¿Si la víctima fuera un ser querido?

José Luis Valverde Morales.

Prudencia, empatía, respeto

José Luis Valverde Morales

A veces se quisiera evadir algunas noticias, resulta imposible, nos sacuden, golpean, duelen, a fin de cuentas, somos padres, abuelos, hermanos, tíos, hijos.

El caso de la desaparición de la joven madre, Kimberly Araya Granados, en lo personal, sin conocerla hiere, lacera las entrañas.

No al morbo público

Como periodista se aprecia la apertura informativa de algunos jerarcas, ahí también aplica el refrán popular: “ni tanto que queme al santo, ni poco que no lo alumbre”.

Randall Zúñiga López, director del Organismo de Investigación Judicial (OIJ) proyecta la imagen de hombre preparado, se dice habla varios idiomas, pero, al igual que muchos de sus antecesores, termina enredado en la popularidad transitoria en los medios de comunicación social.

El jerarca (él y cualquier otro) debe equilibrar en las noticias el interés público, sin satisfacer el morbo público, ahí los asesores de imagen quedan debiendo.

En el doloroso caso de Kimberly, el funcionario se excedió en detalles de los pasos de la mujer antes de su desaparición.

Lo digo como asesor en manejo de medios durante décadas, esa parte de la especialidad denominada Comunicación Organizacional.

Aprovechar para

Esos momentos deben ser aprovechados para la educación, prevención, fortalecimiento de valores, promoción de estilos saludables de convivencia, nunca para la especulación, morbo, mucho menos para atentar contra el derecho constitucional a la presunción de inocencia.

Pocas veces a médicos, enfermeras, policías, ingenieros, en casi ninguna profesión se ilustra a los funcionarios en el tema delicado de la relación con la prensa, el cómo hablar para los medios de comunicación social.

En el caso de los políticos es diferente, lo reconoció Pilar Cisneros Gallo, hay escuelitas hasta para enseñarlos a mentir.

Nota roja

En el mundo periodístico se conoce como nota roja, lo relacionado a los sucesos (accidentes, crímenes, robos, secuestros, desapariciones, violencia), un largo etcétera.

La prudencia, empatía, respeto ante el dolor ajeno, implicada en esos dolorosos acontecimientos, debe ser moneda de curso de los voceros.

Es conveniente, al menos por instantes, instarlos a meditar, qué pasaría si esa sábana blanca para tapar el cadáver cubriera al pariente, amigo, hermano, ser querido, de seguro, al dar detalles de la noticia, todo sería abismalmente distinto.

Detrás de toda nota roja hay seres sufriendo, eso nunca deberíamos olvidarlo.