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Etiqueta: Germán Gorraiz

Israel, Gaza y la Doctrina Dahiya

Germán Gorraiz López. Analista

Tras la Guerra de los Seis Días (1967), el puzzle geoestratégico de Oriente Medio-Próximo se completó con la instauración de regímenes autocráticos y pro-occidentales en los países circundantes a Israel ( Libia, Siria, Jordania, Egipto, Arabia Saudí, Irak e Irán), quedando los palestinos confinados en el gueto de Cisjordania, convertida en un mero protectorado de Israel mientras la Franja de Gaza quedó aislada por un Muro que ha degenerado en una profunda crisis humanitaria entre sus más de dos millones de habitantes.

Netanyahu y Hamas

El término Hamás hace referencia al acrónimo de «Movimiento de Resistencia Islámica» y surgió en 1987 dirigido por el imán Ahmed Yassin para crear un Estado Islámico que abarcara Jerusalén, Gaza y Cisjordania y enfrentado abiertamente al líder de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), Yasser Arafat, partidario de un estado laico.

Desde un principio, Hamás fue amamantado y teledirigido por el Mosad israelí al tiempo que financiado por los sucesivos Gobiernos judíos. El periodista israelí Amnon Abramovich culpó en televisión a Netanyahu por «hacer la vista gorda ante Hamás en busca de sus propios logros políticos hasta que la ola lo ha sobrepasado, tratando ahora de contrarrestarla».

En efecto, según el diario judío Haaretz, en 2019 el actual primer ministro israelí expresó ante los miembros de la Knéset de su partido que «favorecer a la banda terrorista suponía un torpedo a la creación de un potencial Estado palestino en el futuro». Igualmente, añadió que «el que quiera bloquear la creación de un estado Palestino debe apoyar el crecimiento de Hamás y transferir dinero a Hamás. Es parte de nuestra estrategia: aislar a los palestinos de Gaza de los palestinos de Cisjordania», lo cual vino a corroborar las sospechas de que Hamás era un engendro de Israel teledirigido por el Mosad.

Netanyahu y la Doctrina Dahiya

Aprovechando los presuntos agujeros de seguridad en la Defensa Israelí provocados por el cisma entre los reservistas y Netanyahu, el brazo armado del grupo islamista Hamas, lanzó la mayor ofensiva militar desde el 2007 con la infiltración de decenas de sus miembros en localidades israelíes y el lanzamiento de miles de proyectiles contra amplias zonas, incluyendo Tel Aviv y Jerusalén, con el resultado de 1400 víctimas israelíes y la toma por Hamas de 220 rehenes.

La sociedad israelí entró en shock al constatar la ineficacia de la Cúpula de Hierro que se vio colapsada por el lanzamiento al unísono de cientos de misiles y por la crudeza de las imágenes de la muerte de cientos de participantes en el festival de «Tribe of Nova» que se celebraba cerca del kibutz Reim y difundidas por el Gobierno de Netanyahu para provocar en la sociedad israelí la petición unánime de castigo

Así, Netanyahu, sirviéndose de la dictadura invisible del temor al Tercer Holocausto, proceda de Hamás, de Hezbolá o de Irán, aprovechó la ocasión para declarar el Estado de Guerra (defensa de la seguridad de Israel) y desencadenar una demoledora ofensiva en la Franja de Gaza que le otorgara un incremento de la popularidad perdida por su fallida reforma legal y le permitiera obviar el proceso judicial en el que está acusado de soborno, fraude y abuso de confianza.

Para ello, el Tzahal implementó la llamada Doctrina Dahiya, llamada así por el suburbio chíita de Beirut que fue arrasado por la aviación israelí como castigo por la derrota de Israel ante Hizbula. La Doctrina Dahiya es una doctrina militar formulada por el general israelí Gadi Eizenkot y sería «una guerra asimétrica en las zonas urbanas mediante el uso de la fuerza desproporcionada en represalia contra las zonas civiles utilizadas como base para los ataques como elemento disuasorio».

 Así, toda la infraestructura básica, escuelas, mezquitas, hospitales y el 50% de los edificios de Gaza habrían sido arrasados por los bombardeos sistemáticos de la aviación israelíes, con el resultado de cerca de 15000 víctimas civiles palestinas, (6000 de ellos serían niños) y varios miles más enterrados entre los escombros y como efecto colateral una nueva nakba en la que 1,5 millones de palestinos se verán obligados a abandonar una Gaza convertida en un amasijo de escombros y restos humanos que imposibilitará el retorno de la población gazatí desplazada.

Palestina y el efecto Underdog

El efecto Bandwagon u opinión de la mayoría provoca un rechazo posterior y despierta una simpatía por la opción minoritaria que se conoce como «efecto Underdog o perro apaleado», término usado por primera vez en 1859 y que consiste en que «el individuo se inclinaría por la opción política menos valorada (perro apaleado), ya que la considera injustamente atacada o menospreciada».

Así, el castigo asimétrico de Israel sobre la Franja de Gaza, habría desencadenado una ola de apoyo mundial a la población civil gazatí masacrada por Israel. Si a ello, le añadimos que la opinión pública israelí estaría ya haciendo responsable a Netanyahu del estrepitoso fallo de seguridad israelí al menospreciar las informaciones egipcias que 10 días antes avisaron de que Hamas preparaba una gran ofensiva, se podría incrementar la ya importante desafección del pueblo israelí respecto al Gobierno de Netanyahu.

El diario Haaretz se habría convertido en el adalid de la defensa de los valores democráticos y en una editorial del 8 de octubre acusó directamente a Netanyahu de ser «el responsable de esta guerra entre Israel y Gaza», por lo que el Gobierno Netanyahu le habría impuesto un castigo financiero. Asimismo, según una encuesta de The Jerusalem Post, el 80% de los encuestados afirman que «el Gobierno es el principal responsable de la infiltración de los milicianos palestinos» y un 56% opina que «Netanyahu debería dimitir al acabar la guerra actual».

En consecuencia, la desafección de la sociedad israelí respecto a Netanyahu debido a su nefasta gestión de la crisis con Hamas podría provocar la dimisión de su Gobierno y la posterior convocatoria de nuevas elecciones que faciliten la conformación de un nuevo Gobierno de Salvación, cuya tarea primordial sería reeditar los Acuerdos de Oslo que posibiliten la coexistencia pacífica de Dos pueblos en Dos Estados, no siendo descartable un posterior proceso penal contra Netanyahu que significaría su condena definitiva al ostracismo político.

¿Será el siglo XXI «el siglo de las crisis»?

Germán Gorraiz

Germán Gorraiz- Analista

El siglo XXI pasará a la Historia bajo el epígrafe de «siglo de las crisis», al concatenarse la crisis económica del 2008, la crisis sanitaria del COVID, la crisis geopolítica con el retorno a la Guerra Fría y la irrupción del Nuevo Orden Multipolar o G-3 en la cogobernanza mundial y la crisis energética con precios estratosféricos del gas, electricidad e hidrocarburos.

Asimismo, en este siglo se incrementará la crisis climática, con inusuales olas de calor, sequías e inundaciones y asistiremos a la crisis de las democracias formales tras la aparición de los regímenes autocráticos y la crisis social. Así, tras el derrumbe del castillo de naipes de la globalización, se incrementará la fractura social en las sociedades pudiendo completarse la rueda cíclica con la irrupción de una nueva crisis alimentaria mundial.

Una crisis es «una coyuntura de cambios en cualquier aspecto de una realidad organizada pero inestable, sujeta a evolución». La palabra crisis está emparentada etimológicamente con el verbo griego krínein, que significaba originariamente «decidir, separar, juzgar» y posteriormente derivó en «seleccionar o elegir» y siempre lleva implícita un caos de la mudanza.

Por caos entendemos «algo impredecible y que se escapa a la miope visión que únicamente pueden esbozar nuestros ojos ante hechos que se escapan de los parámetros conocidos». Así, nuestra mente es capaz de secuenciar únicamente fragmentos de la secuencia total del inmenso genoma del caos, con lo que inevitablemente recurrimos al término “efecto mariposa” para intentar explicar la vertiginosa conjunción de fuerzas centrípetas y centrífugas que terminarán por configurar el puzzle inconexo del caos ordenado que se está gestando.

Shakespeare, por boca de un asustado Enrique IV expresa el miedo y la impotencia del hombre debido a la ausencia de certezas ante el caos de la mudanza: “¡Dios mío, si tuviésemos la opción de leer en el libro del destino y ver del tiempo las revoluciones, ver cómo la ocasión se burla y cómo llena el cambio la copa de Mudanza con diversos colores!”.

Una crisis implica siempre una ruptura del transcurso lineal de los acontecimientos que deviene en una serie de alternativas entre las cuales se debe elegir. Para salir de dicho laberinto, es preciso utilizar la capacidad de diferenciar y de pensar de manera crítica siguiendo la senda marcada por il Poverello d’ Assisi: «Comienza haciendo lo que es necesario, después lo que es posible y de repente estarás haciendo lo imposible».

¿Es posible una crisis alimentaria mundial en pleno siglo XXI?

Germán Gorraiz

Germán Gorraiz-Analista

El economista de la FAO Abdolreza Abbassian, en declaraciones a The Associated Press, señaló que para alimentar la población mundial, (que llegará a 9.000 millones de personas en el 2050), se necesitará un incremento de 70% de la producción global de alimentos en los próximos 40 años. Dicha tarea se antoja titánica pues mientras la población mundial crece un 1,55% anual, los rendimientos del trigo (la mayor fuente de proteína en países pobres), habrían sufrido un descenso del 1% al tiempo que, según la FAO, el índice de precios de cereales habría aumentado el 56% en el 2022.

¿Se está gestando una nueva crisis alimentaria mundial?

La carestía de productos agrícolas básicos para la alimentación (trigo, maíz, arroz, sorgo y mijo) y el incremento bestial de dichos productos en los mercados mundiales que tuvo su punta de iceberg en el 2.007, irá presumiblemente «in crescendo» a lo largo de la próxima década hasta alcanzar su cenit en el horizonte del 2.030.

Para llegar a dicha crisis, (cuyos primeros bocetos ya están perfilados y que terminará de dibujarse con toda su crudeza al final del decenio) han contribuido los siguientes elementos:

Desarrollo económico suicida de los países del Tercer Mundo con crecimientos desmesurados de macrourbes y megacomplejos turísticos y la consiguiente reducción de superficie dedicada al cultivo agrícola que habría provocado un preocupante déficit de oferta de cereales, estimado en mil millones de toneladas anuales.

Cambio de patrones de consumo de los países emergentes debido al aumento espectacular de la clases medias y su poder adquisitivo, en especial en países como China e India. Así, la fiebre importadora de China de granos como maíz, soja, cebada y trigo debido al acelerado ritmo de consumo de su población provocó que según datos del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA), en el 2022 el coloso chino habría acaparado más del 50% de la producción mundial de cereales, lo que se traduce en una peligrosa escasez de oferta de granos para los países netamente importadores de cereales como Colombia y Egipto.

Excesiva dependencia de las importaciones de cereales en los países en desarrollo con incrementos del 9%, crecimiento exponencial que para el 2030 podrían alcanzar los 265 millones de toneladas de cereales, (14% de su consumo), con el lastre añadido de una progresiva depreciación de sus monedas respecto al dólar.

Incremento del uso por los países del primer mundo de tecnologías depredadoras (biocombustibles) que bajo la etiqueta BIO de países respetuosos con el Medio Ambiente no dudarán en fagocitar ingentes cantidades de maíz destinadas en un principio a la alimentación para la producción de biodiesel.

Por otra parte, la escalada de los precios del crudo hasta superar los 100 dólares barril tendrá su reflejo en un salvaje encarecimiento de los fletes de transporte y de los fertilizantes agrícolas lo que aunado con sequías e inundaciones en los tradicionales graneros, el acaparamiento del grano ucraniano por los países europeos y la aplicación de restricciones a la exportación de commodities agrícolas de países como India para asegurar su autoabastecimiento, podría producir el desabastecimiento de los mercados mundiales y el incremento de los precios hasta niveles estratosféricos. Si a ello le sumamos la intervención de los brokers especulativos en el mercado de futuros de las commodities agrícolas, el resultado sería una espiral de aumentos de precios en las materias primas imposibles de asumir por las economías del Primer Mundo que escenificará el finiquito de los Objetivos del Tercer Milenio de reducir el hambre en el mundo.

Así, según la ONU, estaríamos ya en la antesala de una crisis alimentaria mundial que afectará especialmente a las Antillas, México, América Central, Colombia, Venezuela, Egipto, India, China, Bangladesh y Sudeste Asiático, ensañándose con especial virulencia con el África Subsahariana y pudiendo pasar la población atrapada en la inanición de los 800 millones actuales a los 1.500 millones estimados por los analistas.

¿Peligran las democracias formales?

Germán Gorraiz López– Analista

Como explica el escritor Samuel Huntington en su libro “The Third Wave,” (Tercera Ola, 1.991), el mundo ha pasado por tres olas de desestabilización y democratización. Según Huntington, una ola de democratización sería “un conjunto de transiciones de un régimen no democrático a otro democrático que ocurren en determinado período de tiempo y superan a las transiciones en dirección opuesta durante ese período y que también implica la liberalización o la democratización parcial de sistemas políticos”. Así, en el mundo moderno se habrían producido tres olas de democratización y cada una de ellas habría afectado a un número escaso de países y durante su transcurso algunos regímenes de transición fueron en una dirección no democrática; pero no todas las transiciones hacia la democracia ocurren durante las olas democráticas.

Primera y Segunda Ola

La primera ola comenzó en el siglo XIX y se extendió hasta la Gran Guerra y la segunda se produjo en los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial y ambas fueron seguidas por una ola inversa, con países como Brasil, España, Portugal, Grecia, Granada, Brasil y Panamá que debieron realizar una posterior transición hacia la democracia, completado en la década de los 90 con la democratización de los países de la extinta URSS y Sudáfrica.

Tercera ola de democratización (1974-1990)

En su análisis de la tercera ola mundial de las transiciones a la democracia (iniciada en 1974 con la Revolución de los Claveles en Portugal), Samuel Huntington observó que las posibilidades de democratización aumentaron cuando estos países salieron de la pobreza y alcanzaron un nivel intermedio de desarrollo socio-económico, momento en el cual ingresaron en una zona de transición política. Hay que recordar que entre 1974 y 1990, más de treinta países en el sur de Europa, América Latina, el este de Asia y la Europa del este pasaron de un régimen autoritario a disfrutar de un sistema democrático de gobierno, todo ello en el marco de un tsunami global que quizá sea el acontecimiento político más importante de las postrimerías del siglo XX.

Según la tesis de Huntington, dicho sprint democrático se explicaría porque tras darse por finiquitada la distopía virtual de la Guerra Fría las dictaduras militares habrían dejado de ser de ser un instrumento útil para EEUU en la lucha contra el comunismo y ya no serían la solución sino el problema. Además, a pesar de que en los citados países no existía una tradición de cultura democrática, rápidamente entendieron que, si el poder continuaba residiendo en una élite que desconfiaba del sistema igualitario exportado por EEUU, siempre gravitarían alrededor de la égida de los intereses de dicha élite, lo que imposibilitaría sine die la asunción del poder por la sociedad civil.

Así, en 15 años la ola democratizadora se trasladó por Europa del Sur, saltó a Latinoamérica, se trasladó a Asia y finiquitó los sistemas autoritarios de los países postsoviéticos, (de lo que sería paradigma el hecho de que en 1974, ocho de los 10 países sudamericanos tenían gobiernos no democráticos y en 1990, 9 tenían ya gobiernos democráticamente elegidos), y según Freedom House, el 39% de la población mundial vivía en países libres en 1990, disminuyendo por primera vez la cantidad absoluta de estados autoritarios.

Cuarta ola democratizadora (2003-2013)

La llamada “Primavera árabe” (que tuvo su detonante en Túnez y se extendió por mimetismo al resto de países árabes del arco mediterráneo, Yemen e Irak durante la década 2003-2013), sería la primera oleada de protestas laicas y democráticas del mundo árabe en el siglo XXI, movimiento popular sin precedentes caracterizado por la exigencia de libertades democráticas frente a regímenes corruptos y dictatoriales y la mejora de las condiciones de vida de una población sumida en una pobreza severa y un desempleo estratosférico, contando además en el caso de Túnez y Egipto con el apoyo del Ejército.

Con dicha revolución asistimos a la llegada a los países árabes del arco mediterráneo de la Cuarta Ola mundial de transiciones a la democracia, aunque Huntington no otorgó en la década de los 90 ningún potencial revolucionario a los países islámicos, a pesar de reconocer “la fuerza de la revuelta islámica y las raíces tan débiles de sus respectivas democracias”. Sin embargo, el golpe de mano realizado por el Ejército egipcio contra Morsi escenificó el ocaso de la primavera árabe y a su posterior inmersión en la nueva estrategia de EEUU para todos los países que componen el tablero gigante del arco árabe-mediterráneo.

¿Nueva ola involucionista? (2013-2023)

Muchas de las elecciones democráticas de la última década han estado marcadas por acusaciones de fraude electoral (Nigeria, Ucrania, México, Bielorrusia, Honduras, Costa de Marfil, Tailandia, Pakistán y Afganistán), aislamiento internacional de los gobiernos democráticamente elegidos (Bolivia, Ecuador, Venezuela, Nicaragua y Franja de Gaza); pseudo-elecciones para intentar edulcorar golpes de mano blandos (Honduras, Ucrania, Egipto, Paraguay y Vietnam) y aceptación por la comunidad internacional de sistemas políticos devenidos en meros gobiernos autocráticos (El Salvador, Georgia y Bielorrusia). La autocracia sería una forma de Gobierno ejercida por una sola persona con un poder absoluto e ilimitado. lo que confirma el aforismo de Lord Acton “El Poder tiende a corromper y el Poder absoluto, corrompe absolutamente”.

La autocracia sería pues una especie de dictadura invisible sustentada en sólidas estrategias de cohesión (manipulación de masas y culto al líder) basadas en el control absoluto de los medios de comunicación y la censura y desprestigio social de los individuos refractarios al mensaje del líder. De ello serían paradigmas el primer ministro polaco Mateusz Morawiecki y el primer ministro húngaro, Viktor Orbán que habría convertido a Hungría en la primera autocracia europea o “democracia no liberal”, doctrina que por mimetismo adoptarán el resto de los países del Grupo de Visegrado (Eslovaquia y Chequia).

Estaríamos pues en vísperas de la irrupción en el escenario geopolítico de la nueva ola desestabilizadora mundial originada por causas económicas (el ocaso de la economía global); culturales (el declive de las democracias formales occidentales debido a la cultura de la corrupción; el déficit democrático de EEUU y la pérdida de credibilidad democrática de incontables gobiernos de países occidentales y del Tercer Mundo) y geopolíticas (la irrupción de un nuevo escenario geopolítico mundial tras el retorno al endemismo recurrente de la Guerra Fría entre EEUU y Rusia).

Los retos económicos del coloso chino

Germán Gorraiz-Analista

China siempre ha adolecido de un desarrollo económico suicida y poco respetuoso con el medio ambiente, con crecimientos desmesurados de macrourbes y megacomplejos industriales y la consiguiente reducción de superficie dedicada al cultivo agrícola. Así, según un estudio realizado por científicos chinos en 1990, el 40% de los mamíferos y el 76% de la flora estaba en peligro de extinción y la Academia China de Ciencias Sociales aseguraba que había desaparecido ya la mitad de los pantanos que existían en el país.

En este contexto, según un informe del Banco Mundial del 2010, China contaba con 16 de las 20 ciudades con más polución del globo e incluso un estudio del Gobierno chino reconocía que en dos de cada cinco urbes la calidad del aire oscilaba entre «contaminada» y «peligrosa». Sin duda, los casos de Linfen y Tianying, ubicadas en el centro del país y Harbin en el noreste, llamaban la atención por el grado extremo de polución, con episodios recurrentes del llamado «airpocalipsis» o grado extremo de contaminación. Sin embargo, las políticas anticontaminantes del Gobierno chino habrían logrado en el periodo comprendido entre el 2013 y el 2020, un descenso del 40% de las partículas contaminantes del aire en las principales megaurbes chinas.

La excesiva dependencia del carbón

Según los datos del último informe anual de la Agencia Internacional de la Energía (IEA), “Coal 2022”, el consumo mundial de carbón alcanzó un nuevo máximo histórico a término de 2022, superando por primera vez en la historia los 8.000 millones de toneladas en un solo año al tiempo que fue China el mayor consumidor mundial, así como responsable de más de una cuarta parte de las emisiones de gases de efecto invernadero.

China adolece de una severa dependencia del carbón pues cubre el 63 % de las necesidades energéticas de un país que consume hoy casi cinco veces más recursos que en 1980 y continúa creciendo a un ritmo del 9% a pesar de los titánicos esfuerzos por introducir las renovables. Así, según la Agencia Internacional de la Energía, China sería ya el principal emisor de CO2 del planeta, con un volumen superior a los 6.000 millones de toneladas métricas por año, lo que estaría obligando al Gobierno chino a realizar costosísimas inversiones para reducir sus niveles de contaminación y de lo que sería paradigma el megaproyecto de placas solares más grande del mundo que se ubica en el desierto de Kubuqui (Mongolia). Asimismo, deberá mejorar los parámetros de calidad y medidas filosanitarias adicionales ante las previsibles campañas de los medios occidentales para defender la etiqueta ECO como medida de proteccionismo encubierto.

Aumento de la clase media

En 1981, casi el 90% de la población estaba por debajo del umbral de la pobreza absoluta fijado por el Banco Mundial, pero en 4 décadas 850 millones de personas han logrado superar la pobreza extrema y el 2020, el Gobierno dio por erradicada la pobreza extrema. En los últimos años, se ha incrementado exponencialmente el segmento poblacional de la clase media y ya posee una potente clase media que supera los 500 millones de personas (45 % de la población), según un informe del Credit Suisse Wealth Report.

Según datos del Gobierno, el salario medio en 2022 sería de 250 dólares pero la tasa de ahorro de los chinos es muy alta (42%), y para lograr que consuman más el gobierno tiene que buscar la forma de que se reduzca ese ahorro mediante el desarrollo de una red de protección social (salud, educación y pensiones), que hiciera que los ciudadanos no se preocupasen tanto por ahorrar como medida de precaución ante imprevistos así como una reforma del sector agrario que permitiría elevar las rentas de las zonas rurales, las menos beneficiadas por el desarrollo económico.

En consecuencia, el Gobierno chino deberá establecer políticas de incrementos salariales para alimentar y sostener ese boom de consumo, (que actualmente supone el 39% del PIB de la nación frente al 70% de EEUU), pero para ello sería preciso que la renta per cápita de los chinos se incrementara notablemente (5.486 dólares anuales en el 2022) y se redujera el abismo que existe entre las zonas costeras y las interiores.

El peligro de la relocalización

Otro peligro que acecha a la economía china sería el reshoring’ o relocalización, por el que las compañías extranjeras asentadas en suelo chino repatrían parte o toda su producción a sus países originarios o a zonas más cercanas como Vietnam o la India.

Este fenómeno según la EAE Business School, vendría motivado por el hecho de que » los gastos salariales emergentes han subido y que la producción robotizada iguala los costes de producción en China, Vietnam o en los países occidentales «, aunado con la doctrina proteccionista implementada por EEUU. Así, según un informe de Bank of America Global Research, un 83% de las empresas de EEUU tienen planes de relocalización, con lo que podríamos asistir al incremento de las tasas de paro que tensionarán la vida social al ser el paro un fenómeno prácticamente inexistente en un país con una tasa de paro del 5, 80 % en el 2022.

¿Preparan los globalistas un complot contra Trump?

Germán Gorraiz- Analista

Wright Millsen su libro “The Power Elite” (1.956), indica que la clave para entender la inquietud norteamericana se encontraría en la sobre-organización de su sociedad. Así, establishment sería “el grupo élite formado por la unión de las sub-élites política, militar, económica, universitaria y mass media de EEUU”.

Dichos lobbys de presión estarían interconectadas mediante “una alianza inquieta basada en su comunidad de intereses y dirigidas por la metafísica militar”, concepto que se apoya en una definición militar de la realidad y que habría transformado la economía en una guerra económica permanente.

Doctrina de la Coexistencia Pacífica de Trump

En un discurso pronunciado en la Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC), Trump afirmó «Soy el único candidato que puede hacer esta promesa: evitaré la Tercera Guerra Mundial». Asimismo, Donald Trump denunció la «excesiva cantidad de armamento que circula actualmente en el mundo» lo que supondría la asunción de la Doctrina del Aislacionismo de EEUU en el plano militar y la entronización del G-3 (EEUU, Rusia y China) como «primus inter pares» en la gobernanza mundial quedando de paso la UE, Japón, India y Brasil como convidados de piedra en el nuevo escenario geopolítico.

Ello sería un misil en la línea de flotación de los intereses geopolíticos del conocido como «Club de las Islas» con activos cercanos a los 10 trillones € y cuya cabeza visible según el espía ruso Daniel Estulin, sería el financiero y experto diseñador de «revoluciones de colores», George Soros y que tiene perfilada la implementación del Nuevo Orden Mundial (NWO) que implicaría la recuperación del papel de EEUU como gendarme mundial siguiendo la Doctrina Brzezinski.

Brzezinski, en su libro «Entre dos edades: El papel de Estados Unidos en la era tecnotrónica»(1.971) explica que «ha llegado la era de reequilibrar el poder mundial, poder que debe pasar a manos de un nuevo orden político global basado en un vínculo económico trilateral entre Japón, Europa y Estados Unidos», doctrina que implicaría el sometimiento de Rusia y China y que incluiría la posibilidad de un ataque nuclear preventivo por parte de EEUU utilizando misiles Trident II contra objetivos vitales rusos y chinos en el supuesto de declararse la Tercera Guerra Mundial.

El ex presidente de EEUU Donald Trump (2017-2021) aseguró en sus redes que «nunca hemos estado tan cerca de la III Guerra Mundial» y que debe haber un «compromiso total para desmantelar el grupo de poder neoconservador globalista», responsable de arrastrar al mundo a «guerras interminables».

En el plano geopolítico, la victoria de Trump en el 2024 representaría el ocaso de la estrategia atlantista de Biden y Soros empecinados en defenestrar a Putin del poder, la firma de un acuerdo de Paz en Ucrania y el retorno a la Doctrina de la Coexistencia Pacífica con Rusia, lo que supondría la entronización del G-3 (EEUU, Rusia y China) como «primus inter pares» en la gobernanza mundial.

Asimismo, la doctrina de Trump de Coexistencia pacífica «con Rusia, chocaría frontalmente con el sueño obsesivo de Soros y de la Open Society Foundation (OSF) de conseguir el sometimiento de Rusia, pues Rusia sería para George Soros la “ballena blanca que lleva décadas intentando cazar”.

Asimismo, el pacifismo trumpiano sería un misil en la línea de flotación del complejo militar-industrial que tiene perfilado para el próximo quinquenio la recuperación del papel de EEUU como gendarme mundial mediante la quinta fase del despliegue del escudo antimisiles en Europa (Euro DAM) y un incremento extraordinario de las intervenciones militares estadounidenses en el exterior (léase Nueva Guerra en Oriente Medio).

Soros y la trama anti-Trump

En la actualidad, la CIA se habría transmutado en el llamado Departamento de Seguridad Nacional ( Homeland Security) y de la hidra-CIA habrían nacido 17 nuevas cabezas en forma de agencias de inteligencia que integrarían la Comunidad de Inteligencia de EEUU ( la Cuarta Rama del Gobierno según Tom Engelhardt) , agentes patógenos de naturaleza totalitaria y devenidos en Estado paralelo, verdadero poder en la sombra fagocitado por el “Club de las Islas” de George Soros y que se habría conjurado contra un Trump partidario de la Geopolítica Primus InterPares o G3.

Así, el aislacionismo geopolítico propugnado por Trump sería un misil en la línea de flotación de los intereses geopolíticos del conocido como “Club de las Islas” con activos cercanos a los 10 trillones € y cuya cabeza visible según el espía ruso Daniel Estulin,sería el financiero y experto diseñador de “revoluciones de colores”, George Soros y que procederá a gestar una trama contra Trump.

La paternidad de dicha trama sería atribuible a la llamada Alianza Democracia (DA), mega organización fundada por George Soros en el 2.005 y constaría de una primera fase mediante una ofensiva judicial contra Trump al estar involucrado en 4 procesos judiciales que buscarían su inhabilitación política para dejar paso al actual Gobernador de Florida, Ron DeSantis como candidato republicano a las Presidenciales del 2024 y que contaría con las bendiciones de los globalistas y en el supuesto de no lograr su objetivo, Soros pasaría a la segunda fase de la trama consistente en el Magnicidio de Trump, tras lo que EEUU retornaría a la senda de las seudodemocracias tuteladas por el verdadero Poder en la sombra (Cuarta Rama del Gobierno).