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Racismo y homofobia en el fútbol

Luis Paulino Vargas Solís

En los últimos meses ha habido dos casos que han levantado polémica en relación con el racismo en el fútbol. En el primero se vio involucrado Justin Campos, en aquel momento técnico del Saprissa. En el segundo está implicado un jugador de este mismo equipo.

El debate sobre el racismo en el futbol costarricense viene de años atrás. Y en buena hora que así sea. El tema es importante en sí mismo, y lo es adicionalmente en cuanto muchos muchachos negros participan en nuestro fútbol, incluso algunos que se cuentan entre los más destacados jugadores.

Por otra parte, pregunto: ¿cuándo se va a conversar acerca de la homofobia en el fútbol? Uno bien podría decir que es una cuestión tan profundamente arraigada, y a tal punto normalizada, que ni siquiera se la menciona.

Eso sí, conviene reconocer que no es un rasgo exclusivo del fútbol: está presente en prácticamente todos los deportes. Pero presente en la rama masculina, ya que, entre las mujeres, las cosas dichosamente funcionan de otra manera. En el futbol femenino hay muchas chicas lesbianas, que no necesitan, ni mucho menos, disimular lo que son. Otro ejemplo es el tenis: no sé de ningún jugador de élite -ni actual ni del pasado- que sea reconocido como gay. En cambio, entre las mujeres, incluso algunas de las más grandes tenistas de todos los tiempos, son abiertamente lesbianas.

En el futbol masculino de Europa hay por ahí algún jugador gay. Son tan poquititos, que se hace obligatorio reconocer que, incluso en Europa, el tema es muy espinoso.

Hace muchos años no voy a ningún estadio, pero tengo presente que los insultos homofóbicos eran pan de todos los días ¿Ha cambiado eso? La verdad, lo dudo. El chiste sobre “los princesos”, que tiempo atrás circulaba profusamente, tiene esa connotación, pero está a tal punto naturalizada, que ni siquiera se capta.

Es asimismo conocido que cuando un equipo tico -incluida “La Sele”- viaja a otros países centroamericanos, los “cariñitos” que reciben desde las graderías habitualmente tienen un subido tono homofóbico, lo cual refleja un estereotipo bien arraigado en los otros países del área en relación con los hombres costarricenses (también hay sus estereotipos sobre las mujeres).

Téngase presente que el talento está distribuido entre la población, de forma totalmente independiente de su orientación sexual. O sea: si aproximadamente un 5% de los hombres somos homosexuales, ¿no debería haber aproximadamente un 5% de futbolistas talentosos que también lo sean? Pero, curiosamente, no hay ni uno solo.

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