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Etiqueta: Nayib Bukele

¿Es Nayib Bukele un ejemplo demócrata a seguir?

Freddy Pacheco León

Es menester reflexionar, en estos días de tanto desbarajuste provocado por acciones antidemocráticas gubernamentales, que matizan la realidad nacional. Comentar que, planeada desde el Poder Ejecutivo, se desarrolla una estrategia propagandística populista, demagógica, perversa, que atrapa a incautos, en la que el Chaves se presenta como un «súper héroe» nacido del tugurio, en combate cuerpo a cuerpo contra los corruptos, que invita a que lo sigan cual cabeza de un cardumen.

Y es que, a año y medio de finalizar la administración, incapaz de mostrar siquiera, algunas pequeñas cosas buenas, se ha optado por reforzar una «campaña electoral», similar a la desarrollada en la segunda ronda que lo hizo presidente. Por ahí iba su intención de usar la figura del referendo, y, también, los anuncios de promesas, que, sabe muy bien, jamás se van a ejecutar, como son, luchar contra la criminal evasión de impuestos, fortalecer el Seguro Social, llevar bienestar a las ciudades costeras para liberar a sus habitantes de la tentación de buscar ingresos económicos en el narcotráfico, de fortalecer la seguridad ciudadana y acabar con los asesinatos cotidianos, de reafirmar compromisos con el ambiente, de garantizar el eficaz abastecimiento de agua potable…

Promesas y más promesas, que, bien divulgadas, y anunciadas con megáfonos, levantan la esperanza de un pueblo desvalido, que, al no poder superar su pobreza, a veces, extrema, quisieran creerle como último recurso. Pueblo que, dichosamente, poco a poco, parece ir despertando de su letargo.

Pues bien, como parte de esa nada sutil estrategia de campaña, una administración que se dice obstaculizada por caros principios democráticos, como la separación y respeto entre los poderes de la República, y por las instituciones de control del gasto público, ahora promueve la presencia de un cuestionado presidente centroamericano, con la intención de que éste le ayude en su vigente «campaña electoral», presentándolo como un ejemplo demócrata a seguir. Por ello, porque se viene ese incómodo acontecimiento, es pertinente mirar hacia la esencia del gobierno de Nayib Bukele, el ahora colaborador electoral de Rodrigo Chaves.

Al ponerle la lupa, la imagen captada, muestra a alguien que ha demostrado, un total menosprecio por las normas jurídicas salvadoreñas, como, por ejemplo, su menosprecio a la Constitución Política, conque fue electo la primera vez, síntoma evidente, de una deriva autoritaria, aplicada en el pequeño país hermano. Un caso grave es el de su forzada candidatura a la reelección presidencial. Resulta que la Constitución de 1983, prohíbe la reelección inmediata, y dicha prohibición había sido reafirmada por un fallo del 2.014. Sin embargo, gracias a una circunstancial mayoría absoluta, obtenida en las elecciones legislativas de febrero de 2.021, Nayib alteró las reglas constitucionales, gracias a una serie de maniobras alejadas de la legalidad. Cuando su sumisa Asamblea Legislativa, aprobó reemplazar a los miembros de la Corte Suprema de Justicia, le abrió camino a ejercer, una dictadura maquillada de democracia. De este modo, sus «piezas» judiciales resolvieron en el 2.021, que el presidente en ejercicio podía postularse legalmente para el cargo, si se alejaba del poder, un tiempito (seis meses) antes de las elecciones, como simuló hacerlo en el papel, para cumplir con ese fraudulento requisito.

Ejecutada esa maniobra, se postuló nuevamente. Asimismo, procedió a acabar con los vitales entes contralores, dándole vía libre a la corrupción galopante, donde su familia, por cierto, juega un papel determinante.

El enfrentamiento con los pandilleros expulsados de los EE.UU., que acosaban a la población salvadoreña, ha sido motivo de gravísimas acusaciones, lanzadas al basurero, después de la destitución del fiscal general, cerrándose así la investigación penal sobre las negociaciones del gobierno con los líderes de las pandillas. El enfrentamiento con los pandilleros, que expulsados de los EE.UU. (desde donde 2,5 millones de salvadoreños, con remesas anuales de US$8.000 millones, sostienen la economía de su país) acosaban a la población salvadoreña, ha sido motivo de acusaciones, muy serias. Sin embargo, después de la destitución del fiscal general, se cerró la investigación penal sobre las negociaciones amistosas del gobierno con los líderes de las pandillas, truncando un enjuiciamiento oficial sobre el caso, que, por supuesto, empañaba «el único logro» exhibido por Nayib, pese a la gran indignación, nacional e internacional, por las violaciones de derechos humanos, relacionadas con las detenciones arbitrarias de más de 73.000 personas, muchas inocentes, sin contar con el fundamental debido proceso. Pero era tanta la delincuencia, que el pueblo salvadoreño apoyó abrumadoramente las drásticas medidas oficiales, convirtiendo, por ello, a Nayib, en el líder más popular de América Latina, debido a la disminución de las tasas de violencia y homicidios, aunque obedecieran a acciones ilegales por él propiciadas.

El estado de emergencia” que siguió al aumento de la violencia de las pandillas, le dio a su gobierno, como sucediera antes con la pandemia del Covid 19, un camino libre, bien oscuro, tenebroso, para las irregularidades y la corrupción. El resultado fue una falta de transparencia y de acceso a la información pública, así como una total ausencia de rendición de cuentas en el uso de los recursos públicos, al eliminarse las restricciones legales sobre el manejo de fondos del Estado. Hasta hoy, dicho «estado de emergencia» se ha prorrogado 22 veces (la última vez en enero de 2024), por lo cual, la pareja corrupción e impunidad, viven una eterna luna de miel. Por ejemplo, se desconocen los déficits presupuestarios crónicos, pese a las remesas que representan el 28 % del PIB, pues se publican pocos datos sobre la composición exacta del presupuesto del Estado. Por ello, pese a que se asignan cifras gigantescas para «seguridad», la supervisión de las finanzas públicas es prácticamente inexistente.

Y como era previsible, como resultado de la cobertura crítica sobre la corrupción y las políticas públicas, vino el ataque a la prensa independiente. Los periodistas han sufrido la autocensura, al enfrentarse a la intimidación y las agresiones. Otros fueron obligados a abandonar el país, como el medio El Faro, que, habiendo informado sobre la corrupción institucional de El Salvador durante décadas, hubo de salir del país, para trabajar digitalmente desde Costa Rica. De hecho, Departamento de Estado de EE.UU., ha acusado de corrupción a más de una docena de funcionarios del gobierno de Nayib Bukele, por lo que muchos de ellos figuran en la «Lista Engel» del gobierno estadounidense, que incluye a personajes corruptos y enemigos de la democracia.

Así, con el Poder Legislativo bajo su control total, el Poder Judicial manejado por sus fieles partidarios y el Poder Ejecutivo concentrado en su figura, con un círculo de confianza formado por hermanos y leales servidores, Nayib logró un poder indiscutible en El Salvador, que, por lo conocido, está muy lejos de merecer levantar un estandarte democrático, aunque sí, el de una dictadura que busca entronizarse por muchos años, cuando pise suelo patrio.

Preguntamos, ¿A de ser un modelo ejemplar para los costarricenses? ¿Se justifica honrarlo con una invitación a visitar las sedes de los tres poderes de la República? ¿Su amistad con el presidente Chaves, estará por encima de los principios democráticos, que movilizan a muchos compatriotas? ¿Qué beneficios obtendría nuestra Patria, con su visita oficial, aparte de, supuestamente, ayudar con la «campaña electoral» adelantada, que se desarrolla desde nuestra Casa Presidencial? Finalmente, ¿Será que Chaves aspira a gobernar como su admirado dictador?

Para nosotros, las respuestas son obvias, como también lo es, que repudiamos su inoportuna presencia en Costa Rica.

25.10.2024

Cinco años malos y lo peor está por venir – Página de Maíz

Los principales indicadores sociales y económicos que encontró el Gobierno de Bukele en 2019 han empeorado cinco años después. Así, el segundo Gobierno de Bukele, que es inconstitucional, iniciará en una situación peor.

Situación en 2019 y situación actual 

La pobreza, que es el principal indicador social, aumentó en 4 puntos porcentuales. Hay ahora 126 mil personas pobres más que en 2019. Ese dato sería peor si no fuera por la enorme cantidad de gente que se ha ido del país.

Entre 2019 y marzo de 2024 la deuda pública aumentó en más de 10 mil millones de dólares. Y en abril y mayo también de 2024 la Asamblea Legislativa ya aprobó nueva deuda por 2 mil 500 millones más. Esos ingresos millonarios no se tradujeron en mejoras para la población.

La matrícula estudiantil de 2023 fue menor que la de 2019. O sea, que hay menos estudiantes que hace cinco años en los centros educativos y en la Universidad de El Salvador (UES).

En el campo la situación es grave. Cayó la producción de alimentos y a muchas comunidades y cooperativas les están robando su tierra.

Todo empeorará, pero la lucha popular crecerá

En el segundo Gobierno de Bukele, que es inconstitucional y será “de facto”, todo empeorará, pues el endeudamiento sigue y vendrán más desgracias para el pueblo, debido al aumento del temor y la represión por el Régimen de Excepción, los desalojos, los despojos, la persecución política y la violación de Derechos Humanos.

La oligarquía tradicional y el grupo económico del clan Bukele seguirán aumentando sus riquezas haciendo piñata con los fondos públicos.

Seguirán los precios altos, los ingresos bajos y la falta de empleo. La gente que le dio un segundo chance a Bukele terminará comprendiendo cuál es la causa de sus carencias y le pasará la cuenta.

La gente más afectada y que votó por Bukele se desencantará y se lanzará a las calles junto a las organizaciones sociales, por lo que los próximos años serán de luchas y de victorias populares.

Descalabro electoral innecesario

Rodolfo Cardenal

La ansiedad del adicto al poder pudo más que la prudencia del ilustrado. En lugar de aguardar los resultados oficiales de una autoridad electoral favorable a su causa, Bukele se autoproclamó ganador absoluto de la elección presidencial y legislativa. La reelección estaba asegurada de antemano. Por tanto, la serie de irregularidades en todas las fases del proceso electoral, que autorizan a descalificarlo como fraude, era innecesaria. La ambición desmedida de poder vició el proceso de principio a fin. La inconstitucionalidad de la reelección desembocó en la autoproclamación cuando apenas había comenzado el conteo preliminar y no se había procesado ningún acta de la votación legislativa. Los países amigos, encabezados por Washington, cayeron en la trampa y le siguieron el juego al felicitarlo sin datos oficiales.

La autoproclamación y las congratulaciones validaron una elección con más votos que empadronados, con votos fraudulentos, con actas incongruentes y contradictorias, con papeletas y actas extraviadas, con fallas graves de logística para resguardar la seguridad del voto y con la plataforma informática caída. Por falta de datos, el triunfo legislativo de Bukele es mera especulación. La ausencia de soporte electrónico impidió el escrutinio. El fiasco es tan clamoroso que la autoridad electoral dispuso abrir las urnas para contar los votos. Los partidos de la oposición hablan de anular las elecciones. En ciertos sectores de la opinión pública se habla de fraude. Desde los tiempos de la oligarquía militar y su partido de las manitas no había habido un fracaso de esta envergadura. En esto, el oficialismo se ha superado. Por asegurar lo seguro, se pasó.

El descalabro organizado por la autoridad electoral no sorprende. Es reflejo fiel de cómo la dictadura gestiona la administración pública. Es tan incompetente que ni siquiera pudo disimular el fraude. Después de la autoproclamación de Bukele, calificó cínicamente las elecciones como “un éxito”. Si la debacle es triunfo, qué será el fracaso. Desde 1992, la institucionalidad electoral no había dado muestras de una incapacidad tan escandalosa, que no solo deja por el suelo su credibilidad, sino que también le ha costado al país millones de dólares. No sería extraño, entonces, que la abstención aumente en la elección municipal.

El triunfo de Bukele es indudable, pero debe ser matizado. Hay indicios sólidos de que solo votó alrededor del 40 por ciento, es decir, la mayoría de la ciudadanía no acudió a las urnas. Por tanto, Bukele obtuvo una abrumadora mayoría solo entre ese 40 por ciento que votó. Dicho de otra manera, la mayoría de la población no votó por él. Tampoco la de la diáspora. De confirmarse, este dato demostraría que si su popularidad es real, no se tradujo en votos, o bien, esa popularidad no es tan alta como dicen las encuestas.

Consumada la reelección de Bukele es saludable preguntar qué se puede esperar razonablemente en los próximos cinco años. Esa cuestión se puede desglosar en otras dos: el para qué y el para quién de la reelección. Hasta ahora, Bukele ha sido incapaz de concretar qué hará en el segundo mandato. Ante la falta de novedades, cabe esperar más de lo mismo: militarización, seguridad y represión, eventos con repercusión internacional y megaproyectos como el nuevo estadio chino. Por otro lado, la reelección no es para aliviar las penurias de las mayorías, que tendrán que conformarse con más diversión y algún que otro reparto de alimentos. Ellas no son la prioridad de la dictadura. Antes que ellas se encuentran la familia presidencial y sus socios, los beneficiarios directos de la reelección.

La primera fase de las elecciones generales ha puesto en evidencia la similitud del oficialismo con los partidos tradicionales, la némesis de Bukele. El oficialismo hunde sus raíces en la peor tradición de la política nacional. En nombre de la gobernabilidad para una presunta transformación que no asoma por ningún lado, ha impuesto un partido único, que reproduce el partido de los militares de antaño. El atavismo es más poderoso que unas presuntas aspiraciones de novedad. La transformación en marcha se disfraza de seguridad y prosperidad para revisitar un pasado que sumió al país en una sangrienta guerra civil.

La reelección pudo haber sido un triunfo nítido y brillante de la popularidad de Bukele. La insensatez del adicto al poder total la descarriló. Bukele y sus consejeros se han metido innecesariamente en un berenjenal de consecuencias imprevisibles. El delirio le impidió consumar convincentemente la inconstitucionalidad de su reelección.

* Rodolfo Cardenal, director del Centro Monseñor Romero.

Fuente: https://noticias.uca.edu.sv/articulos/descalabro-electoral-innecesario

Democracia a la carta

Por Memo Acuña (Sociólogo y escritor costarricense)

El anuncio de los resultados en las elecciones nacionales celebradas el domingo 4 de febrero en El Salvador, solo confirmó la inminencia de un proceso a todas luces particular, por no decir otra cosa.

Se ha confirmado que Nayib Bukele, presidente en funciones y candidato plenipotenciario de su partido Nuevas Ideas, ha triunfado con un 82,66%, una de las cifras más demoledoras y contundentes de la historia de ese país. Cualquier lector medio interpretaría este porcentaje como un espaldarazo voluntario del pueblo que eligió en un segundo periodo a aquel que no asistió a un solo debate ni presentó una nueva propuesta de plan de gobierno, centrándose en solo un tema: la seguridad, es decir, el mantenimiento del régimen de excepción que ha instalado como política pública en su país.

Razón tendrá ese lector promedio en su interpretación. Razón a medias.

Con un discurso único relacionado con la disminución visible de la tasa de homicidios en el que otrora fuera uno de los países más violentos del mundo, Bukele basó su estrategia de ir por encima de los argumentos constitucionales acerca de la reelección, para lograr presentarse ante el electorado salvadoreño como la salvación posible.

Las dudas sobre la validez del proceso electoral del domingo 4 de febrero son muchas y evidentes. La autoproclamación del triunfo aún sin conocer las versiones oficiales del órgano electoral solo alimenta la sospecha de un proceso amañado y falto de sustento. Las denuncias sobre material electoral adulterado son incontables.

Llevarle la contraria al presidente del tweet puede ser contraproducente. Cientos de personas civiles, profesionales y de actividad laboral comprobada, han sido detenidas y confinadas por “sospechas”, dados sus atributos físicos, tatuajes de por medio, entre otras raras causas para el confinamiento.

Hoy, desaparecidos, engrosan tal vez la lista de ingresados en esa vergüenza de centro de detención que Bukele y sus secuaces políticos y académicos tanto en El Salvador como en otros países de la región, defienden como una cárcel modelo, para acabar con el flagelo de la violencia en este país.

El mismo día de las elecciones, miembros de sociedad civil, académicos comprometidos y desafectos con el gobierno bukelista y organizaciones sociales, artísticas y políticas denunciaron la detención ilegítima del ciudadano canadiense-salvadoreño Carlos Bucio Borja, por aparentemente haber cometido desacato por leer de forma pública y en un centro de votación los seis artículos de la constitución salvadoreña que prohíben y penalizan la reelección.

Cuando la democracia tiene precio y está ofrecida a la carta, como en el caso salvadoreño, poca esperanza queda. Aún no es posible dimensionar las millonarias ganancias que se han granjeado las industrias carcelarias de naturaleza pública y privada que han sido favorecidas con la política de cero violencia, impulsadas por Bukele.

Los populismos tienen la peligrosa acción de marear a las mayorías con ideas básicas pero bien hilvanadas. Despertar una respuesta colectiva y contundente es un imperativo y urgencia, en una sociedad que está pagando muy cara su opción por esos peligrosos populismos.

Esperemos que su memoria no sea corta.

Elecciones en El Salvador, claroscuros de una democracia burlada

El programa «Elecciones en El Salvador, claroscuros de una democracia burlada» de La Mesa Redonda Con Sergio Marin Cornavaca, aborda diversos aspectos relacionados con las elecciones en El Salvador y las municipales de Costa Rica. La conversación tiene un enfoque crítico sobre los resultados y las acciones de los involucrados, particularmente del presidente Nayib Bukele. Se cuenta con la participación de el historiador costarricense Vladimir de la Cruz. 

Primero se señala la controversia en torno a los resultados de las elecciones, donde el magistrado del tribunal electoral no había declarado oficial el triunfo de Bukele, a pesar de que el sitio web del tribunal reportara una clara ventaja del oficialismo con más de un millón de votos, y Bukele ya anunciara su gane. Esta discrepancia entre los datos reportados y la declaración oficial genera cierta desconfianza sobre la transparencia del proceso electoral y la legitimidad de los resultados.

Los expositores abordan la gestión de Bukele para controlar las maras en El Salvador y como esta ha sido un factor clave en su creciente popularidad. Sin embargo, esta estrategia también ha generado preocupaciones sobre un posible autoritarismo en su gobierno. Y aunque se reconoce la necesidad de abordar la delincuencia y la inseguridad, existe el riesgo de que las medidas implementadas por Bukele para combatir las pandillas pueda llegar a erosionar las instituciones democráticas del país. 

Se realiza un análisis comparativo con la historia política de Costa Rica, se resalta la tradición de reelección de presidentes en el siglo XIX y los cambios constitucionales que han moldeado el sistema político del país. Se mencionan casos de reelección exitosa y los desafíos enfrentados por los gobiernos en términos de legitimidad y poder político.

Este programa de La Mesa Redonda Con Sergio Marin Cornavaca ofrece una reflexión crítica sobre las elecciones en El Salvador, destacando las ambigüedades y desafíos en el proceso electoral, así como las implicaciones políticas y sociales de los resultados. La comparación con la historia política de Costa Rica permite enriquecer dicho análisis y proporciona perspectivas históricas para entender mejor el contexto político actual en El Salvador.

Compartimos el video del programa:

“Denunciamos la captura ilegal, inmoral e ilegítima del ciudadano salvadoreño-canadiense Carlos Bucio Borja” cuando leía artículos de la Constitución en un centro de votación

Nosotros, los abajo firmantes, escritores y artistas salvadoreños, denunciamos ante la comunidad salvadoreña e internacional, la captura ilegal, inmoral e ilegítima del ciudadano salvadoreño-canadiense Carlos Bucio Borja, acaecida en el marco de las elecciones de presidente y asamblea legislativa este domingo 4 de enero de 2024, por parte de elementos de la Policía Nacional Civil (PNC).

Bucio Borja leía los seis artículos de la Constitución salvadoreña que prohíben y penalizan la reelección presidencial, tanto a quien trate de ejercerla como a quienes la apoyen. Además citó palabras de Monseñor Óscar Arnulfo Romero, canonizado en 2018 por la Iglesia Católica. Esto sucedió en el centro de votación del Centro Escolar Concha viuda de Escalón, en San Salvador. En ese momento, alrededor de seis elementos de la PNC lo sacaron, le decomisaron sus documentos mientras activistas y militantes del Partido Nuevas Ideas lo ofendían y pedían su captura. Hemos sabido que será ingresado al centro de detención conocido como el Penalito, lugar donde son llevado los capturados en el marco del Régimen de Excepción, acusados de pertenecer a pandillas.

La relección presidencial en El Salvador es un hecho cuestionado al interior y exterior del país, sin embargo las elección se están realizando, el gobierno de Nayib Bukele, que controla todas las instituciones del Estado, hasta la fecha no ha derogado la Constitución de la República, tampoco han decretado que  leerla públicamente sea un acto que subvierta el orden, o sea un acto subversivo, en ese sentido, que Carlos Bucio Borja haya sido capturado por leer la Constitución en un acto cívico, es una clara violación al  derecho a la libertad de pensamiento y expresión; considerar lo anterior como un delito solo confirma que en El Salvador ya estamos viviendo una dictadura.

Hacemos el llamado a intelectuales, artistas, escritores, instituciones nacionales e internacionales y defensores de derechos humanos, a sumarse a esta denuncia y a evidenciar las graves violaciones a los derechos humanos en El Salvador.

Firman

Otoniel Guevara, poeta. El Salvador
José Antonio Domínguez, poeta y abogado. El Salvador
Tania Molina, poeta, cantante, partera y artista circense. El Salvador
Rainier Alfaro Bautista, poeta. El Salvador
Alfonso Fajardo, poeta. El Salvador.
Juana M Ramos, poeta, académica y escritora. El Salvador.
Tony Peña, docente universitario. El Salvador.
Jorge Haguilar, poeta y docente universitario. El Salvador.
Moisés Ramos Guerra, cantautor. El Salvador.
César Lazo, poeta, Honduras.

América Latina: o supera los resabios del siglo pasado y aprende de las mejores prácticas o será presa del narco

Miguel Sobrado y Juan José Rojas , Catedrático Universidad Autónoma de Chapingo

Nuestra América, en este momento de cambios acelerados en el panorama mundial, está viviendo intensos procesos de transformación que, en algunos casos resultan difusos y hasta regresivos y, en otros, se trata de experiencias alentadoras de autogestión social y de fortalecimiento institucional que es preciso complementar. En cualquier caso, es imprescindible abordar tales fenómenos como expresiones de un todo continental, y saber aprender de ellos liberándonos de valoraciones y esquemas del siglo XX que han mutado en nuestra época, adquiriendo por su aplicación práctica una connotación muy alejada de su significado inicial.

Empecemos por analizar en lo profundo el caso de Milei en la Argentina donde la mayoría de los votantes, más que otorgarles un respaldo a sus propuestas, votaron con desesperación contra un sistema clientelista manejado por “punteros” que, en vez de crear ciudadanía, negociaban los votos de los “rebaños locales” ante los políticos depredadores. Así, un país de los más ricos del continente, que llegó a perfilarse incluso como potencia regional, pasó a un estado de postración con una tasa de pobreza que rebasaba el 40% y una inflación superior al 100%.  Bajo este contexto, tanto tirios como troyanos, responsables del desastre, no ofrecían una alternativa creíble para los electores.

De tal forma que cuando apareció el espectáculo de Milei con una sierra ofreciendo acabar de raíz con estos males cerrando instituciones y dolarizando la economía, la mayoría electoral desesperada se cobijó en sus brazos sin analizar las consecuencias que tendría para ellos mismos la aplicación de su programa económico.

Dicho en otras palabras, votaron contra el clientelismo y los privilegios de grupos enquistados en el gobierno para servirse de su posición y no para servir a la población que es el verdadero y único cliente que financia sus salarios. Partidos que, en nombre de las necesidades reales de los trabajadores, al llegar al poder, a menudo, les daban la espalda con grandes negociados para sus dirigentes y hasta los maltratan en las ventanillas y en la calidad del servicio. Por eso, por su práctica oportunista, los eslóganes populistas perdieron credibilidad y terminaron siendo rechazados como palabras gastadas.

Por otra parte, en México, el presidente Andrés Manuel López Obrador, al margen de los canales del viejo sistema clientelista instaurado por el PRI desde el siglo pasado y pese a la existencia de conflictos serios de violencia en algunos estados y municipios, ha sabido cumplir con las expectativas de la población trasladando los recursos que antes eran saqueados por los presidentes y ministros y la red de funcionarios que se servían en cascada de sus privilegios, a los ancianos con pensiones débiles o carentes de pensión, así como a estudiantes de escasos recursos económicos para que no abandonen sus estudios. Con estos recursos, sin recurrir a nuevos endeudamientos, ha recuperado las empresas petroleras y energéticas y ha impulsado la construcción de grandes obras de infraestructura que contribuyen a la ampliación del mercado nacional. Todo ello, le ha permitido conseguir logros políticos importantes que han acrecentado su autoridad y prestigio. Con sus locuciones mañaneras ha logrado un gran éxito, como ejemplo continental, al neutralizar a los medios tradicionales al servicio de la oligarquía. El prestigio de su gobierno es tal que, a unos meses de cumplirse el sexenio, su partido Morena tiene una posición privilegiada frente a las nuevas elecciones.

No obstante, algunos de sus proyectos estratégicos, como el tren maya y el corredor interoceánico, han provocado afectaciones graves al medio ambiente; la inseguridad pública persiste y se torna incontrolable en diversos puntos del territorio nacional; pero, quizás, su déficit principal se manifiesta en el escaso fortalecimiento de las organizaciones de la sociedad civil, las cuales han sido desplazadas de la agenda pública por un estatismo asfixiante. El balance global arroja así un panorama de claro-oscuros que amerita ser reforzado en sus aspectos positivos mediante un ejercicio autocrítico y un replanteamiento de los ejes centrales en los que debe basarse el proceso de transformación.

Bukele, en El Salvador, ha logrado con energía, frente al terror de las maras, restituir la autoridad del Estado y la seguridad de la ciudadanía. Un primer paso muy importante, que debe complementarse con una política educativa y de capacitación empresarial que les abra nuevos horizontes a los jóvenes. De igual forma, debe insistirse en que el restablecimiento del orden público no debe implicar el sacrificio de los derechos humanos y mucho menos convertirse en una justificación para alentar la concentración del poder en pocas manos y la legitimación de prácticas autoritarias que pongan en entredicho el régimen democrático.

Lula en Brasil, ha retomado con firmeza las riendas del Estado, deterioradas severamente por la administración de Bolsonaro y, apartándose de las prácticas clientelares, está incorporando a los excluidos, a través de los poderes locales, en la formulación e implementación de políticas sociales redistributivas e integradoras. Junto con ello, las inversiones públicas en los sectores industriales y agrarios, bajo una perspectiva de largo alcance, están modificando el perfil de la economía brasileña y desatando su potencialidad a fin de desempeñar un papel cada vez más protagónico en el nuevo mundo multipolar.

Petro en Colombia se ha enfrascado en la paz total, en un contexto donde sus iniciativas son saboteadas, tanto en el parlamento y en el ámbito del poder judicial, como por las acciones bélicas impulsadas por los grupos de interés enemigos de la paz. Sin duda, está avanzando, aunque lentamente, en otras reformas que le pueden dar dividendos políticos que fortalezcan su autoridad, como la reforma educativa, la de salud y la de pensiones.

En Chile, Gabriel Boric, ha sufrido, en parte por su maximalismo, lo embates de una derecha que ha saboteado la reforma constitucional y que tiene suficiente fuerza en el parlamento para postergar sus iniciativas que podrían enriquecer su autoridad y capacidad de maniobra y avance.

En suma, tal como se puede apreciar en este ligero esbozo, en los diferentes países de América Latina hay material suficiente para aprender de lo que está sucediendo en nuestro continente, pero aún hace falta dejar de lado la visión fragmentada por país y los conceptos que identifican como progresistas a estructuras “populares” clientelistas, manipuladas por intereses corruptos de grupo. En su lugar hay que impulsar una estrategia política acumulativa del cambio que forme ciudadanos educados y capacitados alrededor de organizaciones autónomas, de tipo comunal, asociativo y solidario.

 

Enviado a SURCOS por Miguel Sobrado.

Bukele y las maras en El Salvador

Alberto Salom Echeverría

(Segunda parte).

Como se desprende del ensayo escrito la semana anterior, las maras salvadoreñas surgieron como organizaciones para delinquir desde su origen en Los Estados Unidos. Pero, eso sí, agremiados frente a sus poderosos agresores, de origen mexicano y afrodescendientes principalmente, que los discriminaron desde el día uno, porque los consideraban competidores “desleales” por la obtención de los empleos que se ofrecían a la mano de obra más barata, la de los inmigrantes “ilegales”, fincados originariamente en Los Ángeles y San Francisco, en el Estado de California.

En el fondo se trataba de una lucha por la subsistencia que, incitó a los inmigrantes ilegales, una vez más, en este mundo descarnado a un enfrentamiento entre los desdichados de siempre, desprovistos de todos los bienes de fortuna; una lucha entre los que se encuentran “en el fondo del saco”. Así es, suena horrible, pero es la verdad, en lugar de unirse frente a sus verdaderos explotadores y extorsionadores de siempre, que les pagaban -y les pagan todavía- paupérrimos salarios (si merecen llamarse así), se precipitaron a esquilmarse entre ellos en una vorágine de destrucción y muerte.

Entrada la década de los años ochenta, debieron regresar a sus países de origen, especialmente se dirigieron a los tres países del triángulo norte del Istmo (Guatemala, El Salvador y Honduras), derivado de su expulsión de los Estados Unidos. En el Salvador y en los otros dos países se radicalizó su comportamiento delincuencial, ya fuera ligándose al narcotráfico, mediante actividades terroristas que atemorizaron a la población en general, el robo y la extorsión para obtener recursos económicos, así como el blanqueo de dinero, amén de cultivar el proxenetismo, el secuestro y el tráfico de armas.

Estrictamente hablando, fueron treinta largos años que actuaron las maras, sin que los respectivos gobiernos los hubiesen logrado controlar.

Concretamente El Salvador se convirtió, de acuerdo con la información policial, en el país con más homicidios per cápita del mundo, evidentemente una estadística nada envidiable en ninguna parte.

Por fin, se le atribuye al gobierno de Nayib Bukele, que inicia sus labores el 1 de junio del 2019, haber desarticulado radicalmente a las maras en El Salvador, mediante un plan denominado “Control Territorial”; un año después, en el 2020 había disminuido la alta tasa de criminalidad de homicidios intencionales, en un 51.3%. La actividad gubernamental no escatimó ningún recurso logístico militar, ni económico; ya fuera legal o ilegal para movilizar al ejército y la policía con el objeto de diezmar a las pandillas. (Cfr. “ONU pide a El Salvador investigar presuntas violaciones de derechos humanos”. Deutsche Welle. 21 de abril del 2020. Véase, además González, Marcos. -1 de junio del 2020- “Un año de Gobierno de Bukele en El Salvador: el contraste entre el aplastante apoyo que mantiene en el país y las acusaciones de abuso de poder en su contra”. BBC, News Mundo.)

Consecuentemente, los procedimientos empleados por el gobierno de Bukele para enfrentar a las maras por medio del ejército fueron, en muchas ocasiones, igualmente violentos e ilegales que los que habían utilizado las pandillas de delincuentes mareros. Aún más, investigaciones periodísticas señalaron que hubo hasta negociaciones en la penumbra, entre funcionarios gubernamentales y secciones de las tres principales organizaciones de mareros en El Salvador para lograr plasmar los objetivos gubernamentales. (Cfr. Rentería, Nelson. “El Salvador murder rate plummets; study says gangs may have informal pact with government.” Reuter, 8 de Julio del 2020. Véase también “Salvador, le président Bukele aurait -aussi- négocié avec les gangs” Courrier International -en francés- 8 de setiembre del 2020. Citado en el sitio web: es.wikipedia.org/wiki/Nayib_Bukele#cite_note-courrier-18).

Todavía en marzo del 2022, a petición del Poder Ejecutivo salvadoreño, la Asamblea Legislativa, ya por entonces controlada por Bukele, declaró el “régimen de excepción” en el país, porque la ola de homicidios, después de haber descendido como quedó mencionado, se reactivó. (Cfr. “Bukele sanciona régimen de excepción que entra en vigor el mismo día.” Diario El Mundo, 27 de marzo del 2022. Cuando el “régimen de excepción” cumplió 445 días, el 14 de junio del 2023, se decretó una ampliación del mencionado decreto.)

Organizaciones de Derechos Humanos nacionales y extranjeras, denunciaron violaciones de estos derechos cometidos por las fuerzas represivas del Estado contra delincuentes, por la forma arbitraria como fueron aprehendidos y encarcelados o asesinados, frecuentemente al margen de la ley; pero también porque en las redadas que se llevaron a cabo en las comunidades, fueron cruelmente maltratados y asesinados también individuos que, o no tenían vinculación alguna con las “maras”, o eran personas que habían sido incorporadas a ellas mediante la extorsión por las organizaciones de mareros. Muchas de estas personas inocentes sobrevivientes, todavía se encuentran pagando por delitos que no cometieron, junto a los delincuentes. Por asimilación con el procedimiento de la “pesca de arrastre”, que recoge del fondo marino todo lo que aparezca, sea o no el objetivo de la pesca, y que provoca una salvaje destrucción de los ecosistemas, es posible llamar a estas redadas del ejército y la policía en las comunidades salvadoreñas como “de arrastre”, porque allí se aprehende a todo aquel ser humano que se encuentre presente, pertenezca o no a la organización delincuencial objeto de la arremetida del ejército y de la policía.

El gobierno de Bukele, por el hecho de haber reducido (o hecho desaparecer) a las maras en El Salvador, cuenta con gran prestigio entre la población en general, ya que, esta se ha visto liberada de la amenaza de asesinato, secuestro o extorsión constante que los delincuentes creaban en el país. Sin embargo, la controversia no desaparece por eso. En primer lugar, las causas que provocaron la emigración de salvadoreños hacia los Estados Unidos, la pobreza y pobreza extrema, el hambre que los afligía y agobiaba, siguen estando presentes. Bukele y su gobierno han logrado prácticamente hacer desaparecer a las “maras”, pero, insisto, no las causas que originaron su emergencia. Por lo tanto, el riesgo de que un fenómeno tan pernicioso y que ha provocado tanto desastre y dolor se repita, está latente. En segundo lugar, hay un debate, que está instalado en las comunidades salvadoreñas, en la sociedad civil, entre las organizaciones de derechos humanos, tanto dentro del país como en el extranjero, sobre la validez de muchos de los procedimientos empleados para repeler la delincuencia. Como se ha venido señalando, la embestida del ejército no solo tuvo que ver con la población delincuencial y el lumpen que circundaba a las “maras”, sino que, alcanzó a muchos que se vieron obligados por extorsión a incorporarse a ellas; así como a otros inocentes, cuyo único vínculo con las organizaciones de delincuentes era el haber tenido un padre, una madre, un hijo o una hija, un hermano, un pariente en las organizaciones de delincuentes, o simplemente una amistad, o alguna persona conocida. Sin embargo, estos últimos, libres de toda culpa, sin haber sido juzgados siquiera, ahí se encuentran encarcelados y maltrechos siguiendo semejante destino que aquellos que incurrieron en graves delitos, a los que así se les trata, de la peor manera.

Bukele carece de un verdadero proyecto político; inició sus pasos en la política en el seno del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), organización de izquierda a la que representó en dos oportunidades: una vez en calidad de alcalde en el municipio de Nuevo Cuscatlán, desde el 1 de mayo del 2012, al 30 de abril del 2015; la segunda cuando fue electo alcalde de San Salvador del 1 de mayo del 2015, al 30 de abril del 2018. Estaba tan identificado en ese momento con el FMLN, que llegó a expresar en una oportunidad inclusive lo siguiente: “Soy de izquierda radical”. En la misma entrevista declaró que tenía 12 años de trabajar en publicidad para el FMLN. El entrevistador le pregunta “¿Y por qué ingresó al FMLN?” A lo que Bukele responde: “Es que soy de izquierda; toda la vida he sido de izquierda y mi pensamiento es de izquierda y no veía otra opción más que el FMLN…” (Cfr. Dalton, JJ. 3 de setiembre del 2012. “Nayib Bukele, soy de izquierda radical.” https://web.archive.org/web/20121011085434/http://www.contrapunto.com.sv/partidos/nayib-bukele-soy-de-izquierda-radical).

A los pocos años de estas declaraciones, entra en severas discrepancias con la organización a la que tan fielmente decía representar, por lo que fue expulsado del FMLN. (Cfr. Laguan, Jonathan. -10 de octubre de 2017-. “Nayib Bukele, expulsado del FMLN por estas razones”. La Prensa Gráfica.) Después de su salida del FMLN forja su propia organización, y hasta se inscribe a participar en las elecciones para aspirar a la presidencia de la República, primero por un partido de centro izquierda denominado Cambio Democrático, el cual fue proscrito por el Tribunal Supremo de Elecciones. (Cfr. Morales, Napoleón. -28 de julio, 2018- “Así explica Bukele a CNN su paso por 4 partidos políticos”. La Página). Frente a este hecho, finalmente se inscribe con un partido de centro derecha, conocido en El Salvador como GANA, con el cual resulta electo a la presidencia de La República, por una mayoría absoluta de los votantes, en la primera ronda electoral. (El porcentaje de su elección fue del 53.10% de los votantes. Véase al efecto: “Elección presidencial 2019: Total nacional”. San Salvador, Tribunal Supremo Electoral.) En subsiguientes entrevistas ha declarado que no cree en ideologías y que él es un político pragmático. En la mayor parte de los estudios académicos que se han realizado, y en algunos medios de prensa se le cataloga ahora como un político autoritario y “populista”, de “centro derecha”. (Cfr. “Con un Congreso aliado, Bukele gobernará sin obstáculos en El Salvador.” France 24 AFP. 30 de abril del 2021).

Después de febrero del 2021, ocasión en la que se celebraron elecciones de medio período para elegir diputados a la Asamblea Legislativa, el partido “Nuevas Ideas” de Bukele, por un diferendo entre el presidente Bukele y el poder judicial, forja una alianza en el Congreso de la República con otras organizaciones de derecha y se destituye a magistrados propietarios y suplentes de la Sala de lo Constitucional, así como al fiscal general. (Cfr. “Crisis brewing as Salvador´s Congress votes out top Judges. Al Jazeera” -en inglés- 2 de mayo del 2021. Archivado desde el original, el 17 de mayo del 2021). De estos acontecimientos, deviene un control férreo de parte de Bukele del Estado salvadoreño, con lo cual se afianza el poder autoritario que ya había comenzado a manifestarse en las acciones acometidas contra las “maras”, tal como quedaron descritas anteriormente. Recientemente, en una interpretación de la Constitución, se aprueba la posibilidad de su reelección como presidente de la República, cargo al que aspira mediante su participación en el proceso electoral que se llevará a cabo en el 2024.

De resultar electo, como todo parece indicar, se habrá consolidado el presidencialismo autoritario y populista que ostenta Nayib Bukele en El Salvador.

Bukele y Las Maras en El Salvador

Alberto Salom Echeverría

(primera parte)

Cualquier persona que no tenga la información debida, se sorprenderá al saber que el origen de las maras se produjo en los suburbios del sur de Los Ángeles, California, en Los Estados Unidos, antes que, en El Salvador como frecuentemente se cree. Su nacimiento se dio en la década de los años ochenta, a raíz del maltrato y la discriminación de las que fueron objeto los migrantes salvadoreños a los Estados Unidos, a manos de pandillas de nacionalidad mexicana y descendientes afroamericanos. Una buena parte de los migrantes salvadoreños huyeron de El Salvador, por las malas condiciones de vida derivadas de la guerra civil en la que estaba envuelto el “pulgarcito de América”, como llamó a una de las naciones más pequeñas del continente americano el escritor (poeta y fino en el estilo de su prosa), el salvadoreño Julio Enrique Ávila (n. 1892-m.1968). Aclaro que esta alusión de mi parte no posee el menor tono peyorativo, sino que corresponde a la connotación que le otorgó el poeta Ávila cuando afirmó: “El Salvador es el país más pequeño del continente, el Pulgarcito de América. Tan pequeño, tan pequeño es, que podría imaginarse que cupiera en el hueco de una mano. Sin embargo, la pequeñez geográfica, pobreza de territorio, ha sido vencida por un alma indígena indomable que ha logrado florecer los páramos y ha hundido su arado de madera hasta en los bordes del precipicio y las aristas de las cumbres. Todo el país cultivado, se ofrece al peregrino como un huerto generoso; y bajo su sombra un huerto con los brazos abiertos, con los brazos en cruz, para acoger al que viene de fuera en busca de abrigo o sustento. Pueblo que todo lo obtuvo del trabajo, en una lucha tenaz y paciente; pero que sabe compartir la parquedad de su bocado con quien lo ha menester…” (Cfr. Ávila, Julio E. “El Salvador, Pulgarcito de América.” -fragmento- en: https://m.facebook.com >posts)

Estos migrantes salvadoreños entonces se organizaron en primera instancia, para defenderse del latrocinio conforme el que eran tratados, en muchas circunstancias hasta por otras pandillas delincuenciales. Poco tiempo después se les sumaron personas de origen guatemalteco y hondureño, así como también algunos mexicanos y de otras nacionalidades. Este origen fruto de condiciones tan adversas, hizo que sus miembros se cohesionaran como una especie de “hermandad” y que tuvieran que actuar de manera clandestina en el territorio estadounidense. Al poco tiempo, las condiciones socio económicas paupérrimas en las que se vieron obligados a sobrevivir, los empujaron a incurrir en acciones delictivas. Esta deriva violenta, los enfrentó inclusive con el FBI y la DEA, acarreando en gran cantidad de ocasiones su deportación a El Salvador y los demás países de los que provenían, sin tener derecho a defensa legal alguna.

El regreso de los cientos o miles de deportados a El Salvador, Guatemala y Honduras dejó a muchos de ellos con una mano adelante y la otra atrás, merced a la violenta pauperización o empobrecimiento que experimentaban (y experimentan todavía) esas sociedades. Fue así como, la organización que habían creado en Los Estados Unidos, las experiencias de enfrentamiento con las autoridades policiales y haberse visto obligados a actuar prácticamente en la clandestinidad, los preparó, sin haberlo previsto, para afrontar las nuevas exigencias en sus países de origen.

Las maras como se habían denominado desde que se organizaron en el “Norte revuelto y brutal”, para usar la conocida expresión del inmortal prócer cubano José Martí, comenzaron a echar raíces como organización criminal al margen de la ley, en El Salvador, Honduras y Guatemala, pero principalmente en el primero de ellos, desde principios de la década de los noventa después de la deportación que sufrieron por parte del gobierno estadounidense.

En el caso de la “Mara Salvatrucha 13”, una de las más violentas, sus miembros fueron reclutados por el Cartel de Sinaloa, precisamente por su accionar cruel y violento. Fueron entrenados en el manejo de armas para ser insertados en el enfrentamiento contra “La Organización del Golfo” (Los Zetas o Cártel de los Zetas), una poderosa organización terrorista del narcotráfico en México, reputada por ser una de las más sanguinarias que se movía entre los estados de Tamaulipas, Nuevo León, Coahuila, Veracruz, Oaxaca y Tlaxcala, fundada por el capo Arturo Guzmán Decena, conocido como el “Z1”. (Cfr.  Marzulli, John (4 de marzo de 2011). «MS-13 gang member yelled ‘the beast has eaten!’ after murder of man he mistook for a Blood: witness – New York Daily News». Articles.nydailynews.com. Consultado el 24 de octubre de 2012.)

El término de mara quiere decir “pandilla de muchachos”; en El Salvador la connotación es: gente, pueblo, chusma. “Salvatrucha 13” por su parte es una palabra compuesta que tiene que ver con Salvador por una parte y trucha por la otra, que significa en México, persona sagaz. El número 13 hace alusión a la treceava letra del alfabeto la “M” de “Mara”. El radio de acción de la “Mara Salvatrucha 13” ha estado distribuido principalmente entre Guatemala, Belice, El Salvador y Honduras y subsidiariamente en Canadá, Los Estados Unidos y México. Pero las maras en su conjunto se han extendido inclusive por algunos de los países europeos, como España y, se sabe de brotes en Chile, Ecuador, Bolivia, Perú, Colombia y Venezuela. Empero, en ninguno de ellos lograron establecerse. (Cfr.https://elpais.com/politica/2014/03/29/actualidad/1396110792_713723.html).

Otros de los Carteles, pandillas o Maras con los que se ha enfrentado la “MS13”, fueron los siguientes: Mara Barrio 18 (uno de sus peores enemigos), Cártel de Juárez, Los Negros, Sombra Negra, Cártel de Tijuana, Cártel de los Beltrán Leyva, The Rascals, Bloods, Norteños, Armenian Power, y los Latin Kings. Y como si este “pedigree” fuera poca cosa, la “Mara Salvatrucha 13” tuvo varios enfrentamientos armados con el Gobierno Federal de Los Estados Unidos.

Entre las actividades delictivas se le achacan: narcotráfico, robo, extorsión, terrorismo, trata de personas, inmigración ilegal, blanqueo de dinero, asesinato, proxenetismo, crimen, asalto, secuestro y tráfico de armas. De acuerdo con los datos acopiados, se le atribuye poseer entre 200.000 y 300.000 miembros. No obstante, hay que tomar en cuenta que, entre los procedimientos de las maras, existe la extorsión no solo contra el Estado y organizaciones, sino también contra la población. Muchas personas son reclutadas por las maras mediante ese procedimiento, so pena de ser asesinadas ellas y sus familias si no se enrolan con la organización o colaboran con ella. Por otra parte, las maras crecieron entre los jóvenes, debido a los diversos problemas familiares y sociales que sufrían de abandono, maltrato, abuso, etc. De esta manera los jóvenes y adolescentes ingresan a las maras desde la edad de los 12 años, buscando encontrar en ellas apoyo a sus familias. Además, muchos otros ingresaron a la organización bajo amenaza como se expresó antes. Es frecuente que se les obligue antes de ingresar a la organización a realizar algún acto violento, a fin de contar con la autorización para acceder a ella. Todo lo anterior debe tenerse muy presente para todo lo que en estos ensayos vamos a analizar.

(Cfr.https://es.wikipedia.org/wiki/Mara_Salvatrucha#:~:text=La%20Mara%20Salvatrucha%20comenz%C3%B3%20por,las%20m%C3%A1s%20violentas%20del%20mundo). Continuará la próxima semana…

 

Compartido con SURCOS por el autor.

Bukele y la democracia populista

Valentín Díaz Gutiérrez

Etimológicamente, democracia significa el poder del pueblo, pero como «pueblo» no es un todo categórico, sino una amalgama llena de matices hemos, convenido de manera casi unánime que democracia es el gobierno de o para las mayorías. Y como definición no está nada mal.

Pero solo es eso una bonita definición que no llena ni de lejos las aspiraciones de esas mayorías.

¿Y cuáles son esas aspiraciones? Maslow, fundador de la psicología humanista, y creador de la famosa pirámide, formula en su teoría una jerarquía de esas necesidades humanas y defiende que conforme se satisfacen las necesidades más básicas, los seres humanos desarrollan necesidades y deseos más elevados en el escalón superior de ella.

Así que en la base de esa pirámide y en la realidad, las mayorías de cualquier democracia aspiran a satisfacer las necesidades básicas de alimento, ropa y cobijo. Creo que todos podemos estar de acuerdo con él.

A medida que uno va ascendiendo en la pirámide, sus aspiraciones se van ampliando y se van haciendo cada vez más sofisticadas, pero sobre todo surge el deseo innato de no perder la posición adquirida. Es el origen del pensamiento conservador, se perciba uno de izquierda o de derecha. Por encima de toda ideología y espiritualidad, ese egoísmo es parte del sentido común o mayoritario. Nadie quiere perder los privilegios que esa posición favorable en la pirámide confiere. Todos queremos mantenerlos si no acrecentarlos para nosotros y nuestros descendientes.

Y eso, aun siendo conscientes de que esa cómoda posición se sostiene sobre las injusticias en la base de la pirámide donde sigue habiendo personas que literalmente se mueren de hambre.

La sociabilidad, y eso lo digo yo, es la habilidad adquirida de mirar hacia otro lado y «tirar palante». Y esa peculiar sociabilidad también se extiende hacia las capas más bajas de la pirámide, no vayamos a idealizar. Es la dura y darwiniana lucha por la supervivencia.

¿Qué me he alejado mucho de Bukele? Pues no tanto si considero que muchos, muchos en mi entorno, parecen temer que se esté incubando un Bukele en su vecindario. En ese entorno donde nos preocupamos tanto por cosas tan abstractas como la libertad y el derecho. ¿La libertad y el derecho de quién?

No nos engañemos, no queramos mirar para otro lado con esas poses progresistas. Nuestra estabilidad en la pirámide depende de que sigan pasando esas cosas en el subsuelo. Por eso a Bukele se le ve y se le juzga dependiendo de la posición desde la que emitimos el juicio.

Vivimos en sociedades inmensamente desiguales e injustas. Bukele no es el responsable de ello, aunque sea como nosotros, como ustedes que tanto le critican, beneficiario de ellas. Su carrera política la inicia en el FMLN llegando a ser alcalde de San Salvador, momento en el que por discrepancias políticas es expulsado del partido. Y cuando llega a la presidencia lo hace con el principal objetivo de acabar con la delincuencia. Y como los habían hecho antes los gobiernos precedentes, empieza unas negociaciones con las maras, reduciendo significativamente los niveles de violencia.

Esas negociaciones oficiosas fueron muy contestadas por sus compatriotas, lo que no deja de ser normal en una sociedad democrática. Lo que es más anormal es que el propio Departamento del Tesoro de USA se inmiscuyera en un asunto interno de El Salvador como ya lo había hecho con el tema del Bitcoin, una vez más la sombra del Imperio apareciendo sospechosamente.

En ese clima de tensiones políticas internas y externas ocurre el fin de semana sangriento de marzo 2022, donde se cometen 76 homicidios atribuidos a las maras y que ocasionaron el estado de excepción y todo lo que ahora se cuestiona. La historia de esa «matanza» está aún por escribir y entre tanto hay muchas conjeturas respecto a la misma.

Ese hecho fue el detonante necesario para declarar el estado de excepción que a juzgar por las apariencias puede ser renovado durante todo el mandato de presidente.

Desde entonces, miles de salvadoreños han sido detenidos y encarcelados y se han producido múltiples violaciones de derechos humanos y detenciones arbitrarias que serían como los daños colaterales de esta guerra interna contra la delincuencia organizada o contra una parte de ella. Contra la que operaba en esa base de la pirámide, convirtiendo la vida de los salvadoreños pobres en un verdadero infierno. Y son esos ciudadanos que se sienten liberados por su carismático presidente los que le dan su respaldo en las encuestas de opinión. La gran mayoría que hasta ahora estaba soportando los rigores y la violencia de los mareros.

A nosotros, los que en El Salvador y fuera de él, estando en los escalones por encima de esa base caótica, nos cuesta entender la situación, nos percibamos de izquierda o derecha, porque como escribí antes, nuestra sociabilidad nos impide ver lo que ocurre ahí abajo. No se trata de estar con o contra Bukele o con o contra el próximo líder populista que surja. Se trata de ver con objetividad y hacer algo al respecto y con urgencia, porque la olla común sobre la que se asientan nuestras sociedades post socialdemócratas está a punto de explotar.