La salud del migrante, un tema que nos ocupa a todos

Brenda Esquivel

María Gabriela Mora

Dayanne Nájera

La migración es un hecho que ha estado presente en la historia de la humanidad desde sus orígenes, es el factor fundamental que favorece a la constitución de la sociedad tal y como es conocida en la actualidad.

Diversos países han sentados sus bases históricas en los modelos extranjeros implantados por los inmigrantes, que posteriormente dieron forma a sus respectivos sistemas políticos que dan vida a la organización social estatal. Por tanto, las migraciones son un aspecto positivo en el desarrollo de los países.

Según la Organización de Naciones Unidas (ONU)[1], para el 2017 258 millones de personas eran migrantes; asentados respectivamente en Europa 78 millones, en Asia 80 millones, América del Norte 58 millones, África 25 millones, en América Latina 10 millones y en Oceanía 8 millones.

Las personas que deciden movilizarse de un país a otro, principalmente lo hacen por factores ligados a la globalización; en algunos casos este movimiento puede ser temporal como sucede con el turismo, o por motivo de trabajo o de estudio. Así mismo, la decisión de trasladarse a otro país se puede deber a razones de vulnerabilidad, como lo son la desigualdad en la distribución de la renta, la disminución de la oferta de empleo, la desestabilidad en el orden político, entre otros; que presentan a otro país como la mejor opción para encontrar bienestar y estabilidad.

Tomando como ejemplo a Costa Rica, se constata que es uno de los países de América Latina que posee un índice más alto de migración en contraste con la emigración, dando como resultado, un saldo migratorio positivo. Al mismo tiempo, cuenta con uno de los porcentajes más altos de la región centroamericana de inmigrantes, de 9% aproximadamente, acercándose a 400 000 habitantes.

Las cifras oficiales indican que la inclusión social de los inmigrantes es positiva pero requiere de mayores esfuerzos, por ejemplo, la tasa de matrícula en la primaria de los niños provenientes del extranjero y con residencia en el país es de un 91%, por lo cual se evidencia que existe un alto número de niños que no están atendiendo la escolaridad obligatoria en el país.[2]

Según lo anterior, el país cuenta con una población migrante altamente vulnerable: mujeres y niños, los cuales en muchos casos no cuentan con las garantías mínimas de cobertura social y de salud. Y específicamente en el caso nicaragüense éstos perciben aproximadamente un 60% menos del salario que ganan los nacionales.[3]

Por lo general, los empleos a los que se dedican las personas migrantes más el poco acceso a la información por parte de dicha población (falta de información, diferencias culturales que dificultan la comprensión e interpretación efectiva de las campañas preventivas, deficitarias campañas preventivas) producen su vulnerabilidad y la de sus familias con respecto a sus condiciones de salud.

Por otra parte es importante recalcar que la población inmigrante contribuye con el 11,9% del valor agregado nacional. En términos de dicha población que llega al 9%, se denota que la contribución económica es altamente dinámica. [4]

Ahora bien, cualquier tipo de traslado de personas representa una situación de vulnerabilidad para la salud de la población del país receptor, así como la de la persona migrante. Las enfermedades no conocen fronteras, y aunque la persona que emigra no es riesgo para salud el fenómeno de la migración si es un determinante de condiciones adversas, en especial cuando se realiza de forma irregular, pues favorece la convivencia en situaciones precarias que atentan contra el bienestar de la persona.

Algunos agravantes como en Costa Rica[5], es la exclusión por parte de patronos y empresarios a las personas migrantes del derecho a asistir a los servicios de salud, debido a prácticas como partir de prácticas como morosidad, deducciones de los salarios de las cuotas correspondientes pero que no se reportan así como una alta rotación de personal para eximirse del pago de los derechos sociales.

Las afectaciones a la salud más comunes en la población migrante son:

Enfermedades carenciales de tipo nutricional (desnutrición, anemia)

Enfermedades infecciosas (gastrointestinales y respiratorias)

Enfermedades transmitidas por vectores (dengue, malaria) y las derivadas del trabajo (accidentes, intoxicaciones por agroquímicos y envejecimiento prematuro)

 Riesgo de contraer ITS y SIDA.

Es por todo lo anterior, que se deben crear medidas que generen mejores condiciones para toda la población, y que permitan brindar una atención integral, a través de políticas públicas adecuadas que den una respuesta pronta a las necesidades de sus habitantes y de las personas que transitan el suelo nacional, sin distinción de origen.

De igual manera, se deben generar esfuerzos que promuevan la creación servicios de salud inclusivos, que no solamente procuren el bienestar físico, sino que también la salud mental; para esto se requiere de compromiso político y participación de todos los sectores sociales, incluyéndonos a nosotros, evitando conductas que pueden reprimir o discriminar a otros.

Además, no se debe olvidar la coordinación regional y la cooperación como una herramienta disponible para todos los países, que a pesar de su existencia en algunos casos no son completamente eficaces.

Se debe tomar en cuenta que en la escala de necesidades y prioridades que establecen las personas migrantes, la salud es algo que debe ser atendido en el momento, en virtud de los otros apremios a los que se tienen que enfrentar en la sociedad receptora (trabajo, alimentación, remesas, relaciones de pareja, relaciones sociales, no exposición a autoridades, entre otros.).[6] Debemos recordar que la salud es un derecho humano sin importar la condición migratoria. Las personas migrantes traen beneficios a los países receptores, diversifican el intercambio cultural y agilizan la economía.[7]

Por tanto, atender a las personas migrantes desde la prevención, hasta la curación es una estrategia de salud pública, que protege tanto a los migrantes como a la población nacional, y que además fortalece la gestión de la salud en el país.

[1] ONU. (2017). International Migration Report. http://www.un.org/en/development/desa/population/migration/publications/migrationreport/docs/MigrationReport2017_Highlights.pdf.

[2] OCDE (2010). Los 12 datos más importantes sobre los inmigrantes en Costa Rica, según la OCDE.  www.oecd.org/countries/costarica/45660735.pdf

[3] OCDE (2010). Los 12 datos más importantes sobre los inmigrantes en Costa Rica, según la OCDE.  www.oecd.org/countries/costarica/45660735.pdf

[4] PNUD. (sf). Segundo Informe sobre Desarrollo Humano en Centroamérica y Panamá. https://estadonacion.or.cr/files/biblioteca_virtual/centroamerica/002/Salud_Edgar_Barillas.pdf

[5] Acuña, G. (2005).  La Inmigración en Costa Rica; dinámicas, desarrollo y desafíos. https://www.ministeriodesalud.go.cr/gestores_en_salud/derechos%20humanos/migracion/inmigracr.pdf

[6] Acuña, G. (2005). La Inmigración en Costa Rica; dinámicas, desarrollo y desafíos.  https://www.ministeriodesalud.go.cr/gestores_en_salud/derechos%20humanos/migracion/inmigracr.pdf

[7] Organización Mundial de la Salud. (OMS) (2003). https://www.paho.org/cor/index.php?option=com_content&view=article&id=143:publicaciones&Itemid=221

Fuente de fotografías:

  1. USA Hispanic PRESS, 2018
  2. ACNUR, 2018
  3. ACNUR, 2018

Enviado a SURCOS por Dayanne Nájera Matarrita.

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