Día del Trabajador Bananero – 4 agosto 2025
José Joaquín Meléndez G.
Limón, tierra de historia y lucha, es un enclave donde las compañías extranjeras han sembrado su dominio en vastas plantaciones de banano. Aunque existen empresas nacionales, sus pasos siempre han estado marcados por las imposiciones del capital foráneo. Es un territorio vibrante, un mosaico de culturas donde los ecos de sus pueblos originarios —bribríes, cabécares y Ngäbe-Buglé— se entrelazan con la herencia de migrantes chinos, afrocaribeños, italianos y centroamericanos. Aquí, las lenguas se fusionan en una sinfonía diversa: el bribrí y el cabécar conviven con el inglés caribeño, el mandarín, el italiano y, por supuesto, el español.
Limón es más que un puerto; es una provincia de aromas y colores, de danzas y calypso que retumban en sus calles como un latido ancestral. Sus sabores cuentan la historia de sus pueblos: el rice and beans con coco, la sopa de mondongo, el rondón. Es un rincón donde las tardes de ocio encuentran refugio en partidas de dominó golpeado con fervor sobre la mesa, entre la brisa cálida que acaricia el litoral.
Desde el siglo XIX, Limón ha sido un nodo estratégico con su ferrocarril, sus muelles y el comercio que dinamiza la región, desde la exportación bananera hasta el oleoducto y las grandes zonas de carga. No obstante, la prosperidad no ha alcanzado a sus habitantes. La riqueza quedó atrapada en los márgenes de un desarrollo desigual, y JAPDEVA nació como un intento de cambiar esa realidad. Pero queda la pregunta latente: ¿logró su propósito, o la deuda con el pueblo sigue sin saldarse?
En los campos bananeros, el tiempo parece congelado en una historia que nunca avanza. La injusticia, la marginación y la precariedad persisten, como si aún viviéramos en aquel siglo XIX. A lo largo de los años, el clamor de los trabajadores ha resonado en huelgas que marcaron la historia: 1888, 1919, 1921, 1934, y tantas más en el siglo XX y ahora en el XXI. Todas impulsadas por la misma llama: la lucha por condiciones humanas, por acceso a salud, vivienda digna, salarios justos y el derecho a una jornada sin explotación.
Así nació FETRAL en 1913 y las huelgas bananeras de 1919 y 1921; la UGT del General Volio dio voz a la histórica huelga de 1934. Los obreros bananeros han sido los pilares de esta resistencia, cargando sobre sus hombros no solo racimos de banano, sino el peso de la desigualdad. En cada lucha, han emergido figuras emblemáticas que supieron alzar la voz contra la injusticia: Carlos Luis Fallas, el indomable Calero, Pedro el nicaragüense, Antonio González Espinoza, Isaías Marchena, Freddy Menéndez, José Ángel Marchena, Julio Arroyo Gutiérrez, René García, Ramón Cascante, Carlos Quirós Chavarría, Guillermo Keith, Rodrigo Ureña, Carlos Arguedas Mora, Obed Morales, y tantos más que construyeron una cadena de solidaridad para erguir el pedestal donde deberían permanecer, en lo alto, los obreros bananeros. Limón sigue siendo el corazón de una lucha inquebrantable, un lugar donde el sudor y la dignidad se entrelazan en una historia que aún espera justicia.
En la incansable lucha por la justicia obrera bananera, han emergido abogados con una profunda conciencia sindical, guardianes del derecho convertido en herramienta de dignidad y equidad. Álvaro Monteo Vega, Frank Ulloa Royo, Jorge Regidor Umaña, Mauricio Castro Méndez, Obeth Morales Barquero y Maikol Hernández Arias, Arturo Fournier Facio, Walter Antillón Montealegre quienes han forjado su conocimiento en el derecho individual, colectivo y procesal para proteger a los trabajadores del sector bananero. Su presencia ha sido crucial en la defensa de la estabilidad laboral, el salario justo, la jornada digna, la vivienda y el derecho a la salud, convirtiendo estas exigencias en leyes a través de convenciones colectivas, derribando las estructuras patronales de compañías, testaferros e incluso desafiando al propio solidarismo.
De la épica resistencia de los obreros bananeros brotó una literatura que nos narra su sacrificio, su crudeza y su insaciable sed de justicia. Carlos Luis Fallas Sibaja, con su inmortal Mamita Yunai, nos retrató la explotación sin límites; Carmen Lyra, en Banano Hombre, nos dejó la huella imborrable de Estefanía y su hija enfrentando la brutalidad del sistema. En DONDE NADIE del periodista y filólogo Carlos Villalobos destapó el horror del envenenamiento de trabajadores y sus familias, el daño irreversible en la tierra y el agua. La literatura sigue dando testimonio de esta lucha con LLENA de Gerardo Vargas Varela, las investigaciones de Vladimir de la Cruz L., Marielos Aguilar Hernández y Óscar Aguilar Bulgarelli, y los estudios sobre La United Fruit Company y las huelgas bananeras del Dr. Arturo Fournier Facio.
Hoy, en un presente que todavía enfrenta tempestades de injusticia, un grupo de valientes sindicalistas mantiene viva la llama de la reivindicación obrera. José Luis Castro Vargas (UTRAATLA), Steven Rodríguez Obregón (SINTRAPYBCR), Elvis Rivas Fernández (STAGASH), Carlos Orozco Alvarado (UTRABASI), Didier Leitón Céspedes (SITRAP), Walter Campbell Gómez (STRACHIRI), Donaldo Álvarez Cruz (STRASEICO) y José Agustín Centeno Centeno (SITRACA) han entregado su esfuerzo y convicción a la defensa de los derechos de los trabajadores bananeros. Sus voces resuenan en la misma melodía de las luchas históricas, enfrentando obstáculos que exigen mayor formación sindical, fortalecimiento técnico-profesional, seguridad ocupacional y, sobre todo, la consolidación de una federación que unifique a los sindicatos bananeros.
El sindicalismo sigue enfrentando desafíos gigantescos. La reivindicación de derechos individuales, colectivos y procesales aún es una batalla por ganar, al igual que el mejoramiento de salarios, la estabilidad laboral y la restauración de la solidaridad dentro del movimiento sindical nacional, que muchas veces ha olvidado a los trabajadores bananeros y su causa. Es un reto inmenso, pero un reto que no ha perdido su urgencia ni su relevancia.
Conscientes de la trascendencia de esta lucha, el exdiputado Gerardo Vargas Varela impulsó un llamado a la población y promovió la Ley N° 9393, firmada el 29 de agosto de 2016, durante la presidencia de Luis Guillermo Solís Rivera. Gracias a esta ley, se instauró el 4 de agosto como el Día del Trabajador Bananero, una fecha nacional para rendir homenaje a quienes han construido la historia laboral del país con su sudor y resistencia. En un esfuerzo por arraigar esta memoria en las futuras generaciones, la celebración también se integró al calendario escolar, asegurando que cada centro educativo honre el papel fundamental de estos trabajadores en la cultura, historia, sociedad y economía de Costa Rica.
Que esta conmemoración no sea solo un recuerdo, sino un compromiso de lucha por la dignidad y los derechos de los obreros bananeros. Porque su causa sigue siendo la nuestra.
San José, Costa Rica, 8 junio 2025.