Para Joan Manuel Serrat Teresa: Carta abierta a un trovador entrañable
Luis Fernando Astorga Gatjens
Querido Juan Manuel. Me tomo la licencia de decirte «querido» porque te siento muy cerca y esa es la palabra que me dictan mis querencias mayores y mis sinceros afectos.
Te escuché por primera vez en las inmediaciones de la medianoche de la década de los sesenta o en los albores de la de los años setenta del siglo anterior. Entonces yo era muy joven y apenas empezaba a moldear mis gustos musicales, y a definir las voces y los cantos predilectos.
Tu clara y cálida voz de barítono trovador se instaló de inmediato en mi memoria, en mi consciencia y apegos. Ahora no se a ciencia cierta si te escuché por vez primera a través de un tocadiscos cuya fina aguja sacaba de un disco de acetato, en persistente acción giratoria, los hermosos sonidos de tu música y tu canto, o quizás fue porque alguien en alguna emisora de radio, cometió el acierto de ponerte al aire para el deleite de cientos o miles de radioescuchas. No estoy seguro de esa fuente primigenia. De lo que sí tengo certeza es que aunque tu paloma se equivocaba porque por ir al norte fue al sur, yo no lo hacía al escogerte y colocarte en el altar de mis trovadores preferidos.
En 1981, compartí con vos, el ascenso en un elevador, en el Hotel Riviera de La Habana. La calidez y bonhomía fue lo que trasmitiste en ese breve y amble encuentro.
Como expresan tus biógrafos, tu rica y extensa obra tiene marcadas influencias de poetas como Antonio Machado, Miguel Hernández, Federico García Lorca, Pablo Neruda, Mario Benedetti, Rafael Alberti, Joan Salvat-Papasseit y León Felipe. ¡Cuánta poesía junta expresada a través de una voz hermosa, tan musical como los instrumentos que la han acompañado!
Al escudriñar un poco en tu andariega vida, me encuentro que sos hijo de un obrero catalán, José Serrat, un anarquista afiliado a la Confederación Nacional del Trabajo (CNT) y de Ángeles Teresa, una ama de casa oriunda de Zaragoza. Ahora sé que naciste el 27 de diciembre del 1943, en el barrio barcelonés de Pueblo Seco. Tus orígenes obreros te han construido como un cantautor comprometido con las mejores causas de los pueblos oprimidos, explotados, humillados por el capitalismo en todas sus maléficas expresiones.
Te formaste en tu juventud primero como perito industrial y luego, agrícola, mientras acariciabas las cuerdas de tu guitarra inicial.
Al igual que tu pueblo catalán y español, fuiste perseguido por el dictador Francisco Franco a tal punto que viviste un largo exilio en México en 1975 porque condenaste a ese régimen nefasto y su feroz represión. Si regresabas a España, te convertirías en un prisionero del «generalísimo», cuyas manos estaban manchadas de sangre inocente. Tu retorno por eso tuvo que esperar.
Sos tan de Cataluña y España como de la Nuestramérica de José Martí. Tu canto y poesía están marcados por la impronta de diversos géneros musicales como el folklore catalán, el tango, la copla española, el bolero e, incluso, la música barroca. Has enriquecido el cancionero popular de América Latina y El Caribe, hombro a hombro con Violeta Parra, Víctor Jara, Mercedes Sosa, Silvio Rodríguez, Pablo Milanés y muchos más.
La huella que has venido dejando es muy profunda e imperecedera, en múltiples campos: Has sido y sos poeta, escritor, cantautor, compositor músico y actor.
Muchas Universidades te han declarado más que merecidamente Doctor Honoris Causa por tu prolífica obra y la Unicef te nombró Embajador de Buena Voluntad, ensanchando con ello tu valiosa y ancha labor social y humana.
Tu primer disco bajo el título de “La Guitarra” lo produjiste en 1965 y luego no has parado en tu trabajo prolijo, hermoso y fecundo.
Tu primera gira a Nuestramérica la viviste en 1969. Ese año participaste en el IV Festival Internacional de Canción Popular de Río de Janeiro. Ahí ganaste con la canción “Penélope”, los premios a mejor letra, música e interpretación. Y, desde entonces, se te hizo costumbre venir a este hermoso continente de contrastes malos y buenos.
Luego en 1970, nos entregaste tu “Mediterráneo”, esa canción en la que nos contás de tu niñez y tu primer amor, y en la que nos hablás de cómo en tu piel tenés “el sabor amargo del llanto eterno que han vertido en cien pueblos de Algeciras a Estambul”, así como todos los pueblos del Medio Oriente y de África que en su sueño de emigrar a Europa han naufragado tanto en las aguas de ese mar encerrado como en el desprecio discriminatorio de los gobiernos y élites europeas.
Por tu canto pasaron también “Mazúrquica modérnica” de Violeta Parra como “La poesía es una arma cargada de futuro”: “Poesía para el pobre, poesía necesaria/ Como el pan de cada día”. Y también “La vida no vale nada… sino es para perecer porque otros puedan tener lo que uno disfruta y ama”. Esas y otras canciones tuyas, siguieron fluyendo de tu generoso manantial creativo. También nos recordaste con tu combativo canto que “con la esperanza dura, el sur también existe” ante un norte que solo mira los intereses mezquinos de los accionistas de sus empresas y gobiernos.
Con tu álbum “Para la libertad” le entregaste un certero homenaje a Miguel Hernández con “Menos tu vientre”, “Elegía”, “La boca”, Umbrío por la pena”, entre otras melodías.
Así siguieron cayendo, gota a gota, el rosario de tus hermosas canciones “Barquito de papel”, “La mujer que yo quiero”, “Lucía”, “Y el amor”, “Aquellas pequeñas cosas”, “La saeta”… La lista es muy larga y se hace interminable.
Joan Manuel, de mil maneras les han cantado al amor. Ha sido un tema tercamente presente en tu fecunda obra. Pero una de mis preferidas es “Y el amor”, en la que retratás todos los sutiles entresijos del mejor sentimiento humano.
Pronto vendrás a Costa Rica: ¡Bienvenido a nuestra Patria, que es tuya también! Nos visitarás en tu gira de despedida: “El vicio de cantar” en que deslumbrarás nuestros oídos y corazones, con tus canciones desde 1965 a este 2022. ¡57 años de vida poética y musical! Con ella has podido inundar de alegría, nostalgias, esperanzas, luchas, solidaridad y amor, las vidas de millones de personas como yo, que te admiraron ayer, hoy y hasta el final de mis días. En este concierto en el que estaré presente, estaré doblemente feliz porque te veré y escucharé, al lado de la mujer que amo. Serán dos corazones unidos por el amor a tu canto y tu música.
Tu despedida solo servirá para decirte un cálido hasta pronto porque desde este lado del Atlántico, te decimos con profundo afecto: ¡Nunca estarás lejos de nosotros! Siempre estarás presente en nuestros sueños y luchas por un porvenir mejor para todos los pueblos del mundo.
(10 de mayo, 2022)