UCR: Coloquio propone nuevos abordajes de la violencia

El espacio señaló el impacto de las políticas neoliberales en la profundización de las desigualdades sociales

Un altar, al estilo propio de la celebración mexicana del día de muertos, trajo al presente la muerte de Tonito, un niño de dos años y de origen nicaragüense, que falleció en la localidad de Los Chiles en el año 2015. Foto: Dennis Castro.

Estudiantes, investigadores, docentes y público en general se reunieron en la Universidad de Costa Rica (UCR) para analizar por medio de investigaciones, ponencias y hasta expresiones artísticas la necesidad de articular redes de trabajo y plantear nuevas formas para el abordaje de la violencia social.

El espacio se denominó “Coloquio: Prácticas sociales violentas y subjetividad” y tuvo lugar el 27 de setiembre. La directora de la Escuela de Psicología, Teresita Ramellini, celebró la consolidación de la iniciativa y señaló la urgencia de crear investigaciones y acciones sociales que aborden estas temáticas.

“Como universidad pública nos guía el compromiso de contribuir con las transformaciones que la sociedad necesita para el logro del bien común, la consecución de justicia social, de equidad, de desarrollo integral y justicia social, de libertad e independencia plena”, afirmó la académica.

Por su parte, la directora del posgrado en Psicología, Marietta Villalobos, señalo el interés de articular redes de apoyo a partir de las experiencias de trabajo en comunidades y de plantear una reflexión crítica sobre el recrudecimiento de las tensiones entre los sectores populares y las hegemonías de corte neoliberal.

“Durante los últimos 40 años hemos visto el debilitamiento del estado social de derecho, de ahí que hoy, lamentablemente, Costa Rica ocupe el noveno lugar del mundo con mayor desigualdad económica y esto plantea un panorama muy oscuro en violencia social”, señaló.

La psicóloga comunitaria Helga Arroyo afirmó que la situación de suicidio de jóvenes en Talamanca es resultado de un “contexto de profunda exclusión y violencia”. Foto: Dennis Castro.

Rostros y escenarios de la violencia

El primer panel de discusión del espacio estuvo a cargo de la docente y psicóloga comunitaria, Helga Arroyo; la psicoanalista y coordinadora del Programa de Investigación en Violencia y Sociedad, Mónica Vul, y de la actriz, María Luisa Garita, quienes perfilaron diversos rostros de la violencia social en el país.

Arroyo compartió con los presentes reflexiones generadas a partir del trabajo que realiza en el territorio indígena bribri en el cantón Talamanca, a donde llegó desde el año 2015 por medio de un proyecto de investigación de la Escuela de Psicología.

Asegura que se acercó a la localidad para tratar de entender “lo que le estaba doliendo”, pues desde el 2014, Talamanca declaró emergencia cantonal ante la creciente tasa de suicidios entre la población joven. La localidad registró ese año 47 intentos y 11 suicidios, de las 302 muertes de este tipo en el país.

Según la académica, a partir del proceso de investigación y acción participativa, fue posible determinar que la situación es resultado de un “contexto de profunda exclusión y violencia”, como lo refleja sus índices de pobreza y la posición que ocupa en los índices de desarrollo humano y social.

Arroyo asegura que se trata de un territorio atravesado por prácticas sistemáticas de dominación, colonización y destrucción que han consolidado desigualdades sociales, políticas, culturales y económicas.

La psicoanalista Mónica Vul señala la urgencia de encontrar otras vías posibles para acercarse a las comunidades y poblaciones que enfrentan situaciones de violencia. Foto: Dennis Castro.

“Los resultados de nuestra investigación revelaron que los factores incidentes del suicidio en el territorio indígena bribri están vinculados con esta herida, una herida zanjada a través de prácticas históricas y sistemáticas de colonización, dominación y violencia”, enfatizó.

Asegura que tales acontecimientos han impuesto una dinámica de dominación que transforma sus formas de vivir y ver el mundo, un proceso histórico de violencia sistemática que los enfrenta en la actualidad a otras manifestaciones y tensiones como resultado de los procesos de globalización.

“Los jóvenes están en medio de una cultura occidental que está tratando de imponerse desde diversas prácticas colonizadoras, pero que a la vez los excluye, y de una cultura interna adultocéntrica que dice que todos los jóvenes están perdiendo su cultura”, señaló Arroyo, quien asegura que en este contexto, la muerte es vista como la forma de acabar el sufrimiento de una vida sin conexión ni existencia.

La psicoanalista Mónica Vul le dio otro rosto a la violencia desde la realidad que vive la comunidad de “El rótulo”, localizada en el distrito de Cariari, en Pococí de Limón, donde las problemáticas sociales enfrentan a su población a una serie de etiquetas sociales y abordajes de criminalización.

“Allí viven jóvenes, mujeres, niños, niñas y se producen entre ellos homicidios, ventas de drogas, intoxicaciones, adicciones a todo tipo de drogas y alcohol. Múltiples manifestaciones de violencia contra las mujeres y sus cuerpos, altercados violentos entre grupos y también suicidios”, explicó.

La actriz María Luisa Garita planteó las posibilidades que ofrece el arte, particularmente la disciplina del performace, para sensibilizar y reflexionar sobre las diversas manifestaciones de violencia social. Foto: Dennis Castro.

Frente a este escenario de violencia social, la académica señala la urgencia de encontrar otras vías posibles para acercarse a la comunidad, pero sobretodo, para escuchar y leer las realidades que viven sus pobladores en los diversos espacios de su dinámica cotidiana.

“El rótulo es la comunidad, pero es también la etiqueta de adicto, criminal, delincuente, prostituta y muchos otros, por eso planteo el cuestionamiento a los binarios, lo bueno y lo malo, la necesidad de un abordaje desde poner el cuerpo, desde la escucha, desde el estar allí”, enfatizó.

La especialista afirma que, lejos de quedarse en los datos, prefirió entrar y escuchar el sentir de la comunidad, para buscar alternativas que rompan con el discurso mediático, psiquiátrico, médico o jurídico que a su criterio “criminalizan, judicializan, patologizan lo que pasa en la comunidad” para explicar las violencias y banalizar el problema.

 Finalmente, la actriz María Luisa Garita abordó un caso de infanticidio ocurrido en el país para evidenciar las posibilidades que ofrece el arte, particularmente la disciplina del performace, para sensibilizar y reflexionar sobre las diversas manifestaciones de violencia social.

A partir de la elaboración de un altar al estilo propio de la celebración mexicana del día de muertos, Garita trajo al presente la muerte del Tonito, un niño de dos años y de origen nicaragüense, que falleció en la localidad de Los Chiles en el año 2015, como resultado de golpes y torturas físicas por parte de su padrastro.

Los asistentes al Congreso fueron invitados a caminar con velas encendidas dedicadas a un niño ausente, Tonito, como parte del esfuerzo de la artista creadora por generar un espacio donde “la idea del cuerpo simbólico está ejecutando cosas”.

El altar estuvo acompañado de un intenso sonido de llanto, que irrumpió en el espacio de socialización que desarrollaban los asistentes en el marco del congreso, quienes posteriormente fueron invitados a caminar con velas encendidas dedicadas al niño ausente.

“Las palabras no son constantes, son performativas porque permiten crear una realidad y con un acto de nombrar estoy creando una realidad”, afirmó la actriz, quien reconoció su intención de generar un espacio donde “la idea del cuerpo simbólico está ejecutando cosas”.

A criterio de la artista, los estudios del performance pueden convertirse en una herramienta para analizar las temáticas relacionadas con la violencia social. En esta ocasión, se abordó “el cuerpo como archivo, como categoría de estudio que documenta algo”.

“En este caso, el cuerpo del niño se convierte en un archivo de la violencia, un archivo del despojo, un archivo de la exclusión, un archivo de la desigualdad”, concluyó Garita.

El coloquio fue organizado por la Escuela de Psicología, el Posgrado en Psicología, la Escuela de Trabajo Social, la Vicerrectora de Acción Social, el Programa Interdisciplinario de Estudios y Acción Social de Derechos de la Niñez y la Adolescencia (Pridena) y el Programa de Investigación en Violencia y Sociedad (PIVS).

 

Andrea Méndez Montero

Periodista, Oficina de Divulgación e Información

Información tomada de: http://www.ucr.ac.cr/

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