Este miércoles 15 de febrero tendremos la presentación del: “Observatorio de Turismo, Migraciones y Sustentabilidad de la Región Chorotega UNA” con la participación de Esteban Barboza Núñez, coordinador del Observatorio y Arturo Silva, colaborador. Escúchenos por la 96.7 FM en Radio Universidad, 5pm y véanos a través del Facebook de Radio Universidad de Costa Rica https://www.facebook.com/radiouniversidad
Por el Dr. Guillermo A. Navarro Alvarado, del Instituto de Investigaciones Sociales, Escuela de Sociología y coordinador de la Cátedra de Estudios de África y el Caribe
Este 2022 Costa Rica ha experimentado un crecimiento sustantivo del tránsito sur-norte de personas migrantes por el país, principalmente de personas venezolanas. Según los datos del Servicio Nacional de Migración del Gobierno de Panamá, entre enero y septiembre de 2022 se identificaron un total 107 692 personas migrantes venezolanas, que han cruzado el Tapón del Darién con el fin de atravesar América Central y llegar a los EUA. Comparativamente, el año anterior (2021) esta cifra alcanzaba para todo el año apenas el 2,7% de la cifra actual (2819) de personas venezolanas, caracterizando a este 2022 por ser un escenario de crecimiento sustantivo y acelerado del flujo migratorio venezolano, que alcanzó sus picos de tránsito entre julio y septiembre del presente año.
A esta cifra se suman otras nacionalidades en tránsito por la región, entre enero y septiembre de 2022 se identificaron en el tránsito por el Darién a 43 890 personas, provenientes de países tan diversos como Haití, Angola, Camerún, India, Nepal, Tayikistán, Senegal, Sierra Leona, Siria, etc., en total 37 diferentes nacionalidades identificadas, que en estos meses han sumado un total de 151 582 personas migrantes en tránsito, que encuentran su camino por América Central y por Costa Rica.
Aunque parezca un fenómeno reciente, lo cierto es que la identificación de estos flujos migratorios cultural y geográficamente diversos, así como socialmente heterogéneos, no son un fenómeno novedoso en la región, desde la década de 1990 y particularmente desde la primera década del 2000, estos flujos han transitado las rutas migratorias que cruzan Suramérica, la peligrosa selva del Darién, el territorio panameño, Costa Rica y el resto de América Central y México.
Generando diversas coyunturas a lo largo de este periodo, caracterizadas por transformaciones en los sistemas de atención, y control migratorio nacional y regional, así como complejos fenómenos migratorios que van desde las condiciones de inmovilidad y atrapamiento de personas migrantes en contextos centroamericanos, el establecimiento campamentos urbanos, la creación de centros y estaciones de atención migratoria, y profundas transformaciones culturales en las comunidades de recepción temporal (la mayoría situadas fuera de las capitales), etc.
Estas coyunturas y tránsitos migratorios han variado también de protagonistas, siempre caracterizados por la diversidad y la heterogeneidad, cada año y cada mes la presencia mayoritaria de nacionalidades varía, entre 2013 y 2015 el principal grupo en tránsito por Costa Rica fue el de personas migrantes cubanas, en 2016 haitianos, congoleños tanto de la República del Congo como de la República Democrática del Congo y somalíes, y así sucesivamente hasta llegar a la coyuntura actual. Y aunque se tienda a poner el foco en los principales grupos en tránsito, lo más importante del tránsito por América Central y Costa Rica, es que cada año el tránsito migratorio se conforma por personas migrantes provenientes de muy diversos orígenes y trayectorias.
Estas trayectorias no obedecen al clásico patrón migratorio unidireccional, del punto de origen al punto de recepción, sino que ellas se conforman por complejos trayectos, redes y motivos, que generan estancias migratorias variadas en África, Europa, Medio Oriente y Suramérica, antes de su tránsito por América Central, trayectorias sustentadas en vidas que se conforman en tránsitos permanentes. Esta condición constituye un complejo sistema migratorio global, al que América Central ha entrado como una trayectoria más dentro de un sistema mundo migratorio.
En términos de motivaciones la heterogeneidad es la pauta, la diversidad y el catálogo de motivaciones escapan a la síntesis generalizante de supuestas “migraciones por razones económicas”, el tránsito, orígenes y motivos de estas migraciones son multidimensionales y escapan a esta “razón” o salida fácil. Sin embargo, algunas tendencias nos pueden sugerir procesos globales que han motivado o más bien, estructurado estos complejos sistemas migratorios, razones compartidas de forma transregional y transcontinental:
El crecimiento sostenido de la desigualdad en perspectiva global, esto no refiere tan solo a la desigualdad económica, sino al cada vez más desigual acceso a servicios, derechos y capacidades de acceso a oportunidades y recursos, una tendencia de la contemporaneidad;
La desregulación de las formas de trabajo y generación de ingreso, y la multiplicación de las formas de trabajo informal: regla que progresivamente generaliza más trabajo informal, con mayores jornadas y con menores ingresos;
La reconfiguración de los dispositivos y controles fronterizos: particularmente posterior a los atentados terroristas del 2001, las fronteras y los controles migratorios a nivel global se ha reconfigurado hacia políticas más marcadas por el control, detención e identificación, esto ha implicado dinámicas de extensión de los controles fronterizos hacia terceros países, fenómeno al cual se llama externalización de la frontera, generando con esto nuevas rutas migratorias.
La fragmentación del monopolio del poder por el Estado-Nación: esto refiere a crisis de legitimación de los Estados-Nación y al control territorial de organizaciones paraestatales de muy diversas características (organizaciones terroristas, paramilitares, narcotráfico, pandillas, etc.,), en complejos contextos de control fragmentado de territorios. A esto se suma la tendencia a formas políticas cada vez más totalitarias y militarizadas, como respuesta a esta problemática.
Recientes conflictos políticos y guerras: particularmente en contextos como África del norte, Asia occidental y Asia meridional, las guerras de Siria, Iraq, Afganistán y Libia han generado profundas transformaciones en las trayectorias y sistemas migratorios internacionales. En este punto debemos contar los propios conflictos en América Latina, particularmente Colombia, en donde la figura del desplazamiento ha generado flujos y corredores migratorios diversos.
Aunque estas razones no son suficientes para captar la heterogeneidad de los procesos y las motivaciones migratorias que contienen estos tránsitos, estas condiciones se encuentra repetitivamente a lo largo de los testimonios de personas migrantes, problematizando a su vez las propias categorías jurídicas de atención migratoria, tales como refugio.
La respuesta de Costa Rica a esta realidad ha sido variada, en las primeras etapas de identificación de estos flujos migratorios el país no adoptó una política de atención, adoptó la ambivalente perspectiva de la irregularización del tránsito migratorio y la permisividad del tránsito, hasta que en 2015 con el cierre de frontera de Nicaragua, las condiciones de inmovilidad de estos flujos migratorios generó una situación de concentración en el país, tanto en el Pacífico Sur como en el Norte, esto se llamó la “crisis de los cubanos”, pues la mayoría de personas migrantes era de origen cubano.
Una vez resuelta esta coyuntura con atención de emergencia y la agencia diplomática del gobierno, trasladando a las personas cubanas por avión a México para que continuaran su trayecto, en 2016 se experimenta otra coyuntura de inmovilidad y atrapamiento, igualmente relacionado al cierre de fronteras en Nicaragua, esta vez con mayoría de migrantes haitianos y de diversos orígenes africanos.
Esta coyuntura, de nuevo titulada como “crisis”, articuló dos soluciones, la atención humanitaria y el control migratorio, y la apuesta por la continuidad autónoma del tránsito migratorio de los diversos grupos. En el primero de los casos se estableció un sistema de atención de flujos mixtos, que contempló un flujo controlado de personas migrantes pactado entre Panamá y Costa Rica, el establecimiento de albergues, posteriormente, dos Centros de Atención temporal para Migrantes (CATEM) en La Cruz de Guanacaste y Golfito, un permiso de tránsito temporal de 25 días, y atención en salud, alimentación etc. Este sistema operó entre 2016-2020, en donde los flujos migratorios sostuvieron su tránsito, con un mejor registro, control y atención.
Entre 2020-2021, en el contexto de la pandemia y con el cierre de fronteras terrestres de Costa Rica dicho sistema fue desmantelado, dando paso a dos años de flujos migratorios en tránsito en condición irregular o irregularizada, paralelamente con el desarrollo de esfuerzos Estatales por el establecimiento de un Plan Integral para la Atención de los flujos migratorios mixtos, esfuerzo que permitió la construcción de la Estación Migratoria Bicentenaria Sur (EMBISUR) situada en el cantón de Corredores, y la planificación de la Estación Migratoria Bicentenaria (Norte) situada en La Cruz de Guanacaste, actualmente en proceso de construcción.
Este contexto reciente ha generado, entre 2020 y 2022, un vaciamiento y ausencia de la atención migratoria por parte del Estado a estos flujos migratorios, una irregularización de los flujos migratorios en tránsito, los cuales han establecido sus estancias temporales en diversos pueblos y ciudades a los largo del Pacífico Sur, San José y el Norte de Costa Rica, implicando el establecimiento de nuevas dinámicas de tránsito, las cuales se han visto marcadas por un acelerado crecimiento del tránsito migratorio por Panamá y Costa Rica entre 2021 y 2022, como explicamos al inicio, identificándose mayores flujos migratorios en estos dos años que en todos los años anteriores a 2020.
El tránsito global de personas migrantes por América Central y Costa Rica es más que una realidad y un patrón, constituye hoy un complejo sistema global, al cual es necesario abocarse en su acompañamiento y del cual aún estamos por conocer sus dimensiones. Este sistema ha implicado complejas transformaciones en las políticas migratorias de las Américas en general, las cuales han registrado su continuidad, heterogeneidad y consistencia a través de estos periodos.
Dr. Guillermo A. Navarro Alvarado Instituto de Investigaciones Sociales, Escuela de Sociología y coordinador de la Cátedra de Estudios de África y el Caribe
Por Memo Acuña (Sociólogo y escritor costarricense)
Así presenta una mujer en sus redes sociales un video Tik Tok generado por un hombre costarricense desde un vehículo en movimiento. Hace un par de días un familiar cercano lo compartió en mi muro. Me solicitó mi opinión y le dije que estaba sin palabras.
Pero no es cierto. Aquí apalabro mi sentir sobre estas y otras conductas de cierto tipo de costarricenses a quienes la identidad esencial les ha constreñido su capacidad de asombro y de solidaridad.
El hombre del video muestra una molestia evidente. Se escucha por su voz y se nota en sus facciones, duras, casi violentas. “Me tienen cansado”, dice, “que no nos vean la cara de tontos” reclama “que se pongan a trabajar”, ordena.
Coincidir con los planteamientos del hombre en su video que imagino ya se ha hecho viral, es decir, repetir “me encantó” como forma de compartirlo, revela la consolidación de un núcleo duro de opiniones sobre las migraciones que transitan por territorio costarricense. Implica no reconocer de facto el carácter emergente de los procesos de tránsito regional que, constituyendo una verdadera crisis humanitaria, han experimentado muchas personas venezolanas durante los últimos años.
Estemos o no de acuerdo en el contexto sociopolítico de Venezuela, no podemos obviar que la migración constituye una salida, una estrategia de sobrevivencia para miles de venezolanos que ya no se sienten incluidos en su país de origen.
Cuando pasan por Costa Rica su intención no es quedarse, aunque el hombre del video asegure que ya han establecido una permanencia y por ello les invita a “ser productivos” y “no estar de vagos” en nuestro país.
Una percepción así hay que explicarla. Surge, al decir de Carnero (2021) desde la raíz de un pensamiento de Estado sobre las migraciones, construido a partir de las premisas que ven en sus procesos un problema permanente y cuyas categorías (migrante, refugiado, “ilegal”, por decir algunas), han sido construidas para abonar el marco securitario de los estados nación.
Este pensamiento ha sido compartido por los mecanismos de socialización y comunicación, que terminan por naturalizar la forma en que las personas ven a la migración y las personas migrantes.
No tengo duda que en el país existe una actitud solidaria y mayoritariamente enfocada hacia el apoyo y la comprensión hacia estos procesos y las poblaciones que los experimentan.
En cambio, al sujeto del video habría que invitarlo a pasar unas diez veces por El Tapón del Darién para que sus aguas y aires le laven esa identidad esencial que presenta y esa forma particular de referirse a quienes hoy vemos en las calles del país como pedigüeños, ladrones y vagabundos.
Detrás de cada persona solicitando apoyo hay una historia que no conocemos. Es preciso desmontar ese aparataje de pensamiento estatal que nos orienta la mirada hacia lo que requiere (control, seguridad) y considerar una actitud más humanitaria hasta en las redes sociales.
Empecemos por cambiar las lógicas de nuestros discursos y nuestras acciones. Un día a la vez. Pero empecemos.
El tema de la corrupción y la lucha por erradicarla se ha extendido por todo Latinoamérica. Hoy Panamá vive momentos muy difíciles. Ya es conocida la situación salvadoreña. Además, de alguna manera en países como Perú, Honduras, Chile, Colombia y México el tema de la corrupción fue el caballo de batalla para que los pueblos de esos países decidieran elegir gobiernos progresistas o de izquierda. Sucederá lo mismo en Brasil en las próximas elecciones con el regreso, muy probable, de Lula al poder.
También los temas de campaña han sido la pobreza galopante en todos los países, pues quienes han gobernado históricamente en América Latina no se han preocupado por una verdadera, justa y equitativa distribución de la riqueza, sino que los gobiernos se han dedicado a salvaguardar los intereses de unos pocos y haciendo crecer la brecha social en nuestros países. Eso aunado a la inflación que cada día crece más y que es un golpe a las clases más desposeídas pone en riesgo la estabilidad social como sucede en Argentina.
Y la problemática es mayor cuando no se vislumbran liderazgos fuertes que logren unidad de países y regiones para enfrentar conjuntamente problemas similares como el narcotráfico, el aumento en precios del petróleo y las exportaciones para mejorar las economías y ni se diga de las migraciones que se dan entre los mismos países latinoamericanos como sucede con venezolanos, nicaragüenses, argentinos y colombianos.
El problema común y que alimenta muchísimo las formas en que los pueblos latinoamericanos se comportan de cara a elecciones y toma de decisiones en sus países es la baja en los niveles de educación. La calidad de la educación en nuestros países es cada día más baja y en ocasiones se une a la deserción escolar para enfrentar la situación de pobreza y que lleva a muchas familias a ligar sus hijos con narcotráfico en una alianza fatal y que lleva a mayor inseguridad y violencia en nuestros países.
Un panorama caótico y lamentable en el que hay apenas buenas intenciones por parte de algunos gobernantes, pero con férreas oposiciones de los que históricamente han manejado las riendas de nuestros países. Y ante un Estados Unidos que sigue sin prestarle mucha atención a nuestra región y sin darle la ayuda necesaria. Los famosos tratados de libre comercio (TLC) fueron y han sido un trueque desigual y que han empobrecido aún más a nuestros países con las imposiciones de los grandes contra los pequeños tanto en comercio como en oportunidades.
Dios quiera que Latinoamérica pueda encontrar la ruta y logre las metas de desarrollo que se merecen nuestros pueblos.
REDYALA y la Escuela Ecuménica de Ciencias de la Religión-UNA, le invita a inscribirse al segundo encuentro: “Migraciones, derechos humanos y justicia cultural en Abya Yala”, a realizarse el 29 de julio de 2022 a las 2:00 pm (hora de América central).
Se contará con los panelistas Marcos Rodríguez de Brasil y Olinda Bravo, activista social de Costa Rica y Nicaragua, además, de la moderadora Sara Xena de Brasil.
Costa Rica es una de las democracias más longevas del mundo y se aproximan las elecciones legislativas y presidenciales programadas para el próximo 06 de febrero. Estas elecciones tendrán como resultado la elección de la fórmula presidencial así como 57 diputados y diputadas que asumirán sus cargos para el periodo 2022-2026.
Costa Rica, históricamente, ha sido reconocido como un país con muchísima afluencia de personas migrantes y solicitantes de refugio. A su vez, también se le ha reconocido como un país con bastante cantidad de emigrantes principalmente a Estados Unidos de Norteamérica. En ese contexto es que surge este texto que busca estudiar y analizar la diáspora costarricense así como el tema de las personas migrantes naturalizadas en el contexto de las próximas elecciones.
En 2013 se firma el reglamento para el ejercicio del voto en el extranjero y así se trata de democratizar y universalizar un poco más el ejercicio del voto a personas no residentes dentro del territorio nacional. En estas notas se menciona, por ejemplo, la cantidad de personas habilitadas para votar, así como las nacionalidades con mayor cantidad de personas inscritas en el padrón electoral y que fueron naturalizadas. Por otro lado, además, se mencionan los países donde hay mayor concentración de costarricenses habilitados para ejercer el voto.
Basados en la cantidad de personas en el extranjero y en las cifras de votos de las últimas elecciones, se señala que solamente el voto en el exterior tendría cantidad suficiente para escoger una curul legislativa. Y la cantidad de personas naturalizadas habitando en el país es mayor a la cantidad de costarricenses naturales habilitados para votar en el exterior.
Compartimos el informe «Notas de Coyuntura Migratoria en Costa Rica».
En el video presentado por Plataforma OBF se plantea el tema de la migración forzada en América Latina, ya que este fenómeno ha aumentado por problemas de desigualdad, pobreza, convivencia y medioambiente. En este material se destacan las comunidades de fe como redes de acogida para los y las migrantes y expone que las lideresas y líderes religiosos pueden ser formadores de opiniones favorables para la inclusión, siendo críticos de los discursos xenófobos.
La invitación es para sensibilizar y organizar a las comunidades para dar la mayor bienvenida, acogida y acompañamiento posible a los y las migrantes que llegan a las ciudades.
Adjuntamos el video que se encuentra en las redes de Facebook de Plataforma OBF:
El Departamento Ecuménico de Investigaciones, DEI, convoca a organizaciones basadas en la fe, movimientos sociales, organizaciones comunitarias y socio-culturales, activistas independientes y colectivos, a participar del Taller Socio-Teológico 2021: «Economía de la pandemia: entre cuidados, trabajo y bienes comunes».
El espacio se desarrollará de manera virtual, siguiendo la apuesta epistémica institucional, buscando posibilitar mediante herramientas digitales procesos de diálogo de saberes y construcción colectiva de conocimientos.
Al hablar sobre economía de la pandemia, se desea hacer referencia a la diversidad de significados que pueden ser asignados a esta palabra. Desde el primero de los términos, que hace referencia trabajo del hogar, pasando el análisis de los procesos de producción, distribución y consumo de mercancías, hasta la economía de la salvación; este término espera articular el diálogo entre las personas y organizaciones participantes del Taller.
Sesiones y horario
El Taller Socio Teológico iniciará el martes 1 de junio, las sesiones principales se desarrollarán los días martes, en el siguiente horario:
Centroamérica
15:00 horas
Venezuela, Cuba, República Dominicana, Chile y Bolivia
17:00 horas
Ecuador, México, Perú, Colombia y Panamá
16:00 horas
Argentina y Brasil
18:00 horas
Las sesiones serán de un total máximo de dos horas y media. El trabajo en los círculos de estudios posee otra modalidad, donde cada grupo buscará su propia forma de organización en diálogo con la coordinación del taller.
Metodología
La contextualización y el trazo mapeo de las experiencias de las personas participantes, será la base para generar procesos grupales de discusión de análisis de coyuntura.
Las temáticas abordadas durante el Taller serán: economía feminista, teología de los cuidados, ecofeminismo, extractivismo y resistencias comunitarias, eclesiología y migraciones y desplazamientos.
Las personas participantes se integrarán en alguno de los siguientes círculos de estudio:
Teología y fundamentalismos
Género y luchas antipatriarcales
Tierra y Territorio: Pueblos originarios, afrocedescendientes, racismos y luchas anticoloniales
Migraciones y desplazamientos forzados
Política de participación
– Se prioriza personas y organizaciones con experiencia en procesos eclesiales, sociales, de activismo político o compromiso comunitario, dispuesta a dialogar en un espacio colectivo desde los aportes de diversos enfoques de pensamiento crítico, espiritualidades liberadoras y teologías de la liberación.
– Para realizar la postulación para participación en el Taller Socio Teológico, se debe ingresar y llenar al formulario de inscripción
– Se espera que las personas participantes tengan disposición para participar durante las 8 sesiones generales y las establecidas en círculos de estudio.
– La aprobación de las solicitudes con las indicaciones más detalladas del taller, será enviada a partir del 20 de mayo.
Deseamos que este sea un espacio de encuentro entre nuestras organizaciones y movimientos. Que en un tiempo marcado por la desigualdad y la muerte, nos inspiremos mutuamente y busquemos nuevos caminos y nuevas relaciones que fortalezcan la lucha por la justicia, los derechos y vida con dignidad para los pueblos y comunidades.
Por Memo Acuña (Sociólogo y escritor costarricense)
En el año 2019 fui invitado al XV Festival Internacional de Poesía de Quetzaltenango, Guatemala. Año con año, este Festival lleva poesía y reflexión a distintos rincones de la geografía guatemalteca. Escuelas, colegios, teatros, comunidades, cárceles, hospitales y albergues son sedes donde se recrea la palabra y su magnífico acto transformador.
En sus últimas ediciones, conscientes del potencial comunicativo de la actividad en una sociedad como la guatemalteca, seleccionaron temas profundos como las desapariciones forzadas, las migraciones de niños y niñas y mujeres y los procesos de desplazamientos forzados, para hacerlas visibles desde la actividad creativa y liberadora de la poesía.
Cada inicio de los recitales poéticos que convocan escritores y escritoras internacionales, se daba lectura a un texto manifiesto que ubica a las personas asistentes en el contexto temático del momento.
Ese año junto a Lucy Chau (Panamá) Negma Coy (Guatemala) y Chary Gumeta (México) fui asignado a una lectura en uno de los denominados Hogares Seguros, sitios donde se albergan y resguardan niñas que han experimentado todo tipo de violencias.
La lectura de esa tarde transcurrió en medio de un absoluto silencio y atención dispuesta por las niñas. Dediqué un rato a observar sus caras. Vi niñas madres, niñas tristes, niñas llenas de furia y de ternura. Estaba frente a un escenario que esta misma sociedad violenta y agresora ha generado, en múltiples dimensiones. Y lo estábamos revistiendo con palabras dulces como la de Chary, melodiosas y musicales en la ocarina poética de Negma y sentidas y profundas en la voz de Lucy.
Al finalizar las lecturas generalmente se abre un conversatorio que incluye intercambios y preguntas sobre el oficio de escribir. En esas actividades los niños y niñas suelen ser los más directos y honestos con sus preguntas. Esa tarde una niña de la cual no retengo su nombre ahora (Ana, María, quizá Daniela, no lo sé) nos interpeló y nos hizo conocer la dimensión del dolor y la esperanza por partes iguales.
Nos interrogó sobre nuestro primer libro, nuestra poesía preferida, como escribíamos y por qué. Ya en un pequeño refrigerio nos mostró su realidad directa, pura y violenta. Una niña que a lo sumo tendría 14 años contaba ya con cerca de 20 marcas de intento de suicidio en sus brazos. Mientras nos percatábamos de su historia, nos mostraba su amor por los dibujos y la pintura.
Su destreza artística la salva una y otra vez del desenlace final al que ha intentado llegar como consecuencia de la violencia que vive en su hogar. Por eso su interés por la poesía que le llevamos y compartimos.
Ya hemos dicho en otros momentos que creemos profundamente en el potencial transformador, movilizador y vital del arte y la cultura en todas sus variantes. En contextos tan complejos y desiguales como los nuestros, es necesario el arte como recurso y herramienta y no solo (pero también) como propuesta estética. Es una actividad esencial, como la vida misma.
En los últimos días, consecuentes con una estrategia política y simbólica de aniquilamiento del estado social en Costa Rica, surgió una propuesta en el seno del sector empresarial costarricense para cerrar instituciones dedicadas a la cultura, la investigación social y la educación.
La propuesta emanada por un grupo feligrés empresarial surgido en los años setenta en Costa Rica llamado ANFE (Asociación Nacional de Fomento Económico) muestra un enfoque abiertamente inhumano basado en la premisa de que la economía es lo principal y que lo demás sobra.
Mostrando un absoluto desprecio por la vida y en tono irónico, lanzan la idea que estas actividades no son «esenciales» y que deben sacrificarse por el bien colectivo ahorrándose con ello presupuesto que, aducen, sería destinado a combatir la pandemia. Han recibido resonancia en medios hegemónicos, pero también han encontrado espacio en una gestión gubernamental absolutamente alineada con los intereses corporativos. Alguien les dejó la puerta abierta y entraron.
He pensado en la niña del Hogar Seguro de Quetzaltenango en estos días. Rememoro su profunda relación con el arte como recurso para resistir y la contrapongo a estas voces recortistas y retrógradas ya recurrentes en una sociedad como la costarricense.
Pienso que es la hora de la disputa semántica, discursiva y política con quienes intentan silenciar la expresión y la investigación social en nuestros países. Es importante reivindicar el significado de lo esencial para darle su contenido real. La tarea es hoy.
Un proyecto con grandes objetivos para el desarrollo de toda la humanidad hoy suena a delirio. Aumentan las distancias entre nosotros, y la marcha dura y lenta hacia un mundo unido y más justo sufre un nuevo y drástico retroceso (Papa Francisco, Encíclica Fratelli Tutti. Sobre la fraternidad y la amistad social).
Álvaro Vega Sánchez, sociólogo.
No es que el papa Francisco tenga una visión pesimista de la realidad de nuestro mundo, es que la realidad no da pie para un optimismo exacerbado, como el que pregonan quienes avizoran una nueva “normalidad” post-pandémica, a la vuelta de la esquina.
Sin embargo, el papa nos convoca, en su última Encíclica Fratelli Tutti, a la fraternidad universal y la amistad social, con la ilusión y la esperanza de que un proyecto de nueva humanidad, más solidario y justo, gane terreno en medio de las tendencias dominantes de la exclusión, la injusticia y la desigualdad.
Globalizar la fraternidad y la afectividad es el gran desafío, si queremos encarar con sentido de responsabilidad histórica los grandes problemas globales, como las pandemias, el cambio climático, las migraciones y las hambrunas, entre otros. Es la perspectiva del papa, al plantear el desafío en términos globales y locales: “La fraternidad universal y la amistad social dentro de cada sociedad son dos polos inseparables y coesenciales”.
En esta dirección, no podemos esperar mucho de una institucionalidad mundial, como la Organización de Naciones Unidas (ONU) y la Organización Mundial de la Salud (OMS), que ante situaciones como las que vive el mundo actual se han mostrado débiles y acaso apenas impulsando medidas paliativas. Sin duda, hace falta relanzar y fortalecer a estos y otros organismos con un claro mandato de contribuir a la tan necesaria gobernanza global, para la equidad y la salvación del planeta.
Requerimos, para ello, dar un salto cualitativo: reencontrarnos como hermandad universal. Es el llamado que hace el papa Francisco en la encíclica Fratelli Tutti. Sobre la fraternidad y la amistad social. Estamos ante una de las encíclicas sociales más importantes que ha producido el magisterio social de la Iglesia Católica, pensada y escrita en el más elevado espíritu de diálogo ecuménico. Al respecto, cabe destacar que el papa inicia y cierra su encíclica recogiendo los aportes de su diálogo con el Gran Imán Ahmad Al-Tayyeb. Asimismo, reconoce explícitamente haberse nutrido del pensamiento de líderes protestantes como el pastor bautista Martin Luther King, el obispo anglicano Desmond Tutu y el maestro del pacifismo activo Mahatma Mohandas Gandhi, entre muchos otros no católicos.
El reencuentro como humanidad planetaria pasa por la superación de las supremacías culturales, religiosas, raciales, etc., así como el cultivo de los buenos afectos: el abrazo inclusivo que propicie la paz y la convivencia digna y justa. “Qué bonito sería, dice el papa Francisco, que a medida que descubramos nuevos planetas lejanos, volviéramos a descubrir la necesidad del hermano y de la hermana alrededor de mí”. Se trata de reconocernos unos a otros como implicados en un destino común. Más aún, afirmarnos unos a otros en lo que somos e incluso podemos llegar a ser, que es lo que distingue a una sociedad como verdaderamente humana, según Martin Buber.
Haciendo alusión al momento doloroso que vivimos, nos convoca al aprendizaje compartido: “Ojalá que tanto dolor no sea inútil, que demos un salto hacia una forma nueva de vida y descubramos definitivamente que nos necesitamos y nos debemos los unos a los otros, para que la humanidad renazca con todos los rostros, todas las manos y todas las voces, más allá de las fronteras que hemos creado. Si no logramos recuperar la pasión compartida por una comunidad de pertenencia y de solidaridad, a la cual destinar tiempo, esfuerzo y bienes, la ilusión global que nos engaña se caerá ruinosamente y dejará a muchos a merced de la náusea y el vacío”.
El papa lo ha expresado con meridiana claridad, se trata de “recuperar la pasión compartida por una comunidad de pertenencia y solidaridad…”, es decir, apostar sin dilaciones a construir por todos los medios un modelo de globalización desde y para la fraternidad y la afectividad. Solo así, abriremos horizontes esperanzadores para la preservación y continuidad de la vida en la Tierra. Sí, hay viabilidad para la humanidad como especie, toda vez que reorientemos nuestros esfuerzos al cultivo de esa dimensión emocional, pasional y afectiva que la racionalidad instrumental moderna ha pretendido clausurar.
Pensar y construir una nueva humanidad para la convivencia planetaria digna y justa será posible cuando nos hayamos reencontrado con nuestra realidad profunda de seres corporalmente diversos y sensibles y con vocación para la hermandad, es decir, el amor solidario y generoso.