Wall Street abrió otro frente en la guerra del agua

Nota periodística de La 99.3

El agua del estado norteamericano de California empezó a cotizarse en los mercados de futuros de Wall Street, y aunque la información se ocupó de aclarar que los contratos son puramente financieros y no requieren entrega física del elemento, la novedad abre “un escenario en el que efectivamente se va a agudizar la condición del agua como mercancía, y como tal va a entrar en las disputas relacionadas con cualquier forma de crecimiento económico, con cualquier forma de producción, con cualquier forma de comercio de bienes y de productos en el mundo, y esto es lo realmente peligroso”, advirtió el sociólogo costarricense Osvaldo Durán Castro.

Investigador, docente en la universidad pública Tecnológico de Costa Rica, decidido defensor de las causas ambientales, Durán Castro le explicó a Contala como quieras “cuál es la dinámica en que el agua está entrando. Aquí entran todos los metales: oro, plata, cobre, aluminio, acero, hierro, uranio. Incluso se cotizan y se venden futuros basados en la temperatura de la Tierra, en las lluvias, en las nevadas, en los huracanes, porque son posibles riesgos que se van a correr. En esa dinámica se está metiendo el agua”.

La explicación requiere de una diferenciación básica: los mercados Spot o físicos, en los que se cotizan precios de compra y venta “pagando la materia como tal en un momento determinado y de inmediato”, y los futuros, también llamados “fordwards”, en los que hoy se pactan transacciones que establecen precio, cantidad y vencimiento a determinado plazo.

Estos últimos son “un pago de derechos a futuro sobre una mercancía en sí que no es, como tal, que se va a comprar y vender un poco de agua: se pacta un negocio, se pacta en este caso un producto a un precio y a un plazo de discusión del contrato. De tal forma que, como dicen los más optimistas y los que impulsan esto, es una garantía para que, como algunas noticias han dicho, los agricultores, los municipios o las empresas podrán protegerse de los cambios en el mercado del agua. En realidad, para mí no es una cosa de que venga a protegerse sino más bien que lo que se hace es un camino de especulación”, sostuvo.

La cotización del agua fue lanzada en la Bolsa neoyorquina por CME (Chicago Mercantile Exchange) Group, “que creó el índice NQH2O (Nasdaq Veles California Water Index), basado en un indicador de precios de los futuros del agua en California que cotiza a cerca de 500 dólares por acre-pie, una medida de volumen utilizada normalmente en Estados Unidos equivalente a 1.233 metros cúbicos.

Aunque el índice está basado en los precios de las principales cuencas fluviales de California, donde la escasez de agua se ha agravado en los últimos años, ese valor podrá ser usado como referente para el resto del mundo en los mercados del agua.

Estos contratos de futuros no requieren entrega física de agua y son puramente financieros, basados en el precio semanal promediado entre las cinco principales cuencas de California hasta 2022. Según CME Group, permitirán una mejor gestión del riesgo asociado a la escasez del agua y realizar una mejor correlación entre oferta y demanda en los mercados.

“Esta es una compañía, la más grande del mundo, que maneja acciones en bolsa para cotizar cualquiera de los bienes que son letales en la Tierra. Es una fusión de varias compañías de los Estados Unidos que transan en la Bolsa de Nueva York, en la Bolsa de Chicago y en otros lados que prácticamente consolidan el manejo de mercancías en el mundo. Hablo de mercancías, de que aquí se transa el agua como se transan contratos a futuro sobre productos agrícolas”, aclaró.

“Estamos hablando de un nuevo paso en la escalera de una disputa global y nacional sobre el dominio del agua: la disputa es el agua como bien de dominio público, como derecho humano de los pueblos frente a las distintas vías de la privatización. Pienso que los países más bien deberían estar haciendo esfuerzos enormes y totales para asegurar que el agua sea, efectivamente, un bien y no una mercancía”, reclamó

Recordó que “cuando hablamos del agua hablamos casualmente de un elemento fundamental para la vida, y los diagnósticos que se pueden hacer son muy parecidos, no importa si vienen del Banco Mundial –que ha contribuido a la privatización del agua por distintas vías– o si vienen de organizaciones no gubernamentales o del gobierno. Lo cierto es que hay más de dos mil millones de personas que no tienen servicio de agua, hay más de 4.200.000 personas en el mundo que no tienen ni los mínimos seguros de saneamiento”.

Durán Castro advierte sobre distintas formas en que el capital privado se ha adueñado del aprovechamiento de ese bien que debería resguardar el Estado como garante de la calidad de vida de todos quienes lo habitan: “Las concesiones han sido en toda América Latina una vía mediante la cual los Estados dicen que mantienen el dominio sobre los bienes públicos, pero en realidad los están prestando, los están alquilando y muchas veces los están regalando, donando para que el capital privado, en sus distintas modalidades, lo utilice como medio de enriquecimiento”, señaló.

“En todos los países nuestros y en todo el mundo también tenemos formas de agua privada, por decirlo de esta manera. Y el agua privada se comporta como tal», consideró, para citar enseguida el ejemplo de la energía hidroeléctrica, «utilizada por empresas locales, nacionales o transnacionales para generar electricidad de carácter privado que luego es vendida a las poblaciones, ya sean nacionales o que se exporte para lucrar con esta energía”.

Específicamente para la Argentina, y en conjunto con los territorios de Paraguay y Uruguay y el sur de Brasil, el entrevistado apuntó a “lo que ya ha llegado a llamarse la república de la soja transgénica: el maíz, la soja, la harina de soja, el aceite de soja, el arroz, la palma, el cacao, el café, el algodón, el azúcar, para decir algunos productos, se transan y se venden como futuros en el mercado, y eso evidentemente permite que compañías transnacionales controlen”.

El abanico abarca otras regiones, y es fácil advertirlo cuando el experto invita a pensar “qué otras cosas se transan en este tipo de empresas, de ventas de títulos, por decirlo así, valores a futuros para controlar productos: todos los productos que tienen que ver con petróleo en sus distintas formas, el gas natural… Estamos hablando de fracking”, una tecnología que insume cantidades descomunales de agua.

«Si usted toma por ejemplo la enorme Cuenca del Plata, que prácticamente viene de Brasilia, incluye todo Paraguay, países como Bolivia y llega hasta Puerto Madero en La Boca, estamos hablando de 1.194.000 kilómetros cuadrados que están por debajo de la tierra. Es como si usted juntara todo el territorio de España, Portugal y Francia, y dijera que todo eso es el Acuífero Guaraní. Estamos hablando de una cantidad de agua que ya se explota, que ya se utiliza en términos de comercio, que incluso se exporta a algunos países”, consideró.

Para el experto, «cuando, por ejemplo, se permite el uso de la tierra, del agua, del aire, cuando se permite el uso de los territorios, incluidas las poblaciones, para explotaciones tan grandes como la soja en países como Argentina, estamos hablando de cesión de soberanía nacional«.

«Cuando digo cesión de soberanía nacional hay que verlo a partir de los impactos que esto tiene sobre la gente que allí vive. A partir de los impactos negativos que tiene esto sobre la naturaleza, sobre el agua, sobre los bosques que se destruyen, sobre la salud de las personas. Es decir, cómo, por ejemplo, en la zona Norte de la Argentina se encuentran cantidades desproporcionadas de elementos venenosos, como los utilizados en la minería, en la sangre de las personas y en la leche materna; (ahí) ya estamos hablando de impactos que son brutales en la vida cotidiana, en la salud, en la integridad de las personas y eso es lo que estamos perdiendo. Cuando se permite utilizar el agua de esta manera haciendo contratos y convenios estamos hablando de una explotación que ya es efectivamente comercial en contra de las personas«, señaló.

“Cuando los países ceden jurídicamente para que haya tratados que vulneran los territorios nacionales que quedan en condiciones para cierto tipo de inversiones que, efectivamente, donan los recursos para que sean utilizados comercialmente por otros países y potencias, ahí estamos hablando de pérdida de espacios de soberanía, de pérdida de los espacios de controles nacionales”.

“El fondo de todo esto es que se agudiza la competencia entre los usos del agua”, afirmó. Para Durán Castro «estamos viendo cómo el agua entra en una disputa que tiene que ver con el control de territorios y con el control de un elemento fundamental».

 

Compartido con SURCOS por Osvaldo Durán Castro de la Federación Ecologista (FECON) y docente en el Instituto Tecnológico de Costa Rica.