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Etiqueta: indigencia

Las municipalidades deben asumir un rol más protagónico en el campo de la educación pública

José Luis Pacheco Murillo

Si en algo se diferenció Costa Rica en el siglo pasado fue en el tema de la educación. El dedicar tiempo y presupuesto para la educación fue vital para que el desarrollo económico y social se diera de la forma en que se dio. La educación pública, gratuita y obligatoria significó la posibilidad del desarrollo individual y colectivo.

Desgraciadamente a partir de los años 80s el interés de los dirigentes políticos por la educación decayó y eso ha significado un retroceso que de igual manera es individual y colectivo.

Eso ha significado también que las consecuencias de ese abandono educativo se vean reflejadas hoy en lo que es delincuencia, indigencia, drogadicción, sicariato, hogares destruidos, violencia a todo nivel y en todos los rincones. Una verdadera crisis desde todo punto de vista.

Creo importante que las municipalidades asuman un rol más protagónico en el campo de la educación pública, en el apoyo a las instituciones educativas y a los estudiantes, niños, jóvenes y adultos a través de becas. Es urgente que la educación tome su protagonismo para el desarrollo de los cantones y del país.

Es necesario que retomemos responsabilidad en los hogares en cuanto a darle estímulo a los niños y jóvenes para que la educación sea la prioridad y que a ella se sume la formación en valores éticos y morales.

Si es posible volver a sembrar esa semilla de la educación y la formación para que en el país tengamos asegurado un mejor futuro. También apoyar a los educadores para que puedan ejercer su vocación y profesión sin las presiones de leyes que les amenazan un día si y otro también con su destitución tan solo por querer disciplinar.

Dios quiera que entendamos que sin una educación y formación adecuadas nuestro futuro está comprometido y de igual forma el del país. Hagamos lo posible por recuperar lo perdido en el campo de la educación, será beneficioso para todos.

La Pandemia, una reflexión obligada

German Masís Morales

El virus covid-19 o SARS 2 está entre nosotros y no sabemos qué tan cerca.

Esa enfermedad que podría no ser más que un nuevo tipo de gripe pudo haberse modificado con respecto al que surgió en el continente asiático, pero se ha diseminado por el mundo con la certeza de la letalidad y el poder de contagio.

En un momento nos pareció lejano, luego “lo hemos visto” recorrer los países como una peste que no reconoce fronteras, ni origen étnico o social, llevando muerte y desolación a lugares inimaginables, ciudades y poblaciones notables que parecían inmunes, generando imágenes dantescas propias de una película de terror.

Los medios de comunicación informan en crudo tiempo real y hemos aprendido a recibir listados de enfermos y de muertes como si un escenario de guerra hubiera regresado, no han sido suficientes los sistemas, equipos y personal de salud tampoco los cuantiosos recursos económicos de algunos países.

De pronto un virus invisible nos ha igualado y nos ha mostrado la fragilidad de la vida, la vulnerabilidad de las poblaciones humanas y la debilidad de las sociedades y de los sistemas políticos.

Un virus ha paralizado lenta y progresivamente el mundo, ha detenido sorprendentemente las actividades económicas, ha suspendido la desenfrenada dinámica comercial, ha dejado desoladas las calles, los parques, los estadios y las iglesias.

Como por arte de magia o como en una obra de teatro la tragedia, la ficción y la realidad se reunieron, lo impredecible e inimaginable sucedió, la libertad de movimiento y de desplazamiento dejo de ser útil, dejó de ser importante.

Por el contrario, el confinamiento ha sido la estrategia de sobrevivencia, el distanciamiento social la recomendación, las medidas de prevención y protección la obligación, el hogar y la familia es la trinchera.

La convivencia social se ha transformado, la salud y la vida han vuelto a ser prioritarias, los hospitales vuelven a ser lugares esenciales, el personal médico el recurso más valioso.

La solidaridad humana ha despertado escenas del pasado, vuelven a ser presente, el trabajo dejó de ser obligatoriamente presencial, la comunicación electrónica y virtual surge como la solución profundizando el abandono de la relación interpersonal.

El comercio exprés dejó ver sus bondades, el comercio minorista resultó ser el gran ganador y las empresas que elaboran las vacunas lo serán aún más.

Los gobiernos siguen buscando diversas formas de ayuda a los desempleados y desplazados, pero también a las empresas, han recordado las dimensiones de la pobreza y la indigencia y han constado que hay condiciones que favorecen el contagio.

Las ciudades y pueblos ahora se diferencian por cuál tiene más o menos contagios o muertes, pero también por cuáles tienen centros de salud adecuados.

Las familias se han convertido en burbujas, algunas reales y otras forzadas, unas satisfactorias otras complicadas, la gente podría morir del virus o de hambre, ciertos sectores sociales no podrán escoger.

El dilema entre la salud y la economía está presente, algunos países ya han definido cuál de las dos privilegian.

Una nueva normalidad vendrá … pero nada volverá a ser igual.