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Etiqueta: Rafael Ángel Sánchez

El claro oscurantismo que extermina al agricultor

Rafael Ángel Sánchez
Setiembre del 2024

Según la historia de este mundo milenario, desde el Neolítico el agricultor ha sido y será por siempre el trabajador de más trascendencia humana, en tanto del ejercicio de su trabajo, es decir, de la única profesión (la agricultura) que, se plantea como un estilo de vida1, el fruto principal está en función de la producción de alimentos de origen vegetal y animal; sin los cuales, sería imposible la existencia y evolución de las civilizaciones. La misma actividad que, acorde con su elocuencia y sabiduría, Marco Tulio Cicerón definió como “la profesión del sabio, la más adecuada al sencillo y la ocupación más digna para todo hombre libre”.

En los tiempos actuales, corresponde destacar que, para la economía general de cada país y sobre todo los que transitan por la llamada modernidad, la versatilidad de la agricultura comprende diferentes aspectos determinantes del perfil del trabajador. Unos, enfocados a la oferta de servicios en el ámbito de la recreación y el ocio, así como, el mantenimiento de la naturaleza; otros, a la preservación y el mantenimiento del paisaje cultural. Por lo tanto, como principio, dicho perfil es garante de otorgar un valor especial al uso más apropiado de los recursos naturales; por ejemplo, el suelo, el agua y el aire, así como la observación y protección de las formaciones ecológicas.

Así que, aún sin remontarnos a tiempos lejanos, una atenta observación general a la memoria histórica, permite comprender que, a la agricultura forjada por el agricultor y su familia campesina, se deben las raíces más profundas de la identidad y cultura de Naciones como la costarricense. Por eso, no resulta extraño determinar que, en la adopción y creación símbolos, por ejemplo, en el himno nacional, los valores de estos protagonistas le dan contenido en su más justa alabanza y fiel testimonio de quiénes somos y de dónde venimos. No obstante, en este país, cada vez más, el panorama nacional se muestra incierto al observar hacia dónde vamos2. Pues no entender ni comprender que, si para el agricultor observar los colores del campo y sentir sus aromas lo recrean, tanto como su realización se transforma en máxima felicidad física y espiritual al degustar en familia los frutos de su cosecha; es innegable la falta de capacidad por parte de quien pretende gobernar una Nación cuyo desarrollo ha dependido de la agricultura.

Como honra a los más connotados exponentes costarricenses de la cultura y las artes, es deber reconocer que, la frecuente evocación a la figura del agricultor, además de revelar sus elevadas capacidades artísticas, muestra también el arraigo a la identidad e historia nacional. Territorio donde desde la independencia y avanzado el siglo XX, para los agricultores, gracias a su sabiduría y esfuerzo en el aprovechamiento de los recursos naturales, la agricultura del café en primerísimo lugar, fue la base de la riqueza del país. Determinante quizás de la época más gloriosa del desarrollo nacional, regido por un Estado de Derecho y de Servicio Social, más fuerte, justo, libre y democrático que, el actual.

Por consiguiente, la crisis nacional que actualmente afecta al país, es el producto más evidente del asalto al Estado por parte de la devenida casta política que sustituyó y olvidó a nuestros próceres; con el único objetivo de insertarse en el mercado global, liquidando los bienes públicos atesorados. Acciones anti estatales iniciadas en la llamada “década perdida” de los años ochenta3 y siguientes contra los Ferrocarriles, el Banco Anglo, CODESA, etc.; todas encubiertas con eufemismos como “Volvamos a la tierra” y “Modernización del Estado”. Más luego otros, entre los que destacan “Paz con la naturaleza”, “Libre comercio”, “Modernización de Japdeva”, “Equilibrio financiero”, “Le dejamos trabajar”, “Ruta del arroz”, “Armonización del sistema eléctrico nacional”, etc. Es decir, transcurridas cuatro décadas, las depredaciones continúan con nuevos actores, empujando otro descuaje del Patrimonio y motor del desarrollo costarricense: el ICE.

Acerca de nuestro Instituto Costarricense de Electricidad, no olvidamos que, en el año 2009, el presidente Arias, llegado a Madrid aparentemente patrocinado por Unión Fenosa, ante ávidos explotadores trasnacionales de recursos estratégicos como telecomunicaciones y energía; declaró que, gracias a su hazaña del primer referendo, uno de los principales legados al país que se proponía su gobierno, era acabar con el ICE e INS4. A los cuales, desde allá, acorde con su dogma, los llamó “dinosaurios”. Y aunque paz y bronca sean conceptos opuestos, respectivamente la verborragia del entonces y actual líder gubernamental, refieren a “comandantes” de la misma guerra contra el Estado.

Si bien para el Siglo XX, la historia describe adelantos trascendentales y beneficiosos para la humanidad, periodo donde se plantea que nuestro país vivió sus mejores momentos poscoloniales; no se ignora que, también hubo acontecimientos críticos como las dos guerras mundiales y otros hechos de menor envergadura. A nivel nacional también hubo guerra y algunas crisis menores total o relativamente superadas; pero, el país avanzó y cosechó glorias significativas. Sin embargo, esa llamada crisis de los años 80, se acepta como determinante de un parteaguas, a partir del cual, transcurridas 10 administraciones de gobierno y lo que lleva la presente, no ha existido un solo gobierno digno y con la voluntad necesaria para asumir la continuidad del modelo de desarrollo trazado por nuestros próceres.

En ese contexto, es significativo citar el cuatrienio 1978-1982, sobre el cual, el doctor Oscar Aguilar Bulgarelli con la maestría que le caracteriza, escribe “Carazo, el último presidente”. Obviamente referida al gobierno del Dr. Rodrigo Carazo Odio, insigne abanderado de la soberanía nacional y acérrimo crítico del neoliberalismo y capitalismo salvaje hasta su muerte. Repito, ningún nuevo presidente volvió a levantar estas banderas; lo contrario sí. Por tanto, para consumar el asalto al Estado y con ello revertir a toda costa el avance del desarrollo nacional, se han empleado las estrategias más propias del oscurantismo; como son, las actuaciones contra la memoria histórica de la Nación, el patrimonio natural y el cultural; aunque quizás sean estas las menos visibilizadas.

En cuanto a la memoria histórica y lo que la Ley 7555 denomina Patrimonio Histórico y Arquitectónico de Costa Rica, damos una observación a lo que acontece con el emblemático Parque del Agricultor y su majestuoso Monumento al Agricultor. Bienes demaniales que, acorde con dicha Ley, poseen características que clasifican de hecho, tanto bajo la categoría de monumento como de sitio del Patrimonio Histórico y Arquitectónico Nacional. Obviamente por lo que fueron, antes de que se les dejara en el abandono (incumplimiento de deberes) y consecuentemente expuestos al vandalismo, hasta quedar subsistiendo en el evidente desprecio como se muestra hoy día5: desmembrados, ultrajados, invadidos y menguados. No obstante, su profundo simbolismo en el contexto histórico y sociocultural de nuestra Nación. Paradójicamente, el área del parque, aún bajo tales condiciones, muestra evidencias de constituir uno de los parques urbanos más observados y visitados por parte de la población del país y la visitante, aunque la mayoría desconoce su nombre.

Según la ley No. 4096 promulgada en 1968, el 15 de mayo de cada año fue constituido como el “Día del Agricultor Costarricense” (Artículo 1); tema sobre el cual, estableció responsabilidades directas para los Ministerios de Educación y de Agricultura y Ganadería. Y también, de acuerdo con el “Artículo 3º.- El Poder Ejecutivo deberá erigir un monumento que simbolice a los primeros colonizadores costarricenses. El Ministerio de Agricultura y Ganadería creará una comisión, que recomendará el tipo, presupuesto y ubicación del monumento”. Luego, para cumplir esta disposición, con la Ley 4584 del 04/05/ 1970, se dictaminó la forma de garantizar el financiamiento para la obra.  Así mismo, el decreto ejecutivo No. 30 del 29 de febrero de 1972, creó la Comisión antes citada, compuesta por 13 miembros representantes de diferentes organismos, en mayor medida vinculados con la vida rural; su encargo fue gestionar el proyecto hasta su etapa final.

De manera que, una vez instalada dicha Comisión, consciente de su alta responsabilidad, atinadamente, agenció el sabio consejo de historiadores, sociólogos, artistas y personas compenetradas de la vida del agro nacional; a fin de justificar la construcción de la obra, acorde con sus bondades y los aspectos fundamentales que debía representar. En cuanto al tipo de obra a erigir (el monumento), fueron expuestos trascendentes ideas y valoraciones de insignes hijos de esta Nación. Por ejemplo, las que describen al agricultor como el labriego que, desde los albores de la independencia, consagrado a la consolidación de su hogar, así como dueño de la tierra y de sus frutos y por tanto, amo de su propia vida; se echó en sus espaldas la gran tarea forjadora de la nacionalidad costarricense (Profesor Carlos Monge Alfaro)6.

Por su parte, el Dr. Luis Barahona Jiménez y el Lic. José Obdulio Cordero Solano, fueron coincidentes en resaltar el valor de la familia campesina como unidad sociológica con fuerte sentido de propiedad arraigado en la tierra; elementos de excepcional peso en la integración de la nacionalidad costarricense. Clara evidencia de que la nobleza de sus rasgos, así como actitud de emprendimiento y acción creadora, entre otros elementos; deberán estar representados en el monumento. Virtudes de esa histórica herencia que, a todos los miembros de la comunidad costarricense, nos corresponde resguardar celosa y apasionadamente, pero sin descuidar el deber de superar los defectos (Eugenio Rodríguez Vega). Y no ajena a las consideraciones anteriores, Doña Emilia Prieto Tugores, dijo, se trata del labriego sencillo que también, defendió con su vida un suelo y con el mismo “un sitio bajo el sol”. Además, si bien el Himno Nacional le rinde un merecido honor, “…hoy Costa Rica le debe al sembrador que nos dio patria, la consagración de un monumento”.

Una vez valoradas esas motivaciones la Comisión concluye que, en tanto el campesino “…seguirá siendo por muchos años, el brazo y corazón de la Patria, más que el hombre público o político más eminente tiene merecimientos para que su figura, se eternice en bronce para admiración y ejemplo de todas las generaciones de costarricenses”. Del cómo debería ser el monumento para honrar al agricultor y lo que representa su actividad en la vida nacional indefinidamente, en el documento final presentado quedó explícito: “Se sugiere que sea una escena viva, que al contemplarla, pueda dictar a todos un mensaje de aprecio y reconocimiento para los esforzados agricultores del ayer y para los sufridos y tenaces de hoy y del mañana, que arrancan de la tierra los alimentos básicos para la vida”.

Bajo esas premisas, la Comisión prosiguió su tarea comisionando un viaje a México hasta la propia residencia del más universal escultor costarricense: Francisco Zúñiga Chavarría (Don Paco); a proponerle personalmente que fuera el artífice del tipo de monumento ideado. Y si bien, se reveló que el proyecto tuvo adversarios aparentemente por el presupuesto a invertir, aunque no se conoce si también hubo opositores a la designación del artista; a pesar de las escazas referencias a esos hechos, está escrito acerca de los agravios contra el joven artista por parte de propios conciudadanos, respecto a una de sus obras expuesta en 1935. Hablamos de las acciones específicas contra la premiación al imponente Monumento a la madre y también, la destrucción de una pintura sacra que había creado en una pared de la Iglesia Santa Teresita7. Sin duda alguna, fueron heridas profundas que indujeron a su destierro, el cual, voluntario o no, paradójica e históricamente ha sido el destino de otros hombres y mujeres que, con su arte han horado el nombre de Costa Rica por el mundo.

Para regocijo de la misión viajante y honra de la Nación, en el mismo México, don Paco, plenamente consciente del significado y destino de la obra que le propusieron y convino, entre los años 1973 y 1978 dio forma y espíritu a dicha escena viva que como se dijo, al observarla tanto de cerca como a distancia, hace brotar profundos mensajes de gratitud y reconocimiento al agricultor de todos los tiempos; como sólo él supo crearla. Así nació el Monumento al Agricultor costarricense que, quizás como una añoranza del artista migrante de visita a su tierra natal, vino a rendir tributo a las raíces culturales de nuestra nacionalidad; una vez instalado por él mismo y luego inaugurado el 05 de mayo de 1978 en el idílico entorno natural de 3,48 ha; jurisdicción del cantón Alajuela.

Ese fue, o es parcialmente hoy, el espacio público que, cedido por el MOPT se constituyó en el parque urbano bautizado Parque del Agricultor; incomparable ventanal de Costa Rica hacia el mundo frente al aeropuerto Juan Santa María. Algo así como ante la mirada permanente del campesino Héroe Nacional Juan Santamaría, el que “nació en Alajuela y…”, cuya estatua (obra de Fernando Calvo), también tuvo un entorno natural que engalanaba su posicionamiento, antes de que al sitio llegara la “modernidad líquida”8 que, lo confinó a una esquina; quizás el rincón más apropiado para escombros de la onerosa nueva infraestructura aeroportuaria bajo explotación extranjera.

A partir de la anterior reseña, se da cuenta de que, con la inauguración de este Monumento, culminó exitosamente el mandato de gobierno, promulgado al más alto nivel en 1968; bienes ante los cuales alguna autoridad local o nacional, debió haber asumido la inmediata responsabilidad del mantenimiento y preservación óptimas tanto de la obra escultórica como su entorno natural (el parque urbano). Sitio de incesante visitación pública pero que, quizás pocos imaginarán del abandono hecho al mismo, pues a partir de algún momento, quedó a merced del incumplimiento de deberes por parte de deficientes administradores públicos y presa del hampa. Es decir, su corta existencia, también ha representado la tragedia incesante a la que han llevado al agricultor nacional. Más aún, cuando en el 2011 al cumplirse 33 años de inaugurado, las acciones ejecutadas que, parecían una rectificación para rescatar lo que estaba quedando de la obra escultórica; acabó semejando la mayor desmonumentalización9 que conocemos hasta hoy en este país.

Concretamente, a trece años de lo que parecía una hombrada tripartita por parte de los funcionarios que prometieron diligencia, presupuesto para restaurar y hasta la osadía de un nuevo sitio para reubicar parte de la monumental obra a la que llaman “el bronce”; todavía está en duda la legitimidad del acuerdo oficial y quién es el propietario del monumento10. Además, sobre lo que dejaron o quisieron hacer con el Monumento y su Parque, o el Parque y su Monumento; se supone que la Municipalidad de Alajuela, autorizó a un Club instalarse dentro del Parque, el cual, por gestionar el espacio recibe algunos dividendos y donaciones. Y durante el presente año, su área fue reducida por parte del gobierno para ampliación de la Ruta 1; también, se dice que, por la misma razón el Parque está destinado a desaparecer y hasta que lo “trasladarán” al Parque Metropolitano de Alajuela11, nueva obra ya planificada y presupuestada. Creemos que tal vez sea inaugurado el próximo milenio.

Acerca de la ampliación vial a costa del Parque, consultamos sobre la evaluación de impacto ambiental que debió mediar para determinar las alternativas que debieron valorar, pero, según las autoridades competentes, no hubo esa evaluación; en tanto, lo faculta las más recientes normas de efectiva regresividad, como la reforma a la ley general de caminos y el nuevo Reglamento de la EIA. Entiéndase que, ni siquiera el impacto ambiental por el movimiento de tierras fue técnicamente previsto.

En conclusión, si bien el Parque del Agricultor no ha desaparecido, queda demostrado que fue abandonado y menguado, así como, invadido; hecho “claro” y muy visible mediante una gigantesca valla publicitaria, la cual impacta dañinamente el paisaje12. Mientras el Monumento, desmembrado, mutilado, manchado y confinado a “mediana seguridad” en el MAC; donde la esperanza por recuperar en primer lugar su territorio, parece que trece años no son nada de tan agraviante situación. Los daños ambientales para el Parque en su área de influencia directa, tan solo por las obras viales, ya son irreparables, no obstante, se proyectan otras que conllevarán a la eliminación total del Parque.

Como deber moral, vale imaginarnos si aún estuviera físicamente don Paco, qué pensaría al ver lo sucedido con esta su monumental obra, o el también recordado historiador Osvaldo Valerín, quien con su característica pasión narró el agravio antes citado que recibió el artista, luego de la premiación a la obra Maternidad, Monumento a la madre13. Tal vez ya sea difícil creer que, en Costa Rica, haya autoridades sensatas que, ante este caso de evidente vandalismo criminal; ordenen una investigación profunda hasta dar con los responsables. En cuanto a la reacción a nivel oficial, decimos que algo similar a lo aparentemente sucedido hace pocos meses en Países Bajos, porque alguien escribió la palabra Gaza en el pedestal del monumento de Ana Frank14. Un legítimo recuerdo a la memoria histórica de la humanidad, pues en cualquier parte del mundo, escribir hoy este nombre, representa un “¡Basta ya!” contra el actual genocidio israelí estadounidense. El mismo grito que, en el plano nacional lo elevamos contra las oscuras rutas que destruyen a los Agricultores.

Referencias

  1. https://efe.com/andalucia/2024-04-18/la-agricultura-la-unica-profesion-que-es-un-estilo-de-vida-en-efeagro-punto-de-encuentro/
  2. https://www.puntoyaparte-ca.com/la-agricultura-un-oficio-sin-herederos/
  3. https://surcosdigital.com/en-tiempo-de-pademia-volvamos-a-la-tierra
  4. https://www.youtube.com/watch?v=H87sM_mmzKA

5.https://www.facebook.com/p/La-Agonia-del-Monumento-al-Agricultor-100067790345410/?locale=gn-PY

  1. Gobierno de Costa Rica, 1980. Ministerio de Agricultura y Ganadería. Informe Comisión Pro-Monumento al agricultor costarricense. Biblioteca-caja de publicaciones varias No.5.
  2. https://www.museocjv.com/franciscozunigasaboriobejarano.htm
  3. https://www.redalyc.org/journal/267/26745428014/html/
  4. https://museoroca.cultura.gob.ar/noticia/debate-sobre-la-desmonumentalizacion/
  5. https://musarco.wordpress.com/wp-content/uploads/2022/05/informe-jerry-gonzacc81lez.pdf

11.https://www.munialajuela.go.cr/cms/api/File/DownloadFile/OtherFiles/Perfil_Proyecto_Parque_Metropolitano_18-09-2023_13_25_30.pdf

12.https://www.reddit.com/r/Ticos/comments/ws3c1t/odio_con_todo_mi_corazón_tener_que_ver_una_valla/

  1. http://www.artecostarica.cr/artistas/zuniga-francisco/maternidad-monumento-la-madre
  2. https://www.crhoy.com/mundo/vandalizan-monumento-de-ana-frank-en-amsterdam/

De Palestina para Costa Rica y de Costa Rica para Palestina. El Doctor SASA

Rafael Ángel Sánchez

En el presente escenario mundial de condena a los regímenes de Israel-EEUU así como a sus cómplices de aquí y de allá por su actual genocidio de la Nación Palestina, hemos vivido la más reciente fecha de un 29 de noviembre; la cual, hace 46 años fue declarada como Día Internacional de Solidaridad con el Pueblo de Palestina por parte de las Organización de las Naciones Unidas. Un día para como bien se ha dicho, conmemorar mundialmente la causa nacional más universal. En nuestro caso, a pesar de la Costa Rica pacífica y democrática donde cada vez más personas duermen o prefieren “ver para el ciprés”. Un inmoral silencio de complicidad extendido hasta los niveles oficiales e inclusive académicos. Pero dichosamente en este país, todavía existen costarricenses que, como dijera Simón Bolívar, desafiando escollos hasta de instancias públicas persiguen “preservar su honor intacto”; y quienes con sus acciones han dicho presente. Es el caso del Colectivo denominado Red de Solidaridad con Palestina, cuyos integrantes convocaron y llevaron a cabo un concurrido, solemne y hermoso evento, no sólo por lo que representa y conmemoró, sino también porque tuvo como fondo, honrar la memoria y obra de un palestino-costarricense de profundas convicciones y coraje:

El doctor ABDULFATAH SASA MAHMOUD, quien según el Registro Civil nació en Palestina un 28 de agosto del año 1940, y lo decimos nosotros, el amor no sólo lo trajo a Costa Rica, sino que, con la naturalización como costarricense al contraer nupcias con la profesora y escritora Flora Eugenia Marín Guzmán, dieron origen a la familia de su vida. A la vez, como gran profesional y persona íntegra que fue, contribuyó sin descanso en el campo de las ciencias médicas de este país como médico cirujano, obstetra, ginecólogo y de la medicina laboral. Sólo Imaginemos, durante décadas cuántas madres asistidas y niños vieron la luz de este mundo por primera vez con el apoyo de sus conocimientos y devoción. Pero no fue sólo ésta importantísima área de la salud su ocupación profesional, también nuestra cultura recibió sus aportes como profesor de cultura y lengua árabe en la Escuela de Lenguas modernas de la Universidad de Costa Rica; y en tiempo extra, con incansable energía no desaprovechó espacios en los que, con base en su amplio conocimiento por sus vivencias e incesante estudio, se le invitara a exponer sobre la heroica lucha del pueblo palestino y su contexto geopolítico. Por lo tanto, es innegable que también en este país ayudó a enriquecer nuestra visión de mundo.

Durante la segunda mitad de los años 70 del siglo anterior, gracias a mi vida laboral como empleado en el Hospital San Juan de Dios, tuve la dicha de conocer a este gran hombre quien ahí trabajaba, y de conservar su gratitud por siempre, pues cada encuentro nunca dejó de ser motivo de un saludo cargado de afecto y alegría. Obviamente esa era su virtud en el trato a los demás y sin duda alguna, una razón del por qué, gozaba de singular simpatía, el cariño y la admiración del personal hospitalario. La imagen que mejor recuerdo de él en su desempeño la describo así:

El emblemático y también Patrimonio Arquitectónico de Costa Rica desde el año 1994 Hospital San Juan de Dios, con excepción de los edificios conocidos como de medicina y al menos en esos tiempos, poseía una infraestructura mayoritaria de tres niveles, en el primero y con frente al paseo Colón, estaba ubicado el servicio de emergencias, y en el tercero, a una considerable distancia y ubicación opuesta, casi frente a la avenida segunda, se localizaba la sala de partos. A la entrada a esta sala, había una oficina desde donde los encargados de atenderla debíamos confeccionar el ingreso administrativo de las madres que, por su condición de parto, con relativa frecuencia y obvia situación, en lo inmediato al ingreso por el servicio de emergencias, la lucha contra el tiempo por las vidas en riesgo, demandaba siempre una maratónica interna hasta la sala de partos.

De manera que, no es extraño imaginar que durante cada carrera de ese tipo y especialmente en los horarios nocturnos, el bullicio que se generaba entre los dolores de un parto a punto de ocurrir, las animaciones del médico acompañante y la camilla rodante; al oficinista en guardia no lo dejara de impresionar para no decir que asustarlo. Y aún más, cuando se trataba del doctor Sasa, por obvias razones de los acentos y las entonaciones de su voz propias de quien el español no es su lengua materna, más esto mismo unido a la pasión que él impregnaba en el ejercicio efectivo de la profesión; aunque para el funcionario hospitalario fueran situaciones cotidianas, los nervios de este escribiente y obligado espectador siempre experimentaban alzas. No obstante, el aparente escándalo, en términos de segundos se convertía finalmente en desbordante felicidad una vez escuchada la primera expresión del nuevo habitante de este mundo; y luego, la habitual sonrisa y algunas frases tanto de satisfacción como de agradecimiento por parte de este profesional protagónico en el alumbramiento, al despedirse de la madre y el personal de la Sala.

Hasta esos momentos de vivencias hospitalarias, este servidor no conocía de otras luchas del doctor Sasa. Sin embargo, pocos años después, ya no en el Hospital mencionado, sino ahora en una edificación de especialidades médicas del Instituto Nacional de Seguros (INS) y en ocupación similar, parte de mi desempeño, era preparar el expediente clínico y documentación afines para las consultas programadas a cada médico especialista, entre los cuales, también se encontraba el doctor Sasa. En dicha función me acostumbré a identificar el nombre del doctor como Abdulfatah Mahoumed Sasa, y no a como lo describe el Registro Civil; debido a la disposición de un sello que así confeccionaron y había que estamparlo en los documentos nuevos que sobre la consulta específica se adjuntaba al expediente. Y quizás por una especie de curiosidad de niño, cada vez que lo imprimía se me hizo costumbre determinar en el mismo lo grande que era como grande fue su persona; así como, diferenciar entre nombre y apellidos.

Pero esa, no fue digamos que algo así como la anécdota más recordada con él dentro del INS, pues en alguna fecha que no preciso si del año 1983 o 1984, lo cierto sí es que fue durante la administración gubernamental 1982-1986. Un período en cual, para los que somos más viejillos, recordamos que la conducta mayoritaria del costarricense con respecto a la Revolución Sandinista, experimentó un giro radical y opuesta a la precedente 1978-1982; una detestable situación que, con pocas excepciones se ha mantenido casi que hasta nuestros días y teniendo como protagonista principal al titular de la casa presidencial. Sucedió que, probablemente a iniciativa de las mismas instancias de gobierno, para un determinado día se empezó a promover en todo el país y su población, masivamente por los medios de comunicación lo que denominaron “un minuto por la Patria”; pues esta, según tales voces, se encontraba fuertemente amenazada por las fuerzas del mal representado por el “régimen Sandino-comunista de Nicaragua”.

Por lo tanto, llegado el día y la hora fijada 12 md, en los centros de trabajo y otros lugares de actividades con presencia de personas por todo el país, se debían suspender ocupaciones, ponerse de pie y en coro cantar el himno nacional al son del repique de campanas de iglesias y sirenas por todas las emisoras radiales y televisivas; más otros ruidos. Llegó el día y hora y así sucedió, en mi centro de trabajo todos los funcionarios se concentraron en la sala de espera de pacientes con quienes en el momento indicado conjuntamente cantaron el himno nacional, y por lo escuchado, fervorosamente finalizaron con vivas a la Patria y muerte a los representantes del mal. Pero, antes de volver a sus puestos, identificaron que en la escena hubo dos “traidores”: uno este servidor, y el otro un médico que les parecía comunista.

Les confieso que por mucho rato permanecí silencioso en el escritorio y casi que inmóvil, escuchando con tremendo susto el “patriotismo” de los compañeros. Pocos días después, se acercó a mi escritorio el doctor Sasa y sin decir por qué, pero sí con cierta malicia, preguntó si el día del bullicio me había pasado algo; a lo cual le respondí que no más de un susto. Su respuesta fue: “pendejos, a eso y mucho más puede llevar la ignorancia, pues no saben y probablemente tampoco les interese, conocer lo que es sufrir vejámenes como tener que hasta beber su propia orina, observar asesinar a familiares, o ser despojados y expulsados de sus tierras hacia el extranjero donde no eres nadie con su más legítimos documentos de identidad, pues no se los validan”. Varias cosas más platicamos en ese momento y en otros encuentros posteriores. Y confieso, con él entendí mucho más de lo poco que conocía de Palestina y las infinitas razones del coraje con que defendía su causa. Por ejemplo, hace aproximadamente diez años, en el programa “Sobre la Mesa” del Canal 15 UCR, ante una pregunta de la periodista Natalia Rodríguez respecto al tema “Siria y juegos de poder en Medio Oriente” sobre el cual exponía junto a otros invitados respondió:

“La sangre no se borra así con un poco de agua o un poco de jabón, eso queda para siempre, especialmente para quien según su mentalidad no olvida a sus muertos y trata siempre de buscar la venganza para ellos; por eso, siempre queda ese odio grande en el corazón de todos los árabes y en todos los países árabes por los muertos que hemos tenido”.

Tan sólo a partir de lo que describo, concluyo que, el doctor Sasa fue un hombre que durante su existencia física cultivó con su lucha los principios supremos por la vida y la justicia. De manera que, al reseñar esta modesta semblanza, traigo a mi memoria la histórica y sin igual referencia que, para todos los tiempos pronunciara Fidel en uno de sus discursos cuando entre mucho más señaló: “…revolución es no mentir jamás ni violar principios éticos; es convicción profunda de que no existe fuerza en el mundo capaz de aplastar la fuerza de la verdad y la ideas…”

Y finalizo creyendo o más bien imaginando sin ninguna duda a la equivocación que, si una de las pasiones del doctor Sasa fue poner sus manos y conocimientos al servicio de la mayor ternura del mundo: los niños, así como de sus madres, cómo estaría hoy su corazón con lo que en estos tiempos sucede a los niños de Gaza. Los niños, a los que también su esposa Flora Eugenia, con ángeles y marionetas abraza con exquisitez en sus obras.