Los tamales de fin de año con amigos y familiares y la definición electoral

Miguel Sobrado

Igual que ahora, hace 8 y 4 años llegamos a diciembre sin una definición clara del electorado por los candidatos a la presidencia de la república. La primera encuesta de enero, sin embargo, como posiblemente será ahora, marcó un parte aguas donde se definieron tendencias e impulsaron el balotaje de la segunda ronda. No es de extrañar, que entre los factores intervinientes hayan jugado un papel importante las fiestas navideñas y de fin de año, donde familiares y amigos intercambian opiniones sobre la situación política y expresan sus dudas y preferencias.

De ser así, es casi seguro que las primeras encuestas de enero marcarán tendencias importantes, aunque mal harían las fuerzas políticas favorecidas en lanzar las campanas al viento con los primeros resultados. Estos pueden obedecer a la capacidad organizativa de los partidos, pero tener un techo en la base social de sustentación. Por ejemplo, tener una base de militantes mayores, pero carecer de respaldo entre los jóvenes, o tener respaldo entre los jóvenes que buscan el cambio pero cuyos candidatos son vulnerables ante los medios de comunicación.

En otras palabras, aunque se va a dar un paso importante todavía falta un largo camino hasta el segundo domingo de febrero y el balotaje de abril.