Tractacus de paleontología

Manuel Hernández

“El dinosaurio se come al hombre” (Jurassic Park)

No hace mucho, volví a ver Jurassic Park, y no me quedó la menor duda que una de las especies patronales más cavernarias del planeta Tierra, es la vernácula clase empresarial de Costa Rica.

No es prejuicio, ni mucho menos un cargo gratuito contra esta singular orden patronal. Esta afirmación se puede sostener recurriendo a 3 registros recientes, a manera de inequívocos ejemplos demostrativos, que retratan de cuerpo entero, desde la cola hasta la cabeza, el material filogenético del que está compuesto la gran mayoría de las cámaras empresariales.

1.- El Convenio N°190 OIT, sobre la violencia y el acoso laboral, fue adoptado en la Conferencia Internacional N°108, celebrada en 2019.

Este convenio internacional recoge el clamor global de millones de personas trabajadoras, cuya aprobación logró un altísimo consenso en la Conferencia: 439 votos a favor y tan sólo 7 votos en contra (¡ya podrán imaginarse de quién fue uno de estos votos negativos!).

El Convenio N°190 OIT reconoce el derecho de la persona trabajadora de realizar su actividad profesional, en un ambiente seguro, libre de toda conducta hostil, acoso laboral o sexual, que afecte su dignidad, que incluye la violencia por razón de género.

Lamentablemente uno de aquellos pocos votos negativos, fue el de la glamurosa delegación del sindicato patronal-empresarial de Costa Rica, que de sobra es conocida su rabiosa y permanente hostilidad contra la clase trabajadora.

La violencia empresarial contra las mujeres trabajadoras, se trata de una práctica patronal común, exacerbada en esta época de pandemia, que también ha profundizado la desigualdad estructural en las condiciones de trabajo entre hombres y mujeres.

Las empresariales costarricenses, transnacionalizadas, una y otra vez, han boicoteado la aprobación de este convenio internacional de derechos humanos.

2.- En nuestro país, en el año 2018, paradójicamente se aprobó el Acuerdo de Escazú.

Los especialistas afirman que el Acuerdo de Escazú constituye un instrumento moderno de gobernanza y protección ambiental.

Además, este Acuerdo garantiza la participación ciudadana y democrática en materia ambiental.

No obstante su importancia, las cámaras patronales conservadoras la emprendieron contra este Acuerdo, oponiéndose a que sea aprobado por la Asamblea Legislativa, cuyo espurio cometido hasta ahora han logrado cumplir.

De esta manera, Costa Rica se suma al concierto de los países más retrógrados en material ambiental, que todavía se resisten a aprobar el Acuerdo de Escazú.

3.- Las mismas patronales de esta parte de Mesoamérica, que se oponen al Convenio N°190 OIT y al Acuerdo de Escazú, impulsan un regresivo proyecto de ley, que no tiene ningún precedente en la historia, por lo menos en la historia moderna.

Más allá de una simple flexibilización de las jornadas de trabajo, promueven frenéticamente un proyecto de ley, que implica, en definitiva, la extinción de la jornada de trabajo de ocho horas por día, una conquista que costó mucha sangre y vidas de las personas trabajadoras.

Este proyecto, amén de resultar contrario a nuestra Constitución Política, causará una gravísima afectación en las condiciones de vida de los trabajadores, principalmente contra las mujeres.

Pues bien, este rápido mapeo de los rasgos geológicos de las empresariales, sustentando en los anteriores registros, nos permite sostener que las patronales costarricenses se quedaron rezagadas o pérdidas en la evolución de las especies y el desarrollo de la civilización.

Los dinosaurios se extinguieron de la faz de la tierra hace más de 60 millones de años.

No obstante, en Costa Rica sobrevive o fue clonado un “fósil”, cómo en la película de Spielberg, que ojalá suscite el interés de los paleontólogos contemporáneos, porque es una especie petrificada y salvaje, digna de ser estudiada por la Historia Natural.

Fósil viviente del Siglo XXI, en pleno siglo de la Inteligencia Artificial, que se mantiene a costa de la destrucción de los derechos de la clase trabajadora, que menos le importa la conservación del planeta, qué si Humboldt o Darwin estuvieran vivos, se darían gusto estudiando este linaje sobreviviente de los tiranosaurios.

¿Será por este motivo, qué el Parque Jurásico se construyó en la Isla Nublar, una isla ficticia, a unas 120 millas de Costa Rica?

Pero lo que no es ficticio, es que los instintos devoradores de las patronales costarricenses no han evolucionado, ni un poquito, y se quedaron atrapadas en el remoto Cretácico.

 

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