Luis Paulino Vargas Solís
La entrevista de André Garnier, ministro de Coordinación Económica del Carlos Alvarado, para el Semanario Universidad es algo verdaderamente bochornoso.
La que más ha atraído la atención es su afirmación de que “Costa Rica tiene un salario mínimo muy alto”. Si es escandalosa la insinuación implícita de que habría que disminuirlo, el agravio empeora si recordamos que unos 490 mil trabajadores y trabajadoras (23% de la población ocupada), reciben un ingreso mensual inferior al salario mínimo.
Pero hay algo más que es importante subrayar: este señor reitera propuestas que intentarían reducir costos, pero nada o casi nada destinado a promover una mayor productividad. Esto último posibilitaría elevar la rentabilidad empresarial y, al mismo tiempo, mejorar el ingreso de las personas trabajadoras. Sería, digámoslo así, la vía progresista. En cambio Garnier apunta hacia el “dumping social”: degradar la seguridad social, las condiciones laborales y los salarios para así restituir la rentabilidad.
Encima, este sujeto –todo un ministro de gobierno –se atreve a afirmar que estamos “…entre los países que tienen las cargas impositivas más altas del mundo”. Para la gente pobre y los grupos medios la carga es ciertamente considerable. Para los sectores más ricos no. Los impuestos sobre ingresos y utilidades (en parte importante pagados por la clase media profesional del sector público) representan un 4,9% del PIB de Costa Rica. El promedio respectivo para los países de la OCDE es 11,4% (29% en Dinamarca).
Pero nada como la forma cínica y desfachatada como este personaje hace apología de los paraísos fiscales y justifica las prácticas sistemáticas –suya y de su familia– de ocultamiento de la riqueza en esos lugares destinados a la delincuencia fiscal.
Me deja perplejo que esto no haya generado reacción alguna en ámbitos legislativos (excepto Villalta) ni sindicales.
Compartido con SURCOS por el autor y publicado además en su página de Facebook.
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