Vergonzosa contaminación hacia el Pacífico

Freddy Pacheco León

Las playas Tárcoles, Bajamar, Tarcolito y Guacalillo, son receptoras permanentes, más en época lluviosa, de los desechos que recibe el río Grande de Tárcoles, el más contaminado del istmo centroamericano.

Río receptor de las peores inmundicias captadas desde el valle central, a lo largo de los recorridos de los inmundos ríos María Aguilar, Torres, Virilla, y afluentes.

Dolorosamente, los desechos sólidos y líquidos, de los vertederos de basura, se unen a los de la deficiente planta de tratamiento del AyA en tajos de la Uruca, e incontables «aportes» directos de aguas negras, descargas de fluidos de tanques sépticos y basureros clandestinos.

¡Basurero conocido y desdeñado por las autoridades ambientales y sanitarias!, que desemboca en el mar, al lado de esas, comprensiblemente, poco visitadas playas.

El esfuerzo que buenos compatriotas hacen, por recolectar plásticos en ellas, principalmente, es poco «rentable», pues en pocos días la situación «se normaliza», en virtud de que no es un asunto de visitantes cochinillos, sino de los residentes metropolitanos, que estamos a unos 70 u 80 km de la desembocadura del río, cerca de la boca del golfo de Nicoya.

Cabe mencionar, que la barda instalada para recoger desechos plásticos hace un año, con la participación de un organismo de la ONU, y empresarios privados, recogió una tonelada de plásticos en 12 meses, pero que ello no es suficiente, pues no se capturan partículas menores, ni los lixiviados de la basura, así como las aguas negras, desechos de tanques sépticos ni los contaminantes, que salen de la planta Los Tajos del AyA.