José Luis Pacheco
La noticia sobre la muerte por hipotermia, es decir, de frío, del fotógrafo suizo René Robert, es un lamentable reflejo de lo que vivimos como sociedad. Este ser humano que caminaba por una acera en Paris, Francia, se tropezó y se cayó y pasó nueve horas en la acera sin que nadie le ayudara. Nueve horas tirado en la acera, desde las 9 de la noche a las 6 de la mañana, sin que ninguno de los que pasó cerca de su cuerpo se dignara auxiliarlo.
La indiferencia, la falta de interés por un ser humano y la falta de solidaridad se presentaron de manera cruda y real y el resultado ha sido la muerte de un ser humano. Esto ha sido noticia porque quien murió era famoso, pero cuántos otros seres humanos, sencillos, sin fama ni gloria, mueren cada día de frío, de hambre, de soledad, de tristeza porque nadie de los que pasan a su lado se digna prestarles atención y ayuda. Sucede incluso en nuestras familias, es decir, la no vivencia de los valores como el amor, la solidaridad y la atención, la tenemos muy cerca y quizá no hacemos nada porque precisamente nos da lo mismo y eso es lamentable.
Es urgente que cambiemos de rumbo. Es necesario que la sociedad en su conjunto nos humanicemos más y que sea cada vez más frecuente la presencia de “buenos samaritanos” que acudan al auxilio de aquellos que lo necesitan.
La pandemia debería de habernos sensibilizado más. Nos debió de enseñar que nos necesitamos unos a otros. Sin embargo, este lamentable episodio de la muerte del señor René Robert, nos indica que desgraciadamente no hemos aprendido aún las lecciones de vida, de amor y solidaridad que este tiempo nos ha presentado.
Dios quiera que esta muerte no sea en vano y que demos un giro en la vivencia de valores y nos preocupemos más los unos por los otros para que nuestra sociedad sea más humana, sensible y amorosa y podamos enseñar a los que vienen detrás, que es urgente cumplir ese mandamiento de amarnos los unos a los otros como Él nos ha amado.