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La desnutrición y la obesidad infantil es a lo que hay que poner la mayor atención, para atacar la obesidad de los adultos

Vladimir de la Cruz

Internacionalmente, hay un día a nivel mundial que se celebra o conmemora, el 4 de marzo de cada año, como día de la obesidad, obviamente con la intención de atender el problema como un mal nacional y mundial.

Con alarmante preocupación las autoridades de salud pública anunciaron que Costa Rica tiene un honroso y destacado tercer lugar, en el mundo, de seguir así, hacia el 2060, como país con más obesos; para decirlo más popularmente, con más gordos en la población… infantil, juvenil y de adultos. Faltan algunos años para eso, pero la tendencia parece inevitable. En una medición reciente se nos coloca como país 50 de 97 con mayor obesidad de mujeres y de 64 sobre 197 en obesidad de hombres, así como el país 59 en obesidad de niñas y el 78 en obesidad de niños. En el caso de la población adulta se ha duplicado su cantidad desde 1990.

En este momento la tercera parte de la población, el 31%, es obesa, y dentro del conjunto de los países de la OCDE. Costa Rica es el que tiene mayor índice de obesos, cuando en el promedio de esos países se alcanza el 19% de obesidad. De continuar así, en el 2060 tendríamos un 94% de obesidad. En números actuales tenemos 760.000 mujeres y 480.000 hombres, mayores de 20 años, con obesidad, en sus distintas categorías o niveles; y en la población infantil y juvenil, entre los 5 y 19 años, hay 69.000 mujeres y 78.000 hombres.

Este destacado papel lo reveló la OCDE, en concordancia con lo que la Organización Mundial de la Salud, también, tiene registrado. Tengamos de referencia que esta información, en estos organismos internacionales, se obtiene, por los datos oficiales, que las autoridades públicas, de salud, brindan oficialmente. De esta forma, el problema de la obesidad de la población es una realidad palpable en el país, con todas las consecuencias e impactos que esta situación puede tener. Aun así, los datos no muestran la cruda realidad que es más grave que esa estadística.

El problema debe ser más grave si tenemos presente que desde hace 15 años no se hacen encuestas nacionales sobre nutrición…y desnutrición, por lo que los datos sobre obesidad deben ser más graves de lo que se ha informado. Tampoco se ha hecho un balance de la “Carta, que se firmó en el 2018, de compromiso para el abordaje integral del sobrepeso y la obesidad en la niñez y la adolescencia costarricense”. A la desnutrición también se asocia la anemia, el bocio, el raquitismo y la parasitosis. La anemia en Costa Rica es como la enfermedad del sueño en África para sus comunidades pobres. ¿Se hacen evaluaciones sobre la alimentación en escuelas y colegios?

La Caja Costarricense del Seguro Social (CCSS) como el Ministerio de Salud han señalado que la obesidad y el sobrepeso están entre las principales causas de muerte de la población costarricense. Desde el 2018 al 2023, la CCSS atendió por complicaciones asociadas a la obesidad a casi 2000 pacientes, casi dos diarias. En la estadística nacional más afectadas son las mujeres, casi 3 mujeres por cada hombre. En la consulta hospitalaria dos de cada tres fueron de mujeres. En este mismo período las intervenciones quirúrgicas fueron en casi un 20% para desviaciones gástricas o los llamados bypass gástricos.

Los adultos mayores de 40 años son los que se reportan con mayor internamiento hospitalario, casi un 79%, entre los que se cuenta un 2% de niños que no habían cumplido su primer año de vida. Del mismo modo, los niños menores de 10 años tienen más internamientos que las mujeres. Por cada 100.000 habitantes, en este mismo período de tiempo, el promedio de internados fue de 6, lo cual, para las autoridades de salud, se considera alarmante. Las muertes provocadas por esta situación, en este mismo plazo fue de casi 400 personas. Entre el año 2000 y el 2010 por obesidad morían anualmente alrededor de 30 personas, mientras entre el 2015 y el 2018 esta cifra aumentó a 48 decesos. A partir del 2019 la cifra se mueve entre 60 y 95 defunciones por año. Casi el 40% de las mujeres y el 25% de los hombres, mayores de 20 años tienen obesidad.

A la obesidad se asocian enfermedades crónicas como hipertensión o presión alta, diabetes, niveles altos de colesterol y triglicéridos, infartos al miocardio, al músculo cardiaco; accidentes cerebrovasculares, que producen los conocidos derrames cerebrales; discapacidades ocasionadas por la gordura, pérdida de años de vida. La obesidad quita aproximadamente un 10% de los años posibles de vida. A esto se agregan los problemas relacionados con el acoso que sufren los obesos, el estrés que les ocasiona, la ansiedad, la depresión, y las dificultades para obtener trabajos.

Para medir la obesidad, como práctica universal, se analiza el índice de masa corporal, donde si la cifra es mayor de 30 hay obesidad; si está entre 35 y 39.9 hay obesidad severa, y si es más alta de 40 se está en una situación de obesidad extrema o mórbida. Este índice, aun cuando se usa como medida internacional, los expertos reconocen que es imperfecto para precisar correctamente las causas de la obesidad, porque es difícil medir la grasa corporal.

En los factores que hoy se toman en cuenta, entre otros, para atender esta temática, de obesidad y desnutrición, se trata de los alimentos no saludables, los alimentos chatarra, el poco ejercicio, la ingesta de alcohol o bebidas alcohólicas. La comida chatarra no cumple las necesidades de nutrientes.

La comida chatarra oculta la desnutrición. Las empresas farmacéuticas, agrupadas en la Federación Centroamericana y del Caribe de Laboratorios Farmacéuticos, FEDEFARMA, enfatizan en el tema genético como el factor principal detonante de la obesidad. Para estas empresas la probabilidad de desarrollar obesidad es del 40% al 70%. Señalan que las investigaciones farmacológicas se orientan, desde hace años, a encontrar fórmulas que contribuyan al control del peso, de pacientes que no logran bajar peso cambiando hábitos de alimentación y haciendo ejercicio. No cuestiono los estudios sobre factores genéticos, que son tan importantes para determinar hoy muchos aspectos de la salud. Lo que me parece es que a las empresas farmacéuticas la importancia del énfasis en este tema es en función de la venta de medicamentos, por lo demás caros.

Hace algunos años, cuando mi esposa trabajaba en el Departamento de Patología del Hospital San Juan de Dios, el Director y Jefe del mismo, el brillante patólogo nacional, Dr. Rodolfo Céspedes Fonseca, con quien tenía una especial amistad, por razones familiares y por mi esposa, su discípula, me comentaba que en la patología nacional ya se empezaba observar la desnutrición, la pobreza y la pobreza extrema, como un factor contribuyente de la muerte de las personas. Estaba él preparando un trabajo, para un Congreso Médico, sobre esta situación cuando lo sorprendió la muerte. De mis investigaciones históricas, le comenté al Dr. Céspedes, qué en las Actas de Congresos Médicos, en la década de 1930, en casi todos los trabajos presentados se hacía relación a los factores de pobreza y miseria nacional, aspecto que él conocía. Hoy, y desde hace mucho tiempo, en estos congresos, estos temas no se asocian a esta temática. El problema de la obesidad tampoco se asocia a la situación de pobreza y mal nutrición, que puede ser uno de los factores más poderosos de su existencia. La obesidad es también un problema social.

Con mi suegro, el Dr. Bernardo Picado Prendas, médico pediatra, alergólogo y pediatra, aprendí también que cierta gordura de niños se debía justamente a su mala alimentación. Ponía como ejemplo los niños que aparentemente eran rebosantes de gorditos, y con solo apretarles ligeramente la piel, de los brazos o las piernas, se les marcaba un anillo amarillo que era el indicador justamente de esa mala nutrición y alimentación. También revisaba la piel para ver si era seca y pálida, si el niño perdía pelo o cabello, veía el grosor y dureza de las uñas. Veía si el abdomen, las piernas y los brazos estaban hinchados. Gorditos sí, pero malnutridos y mal alimentados, un mal nacional, poco atendido. De él aprendí que los niños gorditos no son símbolos de buena salud. Gorditos, con sobrepeso pueden padecer desnutrición. Este es el punto.

El Benemérito Hospital Nacional de Niños debería opinar sobre esto. Si el niño, no tuvo una buena lactancia, aunque coma suficiente, y no consume los nutrientes, las vitaminas, los minerales y ácidos grasos esenciales necesarios para su crecimiento, talla y estatura, se va a desarrollar como ese niño desnutrido y obeso al mismo tiempo.

Con mis tíos Gilberto de la Cruz y Elba Malavassi, ambos farmacéuticos, cuando pasaba mis vacaciones juveniles en la Villa, en Ciudad Quesada, los vi discutir con campesinos, que llegaban a la Farmacia San Carlos, a comprar vitaminas y otros productos similares. Mi tío Gilberto, que conocía a sus clientes les hacía ver que con los productos que cultivaban y vendían, si los comían no necesitaban ninguno de los medicamentos que solicitaban. No había manera de hacerlos entender o había una gran necesidad económica, para sobrevivir, de vender sus productos antes que consumirlos familiarmente.

Por mis investigaciones, en asuntos de los movimientos sociales, obreros, sus luchas y sus condiciones de vida, aprendí qué en muchos hogares de trabajadores, en la comida dispuesta para la familia, la prioridad del mejor plato, la mejor o mayor comida era para el padre, para el jefe de familia, para el trabajador, que salía a laborar y a generar los ingresos del hogar. Le seguían, en orden por su edad, de mayor a menor, sus hijos, que también podían acompañarlos en sus faenas o podían contribuir con otros trabajos a generar ingresos, siendo los sacrificados de la comida los hijos menores, y la madre, que hacía, como se dice popularmente, de tripas chorizo.

En los reportajes y notas periodísticas de esta fecha, con motivo de la noticia publicada, se produjeron llamamientos para fomentar hábitos alimenticios, saludables y equilibrados, desde la infancia. Se señaló la educación en posibilidad de enseñar a distinguir qué comer, dentro de la cantidad de productos, que la libertad de mercado ofrece… obviamente al alcance de quien los puede pagar. Un editorial de un periódico señaló que los trabajadores hoy no disponían de 15 minutos de tiempo libre para practicar, diariamente, algún deporte. Sin decirlo el editorial se refería a las jornadas de trabajo existente de 8 horas diarias. ¿Qué tal con las que quieren introducir, a la fuerza, de 12 horas diarias?

La clave está en la buena alimentación de los niños. No es solo a base de carbohidratos, azúcares y grasas. El niño mal alimentado en la niñez, desnutrido, puede sobrevivir con pocas calorías, pero “enfermo” para toda la vida. En el continente millones de niños sufren desnutrición crónica, que les produce daños irreparables. Tienen menos energía, menor desarrollo muscular y de órganos, menor capacidad de concentración, menor rendimiento escolar y laboral, falta de sueño, trastornos mentales, posibilidad de daños cerebrales, limitada capacidad de aprendizaje, más limitada su capacidad laboral de cuando lleguen a ser adultos. El impacto nacional de esta situación es un país con limitaciones para su desarrollo.

Las enfermedades de la obesidad infantil, similares a las de los adultos, tienen un costo elevado de atención pública. La desnutrición y la obesidad infantil es a lo que hay que poner la mayor atención, para atacar la obesidad de los adultos. Los primeros cinco o seis años de vida son claves. Lo que no se atiende allí, por desnutrición, especialmente, no se puede resolver posteriormente, por más y mejores alimentos que se le puedan dar al niño. Se crea una masa de gente hacia el futuro que va a depender de la asistencia pública, o de la asistencia de la calle, y en la calle del trabajo informal y del trabajo que puede ofrecer el narcotráfico y las organizaciones criminales, que hoy se vuelcan en mucho sobre esta población sin educación y sin trabajo.

Hay que entender que obesidad y desnutrición son el resultado en mucho de factores de pobreza y pobreza extrema. Muchos obesos podrán no sentirse “pobres” de origen, porque no tuvieron ni tienen conciencia de sus propios factores de pobreza, porque les fue natural vivir con ellos.

La pobreza influyente tiene que ver con el analfabetismo, el analfabetismo por desuso, el carecer de agua potable tratada, el desempleo, el ingreso económico familiar, los bajos salarios, la desatención pública de servicios esenciales, mala vivienda, falta de buenas letrinas en las barriadas populares y zonas de tugurios, falta de electricidad, de aceras y de caminos inter vecinales en esas zonas, acceso a la escuela, alimentación básica en las escuelas, que ha sido eliminada y disminuida, incapacidad hogareña de satisfacer necesidades básicas.

La obesidad, así, es una enfermedad crónica compleja, causada por diversos factores sociales, culturales, psicológicos, genéticos, metabólicos. La obesidad no está separada de la desnutrición. A mayor posibilidad de desnutrición hay mayor posibilidad de desarrollar el sobrepeso.

La obesidad como problema médico comprende otras enfermedades: cardíacas, diabetes, presión arterial alta, colesterol alto, enfermedad hepática, apnea del sueño y se señalan también ciertos tipos de cáncer.

Los desnutridos son los que tienen un déficit alimentario, que no comen lo que deberían ingerir. Los malnutridos pueden ser comedores compulsivos y de exceso, pero no son sanos. Otro asunto, los daños de la desnutrición duran toda la vida y son heredables.

A los obesos y desnutridos se les orienta en consumir verduras, hortalizas y frutas; vegetales de colores vivos; productos lácticos, como la leche, queso, yogur, etc., carnes, rojas, blancas, como pollo y pescado; granos integrales, en avena, pan o arroz. ¿Pero, cuánto cuesta esto? La Canasta Básica Alimentaria, ¿cuánto suple en esta dirección nacional para evitar la desnutrición y la obesidad?

Esto es lo que debemos discutir nacionalmente para tratar los problemas de la obesidad, de adultos. Pero, no olvidemos la de los niños.

Compartido con SURCOS por el autor.

Canasta Básica Alimentaria, CCSS, desnutrición, Ministerio de Salud, obesidad, obesidad infantil, salud pública, Vladimir de la Cruz