alta como otras fuentes [14, 15]. ¿Será energía solar y eólica? ¿Serán plantas del ICE o plantas privadas? También está bien documentado que la generación privada le ha costado caro al ICE y al pueblo de Costa Rica [16]. ¿Dónde se construirán los proyectos de producción de hidrógeno verde? ¿Tomará la batuta el ICE, RECOPE y otras instituciones públicas o serán iniciativas de empresas transnacionales o quizás sociedades público-privada? Todas estas son preguntas cruciales que deben ser exploradas de forma seria, transparente y democrática.
También es importante considerar que existen otras opciones para producir combustibles para transporte marítimo y aéreo y para la industria pesada. Una alternativa muy interesante son los biocombustibles; es decir, combustibles derivados de sistemas biológicos, en particular plantas. Dependiendo de la región geográfica los biocombustibles pueden tener más sentido que el hidrógeno verde. Por ejemplo, si quisiéramos sustituir el diesel usado en los grandes buques transoceánicos, en los países nórdicos, con poco sol, pero bastante viento y buen recurso hídrico, tiene más sentido producir hidrógeno verde que producir biodiesel a partir de palma aceitera (que ni siquiera crece a esas latitudes). Por otro lado, en un país tropical como Costa Rica, con mucho sol todo el año, puede tener más sentido producir biodiesel a partir de palma aceitera u otro cultivo. Resulta interesante que desde los grandes centros de poder mundial se esté hablando tanto de hidrógeno verde y no tanto de biocombustibles, pero un país tropical como Brasil ha implementado durante décadas programas de biocombustibles muy exitosos que le ha permitido lograr un nivel considerable de descarbonización y un alto grado de soberanía energética [17].
Por otro lado, está bien documentado que los biocombustibles pueden tener un impacto social y ecológico considerablemente negativo [18] y es necesario, en el caso particular de Costa Rica, cuantificarlo y contrastarlo con el impacto del hidrógeno verde. También se requiere de ciencia: investigación en cultivos más eficientes para producir biocombustibles y en otros procesos para generar biomateriales. En última instancia, la pregunta de si los biocombustibles son una mejor opción que el hidrógeno verde no ha sido respondida de forma contundente a nivel global y dependerá de las condiciones de cada región en particular. Esta es una pregunta de carácter empírico que solo una evaluación basada en la evidencia científica puede responder.
El calentamiento global como un problema mayoritariamente político-económico y la necesidad de nuevas formas de organización social
Finalmente, en contraste con la forma como usualmente se presenta en buena parte de los medios de comunicación y campañas políticas, el cambio climático es un problema primordialmente de carácter político-económico y no técnico. Si bien el abordaje técnico es imprescindible y se necesita mucha investigación científica, desarrollo tecnológico y construcción de infraestructura para lograr una descarbonización completa, el aspecto político-económico tiene un peso mayor [19].
El grueso del calentamiento global está siendo causado por el consumo excesivo en los países del Norte Global (así como las élites económicas en otras partes del mundo) [20]. Estas emisiones están íntimamente ligadas al extractivismo y a relaciones comerciales de carácter neocolonial, puesto que los niveles altísimos de consumo se sostienen por una transferencia de recursos a muy bajo precio del Sur Global al Norte Global, así como una mano de obra sumamente barata en los países del Sur Global enfocada en producir bienes consumidos sobre todo en el Norte Global. Es decir, el calentamiento global es una criatura de las relaciones de poder capitalistas a escala planetaria [21] y es crucial politizar la descarbonización [22].
Esto, en cierto modo, es una buena noticia, porque significa que en vez de estar desconectadas o, aún peor, ser contradictorias, la lucha contra el cambio climático y la lucha contra la desigualdad y por la construcción de relaciones más equitativas entre los pueblos están completamente alineadas. Por lo tanto, el abordaje técnico tiene necesariamente que ir de la mano con el abordaje político-económico.
Para lograr esto, se necesitan tomar varias medidas. En primer lugar, es imprescindible reducir los niveles de consumo ecológicamente insostenibles, particularmente en los países del Norte Global [23]. Será mucho más fácil descarbonizar una economía más reducida que una economía en perpetuo crecimiento innecesario. Discuto tres ejemplos para ilustrar cómo un abordaje meramente técnico es insuficiente si no se complementa con un abordaje político-económico que promueva la reducción en el consumo:
En el sector transporte: es necesario implementar medidas que desincentiven el transporte privado motorizado (carros) y más bien incentiven el transporte colectivo (trenes, buses) y no motorizado (bicicletas). Esto hará que lograr una electrificación (y por lo tanto descarbonización) sea mucho más fácil y barato. Además, la huella de carbono y huella material de un esquema basado en transporte colectivo serán menores que las de uno basado en transporte privado, aunque ambos sean totalmente electrificados, porque la producción de carros y baterías requiere de energía y materiales [24]. De este modo, el abordaje técnico (electrificación) se complementaría con el abordaje político-económico-social (promoción del transporte colectivo)
En el sector agrícola: se necesita promover el uso de fertilizantes orgánicos producidos a partir de compost como sustituto de fertilizantes sintéticos. Como se mencionó en una de las secciones anteriores, uno de los usos industriales más importantes del hidrógeno es en la síntesis de amoniaco, que a su vez se usa para producir fertilizantes sintéticos. La huella de carbono de estos fertilizantes es enorme. Entonces, si bien el abordaje técnico es crucial (usar hidrógeno verde en vez de gris en la síntesis del amoniaco), es igual o incluso más importante un abordaje más holístico y cuestionar la necesidad de producir la enorme cantidad de fertilizante sintético que se produce actualmente. Está bien documentado que una agricultura basada en fertilizantes orgánicos a partir de compost, aunque de rendimientos ligeramente menores, es totalmente viable y más sostenible en el largo plazo [25]. Este abordaje beneficiaría particularmente a un país como Costa Rica que importa la totalidad de sus fertilizantes, lo que lo deja a merced de eventos a nivel internacional fuera de su control [26].
Aunque este ejemplo no aplica a Costa Rica, es pertinente para muchos países con inviernos fríos. En el sector vivienda: es necesario promover la construcción de edificios de apartamentos (en los que el calor escapa más lentamente) en vez de casas individuales (en las que el calor escapa más rápidamente). De nuevo, el abordaje técnico (uso de hidrógeno u otro combustible con baja huella de carbono para calefacción o uso de bombas de calor) necesariamente tiene que complementarse con un abordaje más holístico que permita una reducción en el consumo mediante un cambio en ciertas prácticas sociales.
Por lo tanto, se necesita un compromiso por parte de los gobiernos, sobre todo los de los países del Norte Global, donde el consumo es particularmente alto, de promover prácticas que reduzcan drásticamente el consumo material y energético. Un primer paso, insuficiente pero necesario, sería implementar impuestos altamente progresivos, como un impuesto a la riqueza, para reducir el poder adquisitivo de los grupos más ricos de la sociedad, quienes tienen niveles de consumo y huellas de carbono ecológicamente insostenibles [27]. Esto no solo hará la parte técnica de la descarbonización más fácil, sino que también ayudará a crear sociedades más justas, al reducir la concentración de poder económico y político.
Por otra parte, para países del Sur Global como Costa Rica, vale la pena preguntarse por qué, en última instancia, se querría exportar hidrógeno verde. La respuesta parece ser porque en general no tenemos mucho dinero y necesitamos dólares para importar bienes que no producimos acá. Eso está bien, pero entonces en paralelo se debería implementar un programa ambicioso de sustitución de importaciones, para lograr producir localmente muchos de los bienes que importamos, especialmente los de importancia estratégica, como alimentos, productos médicos como vacunas, etc. [28]. Es decir, debemos construir lo que generalmente se conoce como soberanía alimentaria y tecnológica. Además, la dinámica actual a nivel global es que los países pobres tienden a exportar productos de bajo valor añadido (como materias primas), así como productos y servicios no esenciales (café, turismo, etc.) a bajo precio, muchas veces con un alto costo ambiental, y tienden a importar productos de alto valor añadido a un mayor precio (vacunas, productos electrónicos, etc.). Esta dinámica asimétrica perpetúa una dependencia terrible y es precisamente lo que permite la extracción multi-billonaria de recursos del Sur Global por parte del Norte Global y su consumo ecológicamente insostenible [29]. Claramente, como sociedad global debemos acabar con esta dinámica. Si en el futuro el hidrógeno verde tomara el papel que tiene actualmente el petróleo, ¿se habrá acabado con esta dinámica o se mantendrá, pero con otro producto?
Para poder garantizar prosperidad sostenible para sus poblaciones, Costa Rica y los países del Sur Global tienen que construir economías descarbonizadas, pero también resilientes. Tienen que construir soberanías o agencias alimentarias, energéticas, tecnológicas y monetarias [30]; es decir, construir la capacidad de producir alimentos (incluidos sus insumos como fertilizantes) [31], energía, tecnologías cruciales (como vacunas) localmente, así como disminuir y eventualmente eliminar las deudas pública y privada en monedas extranjeras [32]. Esto dotaría al país de una enorme resiliencia y protegería a la población de los efectos perjudiciales del aumento en los precios internacionales de productos esenciales que importamos, como está ocurriendo actualmente [33]. Además, tienen que librarse de la dinámica de exportación de materias primas a bajo precio e importación de productos de alto valor añadido a alto precio, así como formar alianzas Sur-Sur que les permitan avanzar estos proyectos [34]. La pregunta que nos toca responder es si es posible encajar la promesa del hidrógeno verde dentro de esta visión de un mundo más equitativo, próspero, sostenible y resiliente.
La electrólisis del agua a pequeña escala es un experimento lo suficientemente sencillo como para hacerlo en la casa y se realiza en los cursos introductorios de Química.
[19] No pretendo tampoco subvalorar la importancia del aspecto técnico en la lucha contra el cambio climático. De hecho, en dos ocasiones he impartido un curso en la Escuela de Química enfocado en la Química de la Descarbonización, en el que precisamente nos enfocamos en toda la investigación científica y tecnológica asociada a la descarbonización: nuevos materiales para celdas solares, nuevos diseños para baterías, nuevos procesos para producción de biocombustibles, transmisión de electricidad eficiente, energía nuclear segura, hidrógeno verde, descarbonización de procesos químicos como producción de amoniaco, cemento, asfalto y acero, etc.
[24] La huella material y la huella de carbono asociadas a la minería de los componentes necesarios para producir vehículos eléctricos (litio, cobalto, etc.) aún no ha sido cuantificada de forma completa y exacta. Sería ingenuo pensar que sustituir todos los vehículos privados de combustión por vehículos eléctricos de baterías sin promover la colectivización del transporte es ecológicamente sostenible.
[26] De hecho, en los últimos meses el precio de los fertilizantes sintéticos ha aumentado considerablemente por el aumento del precio internacional del gas natural (necesario para producir hidrógeno gris). Esto ha impactado negativamente a pequeños agricultores, que han visto los precios de los fertilizantes sintéticos duplicarse y hasta triplicarse. Un programa nacional de agroecología evitaría este tipo de eventos inflacionarios perjudiciales para los agricultores y en última instancia toda la sociedad, al dotar al país de mayor resiliencia.
Costa Rica es un país privilegiado por la enorme riqueza en recursos naturales que alberga en su territorio. El nuestro es uno de los 20 países con mayor biodiversidad del planeta. Contamos con una enorme pluralidad de vida silvestre, como consecuencia –en gran medida—de la posición geográfica entre las dos masas continentales de América del Norte y Sudamérica, el clima neotropical y la amplia variedad de hábitats.
Esta situación nos ha generado una serie de ventajas en la producción agrícola (venida a menos, en los últimos tiempos, por el limitado o nulo apoyo gubernamental a los agricultores) y en el desarrollo del turismo (principal fuente de nuestras divisas). Año tras año miles de turistas de distintos países del globo, son atraídos por nuestros volcanes, montañas, playas y, en general, por todas las bellezas escénicas, pero también por la estabilidad política del país.
Toda esta riqueza natural coloca a Costa Rica en condiciones para impulsar su desarrollo, presente y futuro, centrado en un triángulo armonioso que debe conjugar: Crecimiento económico, justicia y equidad social, y sostenibilidad ambiental. Desfortunadamente, la equidad social se ha venido debilitando hasta el punto de derivar en convertirnos en el octavo país más desigual del mundo (dicho por el Banco Mundial) y en materia ambiental, en varios aspectos, el país se muestra más como “candil en la calle y oscuridad en la casa”.
Dos ejemplos concretos de esa debilidad en la atención de los desafíos en materia ambiental, lo constituyen el desastre ecológico de la explotación descontrolada en “Crucitas” de Cutrís de San Carlos, y la polución de importantes ríos; entre los que se destaca la grave contanimación del Río Virilla, catalogado como el más contaminado de la región centroamericana.
Es dentro de tal contexto que hay que colocar la explotación de la minería en el país. Valga indicar que con respecto al petróleo no se tiene completa certeza si hay suficiente volumen para determinar si vale la pena su eventual explotación. Lo que se tiene claro, hasta el presente, es que Costa Rica presenta potencialidad pero eso no se traduce automáticamente en existencia suficiente para su extracción comercial. Asimismo es muy necesario valorar el negativo e inevitable impacto ambiental que generaría la explotación del petróleo en nuestro pequeño territorio. En una época en que cada vez más países se inclinan por obtener le energía en proyectos ambientalmente limpios (producción hidroeléctrica, eólica, solar, geotérmica, mareomotriz), el país debe afirmarse en una matriz de desarrollo, en la cual la protección y conservación ambiental debe ser una prioridad, asegurando la utilización de energías limpias; campo en el que se ha acumulado una valiosa experiencia.
Hace 18 años, en el gobierno del Presidente Abel Pacheco se impulsó un acertado decreto que impide la exploración y explotación petrolera hasta el año 2050. Sin embargo, tal decreto presidencial puede ser revocado por cualquier mandatario. De ahí la importancia de que se apruebe una ley que de mayores garantías a la veda de explotación del hidrocarburo.
Para resolver tal escollo, se presentó un proyecto de ley (expediente número 20.641), que no contó con el respaldo necesario en la Asamblea Legislativa. La iniciativa ha buscado avanzar en la eliminación del uso de los combustibles fósiles y en la declaratoria del territorio nacional libre de exploración y explotación de petróleo y gas. Tal proyecto recibió el apoyo de un grupo de 150 organizaciones no gubernamentales y empresas, que han constituído el Movimiento Costa Rica Libre de Perforación, con la que el país se podría convertir en un referente mundial en este ámbito.
Sin embargo, esta propuesta de ley tiene detractores en el Parlamento que se oponen a ella, obnubilados ante el llamado “oro negro”. Ésto se reflejó en días recientes cuando al proyecto mencionado se le venció el plazo para ser tramitado, ya que solo 26 diputados se manifestaron a favor de extender el plazo cuatrianual del proyecto legislativo. Esta situación obliga al impulso de un nuevo proyecto, que asegure la meta de convertir a Costa Rica en un país en que no haya posibilidades de explotación petrolera. La lucha debe seguir porque se trata de un componente fundamental de nuestra propuesta de desarrollo social y ambientalmente sostenible.
Otro lunar en el ámbito ambiental lo ha constituído la autorización que se dio en el pasado a la minería a cielo abierto en “Crucitas”. Hace díez años, en forma acertada, se revocó la autorización a la minera canadiense Infinito Gold Ltd. Sin embargo, lo que vino después de tan acertada revocatoria fueron una serie de acciones de extracción ilegal del oro, por parte de coligalleros, con subsecuentes daños ambientales. El uso del mercurio ya deja secuelas graves en el proceso extractivo.
Se ha denunciado con insistencia que alrededor de la explotación del oro en “Crucitas”, existe una “mafia” que explota a coligalleros de Nicaragua y Costa Rica que reciben una limitada remuneración por el peligroso trabajo que realizan, exponiéndose a sustancias químicas peligrosas. El grave problema de esta zona es que existen muy pocas oportunidades laborales; lo que empuja a muchos trabajadores a exponerse a estos riesgos y caer en las garras avariciosas de esta “mafia”. Una responsabilidad directa en que se esté dando este tipo de extracción ilegal y descontrolada, la tiene el Gobierno que no ha sido capaz de contener y revertir la situación.
La historia de “Crucitas” debe y puede ser cambiada a partir de una decisión política que junte positivamente el esfuerzo por seguir impulsando nuestro Estado Social de Derecho con la explotación controlada del oro en esa región sancarleña. Se requiere que se dé un claro compromiso del gobierno que iniciará funciones el próximo 8 de mayo, para que en este ámbito seamos también referente internacional y no motivo de vergüenza ecológica.
Aquí quiero resaltar la excelente iniciativa del destacado activista ambiental, Freddy Pacheco que se orienta a asegurar recursos de la explotación ambientalmente controlada del oro de “Crucitas” en inversión en atención y salud de las personas mayores del país. Como bien lo indicó el biólogo Pacheco al “Semanario Universidad”: “En un área menor al Parque Metropolitano de La Sabana, tenemos un yacimiento de oro que, según los estudios de la empresa extranjera que lo iba a explotar, puede producir más unos US$133 millones anuales (cerca de ¢82.000 millones) por al menos una década. Cifra real, no especulativa, sustentada en la producción anual de 70.000 onzas de oro en lingotes. Parece un sueño, pero no lo es, y por eso hubo empresas extranjeras que buscaron realizar esa explotación en, por supuesto, beneficio propio”. Una iniciativa como ésta favorecería a coligalleros autorizados y debidamente supervisados y a las urgidas finanzas de la CCSS para la atención de la población adulta mayor.
Se trata de una excelente iniciativa que debe contar con el entusiasta respaldo de quienes creemos que Costa Rica debe seguir apostando por una propuesta de desarrollo armoniosa en lo económico, social y ambiental.
“¿Qué tipo de mundo queremos dejar a quienes nos sucedan?”, se pregunta el Papa Francisco en su Encíclica “Laudato Si”. Y responde: “Lo que está en juego es nuestra propia dignidad. Somos nosotros los primeros interesados en dejar un planeta habitable para la humanidad que nos sucederá”. Tal debe ser la convicción de todos y todas.
Dr. Luis Paulino Vargas Solís Economista Director a.i. CICDE-UNED
Este lunes 16 de agosto de 2021, en la sección de comentarios de opinión de CANARA, escuché algunas cosas que me dejaron perplejo. El autor, de nombre Carlos Roldán, afirmaba básicamente dos cosas: permitir la explotación de petróleo en Costa Rica resolverá nuestros problemas fiscales y, además, permitirá reducir las emisiones de gases de efecto invernadero a nivel mundial. O sea: Roldán nos dice que, para reducir los gases generados por los combustibles fósiles, hay que extraer, refinar y usar combustibles fósiles. De entrada, suena paradójico, pero, en todo caso, la cuestión amerita un examen más detenido.
La propuesta encuentra sustento en dos tesis. Primero, el transporte del combustible que importamos, realizado por vía marítima, conlleva una importante emisión de gases de efecto invernadero, que se dejaría de hacer al producirse localmente esos combustibles. Segundo, en Costa Rica el petróleo sería extraído y refinado utilizando electricidad “100% renovable” (hidroelectricidad), mientras que en Estados Unidos se obtiene con base en electricidad generada “quemando combustibles fósiles”.
Ambas ideas son correctas. Efectivamente, arriba del 80% y, según el año, incluso más del 90%, de nuestras importaciones de combustibles, provienen de Estados Unidos, cuyo abastecimiento energético se basa, en alrededor de un 80%, en combustibles fósiles (petróleo, gas y carbón). Y, sin embargo, es incorrecta la dicotomía que se plantea. La opción no es entre importar combustibles fósiles o producirlos localmente, sino entre los combustibles fósiles frente a otras fuentes energéticas alternativas, que no generen gases de efecto invernadero, y que tengan los mínimos impactos posibles sobre los ambientes naturales y el legado sociocultural de las poblaciones.
La migración hacia esas fuentes energéticas realmente limpias, resume el dilema realmente importante. Se trata de una decisión impostergable, no como opción ideológica, y sí, en cambio, como exigencia de la realidad. La crisis ambiental planetaria no autoriza ninguna otra posibilidad ¿Será posible que haya personas que aún no se dieron cuenta?
Y en cuanto a resolver el problema fiscal, me parece que ahí la cuestión naufraga. El señor Roldán habla de una riqueza que, a valor actual, equivaldría a $350 mil millones, equivalente al valor total de la producción nacional (el PIB) generada durante casi seis años, lo cual presuntamente le daría al gobierno, ingresos anuales por un monto de $3.900 millones (cerca del 6,5% del PIB). Pero para que esa riqueza se monetice, habrá no solo que extraer y refinar el petróleo, sino, además, exportarlo, puesto que, como es obvio, el mercado costarricense no podría, ni absorber y consumir internamente tan enorme oferta petrolera ni aportar las fabulosas cifras en dólares de que se nos habla, puesto que no generamos dólares por nuestra cuenta y pagamos los combustibles en colones. Para estimar la capacidad de consumo del mercado nacional, baste recordar que nuestras importaciones de combustibles y lubricantes, sumaron $1.625 millones en 2019 y cayeron a poco más de $900 millones en 2020 ¿De dónde saldrían los $3.900 millones que el gobierno presuntamente recaudaría, como no sea de muy significativos volúmenes de exportación? De modo que los gases de efecto invernadero que no se emitan al dejar de importar, se emitirán al exportar, pero en mucha mayor cuantía, ya que implícitamente se está hablando de exportaciones por un monto sustancialmente mayor a lo que hoy día importamos.
Pero, además, ¿cuántos años tardaremos para tener a punto la producción y exportación petrolera? ¿Qué hacemos entretanto con nuestros problemas fiscales? Y, además, ¿cerraremos los ojos ante el desastre climático para resignarnos a depender perpetuamente de transporte movido por combustibles fósiles?
¿Se puede decir que donde uno invierte su dinero refleja sus valores? Pues, así lo cree Scotiabank. Como dice Scotiabank en la página Face de la Federación de Surf de Costa Rica: «Scotiabank reconoce la importancia del deporte, por eso, a nivel global y nacional apoya diversas disciplinas como el surf, entre otros.»
Muy bien. Estamos de acuerdo. Por ende, es muy importante que Scotiabank explique cuáles son los valores que están expresando con el patrocinio de la corporación petrolera Enbridge con $9.84 MILES DE MILLONES desde el 2016. Con este dinero Scotiabank está financiando a Enbridge y su oleoducto Line 3 que le permite a la empresa sacar el petróleo más sucio y dañino del mundo: los «tar sands» o arenas bituminosas de Canadá. ¿Por qué tan sucio y dañino? Este petróleo no está en forma líquida como lo que uno imagina que sale de un pozo petrolero. Como indica el nombre las arenas bituminosas están compuestas de arenas mezcladas con petróleo. Para sacar el petróleo hay que usar grandes cantidades de vapor caliente para quitar el petróleo de la arena. Así que por cada barril de petróleo se usan 3 barriles de agua. Además, estas arenas están minadas a cielo abierto implicando la destrucción de millones de hectáreas de bosque boreal para minar las arenas. Finalmente, después de “lavar” la arena, el agua y las arenas contaminadas se depositan en grandes lagos sucios y tóxicos. Estas minas de petróleo a cielo abierto y los lagos tóxicos de desechos son tan enormes que se pueden ver desde el espacio.
¿Entonces uno quiere preguntar a Scotiabank para qué sacar este petróleo tan contaminante? Los expertos de la climatología están diciendo que tenemos que dejar de usar los combustibles fósiles ya si queremos evitar la destrucción masiva de la vida del planeta, incluyendo la de los seres humanos. Podría pensarse que invertir dinero para sacar las arenas bituminosas refleja nada más que avaricia y una despreocupación total del daño al planeta además de reflejar total irrespeto a los deseos de muchos pueblos indígenas que no quieren estas minas y sus oleoductos en sus tierras natales. ¿Pero qué dice Scotiabank sobre los valores reflejados por su inversión?
Hace un mes el gobierno de Trump dio su aprobación para la construcción del último tramo del oleoducto Line 3 que está construyendo la empresa Enbridge. Desde ese entonces el pueblo indígena Ojibwa se ha tirado a la calle para frenar la construcción de esta abominación porque pasa por tierras controladas por ellos por ley, según un tratado con el gobierno del EUA firmado en 1855. En Minnesota, Estados Unidos muchas personas indígenas están enfrentando a la seguridad privada de Enbridge y a los policías para bloquear el paso del oleoducto Enbridge Line 3.
¿Y qué pasa en Costa Rica? ¿Qué piensa Scotiabank del daño que Costa Rica ya está experimentando por el cambio climático causado por los combustibles fósiles que Scotiabank está ayudando a sacar da las minas de los “tar sands”? Pues aquí en Costa Rica tenemos sequías e inundaciones afectando la agricultura, los inmensos huracanes gemelos de Eta y Iota acaban de destruir mucha infraestructura que tanto ha costado al país construir. Hay lluvia en diciembre y falta de lluvia en octubre. El bosque nuboso está desapareciendo de Monteverde y las hermosas playas en todo el país están siendo tragadas por el mar. La lista de los daños es larga y crece cada día. ¿Qué dice Scotiabank que hasta la Iglesia de Coronado ya casi ni tiene neblina?
Scotiabank quiere enseñar a los jóvenes de Costa Rica que la empresa valora el deporte del surf pero es más importante que los jóvenes ticos sepan que mientras que Scotiabank paga unos coloncitos para subir sus tolditos en la playa, está pagando miles de millones de dólares para financiar esa extracción, una actividad que está destruyendo esas mismas playas. Las migajas que Scotiabank tira a los surfistas es una burla, es un chiste cruel y si Scotiabank tuviera un poquito de vergüenza nunca más pondrían un toldo con su logo en una playa de Costa Rica hasta que dejen de financiar a Enbridge y su oleoducto Line 3.
Entonces, los jóvenes tienen el derecho de saber qué dice Scotiabank. ¿Van a apoyar el surfismo en Costa Rica o van a apoyar el Enbridge Line 3? Porque no se puede hacer las dos.
Yo me considero un ambientalista, pero a veces pienso en que quizá esa palabra no es percibida de la misma manera por todos. Aunque la palabra hace pensar en alguien que se preocupa por el medio ambiente, la definición que yo le doy no acaba ahí. Quiero aprovechar este medio para explicar mis pensamientos respecto a esa palabra tan importante para mí y de paso exponer por qué creo que algunas personas tienen un concepto totalmente equivocado sobre el ambientalismo.
Es una creencia popular que el ser humano es un ser “ajeno” a la naturaleza, un ser superior a la misma, tanto así que para muchos es difícil concebir la idea de que pertenecemos el reino animal. En parte es por eso que durante las últimas generaciones han ocurrido las conocidas revoluciones industriales, las cuales han llevado a la humanidad a explotar la naturaleza de una manera nunca antes imaginada. Por el contrario, la generación actual ha promovido la creencia de que el ser humano SÍ es parte de la naturaleza y no un ente ajeno y superior, por lo que dependemos de ella y debemos cuidarla. A simple vista parece que el ambientalismo se apega a la segunda creencia. De hecho, creo que muchos ambientalistas piensan así. Sin embargo, mi posición se aproxima más a la primera forma de pensar. El propósito de los próximos párrafos es explicar esta supuesta contradicción.
Un ejemplo del choque de creencias que mencioné se ha hecho manifiesto durante la actual cuarentena ocasionada por el virus COVID-19. Mientras que las actividades humanas han sido frenadas por primera vez en décadas, la naturaleza parece empezar a resurgir en lugares antes afectados por la contaminación y de igual manera empiezan a surgir publicaciones en redes sociales con la frase “Nosotros somos el virus”. De aquí emerge el título de esta publicación. Después de analizar esta frase durante mis días de cuarentena fue que llegué a comprender mejor cuál es mi posición al respecto.
Si la crisis climática empeorara lo suficiente como para causar la extinción de la humanidad, e incluso la de la mayoría de las especies existentes, eso no significa que sea el fin de la naturaleza. Te aseguro que ella tarde o temprano se recuperará, y seguirá adelante sin importarle que existamos o no. Te lo puedo asegurar porque la Tierra ya ha pasado por eventos similares en el pasado. Nosotros las conocemos como “Las cinco extinciones masivas”.
Cinco. Durante la historia de nuestro planeta han sido cinco las ocasiones en las que la naturaleza pareció estar al borde de la muerte.1 Y aun así, la naturaleza se ha levantado, lo suficientemente fuerte como para dar lugar al planeta hermoso, verde y lleno de vida que conocemos. Por eso pienso que la naturaleza no necesita a alguien que la defienda de los humanos. “Nosotros NO somos el virus”. Somos nosotros los que deberíamos tener cuidado. Esto NO es una guerra entre la naturaleza y la humanidad, como normalmente se nos hace creer.
Yo no soy ambientalista simplemente porque quiero que la naturaleza prospere.
Yo soy ambientalista porque quiero que la humanidad prospere.
Definitivamente es cierto que la humanidad depende de la naturaleza para existir.
Sin ella no tendríamos fuente de alimento, de agua, de aire, de paisajes hermosos, ni siquiera del suelo en el que ponemos nuestras casas. Y aunque esto nos hace parecer que estamos totalmente a la merced de los caprichos de la naturaleza, yo sí pienso que el ser humano es un ser superior a la naturaleza—o más bien, tiene el potencial de serlo.
Comprender las causas de una extinción masiva es muy complicado, porque hay muchos factores involucrados, todos cambiando al mismo tiempo. No es para nada como un experimento de laboratorio, en el cual solo se modifica una variable mientras que las otras se mantienen constantes.2 Más bien, es una maraña de elementos interconectados que ninguno de sus espectadores, como reptiles, plantas y anfibios prehistóricos, podría haber siquiera comprendido; mucho menos hacer algo para evitarlo.
Pero nosotros somos diferentes. Desde 1886 la humanidad descifró el cambio climático3: desde entonces hemos descubierto que la quema de combustibles fósiles libera un gas invisible que favorece al incremento de la temperatura global y que han ocurrido eventos muy similares en el pasado—sí, también como parte de las extinciones masivas2.
Somos la primera especie con el súper poder de predecir el futuro de esa manera. Los millones de especies afectadas por estos eventos estarían increíblemente celosos.
A pesar de tener ese poder colectivo tan útil, creo que no es suficiente para hacernos llamar “seres superiores a la naturaleza”. Pues, por el momento seguimos actuando como si nada pasara, igual que las víctimas de las antiguas extinciones: a pesar de estar en medio de una crisis global, no tenían idea de lo que pasaba, y simplemente continuaron sus actividades rutinarias. Ya fuese cazar insectos, hacer fotosíntesis o tomar el sol, no podían hacer nada para salvarse. Si realmente queremos hacernos llamar seres superiores a la naturaleza, hay que demostrarlo dándole la vuelta a esta crisis. Solucionarla es nuestro examen de graduación.
Las corporaciones y gobiernos obsesionados con el crecimiento económico continúan destruyendo el medio ambiente porque creen que explotar a la naturaleza demuestra cuán poderosos son4, cuando en realidad solo demuestra que actúan como cualquier otro ser vivo sin capacidad de razonamiento. Si de verdad queremos demostrar lo poderosos que somos, ¿qué mejor manera de hacerlo que actuar para evitar la sexta extinción masiva? Ese sería un logro del que sí nos podríamos sentir orgullosos como especie. La frase “Nosotros somos el virus”, lejos de sonar como algo que un ambientalista diría, sirve como una excusa para no enfrentar a la crisis climática. Se traduce a algo como “Si nosotros somos el virus, entonces es mejor que nos extingamos. Así ya no causaremos más problemas”. Suena como algo que diría alguien que ya se rindió y está dispuesto a no hacer nada, y a morir a manos de la crisis climática. Esto NO es ambientalismo. Es exactamente lo contrario.
Yo me considero un ambientalista. Pero es posible que la palabra que más se ajuste a mi forma de pensar y actuar sea “humanista”. Porque nosotros no abogamos simplemente por el bienestar del medio ambiente. Abogamos por el bienestar de la humanidad misma.
Nosotros no somos el virus. Somos mucho más valiosos que eso, y llegó el momento de demostrarlo.
Referencias
1. Taylor, Paul D. Extinctions in the History of Life. Londres: Cambridge University Press, 2004. 2. Weart, Spencer R. The Discovery of Global Warming. Londres: Harvard University Press, 2004. 3. Wignall, A. Hallam & P.B. Mass Extinctions and Their Aftermath. Nueva York: Oxford University Press, 1997. 4. Evans, Malcolm D. Whitehead and Philosophy of Education: The Seamless Coat of Learning. Amsterdam : Rodopi, 1998.