La cultura de incumplimiento de derechos laborales

Carlos José Cabezas Mora*

Carlos José Cabezas Mora

Carlos José Cabezas Mora

Nuestra legislación laboral que incluyó no solo las normativas protectoras, sino también la creación de Tribunales de Trabajo ambas son hijas del Código de Trabajo, y este es producto del apoyo popular, cuyo precio fue la guerra civil del 48, sin duda alguna mártires y héroes de ese periodo dieron su vida para que hoy se gozara de la arquitectura jurídica para las y los trabajadores.

El Ministerio de Trabajo es más antiguo, pues se crea en 1928, sin embargo con la aprobación del Código de Trabajo debió reestructucturarse y en 1955 se convierte de Secretaria del Trabajo al Ministerio de Trabajo, entre sus fines se define procurar organizaciones profesionales, velar por protección efectiva al trabajo humano y a los derechos de los trabajadores; crear legislación en beneficio de los costarricenses, la familia, el trabajo, los servicios públicos y bienestar social; garantizar la aplicación de las leyes.

Sin embargo a pesar de la opinión mayoritaria para cumplir con un encargo legal de semejante tamaño se requiere además de tecnología, medios de transporte funcionarios suficientes para cubrir el país completamente y con una carga laboral razonable para atender la demanda de sus servicios, más para un país como el nuestro.

Según estadísticas del propio Ministerio de Trabajo alrededor de medio millón de trabajadores con empleos formal no reciben el salario mínimo, con el cual deben vivir en el país más caro de Latinoamérica, donde se pagan los precios de los servicios médicos privados como el Alemania, pero con empresarios que no aceptan pagar más que migajas, o sea 3 veces menos salario que el país europeo, a pesar de esto curiosamente los únicos rubros en los cuales los costos relativos en el país están por debajo del promedio latinoamericano son los servicios telefónicos (-64%), la electricidad (-36%), el azúcar (-10%) y el agua (-9%).

Una de mis hijas laboró hace algún tiempo para una popular tienda de departamentos que posee una cadena en distintas partes de nuestro país, le indicaron conforme la política de la empresa, cuando cumpliera 4 meses sería asegurada, enfermó y tuvo que ir antes del “plazo” a la Clínica de la comunidad, allí lógicamente le pasaron la factura de los servicios y medicamentos brindados por no ser asegurada, terminó informando que era trabajadora formal y lógicamente y en agradecimiento su patrono la despide días después por “reestructuración”, conozco a una amiga que para una empresa médica un día a la semana de 4 pm a 12 media noche, labora por encima del límite legal de la jornada, tampoco es asegurada, sin horas extras, le pagaron muchísimo menos de aguinaldo de lo que le correspondía, reclamar algún derecho laboral en nuestro país implica perder el empleo.

He escuchado de vecinos, amigos del sector privado tanta anécdotas de sus vidas laborales, incluso recuerdo a aquel que laboraba para un periódico nacional bastante conservador y muy anti-sindical, él estaba obligado a tener dos jornadas laborales consecutivas por la demanda del tipo de trabajo, eso si, sin derecho al pago de horas extras pues estaría “muy mal visto”, en mi propia institución pública he sabido que a pesar de los reclamos de los usuarios por la insuficiente capacidad de atención es costumbre que los funcionarios se quedan frecuentemente varias horas más después de finalizada la jornada para redactar informes pendientes.

En mi juventud labore como trabajador de una empresa textil para una fabrica que hacia las camisas Lacosse, era dirigente sindical clandestino, sin embargo había un trabajo promovido por una parte de la asociación solidarista, que pretendía integrar la junta directiva con solo trabajadores (excepto el fiscal laboral), los candidatos trabajadores fueron despedidos por el atrevimiento, se conformó otra papeleta y fueron también despedidos, provocando una huelga espontanea en la otra planta, de inmediato me puse en contacto con los lideres en Tres Ríos, ahí el destino quiso que mi supervisor me viera en el momento de encuentro con de las compañeras, tres días después ya no tenía trabajo, despido con responsabilidad patronal por “reestructuración”.

Sin lugar a dudas estos ejemplos son apenas la punta del iceberg, algunas muestras de cómo muchos de los democráticos empresarios absorben las energías vitales, les roba su tiempo libre y muchas veces mantienen en condiciones deplorables a las familias de los y las trabajadoras, todo dentro de una país de “derecho” donde publicitariamente reina el “respeto a la ley” pero en lo que respecta a la práctica se pone en duda las apariencias.

Acudir al Ministerio de Trabajo que tiene un encargo de buscar “armoniosas relaciones” entre trabajadores y trabajadoras cuya alternativa primaria es la concertación, implica que la lucha de los trabajadores por sus derechos siempre sea perdiendo su trabajo y demandando en los tribunales de justicia, hasta por pequeños montos, que para lo costosos que son los abogados no llegan siquiera a plantearse.

El Ministerio de Trabajo debe cambiar, fortalecerse su capacidad de inspeccionar y definitivamente su capacidad sancionatoria en el ámbito administrativo, pues este es un país donde los inspectores de tránsito tienen más poder que los inspectores laborales, donde se persigue y despide fácilmente –con leyes o no- a quien pretende hacer valer sus derechos de asociación al crear un sindicato, esto no apenas muestra que la democracia “centenaria” está más bien en su etapa infantil, muy lejos de lo que en los discursos e imagen internacional se predica, un abismo entre el querer ser y el ser.

 

Secretario General

Central General de Trabajadores*

 

Enviado a SURCOS Digital por el autor.

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