Mi cuerpo laxo
de espaldas contra el suelo.
Miro el hastío de las nubes,
esa forma en que se reparte
el infinito en fragmentos
coronando el estadio
de un mundo mejor.
Faltan solo 10 segundos
para decirle adiós al año viejo.
¡Las doce camaradas!
Llevamos consigo la confusión
del otro tiempo,
un segundo ciclo lunar/solar
antojadizamente enfermo
por el SARS-2, por el COVID-19.
Las agujas de los relojes
conspiraron al unísono.
La pesada herrumbre
destempló las campanas.
La luna nueva
se tomará su descanso
el sábado 1 de enero,
para desplegar su alumbramiento
al segundo día del 2022.
La playa, la montaña, la ciudad,
-como siempre-,
aspiran a un suave descanso.
Un golpe de misiles
en algún desierto,
emplaza la paciencia
de las superpotencias
que apuestan erráticamente
a una III Guerra Mundial. La plaza Roja,
luce vacía,
como las demás
plazas del mundo.
Reclaman en su grama verde
en el azul transparente
de las banderas
en blanco de las palomas
un poco de paz a destiempo.
Los celulares
agotaron su batería
por tanta luz en las fotos.
La recién
borrada historia del año anterior
anuncia trémula
unas elecciones.
Los rotativos vuelven
a su magia mediática y sarcástica,
la sangre de las noticias
tiñe las manos
de las y los fiebres lectores
-ya pocos en este siglo-
de Millennials y Generación “Z”.
El lunes tres
Hago un esfuerzo sostenido
para recordar cuales fueron
aquellos nobles propósitos.
En verdad, no los recuerdo.
Vuelvo mis ojos al horóscopo maya.
Al último párrafo del libro:
“Viaje al sexto sol”,
a los ejemplos de desapariciones
en la “Ruta del polen”,
en su página 305.
Grito sin ningún reparo,
vaciado de dialéctica:
¡¡¡Feliz año nuevo!!!
Un eco burlón apostó su risa
en la ruta de la tarde.
León Triba., San Ramón 29 dic 2021