Carlos Alcaraz o la fortaleza del espíritu

Alberto Salom Echeverría

Carlos Alcaraz, a quien muchos llaman “Carlitos” o “Charlie”, por su manera algo inocente y espontánea de conducirse y por su juventud -apenas tiene 20 años- acaba de coronarse campeón del tenis mundial, en el prestigioso torneo de la ciudad de Wimbledon, mejor conocida como “La Catedral del Tenis” situada a unos cuarenta kilómetros de Londres, en Inglaterra. Alcaraz venció en cinco sufridos “sets”, nada más y nada menos que a una leyenda, Novak Djokovic, quien posee el récord de haber sido el tenista que ha acumulado más tiempo ostentando el puesto de número uno del mundo en el “ranking” de la ATP, 389 semanas continuas.

Miles de seres humanos presenciaron el acontecimiento directamente en Wimbledon, mientras tanto, millones tuvimos la ocasión de seguirlo en todo el mundo, por medio de la pantalla de la televisión. En cuanto a mí concierne, seguí el cotejo todo el tiempo con el corazón contrito, hecho “un puño” por la emoción… y no creo haber sido el único. Me suele ocurrir con frecuencia en eventos de significación para mí, me pasa con la sele de Costa Rica, con Rafa Nadal en tenis y ahora con Alcaraz.

Sin haber sido nunca tenista (mi deporte fue el baloncesto que lo viví con intensidad), me convertí en un aficionado de Rafa Nadal, predecesor de Alcaraz, otro español como él que, lo he admirado por su fuerza y tenacidad en la cancha, por ser un caballero en el ejercicio del deporte y por haber logrado domeñar su temperamento apasionado, sin permitirse abandonar nunca su espíritu altamente competitivo e indomable. En breve, soy “nadalista”. Pero, de pronto emerge otro como Rafa Nadal, no tan apasionado, pero igualmente tenaz y con una técnica depuradísima. Sin ser experto en el tenis, como ya lo advertí, diría que Alcaraz, el nuevo número uno (posición que logró conservar tras ganarle a Novak Djokovic) y, “Nuevo campeón en Wimbledon”, emplea en sus remates la fuerza de Nadal, pero emulando más bien a Roger Federer, en la precisión de sus tiros, ya sea en el “slice” mediante el que le pone un efecto en retroceso a la bola, o en la utilización del potente revés.

Ahora quiero citar para ustedes una de las voces más autorizadas en España para señalar las virtudes y fortalezas de Carlos Alcaraz como es Juan Carlos Ferrero, quien fuera gran tenista, hoy ya retirado, que ostentó por poco tiempo el primer lugar del circuito, y es actualmente el entrenador de Carlos Alcaraz. Dice Ferrero en una entrevista a la ATP: “El juego de Alcaraz es similar al de Djokovic y Federer”. Luego añade: “Es muy agresivo todo el tiempo. Juega cerca de la línea de fondo. No es el típico tenista que sólo juega en tierra batida (arcilla). También le gusta jugar en pista dura y le encanta jugar en hierba […] Tiene unas manos muy rápidas. Juega muy fuerte con el revés y la derecha todo el tiempo. Es muy rápido yendo por la bola en la pista y es por eso por lo que puede jugar a un ritmo muy alto contra esos tíos.” (Cfr. La ATP entrevista a Juan Carlos Ferrero. 30 de marzo, 2020) Para seguir con la comparación entre tenistas, es inevitable que muchos ya hayan comenzado a expresar que Alcaraz va a ser el próximo Nadal. Frente a esto, su actual entrenador lo protege diciendo que Alcaraz debe tener derecho de ir a su propio ritmo. Y tiene razón, Ferrero busca con ello, quitarle semejante presión de encima.

Dirijo ahora mis argumentos a razonar sobre lo espeluznante que resultó la confrontación entre Djokovic y Alcaraz, el domingo 16 de julio, así como en torno a la relevancia que le veo a este resultado. Se trató de un encuentro entre dos titanes; por una parte, la experiencia de Djokovic, junto con todos los atributos de un tenista magnífico que, en los últimos años ha estado liderando la mayor parte del tiempo el circuito internacional de la ATP.

Por otra parte, el vigor del joven tenista más impactante de los últimos tiempos Carlos Alcaraz que, hasta ese momento era el número uno del mundo, y que para poder ganar la final, hubo de vencer a una legión de espléndidos tenistas como fueron: Jeremy Chardy, Alexandre Müller, Nicolás Jarry, el fornido tenista italiano Mateo Berrettini, luego a su contemporáneo de muy alta calidad tenística, el danés Holger Rune y por fin, vence a la excelente raqueta, número tres del mundo, el ruso Daniil Medvedev, al que derrotó en tres sets continuos sin haberle dado oportunidad de nada.

No obstante, Djokovic era claramente favorito para ganar la contienda a pesar de las cualidades ya mencionadas de su oponente. Lo siguiente fue lo que señaló la crítica deportiva antes del encuentro: “En este partido, es evidente que el favoritismo lo ostenta Novak Djokovic. El serbio es el rey de Wimbledon, ha ganado en siete ocasiones, y tiene mucha más experiencia en este tipo de partidos que Carlos Alcaraz. Su victoria es lo más probable según los pronósticos deportivos, por lo que a nadie le sorprendería que así ocurriese […] Todo apunta a que Nole se llevará el partido, pero nadie tiene dudas de que Carlos conseguirá ganar al menos un set. (Cfr.https://apuestas.as.com/masdeporte/pronostico-del-carlos-alcaraz-vs-novak-djokovic-apuestas-claves-y-favorito-de-la-final-de-wimbledon-2023-n/)

Comienza el formidable encuentro, a la hora exacta y con el estadio lleno a reventar. Una parte del público muy significativa favorecía al serbio, imagino que por ser siete veces campeón de Wimbledon. Pero, a Carlos no le faltaba apoyo.

El primer set confirma con creces el pronóstico de la prensa deportiva, Djokovic se pone adelante holgadamente 6 a 1. Mucho mejor de lo previsto para el siete veces campeón en superficie de zacate en Wimbledon. Pensé en ese momento que, Alcaraz estaba siendo presa de sus nervios y que de no sobreponerse drásticamente perdería el partido. Aquí comienza lo interesante; en el segundo set el joven español se movió con más soltura y confianza, se le vio más ágil y decidido; no obstante, Djokovic estuvo a punto de llevarse este set también, ya que, hacia el final de éste, contaba con el marcador a su favor 6 a 5. Si lo hubiera conseguido, difícilmente le habrían arrebatado el octavo triunfo consecutivo en Wimbledon. En este set se jugó punto a punto, sin que ninguno de los dos atletas se viera dispuesto a ceder la mínima ventaja a su adversario. El español haciendo gala de una madurez, una confianza en sí mismo impresionante, y su infatigable espíritu luchador, logró empatar 6 a 6 el set, obligando al serbio a ir a un “tie breack”, que existe justamente para deshacer el empate. Al final, Alcaraz ganó 7 a 6 (8-6); de infarto estuvo el cierre de este segundo set. La victoria parcial obligaba a jugar cuando menos cuatro sets. En el tercer set, inesperadamente Alcaraz le devolvió a Djokovic el resultado que este había obtenido en el primero, y le propina una derrota parcial con otro similar y apabullante batacazo de 6 a 1. Un respiro para los parciales de Alcaraz. Sin embargo, nos duró poco el “alegrón”, Djokovic, echando mano de su eficiente juego desde el fondo y con una elasticidad de bailarín que le caracteriza, se impondría 6 a 3 en el cuarto set, empatando el partido a dos sets por bando, lo que le avivó su ilusión de conservar el campeonato y recuperar así el puesto de número uno del mundo. “Nole”, ni nadie quizás contaba en ese instante con la enorme fortaleza espiritual de “Carlitos” Alcaraz, quien de nuevo se impuso en el quinto set con un marcador de 6 a 4, para coronar con éxito su temple y su coraje, aunados a la técnica depuradísima que por fortuna había recuperado.

Para mí, que en varios trances del partido sentí perdida la esperanza en el triunfo del novel baluarte del tenis mundial, como probablemente les ocurrió a muchas personas, aquella final constituye una lección enorme de como la vida y el deporte de alto rendimiento, premian con frecuencia la persistencia, combinada con la auto confianza, cuando es cultivada mediante un trabajo inteligente, arduo, en procura de un noble ideal.

Infortunadamente, la vida hoy, trágicamente en la mayor parte del mundo, y para un segmento privilegiado de nuestros niños y jóvenes está signada por la cultura del descarte, de la satisfacción inmediata y sin mayor esfuerzo que proporcionan los videos en los celulares y en la televisión. Los niños que tienen acceso a estos aparatos se están acostumbrando a ese modo fácil de vivir, que muchos de nosotros, padres, madres y abuelos se los consentimos. Pero, está visto que así no transcurre la existencia, ya que para la mayor parte de los niños la vida es un arduo batallar, en donde muy pocas cosas se obtienen sin esfuerzo. Por tanto, encontrar a un joven de 20 años, dotado, eso sí, de una madurez exquisita, un empuje y gallardía como la que exhibe Carlos Alcaraz, es un hallazgo que merece resaltarse. Alcaraz, constituye un ejemplo para la juventud del mundo, al igual que lo es la primera africana en llegar a una final de Grand Slam en el tenis mundial como la tunecina Ons Jabeur, como Shirley Cruz representante del fútbol de Costa Rica, o también Priscilla Chinchilla, costarricense elegida jugadora del año en el fútbol escocés en el 2022. No podemos omitir los nombres de cuando menos dos paratletas costarricenses (atletas con discapacidad), como la nadadora Camila Haase o Sherman Guity, deportista olímpico costarricense, quien ganó recientemente, la medalla de plata en el Mundial de Paratletismo en París.

Por fortuna, el tenis se ha convertido en una competición muy atractiva especialmente para los jóvenes, dejando de ser un deporte exclusivamente practicado y visto por una élite. El tenis exige ser practicado por personas de una gran calidad y preparación física pero también mental. Al respecto, el gran pensador griego de la antigüedad dejó estampado por escrito su pensamiento acerca de las herramientas que consideró imprescindibles para un desarrollo armonioso en el ser humano y, estas eran como el sustrato de lo que requiere todo buen deportista: una combinación de intelecto, voluntad y emoción. Además, agregó que, para cada una de estas herramientas existía una virtud a saber: la sabiduría, la valentía y el autocontrol. Aquellas herramientas y estas virtudes constituyen el crisol de lo que caracteriza a Carlos Alcaraz, así como a la mayoría de los deportistas de su nivel. Como alguien dijera: el tenis pues, también conocido como el deporte blanco, es un deporte universal que requiere ser practicado por verdaderos atletas, en donde la exigencia, no sólo física sino mental, es esencial para su desarrollo…Cada día el tenis adquiere más fuerza y los atletas que se dedican a esta disciplina están en la continua búsqueda de la perfección.

 

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