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Etiqueta: Jose Luis Valverde Morales

¡Sí se puede presidente!

José Luis Valverde Morales

Las obras se van terminando a cuenta gotas, las pocas heredadas, capaces de resistir el encono revanchista del borrón y cuenta nueva.

El paso a desnivel por los “Hatillos“, la reparación del envejecido puente de La Amistad, donado hace décadas por los chinitos de Taiwán.

LENTA.

La institucionalidad ciertamente es lenta.

Si revisando con lupa se meten corruptos sinvergüenzas, en poco más de dos años, vemos qué pasa cuando se pagan favores por el préstamo de fincas para fiestas,  prácticas de tiro o donaciones de los amigotes.

Poco a poco, como con los viejos fórceps para sacar los niños del vientre materno, emergen añejos proyectos, sobrevivientes de la inquina, de quienes piensan, antes de ellos todo era corrupción (nadie niega la hubo).

YA CASI.

De haber respetado la institucionalidad, observado la Constitución y las leyes, por ejemplo, la tan ansiada desde anteriores administraciones Ciudad Gobierno, al menos estaría lista para el banderazo de salida.

Algunos lloran por no permitírseles hacer las cosas a dedo, donde hasta los humildes monitos en Gandoca Manzanillo, salieron rascando.

DIFÍCIL.

Hoy es difícil saber, cuáles cosas quedarán medio andadas cuando inexorablemente llegue el próximo gobierno.

Ojalá, al menos, el paso elevado por el populoso vecindario de la carretera de circunvalación y el envejecido puente, herencia de los orientales, le enseñe al tozudo presidente, en democracia todo es más lento, pero, sí se puede.

¡DE VERAS HIJO..!

José Luis Valverde Morales.

Por el periodista José Luis Valverde Morales

Nandayure, anciana indígena chorotega, perdida en los años quedó la belleza, el perfume de juventud, donde se adormeció para siempre el amor de Nicoyán.

Extraviada en los anales de la leyenda, sentada en el tablón del rancho mira el hastío de la tarde, mientras rebusca en los cabellos de su nieto Curime, juntos desgranan mazorcas de maíz, los granos tintinean en la roja vasija, donde se distingue entre todos los trazos la figura del mítico jaguar.

Días aciagos, el sol inclemente convirtió las hierbas en secas ramazones, el agua se esconde  profunda, al final del barranco discurre silenciosa la quebrada.

Los animales de caza se adentraron en enmarañados montes, el rancho luce triste, la estera donde reposan tiene de huéspedes a los alacranes, venenosas criaturas aguijón en ristre.

En Nandayure se apagaron los colores en su otrora aguda vista, ahora mira desde el alma, mientras cavila en el mar insondable de los pensamientos.

En un arrebato de amor, atrajo hacia su descarnado cuerpo la oscura cabellera de Curime, los cachetes del niño rozaron sus flácidos pechos, otrora rebosantes tinajas, donde Nicoyán sació la sed fuerte del deseo, ahí se encendió muchas veces la pasión, transformada en la ardiente intimidad en jóvenes guerreros, hermosas doncellas.

De su boca desprovista de dientes, por la comisura de las arrugas, huellas indelebles de risas y llantos, salió la máxima, exclamada por sus ancestros, ahora tierra de polvorientos caminos.

“De veras hijo, ya todas las estrellas han partido, pero nunca se pone más oscuro que cuando va a amanecer”.

La imagen se perdió en los anales del tiempo, hoy son otros nubarrones en el horizonte de la patria.

Oro extraído en inclementes barriales de Crucitas, mísero poblado cerca de la frontera norte.

Humildes coligalleros esposados, mientras sus explotadores de aquí y allá, negocian el oro, patrimonio extraído del vientre de la patria.

Jóvenes ayunos de oportunidades, los sueños mutilados, mientras los criminales llenan de alucinaciones, dinero fácil, su perturbada cabeza.

En otro sitio se carcome la vida de muchachos, atrapados por tentáculos de muerte, zombis vivientes, en tanto los alcanza inmisericorde la parca.

Ancianos deambulando errantes de hospital en hospital o simplemente abandonados en la silla del pasillo, a la espera indefensos de la mano compasiva, piadosa, solidaria.

Mujeres temblorosas, su cuerpo frente al espejo es una mezcla de vanidad y miedo, ante las acechanzas de la calle.

El televisor se enciende, los políticos se acusan mutuamente, lanzan lodo, a veces extraído de nauseabundas fuentes del pasado.

En la comodidad de sus palacios se recriminan mutuamente, al filo de la tarde chocan sus copas de cristal, donde vierten carísimos vinos, sonrientes brindan abrazados a la buena vida, coyotes de la loma compartida.

En algún tugurio amenazado por la inclemencia de las lluvias, de tintineantes peroles recogiendo las goteras, alguna vieja abuela acaricia a su nieto: Kevin, Thiago, Jonathan, Cindy, Paola, Jennifer, le murmura al oído con un dejo de esperanza.

“De veras hijo…”.

¡Ay Roodriguito!

José Luis Valverde Morales.

José Luis Valverde Morales

Cuando parecía todo amarrado para llevar a la presidencia de la Asamblea Legislativa a un diputado del “PUS” a mover la cabeza afirmativamente, como le gusta al fanfarrón mandatario, simulando un elefante metido en una venta de cristal, hace la quebrazón de padre y señor. 

Chaves, fiel a su estilo populista, se va a la provincia de Limón a despotricar contra diputados de oposición, en un clima crispado por la inseguridad, azuza en contra de ellos. 

Como el personaje Kiko de la vecindad del Chavo del 8, caprichoso dueño de la bola, con argumentos desmentidos por la Contraloría General de la República, carga contra el órgano fiscalizador, por no dejarlo hacer las cosas a su antojo. 

Trasquilados. 

Los diputados hace unos días en Casa Presidencial sumisos corderitos, en menos que canta el gallo, vieron los dientes separados del lobo, fueron por lana, salieron trasquilados. 

Eli Feinzag, líder del Partido Liberal Progresista, quien en algún momento llamó “tóxico“ a Chaves, no duró mucho para sentir los espasmos del veneno. 

PUSC O PUS. 

El Partido Unidad Social Cristiana (PUSC), está en su laberinto con al menos dos caminos de salida, el planteado por gente seria a lo interno (la hay) o el infeccioso pus amenazando su existencia, bajo el efecto de embajadas, dádivas desprendidas de la mesa compartida de Rodrigo Chaves, Pilar Cisneros, buenas viandas con los angurrientos importadores de arroz. 

Cierto lo incierto. 

En política lo único cierto es lo incierto, no pasaron muchas horas para dejar a los cuatro vientos, las manos efusivas fundidas en abrazos palpaban bolsillos y espaldas en búsqueda de innobles armas escondidas. 

De Fabricio Alvarado, jerarca de Nueva República, a esperar el comportamiento de su grey, Gloria Navas, de su partido, actual vicepresidenta del parlamento, creyente, nunca ha sido apegada a dogmas de la política. 

Rodrigo Arias ya dijo, mientras exista el clima de crispación contra sus compañeros del parlamento, el apetito desmedido de Chaves por engullir los controles de los fiscalizadores de la hacienda pública, no hablará con él de sus aspiraciones al frente del parlamento. 

Humo. 

¡Ay Rodriguito! El tic tac del tiempo pasa inexorablemente, el humo esparcido con discursos histriónicos dentro de la carpa de su circo, con pretendidos malabares contra la pensiones de lujo (gozan de inmejorable salud) se disipa. 

Heredado. 

A Chaves, casi todo lo hecho le fue heredado, lo deshecho con su quebradero de negarle dinero a becas de los más pobres, capital para las dádivas de pensiones a los más viejos y desprotegidos, lo pagaremos bien caro. 

Para entonces, como en la canción del español Joan Manuel Serrat, Rodrigo Chaves, Pilar Cisneros, otros, volverán con los ricos a su riqueza, los pobres a más pobreza y Fabricio Alvarado a sus diezmos.