Inteligencia de un gol soñado

Hernán Alvarado

La primera hazaña centroamericana en un Mundial fue protagonizada por la selección de Costa Rica en Italia 1990, siendo la primera vez que uno de nuestros países lograba llegar a cuartos de final. Entre el entusiasmo y la goleada, ninguna selección centroamericana había superado esa prueba. Lo mejor había sido la modesta aparición de Honduras en tres ocasiones (España, 1986; Sudáfrica, 2010; Brasil, 1914), siendo esta última su peor presentación, al recibir ocho goles contra uno en los tres partidos jugados contra Francia, Ecuador y Suiza.

Como bien se sabe, la primera meta es clasificar a esta fase final del torneo. Algo que se ha ido facilitando porque cada vez se admiten más equipos. A Qatar 2022, podrán asistir los tres equipos de Concacaf que clasifiquen, más otro si gana un repechaje. El formato del torneo presenta esta vez la novedad de no tener hexagonal final y consistirá en dos rondas eliminatorias entre todos los equipos, excepto cinco, los cuales asistirán solo a la última y tercera ronda como los mejor clasificados de la FIFA. Ellos son: México, Estados Unidos, Costa Rica, Jamaica y Honduras.

La segunda meta de cualquier selección es pasar a cuartos de final, ya que en octavos se quedan muchas selecciones, a modo de presentación y despedida. Ir más allá de esa fase es el principal indicador de éxito para todos, pero especialmente para los primerizos. Para los grandes no pasarla indica un rotundo fracaso. Por lo demás, las metas son móviles; es decir, ante una etapa superada, la meta será la siguiente. De ahí que quedarse en la anterior deviene frustrante. Italia 90 fue el primer hito de la selección de Costa Rica, convirtiéndose enseguida en su mayor desafío, logro que se repitió en Brasil 2014, quedando por eso vigente, al perder 4 a 3 por penales, ante la selección de Holanda, en un partido que se mantuvo 0 a 0 hasta en tiempo extra. En contraste, Costa Rica cayó ante Checoslovaquia, en los cuartos de final de Italia 90, por 4 a 1, con un solitario gol de Ronald González (4).

Costa Rica llega a Italia 90 sin antecedentes; siendo su primera vez, pesaba sobre ella una gran expectativa. Pero lo que Bora Milutinovic logró con este grupo superó hasta al más optimista, pues los resultados anteriores no daban para esperar tanto. La dirección de Bora hizo la diferencia, específicamente por su manejo de grupo. Más allá de orden y disciplina, el serbio logró que los muchachos «creyeran», que confiaran en sus capacidades, que se sintieran con ánimo y fuerza para hacer historia. Sus maniobras incluyeron sacar a los muchachos del país para practicar una peculiar concentración previa, en la cual tuvo chance de preparar al equipo no solo en términos tácticos, sino, y sobre todo, en términos psicológicos.

Al llegar a su tercer partido de octavos de final, Costa Rica ya había hecho un papel aceptable, aunque nada extraordinario. Le había ganado a Bélgica 1 a 0 en su primera presentación, toda una hazaña en sí misma. También había perdido contra Brasil por el mismo marcador, en un partido aceptable. Se jugaba entonces su pase contra Suecia. El delantero Johnny Ekström (18) había abierto el marcador al minuto 32; el defensa central y capitán Roger Flores (3) lo había empatado al 75. Al minuto 86, el partido permanecía 1 a 1, marcador que le alcanzaba a Costa Rica para seguir soñando; cuando inesperadamente se presenta la oportunidad del segundo gol que cerraría con broche de oro la participación de los ticos, contra una de las mejores selecciones europeas del momento.

La jugada comienza con el guardameta Thomas Ravelli (22), quien pasaba por un gran momento. Él recoge una especie de mal despeje proveniente del flanco izquierdo que le llegó dócil a los linderos del área de penal. De inmediato saca un balón alto y curvado, con la difícil técnica del bote pronto. Este pasa la media cancha, pero le cae al siempre bien ubicado y cerebral Alexandre Guimarães (9), quien había entrado 14 minutos antes. La genialidad radica en que él lo coló enseguida, con la cabeza, para que Hernán Medford (7), que había entrado al minuto 60, se escapara irremediablemente detrás de la defensa adversaria, haciendo un recorrido larguísimo, resuelto y veloz, hasta entrar solo al área de penal donde remató cruzado al costado derecho del guardameta. Este había salido bien a encararlo, pero con técnica deficiente, buscando el remate con el pie y no con las manos, según corresponde.

Esto fue suficiente para que los ticos enarbolaran su bandera en todo lo alto de la historia centroamericana de los Mundiales, ocupando el treceavo lugar del torneo. Además de ser un gran director técnico, Bora tenía buen tino y buena suerte. Tras Medford, quien vestía la camiseta del glorioso Club Sport La Libertad, corrieron años de ilusiones y hazañas internacionales, y con su acierto renacieron las ambiciones de los costarricenses, junto con las de todo el istmo. Por eso, los centroamericanos celebraron como propia aquella justa victoria con marcador de dos goles a uno.

Fotografía principal, Hernán Medford, tomada de FIFA

Fuente: https://gazeta.gt/inteligencia-de-un-gol-sonado/