El dilema del petróleo

Freddy Pacheco León

Petróleo o turismo, parece ser el dilema que nos quieren imponer, y la respuesta es obvia. ES EL TURISMO, PRINCIPALMENTE DE MAR Y PLAYA, LA FUENTE DE DIVISAS Y EMPLEO MÁS IMPORTANTE DE COSTA RICA. El ramillete de maravillosas y pequeñas playas que tenemos en ambas vertientes, no es usual encontrarlo en otros países. Caracterizadas por un clima admirable y una vegetación esplendorosa, la gran mayoría exhibe una limpieza certificada ambientalmente, que permiten vislumbrar para después de la pandemia, una recuperación y desarrollo turístico acelerado, si contribuimos con ello. Un nuevo aeropuerto internacional en Orotina, unido por una nueva autopista hacia el Pacífico, será parte de esa infraestructura necesaria. De lograrse, se facilitará el ingreso anual de al menos seis o siete millones de visitantes, atraídos es cierto, por el verdor de nuestros remanentes bosques y diversidad de zonas de vida, pero inobjetablemente, por el sol, el mar y la playa, que conforman el imán virtual que invita a venir a los millones de visitantes, principalmente del hemisferio norte.

Pero, imprudentemente, frente a esa realidad, desde hace unos años hay quienes muestran obsesión por LOS ESPEJISMOS DEL NEGRO PETRÓLEO. Hace unos 40 años, en la administración de don Luis Alberto Monge, pretendieron construir nada menos que en bahía Culebra, ¡donde hoy se desarrolla el visionario Polo Turístico Golfo de Papagayo!, decenas de tanques gigantescos y un muelle para buques petroleros, como parte de la infraestructura de un OLEODUCTO interoceánico. Gigantesco ducto, que supuestamente iría a trasladar diariamente 1.200.000 barriles de petróleo estadounidense a través de Costa Rica, por el que nos pagarían US$10 millones anuales. Aunque, como ahora, lo presentaban como la salvación fiscal de Costa Rica, fácil es imaginar que, de haberse ejecutado dicho proyecto, el desarrollo del turismo ¡jamás habría sido una realidad tangible!

Pasado ese capítulo y luego de la aprobación de una Ley de Hidrocarburos, modelo de entreguismo antipatriótico, un día sí y otro no, como abejones de temporada, brotan los que, ¡SIN PRUEBA ALGUNA!, afirman que nuestro precioso país está prácticamente FLOTANDO EN PETRÓLEO Y GAS METANO, ese al que llaman “gas natural” y que es decenas de veces más contaminante que el CO2.

¡Que es «un pecao» no aprovecharlo, dicen, pues con su explotación pasaríamos a ser una nación petrolera casi como Catar! ¡Que es increíble (como decía el Trump) que los prejuicios “ideológicos” impidan que los costarricenses no podamos gozar de la riqueza que el petróleo nos garantizaría! Hasta ahora no han dicho que con él todos tendremos un BMW, como “vendían” el TLC, pero quizá no habría que esperar mucho.

Y lo peor es que hay gente que les cree esos CUENTOS DEMAGÓGICOS. Cuentos en los cuales no se menciona que habría que gastar cientos de millones de dólares para tratar de encontrar, después de muchos años, dónde se esconden esos hidrocarburos altamente contaminantes, pues ni sus fanáticos proponentes tienen idea. Cuentos también, que no mencionan que el Estado costarricense tendría que construir una REFINERÍA a un costo cercano a los US$2.000 millones, para un supuesto petróleo del que no se sabe cuál sería su costo de extracción, su transporte desde quien sabe dónde, su valor de mercado internacional, su cantidad explotable ni sus características.

Así, cual si los costarricenses pudiésemos endeudarnos más para financiar esa «LOTERÍA PETROLERA», no nos hablan de por cuántos años tendríamos que estar pagando más caros los combustibles que eficientemente nos ofrece el Estado, mientras superamos esa jarana sin sentido y dimensiones inimaginables.

O sea, compatriotas, mientras por un lado una cosa semejante sería como un MAZAZO DEMOLEDOR PARA LA INDUSTRIA TURÍSTICA que tantos beneficios socioeconómicos concretos nos aporta, por otro, y esto también es de la mayor importancia, algunos ilusos quieren que Costa Rica se promocione COMO NACIÓN ENEMIGA DEL AMBIENTE y entusiasta promotora del cambio climático. Quieren que se nos reconozca como un pueblo ajeno al futuro que se vaticina para nuestro planeta, el único habitado del Universo, el que tenemos el deber de resguardar como parte del esfuerzo común que la mayoría de pueblos del mundo ha asumido como tarea. Gente que, cual si eso no importara, mira hacia atrás y no hacia las fuentes de energía limpias del futuro, que como costarricenses hemos de estar comprometidos en promover. Gente a la que tampoco le importaría, ya a nivel nacional, los inevitables y frecuentes DERRAMES DE PETRÓLEO que podrían arrasar con quién sabe cuántas de nuestras formidables pequeñas playas, para así mandar al carajo el esfuerzo de tantos años. Personajes que, además, quieren llevar esas ideas a la Presidencia de la República…