El gobierno de Luis Guillermo Solís se queda sin oxígeno

El gobierno de Luis Guillermo Solís se queda sin oxígeno

Luis Paulino Vargas Solís

En los últimos días de octubre, La Nación publicó algunas notas donde hacía referencia a la presunta ruptura –o cuanto menos alejamiento- entre el gobierno de Luis Guillermo Solís y los sindicatos. Por esas mismas fechas el presidente andaba por Canadá en otro “viaje de negocios”, muy en la usanza que se ha hecho familiar en Costa Rica, cuyos primeros mandatarios –y mandataria- se han convertido en una especie de agentes de venta dedicados 24/7 a mercadear al país ante posibles inversores extranjeros. El periplo canadiense de don Luis Guillermo coincidió con la convocatoria de huelga por parte del sindicato de JAPDEVA y todo el despliegue policial comandado por el señor ministro de Seguridad y la acción rompe-huelgas de la señora presidenta ejecutiva de JAPDEVA que, como es bien sabido, han sido las respuestas oficiales ante el movimiento huelguístico. Tanto el viaje del presidente como estas reacciones ante la huelga han gozado del más entusiasta apoyo por parte de la prensa comercial, las cámaras empresariales y las élites políticas. Igualmente don Luis Guillermo y su gobierno ha recibido los más cálidos parabienes por parte de esos sectores del poder con motivo de su “firme negativa” a renegociar la cláusula 9.1 –que concede un privilegio monopólico- del contrato con la transnacional holandesa APM Terminals en relación con la concesión de los puertos del Caribe. Se comprende, pues, cuán oportuna –y acaso acertada- resultaba la nota de La Nación sobre el aparente alejamiento entre gobierno y sindicatos

Las semanas previas a los acontecimientos que acabo de reseñar fueron de acaloradísimo debate legislativo en relación con el proyecto de presupuesto presentado por el gobierno. Bajo el enérgico liderazgo de Ottón Solís, esa propuesta presupuestaria ha sido espulgada de la forma más meticulosa e implacable de que se tiene memoria desde la Edad de Piedra. Tijeras, machetes y hachas pasaron a ser las herramientas que brillaban -amenazadoras y sedientas de sangre- sobre las curules diputadiles, en lo que pareciera ser una competencia por ver quién lograba infligir una mutilación más grotesca al presupuesto. Aunque, como es obvio, uno solo ha sido el campeón indisputable en este torneo: el señor Ottón, desde luego.

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La “operación recorte” aplicada en el ámbito legislativo -con pleno respaldo empresarial y mediático- ha tenido, según interpreto, una finalidad principalmente disciplinante. Como a la vieja usanza: al mocosito pizpireto y tequioso se le da su buena zurra para que “tenga fundamento” y no ande por ahí causando estropicios.

Pues el caso es que don Luis Guillermo y su equipo ministerial se lanzaron a la aventura de transfundirle un poquito de sangre a instituciones o programadas hace largo tiempo desahuciados por los sucesivos gobiernos del bipartidismo PUSC-PLN. Parece que ese fue, entre otros, uno de los factores que han contribuido a elevar el déficit fiscal previsto para el año venidero aunque no, ni de lejos, el principal (innegablemente el efecto mayor proviene de vencimientos de deuda pública que tienen lugar en 2015).

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Se me hace que, pensando en su promesa electoral de “cambio”, el presidente intentó honrar el compromiso de ese modo. Acaso bien intencionadamente –y con su dosis de ingenuidad- se pensó que ésa sería la vía de menor resistencia relativa. Porque la otra opción –la opción heavy- de cuestionamiento a la ya rancia y tradicional estrategia económica neoliberal y propuesta de una reorientación más o menos significativa, es algo que el gobierno ni tan siquiera ha insinuado. Todo lo contrario, puesto que el propio presidente se ha esmerado por dar cumplidas muestras de que su propósito es mantener incólumes los pilares centrales que sostienen esa estrategia.

Mi hipótesis, pues, es que se intentó tomar un atajo: tratar de hacerle algunos remiendos a la casa por medio de un pequeño fortalecimiento presupuestario a favor de las viejas –y hoy ya destartaladas- instituciones del Estado social y desarrollista. Que de lograrse tal cosa, don Luis Guillermo creía que podría haber rajado ante el país diciendo que estaba “cumpliendo” con su promesa de cambio.

Pues no. El carajillo estaba que babeaba con su helado a punto del primer chupetazo cuando llega Ottón Solís –y a su lado la UCCAEP, la prensa comercial y el resto de las élites políticas (con la excepción del Frente Amplio)- y de un solo manotazo se lo arrebatan.

(“Pues que se ha creído el mocoso este ¿que nos iba a vacilar con su piñatita presupuestaria? JAMÁS»).

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A don Luis Guillermo y su gobierno se les ha aplicado –por interpósita mano de don Ottón- un severo escarmiento. La brutal ofensiva desatada contra el presupuesto ha sido una llamada de atención rotunda y sin contemplaciones.

Y, por ahora, parece que el presidente y su gente han entendido el mensaje y están en proceso de asimilar la lección. No tanto lo del business travelpor tierras canadienses, el cual ya había tenido sus antecedentes, acorde con el interés por darle continuidad a la política económica vigente. La cuestión se observa más bien en relación con la “firmeza” de que se hace gala en procura de preservar la inmaculada y virginal concepción de la seguridad jurídica de los inversores extranjeros (caso APM Terminals), la igualmente indómita perseverancia con que se busca reprimir y satanizar la huelga de los trabajadores y trabajadoras de JAPDEVA y, como coronación de tan singular gesta, en relación con la reciente decisión en materia salarial para el sector privado.

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El gobierno parece alejarse de las “malas juntas” para, contrito y lagrimoso, entregarse al cálido regazo de las bien asentadas élites del poder económico, mediático y político cuyos intereses se juegan en la apuesta por el proyecto neoliberal. A ése tema le dediqué algún análisis en artículos previos: este es un gobierno que nació débil, dotado, asimismo, de una muy frágil constitución. Al cabo, sin embargo, ha resultado más débil de lo que ni en la peor hipótesis se lo hubiera uno imaginado. Le han dado una paliza que lo ha exhibido indefenso y acobardado ¿Tiró ya la toalla? Lamentablemente no puedo descartarlo.

 

Tomado de Blog «Soñar con los pies en la tierra» de Luis Paulino Vargas Solís: http://sonarconlospiesenlatierra.blogspot.com/2014/11/el-gobierno-de-luis-guillermo-solis-se.html

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